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Charles McCarthy
Hace solo unos días, Islandia tuvo la oportunidad de marcar su primer gol en la historia de la
copa del mundo. Lo anotaron contra Argentina, una importante nación del fútbol.
Curiosamente, ambos países fueron afectados por su crisis económica más grave a principios
de este siglo. Argentina sufrió su colapso en 2001, de la cual se recuperó con éxito en un
período de una década. Islandia tuvo su propia crisis en 2008, requiriendo el mismo tiempo
para recuperarse por completo. Si bien ambos países compartieron caminos similares, han
tenido cambios drásticos en su liderazgo.
La filtración de Panama Papers a principios de 2016 trajo a los primeros ministros de Argentina
e Islandia al centro de atención, junto con algunos otros trucos impositivos deplorables.
El presidente de Argentina, Mauricio Macri, un rico hombre de negocios, tiene una larga historia
de participación en el crimen organizado, incluidos sus vínculos con el deporte más horrible de
Argentina. Las acusaciones en su contra van desde contrabando, escuchas telefónicas ilegales
y evasión de impuestos hasta fraudes sin cuartel. Sus empresas aún deben millones en
impuestos y deudas al Estado argentino, principalmente en conexión con la quiebra del servicio
postal del país. Recientemente, intentó condonar esas deudas, sin éxito.
Argentina, por otro lado, ha tomado el camino de la economía del goteo, una teoría que no solo
es moralmente corrupta, sino que también ha demostrado ser inútil para cualquier nación que
intente aplicarla. Sorprendentemente, uno de los oponentes vocales más fuertes de esta teoría
económica no es otro que el Papa, un argentino.
En esencia, esta teoría sugiere que reducir los impuestos a los ricos, como Argentina ha hecho
durante los últimos 2 años, generará crecimiento económico. Para colmo de males, la
administración de Argentina también eliminó los subsidios para la clase trabajadora,
destruyendo efectivamente el equilibrio que permitió el crecimiento de la economía del país.
Después de menos de 3 años en el cargo, el impacto de estas políticas obligó al país a solicitar
desesperadamente ayuda del FMI.
No hace falta ser un genio para saber que una cadena es tan fuerte como su eslabón más
débil. La sociedad islandesa lo sabe demasiado bien, sin embargo, la mayoría de la sociedad
argentina parece ignorar este simple hecho.
Sobre el Autor:
Un profesor de derecho, que no es tímido para tener un debate acalorado, bajo las reglas
comunes de respeto y dentro de los límites de la verdad. Un analista, cuyas opiniones se basan
en hechos. Un hombre experimentado que desea dejar un mundo mejor que el que encontró.