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Universidad Católica de Santa Fe

Licenciatura en Relaciones
Internacionales
Trabajo Práctico de Estado y Sociedad
Alumnas: Belbey, Paulina y Villalba, Paula

Anñ o: 2017

El populismo latinoamericano: un enfoque estructural de


Carlos M. Vilas
Para este autor, el populismo puede ser desde un movimiento, un dirigente políítico o
un gobierno. Existieron populismos urbanos y agrarios, progresistas y conservadores,
de masas o de elites, socialistas y fascistas, etc.

La mayoríía de los anaí lisis de populismo en la regioí n latinoamericana se han centrado


en los aspectos institucionales e ideoloí gicos, de praí cticas polííticas y aparato de estado,
sin tener en cuenta si existe alguna vinculacioí n de estas esferas con lo econoí mico, con
la estructura de clases y grupos sociales, etc. Hay que incluir que tambieí n se
analizaron cuestiones especííficas como el proceso de migracioí n rural-urbano, el de
industrializacioí n por sustitucioí n de importaciones y el desarrollo de urbanizacioí n.
Estos fueron factores que apuraron la crisis del sistema oligaí rquico. El populismo
latinoamericano seríía la respuesta de sectores de la burguesíía industrial, de facciones
intermedias y de masas populares a esa crisis.

De este modo, populismo es una estrategia de acumulación de capital (aumento


del consumo personal y cierta distribucioí n de ingresos) de una determinada fraccioí n
de la burguesíía durante el proceso de acumulacioí n capitalista. El populismo como
praí ctica políítico-ideoloí gica se inscribe primero en la estructura econoí mica de la
sociedad y luego se proyecta a superestructuras. La distribucioí n de ingresos a clases
subalternas es un momento del proceso de acumulacioí n e incluso una condicioí n de
eí sta (visioí n econoí mica), lo que quiere decir que esto sumado a la ampliacioí n del
consumo popular no necesariamente son utilizados para reducir los conflictos sociales
ni vistos como “justicia social” sino que son expresiones de una modalidad de
acumulacioí n que pasa por la ampliacioí n del consumo personal.

Populismo en Ameí rica Latina

Lo relevante se encuentra en las formaciones econoí mico-sociales de la regioí n y en


coí mo el capitalismo penetroí en los sectores de la sociedad.

Primeramente, el tipo de relaciones que se entabla entre la acumulacioí n originaria


(expropiacioí n del productor directo, destruccioí n de la propiedad privada basada en el
trabajo personal, disociacioí n entre productor, medios de produccioí n y el fondo del
consumo) y la produccioí n capitalista. La acumulacioí n originaria precede a la
acumulacioí n capitalista, es el punto de partida del reí gimen capitalista de produccioí n.
Se va gestando un proceso de superacioí n de la economíía primitiva, de comunidades
indíígenas, descomposicioí n de la produccioí n mercantil simple. El capital que participoí
de este proceso era baí sicamente extranjero. Por su parte, la DIT frenoí hasta principios
del siglo XX las tentativas de industrializacioí n perifeí rica.

La destruccioí n de la produccioí n artesanal tuvo lugar en beneficio de implantaciones


de mercancíías en la regioí n a traveí s del comercio exterior por parte del capital
europeo. En una primera instancia, la industria local comenzoí a desarrollarse en los
marcos del sistema exportador (industrias en capitales).

En segundo lugar, la separacioí n internacional entre la produccioí n de medios de


produccioí n y la produccioí n de medios de consumo. La produccioí n de Ameí rica Latina
se basoí en la produccioí n de artíículos de consumo (mercado interno constituido por el
consumo personal: dependencia de la produccioí n respecto del poder de compra de la
poblacioí n), mientras que la produccioí n de los medios de produccioí n quedoí
monopolizada por paííses avanzados. El intercambio de mercancíías entre estas dos
esferas de produccioí n fue un intercambio internacional desigual.

Con la crisis de 1929-30 Ameí rica Latina vio difíícil el insertarse en el mercado
externo debido al desbarajuste del mercado internacional, a los altos costos internos,
etc. Recieí n con la Segunda Guerra Mundial algunos paííses pudieron comenzar a
exportar sus productos de las “nuevas industrias” aunque apenas finalizoí , esta
posibilidad desaparecioí o se redujo. Asíí, es que se vuelve a la dependencia del
consumo interno y se termina por consolidar una idea que la produccioí n local era para
consumo propio y al mismo tiempo, producir para acumular.
En tercer lugar, la cuestioí n de la pequenñ a empresa. Hay que destacar que síí existieron
grandes plantas industriales para los productos primarios exportables pero, sin
embargo, tuvieron un peso mayor los pequenñ os establecimientos que tuvieron
participacioí n en el producto industrial global. Podíían obtener altas tasas de ganancias
en el sector industrial y asíí atraer capitales de otros sectores como comercio,
agropecuario, etc. De este modo, Ameí rica Latina tuvo una expansioí n capitalista que
combinoí la destruccioí n de la pequenñ a propiedad rural, precapitalista con el desarrollo
de la pequenñ a propiedad industrial urbana, capitalista, explotadora de fuerza de
trabajo asalariada, y grandes concentraciones fabriles de capital y fuerza de trabajo.

Dimensión estructural del populismo latinoamericano: predominio de produccioí n


para el consumo personal, la gravitacioí n de la pequenñ a propiedad.

En estas circunstancias, los industriales latinoamericanos tuvieron ciertas


preocupaciones como ser el nivel de proteccioí n de sus productos frente a las
importaciones competitivas.

La crisis mundial de 1929-30 igualmente fue el punto de partida para que se diera el
gran salto. La oferta industrial local se expandioí sobre el espacio de consumo dejado
vacante por la retraccioí n del comercio exterior y polííticas cambiarias, por ejemplo.
Por su parte, en algunos paííses de la regioí n hubo cierto aumento del consumo popular
urbano pero fue míínimo y esto es porque la produccioí n local buscoí captar la demanda
de los grupos de ingresos medios. La posibilidad de concrecioí n de estas cuestiones
estuvo dada por la ampliacioí n y mejoramiento de la red vial y ferroviaria y del sistema
de comunicaciones.

- Dimensioí n políítico-ideoloí gica: populismo como modalidad de acumulacioí n de


capital que emana de una configuracioí n determinada de la estructura
productiva de la sociedad. El paso de una situacioí n de acumulacioí n a una
estrategia de acumulacioí n y a un sistema de alianzas, ocurre como un proceso
políítico-ideoloí gico que tiene sus raííces en esa estructura (la estrategia implica
un proyecto políítico de conduccioí n de la sociedad a traveí s del Estado).

El impulso hacia la estrategia populista de acumulacioí n exigíía una reorientacioí n del


funcionamiento de la estructura productiva y la introduccioí n de alteraciones en el
bloque de fuerzas dominantes. Habíía que eliminar la dependencia del sector
exportador.

Dado el crecimiento de la industria y el modo en el que se articulaba al resto de la


economíía, el aumento del consumo popular aparecíía ante los ojos de la burguesíía
industrial como el resultado del crecimiento del empleo. En esas condiciones de
produccioí n con el estilo tecnoloí gico predominante, el obrero era visto por el
empresario industrial como un consumidor potencial a traveí s del aumento del salario
que como uno de los componentes principales en la estructura de costos y como uno
de los factores estrateí gicos en la determinacioí n de su tasa de ganancia. Un aumento
del salario implicaba un aumento de los costos de produccioí n que repercutiríía en la
tasa de ganancia.

La dependencia econoí mica, políítico-estrateí gica, ideoloí gica y el aislamiento social


respecto del sistema exportador reflejoí la “falta de conciencia populista” de la
burguesíía industrial (no lograr el desenvolvimiento de las fuerzas productivas).

Para el empresario industrial el obrero era un elemento dííscolo, perturbador,


indisciplinado que atentaba contra el curso normal de la produccioí n, que participaba
en huelgas y pretendíía organizarse en sindicatos y que desafiaba a la autoridad dentro
y fuera de la faí brica.

Por el otro lado, el reorientar la estructura y el sistema productivo de modo favorable


a los intereses de los industriales requeríía terminar la dependencia y subordinacioí n al
sistema exportador y para eso la burguesíía debíía encontrar la expresioí n políítica en el
Estado (intereses vistos como polííticas). Con esto, finalmente se logroí el paso de la
situacioí n populista a la estrategia populista ahora convertida en políítica econoí mica e
impulsada desde el Estado que provocaba la movilizacioí n de masas.

Para Vilas, es imposible hablar en teí rminos de una alianza de clases (entre el
proletariado urbano y los industriales) debido a que no hay cierta equiparacioí n entre
ambas ni se dan el resto de las condiciones necesarias. En realidad, lo que existioí fue
un conjunto fluido de coincidencias y acuerdos coyunturales incluso tambieí n con
fracciones del sistema exportador. Tambieí n puede ser tomado como un sistema de
equilibrios inestables de compromiso. Por su parte el Estado terminoí siendo la
conciencia de la burguesíía populista, era el encargado de garantizar la vigencia de las
relaciones entre las clases y sus reproducciones. Ademaí s, tuvo cierta intervencioí n
econoí mica: la políítica de industrializacioí n y del gasto puí blico tuvo antecedentes en el
New Deal de Roosevelt  activa participacioí n estatal en hechos econoí micos. Tambieí n
amplioí la fuerza de trabajo a traveí s de sistemas de salud, seguridad social, educacioí n.
El aumento de salarios, la nueva legislacion laboral y la politica social fueron algunos
de los mecanismos que permitieron recoger ciertas demandas y tambien fortalecer las
bases de acumulacion de la fraccion industrial de la burguesia como integrar las masas
al sistema de dominacion politica. El populismo respecto a las masas presenta:
movilizacion, manipulacion, organizacioí n y represion.

No hay que dejar de destacar que, en realidad, los regíímenes populistas nunca
tuvieron como objetivo alterar la naturaleza del Estado sino modificar sus aparatos,
cambiar sus modos de intervencion politica
Por su parte, las corporaciones representativas de los intereses de trabajadores y
empresarios tuvieron gran importancia ya que su objetivo principal fue reducir las
diferencias, contradicciones y reducir conflictos entre las dos clases. Asi es que la
armonia de ideologias y conciliaciones sociales es parte fundamental del proyecto
politico y economico del populismo.

POPULISMO  Reí gimen de compromisos para impulsar el paso de economia


agraria a economia industrial y urbana. Sin embargo, en cuanto a la
distribucion de ingresos a las clases urbanas, no es algo constante del
populismo.

Hay dos casos o tipos de populismo: mejorar la participacion de los asalariados


en el ingreso nacional (a veces se dejoí de lado a las masas rurales) pero al
mismo tiempo, tambieí n se podíía ver coí mo la sociedad lograba concentrar. Del
mismo modo, en otros paííses tambieí n se pudo experimentar un populismo que
permitioí la modernizacioí n capitalista de la agricultura.

El populismo puede tener ciertas caíídas e inestabilidades. Por ejemplo, factores de


tipo estructural que provocan esto: la estrategia populista de acumulacion aparece
como necesaria para la fraccion del capital industrial. Sin embargo, la dinamica del
proceso de acumulacion industrial hace que se reduzcan las bases materiales del
populismo. Asi, el sustento estructural del populismo se desvanece. Se pasa a una
etapa de capitalismo transnacional con concentracion real de los ingresos. De igual
modo, se nota un retroceso en la produccion de bienes de consumo personal en favor
de bienes intermedios y de capital. Tambien pierde importancia lo que es el
establecimiento pequenñ o.

En todo este contexto, se termina por dar el agotamiento de los populismos tardííos
debido a: fragilidad de la insercion en la estructura, la articulacion de algunas
facciones del asalariado en el polo transnacionalizado de la economia, el surgimiento
de nuevas demandas obreras que no tienen respuesta ni por parte del Estado, dificil
articulacion de politicas de desarrollo nacional, etc. El motor de la economia
capitalista es la tasa de ganancias empresariales que cuanto maí s alta mejor aunque el
proyecto populista le impone un techo.

El populismo practica una reorientacion de las presiones populares, limita la


autonomia de las masas pero la acepta, practica un nacionalismo selectivo, es
antioligaí rquico y no antiburgueí s, impulsa la acumulacion de capital pero a la par la
movilizacion y organizacioí n del proletariado. Por su propia naturaleza, combina
elementos conservadores y de progreso.
Populismo, ¿Qué nos dice el nombre? Por Ernesto Laclau
Seguí n Laclau, el populismo es una categoríía ontoloí gica (como loí gica de la políítica en
cuanto ser), y su significado se debe encontrar en el modo de articulacioí n de los
contenidos sociales, polííticos o ideoloí gicos, de modo diferencial o equivalencial, que
depende del contexto en el que se encuentren.
El punto de partida para el estudio de Laclau, va a ser el aislamiento de unidades maí s
pequenñ as que el grupo y el anaí lisis de la loí gica social de su articulacioí n y como eso
produce efectos estructurantes que se manifiestan en el nivel de los modos de
representacioí n.
Esas unidades míínimas de anaí lisis corresponden a la categoríía de “demandas”, como
forma elemental de construccioí n del víínculo social.
Las demandas no se autosatisfacen, sino que debe ser dirigida a una instancia
diferente de aquella dentro de la cual fue formulada originariamente.
Las demandas que se satisfacen puntual o individualmente, no construyen ninguna
brecha o frontera dentro de lo social. Por lo contrario, los actores sociales estaí n
aceptando, la legitimidad de cada una de sus instancias, y cada una de esas instancias
constituye una parte de una inmanencia social altamente institucionalizada. A las
loí gicas sociales que operan de acuerdo a este modelo diferencial e institucionalizado,
Laclau las denomina, loí gicas de la diferencia. Ellas presuponen que no hay divisioí n
social y que toda demanda legíítima puede satisfacerse de un modo administrativo, no
antagoí nico.
Ahora bien, si la demanda es rechazada, no altera la situacioí n. Pero si la variedad de
demandas no satisfechas es muy grande, por la frustracioí n social se generan loí gicas
sociales muy diferentes, por lo que un grupo de personas con demandas insatisfechas
se unen, ya que las demandas comparten una dimensioí n negativa mas allaí de su
naturaleza diferencial positiva.
Una situacioí n social en la cual las demandas tienden a reagruparse sobre la base
negativa de que todas permanecen insatisfechas es la primera condicioí n de ese modo
de articulacioí n políítica que Laclau denomina populismo.
La loí gica de equivalencia, es una loí gica en la cual todas las demandas, a pesar de su
caraí cter diferente, tiende a reagruparse y formar una cadena equivalencial, cada
demanda individual estaí dividida constitutivamente; por un lado, es ella misma en su
propia particularidad; por otro lado, apunta, a traveí s de los víínculos equivalenciales, al
conjunto de las otras demandas.
Por lo que, un sujeto democraí tico va a ser aquel en el que el sujeto de la demanda esta
concebido como particularidad diferencial. Mientras que el sujeto popular se
constituye ya que su subjetividad es el resultado del agrupamiento equivalencial de
una pluralidad de demandas democraí ticas.
Una autonomizacion de las demandas dentro de un sistema institucional exitoso,
conduce a la loí gica de la diferencia y hace menos probable la constitucioí n de una
subjetividad popular. De lo contrario, si existe una pluralidad de demanda
insatisfechas y una creciente incapacidad del sistema institucional para absorberlas
diferencialmente crea las condiciones que conducen a una ruptura populista.
La subjetividad popular no se produce sin la creacioí n de una frontera interna, y son
los discursos populares equivalenciales que dividen lo social en dos campos: el poder
y el pueblo (“los de abajo”), generaí ndose una dicotomizacion del espacio social y la
construccioí n de una cadena de equivalecias entre las demandas insatisfechas.
Esa cadena de equivalencia tiene un caraí cter anti-institucional y el resultado de su
funcionamiento, es la frontera interna social.
La equivalencia procede de la oposicioí n al poder que esta mas allaí de la frontera, que
no satisface ninguna de las demandas equivalenciales que constituyen la voluntad
popular, por lo que, no hay populismo sin una construccioí n discursiva del enemigo: la
oligarquíía, el Estado, el establishment, etc.
La representacioí n de la cadena equivalencial es posible si una demanda particular, sin
abandonar su propia particularidad, comienza a funcionar ademaí s como un
significante que representa la cadena como totalidad. Este proceso se denomina
hegemoníía y en el que se da una significacioí n popular universal. Por lo que, cuanto
maí s se extiende la cadena de equivalencias, mas deí bil seraí la conexioí n de las
demandas particulares que asumen la funcioí n de representacioí n universal con su
particularismo inicial. Y para que este proceso se lleve acabo, su construccioí n debe ser
sobre la base de la produccioí n discursiva de significantes vacios.
La funcioí n de homogeneizar las equivalencias reduciendo al míínimo el contenido
particular de las demandas es llevada a cabo por un lííder.
Las loí gicas equivalenciales producen un tipo de distorsioí n en la construccioí n del
“pueblo” y del “poder”. En lo que refiere al “pueblo”, la loí gica equivalencial se basa en
un “vaciamiento ” que puede ser enriquecedoras, en cuanto que los significantes que
articulan unificando las equivalencias son maí s amplios que los significantes
vinculados a un solo significado; y empobrecedoras, ya que debido a esta referencia
amplia, los contenidos particulares se reducen.
En cuanto al poder, su contenido diferencial es el portador de la negacioí n del polo
popular (mediante la frustracioí n de las demandas de este uí ltimo).
La frontera separa dos cadenas equivalenciales antagoí nicas.
Cada elemento discursivo estaí sometido a la presioí n estructural de intentos de
articulacioí n contradictorios. El rol de los significantes vacios depende de la presencia
de una cadena de equivalencias que implica, una frontera interna. La dinaí mica políítica
del populismo depende de la reproduccioí n constante de esa frontera interna. Esta
frontera puede ser subversiva de dos maneras. Una es romper los víínculos
equivalenciales entre las demandas particulares, mediante la satisfaccioí n individual de
estas uí ltimas, por lo que conduce a la declinacioí n de la forma populista de la políítica, a
la eliminacioí n de la frontera interna y a la transicioí n a un nivel mas alto de integracioí n
del sistema institucional de reemplazar la políítica por la administracioí n.
La otra consiste en cambiar el signo políítico de las fronteras, en cuanto que los
significantes centrales de un discurso políítico se vuelven parcialmente vacios,
debilitan sus víínculos con ciertos contenidos particulares, y basta que esos
significantes vacios mantengan su radicalismo pero que, la cadena de equivalencias
que ellos unifican cambie para que el significado políítico de toda la operacioí n
populista adquiera un signo políítico opuesto. Esto uí ltimo, comprende el proceso de
rearticulacioí n, en cuanto que es una rearticulacioí n hegemoí nica de una demanda social
diferencial. Los significantes flotantes son inherentes a la frontera y a la imposibilidad
de estas de adquirir una estabilidad definitiva.
Por lo tanto, no existe ninguna situacioí n histoí rica en la que la sociedad esteí tan
consolidada que su frontera interna no se someta a ninguna subversioí n o
desplazamiento, ni tampoco a ninguna crisis orgaí nica tan profunda como para que
ciertas formas de estabilidad no pongan limites al funcionamiento de las tendencias
subversivas.
En conclusioí n, solo hay populismo si se dan un conjunto de discursos politicos que
construyen al sujeto popular, y la condicioí n para su surgimiento es la construccioí n de
una frontera interna que genera divisioí n social. Pero la loí gica de esa divisioí n, se da por
la creacioí n de una cadena equivalente entre una serie de demandas sociales en las
cuales el momento equivalencial prevalece por sobre la naturaleza diferencial de las
demandas. La cadena equivalencial debe ser considerada mediante la emergencia de
un elemento que otorga coherencia a la cadena por significarla como totalidad. Este
elemento es denominado, significante vacio. El objeto de la loí gica populista es buscar
el apoyo y la movilizacioí n popular para formar un consenso hegemoí nico.
Por lo tanto, un movimiento o ideologíía, va ser maí s o menos populista dependiendo
del grado en que sus contenidos son articulados por loí gicas equivalenciales y
cualquier movimiento populista va a tener que interpelar al “pueblo” contra un
enemigo, mediante la construccioí n de una frontera social. El grado de populismo
dependeraí de la profundidad del abismo que separa las alternativas polííticas. Lo
políítico es definido como la lucha por la hegemoníía a traveí s de la conquista de los
significantes vacios, los cuales, estando determinados discursivamente, articulan a las
diversas demandas sociales y por lo tanto a los sujetos a determinadas posiciones.
Es asíí, que el populismo cuestiona el orden institucional mediante la construccioí n de
un agente histoí rico, que seríía el pueblo, siendo esto equivalente a lo políítico, ya que
ambos presuponen la divisioí n social.
El pueblo surge a traveí s de una matriz representativa, en cuento, que una
particularidad asume una representacioí n universal, la constitucioí n de cadenas
equivalencias por la subversioí n de las identidades diferenciales particulares y el
surgimiento de un campo popular como representante de la sociedad como un todo.
El pueblo al operar discursos populistas constituye un tipo de identidad popular
originaria. Las relaciones de representacioí n que se dan dentro construyen lo social.
Cualquier tipo de transformacioí n políítica que ocurra va a generar un desplazamiento
interno de los elementos que participan del proceso de representacioí n.
La políítica se da dentro de esa asimetríía entre la comunidad como un todo y las
voluntades colectivas.

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