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nos podrá indicar qué lugar es el que hay que tomar como referencia: si el
ambiente doméstico, el ceremonial. El analista debe, por consiguiente,
informarse sobre estos tres tipos de variantes a la hora de analizar las
características de la SE teniendo en cuenta que, por lo general, están
mutuamente implicadas.
Por lo demás, son varios los factores que determinan, según Civ’jan,
la estrategia del comportamiento de los participantes en una situación de
etiqueta:
201
En pos del signo
1) A/=/, a/=/
2) A/=/, a/+/
3) A/=/, a/-/
4) A/+/, a/=/
5) A/+/, a/+/
6) A/+/, a/-/
7) A/-/, a/=/
8) A/-/, a/+/
9) A/-/, a/-/84
202
L a semiótica rusa
a) Fórmulas de saludo.
b) Fórmulas de despedida.
c) Fórmulas introductivas o divisorias.
La última parte del ensayo está dedicada a los otros elementos de los
comportamientos de etiqueta: los kinemas, especialmente los gestos,87 y
los accesorios.88 La conclusión que saca es ésta:
203
En pos del signo
204
IX
LA SEMIÓTICA BARTHESIANA
R oland B arthes
1. Raymond Picard, Nouvelle critique ou nouvelle imposture, Paris, J. J. Pauvert, colección “Libertes”,
1965.
2. Buenos Aires, Siglo XXI, 1972.
205
E n pos del signo
reproducir aquí los párrafos que para este asunto considero más pertinen
tes:
206
L a semiótica barthesiana
3. Las citas de los trabajos de Barthes las haremos por Roland Barthes, La aventura semiológica, Barcelona,
Planeta-De Agostini, 1994, pp. 10-12. Se trata de una práctica recopilación de los principales escritos de
Roland Barthes sobre semiótica. En lo sucesivo, citaremos esta obra simplemente como La aventura.
207
En pos del signo
208
La semiótica barthesiana
4. Publicada al año siguiente por Éditions du Seuil bajo el título de Legón inaugúrale de la chaire de
sémiologie littéraire du College de France. Para la edición en español, véase Roland Barthes, El placer
del texto y lección inaugural de la cátedra de semiología literaria del College de France, M éxico,
1982, pp. 111-150.
5. Para una bibliografía de y sobre Roland Barthes puede verse el volumen titulado Roland Barthes par
Roland Barthes (Paris, Éditions du Seuil, 1975). Cito por la traducción italiana Barthes di Roland
Barthes que ofrece en las páginas 208-210 una bibliografía tanto de Barthes como sobre Barthes de
1942 a 1974. Para completar esa bibliografía, el lector puede acudir a Le grain de la voix. Entretiens
1962-1980, publicada en 1981, al año siguiente de la muerte de Barthes, por Éditions du Seuil; este
importante libro, aparecido en español en Editorial Siglo XXI (México, 1983) bajo el título de El grano
de la voz. Entrevistas 1962-1980, trae no sólo una bibliografía actualizada sino un par de páginas con
las fechas más importantes en la vida de Roland Barthes. Es una especie de semblanza espiritual del
escritor que, com o se puede ver desde el título, adopta la forma de una colección de entrevistas de
distintas épocas, que entre 1962-1980 habían aparecido en diversos periódicos y revistas. Yo mismo, en
1982, publiqué en la revista Deslinde (Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de
N uevo León, Núm. 1, Vol. I, pp. 14-21), bajo el título de “En tomo al pensamiento barthesiano”, un
pequeño e incompleto inventario bibliográfico de la obra de Barthes. La anterior cita de Le Monde está
tomada de El grano de la voz: 374.
209
En pos del signo
6. La m etodología del análisis estructural del relato fue expuesta por Roland Barthes tanto en un escrito
largo titulado, precisamente, “Introducción al análisis estructural de los relatos” aparecida en el
mencionado volumen 8 de Comunicaciones cuyo título es, precisamente, Análisis estructural del relato.
De esta obra circulan varias ediciones en español: la más antigua es la Editorial Tiempo Contemporáneo,
Buenos Aires, 1970; en 1982, Premiá Editora publicó en M éxico otra edición en la que agrega un
artículo de Umberto Eco titulado “James Bond: una combinación narrativa”. Finalmente, está la ya
arriba citada bajo la abreviación La aventura. Hay, empero, una versión abreviada del análisis estructural
del relato: se trata de una conferencia. En español, conozco dos ediciones de ella: la primera, bajo el
título “El análisis estructural del relato. A propósito de Hechos 10-11”, aparece en Roland Barthes,
Paul Beauchamp, Hemy Bouillard, Joseph Courtés, Edgard Haulotte, Xavier Léon-Dufour, Louis Marin,
Paul Ricoeur, Antoine Vergote, Exégesisy hermenéutica, Madrid, Ed. Cristiandad, 1976. La segunda,
en La aventura : 281-307.
7. La aventura: p. 163.
210
L a semiótica barthesiana
Jakobson y Lévi-Strauss -d ice Barthes- han hecho notar que la humanidad podía
definirse por el poder de crear sistemas secundarios, “desmultiplicadores” (he
rramientas que sirven para fabricar otras herramientas, doble articulación del
lenguaje, tabú del incesto que permite el entrecruzamiento de las familias) y el
lingüista soviético Ivanov supone que los lenguajes artificiales sólo han podido ser
adquiridos después del lenguaje natural [...].8
8. La aventura: 167
9. Ibid. pág. 13.
10. Op. cit., p. 49.
211
En pos del signo
212
L a semiótica barthesiana
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En pos del signo
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L a semiótica barthesiana
Ju l i a K r is t e v a
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En pos del signo
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La semiótica barthesiana
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En ro s DEL SIGNO
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L a semiótica barthesiana
La s e m ió t ic a g r e im a s ia n a
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En pos del signo
C a t e g o r ía s y l ó g ic a
220
L a semiótica barthesiana
17. Para una exposición del concepto de isotopía puede verse Helena Beristáin, Diccionario de Retórica y
Poética, tercera edición, M éxico, Porrúa, 1992, pp. 285 y ss.; véase, desde luego, A. J. Greimas / J.
Courtés, Semiótica, citada en la bibliografía; y, obviamente, el mencionado Análisis... del GdE. Una
lectura especialmente útil sobre este respecto es Lector infabula de Umberto Eco, pp. 131 y ss.
18. A. J. Greimas, Du sens, Op. cit., p. 188.
19. Véase la Introducción a la semiótica narrativa... de J. Courtés, pp. 44 y ss.
221
E n pos del signo
F ig u r a s y a c t a n t e s
222
L a semiótica barthesiana
223
En pos del signo
Greimas,23 “los actantes son los seres o las cosas que, por cualquier
razón y de una manera u otra-incluso a título de simples figurantes y del
modo más pasivo- participan en el proceso”.
Los actantes, según Greimas, son, como se ha dicho, el objeto,
sujeto, destinador, destinatario, oponente y adyuvante. Sus relaciones
forman lo que se llama el “modelo actancial” .(He aquí cómo el ya
referido Diccionario de términos literarios*organiza las tres parejas de
actantes según la propuesta de Greimas:
1. Sujeto y objeto:
El sujeto es la persona, animal personificado o cosa con intención de conseguir lo
que se ha propuesto. El objeto es la aspiración del sujeto, lo que suscita interés;
puede ser la riqueza, la sabiduría, el amor, la felicidad, el aumento de sueldo.
2. Destinador y destinatario:
El destinador o dador suele ser una abstracción: la sociedad, el destino, el tiempo,
etc., aunque puede encamar a una persona. El destinatario suele coincidir con el
sujeto, desea siempre algo o a alguien.
3. Adyuvante y oponente
Inciden en la relación surgida entre el sujeto y el objeto, también determinan las
aventuras y los obstáculos que ha de recuperar el sujeto.24
Sin embargo, para Greimas el actante actúa y está a nivel del texto.
Por tanto, más que a nivel de personajes, los actantes hay que buscarlos
en el nivel ffástico pues el actante es, de hecho, el “ente que participa en
el proceso expresado por el verbo, como si fuese el personaje de la
acción”.25 En general, pues, es el “sujeto, animado o inanimado, que
participa en la acción verbal” .26 Según esto, en la frase “Juan no pudo
comprar la casa que tanto anhelaba” tanto “Juan” como “casa” hacen
las veces de actante con respecto al verbo “comprar”: el primero como
sujeto y el segundo como objeto. Para que el lector vea cuál es el nivel del
actante reproducimos el siguiente cuadro:
23. A. J. Greimas / J. Courtés. Semiótica, diccionario razonado de la teoría del lenguaje, tomo I, Madrid,
Gredos, 1982, ad loe.
24. María Victoria Ayuso de Vicente / Consuelo García Gallarín / Sagrario Solano Santos, Diccionario de
términos literarios, Madrid, Ed. AKAL, 1990, ad loe.
25. Giorgio Raimondo Cardona, Diccionario de lingüistica, Barcelona, Ariel, 1991, ad loe.
26. Ramón Cerdá (coordinador). Diccionario de lingüística, México, rei, 1991, ad loe.
224
La semiótica barthesiana
225
En pos del signo
226
La semiótica barthesiana
destinatario humanidad
falso héroe
donante
227
En pos del signo
rasgos. Con las figuras pasa lo que con los lexemas como pueden
llamarse a las palabras como las trae un diccionario. Todo lexema se
compone de semas o unidades mínimas de significación. En cada lexema,
cada acepción de diccionario constituye un semema o itinerario semémico.
Las figuras funcionan de manera parecida a un lexema. De hecho, a una
figura en abstracto se le puede llamar figura lexemática. Sin embargo, los
itinerarios lexemáticos que se desgajan de cada figura son referidos
siempre a un núcleo estable: una figura lexemática, por tanto, es una
organización virtual de sentido como un lexema en abstracto lo es: una
figura es virtualmente, por tanto, un repertorio; sin embargo, una figura
ya en un texto (en un sintagma) es una figura realizada, actualizada.
La virtualidad de las figuras es asunto de la lengua, su realización, en
cambio, remite a una situación en el discurso. Aquí nos interesa enfatizar,
sobre todo, este segundo aspecto. Este tipo de análisis, en efecto, puede
valer, como se ha dicho, para un tipo de discurso como el de una fachada
de una catedral cifrada, sobre todo, en categorías topológicas. La rela
ción entre los enunciados es, por lo general, de tipo paratáctico. En los
relatos propiamente dichos, en cambio, tenemos no un solo enunciado
sino secuencias de enunciados: un texto está constituido por una o varias
series de frases. Entonces se dan, por tanto, cadenas o redes de figuras.
Sucede, pues, en las figuras lo que con los lexemas: un tema descriptivo
consta de un núcleo estable que sirve de enlace a varios conjuntos
figurativos. Cada conjunto figurativo es un papel temático. Un conjunto
figurativo se descompone, a su vez, en semas. Los semas de un texto se
encuentran en mutua relación. Estas relaciones pueden ser de: contrarie
dad, contradicción o presuposición.
Las operaciones, en fin, de las que hablamos arriba como el último
nivel, el más profundo del análisis semiótico, se nos presentan como el
paso de un valor a otro. Es decir, como una serie de operaciones. A una
relación de contradicción, por ejemplo, corresponde una operación de
negación, a una relación de presuposición, una operación de selección.
En el análisis greimasiano el resumen de estas relaciones se suele repre
sentar en el llamado “cuadrado semiótico”. He aquí un esquema de los
diferentes tipos de análisis que se suelen practicar en la semiótica
greimasiana:
228
L a semiótica barthesiana
Plano de la manifestación
En los textos hay dos planos:
Plano de la inmanencia
PLANO N iv e l s u p e r fic ia l
LA
Trama de relaciones que clasifica los
valores de sentido según sus relacio
nes.
INMANENCIA N iv e l pro fu n d o
229
En pos del signo
gramática viene siendo, finalmente, el sistema que hay detrás del proceso,
según la célebre frase de Hjelmslev. Y es precisamente por ello, porque
hay un sistema, porque hay unas reglas de funcionamiento del relato y del
texto en general por lo que cabe detectar un sentido en él. El sentido de
un texto es “lo que dice” ese texto.33
El relieve de la transfiguración de la fachada de la catedral de Valla
dolid, al que nos referiremos más adelante, por ejemplo, es texto en el
que Moisés y Elias son actores que no pueden estar ni arriba ni abajo de
donde están; ni pueden hacer otra cosa distinta de lo que están haciendo:
conversar. Ese texto, pues, tiene su gramática que regula el comporta
miento de cada uno de los actores que intervienen en él. En donde arriba,
abajo, izquierda, derecha, una nube, un ángel, un cayado, un libro, una
llave, son parte de un léxico. Y hay, desde luego, una gramática. Asumi
da, en efecto, como un texto en el que hay un emisor, un receptor y un
mensaje, en la fachada de la catedral de Morelia tiene lugar un conjunto
de selecciones, por ejemplo: la nube debe ir sólo con ciertos elementos y
no con otros, algunos elementos hacen la función de nexo, etc.
La semiótica greimasiana tiene como objetivo explorar las condicio
nes del significado de un texto, como el recién mencionado, para llegar
hasta las raíces del sentido; hurgar en las entrañas de un texto, ponerlo al
revés, para ver qué es lo que hay debajo del sentido. La semiótica
greimasiana se interesa primariamente por el funcionamiento del texto.
No interesa en un principio el sentido o los sentidos: no interesa qué dice
este texto, ni quien es el que habla en el texto, sino cómo este texto dice
lo que dice. El análisis semiótico no tiene tampoco como objetivo decir
cuál es el verdadero sentido del texto, ni se propone tampoco encontrar
un sentido nuevo e inédito. El análisis semiótico supone que lo que este
texto dice, es decir su sentido, ya es de alguna manera conocido. El
análisis lo que hace es descubrir el mecanismo que produce el sentido:
qué es lo que hace posible el significado que manifiestan los textos con
los que nos topamos, qué sistema organizado y cómo funciona, qué tosca
33. Conviene advertir que el vocablo “sentido” es ambiguo en la terminología de la lingüística. A este
respecto, existe, por ejemplo, la terminología propuesta por Eugenio Coseriu.
230
La semiótica barthesiana
o delicada armazón, qué reglas rigen la aparición del sentido. Estas son
las cuestiones que se propone contestar la semiótica. De esta manera, la
semiótica escudriña las posibilidades del sentido que tiene un texto y,
desde luego, qué sentidos puede y no puede producir. Al hacerlo, se
puede completar, precisar y aun corregir el sentido obvio. En efecto, al
ser puesto en evidencia por el análisis semiótico el mecanismo productor
del sentido, se excluyen los sentidos que ese mecanismo no puede
producir y proporciona numerosos datos que permiten fundar el conteni
do del texto.34
Por las mismas razones, la semiótica al estilo greimasiano toma un
texto en su estado actual. Por tanto no interesan directamente al análisis
semiótico cómo se generó ese texto, ni su historia, autor o época de
composición, por ejemplo. En el análisis semiótico se toma al texto tal
cual está: se interesa en el mecanismo tal cual está funcionando. Hay un
discutible presupuesto que está detrás de esta actitud. A saber: que el
espíritu humano funciona siempre de la misma manera sin importar
época, mentalidad o cultura; que el espíritu humano obedece siempre a la
misma lógica. Cualquiera que haya estudiado la historia de la lógica sabe,
sin embargo, que no todos los niveles de la lógica forman parte de la
“naturaleza” humana; que hay niveles de la lógica de índole histórica y
cultural. Sin embargo, los niveles de lógica a donde aspira a llegar el
análisis semiótico son los mismos en el espíritu humano.
Por otro lado, cabe decir que el análisis semiótico es un acto de
lectura: por tanto, entre mayor sea la capacidad de leer por parte del
lector, más completa será la lectura. Estrictamente hablando, el sentido
no pertenece sólo al texto: surge en el encuentro entre el lector y el texto.
Si bien el análisis impide que el lector se desvíe proponiendo sentidos
arbitrarios que no corresponden a lo que el texto quiere significar, no
exime al lector de cierta capacitación mínima, indispensable a la lectura,
como conocer la cultura y el estilo de la época, que condicionan la
significación y, por ello, la comprensión del texto mismo. Pese a ello,
Greimas solía proclamar como principio fundamental del análisis semiótico
231
En pos del signo
232
La semiótica barthesiana
E l análisis en acción
233
E n pos del signo
234
La semiótica barthesiana
235
En pos del signo
Siendo, como es, tan importante el papel que para la narratividad desem
peñan los estados y los cambios hay que detenemos un poco en ellos.
Como ya dijimos más arriba, un estado se enuncia por medio de los
verbos “ser”, “estar” y “tener” que son llamados, por ello, “verbos de
estado” : el personaje A “es” un ignorante, “está” oprimido por una
gran pena o “tiene” mucho dinero.
Un cambio, por el contrario, se enuncia mediante un verbo de acción
(tipo “hacer”) como: comprar, vender, encontrar, etc. Por lo general,
son los verbos considerados como “transitivos” por la antigua gramáti
ca. Hacer el análisis narrativo de un texto, analizar su narratividad,
equivale a hacer un inventario tanto de los enunciados de “estado” como
de los de “acción” : clasificar los enunciados de estado y los de acción
que hay en el texto sujeto a análisis.
Una característica de este tipo de análisis, como ya dijimos, es que se
trata de análisis transfrástico. Por tanto, los enunciados de estado y de
acción que contiene un texto no coinciden exactamente con las frases del
texto. Hay también aquí, se puede decir, dos niveles: las frases u oracio
nes con que se topa el lector del texto constituyen lo que hemos llamado
el nivel de la manifestación. Es el nivel de la gramática tradicional, el nivel
frástico. Este nivel de manifestación se contrapone al “nivel construido”
236
L a semiótica barthesiana
E l sujeto y el objeto
237
En pos del signo
E l programa narrativo
E l concepto de realización
238
La semiótica barthesiana
La capacidad
239
En pos del signo
240
La semiótica barthesiana
241
En pos del signo
que se espía, una ventana por la que el protagonista recibe una orden
secreta, etc. Todos estos usos de la figura “ventana”, dentro de un texto,
constituyen un recorrido figurativo que es el que permite precisar el
contenido de la figura: la manera como el texto la utiliza e interpreta.43
Como se ha dicho, el componente descriptivo también incluye los
valores temáticos. La forma de los recorridos figurativos es propia de
cada texto: el análisis semiótico tiene como finalidad, precisamente,
poner de manifiesto esa singularidad. En semiótica se trata de ver qué es
lo que hace el texto con las figuras, cómo las clasifica y ordena, y en
determinar en nombre de qué se ordenan así estas figuras para constituir
estos recorridos figurativos y no otros. Ello da pie a la función clasificante
y contextual de las figuras. Se trata por tanto de buscar los valores
temáticos que asumen los recorridos figurativos.
Como se ha dicho, todas estas operaciones son aplicables a textos no
verbales. Así, en la fachada central de la catedral de Valladolid, el
“ángel” es una figura que, por tanto, hace su recorrido: unos ángeles
sirven para configurar el cielo, otros ángeles desempeñan el papel de
sirvientes, otros ángeles forman un coro, otros ángeles son soldados,
otros son cargadores, etc. Esto es lo que hace el texto con esta figura: así
la clasifica y ordena. ¿Por qué? Las respuestas -q u e hay que analizar
cuidadosamente- son varias.
Si como se ha dicho, en el nivel profundo hay también dos planos en
que se organizan los elementos: una red de relaciones que nos permite
clasificar los valores de sentido y un sistema de operaciones que organiza
el paso de un valor a otro, hemos dado con el secreto del sentido del
texto, qué quiere y qué no quiere, qué considera bueno y qué malo.
Hemos dado, pues, con las reglas del juego vigentes en el texto.44 Y, una
vez que se ha hecho esto, el juego se ha acabado: el análisis semiótico ha
terminado porque se ha puesto de manifiesto el mecanismo que produce
el sentido del texto.
242
X
LA SEMIÓTICA ITALIANA
243
En pos del signo
1. Pág. 48.
2. Pág. 49.
244
La semiótica italiana
Si tanto los fenómenos de origen no humano como los de origen humano -dice
E co-, pero no intencionales, pueden considerarse signos, en ese caso la semiótica
ha invadido un territorio situado más allá de un umbral frecuentemente fetichizado:
el umbral que separa los signos de las ‘cosas' y los signos naturales de los
artificiales [...] En realidad, si cualquier cosa puede entenderse como signo, con
tal de que exista una convención que permita a dicha cosa cualquiera representar
a cualquiera otra, y si las respuestas de comportamiento no se provocan por
convención, en ese caso los estímulos no pueden considerarse como signos [...]
Decir que los estímulos no son signos no equivale a decir que el enfoque semiótico
no deba referirse también a los estímulos. La semiótica se refiere a funciones, pero
una función semiótica representa, como veremos, la correlación entre dos fruitivos
que, fuera de dicha correlación, no son por sí mismos fenómenos semióticos. No
obstante, en la medida en que están en correlación mutua, pasan a serlo y, por esa
razón, merecen la atención del semiólogo. De modo, que puede ocurrir que se
cataloguen ciertos fenómenos entre los estímulos, y que resulte que aquellos en
algún aspecto o capacidad funcionan como signos para alguien.4
3. Pág. 50.
4. Op. cit:. 53-55
245
E n pos del signo
Frente a esos tres fenómenos podemos formular dos tipos de hipótesis: una más
radical y otra aparentemente más moderada.
Esas dos hipótesis son: i) la cultura por entero debe estudiarse como fenómeno
semiótico; ii) todos los aspectos de la cultura pueden estudiarse como contenidos
de una actividad semiótica.
246
La semiótica italiana
247
E n pos del signo
248
L a semiótica italiana
S e m ió t ic a d e l a n a r r a t iv id a d : l e c t o r in f a b u la
¿Cómo una obra de arte podía postular, por un lado, una libre intervención
interpretativa por parte de sus destinatarios y, por otro, exhibir, unas característi
cas estructurales que estimulaban y al mismo tiempo regulaban el orden de sus
interpretaciones? Como supe más tarde, ese tipo de estudio correspondía a la
pragmática del texto o, al menos, a lo que en la actualidad se denomina pragmá
tica del texto; abordaba un aspecto, el de la actividad cooperativa, en virtud de la
cual el destinatario extrae del texto lo que el texto no dice (sino que presupone,
promete, entraña e implica lógicamente), llena espacios vacíos, conecta lo que
7. Pág. 478.
8. Así se lee en la cuarta de forros de la edición mencionada en la bibliografía.
249
E n pos del signo
9. L e c to r .., O p. cit.: 13 y s.
10. Cap. I
11. Leer pp. 74-76.
250
La semiótica italiana
emisor” . Por otro lado, el texto postula la cooperación del lector como
condición de su actualización. Eso se ve muy bien en la comunicación
cara a cara en la que intervienen infinitas formas de reforzamiento
extralingüístico e infinitos procedimientos de redundancia y feed back
(retroalimentación) que se apuntalan mutuamente. Esto revela, dirá Eco,
que la comunicación nunca es algo meramente lingüístico, sino que
siempre se trata de una actividad semiótica en amplio sentido, en la que
confluyen varios sistemas de signos que se complementan entre sí.
¿Pero qué ocurre en un texto escrito? Un texto escrito deberá prever
un Lector Modelo capaz de cooperar en la actualización de la manera
prevista por el autor y de moverse interpretativamente, igual que el autor
se ha movido generativamente.
Ante la pregunta de ¿qué es lo que garantiza la cooperación textual
frente a la extensa gama de interpretaciones posibles? Eco propone,
entonces, un concepto generativo y móvil de texto sobre el que hace
descansar su lector modelo: “un texto es un producto cuya suerte
interpretativa debe formar parte de su propio mecanismo generativo.
Generar un texto significa aplicar una estrategia que incluya las previsio
nes de los movimientos del otro; como ocurre, por lo demás, en toda
estrategia” .12
El funcionamiento del lector modelo tiene, sin embargo, niveles de
cooperación textual y, por consiguiente, límites.13 En su análisis de las
estrategias y mecanismos de la lectura, pues, Eco llega al texto. Su
aproximación conceptual es muy cercana a la greimasiana: un texto tiene
estructuras discursivas (estructuras de la trama) y estructuras narrativas
(estructuras de la fabula). Es aquí donde pone a funcionar su lector
modelo: es un lector in fabula que tiene que realizar una serie de
previsiones y paseos inferenciales, detectar las diferentes estructuras de
mundos posibles en el texto e identificar tanto sus estructuras actanciales
como las ideológicas.14
251
En pos del signo
S e m ió t ic a d e l a v id a c o t id ia n a : l a e s t r a t e g ia d e l a il u s ió n
Los textos de esta recopilación giran todos más o menos en tomo a discursos que
no son necesariamente verbales ni necesariamente emitidos como tales o entendi
dos como tales. He tratado de poner en práctica lo que Barthes llama el “olfato
semiológico”, esa capacidad que todos deberíamos tener de captar un sentido allí
donde estaríamos tentados de ver solo hechos, de identificar unos mensajes allí
donde sería más cómodo reconocer sólo cosas. Pero no quisiera que se viera en
estos artículos unos ejercicios de semiótica. ¡Por el amor de Dios! Lo que entiendo
hoy por semiótica se encuentra expuesto en otros libros míos. Es cierto que un
semiótico, cuando escribe en un periódico, adopta una mirada particularmente
ejercitada, pero eso es todo.
G il l o D o rfles
252
L a semiótica italiana
253
En pos del signo
Mientras el arte fue inseparable de la vida social, religiosa, cultural -lo s ritos y los
mitos-; mientras reflejó la imposición técnica y científica de la civilización a la
que pertenecía; mientras la artesanía fue arte y técnica a la vez; mientras la
mecanización no sacó el alma a las cosas y no sacó el arte a los objetos, el hombre
no sintió la necesidad de especular en tomo a esos dos principios (arte y psicolo
gía)-
E milio G arroni
254
L a semiótica italiana
255
XI
LAS FACHADAS DE LA CATEDRAL DE MORELIA.
UN ENSAYO DE SEMIÓTICA
Advertencia
C o n s id e r a n d o s
1. Utilizo la edición de Francisco Miranda publicada en la colección Cien de M éxico de la SEP, M éxico,
1988.
257
En pos del signo
2. Véase Grupo de Cnlrevemcs, Análisis semiótico de los textos, Madrid, Cristiandad, 1982.
258
L as fachadas de la C atedral de M orelia
3. Verdad y método, Salamanca, Ed. Sígueme, 1977, pp. 468 y ss., por ejemplo.
259
En pos del signo
4. En concreto, nos hemos basado muy especialmente en la síntesis que de la metodología greimasiana ha
hecho el Grupo de Entrevernes y que ha expuesto en el libro A n á lis is s e m i ó tic o d e lo s te x to s.
I n tr o d u c c ió n , te o ría , p r á c t i c a , Madrid, Cristiandad, 1982.
5. Para éstas, nos hemos valido de A. J. Greimas / J. Courtés. S e m ió tic a . D i c c i o n a r i o r a z o n a d o d e la
te o r ía d e l le n g u a je , versión española de Enrique Balón Aguirre, segundo tomo, Madrid, Gredos, 1991.
En lo sucesivo, nos referiremos a él con las siglas S2.
6. S2: 192.
7. S2: 192 s.
260
L as fachadas de la C atedral de M orelia
261
En pos del signo
262
L as fachadas de la C atedral de M orelia
11. Jan Mukarovsky, E s c r ito s d e E s té tic a y S e m ió tic a d e l A r te , O p. c it., pp. 195 y ss.
12. Jean Chevalier / Alain Gheerbrant, D ic c i o n a r i o d e s ím b o lo s , Barcelona, Herder, 1986, pp. 380 y ss.
Véase, también, Donaziano Mollat, “Principe d’interpretazione dell’apocalisse”, en Donaziano Mollat
y otros, L A p o c a l i s s e , Brescia, Paideia, 1967, p. 19.
13. Véase nuestro ensayo “Un texto iconográfico novohispano: las fachadas de la catedral de Valladolid”,
en N elly Sigaut (coordinadora), L a c a te d r a l d e M o r e lia , Zamora, El Colegio de Michoacán, 1991, pp.
98 y ss. Por lo demás, he de advertir al lector que para reconstruir el lenguaje subyacente a estos textos
he de referirme con frecuencia a este ensayo al que citaré, simplemente, como L a c a te d r a l.
263
En pos del signo
264
L as fachadas de la C atedral de M orelia
14. Ibid., p. 18
15. Quizás Iconographié de l ’Art Chrétien de Luis Réau (siete tomos, París, Presses Universitaires de
France, 1956-1958) pudiera servir para tal efecto.
265
En pos del signo
266
L as fachadas de la C atedral de M orelia
267
En pos del signo
268
L as fachadas de la C atedral de M orelia
269
En pos del signo
celestial si s2 terrenal
no-S
Cielo Tierra
Adentro — — Afuera
Seguro Inseguro
Implicación Implicación
N o tierra No cielo
No afuera - N o adentro
No inseguro N o seguro
La e s t r u c t u r a e m b l e m á t ic a
271
En pos del signo
272
L as fachadas de la C atedral de M orelia
L e c t u r a s e m ió t ic a d e l c o n j u n t o
Edificio
Mitos
CATEDRAL< Interiores
41 » CEREMONIAS
Ritos
Fachadas
273
En pos del signo
274
En pos del signo
276
En pos del signo
276
XII
LA ESTRUCTURA DE GOBIERNO DEL ANTIGUO REINO
P ’URÉHPECHA SEGÚN LA RELACIÓN DE MICHOACÁN
ENSAYO DE LECTURA SEMIÓTICA
¿ In form e o relato?
1. Para todo esto véase el artículo de Walter Mignolo “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y
la conquista”, en Luis Iñigo Madrigal (coordinador), Historia de la literatura hispanoamericana.
Tomo I. Época colonial, Madrid, Cátedra, 1982, pp. 57 y ss.
277
En pos del signo
que emprende”,2 sino que, de hecho, emplea como sinónimos los térmi
nos “relación”, “historia” y “crónica” con que designa su obra. Su
misma viuda Teresa Becerra, cuando se trata de recuperar en 1584 el
ejemplar que de su obra había Bemal enviado a España nueve años antes,
la llama “ystoria y coronica” .
En primer lugar, el texto de Bemal ha pasado a la historia de la
literatura con el gafete de “crónica” y, desde luego, su estructura textual
tiene muchas cosas en común, sin duda, con la estructura textual de una
crónica. Sin embargo, no hay tipos textuales puros y menos dentro de la
literatura a que da lugar en el siglo XVI el inusitado espectáculo del
descubrimiento y conquista de América por los europeos; se echa enton
ces mano del vocablo “crónica”, un término en vías de desaparición,
sacándolo del cementerio de palabras medievales en que yacía también
“an ales” ,
278
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
4. T e s o r o d e la L e n g u a C a s te lla n a o E s p a ñ o la . P r im e r D ic c i o n a r i o d e la L e n g u a . ( 1 6 1 1 ) , Madrid/
México, Ed. Turner, 1984.
5. N o sabemos exactamente cuáles fueron los vínculos de Bemal con Las Casas. Bemal conoce muy bien
Las Casas pero no sabemos nada del improbable conocimiento que el exobispo de Chiapas hubiera
podido tener de Bemal. El mismo Bemal así lo cree en una carta del soldado cronista al obispo de
Chiapas, fechada el 20 de febrero de 1558, que se conserva entre las cartas y documentos de la
279
En pos del signo
Audiencia de Guatemala. En ella el cronista empieza diciendo: “ya creo que V.S. no temá noticia de mí,
porque según veo que escrito tres veces é jamás e abido ninguna respuesta, é tengo que no abrá recibido
ninguna carta”; y, luego de quejarse y solicitar la intervención de Las Casas para que se declare
permanente el puesto que ocupa en el cabildo guatemalteco y otros asuntos y quejas, Bemal dice a fray
Bartolomé: “pues V.S. es padre y defensor destos proves yndios”. Las Casas había regresado de manera
definitiva a España desde 1547 y había renunciado a su obispado en 1551. Sin embargo, no sólo
coinciden en su interés por los indios, sino en su concepto de historia y hasta en la idea que ambos tienen
de lo que debe contener un prólogo. En ese importante prólogo estudiado por Lewis Hanke, Las Casas
ofrece una emdita concepción de lo que se ha entendido por historia.
6. Véase Edmundo O ’Gorman, C u a tr o h is to r ia d o r e s d e I n d ia s , M éxico, Alianza Editorial M exicana /
Consejo Nacional para la cultura y las artes, Col. Los noventa n. 25, 1989, pp. 41-67. Véase, igualmente,
Walter Mignolo, O p. c it., p. 81.
7. W. Mignolo, O p. c it., p. 80.
8. Puede verse, para esto, mi artículo “¿Cuál es el texto auténtico de la H is to r ia v e r d a d e r a V , en R e la c io n e s ,
Vol. XII, Núm. 48, Zamora, El Colegio de Michoacán, pp. 67-87.
280
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
9. N o es difícil mostrar, por lo demás, la dependencia del prologuillo con que em pieza la versión de
Guatemala con respecto al texto primitivo de este capítulo CCXII. Allí también se lee la expresión “esta
mi verdadera y notable relación”.
281
En pos del signo
10. Agustín Blánquez Fraile, Diccionario Latino-Español Español-Latino , Barcelona, Ramón Sopeña,
1988, ad loe.
282
L a ESTRUCTURA DE GOBERNO del antiguo reino p ’urhépecha
11. Citado por J. Corominas, Diccionario crítico etimológico, Madrid, Gredos, 1954, tomo 3, p. 489.
12. En Corominas, Op. cit ., p. 869.
283
En pos del signo
L a relación de M ichoacán
Vínome, pues, un deseo natural como a los otros, de querer investigar entre estos
nuevos cristianos: qué era la vida que tenían en su infidelidad, qué era su creencia,
cuáles eran sus costumbres y su gobernación, de dónde vinieron [...] Ya yo tenía
perdida la esperanza de este mi deseo, si no fuera animado por las palabras de
Vuestra Señoría Ilustrísima que, viniendo la primera vez a visitar esta provincia
de Michoacán, me dijo dos o tres veces que por qué no sacaba algo de la
gobernación de esta gente [...] Y por hacerle algún servicio, aunque balbuciendo
de poner la mano para escribir algo por relación de los más viejos y antiguos de
esta provincia, por mostrar a Vuestra Señoría, como en dechado, las costumbres
de esta gente de Michoacán, para Vuestra Señoría los favorezca rigiéndolos por lo
bueno que en su tiempo tenían y apartándoles lo malo que tenían [...] Pues
Ilustrísimo Señor, esta escritura y relación presentan a Vuestra Señoría los viejos
de esta Ciudad de Michoacán y yo también en su nombre, no como autor sino
como intérprete de ellos. En la cual Vuestra Señoría verá que las sentencias van
sacadas al propio, de su estilo de hablar, y yo pienso de ser notado mucho en esto,
mas como fiel intérprete no he querido mudar de su manera de decir, por no
corromper sus sentencias. Y en toda esta interpretación he guardado ésto, si no ha
sido algunas sentencias, y muy pocas, que quedarían faltas y diminutas si no se
añadiese algo; y otras sentencias van declaradas porque las entiendan mejor los
lectores [...] A ésto digo que yo sirvo de intérprete de estos viejos y haga cuenta
que ellos lo cuentan a Vuestra Señoría Ilustrísima y a los lectores, dando relación
de su vida y ceremonias y gobernación y tierra.
Ilustrísimo Señor, Vuestra Señoría me dijo que escribiese de la gobernación de
esta provincia, yo -porque aprovechase a los religiosos que entienden en su
conversión- saqué también: dónde vinieron, sus dioses más principales y las
fiestas que les hacían, lo cual puse en la primera parte; en la segunda parte puse
cómo poblaron y conquistaron esta provincia los antepasados del cazonci', y en la
tercera, la gobernación que tenían entre sí hasta que vinieron los españoles a esta
provincia y hace fin a la muerte del cazonci,14
13. “Fray Jerónimo de Alcalá autor de La relación de MichoacánT\ en Anuario, Escuela de historia de la
Universidad Michoacana, Núm. 2, Morelia, 1977, pp. 139-163.
14. Como se sabe, la Relación fue escrita poco tiempo después del asesinato del último rey de Michoacán, el
cazonci Tangáxoan Tzincicha, por Ñuño de Guzmán.
284
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
Vuestra Señoría haga pues enmendar y corregir y favorezca esta escritura, pues
se empezó en su nombre y por su mandamiento, porque esta lengua y estilo
parezca bien a los lectores y no echen al rincón lo que con mucho trabajo se
tradujo en la nuestra castellana [...] esta escritura y relación.
15. Jean-Marie Le Clézio, La conquista divina de Michoacán, México, FCE, Cuadernos de la Gazeta Núm.
4, 1985, p. 7.
16. Ibid., pp. 7-8.
285
En pos del signo
dónde vinieron, sus dioses más principales y las fiestas que les hacían, lo cual puse
en la primera parte; en la segunda parte puse cómo poblaron y conquistaron esta
provincia los antepasados del cazonci; y en la tercera, la gobernación que tenían
entre sí hasta que vinieron los españoles a esta provincia y hace fin a la muerte del
cazonci.
17. Hay muchas ediciones del célebre artículo de Roman Jakobson “Lingüística y poética”. Cito aquí por
Roman Jakobson, Ensayos de lingüística general, Obras del pensamiento contemporáneo Núm. 36,
edición de Origen/Planeta, México, 1986, pp. 347-395.
18. Op. cit.
286
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
truir el texto en la lengua de llegada con todos sus contenidos y con todas
sus jerarquías semióticas. La traducción es un proceso que consta de dos
partes en donde el traductor está siempre enmedio. Así:
REFERENTE
(Origen, mitología y gobierno p’uréhpechas)
CONTACTO
(El traductor y el impreso)
CÓDIGO
(p’uréhpecha traducido al español)
287
En pos del signo
REFERENTE
(Origen, mitología y gobierno p’uréhpechas)
CONTACTO
(El impreso)
CÓDIGO
(El español)
N u estro tex to
288
La estructura de gobierno del antiguo reino p ’ urhépecha
Pues decía esta gente que el rey cazonci estaba en lugar de Cnricaueri. Después
del abuelo del cazonci llamado Zizispandaquare todo fue un señorío esta Provin
cia de Michoacán y así la mandó su padre y él mismo, hasta que vinieron los
españoles.
Pues había un rey y tenía su gobernador y un capitán general en las guerras y
componíase como el mismo cazonci. Tenía puestos cuatro señores muy principa
les en cuatro fronteras de la Provincia y estaba dividido su reino en cuatro partes.
Tenía puestos por todos los pueblos, caciques que ponía él de su mano y entendían
en hacer traer leña para los cues, con la gente que tenía cada uno en su pueblo, y
de ir con su gente de guerra a las conquistas.
Había otros llamados achaecha, que eran principales que de continuo acompa
ñaban al cazonci y le tenían palacio; asimismo, lo más del tiempo, estaban los
caciques de la Provincia con el cazonci - a estos caciques llaman ellos
carachacapacha.
Hay otros llamados ocanbecha que tienen encargo de contar la gente y de
hacerlos juntar para las obras públicas y de recoger tributos; éstos tienen cada uno
de ellos un barrio encomendado. Y al principio de la gobernación de don Pedro,
que es ahora gobernador, repartió a cada principal de éstos veinticinco casas. Y
estas casas no cuentan ellos por hogares, ni vecinos, sino cuantos se llegan en una
familia,- que suele haber en alguna casa dos o tres vecinos con sus parientes. Y hay
otras casas que no están en ellas más de marido y mujer, y en otras madre e hija,
y así de esta manera. A estos principales llamados ocanbecha, por este oficio no
les solían mas de leña y alguna sementerilla que le hacían y otros les hacían
cotaras. Y ahora, muchas veces, en achaque del tributo, piden demasiado a la
gente que tienen en cargo y se lo llevan ellos; y estos guardan muchas veces los
tributos de la gente, especialmente oro y plata.
Había otro diputado sobre todos éstos, que eran después del cazonci; éste ahora
recoge los tributos de todos los principales llamados ocanbecha.
Hay otro llamado pirouaqua nandari, que tiene cargo de recoger todas las
mantas que da la gente y algodón para los tributos; y éste todo lo tiene en su casa
y tiene cargo de recoger los petates y esteras de los oficiales, para las necesidades
del común.
Hay otro llamado tareta uaxatati, diputado sobre todos los que tienen cargo de
las sementeras de cazonci, y aquel sabía las sementeras cuyas eran. Este era como
mayordomo mayor diputado sobre todas las sementeras; que otro mayordomo
había sobre cada sementera, el cual la hacía sembrar y deshierbar y coger por
todos los pueblos, para las guerras y ofrendas a sus dioses.
Había otro mayordomo mayor, diputado sobre todos los oficiales de hacer
casas, que eran más de dos mil, otros mil para la renovación de los cues, que
hacían muchas veces. No entendían en otra cosa mas de hacer las casas y cues, que
mandaba el cazonci. Y de éstos hay todavía muchos.
289
E n pos del signo
Había otro llamado cacari, diputado sobre todos los canteros y pedreros,
mayordomo mayor en este oficio, y ellos tenían otros mandoncillos entre sí. De
éstos hay todavía muchos, con uno que los tiene a su cargo.
Había otro llamado quanicoti, cazador mayor diputado sobre todos los de este
oficio. Éstos traían venados y conejos al cazonci. Y otros pajareros había por sí,
que le servían de caza.
Había otro diputado sobre toda la caza de patos y codornices llamado curuhapindr,
éste recogía todas estas dichas aves para los sacrificios de la diosa Xaratanga , que
se sacrificaban en sus fiestas, y después toda esta caza comía el cazonci con los
señores.
Había otro llamado uaruri, diputado sobre todos los pescadores de red que
tenían cargo de traer pescado al cazonci y a todos los señores, que los que tomaban
el pescado no gozaban de ello, mas todo lo traían al cazonci y a los señores, porque
su comida de esta gente todo es de pescado, que las gallinas que tenían no las
comían, mas teníanlas para la pluma de los atavíos de sus dioses. Este dicho uaruri
todavía tiene esta costumbre de recoger el pescado de los pescadores, aunque no
en tanta cantidad como en su tiempo.
Había otro llamado taranta, diputado sobre todos los que pescaban de anzuelo.
Había otro mayordomo mayor llamado cauaspati diputado sobre todo el ají que
se cogía del cazonci, y otros mayordomos sobre todas las semillas, como bledos de
muchas maneras y frijoles y lo demás.
Había otro mayordomo mayor para recibir y guardar toda la miel que traían al
cazonci, de cañas de maís y de abejas.
Había un tabernero diputado para recibir todo el vino que hacían para las
fiestas, de maguey. Ese se llamaba atari.
Había otro llamado cuzuri, pellejero mayor de baldrés, que hacía cotaras de
cuero para el cazonci. Este todavía tiene su oficio.
Había otro llamado usquarecuri, diputado sobre todos los plumajeros que
labraban de pluma los atavíos de sus dioses y hacían los plumajes para bailar.
Todavía hay estos plumajeros. Estos tenían por los pueblos muchos papagayos
grandes colorados y de otros papagayos para la pluma, y otros les traían pluma de
garzas, otros otras maneras de plumas de aves.
Había otro llamado pucuriquari, diputado sobre todos los que guardaban los
montes, que tenían cargo de cortar vigas y hacer tablas y otra madera de los
montes. Y éste tenía sus principales por sí y los otros señores. Todavía le hay aquí
en Michoacán este pururiquari.
Otro que hacía canoas con su gente.
Había otro llamado curinguri, diputado para hacer atambores y atabales para
sus bailes. Y otro sobre todos los carpinteros.
Había otro que era tesorero mayor, diputado para guardar toda la plata y oro
con que hacían las fiestas a sus dioses, y éste tenía diputados otros principales con
290
La estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
gente, que tenían la cuenta de aquellas joyas, que eran rodelas de plata y mitras,
brazaletes de plata, guirnaldas de oro y así otras joyas.
Había otro llamado cherenguequari, diputado para hacer jubones de algodón
para las guerras, con gente que tenía consigo y principales.
Había otro llamado quanicoquari diputado para hacer arcos y flechas para las
guerras, y éste lo guardaba. Y las flechas, como habían menester muchas, que son
de caña, la gente de la ciudad las hacía cada día.
Había otro diputado sobre las rodelas, que las guardaba; y los plumajeros las
labraban de pluma de aves ricas y de papagayos y de garzas blancas.
Había otro mayordomo mayor sobre todo el maíz que traían al cazonci en
mazorcas, y éste lo ponían en sus trojes muy grandes y se llamaba quengue.
Había otro llamado hicharutauandari diputado para hacer canoas. Y otro
llamado paricuti, barquero mayor, que tenía su gente diputada para remar y ahora
todavía lo hay.
Había otro sobre todas las espías de la guerra.
Había otro llamado uaxanoti, diputado sobre todos los mensajeros y correos, los
cuales estaban allí en el patio del cazonci para cuando se ofrecía de enviar alguna
parte. Y ahora sirven éstos de llevar cartas.
Tenían su alférez mayor para la guerra, con otros que llevaban las banderas,
que eran de plumas de aves puestas en unas cañas largas.
Todos estos oficios tenían por sucesión y herencia los que los tenían, que
muerto uno quedaba en su lugar algún hijo suyo o hermano puestos por mano del
cazonci.
Había otro que era guarda de las águilas grandes y pequeñas y otros pájaros,
que tenía más de ochenta águilas reales y otras pequeñas, enjaulas. Y les daban de
comer del común, gallinas. Había otros que tenían el cargo de dar de comer sus
leones y ádives y un tigre y un lobo que tenía. Y cuando eran estos animales
grandes, los flechaban y traían otros pequeños.
Había otro diputado sobre todos los médicos del cazonci.
Había otro diputado sobre todos los que pintaban j icales, llamado uriniatari. El
cual hay todavía.
Otro sobre los pintores llamado chunicha.
Otro diputado sobre todos los olleros.
Otro sobre los que hacen jarros y platos y escudillas, llamados hucaziquari.
Había otro diputado sobre todos los barrenderos de su casa.
Otro diputado sobre todos los que hacían flores y guirnaldas para la cabeza.
Había otro diputado sobre todos sus mercaderes, que le buscaban oro y pluma
jes y piedras, con rescate.
Andaban con él los valientes hombres, que eran como sus caballeros, llamados
quangariecha, con unos bezotes de oro o de turquesas y sus orejeras de oro.
291
En pos del signo
20. Véase, por ejemplo, el & 5 del capítulo n i que sigue al nuestro.
292
La estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
CURICAUERI
REY (CAZONCI)
GOBERNADOR CAPITÁN GENERAL
CUATRO SEÑORES DE LAS CUATRO PARTES DEL REINO
CACIQUES PARA CADA PUEBLO
(F = hacer traer leña para los cues ir con su gente de guerra a las conquistas)
ADMINISTRADORES
SEM EN TER A S DEL CA- el tareta uaxatati (es el encargado de todos los que
ZONCh (M A Y O R D O M O tienen a su cargo sementeras propiedad del cazonci o
MAYOR) mayordomos menores cuya función era hacer “sem
brar y deshierbar y coger por todos los pueblos, para
las guerras y ofrendas a sus dioses”. El tareta waxatati
tiene una relación exacta de quienes son los que
tienen sementeras del cazonci).
293
En pos del signo
MAYORDOMO DE OFICIA Los oficiales de hacer casas eran “más de dos mil,
LES DE HACER CASAS Y otros mil para renovación de cues.
CUES
294
La estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
21. Como se puede ver en la Relación, hay dos menciones diferentes del encargado de hacer canoas.
295
En pos del signo
ALFÉREZ MAYOR PARA Actuaba “con otros que llevaban las banderas, que
LA GUERRA eran de plumas de aves puestas en unas cañas lar
gas”.22
OFICIOS NO HEREDITARIOS
JEFE DE OLLEROS
JEFE DE BARRENDEROS
ENCARGADO DE LOS FLO- Coordinaba a todos los que hacían arreglos florales y
REROS guirnaldas para la cabeza.
22. Llegados a este punto, & 32, la Relación hace la aclaración: “todos estos oficios tenían por sucesión y
herencia los que los tenían, que muerto uno quedaba en su lugar algún hijo suyo o hermano puestos por
mano de cazoncr. Siguen a éstos una serie de oficios menores que, a tenor del texto, ya no serían
hereditarios.
23. En muchos pasajes de la Relación da la impresión de que el informante no habla en general del cazonci
como institución sino de un cazonci determinado.
296
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
P rimera lectura
C aracterísticas discursivas
297
En pos del signo
24. Grupo de Entrevernes, Análisis semiótico de los textos, Madrid, Cristiandad, 1982, p. 111. En lo
sucesivo, este libro será mencionado simplemente como “Entrevernes”.
298
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
están sólo yuxtapuestas una al lado de la otra. Esa es, por lo demás, la
discursividad propia de las listas. Para un análisis semiótico, hemos de
decir que nuestro texto, en cuanto se trata de una enumeración de
funciones, es en general de tipo descriptivo. Estamos, pues, ante una
taxonomía. En la lingüística de Bloomfield se llama taxonomía a la
descripción y clasificación en listas de los elementos lingüísticos. Las
reglas de combinación serán las que, posteriormente, justifiquen las
construcciones de una lengua. Pues bien, eso es lo que sucede en nuestro
texto: tenemos una descripción y una clasificación mediante una lista;
pero no tenemos formulada explícitamente la combinabilidad social de
los elementos descritos.
En teoría del texto, una descripción es una pintura con palabras.
Describir es pintar con palabras personas, paisajes, cosas, actitudes,
funciones, como en nuestro caso, u otro tipo de “objetos”. Hay, como
dice Barthes25 una fuerte codificación de algunos de los diferentes y más
usuales tipos de descripciones: a la descripción de un lugar se le llama
“topografía”; a la descripción de un personaje se le llama, en cambio,
“prosopografía” o simplemente retrato, si se trata de su físico; si, en
cambio, lo que se describe de una persona es su carácter, el texto
resultante es llamado “etopeya”; a las descripciones de períodos de
tiempo de la duración que sea se les llama “cronografías” . La descrip
ción de la función de un personaje, en cambio, como sucede en nuestro
caso, no tenía un nombre específico. La función discursiva de la descrip
ción es formulada por Barthes26 en los siguientes términos:
299
En pos del signo
300
La estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
301
En pos del signo
y referidos por el texto. Por otra parte, hay otro tipo de oponentes: los
que dentro de la estructura gubernamental del cazonci quebrantan con
sus pillerías el orden establecido por Curicaueri. El párrafo 5 de nuestro
texto, por ejemplo, habla de los ocanbecha como funcionarios corruptos
que se roban los tributos.
Por tanto, el gobierno es entendido como un servicio a Dios cuyas
dos funciones más importantes son hacer la guerra y mantener el culto.
Tanto la guerra como la vida social - la fiesta, por ejem plo- son tenidas
como acciones culturales. No hay una distinción entre “autoridad civil”
y “autoridad religiosa” : Curicaueri y, por tanto, el cazonci detentan
ambas autoridades.
La estructura gubernamental a que se refiere el pasaje es, fundamen
talmente, una estructura del pasado aunque lleva superpuesto el esquema
de la autoridad vigente en el momento de escribir el texto. Es decir que
no faltan observaciones sobre las adaptaciones que esa estructura sufrió,
en los casos en que sobrevivió, tras la conquista española. Por ejemplo,
del sistema de mensajería p ’uréhpecha se observa: “y ahora sirven éstos
de llevar cartas” .27 El texto está lleno de “ahoras”.
Si bien nuestro texto es una descripción, hay que decir que se trata de
una descripción muy singular: tiene la forma de una galería de cuadros
yuxtapuestos. En teoría del texto, se suele comparar la descripción a una
pintura con palabras. Describir es pintar con palabras personas, paisajes,
cosas, actitudes, funciones, como en nuestro caso, u otro tipo de “obje
tos”. Ya Roland Barthes28 ha señalado la fuerte codificación existente en
la antigua retórica de algunos de los más usuales tipos de descripción: la
topografía, la prosopografía, la etopeya, la cronografía. La descripción
de la función de un personaje, en cambio, como sucede en nuestro caso,
no tenía un nombre específico.
No es este el momento de ahondar en las funciones discursivas de la
descripción. Cabe recordar, sí, que lo que tenemos en nuestro texto es
una lista de ellas. ¿Qué forma adoptan las descripciones de nuestra lista?
Por lo general, en nuestro texto cada una de las descripciones son
302
L a ESTRUCTURA DE GOBERNO del antiguo reino p ’urhépecha
303
En pos del signo
304
BIBLIOGRAFÍA
I. D iccionarios
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En pos del signo
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En pos del signo
VI. L ingüística
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X. C rítica literaria
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E n pos del signo
XV. H ermenéutica
324
Este libro se terminó de imprimir el mes de marzo de 1995,
en los talleres de Ediciones de la Noche.
La edición consta de 1 000 ejemplares.
Se hizo bajo el cuidado del Departamento de Publicaciones
de
El Colegio de Michoacán.
Cuidado de la edición:
Jaime Domínguez Avila
Auxiliar de edición:
Manuel Ayala
Composición tipográfica:
Rosa María Manzo Mora
Dibujos:
Miguel Ángel López Escobar