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El ritmo en el cuerpo
La expresión corporal de los ritmos debe incluirse como práctica sistemática y habitual.
El método Dalcroze para la enseñanza de la música es esencialmente rítmico. Parte de
la base de que el ritmo es el elemento de la música que afecta en primer término y con
más fuerza la sensibilidad infantil. El rimo debe ser percibido y comprendido a través
del movimiento de su cuerpo.
En el método Dalcroze cualquier fenómeno musical (de carácter rítmico, melódico,
dinámico, armónico, o formal) es objeto de representación mediante movimientos
corporales.
Este método es un sistema completo de educación musical y sus ejercicios terminan
siendo demasiado complicados. El adiestramiento corporal termina convirtiéndose en
un fin y no en un medio para llegar a la música.
Además, es un método analítico que desdobla el elemento musical en sus
componentes, siendo vulnerable frente a conceptos más modernos que son sintéticos
y globales.
Movimientos corporales básicos:
Caminar, correr, saltar, galopar, palmear, balancearse, gatear, arrastrase.
Existen innumerables posibilidades si se usan estos movimientos básicos, y también
variaciones y combinaciones sencillas.
De esta manera se prepara el campo para el aprendizaje de los signos de notación
rítmica.
El ritmo en el lenguaje
En el folklore infantil de todos los países encontramos una buena cantidad de rimas,
sorteos, adivinanzas, refranes, etc., que se acostumbra a recitar o repetir rítmicamente
mientras se efectúan movimientos, o bien en forma de actividades independientes
como parte de los juegos habituales.
Obsérvese qué grado de seguridad rítmica demuestran por lo general los pequeños en
estos recitados. A veces, estas sencillas rimas exigen formas rítmicas sumamente ricas
y variadas, que incluyen cambios de compás, valores irregulares, etc. Puede constituir
un buen ejercicio y hasta un entretenimiento para los estudiantes de música algo
avanzados la anotación de estos ritmos lingüísticos y la búsqueda de variantes
aceptables.
El músico y pedagogo alemán Cari Orff toma como base de su método los ritmos del
lenguaje. La palabra representa para Orff la célula generadora del ritmo e incluso de la
música. El primer tomo de su obra pedagógica se inicia con el recitado de nombres,
llamados y pregones. Expresión y ritmo son inseparables: debe prestarse especial
atención a poner de manifiesto la riqueza rítmica, dinámica y expresiva que es sugerida
por las inflexiones naturales y los acentos del idioma. Al ritmo que naciera del lenguaje
y que lenta y progresivamente se va musicalizando -dando vida a melodías de dos, tres
y cinco notas- es luego transmitida al cuerpo.
Primero, se utiliza el cuerpo como instrumento de percusión, capaz de ofrecer variadas
combinaciones tímbricas. Se trabaja en cuatro niveles: pies, rodillas, manos y dedos.
Con los pies se golpea el piso, con las manos se baten palmas, o bien, se golpean los
flancos o los muslos cerca de las rodillas, con los dedos se producen chasquidos.
Dentro de cada nivel es posible obtener una gran variedad de timbres.
Del mismo modo que el ritmo de las palabras se transmite al cuerpo, puede
transmitirse también a los instrumentos de percusión. Es en la orquesta de percusión,
constituida por instrumentos de sonido determinado e indeterminado, donde Orff
centralizará la educación musical. Se brindan, además, abundantes oportunidades de
creación, tanto de parte del maestro como de los alumnos.
Otra aplicación importante y generalizada de los ritmos del lenguaje en la enseñanza
del ritmo musical lo constituyen los sistemas de sílabas y palabras rítmicas.
Cada ritmo es representado por una palabra o conjunto de sílabas que al ser
articuladas lo producen de manera natural. Estos son algunos de estos sistemas que se
han difundido ampliamente. llegando a perdurar hasta nuestros días en su forma
original.
En Francia:
1) La palabra rítmica proviene de la denominación verdadera —o aproximada—
de la figura o grupo de figuras al cual representa.
2) Las palabras rítmicas se obtienen mediante la superposición de sílabas
convencionales, cuyo único objetivo es responder exactamente al ritmo que se quiere
representar.
Sus reglas son:
a) La división de la unidad de tiempo en dos partes se hace usando las vocales “a” y
“e”, introduciendo la “i” si se divide en tres. Las vocales se articulan con la consonante
“t” cuando se trata de una primera división, y otras vocales para las sucesivas
subdivisiones (f, r, l, z, n).
b) En caso de silencio se reemplaza a la consonante correspondiente por s.
c) Los sonidos que se prolongan con ligadura o puntillo se pronuncian articulando
directamente sobre la vocal, se suprime la consonante.
En Alemania se han usado palabras clave adaptables a algunas agrupaciones rítmicas.
En Estados Unidos se utilizaron tres tipos de palabras rítmicas:
1) Convencionales.
2) Números y conjunciones para contar los tiempos y divisiones.
3) Palabras rítmicas que designan, al mismo tiempo, el movimiento generado por
el ritmo respectivo. Ejemplo: galoping para el tresillo.
En Argentina se utilizan las sílabas francesas (por ejemplo: tate, tafatefe) y el sistema
norteamericano número tres (por ejemplo: salto, corro, etc).
Este último sistema cubre las exigencias básicas de la enseñanza del ritmo durante la
iniciación musical. De este modo, la síntesis lenguaje-música, común a todos los
criterios anteriormente citados, se ve enriquecida por un nuevo elemento esencial, el
movimiento, quedando así englobados en la palabra rítmica los diferentes aspectos
que adopta el ritmo en la experiencia infantil.
La banda rítmica.
Los instrumentos de percusión, así como la rítmica corporal y el lenguaje, permiten al
niño una participación activa acompañando rítmicamente el fenómeno sonoro.
Conviene pues que, desde pequeño, se familiarice con los instrumentos de percusión
más usuales y aprenda a extraer de ellos un sonido puro y agradable.
Creemos en el doble efecto, educativo y auditivo, que ejerce sobre los alumnos la
construcción y la invención de instrumentos de percusión con los elementos que ellos
mismos encuentran en el hogar.
Después de algunos meses en que los niños han tomado contacto y practicado
individualmente con los instrumentos de percusión en el jardín de infantes, podrá
constituirse un grupo instrumental o banda rítmica. En ella intervendrán, apenas dos o
tres tipos de instrumentos, que se escogerán por su sonoridad más precisa y definida
por el fácil manejo.
La banda rítmica debe tocar de un modo que se adapte a las edades de los niños que la
integran, debe cuidarse también de escoger un repertorio adecuado.
Cada niño debe entender que función cumple dentro del conjunto.
En la etapa inicial la banda rítmica procederá combinando los distintos elementos
formales y rítmicos que los niños sean capaces de distinguir dentro de las canciones de
su repertorio. Se dividirán en dos, tres o cuatro grupos y ejecutarán en forma de
preguntas y respuestas las distintas frases de la canción.
Los niños pueden ejecutar el pulso, acento, subdivisión del tiempo y ritmos de las
canciones, y, además, esquemas rítmicos sencillos- ostinatos- que se presten como
acompañamiento rítmico de las mismas.
Para tocar de manera segura y precisa, se usan palabras o frases que tengan el ritmo
del esquema.
El ostinato es ejecutado al comienzo en forma colectiva y con intervención de todos los
instrumentos. Solamente cuando los alumnos manifiestan bastante seguridad e
independencia en la ejecución se procederá a combinar el ostinato con el pulso,
acento o ritmo de la canción, o con un nuevo ostinato.
Es conveniente que el maestro elabore los acompañamientos rítmicos de acuerdo con
las necesidades normales de la clase, sobre todo cuando sus alumnos se están
iniciando en la lectura de partituras.
Actividades de aplicación
Las actividades rítmicas que hemos mencionado hasta aquí deberán organizarse y
combinarse de acuerdo con un plan perfectamente graduado que abarque los
siguientes aspectos: 1) Reconocimiento y ejecución de ritmos: 2) Lectura y escritura de
ritmos; 3) Apreciación y creación de ritmos.
Reconocimiento y ejecución de ritmos.
Por ejemplo: para enseñar el contenido tresillo.
1) Enseñar una canción que contenga el tresillo en una posición destacada.
2) Etapa del reconocimiento: los alumnos advierten que hay un ritmo nuevo y
describen las sensaciones que experimentan.
Etapa de ejecución: el niño deberá reproducir un determinado ritmo que ha
escuchado. La correspondencia entre el modelo y su repetición crea un efecto de eco.
Deben realizarse ejecuciones sin análisis intelectual. Se pueden hacer juegos de ecos
de dos a cuatro compases.
También la dirección de compases de dos, tres y cuatro tiempos pertenecen al campo
de la ejecución de ritmos. Esta práctica se puede abordar con total independencia de
los procesos de lectura y escritura musicales.
Primero se le enseñará prestar atención a los acentos donde llevará con pesadez sus
brazos hacia abajo. Luego, poco a poco, y con la ayuda de frases que intercalará
oportunamente el maestro, el niño ajustará sus movimientos sin ninguna compulsión o
prisa al ritmo de la música.
Los alumnos llegan a obtener mayor seguridad en un breve lapso, cuando al comienzo
se le ha dado más importancia a la exacta colocación de los acentos que a la
realización mecánica y fiel de los clásicos movimientos de dirección.
Al comienzo marcará precisamente sólo los acentos, dejando al resto del compás un
movimiento más libre.
La lectura y escritura musical sólo comenzará cuando ya se le haya transmitido al
alumno el lenguaje sonoro en una forma viva y activa.
La creación de ritmos: es un índice del grado de soltura y espontaneidad del alumno,
de su vitalidad y su impulso rítmico natural. Un instrumento de percusión puede
resultar el mejor estímulo para incitar al niño a producir ritmos.
Para activar la imaginación rítmica se recurre al juego de preguntas y respuestas,
mediante palmeo o percusión el maestro propone alternativamente a los alumnos una
serie de frases rítmicas de dos o cuatro compases cada una (pregunta) a las cuales
ellos deberán responder de forma conclusiva (respuesta).
CAPÍTULO VIII
LA ENSEÑANZA DE LA MELODÍA
Desde muy temprana edad el niño manifiesta un marcado interés por los sonidos, y en
especial por la música. Los niños pequeños reconocen espontáneamente diferencias de
altura, intensidad y timbres sonoros, y reaccionan ante las variaciones bruscas de dichas
cualidades. La educación musical es importante para que la capacidad innata de los
niños sea perfeccionada.
Los niños de pocos meses distinguen con más facilidad algunas melodías sencillas que
las mismas palabras. Aún tratándose de frases habladas, el bebé se guía por el “tono”
de las mismas para comprender su significado. La etapa del reconocimiento de melodías
será sucedida por aquella más activa de la ejecución vocal.
Es difícil determinar qué es lo que encuentra mayor eco en los niños, si el ritmo o la
melodía de las canciones. Probablemente lo más exacto sea que el niño es sensible a
una acertada combinación de ambos elementos. Los hechos mencionados son
condiciones generalizadas de los niños, y por esto el más sencillo plan educativo debería
contemplar la necesidad de capacitar a todos los niños para el canto y la apreciación
musical.
La percepción melódica en el niño
Toda melodía es percibida por el niño como una unidad sonora que afecta directamente
su sensibilidad. Si se incorpora o no a su vida interior dependerá tanto de las cualidades
intrínsecas de la melodía como de las circunstancias afectivas que rodeen la audición o
el aprendizaje de la misma.
La percepción melódica aparece en un principio como una totalidad de contornos
imprecisos pero plenos de sentido. Una nueva melodía impresiona por lo general al niño
y estimula activamente su sensibilidad. Experimenta entonces una urgente necesidad
de aclarar su imagen interior, para lo cual solicita con insistencia la repetición de la
misma. A través de varias audiciones sucesivas la imagen sufre un rápido proceso de
esclarecimiento. En este momento el niño siente que ya es capaz de emprender por su
cuenta una repetición completa y consciente, indicándose de este modo una serie de
ensayos que culminarán con el aprendizaje y la fijación de la melodía.
El maestro debe tener en cuenta este carácter global de la percepción infantil al
proponerse la enseñanza de la música a los niños.
Leyes básicas de la percepción melódica infantil, (y más allá de la infancia):
1) Resulta más fácil reconocer series de sonidos que ascienden o descienden a
velocidad moderada, que distinguir sonidos aislados de diferentes alturas.
Ejemplo: do-re-mi-fa-sol y sol-fa-mi-re-do, antes que los sonidos aislados sol-do.
2) Las diferencias de altura serán más evidentes cuánto más amplio sea el intervalo
que existe entre los sonidos
3) Los intervalos (saltos) más amplios son más fáciles de reconocer que los más
estrechos. Así la octava se impone a la quinta y ésta a la tercera.
4) Los intervalos consonantes tienen prioridad auditiva sobre los disonantes
cuando se ejecutan en forma sucesiva o melódica.
5) La simultaneidad o superposición de elementos atractivos ajenos a la altura,
como ser: ritmo, intensidad, timbre, texto, etc., dificulta la percepción melódica
pura.
6) Las melodías con frases definidas o contrastantes se perciben y se cantan antes
que aquellas otras cuyas frases presentan entre sí leves variaciones.
La canción infantil
La canción infantil es el alimento musical más importante que recibe el niño. Cuando
ésta responde a las necesidades musicales y espirituales más auténticas del niño a una
edad y a un ambiente determinado, la criatura la acepta y la hace suya, entrando desde
ese mismo momento a ser parte de su mundo interior.
Si el maestro quiere tener un criterio acertado respecto del género de canciones que
con más propiedad merece el calificativo de “infantil”, le bastará efectuar al comienzo
del año escolar una encuesta entre sus alumnos para averiguar cuáles, entre las
canciones enseñadas el año anterior, tuvieron más éxito y lograron perdurar en la
memoria de los niños. A menos que se interpongan factores externos al aprendizaje,
diremos que infantil es aquello que el niño recoge espontáneamente.
En los países que poseen una tradición de varios siglos –España, Francia, Inglaterra,
Alemania, Italia, etc.- se observa una notable variedad y riqueza en el cancionero
infantil. En Latinoamérica, el nuevo mundo, los conquistadores trasladaron sus
costumbres y tradiciones. Sin embargo, el trasplante cultural se realiza de manera
espontánea y no científica, lo que hizo que se pierdan elementos de la cadena folclórica.
Como resultado de este fenómeno observaremos un empobrecimiento del caudal
original que se traducirá en la falta de variedad y en notorios vacíos. Pero existen algunas
maneras de remediar la falta o escasez de canciones en este aspecto:
1) Volver a las fuentes mismas del canto popular. En nuestro caso sería profundizar
en el cancionero de la península ibérica, y por otra parte explorar las raíces de
nuestro propio cancionero y el de los demás países latinoamericanos de origen
hispánico.
2) Elaborar canciones que respondan a los fines pedagógicos establecidos para
cada etapa de la educación musical: canciones didácticas. Si reúnen ciertas
condiciones artísticas, éstas lograran arraigarse y perdurar en la comunidad.
1) Maurice Chavais
2) Eleanor Short Norton opina que desde muy temprano es posible obtener una
mayor amplitud:
En nuestros niños el registro normal entre los cinco y los siete años, se sitúa alrededor
de la sexta Do-la. En el término de uno o dos años se amplía hacia arriba hasta alcanzar
la octava, por lo menos, y desciende hasta el si o el la graves. Si anotan en su cuaderno
de apuntes el registro que cada uno de ellos posee al comienzo de la actividad musical
del año, les resultará interesante y a la vez práctico comparar este dato con los
resultados que se obtengan después de trabajar durante todo el año.
Tonalidad
Las tonalidades más frecuentes en las canciones que entonan los niños pequeños son si,
do, y re mayor y menor, para las melodías que se desarrollan entre la tónica y la quinta
o sexta superior (ej: Arroró, Se va la barca). Y re, mi, fa y sol mayor y menor para las
canciones que se extienden además hasta la quinta por debajo (Ej: Arroz con leche,
Juguemos en el bosque). Se descartan las modulaciones.
Melodía
Están formadas por frases cortas de dos a cuatro compases. La extensión de la frase
debe concordar con la capacidad respiratoria del niño quien deberá poder abarcarlas
tanto física como mentalmente. La línea melódica debe ser característica y atrayente,
con frases bien diferenciadas entre sí.
Ritmo
Debe reflejar el ritmo y el sentido de las palabras. No se puede forzar el cauce rítmico
natural de una melodía tratando de introducir artificialmente un determinado grupo
rítmico. Si se examina un buen número de canciones populares infantiles de diversos
países se comprobará que la mayoría se desenvuelven dentro de esquemas rítmicos
bastante sencillos, los cuales permanecen invariables a lo lardo de toda la canción.
Cuando aparecen grupos rítmicos especiales, la atención auditiva es completamente
absorbida por éstos, y suele bastar apenas uno de ellos para imprimir a la melodía un
sello peculiar.
Armonía
Así como afirmamos que una de las principales características de la canción infantil la
constituye la estabilidad tonal, o sea la ausencia de modulaciones, diremos también que
esa cualidad deberá ser confirmada por las armonías que afirman o sostienen la melodía.
Los acompañamientos se mantienen dentro de los tres acordes básicos: Tónica (I),
Dominante (V)y Subdominante (IV).
Texto
Tan importante como la melodía es el texto de las canciones que se enseñan a los niños.
Si en algunos casos el mayor encanto reside en la melodía, en otros la atracción se
concentra en la letra. Aun cuando la fusión entre melodía y letra es feliz, cada niño
registrará de manera diferente, impulsado por aquello que con más fuerza ha logrado
afectar su sensibilidad: algunas veces será el ritmo, otras la melodía misma, y en buena
parte de casos la letra. El maestro deberá evitar sistemáticamente las letras cursis o
rebuscadas y atender al encanto y al ritmo intenso de las palabras más que al sentido
particular de algunos términos.
En el caso de canciones extranjeras, los mejores y más artísticos resultados en materia
de adaptación de textos se logran cuando se toma el tema o el sentido general del texto
solamente como punto de partida o motivo central de la nueva letra.
En la iniciación musical de niños mayores de nueve años, la elección de las canciones
puede plantear serios problemas al educador: no es fácil conciliar textos y temas
poéticos a la altura de los intereses de los niños de esta edad, con melodías exentas de
dificultades y aptas para la enseñanza elemental. Este problema admite diversas
soluciones:
Los casos de afinación imprecisa suelen ser más comunes en adultos que adolecen de
una falta de educación musical, o que han empezado tarde sus estudios.
Será preciso aquí, efectuar una especie de retroceso, tanto en el aspecto auditivo
como en el vocal: estas personas deberán realizar ejercicios de imitación y
memorización de canciones y melodías muy sencillas que les conduzca a un
afianzamiento de su sentido tonal. Trabajo auditivo y de tipo tonal, al mismo tiempo
que una buena dosis de fe con respecto a despertar de sus capacidades musicales.
Actividades de aplicación
Dictados melódicos
El maestro podrá realizarlos
Variantes:
1) El maestro dicta la melodía. Los alumnos representan por medio de
movimientos de la mano en el aire o de un dibujo la línea general de la misma.
2) Idem. Los alumnos deben ubicar solamente las notas, inicial y final de una
frase, tomando como referencia los sonidos del acorde, que ha sido
previamente entonado.
3) Idem. Los alumnos deben prestar atención para ubicar un determinado sonido
o intervalo que aparece en el dictado.
4) El maestro enuncia oralmente las notas de una fórmula o esquema melódico.
Los alumnos repiten entonando los sonidos correspondientes.
5) El maestro canta algunas notas con sus nombres respectivos. Los alumnos las
repiten representando al mismo tiempo los diferentes sonidos mediante el
sistema de fononimia que usan habitualmente.