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Los mejores planos de fundación son las rocas, las gravas apisonadas o simplemente, la
base de un camino antiguo En tales casos, el resto de la carretera (el pavimento) puede
construirse directamente sobre esas bases. Pero esto no es frecuente, y los terrenos sobre
los que se va a construir la carretera no tienen condiciones apropiadas para soportar el
tránsito.
En efecto, bajo el peso del tráfico, el terreno suele ceder, comprimiéndose, y entonces
aparecen grietas en el pavimento. En tiempo seco, el suelo se comprime y se cuartea,
con resultados desastrosos; en tiempo húmedo, las filtraciones de agua son causa de que
el suelo se debilite y no resista las cargas a que está sometido.
Antes de construir una nueva carretera es necesario tomar muestras del suelo, a lo
largo de la ruta proyectada. Las muestras, debidamente empaquetadas en envases
herméticos, se envían al laboratorio para proceder a su análisis. Allí se investiga la
composición del suelo, junto con otras propiedades, tales como su compresibilidad, su
cohesión, su permeabilidad y su plasticidad. Teniendo en cuenta estos resultados, el
ingeniero de caminos decide entonces el modo de mejorar la calidad del plano de
fundación.
Por otra parte, mediante muchos otros experimentos se averigua el espesor necesario del
pavimento, para soportar el tránsito previsto. De este modo, se construye una carretera
eficaz con el mínimo costo.
Los ingenieros de caminos pueden recurrir a dos procedimientos para mejorar un plano
de fundación: estabilizarlo o hacerlo más compacto. La estabilización consiste en
preparar un subsuelo que no resulte afectado por los cambios de humedad; es decir, que
el terreno no se deseque ni se inunde. Para corregir los excesos de agua se realiza un
eficaz sistema de drenaje. Los suelos débiles pueden reforzarse mezclándolos con otros
materiales: por ejemplo, arena y grava mezclados con arcilla. En algunos casos se añade
un material de unión, tal como alquitrán o cemento, lo que proporciona excelentes
resultados desde el punto de vista de la permeabilidad y de la resistencia a la
deformación.
Para hacer más compacto el subsuelo se utilizan, como es bien conocido por todos, las
apisonadoras, que comprimen el terreno, haciendo que sus partículas se junten, con lo
que se consigue un plano de fundación más resistente. No es probable que el tráfico
ocasione luego una compresión mayor que la sufrida inicialmente. Es muy importante
que el terreno que constituye el fundamento de una carretera presente propiedades
uniformes. Cualquier carga trasmitida al pavimento debe repartirse por igual, de forma
que no aparezcan puntos débiles.
Usualmente, este proceso se efectúa sobre la obra: se remueve el subsuelo, se añaden los
materiales de aporte, se mezcla bien, y se extiende la mezcla de modo uniforme.
EL PAVIMENTO
Una vez que el plano de fundación ha sido debidamente preparado, puede procederse a
la construcción del pavimento, del que hay dos tipos: pavimentos rígidos de hormigón
y pavimentos flexibles bituminosos. La elección de uno u otro tipo depende, en
especial, de factores económicos. Si junto a la obra existe buena piedra, son preferibles
los pavimentos bituminosos. En su defecto, han de preferise los pavimentos de
hormigón.
Esta base presta a la carretera un soporte adicional y, además, la protege de las heladas;
es un material tan compacto que resiste los efectos del agua. Cualquier movimiento que
se produzca por debajo, debido a la expansión del agua al helarse, queda amortiguado
en esa capa.
Con un plano de fundación normal se necesita una base de sólo 8 cm., y una capa de
hormigón de 25 cm. Los pavimentos bituminosos flexibles constan de un plano de
fundación, una sub-base, una base y, finalmente, la superficie, pero les falta la rigidez
de las carreteras de hormigón.
El peso del tránsito se distribuye con uniformidad a través de las distintas capas. A
partir de la resistencia del plano de fundación se calcula aquí, igualmente, el espesor
necesario. La sub-base equivale, en realidad, a la base de las carreteras de hormigón.
El material que la integra se compone de grava, piedra molida, etc.; es decir, material
muy duro, resistente a la acción de las heladas. La base está formada por partículas
granulares, unidas con cemento o alquitrán.
La superficie de una carretera no debe ser deslizante, sino que, por el contrario, los
neumáticos deberán agarrarse sobre ella. Debe estar limpia y ha de ser uniforme. Antes,
las carreteras de hormigón eran inferiores a las bituminosas, respecto de las condiciones
enumeradas.
Las carreteras flexibles llevan una capa de asfalto o de “macadam” (tarmac). El asfalto
se prepara con piedras relativamente grandes, embebidas en alquitrán.
El “macadam” se hace con piedras más pequeñas, en contacto unas con otras y unidas a
la carretera por una capa de alquitrán. Aunque el “macadam” es más económico, la
resistencia elástica del asfalto se suma a la resistencia total de la carretera. Por otra
parte, el asfalto es más resistente al agua. Una investigación cuidadosa de los más
pequeños detalles mejora la calidad de las superficies de las carreteras. La elección de la
piedra a utilizar es muy importante; ciertos tipos de piedra se desgastan con facilidad y
no proporcionan un buen agarre a la superficie.