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MÁSCARAS DE LEONARDO PADURA:
LA IRONÍA DEL MUNDO SENSIBLE
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Máscaras de Leonardo Padura: la ironía del mundo sensible
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RUBÉN PUJANTE CORBALÁN
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Máscaras de Leonardo Padura: la ironía del mundo sensible
estaría vinculado por naturaleza con el Virgilio Piñera, y unas líneas de El teatro y su
mundo del teatro y de la representación. doble, del teórico y dramaturgo Antonin
Así lo vuelve a expresar Pere Ballart: “En la Artaud. La tercera de las citas hace más
medida en que toda ironía supone una patente todavía la relación entre teatro y
disimulación, un fingimiento de actitudes y novela en cuanto ocultamiento de una
juicios aparentes que no son en realidad realidad. Se trata de una frase del héroe del
nuestros, el carácter más vulgarmente tea- cómic Batman altamente ilustrativa: «To-
tral de la figuración parece obvio… El tea- dos llevamos máscaras».
tro es en sí una especie de convención iró- Pero además del título y de las citas pa-
nica…”12. Efectivamente, “el teatro es per se ratextuales, la teatralidad de Máscaras se
una fuente natural de ironías”13 y de ahí la presentaría a través de toda una amplia
estrecha relación que se presenta entre el serie de palabras relacionables con el he-
proceso policial de la novela como desen- cho teatral que es posible encontrar recu-
mascaramiento y el mundo teatral como rrentemente en el texto: travestimiento,
mundo de figuración o suplantación de metamorfosis, transformación, camuflaje,
personalidades14. Junto al título, revelan de mascarada, apariencia, enmascaramiento,
forma expresa esta relación las citas que confusión, difuminación, disfraz, carnaval,
anteceden como paratexto al comienzo de caricatura… Son términos que comparten
la trama: la reproducción de un fragmento de suyo unos semas coincidentes o con-
del acto III de Electra Garrigó, del escritor juntivos con el mundo teatral y esa natura-
leza irónica que lo define. Por ello podría-
mos considerar que Máscaras, en tanto
verdad y la mentira. Umberto Eco ha reunido al-
gunas conferencias interesantes sobre esta te-
novela policial, aparece desplegada en
mática bajo el título Entre mentira e ironía (1998) virtud de un eje semántico o isotopía de lo
que pudieran resultar útiles para el lector curio- teatral que cruzaría todo su discurso para
so. conferirle solidez y coherencia en su es-
12
Ballart 1994: 430. tructura de sentido15.
13
Ballart 1994: 375. La inclusión en la trama de personajes
14 pertenecientes al ámbito dramático, y ar-
Recordemos el ensayo Idea del teatro de Ortega y
Gasset, donde se vincula el concepto teatral con tístico en general, comprendiendo desde
la metáfora y, por extensión, con lo irónico: ”la el propio Alexis Arayán y Alberto Marqués
única manera posible de que una cosa sea otra
es la metáfora” (1946: 92); “El escenario y el actor
15
son la universal metáfora corporizada, y esto es Asumimos que la determinación de una isotopía
el Teatro: la metáfora visible” (1946: 41). En el es fundamental para la adecuada interpretación
teatro clásico la máscara era uno de los elemen- de un texto, además de ser un parámetro es-
tos que cumplía precisamente esta función me- tructural básico del discurso. De hecho, “la prin-
tafórica. No en vano, Ortega titula de forma re- cipal dificultad de la lectura consiste en descu-
presentativa el anejo primero de su reflexión brir la isotopía del texto y poder mantenerse en
sobre el teatro “Máscaras”. ella” (Greimas 1966: 151).
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hasta todo su círculo de amistades, no ha- misma escena del crimen hace el teniente
ría sino reforzar esta idea, así como las fre- Conde: la muerte de Alexis Arayán tiene
cuentes alusiones al teatro que unas veces lugar el 6 de agosto, día de la llamada
realizan los personajes de manera directa, Transfiguración de Jesús para la cristian-
y otras el propio hablar del narrador. Así, dad17. De esta manera se establece de in-
por ejemplo, el amanecer se compara con mediato un vínculo entre el transformismo
la imagen de “un telón que se alza para la de Arayán, relacionado con la máscara tea-
nueva función” (p. 27); o se parafrasea a tral, y la religión. De hecho, Transfiguración
Artaud para poner de relieve que “el teatro es un término muy próximo sémicamente
no es un juego, sino una realidad verdade- a travestimiento. Y para el teniente Conde
ra, más verdadera que la realidad misma” no parece que entre ambos sucesos exista
(p. 165); o es el dramaturgo Alberto Mar- una conexión casual. En torno a este víncu-
qués quien expresa, refiriéndose a la visión lo girará, en gran parte, la investigación
de un travesti en París, en el año 1969, que policiaca.
“todo es una apariencia, algo así como una Llegado a este punto habría que poner
perfecta mascarada teatral… Allí había de relieve una argucia discursiva del autor
estado la esencia misma de la representa- por la cual se consigue hacer creíble a los
ción desde que las danzas rituales se trans- ojos del lector que un personaje como el
formaron en teatro, cuando surgió la con- teniente Mario Conde conozca la historia
ciencia de la creación artística: el travesti bíblica de la Transfiguración de Cristo, refe-
como artista de sí mismo…” (p. 49). rencia que a priori parecería ilógica o rara-
Ahora bien, al lado de este eje semánti- mente plausible. Gracias al recuerdo que el
co del teatro sobre el cual se articula la teniente conserva del día de su primera
búsqueda policial aparecería otro que comunión, en cierta medida por la impor-
igualmente imbuiría al relato una mayor tancia que atribuye a la figura de su madre
cohesión y riqueza: lo religioso, esfera de (“unos minutos antes de entrar en la igle-
significaciones cuya fuerza en la novela es sia, mientras su madre le daba aquel abra-
tal que es incluso clave en la resolución del zo que jamás podría olvidar”, p. 81), Conde
caso16. no olvida tampoco que el sacerdote en-
El mundo de la religión queda ligado a cargado de oficiar la ceremonia, el padre
la trama gracias a una deducción que en la
17
Nos parece oportuno volver a traer a colación
algunos pasajes del ensayo de Ortega y Gasset:
16
Como apunta Greimas, “planos isótopos super- “metamorfosis es el Teatro, prodigiosa transfi-
puestos (…) pueden ayudarnos a comprender guración (…) y todo Teatro, por humilde que
mejor el fenómeno lingüístico como tal” (1966: sea, es siempre un monte Tabor donde se em-
150). Estamos, pues, ante una comunicación bi- plean transfiguraciones” (1946: 41). Como pue-
isotópica (o poli-isotópica) en la que los ejes de apreciarse, Ortega también expresa su idea
semánticos son a la vez autónomos y concomi- del teatro valiéndose de la imagen religiosa de
tantes. la Transfiguración.
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to); una aproximación de referencias que cando esta red de relaciones, una vez más,
otra vez deja entrever un paralelismo sim- con la letra del propio texto: “Alexis se
bólico entre historia bíblica y trama; simbo- arrodilló como un penitente… las manchas
lismo de raigambre religiosa que quedará de la hierba delataban una genuflexión.
potenciado por el peso del segundo eje Entonces se precipitó el final de la trage-
isotópico-semántico, esta vez en su dimen- dia” (p. 31). En efecto, Máscaras, en cuanto
sión más extensa, en cuanto englobante novela policíaca —y como toda novela
de todo el fenómeno artístico: como se policíaca, en realidad—, no es sino una
analizará posteriormente, el caso no sólo suerte de tragedia oculta o escondida que
será resuelto el domingo, día de la Resu- trata de desvelar lo sucedido desenmasca-
rrección de Jesús, sino que además estará rando al culpable, castigando al transgre-
motivado por el efecto también simbólico sor de la ley y restableciendo el orden que
de la aparición de la lluvia y del consi- había quedado vulnerado. La investigación
guiente ejercicio de escritura que lleva a es, pues, un intento de esclarecer el “asesi-
cabo el teniente tras diez años de silencio nato de cuya prehistoria y posthistoria tra-
literario. ta de apoderarse el policía“ (p. 94). Se trata
Según estas constataciones, parece evi- —como apuntamos al comienzo— de lle-
dente, por tanto, que el discurso de Másca- gar a “la caída de la máscara, una máscara
ras se articula bajo la forma de un proceso hecha de mil mentiras tras la que se había
policial que fusiona en su recorrido el escondido la verdad” (p. 196); la máscara,
mundo teatral, y artístico en general, con el pues, como simulación de una realidad
mundo religioso. Dicho discurso podía es- profunda y verdadera que intenta ocultar-
quematizarse de la siguiente manera: se en la superficialidad de una apariencia,
con la importante peculiaridad de que en
TEATRO [ Transfiguración ] RELIGIÓN el caso de Alexis Arayán “el enmascara-
miento deja de ser un acto pasajero y car-
navalesco para convertirse en otra vida,
más verdadera por ser más deseada, cons-
cientemente escogida y no asumida como
simple ocultamiento coyuntural…” (p.
166), de modo que para Alexis el travesti-
INVESTIGACIÓN
miento es un conato de emular la Transfi-
guración de Cristo y de trascender así a
Esquema que reclama una continua co- una nueva realidad más honda, lejos de los
rriente de ida y vuelta a lo largo de los ejes condicionamientos político-sociales. De
semánticos que convergen en la investiga- ahí el desarrollo de su espiritualidad, su
ción policial y que son los pilares de la sig- acercamiento a la religión y su imposibili-
nificación profunda del texto. Ejemplifi- dad, en coherencia con el dogma cristiano,
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Máscaras de Leonardo Padura: la ironía del mundo sensible
de abandonar por su propia mano el iróni- de trabajo del teniente Mario Conde, pun-
co mundo de las apariencias. to de reunión con los restantes miembros
de la brigada policial: desde el mayor An-
2. LA IRONÍA EN LOS ESPACIOS NA- tonio Rangel —quien restituye a Conde la
RRATIVOS DE “MÁSCARAS” posibilidad de volver a intervenir en un
Uno de los parámetros que mayor im- caso tras su pelea pública con el teniente
portancia reclama en la elaboración de Fabrizio, la apertura como consecuencia de
todo texto artístico es la consideración de un expediente disciplinar y su posterior
los espacios narrativos y su peso en la con- condena a seis meses de trabajo de ofici-
figuración de la historia. Al albergar a los na— hasta el sargento Palacios, designado
entes de ficción, dichos espacios pueden por el mayor como compañero de Conde
ligarse sin dificultades, además, a los actan- en la investigación sobre la muerte de Ale-
tes que los frecuentan, tanto más cuanto xis Arayán18.
que la mayoría de las veces el espacio na- La casa de Carlos el Flaco, amigo y anti-
rrativo suele ser constitutivo de la natura- guo compañero de estudios de Conde,
leza y carácter de los personajes, y a la in- supone un ámbito de privacidad donde el
versa. teniente se siente seguro y confiado, diría-
En Máscaras es posible encontrar una se incluso que más que en su propio apar-
nómina de espacios en absoluto desdeña- tamento, del cual apenas se ofrecen esce-
ble. Una posible aproximación a ellos pue- nas ni descripciones. Se habla, así, de
de partir, como suele ser tradicional al ana- “aquellos momentos de confidencias y
lizar el espacio narrativizado, de la distin- sentimentalismo que solía tener con el
ción entre espacios públicos y espacios Flaco Carlos, allí en su casa” y de cómo,
privados; o bien de la oposición entre es- envuelto en una especia de familiaridad
pacios abiertos y espacios cerrados. Sin redentora, “todos los escudos, corazas,
embargo, a continuación abordaremos, cascos y hasta máscaras con que debía
más que un comentario pormenorizado de andar por el mundo… caían al suelo, y una
cada uno de dichos bloques, una simple ligereza espiritual, necesaria y ansiada, sus-
descripción de los espacios más relevantes tituía los miedos, las preocupaciones y las
de la obra, para detenernos de nuevo en mentiras de uso diario…” (p. 80). Como
un eje de relaciones peculiar por su signifi- puede observarse, en el pasaje reproduci-
cación en la novela que pondrá de relieve do se explicita que aun el propio protago-
la presencia de lo irónico también en el
espacio narrativo, en coherencia con la 18
Ambos personajes son cruciales en la trama por la
propuesta de análisis que ha dominado la estrecha relación que mantienen con el prota-
primera parte del comentario y la tesis que gonista. Entre los dos aparecen otros nombres
defendemos. asociables a la policía y la investigación cuya in-
cidencia en los acontecimientos es mucho me-
La Central constituye el cotidiano lugar
nor.
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nista intenta protegerse de la realidad hos- sobrina del anfitrión con quien Conde tie-
til del mundo circunstante mediante la ne un explícito encuentro sexual.
asunción de un papel preestablecido, me- A caballo entre lo público y lo privado,
diante la colgadura una coraza protectora, la casa de Candito el Rojo, también amigo
de una máscara. Esa máscara que hasta el del teniente, es un espacio clandestino en
mismo teniente porta, según nos dice el el que se sirven bebidas alcohólicas. Apa-
texto, encuentra sin embargo un lugar de rece varias veces en la novela y su peso en
reposo y sosiego en la casa de su amigo ella no parece ir más allá de un caso ilustra-
Carlos. No en vano el teniente Conde es tivo del contexto político-social en el que
catalogado por el narrador al inicio de la se enmarca la obra20.
novela como “un cabrón sufridor, un inco- Pero los dos espacios más significativos
rregible recordador, un masoquista por serían la casa de Faustino Arayán, el padre
cuenta propia” (p. 18), como prueban sus de Alexis, y la casa del dramaturgo Alberto
imágenes de la infancia y su persistencia Marqués, amigo y confidente de la víctima.
en la visión de los sueños. Tanto es así que ambos espacios confor-
Dentro de la casa del Flaco, la cocina es man un eje dialéctico en oposición, tal y
un espacio narrativo digno también de como se advierte en sus respectivas des-
mención19. Se trata de un lugar especial cripciones. Acerca de la ubicación de la
porque en él los comensales pueden repo- residencia de Faustino Arayán, puede leer-
nerse con alborozo del desgaste monó- se: “Casona de dos plantas en la Séptima
tono del día; y así consta en un breve pero Avenida de Miramar, con un jardín bien
ilustrativo pasaje: “avanzaron hacia el co- cuidado y paredes pintadas en blanco bri-
medor, con la seriedad con la que se visi- llante, paneles de vidrios milagrosamente
tan los lugares muy, muy sagrados” (p. 78). enteros…” (p. 38); de la de Alberto Mar-
Otros espacios de dominio privado son qués: “La sombra silvestre del jardín, sobre
las residencias de Salvador K., pintor al que el que se asomaban unas arenas de pena-
se le supone una relación con Alexis Ara- chos arrogantes, daba un toque umbrío a
yán —que en principio niega, pero que la casa que se levantaba unos metros de-
finalmente acaba por confesar—, y de Al- trás (…) Allí no existía el calor… muebles
quimio, ambas encuadradas en el campo tan oscuros como el ambiente… la pared
artístico. Es de resaltar que en la última se se hundía hacia un corredor también um-
reúne todo un catálogo de personajes pin- brío” (p. 41 y 43). El contraste entre ambas
torescos, entre los cuales aparece Poly, la se hace nuevamente expreso en el pensa-
miento del teniente:
19
Es el lugar donde Josefina, la madre de Carlos, “Las antípodas, pensó Conde… mientras
lleva a la práctica algunas recetas de comida,
20
como la preparación de un pavo relleno tras la Como ya puntualizamos, dejamos al margen de
lectura del relato escrito por Conde. La receta nuestro estudio dicho contexto, aunque somos
puede encontrarse en la pág. 195 de la ed. cit. conscientes de su interés pragmático.
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observaba otra vez la casa de Faustino Ara- hecho atmosférico a lo largo de todo el
yán y la comparaba con la gruta húmeda y discurso. Así, por ejemplo: “en este país
oscura donde vivía Alberto Marqués […] hace demasiado calor” (p. 38); o también:
Entre aquellos dos espacios existía un “tenía que ser el verano más caliente que
abismo insalvable y sin puentes posibles…
había vivido, concluyó mientras se desves-
que los alejaban y los distinguían, como la
tía para darse una ducha” (p. 123).
luz y las tinieblas, la pobreza y la opulencia,
La importancia en la obra de este factor
el dolor y la alegría” (p. 86).
externo queda constatada, especialmente,
Sólo que en contra del pensamiento de por la mención expresa que el personaje
Mario Conde, y en función del devenir de Alberto Marqués hace, en una de las se-
los acontecimientos, la verdadera relación cuencias finales, sobre El extranjero, la cé-
dialéctica habría que entenderla como in- lebre novela de Albert Camus: “¿Conoce el
versa de la aparente: las tinieblas y el dolor extranjero?”, le pregunta Marqués a Conde
pertenecen, en realidad, al ámbito de Faus- tras haber leído su relato, comentario cuyo
tino Arayán, asesino de su propio hijo, de propósito es ligar, como él mismo dice, «el
modo que encontramos aquí una suerte existencialismo francés y las guagas cuba-
de ironía del espacio, en coherencia con la nas por la insistencia del sol» (p. 218). Por
idea que presidiría el conjunto del relato y tanto, se evidencia de este modo la cone-
que hemos tratado de resaltar. xión que durante las primeras páginas de
Por otra parte, dentro del espacio narra- la novela el posible lector modelo —
tivizado habría asimismo que considerar el utilizando la terminología de Umberto
interesante papel que cumpliría en la no- Eco21— hubiera podido establecer con la
vela lo atmosférico. No puede tratarse en la obra de Camus acerca de la agobiante pre-
obra de Padura de un componente me- sencia del calor, ya que el autor parece
nospreciable, tanto más cuanto que el rela- haber previsto dicha intertextualidad co-
to se abre de la siguiente manera: “El calor mo potencial en su texto. Signo de ello —
es una plaga maligna que lo invade todo”. como apuntamos arriba— es la explicita-
Puede decirse que es toda una declaración ción que lleva a cabo Alberto Marqués
de intenciones por parte del autor que, cuando le dice a Conde que el conductor
desde el inicio mismo de la obra, guía al protagonista de su pequeño cuento le ha
lector hacia una clave interpretativa en la hecho recordar al personaje de la novela
que lo ambiental poseería un contenido de Camus.
relevante en la historia y en todo el relato. Pero la relevancia de lo atmosférico iría
Efectivamente, el calor actuaría aquí como mucho más allá de un intertexto o dialo-
un elemento más en la trama, capaz de gismo con la ficción de El extranjero. Alcan-
influir, en cuanto circunstancia, en el áni-
mo y motivación de los personajes. Prueba 21
Véase ECO 1979, en especial el capítulo tercero
de ello son las numerosas referencias al así titulado (“El lector modelo“, p. 73-95).
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Sucesión, por tanto, perfectamente cau- la felicidad o el miedo” (p. 135). Esta ima-
sal y lógica en cuyo decurso habría que gen simbólico-metafórica del mar23, que
anteponer, como bloque inicial, un ele- podría enlazarse a su vez con el «paraíso
mento de carácter anticipador: el sueño de perdido» de la infancia, al cual tampoco
Conde, premonición irracional de un viraje faltan alusiones en el relato, parece mate-
en el proceso policíaco: “estaba soñando rializarse en una especie de esperanza úl-
algo rarísimo: veía al asesino pero no podía tima, propiciada por la consecución de la
verlo… tenía algo así como un disfraz…” verdad, por la vuelta al acto de escribir:
(p. 152). Se trata, como toda ensoñación, “…todavía puedes ser invencible, se dijo,
de un instante difuminado, poco claro y cuando en medio de la oscuridad descu-
preciso, sintomático de un cambio de brió el vuelo extravagante de aquella pa-
rumbo en la línea de actuación. Supone el loma blanca… Yo soy esa paloma, pensó, y
preludio de la clarividencia que la lluvia y la pensó que, como ella, no tenía otra cosa
escritura propician, así como la introduc- que hacer: sólo remontar el vuelo, hasta
ción de lo onírico e inconsciente en la no- perderse en el cielo y en la noche” (p. 223),
vela en cuanto componente amplificador tal y como se lee al final de la obra.
del discurso.
Finalmente, no se encontrarían dema- 3. NOVELA POLICIAL, IRONÍA Y POS-
siadas reticencias si se incorporase al análi- MODERNIDAD
sis del espacio la significación que implica- Como anunciamos en las líneas iniciales
ría la imagen del mar en la novela. En cuan- de este comentario, no pretendíamos que
to elemento externo, el mar parece tener fuera éste un estudio sistemático o por-
también un sentido simbólico, expresado menorizado de Máscaras respecto a nin-
de manera recursiva en la obra: para Con- guno de los grandes modelos de análisis
de vendría a suponer la identificación con en narratología, sino más bien un breve
sus sueños, anhelos y aspiraciones, repre- recorrido en el que hemos creído oportuno
sentados de manera distante e inabarca- valorar algunos aspectos que considera-
ble, como la inmensidad misma del mos fundamentales en la novela de Padu-
océano. Prueba de ello son las siguientes ra, siempre con la perspectiva de desarro-
reflexiones: “y el mar tan apacible, allá en el llar una actitud crítica uniforme y coheren-
fondo, marcando la línea de tantos sueños, te. De ahí que hayamos optado por inda-
destinos y engaños” (p. 31); “El mar tenía la
facultad de apaciguarlo, provocándole 23
La imagen del mar vuelve a remitir a las particula-
aquella fascinación que siempre lo envol-
ridades del contexto político-social en el que
vía” (p. 92); “y la eterna y retadora promesa surge la obra. En el caso de Cuba, el mar es, en
del mar, siempre al fondo, siempre inal- efecto, la vía más inmediata a través de la cual
canzable” (p. 113); y por fin: “observando la puede traspasarse el cerco que constituye la isla,
símbolo, por tanto, de la opresión y de la espe-
planicie oscura del mar, inabarcable como
ranza al mismo tiempo.
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24 25
Pág. 141 de la ed. cit. Poco después Conde llama- En el fondo, cuando Jean-François Lyotard, en su
rá a Poly “gorrión posmoderno” (p. 143), metáfo- clásico La condición posmoderna. Informe sobre el
ra que utilizará en más ocasiones. A la vista del saber, habla los juegos de lenguaje (1979: 25-28),
diálogo y su tono, habría que introducir un no hace sino referirse asimismo, en cierta medi-
componente crítico ante la posmodernidad, es da, a los tropos del lenguaje, los procedimientos
decir, en la novela habría también cierta ironía metafóricos y la figuración irónica desde la ópti-
hacia la propia cultura posmoderna. ca pragmática.
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Máscaras de Leonardo Padura: la ironía del mundo sensible
como conjunto y en su sentido más lato. Y nuales, 27, 1971. Trad. Alfredo de la Fuente.
dentro de este extenso sentido habría uno LÁZARO CARRETER, Fernando (1953): Diccionario
que no ha sido mencionado hasta el mo- de términos filológicos. Madrid: Editorial
mento, un ejemplo más donde puede Gredos, Biblioteca Románica Hispánica, III,
Manuales, 6, 1968.
comprobarse la amplitud del registro iró-
LYOTARD, Jean-François (1979): La condición
nico de la novela: que el Otro Muchacho, el
posmoderna. Informe sobre el saber. Madrid:
compañero del Recio y de Alberto Marqués
Ediciones Cátedra, Colección Teorema, Se-
en aquel París de 1969, era el propio Faus- rie Mayor, 8.ª ed., 2004. Trad. Mariano Anto-
tino Arayán, padre de Alexis Arayán, más- lín Rato.
cara que cae por inferencia del lector. Ma- ORTEGA Y GASSET, José (1946): Idea del teatro.
yor ironía no tiene cabida en esta tragedia Madrid: Revista de Occidente, 1958.
en la que el padre arruina su nombre y su PADURA FUENTES, Leonardo (1997): Máscaras.
honor, los dos únicos emblemas que le Barcelona: Tusquets, Colección Andanzas,
preocupan, precisamente por no haber 292, 3.ª ed., 2005.
sido aquello en lo que se convirtió el hijo. PLATÓN: La República o el Estado. Madrid: Edito-
rial Espasa-Calpe, Colección Austral Pensa-
miento, 296, 23.ª ed., 1993. Trad. Miguel
Candel.
BIBLIOGRAFÍA
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irónica en el discurso literario moderno. Bar-
celona: Quaderns Crema.
BOILEAU-NARCEJAC, Pierre (1964): La novela poli-
RUBÉN PUJANTE CORBALÁN
cial. Buenos Aires: Editorial Paidós, Colec-
ción Letras Mayúsculas, 1968. Trad. Basilia
Université Rennes 2 (Francia)
Papastamatín.
DÍAZ MIGOYO, Gonzalo (1980): «El funciona-
miento de la ironía», Espiral/Revista, 7: 45-
68.
ECO, Umberto (1979): Lector in fabula. La coope-
ración interpretativa en el texto narrativo.
Barcelona: Editorial Lumen, Palabra en el
tiempo, 142, 3.ª ed., 1993. Trad. Ricardo Po-
chtar.
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