Вы находитесь на странице: 1из 4

¿En qué consiste el “nuevo” delito de trabajo forzoso?

Por Sergio Quiñones Infante - 10 Marzo, 2017 569 0

http://ius360.com/columnas/sergio-quinones/en-que-consiste-el-nuevo-delito-de-trabajo-
forzoso/

Durante más de 25 años, desde la promulgación del Código Penal en el año 1991, el delito de trabajo
forzoso en el Perú consistió en obligar a otra persona, mediante violencia o amenaza, a prestar
trabajo personal sin la debida retribución, sancionándose dicha conducta con una pena privativa de
libertad no mayor de dos años (artículo 168).

Como quedó posteriormente evidenciado a través de diversos estudios [1], la tipificación antes
descrita no solo resultaba ineficaz por su pena poco disuasiva, sino -sobre todo- inaplicable a una
realidad como la peruana, en la que la gran mayoría de manifestaciones de trabajo forzoso
identificadas suponían el pago de una retribución a la víctima.

En efecto, sobre lo primero, debemos recordar que en nuestro ordenamiento penal vigente una
pena privativa de libertad no mayor de cuatro años (como era el caso del trabajo forzoso) puede ser
suspendida por el juez, de modo tal que el agente responsable del delito nunca llega a ser
encarcelado efectivamente [2].

Y sobre lo segundo, hacemos énfasis en que la mayoría de víctimas de trabajo forzoso que se han
logrado identificar en nuestro país se encuentra vinculada a actividades como la tala ilegal de la
madera y la minería ilegal [3]; actividades en las que predomina el sistema de “peonaje o
servidumbre por deudas”, a través del cual el delincuente entrega mediante engaños anticipos
sobrevalorados de salario, alimentos o herramientas, obligando con ello a las víctimas a endeudarse
y a permanecer en un círculo vicioso de trabajo forzado para pagar dichos anticipos.

En definitiva, en la medida en que en el Perú las víctimas de trabajo forzoso sí venían recibiendo una
“retribución” (aunque fraudulenta y sobrevalorada), la formulación original de tipo penal nunca iba
a materializarse.

Así, la tipificación deficiente antes descrita condujo en los últimos años a que organismos
internacionales como la OIT y la Relatora Especial sobre formas contemporáneas de esclavitud de
Naciones Unidas formularan sendas recomendaciones al Estado peruano a fin de adecuar su
legislación penal con el propósito de garantizar una sanción eficaz contra el delito de trabajo
forzoso.
Este es, en nuestra opinión, el contexto que explica y justifica la necesidad del cambio legislativo
operado mediante el Decreto Legislativo N° 1323, a través del cual se ha incorporado al Código Penal
el artículo 168-B que regula un “nuevo” delito de trabajo forzoso, ilícito penal que consiste ahora
en someter u obligar a otra persona, a través de cualquier medio o contra su voluntad, a realizar un
trabajo o prestar un servicio, sea retribuido o no, y que se reprime con una pena privativa de libertad
no menor de seis ni mayor de doce años[4].

Al respecto, apreciamos, en primer lugar, que la nueva tipificación recogida en el artículo 168-B del
Código Penal reconoce acertadamente que el trabajo forzoso remunerado también constituye un
delito, permitiendo con ello que se persigan y sancionen prácticas de servidumbre por deudas que
afectan a un significativo número de víctimas en actividades como la tala y minería ilegales.

Un segundo aspecto positivo es que la pena se ha incrementado sustantivamente, pasando ahora a


ser de entre 6 y 12 años, es decir, conlleva necesariamente prisión efectiva para el agente
responsable del delito. Y, en tercer lugar, se reconoce un conjunto de elementos agravantes de la
pena, que se vinculan tanto a la calidad del agente, a la edad de la víctima como a si el delito es
consecuencia de trata de personas

Ahora bien, reconociendo la necesidad y los aciertos del cambio operado mediante el Decreto
Legislativo N° 1323, no podemos desconocer que a partir de aquél ha surgido en días recientes una
controversia legal respecto a si obligar a un trabajador a realizar horas extra puede calificar -o no-
como el “nuevo” delito de trabajo forzoso.

Es decir, si aquella situación en la que un empleador impone la realización de horas adicionales a la


jornada ordinaria bajo la amenaza de una sanción contra el trabajador -que puede ir desde la
amonestación hasta el despido-, podría configurar un delito por el cual el jefe o gerente de dicho
trabajador pueda ir a la cárcel.

Aunque reconocemos que el tema no es pacífico, nuestra posición es que la imposición de horas
extra no configura el delito de trabajo forzoso previsto en el 168-B del Código Penal, tanto por la
naturaleza de ultima ratio (intervención mínima) del derecho penal como por el bien jurídico que se
protege.

Ciertamente, el delito de trabajo forzoso reprime penalmente situaciones de grave afectación a la


libertad de trabajo de las personas (explotación laboral por trata o servidumbre por deudas),
situaciones que no se configuran con la imposición de horas extra, imposición que -en todo caso-
presupondría la existencia de un vínculo laboral formal y consentido[5]. Ello, además, queda
corroborado cuando el propio TUO de la Ley de Jornada de Trabajo, Horario y Trabajo en
Sobretiempo, aprobado por Decreto Supremo Nº 007-2002-TR, explícitamente señala que la
imposición del trabajo en sobretiempo será considerada una infracción muy grave de carácter
administrativo (artículo 9).

De otro lado, resulta indispensable precisar que el bien jurídico protegido por el tipo penal es el
derecho constitucional a la libertad de trabajo, es decir a la libre determinación del individuo para
decidir autónomamente si trabaja o no trabaja, así como para abandonar libremente un trabajo[6].
Así las cosas, resultaría incoherente sostener que la imposición de horas extra podría afectar dicha
libertad de trabajo, dado que la “amenaza de sanción o pena” por la cual se obligaría al trabajador
a realizar el sobretiempo sería -en el más grave de los casos- el despido; esto es, la pérdida del
empleo (y no forzarlo a seguir trabajando).

Como resulta lógico, si la “amenaza de perder el empleo” fuera considerada legalmente como el
factor determinante a través del cual se coacciona u obliga a otra persona a trabajar, pues entonces
no existirían trabajos libres, sino que todo trabajador subordinado y dependiente económicamente
de su empleo sería un trabajador forzoso; lo cual, a todas luces, resulta jurídicamente insostenible.

Finalmente, cumplimos con reiterar que la imposición de horas extra supone la vulneración al
derecho constitucional a la jornada máxima, cuyo desarrollo legal establece que el sobretiempo es
siempre voluntario y retribuido; sin embargo, dicha imposición no constituye en nuestra opinión un
ilícito penal, sino una infracción administrativa muy grave sancionable con una multa por parte de
SUNAFIL y acarrea el pago de la sobretasa del 100% en favor del trabajador.

FUENTE DE IMAGEN: https://i.ytimg.com

[1] Cfr.: OIT (2005). El Trabajo Forzoso en la extracción de la madera en la Amazonía peruana.
Elaborado por Eduardo Bedoya Garland y Álvaro Bedoya Silva-Santisteban. Lima: Oficina
Subregional para los Países Andinos, 41 p.; y, Naciones Unidas. A/HRC/18/30/Add.2 Informe de la
Relatora Especial sobre las formas contemporáneas de la esclavitud, incluidas sus causas y
consecuencias, Gulnara Shahinian. Misión al Perú. 15 de agosto de 2011.

[2] Artículo 57.1 del Código Penal.

[3] Cfr.: II Plan Nacional para la Lucha Contra el Trabajo Forzoso 2013-2017, aprobado mediante
Decreto Supremo N° 004-2013-TR.; SANZ, Teodoro. (2015). Caracterización de las condiciones de
trabajo forzoso en la minería de oro en Madre de Dios y una aproximación a los factores de riesgo.
Lima: OIT, 46p.; y, MUJICA, Jaris (2015). Precariedad y trabajo forzoso en la extracción de madera.
Un estudio en espacios rurales en la Amazonía peruana. Lima: OIT, 50p.

[4] Nótese que estamos acotando nuestro análisis a los elementos básicos del tipo penal, sin
ahondar en los agravantes que el propio artículo 168-B prevé.

[5] De allí que, en nuestra opinión, resulte inviable “fraccionar” la prestación del servicio del
trabajador en una primera “etapa”-dentro de la jornada- que sería libre y en otra “etapa” -horas
extra- que sería forzosa.

[6] Cfr.: II Plan Nacional para la Lucha Contra el Trabajo Forzoso 2013-2017, aprobado mediante
Decreto Supremo N° 004-2013-TR.; QUIÑONES, Sergio (2007). La libertad de trabajo: vigencia de un
derecho y principio fundamental en el Perú. Lima: Palestra, pp. 186-188.

Вам также может понравиться