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Se me ha mostrado que mucho pecado es resultado de la ociosidad.

Las manos y las mentes


activas no hallan tiempo para ceder a toda tentación que el enemigo sugiere; pero las manos y
los cerebros ociosos están totalmente preparados para ser dominados por Satanás. Cuando la
mente no está debidamente ocupada, se espacia en cosas impropias. Los padres deben enseñar a
sus hijos que la ociosidad es pecado. Se me mencionó lo que se dice en ( Ezequiel 16:49): “He
aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de
ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso”.
{ 1TI 351.2; 1T.395.2 }

La ociosidad conduce a la práctica de hábitos corrompidos. La laboriosidad no cansa ni agota


una quinta parte de lo que rinde el hábito pernicioso del abuso propio. Si el trabajo sencillo y
bien regulado agota a vuestros hijos, tened la seguridad, padres, de que hay, además del trabajo,
algo que enerva su organismo y les produce una sensación de cansancio continuo. Dad a
vuestros hijos trabajo físico para que pongan en ejercicio los nervios y los músculos. El
cansancio que acompaña un trabajo tal, disminuirá su inclinación a participar en los hábitos
viciosos. La ociosidad es una maldición. Produce hábitos licenciosos. { 2TI 312.3; 2T.348.2 }

El sabio dirige estas palabras al indolente: “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y
sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y
recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento”. Proverbios 6:6-8. Las habitaciones que las
hormigas se construyen, demuestran habilidad y perseverancia. Pueden manejar un solo granito
a la vez, pero por la diligencia y la perseverancia realizan maravillas. { CM 181.3; CT.190.1 }
182
Salomón señala la laboriosidad de la hormiga como un reproche para los que malgastan horas
en la ociosidad y las prácticas que corrompen el alma y el cuerpo. La hormiga hace provisión
para las estaciones futuras; pero muchos seres dotados de facultades de raciocinio no se
preparan para la vida futura inmortal. { Consejos Maestros 182.1; CT.190.2 }

La lección de laboriosidad y contentamiento


Entre los males resultantes de las riquezas, uno de los mayores es la idea corriente de que el
trabajo es degradante. El profeta Ezequiel declara: “Esta fue la maldad de Sodoma tu hermana:
soberbia, hartura de pan y abundancia de ociosidad tuvo ella y sus hijas. Y no fortalecieron al
afligido ni al menesteroso”.1 Aquí se nos presentan los terribles resultados de la ociosidad, que
debilita la mente, degrada el corazón y pervierte el entendimiento, haciendo una maldición de lo
que fue dado como una bendición. Los hombres y las mujeres que trabajan son los que ven
cosas grandes y buenas en la vida, y son los que están dispuestos a llevar sus responsabilidades
con fe y esperanza. { Mensaje Jovenes 150.4; MYP.215.2 }

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Se requiere vigoroso nervio espiritual para introducir la religión en el taller y la oficina,
santificando los detalles de la vida diaria, y ordenando toda transacción de acuerdo con la norma
de la Palabra de Dios. Pero esto es lo que el Señor requiere. { MJ 150.5; MYP.215.3 }
El apóstol Pablo consideraba la ociosidad como un pecado. Aprendió el oficio de hacer tiendas
en todos sus detalles, importantes o insignificantes, y durante su ministerio trabajaba a menudo
en ese oficio para mantenerse a sí mismo y a los demás. Pablo no consideraba como tiempo
perdido el que pasaba así. Mientras trabajaba, el apóstol tenía acceso a una clase de personas a
quienes no podría haber alcanzado de otra manera. Mostraba a sus asociados que la habilidad en
las artes comunes es un don de Dios. Enseñaba que aun en el trabajo de cada día se ha de honrar
a Dios. Sus manos encallecidas por el trabajo no restaban fuerza a sus llamados patéticos como
ministro cristiano. { MJ 151.1; MYP.216.1 }

Dios quiere que todos trabajen. La atareada bestia de carga responde mejor a los propósitos de
su creación que el hombre indolente. Dios trabaja constantemente. Los ángeles trabajan; son
ministros de Dios para los hijos de los hombres. Los que esperan un cielo de inactividad
quedarán chasqueados; porque en el plan del cielo no hay lugar para la satisfacción de la
indolencia. Pero se promete descanso a los cansados y cargados. El siervo fiel es el que recibirá
la bienvenida al pasar de sus labores al gozo de su Señor. Depondrá su armadura con regocijo, y
olvidará el fragor de la batalla en el glorioso descanso preparado para los que venzan por la cruz
del Calvario.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana,
262-267. { Mensajes Jovenes 151.2; MYP.216.2 }

Se necesitan mujeres en el trabajo de la ganancia de almas—Las mujeres pueden ser los


instrumentos de justicia, que presten un servicio santo. Fue María la que predicó primero acerca
de un Jesús resucitado... En el cumplimiento del plan divino, el Hijo del Hombre vino para
buscar y salvar lo que se había perdido... Los que se entreguen con el Hijo de Dios a ese trabajo,
no importa a cuanto aspiren, nunca podrán tener una obra mayor, ni más santa que ésta. Si
hubieran veinte mujeres donde ahora hay una, que hicieran de ésta santa misión su obra
predilecta, veríamos muchas más almas convertidas a la verdad. Se necesita la influencia
refinadora y suavizadora de las mujeres cristianas en la gran obra de predicar la verdad. El
Señor de la viña le está diciendo a muchas mujeres que no están haciendo nada ahora: “¿Por qué
se pasan todo el día en ociosidad?” Si hay celo y diligencia continua en nuestras hermanas que
se afanan en diseminar la verdad, tendrán un éxito total, y nos asombrarán con sus resultados.
Con paciencia y perseverancia, el trabajo debe ser realizado. ...Carecemos de actos de simpatía
y benevolencia, en ministrar sagrada y socialmente al necesitado, al oprimido, y al que sufre. Se
necesitan mujeres que puedan trabajar ahora, mujeres que aparten su atención del yo, humildes
y modestas de corazón, que trabajen con la mansedumbre de Cristo, en donde puedan encontrar
trabajo para realizar en favor de la salvación de las almas.—The Review and Herald, 2 de
enero de 1879. { Ministerio Pastoral 88.2; PaM.76.1 }

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Los cónyuges trabajando juntos
Los esposos se pueden unir en el trabajo—Hay mujeres que debieran trabajar en el ministerio
evangélico. En muchos sentidos harían mayor bien que los ministros que no visitan la grey de
Dios como deberían. El esposo y la esposa pueden unirse en este trabajo, y deben hacerlo,
siempre que sea posible. El camino está abierto para las mujeres consagradas.—Manuscript
Releases 5:325, 326. { Ministerio Pastoral 88.3; PaM.76.2 }

Siempre que sea posible, permitid que el ministro y su esposa trabajen juntos—El ministro y su
esposa deben salir juntos cuando esto sea posible. La esposa, con frecuencia puede trabajar
junto a su marido cumpliendo una tarea noble. Puede visitar los hogares y ayudar a las dueñas
de casa en una forma como su esposo no podría hacerlo.—El Evangelismo, 358. { MPa 89.2;
PaM.77.1 }

La esposa puede alcanzar a algunas almas, especialmente entre las de su mismo sexo, que el
ministro no puede alcanzar—La esposa del predicador puede hacer mucho bien si quiere. Si
posee el espíritu de renunciamiento, y siente amor por las almas, puede hacer a su lado casi
tanto bien como él. Una obrera en la causa de la verdad puede comprender y alcanzar,
especialmente entre las hermanas, ciertos casos que el predicador no puede alcanzar.
—Obreros Evangélicos, 213. { MPa 89.3; PaM.77.2 }

Si el ministro y su esposa pueden ocuparse juntos en la visitación, debieran hacerlo—Vigilad el


rastro de las almas. Manifestad tacto y habilidad cuando visitáis a las familias. Orad con ellas y
por ellas. Llevadles la verdad con gran ternura y amor, y seguramente tendréis recompensas. Si
el ministro y su esposa pueden ocuparse juntamente en esta obra, debieran hacerlo.—El
Evangelismo, 321. { MPa 89.4; PaM.77.3 }

Consejo a uno que había perdido la autoestima


Jesús lo ama, y me ha dado un mensaje para usted. Su gran corazón de infinita ternura suspira
por usted. Le envía el mensaje de que puede recuperarse de la trampa del enemigo. Puede
recobrar su respeto propio. Puede llegar al punto de considerarse no como un fracasado sino
como un vencedor por medio de la influencia elevadora del Espíritu de Dios y gracias a ella.
Aférrese de la mano de Cristo y no la suelte.—Medical Ministry, 43 (1903). { 1MCP 261.3;
1MCP.259.4 }

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Cultive la autoestima
No es la voluntad de su Padre celestial que continuamente estén bajo tribulación y tinieblas.
Debieran cultivar la autoestima, viviendo de tal modo que sean aprobados por su propia
conciencia, y delante de los hombres y los ángeles [...]. Tienen el privilegio de ir a Jesús y de ser
limpiados, y de estar delante de la ley sin vergüenza y remordimiento. “Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino
conforme al espíritu”. Romanos 8:1. Aunque no debemos pensar
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en nosotros mismos más de lo debido, la Palabra de Dios no condena un debido respeto propio.
Como hijos e hijas de Dios, debiéramos tener una consciente dignidad de carácter, en la cual el
orgullo y la importancia de sí mismos no tienen parte.—The Review and Herald, 27 de marzo
de 1888; Nuestra Elavada Vocacion, 145. { 1MCP 261.4; 1MCP.260.1 }

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