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Los gobiernos locales enfrentan nuevos problemas ante las transformaciones políticas,
económicas de estos últimos años. La necesidad de abordar estrategias de inclusión,
generación de empleo genuino, ya no depende únicamente de políticas macroeconómicas,
dictadas desde los niveles nacionales. Las oportunidades de generación de riqueza,
localización de inversiones y oportunidades de negocios son competencias netamente
regionales, son las regiones que compiten en el mundo y no los países.
Con estos nuevos escenarios, las ciudades están generando mecanismos que les permita
integrar sus potencialidades y trabajar en un sentido unificado para lograr objetivos de
desarrollo que permitan mejorar la calidad de vida, fortalecer las instituciones democráticas,
ser sustentables y productivos. Ante los desequilibrios e inequidades resultantes de los
últimos años, la gobernabilidad de las ciudades se postula dependiendo de un Desarrollo
incluyente, sostenible, democrático y productivo, desde esa perspectiva los gobiernos
locales deben transformar su rol de administradores de los servicios públicos locales para
convertirse en agentes que respondan a la demanda de la sociedad y tengan actitud de
gestores locales con fuerza para convocar y liderar los procesos del desarrollo local en
todas sus dimensiones: social, institucional, productiva y ambiental.
Actualmente se reclama que las políticas locales defiendan y trabajen para alcanzar
objetivos concretos, listas de proyectos definidos en una Agenda de Desarrollo, en suma las
expectativas de los ciudadanos a nivel local, esta fuertemente focalizada a demandar a los
gobiernos locales –sus representantes más cercanos- trabajen en la identificación de las
necesidades y soluciones a sus problemas. Estos se hallan entonces, en un nuevo marco de
problemas a abordar y requieren construir ámbitos de diálogo y compromiso, tal que se
acuerde con los objetivos, las metas y los proyectos por los que trabajar, destinar los
recursos públicos y energía de trabajo.
Las agendas locales de desarrollo requieren de procesos participativos que generan por si
mismos el fortalecimiento de la capacidad organizativa de las comunidades; pone a la
ciudad en condición proactiva para interactuar con las otras jurisdicciones, ya no recibiendo
pasivamente lo que es fruto de una decisión burocrática sino trabajando por lograr las obras
o proyectos que fueron definidas desde “lo local” a través de un diagnóstico estructural de la
situación, desde la participación de actores sociales que concurren en la definición de una
lista de proyectos prioritarios para el desarrollo local. Esto amplía la definición de políticas
locales, ya no son decididas desde el ámbito gubernamental sino que desde este lugar se
reinterpretan las necesidades y acuerdos realizados por un comunidad en pos de su
desarrollo. En síntesis un rol de coordinador de capacidades, responsabilidades y
compromisos de cada uno de los sectores públicos y de la comunidad organizada, para la
ejecución de Proyectos que puedan asumir.
Más allá del éxito de los procesos participativos de planificación u otros, medido en
Proyectos terminados, obras construidas, las experiencias de trabajo coordinado con
diferentes sectores de la sociedad siempre dejan un valor agregado que se mide en
términos de fortalecimiento de la ciudadanización de la comunidad, que asumen y