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Diarrea

Los lactantes contraen muchas infecciones y, en consecuencia, presentan muchos cuadros de


diarrea, la que puede tener graves consecuencias. Por eso, para evitarla es indispensable tener
buenos hábitos de higiene, como un buen lavado de manos antes de preparar los alimentos, y
mantener limpios chupetes y mamaderas.

Cuando hay diarrea se debe aumentar el consumo de líquidos, para evitar la deshidratación.
También se debe dar al niño sales para rehidratación oral y mantener su alimentación habitual.
La lactancia materna protege contra la diarrea y no debe suspenderse en caso de presentarla.

Los lactantes menores de seis meses son los que tienen mayor riesgo de deshidratarse cuando
contraen una diarrea.

Displasia de cadera

Cuando no es tratada a tiempo, la displasia de cadera puede provocar dolor, cojera y limitación
de la movilidad. Por eso es fundamental fomentar la detección temprana, idealmente durante
el primer mes de vida.

Esta patología es seis veces más común en mujeres y generalmente es congénita, aunque hay
casos en se desarrolla con el tiempo. Se define como un retardo en el desarrollo de los
elementos que forman la articulación de la cadera, que son el acetábulo de la pelvis y la cabeza
del fémur. En algunos casos esto puede provocar una pérdida de la relación entre ambas
estructuras. Cuando la alteración es parcial se habla de subluxación de cadera y cuando es
total, de luxación.

El diagnóstico se realiza a través de exámenes por imágenes (ecografía durante el primer mes y
luego de los tres meses, radiografía de pelvis). El tratamiento, dependiendo del grado de
displasia, puede ser ortopédico o quirúrgico. Sin embargo, es fundamental que los niños que
han sido tratados sigan teniendo controles periódicos para evaluar su evolución, de manera de
detectar si tienen algún grado de secuela. Existe una relación directa entre la displasia de
cadera y la artrosis.

Epilepsia
La epilepsia se produce por la aparición de descargas eléctricas excesivas de las neuronas, las
que se presentan en forma anormalmente sincronizada. Las manifestaciones van desde las
clásicas convulsiones hasta breves periodos de pérdida de contacto con el medio que,
probablemente, pasen desapercibidas para el resto de la personas. Las crisis epilépticas
pueden presentarse en todas las etapas de la vida.

Existen diversos tipos de epilepsia, algunas de origen genético y otras sintomáticas


(secundarias a lesiones cerebrales como tumores, accidentes vasculares y malformaciones,
entre otros). Todas tienen como factor común manifestarse con crisis epilépticas, pero sus
pronósticos y tratamientos son distintos, por lo que es clave un diagnóstico adecuado.

Esta patología puede afectar, además, en grado variable, aspectos como la salud reproductiva,
la conducción de vehículos motorizados y la actividad laboral. Por eso su manejo debe estar a
cargo de un equipo multidisciplinario de psiquiatras y neuropsicólogos especialistas en
epilepsia.

Escarlatina

Esta enfermedad es causada por una infección en la garganta con bacterias estreptocócicas
beta hemolíticas del grupo A, las cuales generan una toxina que provoca erupciones cutáneas
que al principio aparecen en el cuello y el tórax, y luego se diseminan por el resto del cuerpo.
También se presenta con fiebre alta, dolor de garganta, amigdalitis purulenta, piel áspera a la
palpación, pérdida de apetito, decaimiento, vómitos y dolor de estómago, producto de la
inflamación de los ganglios abdominales.

Sólo puede dar tres veces en la vida, dado que son tres las toxinas del estreptococo capaces de
producirla. Su principal forma de contagio es el contacto cercano con personas infectadas, ya
que se transmite a través de las secreciones respiratorias. El periodo de incubación es entre
uno y siete días.

El tratamiento es el mismo que se utiliza para la infección de garganta por estreptococos, es


decir, prescripción de antibióticos para eliminar la bacteria responsable. Generalmente, se
elige la penicilina o sus derivados, pero en caso de alergias se buscan otras alternativas como
eritromicina. Esto es fundamental para evitar el desarrollo de la fiebre reumática, que es la
complicación más temida en estos casos.

Estreñimiento infantil
Generalmente, el estreñimiento infantil afecta a niños que comen poca fibra, mucha comida
"chatarra" y tienen hábitos evacuatorios no adecuados. Sólo en un pequeño grupo de
pacientes la causa es una alteración en el tubo digestivo bajo u otra patología.

Se puede presentar, por ejemplo, en niños entre los tres y seis meses cuando se les suspende
la leche materna y comienzan a ingerir fórmula láctea. También alrededor de los dos años
cuando se realiza el entrenamiento de hábitos urinarios y fecales para suspender el uso del
pañal.

Si bien la sintomatología es variable dependiendo de la edad, por lo general se manifiesta con


sufrimiento al momento de defecar, debido a deposiciones duras y de gran volumen, además
de disminución de la frecuencia evacuatoria asociada a dolor abdominal. En estos casos es
importante consultar con un especialista, quien generalmente con una historia clínica
detallada y un examen físico completo, puede realizar un diagnóstico adecuado y tomar las
medidas necesarias. Es una enfermedad con altas probabilidades de mejoría

Fiebre

Es muy común que los niños tengan fiebre. La causa más frecuente es la respuesta del
organismo ante una infección (viral o bacteriana).

Cuando sube la temperatura, el cuerpo reacciona poniendo en marcha los mecanismos para
perder calor. Uno de ellos es la transpiración, lo que se traduce en una mayor pérdida de agua.

En niños se recomienda tomar la temperatura de manera axilar, ya que es lo menos invasivo, y


con un termómetro digital. Los convencionales de mercurio tienen el inconveniente de que se
quiebran con facilidad, lo que puede ser peligroso porque el mercurio es tóxico.

Se recomienda un abundante consumo de líquidos, para reponer el agua perdida. Los


medicamentos antipiréticos logran bajar la temperatura, pero no solucionan la enfermedad
que la causa.

Hemangiomas

Se puede nacer con ellos o desarrollarlos durante los primeros meses. No son lesiones
hereditarias, aunque ocasionalmente se publican casos de familias con lesiones vasculares que
se presentan en más de una generación.
Los hemangiomas capilares de la infancia, generalmente, se presentan en el cuello y cara como
un aumento de volumen de tonos rojos y no producen más síntomas, por esto, en la mayoría
de los casos no es necesario seguir un tratamiento especial, pero sí mantener un control para
monitorizar su evolución.

No se deben operar porque son lesiones benignas de evolución clínica muy conocida y se sabe
que se reducen durante los primeros años de vida. Sólo al final de este proceso, si quedara
algún vaso capilar visible o piel sobrante por estiramiento, se hace la corrección
correspondiente con láser o cirugía. En tanto, los de mayor tamaño -o según su ubicación- se
tratan con medicamentos orales. Esto debe hacerse lo antes posible y requiere estricto control
médico para obtener el máximo beneficio y evitar complicaciones. No se conocen formas de
prevención.

Hipertensión arterial

En Chile el 5.6% de la población entre 17 y 24 años presenta este problema y las cifras suben a
medida que la edad aumenta.

En la adultez, algunas de las consecuencias de esta silenciosa enfermedad son la hemorragia


cerebral, la insuficiencia cardiaca y renal, y los infartos.

Los principales factores de riesgo para tener hipertensión son la vida sedentaria, la temprana
adicción al tabaco y la comida rápida. Es por eso que es fundamental cambiar los hábitos,
mantener un control adecuado del peso, reducir la sal de la dieta, hacer ejercicio aeróbico y no
fumar.

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