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México. Suprema Corte de Justicia de la Nación, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Fede-
ración, Instituto Electoral del Distrito Federal.
Sexo, género y feminismo / Estela Serret y Jessica Méndez Mercado / Colección Equidad de género
y democracia, vol. 1; presentación de Carla Astrid Humphrey Jordan. – México: Suprema Corte de
Justicia de la Nación, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Instituto Electoral del
Distrito Federal, 2011.
56 p.
isbn de colección: 978-607-7989-15-8
isbn: 978-607-7989-16-5
1. Feminismo - Historia. 2. Género - Sexo. 3. Perspectiva de género - Historia. 4. Feminismo de la
igualdad – Feminismo de la diferencia. I. Serret, Estela y Jessica Méndez Mercado. II. Serret, Estela
y Jessica Méndez Mercado, pról.
D.R. © 2011
Suprema Corte de Justicia de la Nación
Pino Suárez 2, colonia Centro,
delegación Cuauhtémoc, 06065, México, D. F.
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Estela Serret
Jessica Méndez Mercado
1
Índice
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
La perspectiva de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
Las autoras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Presentación
9
Introducción
11
Orígenes del feminismo
Revolución triunfante niega a las mujeres rácter que se demanda al ciudadano? Este
el derecho a la ciudadanía por el que han reclamo de la filósofa inglesa recuerda el
luchado a la par que ellos. El reclamo fe- que, un siglo antes, hiciera la mexicana Sor
minista aparece en la voz de Olympe de Juana Inés de la Cruz cuando conmina a
Gouges, dramaturga y periodista de clase los hombres de su tiempo que se quejan del
media, quien muestra justamente las tram- carácter de las mujeres: “Pues, ¿para qué os
pas que envuelve aducir que el término espantáis de la culpa que tenéis? / Quered
hombre da cuenta del género humano, las cual las hacéis o hacedlas cual las bus-
cuando claramente sólo alude a su particu- cáis”. En este caso, Wollstonecraft entien-
laridad masculina. Para hacer visible esta de que la hechura de las mujeres se debe a
cuestión Olympe redacta en 1791 una ré- la formación frívola inconexa e irregular
plica a aquel famoso documento, y la titula que reciben. Para cambiar el carácter de
Declaración de los Derechos de la Mujer y la las mujeres y develar su verdadero ser ha-
Ciudadana. Esta osadía le cuesta a Olympe brá que reconocer su derecho a la educa-
ser condenada a la guillotina. Casi al mis- ción formal en todos los niveles y hacerlas
mo tiempo, en 1792, la filósofa inglesa responsables de sus propias vidas. Reclama
Mary Wollstonecraft publica su libro Vin- además igualdad para las mujeres en liber-
dicación de los derechos de la mujer, donde tad y en autogobierno.
se esfuerza por mostrar que las caracterís- Desde Poulain de la Barre hasta Wollsto-
ticas que se consideran femeninas por na- necraft el feminismo se va a desarrollar
turaleza no son sino resul- como un movimiento ilus-
tado de la sociedad. Las trado, filosófico, en el plano
mujeres, nos dice Wolls-
La Revolución Francesa de las ideas, que reclama
tonecraft (aludiendo a para las mujeres el recono-
aquellas de las clases pri- marca el inicio cimiento de individuo ra-
vilegiadas), carentes de la del feminismo como cional y autónomo que han
educación formal que se da adquirido los hombres. La
movimiento social.
a los varones, son educadas Revolución Francesa mar-
por institutrices con el úni- ca el inicio de feminismo
co propósito de que apren- como movimiento social,
dan a servir a un varón, y no para aprender aunque lo hace asociado con las causas
a ser libres y responsables. ¿Cómo pode- generales de libertad y ciudadanía. En ese
mos exigirles, entonces, que tengan el ca- país, el triunfo revolucionario marca una
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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado
las mujeres casadas, la apertura de uni- lo benéfico que resulta el ingreso de las mu-
versidades para mujeres y, desde luego, el jeres al espacio público; así, pide derechos
derecho al voto. para las mujeres acordes con su carácter, es
En este punto de la historia del feminis- decir, busca trasladar a las mujeres al espa-
mo podemos notar con claridad una esci- cio público “en cuanto mujeres” y no en
sión al interior del mismo, que resulta sig- cuanto individuos, como sí lo hace el fe-
nificativo tener presente para los temas minismo radical.
que se abordarán más adelante. Entre las En Europa el sufragismo se desarrolla de
organizadoras de la Convención de Sene- manera paralela al estadounidense, aun-
ca Falls vemos una discrepancia en la pos- que enfrenta un combate más frontal, sobre
tura política y los argumentos para exigir todo en Inglaterra, donde las sufragistas
el reconocimiento de los derechos de las sufren la represión directa del gobierno. Al
mujeres, de tal suerte que podemos reco- igual que en Estados Unidos, las sufragis-
nocer un ala identificada como radical y tas inglesas comienzan a organizarse a
otra como moderada. El ala radical es re- partir de 1830. Así, en 1847 se crea la Aso-
presentada por Susan B. Anthony y Eliza- ciación Política Feminista para reclamar el
beth Cady Stanton. Para ellas la obtención derecho al voto; entre 1850 y 1860 se for-
del voto se entiende indispensable para man diversos grupos que para 1865 se
todas las demás reivindicaciones feminis- organizan en la Sociedad Nacional de
tas; recuperan la tradición individualista y Londres por el Sufragio Femenino. En el
son radicalmente igualitaristas, exigiendo sufragismo inglés destacan las figuras de
para las mujeres los mismos derechos de Harriet Taylor Mill y el filósofo John Stuart
que gozan los hombres, argumentando que Mill, y en el terreno del activismo, Emme-
cada persona es merecedora de derechos y line, Christabel y Sylvia Pankhurst, ma-
libertades, y oponiéndose abiertamente a dre e hijas.
cualquier esencialismo. Por su parte, el ala En el caso de Francia el feminismo to-
moderada es representada por Lucrecia Mott, ma un camino diferente. El filósofo Char-
quien considera necesario negociar el voto les Fourier será la piedra angular de lo que
para no poner en riesgo otras demandas; hoy se conoce como feminismo socialista,
además entiende que en esencia las muje- que apuesta por la liberación de las muje-
res son distintas a los hombres y se carac- res, fincada sobre todo en la libre apropia-
terizan por cualidades morales superiores a ción de sus cuerpos, su sexualidad y su
las de ellos, y utiliza esta idea para justificar placer. Fourier es de hecho quien acuña el
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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado
término feminismo para referirse a las lu- mico-intelectual, que les permite a las fe-
chas que reivindican la igualdad de las ministas explicar por qué, a pesar de haber
mujeres. Así, el feminismo socialista se va alcanzado un nivel de educación parejo al
a distinguir por exigir el amor libre para de los hombres y un avance en la igualdad
ambos sexos, proclamar la libertad sexual formal, que se caracteriza por el reconoci-
de las mujeres, criticar la doble moral que miento de muchos derechos en las diversas
permite en la conducta de los hombres leyes (aunque este reconocimiento formal
actitudes que reprocha en la de las mujeres aún no es tan general como se cree), sigue
y criticar el matrimonio burgués como existiendo el sometimiento social de las
institución que esclaviza a las mujeres, mujeres. Desde las primeras décadas del
entre otras cosas. Es importante señalar que siglo xx aparecen investigadoras de diver-
este planteamiento es el primero que liga sas disciplinas que tratan de comprender
de manera concreta la autonomía de las por qué, si todas las sociedades tienen
mujeres a su propia persona y, sobre todo, grandes diferencias entre sí, en todas ellas
a su propio cuerpo. está presente la subordinación social de las
Así, a lo largo del siglo xix y durante las mujeres. Una de estas investigadoras es la
primeras décadas del xx el feminismo se de- antropóloga estadounidense Margaret
sarrolla como un movimiento político cen- Mead, quien publica en 1935 un libro titu-
trado en la obtención de derechos para las lado Sexo y temperamento en tres sociedades
mujeres, en concreto la obtención del voto primitivas, en el que, comparando tres tri-
por parte del movimiento sufragista, y en bus distintas, descubre que las característi-
una reconsideración de las relaciones perso- cas que se atribuyen “por naturaleza” a
nales entre los sexos en el caso del feminismo mujeres y hombres varían considerable-
impulsado por el socialismo clásico. mente de una a otra. Observa, por ejem-
Después de la Primera Guerra Mundial plo, que en un pueblo tanto hombres como
en la mayoría de los países occidentales las mujeres asumen características que en Es-
mujeres ya han obtenido el derecho al voto. tados Unidos se considerarían femeninas,
Entonces el feminismo se encuentra con la como la suavidad, la dulzura y el cuidado
dificultad de replantearse a sí mismo y sus de las criaturas. En el siguiente pueblo, en
demandas. Se diversifica de maneras que cambio, mujeres y hombres se comportan
corren paralelamente. A partir del periodo con rudeza, agresividad y frialdad, las que
de entre guerras, comienza una nueva etapa para la sociedad occidental actual serían
del feminismo, ahora de corte más acadé- características masculinas. En un tercer
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Sexo, género y feminismo
sitio, finalmente, los hombres adoptan ac- sociedades interpretan la biología, en concre-
titudes que para Maragaret Mead y su to la capacidad reproductora de las mujeres
cultura resultan femeninas y las mujeres se (y no las diferencias biológicas mismas), es
comportaban de modo masculino. Todas lo que hace que las mujeres se consideren
estas observaciones la llevan a concluir más cercanas a la naturaleza que los hom-
que lo que consideramos naturalmente pro- bres y por lo tanto deban ser dominadas por
ducido en hombres y mujeres en realidad ellos, igual que la cultura domina la natu-
es creación de la cultura y la sociedad. Lo raleza. De Beauvoir concluye que es esta
único que no cambia es la relación de man- asimilación imaginaria de las mujeres con
do. Es decir, más allá de cuál sea el carácter su biología lo que crea una imagen univer-
que se atribuye a mujeres y hombres, son es- sal de la mujer como un ser inferior. Es
tos últimos los que detentan el poder social. decir, para la autora son los patrones cul-
Revelaciones como las implicadas en el turales los que producen y reproducen las
trabajo de Mead contribu- relaciones entre mujeres y
yen a crear una inquietud hombres, constituyéndolas
intelectual por explicar por Lo que consideramos como relaciones de poder.
qué, en todas las socieda- El segundo sexo trasciende
naturalmente
des conocidas, las mujeres no sólo por el impacto de
como grupo se encuentran producido en su contenido sino tam-
subordinadas a los hom- hombres y mujeres bién porque da a la lucha
bres. Siguiendo esta inquie- feminista la convicción
en realidad es creación
tud, en 1949 se publica El de que es posible cons-
segundo sexo de la filósofa de la cultura truir un cambio de men-
francesa Simone de Beau- y la sociedad. talidades que modifique
voir, el cual marca un hito la situación social de las
en el pensamiento femi- mujeres. El feminismo
nista. El argumento del libro gira en torno académico de la segunda mitad del siglo xx
a dos preguntas: cuáles son los argumentos comienza a plantearse que los avances en el
que justifican la subordinación social de reconocimiento formal de derechos no
las mujeres y cuáles son las verdaderas ra- bastan para terminar con la desigualdad
zones que han generado la opresión feme- entre los hombres y las mujeres, y que, si se
nina. La respuesta que da la autora a am- quiere cambiar la situación subordinada en
bas preguntas es que la forma en que las que viven las mujeres, debe transformarse
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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado
por un camino similar. Concluyó que el significa ser hombre o mujer. Los resulta-
sexo corresponde a las características bio- dos permiten desmontar las nociones na-
lógicas y el género a la conducta y la psi- turalizadas sobre lo que corresponde a los
que, con la diferencia de que para Stoller caracteres, los gustos, los papeles sociales y
el género expresa además la proporción de las personalidades diferenciadas de muje-
masculinidad y feminidad en una persona, res y hombres.
pues ambos polos se encuentran presentes En la década de 1970 la antropología
en todas las personas, aunque con mayor o feminista gana terreno e influencia en una
menor intensidad. Como resultado de sus sociedad afectada por el éxito del ya men-
investigaciones ambos autores llegaron a cionado Movimiento por la Liberación de
un concepto de identidad de género. La la Mujer. Estas antropólogas tienen un
identidad de género se refiere a la manera en fuerte sustento teórico en el estructuralis-
que la persona se percibe y es percibida por mo de Lévi-Strauss y la etnología, por lo
las demás personas a partir de la lectura que realizan trabajos sistemáticos sobre la
que se hace de sus genitales y, en consecuen- permanencia o el cambio de las nociones
cia, se define como mujer u hombre y actúa sobre hombres y mujeres en distintas so-
según “corresponda” culturalmente. Es este ciedades, lo que les permite compararlas.
concepto de identidad de género el que nos En 1974 la antropóloga estadounidense
permite separar y volver a unir las ideas de Sherry Ortner publica un artículo, en que
sexo y género para su análisis teórico. expone la síntesis de sus investigaciones,
Ahora bien, esta distinción terminoló- titulado ¿Es la mujer respecto al hombre lo
gica va a ser recuperada años después por que la naturaleza respecto a la cultura? La
el feminismo académico del modo que ve- conclusión a la que llega con el trabajo de
remos a continuación. Una de las primeras campo y el análisis teórico es que no im-
disciplinas en que las investigadoras femi- porta cómo se manifieste la subordinación
nistas comienzan a estudiar las relaciones femenina, pues en cada sociedad adquiere
de subordinación entre mujeres y hombres, sus propios rasgos, sino que es justamente
para encontrar una explicación de su ca- esta asociación simbólica de la feminidad
rácter transhistórico, es la antropología. con la naturaleza lo que implica la inferio-
Como ya se mencionó, Margaret Mead es ridad social de las mujeres.
la primera de muchas antropólogas que Un año después del texto de Ortner, la
realiza estudios comparados sobre la forma también antropóloga estadounidense Gayle
en que distintas sociedades entienden qué Rubin publica su artículo El tráfico de muje-
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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado
general. Para dotar esta idea de una clave mos, pues, que en ciertas sociedades las
explicativa, utilizan la categoría antropo- mujeres pueden ejercer más poder o in-
lógica de sistema de prestigio, que permite fluencia que en otras, pero ello no se tra-
demostrar cómo, en toda sociedad conoci- duce en prestigio ni autoridad. Con base
da, las mujeres ocupan como grupo un lu- en esto, otras brillantes antropólogas ex-
gar subordinado respecto del grupo de los plican a qué se debe que haya tantos mitos
varones, que monopoliza los roles que sobre el matriarcado.
otorgan prestigio social. Sus estudios con- En efecto, autoras como Joan Bamber-
tribuyen a desmitificar la idea de que en el ger, Paula Webster y Esther Newton, acu-
pasado existieron socieda- diendo también a la etno-
des matriarcales. Esto es grafía comparada, revelan
importante porque supo- que los mitos del matriar-
ner la existencia de ma- El mundo del poder cado están presentes en
triarcados nos coloca muchas sociedades for-
femenino es entendido
frente a un falso problema: mando parte de los relatos
si algunas sociedades han en estos mitos como sobre el origen del mun-
sido matriarcales o si, co- un origen oscuro, do. Es decir, muchos pue-
mo sustentan muchas hi- blos elaboran la idea del
desdichado y caótico
pótesis, el matriarcado era caos, previo a la creación
la forma primaria de or- que ha sido del mundo ordenado en el
ganización social humana exterminado por que rigen los hombres,
que fue sus tituida por el como propio de un reino
fuerzas masculinas.
patriarcado, nos enfrenta- femenino. El mundo del
mos a las preguntas de por poder femenino es enten-
qué ocurrió así y cómo po- dido en estos mitos como
dría revertirse la estructu- un origen oscuro, desdi-
ra patriarcal para dar paso a una sociedad chado y caótico que ha sido exterminado
igualitaria, en sucesión lineal. La idea de por fuerzas masculinas o, directamente,
los matriarcados primitivos también origi- por una sublevación de los hombres para
nó muchas especulaciones sobre si el poder imponer por fin el orden y la claridad. Es-
de las mujeres representa un estadio evolu- tos mitos recurrentes sobre orígenes ma-
tivo inferior en las sociedades humanas triarcales del mundo se ven coronados por
respecto al del poder de los hombres. Ve- la idea, transmitida de generación en ge-
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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado
tales convenciones son producto de la na- histórica de las mujeres, se han planteado
turaleza. Así, mientras algunas sociedades algunas otras especulaciones que preten-
consideran que lo propio de las mujeres es den resolverla. Las hemos agrupado, asi-
su rudeza y parquedad, otras las conciben mismo, para su mejor comprensión, en
frágiles y parlanchinas; en algunos sitios otras dos hipótesis.
encontramos que el verdadero varón desa-
rrolla un gusto innato por adornarse el Hipótesis historicista. Friedrich Engels es el
cuerpo y la cara, mientras en otras latitu- responsable de construir este intento de
des éste se considera una inclinación natu- explicación de la subordinación social
ral de las mujeres. Más aún: cada sociedad de las mujeres. Se basa para hacerlo en las
(incluida la nuestra) considera natural su tesis de su contemporáneo, el antropólogo
división sexual del trabajo, pero las dife- alemán Johann Jakob Bachofen, responsa-
rencias culturales en este aspecto son tam- ble de la popularidad que tuvo en el siglo
bién sorprendentes. Mientras hay algunas xix la tesis del matriarcado primitivo.
en que la actividad propia de las mujeres es Dando por bueno el supuesto de la existen-
la recolección, dejando a los varones la cia de sociedades matriarcales que habrían
pesca, en otros sitios se considera natural antecedido a las patriarcalistas, Engels uti-
exactamente la distribución inversa. De liza la perspectiva del materialismo históri-
nuevo, lo que no varía es que, ahí donde co para describir a la dominación de las
las mujeres recolectan, será prestigioso mujeres como un efecto más de la propie-
pescar, y ahí donde ellas pesquen, será dad privada. El cofundador del marxismo
honroso recolectar. Lo que todas estas re- piensa que las primitivas sociedades ma-
flexiones nos enseñan es que no hay nada triarcales estaban organizadas en un régi-
de natural y sí todo de social y cultural en men de comunismo primitivo. Cree que el
lo que asociamos con ser hombre o mujer. fin de ambos modelos, poder femenino y
La pregunta que queda en pie, pues, es ¿por propiedad común, tuvo lugar con la divi-
qué si todo lo relativo al ser de hombres y sión del trabajo entre doméstico y extrado-
mujeres varía, no lo hace el sentido en que méstico.
se ejerce la dominación social? ¿Por qué si
Con arreglo a la división del trabajo en la
todo esto es tan relativo, las mujeres no ejer-
familia de entonces correspondía al hombre
cen el poder del grupo en ningún lado?
procurar la alimentación y los instrumentos
Frente a este problema, el que se ha enten-
de trabajo necesarios para ello; consiguien-
dido como de la subordinación social trans
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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado
de las mujeres tiene un origen lógico más de la naturaleza. Así, el grupo de los hom-
que histórico o natural. En un pormenori- bres representaría socialmente lo humano
zado análisis, De Beauvoir encuentra que, si y lo cultural, mientras el grupo de las mu-
bien las distintas sociedades no subordi- jeres daría cuerpo –nunca mejor dicho– a
nan a sus mujeres por una necesidad bioló- las nociones de animalidad, salvajismo,
gica, sino por una interpretación de ele- naturaleza. Ideas todas que dan cuenta de
mentos simbólicos, el punto de partida de lo que la humanidad ha debido vencer y
esta interpretación es el cuerpo femenino. de lo que ha debido apropiarse para surgir
En la medida en que son las mujeres quie- y permanecer. Desde su mirada filosófica,
nes menstrúan, se embarazan, paren y Simone va aún más lejos en esta reflexión
amamantan, las sociedades realizan una sobre lo que la cultura interpretaría al leer
lectura coincidente de esos signos exter- los cuerpos femeninos: la capacidad de
nos del cuerpo sexuado porque en todos gestar y parir, de dar vida, se entiende so-
los casos se les da un valor de animalidad, cialmente más inmediata, y por ello menos
de cercanía con la naturaleza. Ya que los apreciada que la capacidad de arriesgar la
cuerpos de los hombres están menos evi- vida. Para oponer ambas nociones, las so-
dentemente ligados a (atrapados por) la ciedades otorgan a los hombres esta última
naturaleza, se les interpreta como los que capacidad ya que las mujeres encarnan
encarnan más apropiadamente a la huma- naturalmente la primera. Por ello, sostiene
nidad, a la dominación humana, cultural, nuestra autora, son ellos los designados
para hacer la guerra y construir la civiliza-
ción, es decir, para realizar las tareas que
trascienden la mera generación básica de
La capacidad de gestar y parir, la vida natural y la convierten en vida
de dar vida, se entiende humana.
Para dejar atrás la desigual valoración
socialmente más inmediata, de hombres y mujeres en las distintas so-
y por ello menos apreciada ciedades, esta interpretación de las causas
que la capacidad de arriesgar de la subordinación social de las mujeres
tendría que suponer que se requiere un
la vida. cambio reflexivo de las mentalidades que
le devuelva a las mujeres en el imaginario
lo que no se puede negar en la práctica: su
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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado
humanidad. Las mujeres han estado y es- mo el mundo humano forjado por la atri-
tán tan disociadas de los significados que bución de significados que se ordenan a
definen en plenitud a la especie, que cual- través de símbolos. Aunque en cada socie-
quier intento que realicen para reclamar dad ese orden simbólico produce significa-
su lugar al lado de los hombres se lee como dos concretos, hay algunos pocos que han
una transgresión imperdonable. Simone permanecido casi intocados en la medida
sintetiza esta dura verdad con una oración en que estructuran categorías básicas para
precisa: “Cuando las mujeres piden que se dar un orden al mundo; categorías que es-
les reconozca como seres humanos, se les tablecen grandes distinciones jerarquiza-
acusa de querer ser hombres”. doras que, en las sociedades tradicionales,
El feminismo académico de la década afianzan en las personas una sensación de
de 1970 muestra, pues, desde los estudios seguridad existencial, de estabilidad del
etnográficos comparados, que no puede mundo, porque no dejan lugar a las dudas
explicarse la subordinación social de las o las ambigüedades.
mujeres ni a partir de condiciones inhe- Si las sociedades modernas han visto
rentes a la biología de los sexos ni a partir nacer la crítica a esa grandes categorías
de supuestos datos históricos. Como De que ordenan jerárquicamente el mundo,
Beauvoir, se decanta por una explicación entre las cuales destaca la que lo divide en
del fenómeno radicada en el análisis de lo masculino, entendido como lo humano,
cómo se construye la cultura, entendida co- y lo femenino, entendido como su nega-
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Sexo, género y feminismo
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Distinción entre sexo y género
médicos, sí, pero sobre todo como conse- binomio masculino/femenino y, como con-
cuencia del impacto que está teniendo el secuencia, nos pensamos, en la mayoría
reclamo feminista en esa época, cambia la de los casos, hombres o mujeres. Y el he-
noción de diferencia entre los sexos, cons- cho de que el género se inscriba en la propia
tituyéndose justamente en una diferencia manera de entender quiénes somos es lo
esencial, que parece abarcar conjunta- que hace tan difícil cuestionarnos su carác-
mente cuerpo, mente y espíritu. Ya no es ter supuestamente natural. Es decir, para la
una cuestión de grado, sino una diferencia percepción subjetiva, la idea de que el géne-
de esencia, de contenido, y además incon- ro se construye socialmente equivale a pen-
mensurable, al grado de contrastar a hom- sar que lo que uno o una es como persona
bres y mujeres como si fueran especies puede ser radicalmente artificial; y, desde
distintas, eso sí, que se complementan. luego, una noción así es totalmente contra-
La idea generalizada que se tiene sobre ria a nuestras intuiciones. Esto se explica
el sexo y el género es que se trata de la porque la idea de que el género no es natu-
misma cosa, pues en el fondo se reduce a ral sino culturalmente construido se lee
la identificación de una persona como equivocadamente como que puede ser mo-
mujer o como hombre. La interrelación de dificado a voluntad o por capricho. Y esa
ambos conceptos, género y sexo, es difícil idea nos resulta claramente contradictoria
de desmontar pues las ideas en torno al gé- con la percepción de nuestro propio yo.
nero derivan en un primer momento de la Los significados de género no se constru-
diferencia biológica, llamada sexual, aun- yen individual, sino socialmente. Y la socie-
que el posterior estudio de las identidades, dad, la forma concreta en que un grupo
los roles y las conductas que se identifican en humano construye la cultura, se impone a
cada sociedad como distintivas de los los individuos de manera coactiva. Igual
hombres y las mujeres permite reconocer que ciertas condiciones de la naturaleza.
claramente que son el producto de percep- Las definiciones de lo femenino y lo
ciones construidas culturalmente a partir masculino son eso: definiciones sociales,
de una serie de referentes simbólicos y que no individuales. En las sociedades con-
no se trata de hechos dados por naturaleza. temporáneas de occidente percibimos esta
La asignación de género en las personas díada (femenino/masculino en lo simbó-
concretas forma parte central de la identidad lico o mujer/hombre en lo imaginario) de
nuclear. Los seres humanos nos identifica- un modo muy particular: cada día la cien-
mos de manera primordial en referencia al cia y la cultura nos reafirman la certeza de
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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado
misoginia más franca clama sin tapujos como efecto no deseado la multiplicación
por continuar con la subordinación de las de referentes identitarios. Vemos así surgir
mujeres aludiendo a su estatus de inferio- el pensamiento y la práctica médico/psi-
res y subhumanas, el discurso sublimacio- quiátrica/psicoanalítica que crea la ho-
nista, aquel que enaltece a las mujeres, mosexualidad como un tercer sexo, junto
canta las bondades del lugar social que a con el estudio prolijo de hermafroditas y
ellas ofrece el androcentrismo. Así, la mo- transexuales, ejemplificando el desborda-
dernidad burguesa brinda a las mujeres la miento de los límites impuestos por el bi-
excelencia a cambio de la costosa autono- narismo hombre/mujer.
mía demandada por las feministas. El re- Esta conceptualización permite ver no
sultado es un nuevo modelo de mujer, un sólo que el género de una persona es
nuevo esencialismo. En este sentido, tópi- construido, sino también que esa cons-
cos de la medicina moderna, como la dife- trucción expresa una estructura de poder.
rente utilización de los hemisferios cere- Las consecuencias políticas son obvias:
brales por hombres y mujeres o el carácter si los hombres y las mujeres no definen
biológico e instintivo de las estrategias sus mentalidades, comportamientos y ro-
que sigue cada sexo para buscar pareja, se les de acuerdo con su “naturaleza”, sino
presentan en diversos medios de divulga- a partir de construcciones culturales y
ción científica como los últimos y sor- pautas sociales, entonces la subordina-
prendentes descubrimientos de investiga- ción de las mujeres no es un destino sino
ciones especializadísimas, cuando los un fenómeno acotable y susceptible de
supuestos que los fundan y las hipótesis ser modificado (aunque no por cada per-
que defienden fueron ya planteados por sona en lo individual, sino a partir de
investigadores alemanes, austriacos, fran- propósitos de reconfiguración social). Es
ceses e ingleses desde la segunda mitad entonces cuando la perspectiva de géne-
del siglo xix. Paradójicamente, ese discur- ro aparece como una herramienta epis-
so cientificista que tan arduamente se es- temológica y política para buscar trans-
fuerza en construir un esquema binario formar las relaciones sociales entre hombres
para las identidades sexuales (que en reali- y mujeres, y superar la subordinación fe-
dad conjugan sexo, género y deseo), tiene menina.
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La perspectiva de género
Una vez consolidado el sentido teórico géneros características de los sistemas pa-
explicativo del concepto género, al inte- triarcales o androcráticos.4
rior del análisis feminista se va constru- Frente a estos supuestos, la crítica femi-
yendo paulatinamente la noción, más nista dentro de la epistemología5 pone en
amplia, de perspectiva de género. Esta últi- evidencia la existencia de diversos proble-
ma se refiere a una mirada, a la observa- mas que hoy han sido ampliamente reco-
ción de un fenómeno social o político, nocidos. En primer lugar, a partir de diver-
que se emplea para explicar un objeto de sos argumentos se cuestiona el punto de
estudio científico, utilizando como fun- partida del conocimiento objetivo, esto
damento el concepto género. Es decir, la es, el sujeto de conocimiento neutral. A
perspectiva de género hace alusión a partir de un minucioso análisis de la pro-
una manera de percibir la realidad que ducción del conocimiento en la cultura
toma en cuenta tanto a mujeres como a occidental, se demuestra que ésta se em-
hombres y las diferencias y posiciones prende siempre desde un punto de vista
desiguales, socialmente construidas, entre particular: el de aquel que tiene acceso al
ambos. conocimiento: un varón, blanco, cristiano,
Así, al aplicar la perspectiva de géne- propietario, heterosexual y educado. La pro-
ro, nuestra mirada de un fenómeno con- pia idea de sujeto remite a esa figura. Una
sigue: 4
Del griego andros, hombre y cratos, poder: poder de
a) Visibilizar a las mujeres, sus activida- los hombres.
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La epistemología es la rama de la filosofía cuyo ob-
des, sus vidas, sus necesidades específicas,
jeto de estudio es el conocimiento científico, a partir del
sus espacios y la forma en que contribuyen reconocimiento de las circunstancias históricas, sociales,
políticas, etc. que posibilitan la producción de un deter-
a la creación de realidad social.
minado conocimiento en cualquier área. El feminismo
b) Mostrar cómo y por qué cada fenó- genera una epistemología feminista que hace posible re-
conocer que la producción de conocimiento reproduce
meno concreto está atravesado por las re-
estereotipos de género, que a su vez se traducen en desi
laciones de poder y desigualdad entre los gualdades entre mujeres y hombres.
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Sexo, género y feminismo
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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado
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Sexo, género y feminismo
los géneros, sacar del aislamiento esta rela- bre todo para los grupos más conservadores;
ción y ponerla en el centro de las discusiones, y es importante desmontar esta falacia.
involucrar nuevos actores sociales, fomentar Hablar de género puede resultar rentable
mejores relaciones y mejorar la convivencia. en un contexto donde la desigualdad entre
Ahora bien, como hemos visto, tanto el mujeres y hombres ya no puede negarse,
concepto género como el de perspectiva pero para grupos contrarios al pleno reco-
de género son resultado del quehacer teó- nocimiento de los derechos de las mujeres
rico y político feminista. Sin embargo, el es importante disociarse del feminismo
uso de estos conceptos en la práctica se ha aunque se hable de género. En estos casos
ido despojando de su carga feminista, al se entiende que los roles tradicionalmente
grado de disociarlos en ocasiones por com- asignados a los hombres y a las mujeres
pleto. Pero si no es como parte de una vi- son producto de la naturaleza o de un de-
sión cargada de contenido político femi- signio divino. Los problemas sociales exis-
nista estos términos quedan totalmente tentes por las desiguales relaciones entre
vacíos de sentido pues, como se ha visto, los géneros son atribuidos a una simple
es justamente el feminismo el que posibili- valoración equivocada. Para estas posicio-
ta y sustenta las nociones de género y de nes, el rol tradicional de las mujeres no
perspectiva de género. Pero, si la relación tiene que ser subvalorado sino entendido
entre perspectiva de género y feminismo como una distinción especial de Dios,
es tan evidente, ¿por qué existe en algunos quien habría creado a los hombres y las
sectores de la sociedad un empeño en di- mujeres simplemente distintos y destina-
sociarlos? La primera respuesta que se vis- dos a cumplir papeles diferentes. El de ellas
lumbra está en las razones ideológicas, so- no puede ser la búsqueda de autodefini-
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ción ni libertad, pero en su sacrificio en- tiene un carácter relacional; es una idea
cuentran, diría esta postura, un valor que remite a la relación que existe social-
trascendente. Se conforma así el discurso mente entre hombre y mujeres; 2) que esa
enaltecedor de la mujer, sus características relación no es fortuita ni natural, sino so-
y atributos. Este uso transforma los con- cialmente construida. La relación entre las
ceptos de género y de perspectiva de géne- personas construida por la normativa del
ro hasta despojarlos por completo de cual- género implica siempre una relación de
quier tinte feminista. Nos encontramos desigualdad unidireccional e injusta. La
ante un discurso que vacía la noción de idea de género, pues, tampoco hace alu-
género de toda carga política y termina sión a un simple carácter diferenciador
equiparándola con todo lo relacionado entre dos grupos esenciales, sino que im-
con mujeres. Entonces, hablar de género plica necesariamente que esa diferencia
se reduce a hablar de mujeres, sin proble- está jerarquizada. Esa desigualdad es jus-
matizar la relación social de dominación tamente la que la perspectiva de género
que implica el género. Utilizar conceptos pretende destacar y combatir. Es por ello
como estudios de género o perspectiva de que la perspectiva de género debe recuperar-
género como sinónimos de estudios o pers- se como una noción feminista que ha sido
pectivas sobre las mujeres resulta inade- generada para cuestionar el carácter esen-
cuado, erróneo e incorrecto, porque se cialista y fatal de la subordinación social de
pierde de vista: 1) que el concepto género las mujeres.
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¿Igualdad o equidad?
Feminismo de la igualdad vs. feminismo
de la diferencia
Otro problema derivado de la populari- beneficioso para ellas y para la propia so-
zación del concepto género, sin que se ciedad. Reclaman derechos para las muje-
acompañe de un conocimiento fundado res en cuanto mujeres; es decir, en cuanto
sobre lo que significa y sobre cómo se ins- personas caracterizadas por una serie espe-
cribe en la historia del feminismo, es la cífica de cualidades, tales como la emotivi-
confusión entre los conceptos de equidad dad, la compasión, un elevado sentido de
e igualdad (de género). Pero, ¿es lo mismo la moral, el pacifismo, etcétera. Frente a
reivindicar una u otra? Si no es así, ¿en esto, las radicales pretenden reivindicar
qué consiste la diferencia? para las mujeres los derechos que les co-
Para resolver esta pregunta debemos rresponden en cuanto individuos, en cuan-
detenernos en un tema que sólo mencio- to seres humanos, sin adjetivos; libres por
namos de pasada: la distinción entre dife- definición, igual que cualquier otro ser
rentes propuestas feministas. Más arriba humano.
ya decíamos que en el seno de la lucha Como puede apreciarse, la posición de
sufragista norteamericana del siglo xix se las moderadas da por buena la definición
produce una escisión entre dos fracciones: de mujer que ha sido producida por la so-
la llamada radical contra la moderada. La ciedad androcrática,7 no por las propias
brecha entre ambas está señalada por la personas que la encarnan. Esa definición
concepción que respectivamente tienen no deja sitio para discrepancias, es imposi-
sobre las mujeres. Mientras en el primer tiva y limitante. Cree que las personas no
caso se sustenta una visión de corte indivi-
dualista radical, en el segundo encontra- 7
El androcentrismo se refiere a la definición del mundo
en masculino, tomando al hombre (varón) como la me-
mos una idea claramente esencialista de
dida de todas las cosas, invisibilizando y excluyendo a las
las mujeres. Es decir, las moderadas consi- mujeres. Una sociedad androcrática es aquella en que
precisamente las estructuras sociales se definen en función
deran que las mujeres deben poder partici-
de la definición que se tiene de los hombres y se aplica
par en el mundo público porque esto sería como universal tanto a hombres como a mujeres.
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hacen sino dar cuerpo a una esencia, eter- decir, se busca que, desde la propia posi-
na e inmutable, que se realiza irremedia- ción como hombre o como mujer, una
blemente en todos los sujetos por ella de- persona pueda encontrar un trato equiva-
signados. Con el correr del tiempo, esta lente y el aprecio social.
posición se desarrolla y se hace más sofisti- Por su parte, el ahora llamado feminis-
cada, hasta llegar a conformar una co- mo de la igualdad, que sería de algún modo
rriente importante que sigue presente en heredero de la tradición individualista de
nuestros días bajo el nombre de feminismo Cady Stanton,8 es básicamente antiesen-
de la diferencia. Se denomina así porque cialista. No comparte la idea de que las
considera inapropiada e ingenua la lucha personas puedan diferenciarse sustancial-
de quienes persiguen la igualdad. Esta de- mente a partir de categorías colectivas de
manda, se piensa, carece de futuro porque identidad (como las que dan el género, la
las mujeres no son ni pueden ser iguales a etnia, el credo u otra cualquiera). En cam-
los hombres. Son diferentes, y esa diferen- bio, piensa que cada persona es única e
cia no sólo radica en las características irrepetible, en cuanto individuo, y que lo
sexuales, sino que se traduce en una forma único que puede garantizar que todo ser
de ser distinta y hasta opuesta a la de los humano sea respetado en su particular es-
hombres. Lo que debe reivindicarse en- pecificidad es el reclamo de igualdad. Esta
tonces es que el mundo valore positiva- no es una categoría descriptiva sino pres-
mente las cualidades distintivas de las criptiva; es decir, no indica cómo son las
mujeres, esenciales e inamovibles, en lugar personas, sino cómo debemos considerar-
de despreciarlas. Esas cualidades, deriva- las. Cuando se dice “todos los hombres son
das de la capacidad de ser madres, acercan iguales”, nadie asume que se afirme que los
a las mujeres a la naturaleza (como se ha varones son clones idénticos entre sí: todo
dicho siempre) pero eso debe verse en un mundo entiende con claridad que aquí
sentido constrictivo. La cercanía de las igualdad se refiere a derechos, a libertades,
mujeres con la naturaleza, dice el feminis-
mo de la diferencia, las hace más sensibles
8
Recordemos que ella es una prominente figura del
sufragismo del siglo xix en los Estados Unidos y, junto
a la defensa de la paz, del medio ambiente, con Susan B. Anthony, lleva a cabo una larga labor que
de los desprotegidos. Por todo ello, según incluye el Congreso de Seneca Falls en 1848. Además, su
importancia radica en el tipo de postulados que defiende:
esta corriente, no debe hablarse de igual- para ella las mujeres merecen el reconocimiento de sus
dad de género (lo cual resulta tan imposi- derechos por el simple hecho de ser personas, en con-
cordancia con los postulados igualitarios que fundan la
ble como indeseable), sino de equidad. Es nación estadounidense.
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bien, son medidas que se adoptan con un espíritu de justicia, vale decir, de reco-
miras a generar las condiciones de su pro- nocer a los otros y, hay que subrayarlo, a
pia desaparición. Sin embargo, como po- las otras su derecho a la soberanía y a la
cas, pueden darnos la pauta para un nue- libertad como individuos.
vo concepto de igualdad: el que destine a La igualdad en este sentido debe recu-
cada quien según lo que le corresponde, se- perar nuestra capacidad para establecer
gún sus capacidades, sí, pero también según lazos solidarios como comunidad, pero sin
la oportunidad real que haya tenido has- olvidar que sólo podemos, todas y todos,
ta el momento para desarrollarlas. establecerlos en cuanto individuos.
Un concepto que impacte en la cons-
trucción de la norma impregnándola de
Bibliografía
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Sexo, género y feminismo se terminó de imprimir en
Impresos Santiago, S. A. de C. V., Trigo 80-B,
col. Granjas Esmeralda, 09810, México, D. F.,
el 26 de diciembre de 2011. El cuidado de la
edición estuvo a cargo de Susana Garaiz,
analista correctora de estilo. El tiraje
fue de 10 000 ejemplares impresos en
papel bond de 75 gramos y forros
en cartulina cuché mate de
210 gramos. Se utilizaron
las fuentes tipográficas
Goudy y Candara.