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EL ARTISTA SUFICIENTEMENTE BUENO. Donald Kuspit.

Hay dos tipos de artistas de vanguardias : reeducador y personalista. Son las caras
opuestas de la misma moneda. El reeducador se sitúa entre los revolucionarios del s.XX, los
visionarios que proponen destruir el mundo heredado, con sus miserias y proponer uno valiente,
nuevo. El personalista sostiene que el arte es una forma especial de sufrimiento. Se ofrece a si
mismo como víctima ejemplar. El reeducador nos situa en relación crítica con el mundo
prometiendo la salvación de éste a través del arte. Y el personalista nos sitúa en relación crítica
con el yo, prometiendo la salvación de éste a través del arte.
Ambos son modos de “ser artista” que se han institucionali-zado. Serlo ya no significa
tener una vocación, sino una carrera, se han vuelto estereotipos autocomplacientes en los
últimos tiempos.
Kuspit plantea un nuevo modelo de artista, que debe renunciar a la idea del artista
como héroe, como poseedor de un “excedente de ser” que perdura más allá de la existencia
humana. La condición previa es el aislamiento creado por la falta de éxito en el seno de
la corriente dominante. El aislamiento generado por no ser un artista personalista o reeducador
puede conducir a una depresión, pero también puede llevar a la creación de arte
suficientemente bueno.
El a. s. bueno renuncia al sentimiento de omnipotencia de sus ideas artísticas, propio
del artista de vanguardia. El a. s. bueno se apoya tanto en el sentido de su propia exclusividad
como en el dominio del mundo (el mundo no es amigo ni enemigo, sino espacio en el que
autorrealizarse, o sea, autodiferenciarse o individualizarse) con el que intenta encontrar una
forma satisfactoria, crítica e íntima a la vez, de relacionarse.
El a.s.bueno, acepta el hecho de que uno es siempre, en cierto sentido, parte de la
sociedad -lo cual no dificulta tanto una relación crítica con ella-, a diferencia del artista reedu-
cador, que arrasa con sus conclusiones.
El artista de vanguardia cree que la sociedad nunca es suficientemente buena mientras que
el a.s.bueno no considera que eso impida producir un arte s.bueno, así como un entorno o
sociedad alternativa.
El a.s.bueno se acepta a sí mismo. Se autoacepta y tiene conoci-miento de la autolimitación.
El arte suficientemente bueno supone un intento de recobrar el propósito
genéricamente humano del arte. Las consideraciones estilísticas son secundarias para el
a.s.bueno, para quien lo prioritario es mantener un contacto simbólico con el auténtico yo, en el
sentido de Winnicot. El intento de equilibrar dialéc-ticamente el yo auténtico y el falso implica
una crítica social, no punitiva, sino transicional. El a.s.bueno está en una incesante transición
entre la sociedad y él mismo. Una relación reversible que no depende de ningún estilo en
particular.
Creer en el poder global del arte para la transformación del yo y del mundo, es
concederle una identidad noble pero bastante irreal, en vez de esto es mejor, concebir el arte
como un modo de transición o mediación entre el yo y el mundo. Es un asunto muy
circunstancial, en el sentido de Ortega y Gasset.

El a.s.bueno está en una perpetua transición hacia la circunstancia local. La obra de


arte, es una manera de relacionar la realidad subjetiva con la realidad compartida.
Gran parte del arte suficientemente bueno tiene un profundo interés por la naturaleza
que, desde el romanticismo se ha vuelto un signo de añoranza del entorno suficientemente
bueno, trayendo consigo la sensación de ser un yo suficientemente bueno, que la sociedad
moderna no ha conseguido crear, a pesar de todas sus promesas.
Dewey escribe : “para percibir algo, un espectador debe crear su propia experiencia”,
experiencia a la que Winnicot se refiere como “zona de ilusión”, donde se relacionen los
mundos interior y exterior. El arte trata del carácter de la relación entre estos dos mundos.

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