busca auscultar caracteres particulares del negocio en concreto y de las declaraciones
de voluntad que forman el consentimiento o la declaración unilateral de voluntad de
una manera específica y referida al mundo del o los sujeto que celebran el contrato. Es decir en cuanto a las circunstancias concurrentes nos encontramos ante un criterio de análisis subjetivo. Ahora bien, con respecto al error determinante sobre el motivo(18) se ha establecido que: “Tómese, en primer término, el caso del contratante que arrendó un apartamento creyendo erróneamente haber sido trasladado a otra ciudad por razones de trabajo. Se trata de un móvil sicológico del obrar negocial y de un móvil determinante para el sujeto. Pero no de un error esencial, dado que el código, por una parte, solo le reconoce alcance al error sobre el motivo determinante en las hipótesis mencionadas del testamento y de la donación, y por otra parte, no toma en consideración esa figura entre los “tipos” de error esencial contemplados en el artículo 1429”(19). Vemos pues que existe una clara delimitación entre el error esencial y el error sobre el motivo. Se considera que la anulación del negocio debe producirse por el error que es considerado esencial, pero no puede anularse un negocio jurídico cuando se trata de un mero error sobre el motivo del declarante que no resulta pues excusable para la malformación de su propia voluntad(20). En cuanto al error de derecho se ha determinado que: “Ya se mencionó el hecho de que el error –sea un error-vicio o sea un error obstativo– puede consistir en una ignorancia o en un falso conocimiento o representación del derecho, esto es, de una o varias normas jurídicas”(21). (18) BIGLIAZZI GERI, Lina; BRECCIA, Umberto; BUSNELLI, Francesco D. y NATOLI, Ugo. Ob. cit., p. 821. “Para darse cuenta de la diferencia entre error determinante y error esencial es oportuno tener presente que la ley no da una definición del error esencial, sino que se limita (como se acaba de decir) a enunciar una serie de hipótesis –todas relativas a errores que inciden en el negocio en su conjunto (naturaleza del acto de autonomía) o en sus términos y elementos (identidad, calidad y cantidad de la prestación; identidad y calidad de la persona)– en las que el error presenta aquella característica (art. 1429), especificando en un caso que el error, para que sea esencial, debe ser determinante no solo para el sujeto contratante, sino también conforme a la apreciación común y con relación a las circunstancias”. (19) BIGLIAZZI GERI, Lina; BRECCIA, Umberto; BUSNELLI, Francesco D. y NATOLI, Ugo. Ob. cit., p. 821. Sobre la lógica que debe aplicarse a toda situación de planteamiento de error con acierto se señala que: “La formulación incierta de la ley debe ser integrada por vía lógica con el fin de evitar consecuencias del todo irracionales. En realidad, aún en el caso del error sobre la identidad y sobre las calidades de la persona, o en el caso del error sobre la cantidad, es necesario remitirse a la ‘apreciación común y a la circunstancias’”. Ob. cit., p. 821. (20) Se ha señalado que el error sobre el motivo no es un error esencial. La justificación la coloca la doctrina que vengo citando que señala: “De manera que la invalidez del negocio debería estar excluida, en principio, solo en el primer caso (por el carácter, ya conocido, de intrínsecamente ‘no esencial’ que tiene el ‘error sobre el motivo’)”. BIGLIAZZI GERI, Lina; BRECCIA, Umberto; BUSNELLI, Francesco D. y NATOLI, Ugo. Ob. cit., p. 824. (21) Ibídem, p. 823. Acerca del error sobre las consecuencias legales del acto se señala que “Lo que se exige es solamente que el error sea tomado en consideración en los casos y en las mismas condiciones en que adquiere relevancia el error de hecho”. Ob. cit., p. 826. Jairo Cieza Mora 16 Sobre el error de valoración y de previsión se ha señalado que: “Los primeros entran en la tipología abstracta de los errores esenciales; los segundos, en la tipología, que ya conocemos de los errores ‘sobre los motivos’, errores no inusitadamente determinantes para el sujeto, pero considerados objetivamente ‘no esenciales’”(22). Sobre la conocibilidad del error la doctrina que vengo siguiendo señala que: “El otro requisito de relevancia del error es la conocibilidad. ‘El error se considera conocible cuando, con relación al contenido, a la circunstancias del contrato, a la calidad de los contratantes, una persona de diligencia normal habría podido percatarse de él’”(23). En el caso de la relevancia del error sobre el motivo en el testamento y en la donación se ha indicado con perspicacia: “Los requisitos de relevancia del error (esencialidad y reconocibilidad), ya conocidos, no se aplican –como hubo de anticiparse– al testamento y a la donación”(24). Así en la concepción de la doctrina seguida en cuanto al error vicio se señala con rigor que: “En especial, si el falso conocimiento de la realidad altera el curso normal sociológico que conduce a la plena determinación del sujeto, se dan los presupuestos de un vicio de la voluntad o del consentimiento (error-vicio). En esta hipótesis la manifestación de la voluntad negocial es conforme con el designio del sujeto, pero la voluntad se formó mal, sobre la base de representaciones que no correspondían a la situación de hecho o de derecho”(25). Con claridad en la separación frente al error vicio se describe el error obstativo y se hace mención a su radical distinción. Así: “El error a veces no influye en el proceso formativo de la voluntad negocial, sino que recae sobre la manifestación o sobre la transmisión. De este error –llamado obstativo– se trató anteriormente para ilustrar la teoría de la confianza y los casos de divergencia entre la voluntad y declaración. En verdad el error que recae exclusivamente sobre la manifestación –o sobre la transmisión de la manifestación– no entra en los vicios del querer y debería ser examinado separadamente”(26). Emilio Betti, al referirse a los casos de discrepancia querida y discrepancia no querida entre voluntad y declaración de voluntad señala con respecto a los vicios del negocio: “a) de la ‘discrepancia entre la declaración de voluntad que se trataba de declarar’, y b) del ‘vicio de la voluntad’. La falta de seriedad, la reserva mental y (22) BIGLIAZZI GERI, Lina; BRECCIA, Umberto; BUSNELLI, Francesco D. y NATOLI, Ugo. Ob. cit., p. 834. (23) Ibídem, p. 839. “Ya se dijo que el requisito de la conocibilidad –aún más que el requisito de la ‘esencialidad’– sirve para tutelar la confianza razonable de la contraparte”. (24) BIGLIAZZI GERI, Lina; BRECCIA, Umberto; BUSNELLI, Francesco D. y NATOLI, Ugo. Ob. cit., p. 842. “Es suficiente que el error sea determinante: no es necesario que sea esencial”. Ob. cit., p. 842. (25) Ibídem, p. 817. (26) Ibídem, p. 818. “A la par del error vicio –también del error obstativo– se dice que es determinante, cuando
la parte resultó inducida a estipular el acto por efecto de tal error (y el descubrimiento