Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
PROYECTO DIPECHO
“REDUCCIÓN DE LA VULNERABILIDAD FRENTE A RIESGOS DE
INUNDACIÓN EN DOS ÁREAS HOMOGÉNEAS PILOTO DE LA COSTA
ECUATORIANA ORIENTADO A LA FORMULACIÓN DE UN MODELO
SOSTENIBLE DE COORDINACIÓN INSTITUCIONAL PARA LA
PREVENCIÓN Y ATENCIÓN DE DESASTRES”
GUSTAVO WILCHES-CHAUX
Abril, 2005
INDICE
PRESENTACIÓN ........................................................................................................................ 3
ACLARACIÓN Y AGRADECIMIENTOS ................................................................................. 4
INTRODUCCIÓN. LA COMUNICACIÓN SOCIAL: UN COMPROMISO POLÍTICO ........... 5
PRIMER TRECHO. LOS PROCESOS DE LA NATURALEZA Y LA COMUNIDAD ............ 9
SEGUNDO TRECHO. INGREDIENTES PARA PREPARAR UN DESASTRE ..................... 18
TERCER TRECHO. ¿QUÉ CAUSÓ EL DESASTRE DE DICIEMBRE 2004 EN EL
PACÍFICO SUR?........................................................................................................................ 33
CUARTO TRECHO. MATRIMONIOS INSOSTENIBLES E INDISOLUBLES EN LAS
PROVINCIAS DE MANABÍ Y LOS RÍOS ............................................................................... 35
QUINTO TRECHO. ¿QUÉ ES GESTIÓN PARTICIPATIVA DEL RIESGO? ........................ 37
SEXTO TRECHO. RETOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA COMUNICACIÓN EN LA
GESTIÓN PARTICIPATIVA DEL RIESGO ............................................................................ 41
SÉPTIMO TRECHO. CÓMO DEBE SER LA INFORMACIÓN PARA SER ÚTIL ................ 48
OCTAVO TRECHO. LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN SOCIAL EN
SITUACIONES DE DESASTRE ............................................................................................... 51
ANEXO 1 ................................................................................................................................... 56
GLOSARIO ................................................................................................................................ 64
2
PRESENTACIÓN
Con esta guía se busca ofrecer a los comunicadores algunas pistas para el manejo
de la información en el caso de emergencias y contribuir a una gestión participativa o
manejo conjunto del riesgo. La guía presenta un conjunto de datos sobre los
procesos naturales que, sumados a aquellos desarrollados por los seres humanos,
pueden llegar a constituir amenazas, vulnerabilidades, riesgos y desastres. Los
desastres no surgen de la nada, de manera espontánea. Por el contrario, son
procesos que se van gestando de manera gradual, como consecuencia de la
interacción entre las dinámica de la naturaleza y de las comunidades que se
relacionan con ella. Por eso se afirma que los desastres constituyen “construcciones
sociales”.
La guía no pretende sustituir los protocolos que establecen las autoridades para el
manejo y difusión de la información oficial en momentos de emergencia. Lo que
busca es ofrecer a lo/as periodistas y comunicadore/as un conocimiento sobre dichos
protocolos, a fin de que cuenten con materia prima adecuada para llevar a cabo su
misión.
3
ACLARACIÓN Y AGRADECIMIENTOS
En especial nos hemos basado en los resultados de un trabajo elaborado por varios
integrantes de LA RED –conjuntamente con otras empresas consultoras- en
República Dominicana, y en otro elaborado con Conservation International Colombia
en el humedal de Tibabuyes en Bogotá.
Estamos seguros, sí, de que el principal aporte a la gestión del riesgo en esta región
del Ecuador –el que aterrizará la cartilla y la particularizará- lo llevarán a cabo los
periodistas, comunicadores y comunicadoras a quienes va dirigida, cuando
confronten su contenido con las realidades que conocen y viven diariamente en las
provincias de Manabí y Los Ríos.
El autor les agradece con anticipación a ellos y a ellas todo lo que le puedan enseñar
a partir de la discusión de la cartilla, como le agradece al Consorcio
CISP/CRIC/TerraNuova esta nueva oportunidad para acompañarlos en el propósito
de alcanzar un mundo mejor. Con el CISP –y particularmente con Marco Antonio
Giraldo- ya hemos tenido la feliz oportunidad de trabajar con ese mismo objetivo en
el pasado y de “descubrir” conjuntamente el significado de varios de los conceptos
que aparecen aquí.
Gustavo Wilches-Chaux
Marzo 31 de 2005
4
INTRODUCCIÓN. LA COMUNICACIÓN SOCIAL: UN COMPROMISO
POLÍTICO
Y, en caso de que existan distintas interpretaciones sobre unos mismos hechos, sin
tomar partido por ninguna de esas interpretaciones; sin permitir que en lo que
informamos -y en la manera como lo informamos- intervenga nuestra propia
subjetividad.
Lo cual, por supuesto, en la mayoría de los casos resulta ilusorio, porque ¿cómo
puede una persona renunciar a su subjetividad? ¿Cómo podemos ejercer oficios
como el periodismo y la comunicación social reclamando “objetividad”, cuando hoy
hasta “ciencias exactas” como la física cuántica reconocen que la subjetividad del
observador forma parte del fenómeno observado y es capaz de transformar eso que
llamamos “realidad”?
5
Trata de recordar el rostro del hombre más pobre y desvalido que hayas
conocido y pregúntate si lo que vas a hacer le puede resultar útil a ese
individuo.
¿Podrá sacar de eso algún provecho? ¿Le devolverá cierto control sobre su
vida y su destino? En otras palabras ¿lo que vas a hacer contribuirá al
Swaraj o autonomía de los millones de compatriotas que mueren de hambre
material y espiritual?
¿Por qué –se preguntarán- tomamos esta cita de Gandhi como brújula de la
politización que estamos proponiendo?
En primer lugar, porque entendemos que nuestra condición de seres sociales incluye
–o debería incluir- la condición de seres políticos, es decir, de personas con una
cierta imagen ideal de lo que queremos que sea la sociedad en donde nos
corresponde vivir y de la sociedad que queremos dejarles como herencia a nuestros
descendientes. Pero sobre todo, de seres con voluntad y capacidad para enrutar la
sociedad hacia ese ideal que anhelamos. Esa voluntad y esa capacidad (que Gandhi
llama “control sobre su vida y su destino”) constituyen, en esencia, la política.
En segundo lugar, porque como lo afirma Elena Martínez, Directora del PNUD para
América Latina y el Caribe, al presentar un estudio sobre el estado de la Democracia
en la región, “hubo un momento, no lejano, en que muchos creyeron que la política
había muerto; el mercado impersonal y el saber tecnocrático se encargarían de
llevarnos al desarrollo. Pero el mercado supone la seguridad jurídica que dan las
instituciones. Y la tecnología no dice para qué ni para quién, sino cómo. Por eso en
los últimos años, los economistas y las agencias de desarrollo han vuelto la mirada
sobre las instituciones, sobre las opciones y sobre los conflictos. Vale decir: han
vuelto a descubrir la política (aunque prefieren no decirlo).” 1
1
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD, “La Democracia en América Latina –
Hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas”. Director del Proyecto: Dante Caputo. (2004).
Página 15
6
En concreto, los datos obtenidos por ese Informe indican que:
7
comunidades humanas y los ecosistemas de los cuales formamos parte o con los
cuales sostenemos cualquier tipo de interacción.
8
PRIMER TRECHO. LOS PROCESOS DE LA NATURALEZA Y LA
COMUNIDAD
La enorme cordillera de los Andes, con los altísimos picos –hoy nevados- que
constituyen una de las características más visibles de los países andinos, alguna vez
estuvo bajo el mar.3
Hace unos 25 millones de años (que no es tanto tiempo si tenemos en cuenta que la
corteza de la Tierra “se enfría” hace 4.600 millones de años), comienza una enorme
actividad volcánica en la región. Al principio son “islas” que afloran sobre la superficie
del mar, al igual que hoy lo hacen las islas volcánicas del archipiélago de Hawai, que
seguramente, algún día, formarán una cordillera emergida en el Océano Pacífico.
3
Una muy buena descripción de los procesos que conformaron el continente suramericano y la
cordillera de los Andes se encuentra en:
http://www.lateinamerika-studien.at/content/natur/naturesp/naturesp-titel.html
9
El primero se estabilizó hace unos 1.800 millones de años y el segundo hace unos
2.100 millones de años. En el escudo guyanés se encuentran las rocas más antiguas
del continente suramericano, con 3.800 millones de años.
Esa arruga –la cordillera de los Andes- también es “reciente”. Con decir que hasta
hace apenas 12 millones de años el río Amazonas, que hoy desemboca en el
Atlántico, corría de oriente a occidente y desembocaba en el Pacífico. El
levantamiento de los Andes sólo comenzó hace 10 a 12 millones de años y las
grandes montañas andinas apenas alcanzaron su altura actual hace unos 3 a 4
millones de años. Es posible que el levantamiento de las montañas no supere los 2 o
3 milímetros anuales, pero en un lapso de 2 a 3 millones de años eso representa la
altura de los picos más elevados de los Andes. De hecho, en esta cadena
montañosa (entre Chile y Argentina, en la Puna de Atacama) se encuentran los dos
volcanes más altos del mundo –el Ojos del Salado (6.880 msnm) y el Llullaillaco
(6.723 msnm). Y en los Andes se encuentran el Chimborazo (6.310 msnm) y el
Cotopaxi (5.897). Y picos como el Aconcagua (6.959 msnm), la mayor altura en el
continente americano. Y hacia abajo, frente a los Andes centrales, se hunde una
profunda fosa oceánica, de 8.000 metros de profundidad, mil metros menos que la
altura de Everest.
A nosotros, los seres humanos, esas alturas nos parecen enormes. Pero tampoco lo
son tanto si las comparamos con el radio de la Tierra que, precisamente en el
ecuador, tiene 6.378 kilómetros de largo. Es decir, casi mil veces más que la altura
10
del Chimborazo. E incluso, esas montañas no parecen tan altas si las comparamos
con los 70 kilómetros que tiene como espesor promedio la corteza de la Tierra en los
Andes centrales. (Si la altura del Chimborazo fuera equivalente al grosor de una hoja
de papel bond, la corteza terrestre tendría un espesor de 20 hojas y la distancia
desde la punta de esa montaña hasta el centro de la Tierra equivaldría a dos resmas
de papel de quinientas hojas cada una).
Desde hace unos 3.500 millones de años, la vida vegetal primero, y posteriormente
la animal, ha habitado este planeta. Seres vivos en el sentido más convencional de
la palabra, fueron testigos de la división de Pangea, y de las posteriores
subdivisiones de Laurasia y de Gondwana (cuya porción principal, precisamente,
estaba constituida por el escudo brasileño).
Seres vivos habitaron los fondos de los mares cuando este continente estuvo
cubierto por agua. Seres vivos acompañaron el surgimiento de las cordilleras, las
erupciones volcánicas, la aparición de las fosas interandinas y su posterior “llenado”
por materiales piroclásticos. Como es de suponer, muchísimas especies animales y
vegetales se extinguieron y otras se fueron transformando y adaptando a las nuevas
condiciones ambientales. La vida tenía entonces al tiempo como su principal aliado.
Millones de años para evolucionar a través de la estrategia del error y del ensayo.
Cuando llegaron a este continente los primeros seres humanos, formaban parte de
su fauna los mastodontes, los caballos americanos y pequeños mamíferos, como los
curíes o cuyes. Nuestros congéneres se encargaron de exterminar a los primeros.
Sobrevivieron los cuyes. Ya en nuestros antepasados remotos se encontraban esos
instintos depredadores que nosotros hemos heredado.
Desde la llegada de los españoles hasta ahora apenas han transcurrido un poco más
de 500 años, algo así como 25 generaciones. En términos geológicos (frente a los
4.600 millones de años, edad posible de la Tierra, o frente a los 12 millones de años
que lleva el proceso de levantamiento de los Andes), 500 años son apenas una
fracción mínima de instante.
11
Y también es muy poco frente a los 12 mil años transcurridos desde la llegada de los
primeros seres humanos a lo que hoy es el territorio suramericano (3 años frente a la
vida de una persona de 60).
En ese corto tiempo transcurrido desde el primer encuentro de los europeos con los
americanos, se ha transformado de manera radical este continente. Hace unos 300
años el tráfico de esclavos volvió a unir a América con el África (dos continentes
separados hace 90 millones de años por la tectónica de placas).
Y como esos otros no han construido sus sociedades ni sus modelos de “desarrollo”
ni en general sus culturas para adaptarse a la dinámica de ecosistemas tropicales4
como los nuestros, sino de conformidad con sus propios ecosistemas, esos modelos
no nos cuadran del todo.
4
Aunque hoy nos reconocemos como países “tropicales”, en sentido estricto somos países
intertropicales –es decir: situados en la franja de la Tierra comprendida entre los Trópicos de Cáncer
al norte y de Capricornio al Sur- y más exactamente países ecuatoriales, por tener nuestros
territorios ubicados sobre el ecuador terrestre, esa línea imaginaria que divide en dos hemisferios al
planeta. Como se sabe, la dinámica de los ecosistemas en esta parte de la Tierra difiere de manera
notable de la dinámica de los ecosistemas pertenecientes a las latitudes templadas.
12
Un ejemplo sencillo e “inofensivo” nos sirve para ilustrar este concepto: aún en las
poblaciones más calurosas de nuestros países tropicales, en Navidad solemos
disfrazar a alguien de Papá Noel o de Santa Claus, y solemos adornar los árboles
con nieve de algodón o de material sintético, con el objeto de superar esa
“deficiencia” que hace que en esta parte del mundo no caiga nieve en diciembre,
como sí ocurre en los países más desarrollados.
Pero existen otros ejemplos más dramáticos: cuando las mitologías precolombinas
que consideraban sagradas las lagunas y las corrientes de agua, fueron
reemplazadas por las creencias cristianas en la región indígena de Tierradentro (en
el suroccidente de Colombia), y como consecuencia de esto se alteraron los
patrones de apropiación del territorio y se comenzaron a construir pueblos junto a los
ríos y quebradas, las crecientes y los flujos de lodo (o “avalanchas”) que constituyen
fenómenos naturales de común ocurrencia en esa región del suroccidente de
Colombia, automáticamente se convirtieron en amenazas, capaces de generar
desastres como el que afectó al cañón del Paez en junio de 1994.
Y otro más reciente: en los parques nacionales naturales situados en las zonas
afectadas por el tsunami que golpeó al Pacífico Sur en diciembre de 2004, no
encontraron cadáveres de elefantes ni de tigres ni de otras especies silvestres,
aparentemente porque esos animales fueron capaces de identificar y de responder
adecuadamente a las señales de la naturaleza que alertaban sobre la inminencia del
fenómeno que causó la muerte de casi 300 mil seres humanos. Lo mismo sucedió
con las comunidades “primitivas” que supieron escuchar e interpretar el
comportamiento de las aves y que tuvieron manera de huir a tiempo de las zonas
costeras. Una gran parte de las víctimas mortales del tsunami se encontraban en
zonas “desarrolladas” de las costas afectadas, en donde la cultura dominante había
perdido casi totalmente la capacidad de “comunicarse” realmente con la naturaleza
circundante.
Hoy, de 6.300 millones de seres humanos que habitamos este planeta, cerca de
5.000 millones lo hacemos en cabeceras urbanas; por lo menos la mitad de la
población mundial está concentrada en las grandes ciudades. Es decir, que más que
hablar de especie humana, deberíamos hablar de especie urbana. Las ciudades,
indudablemente, nos aportan muchos beneficios, aparentes y reales: no en vano nos
aglomeramos en ellas.
Pero no todas las personas que dejan los campos para irse a vivir a las ciudades
están en condiciones de ocupar lugares adecuados para la vivienda o para el
trabajo. Quienes han estudiado el caso de La Paz, la capital de Bolivia, afirman que
el 70 por ciento del territorio que ocupa esa ciudad de cerca de un millón de
habitantes, no es apto para ser habitado.
13
En ciudades como Medellín, en Colombia, se calcula que unas 25 mil personas (de
un total de un millón 800 mil habitantes) se encuentran en situación de “alto riesgo
no recuperable”. Esta situación se ha agravado en los últimos años con la creciente
afluencia a los barrios marginales de Medellín de los desplazados por la violencia en
las zonas rurales.
La ciudad de Bogotá (que hoy ocupa un área de casi 70.000 hectáreas) comenzó el
siglo XX con 50.000 hectáreas de humedales y lo terminó con 800. En menos de
cien años se “urbanizaron” (esto es: se sepultaron en ladrillo y cemento) 49.200
hectáreas de humedales, cuyo “fantasma” sigue presente bajo el pavimento y se
puede hacer sentir, por ejemplo, si las ondas de un sismo en la Costa Pacífica, a 400
kilómetros de distancia, llegan a esos terrenos desecados, en donde tendrían un
efecto de “amplificación”, como el que se registró en Ciudad de México en 1985,
como resultado de un terremoto con epicentro en el Pacífico, a 350 kilómetros de
distancia.
De conformidad con estudios recientes, cerca del 19% de los habitantes del Distrito
Metropolitano de Quito (aproximadamente 350.000 personas) se encuentran en
situación de vulnerabilidad elevada a muy elevada. “Se observa al mismo tiempo que
aunque la proporción de población fuertemente vulnerable es comparable en Quito y
en el resto del Distrito, no ocurre lo mismo con la proporción de la población poco
vulnerable, siendo esta mucho menor fuera de Quito, lo que subraya las diferencias
espaciales existentes. A nivel del Distrito, es sobre todo fuera de Quito donde se
encuentran las mayores vulnerabilidades de la población, acumulándose una
vulnerabilidad sociodemográfica elevada, una limitada accesibilidad y una alta
exposición a las amenazas. Estos espacios, situados en las márgenes del Distrito,
están en general poco poblados pero el aumento probable de su población hace
pensar en graves problemas en el futuro si no se contemplan medidas de reducción
de su vulnerabilidad.”5
5
D’Ercole, Robert y Metzger, Pascale, “La vulnerabilidad del Distrito Metropolitano de Quito”.
Municipio del Distrito Metropolitano de Quito – Dirección Metropolitana de Territorio y Vivienda, Institut
de Recherche pour le Développement. Quito, 2004.Página 252.
14
La costa caribe colombiana se consideraba casi totalmente ajena a la amenaza de
los huracanes, a pesar de que en 1988 el huracán Joan hizo grandes estragos en la
ciudad de Cartagena (estragos que, analizados cuidadosamente, se podían “leer”
como esfuerzos de la naturaleza por recuperar lo que el proceso de urbanización le
había quitado a la bahía. El huracán abrió bocas que habían sido selladas, volvió a
llenar humedales desecados, recobró terrenos de playa que habían sido
pavimentados). La temporada de huracanes del año 2004 no solamente superó a
otras temporadas en cuento a número de organismos tropicales (14 tormentas y 9
huracanes, cuatro de ellos de categorías máximas), sino que se registró en las rutas
de los huracanes una tendencia a dirigirse hacia el sur, por debajo de la latitud por
donde normalmente suelen transitar estos fenómenos. Varios de esos huracanes
alcanzaron a tocar territorio venezolano y colombiano. En el 2004 se registró otro
fenómeno insólito: un huracán afectó las costas brasileñas.
Las opiniones están divididas entre quienes opinan que el origen de esos cambios
está relacionado con procesos tales como el calentamiento global del planeta, que a
su vez es consecuencia de actividades humanas como el incremento de los gases
invernadero (producto de procesos como la contaminación industrial, la tala de
selvas y la urbanización –y en general el cambio de uso- de grandes áreas que antes
eran rurales), y quienes afirman que el calentamiento del planeta es el resultado de
ciclos exclusivamente naturales, por los cuales ya ha pasado la Tierra en edades
anteriores.
Las únicas comunidades vulnerables no son las urbanas, como bien lo demuestra el
ejemplo del Distrito Metropolitano de Quito. Las comunidades que habitan entornos
rurales también están expuestas a múltiples amenazas, tanto de origen natural como
antrópico, y presentan distintos grados de vulnerabilidad frente a las mismas. Por
esa misma razón abandonan el campo en busca de más “seguridad” en las
ciudades. Ese cambio implica sustituir unas amenazas y unas vulnerabilidades por
otras, que en un momento determinado se consideran menos inminentes o más
manejables. Sin embargo la aglomeración urbana, que en alguna medida ofrece
ciertas “seguridades” y nuevas oportunidades, también genera nuevas y complejas
formas de vulnerabilidad para quienes forman parte de ella.
15
El planeta Tierra, en su condición de ser vivo, ha sido desde su nacimiento
hace 4.600 millones de años, el escenario de múltiples procesos de cambio.
¡Qué más que el viaje a la deriva, por sobre el manto terrestre, de enormes
placas de la corteza que unas veces se separan y otras se chocan formando
fosas profundas y elevadas montañas y volcanes!
16
ha sido capaz ninguna otra especie, pero también nos permite –o debería
permitirnos- adaptarnos a los cambios en periodos de tiempo relativamente
cortos. Si dependiéramos solamente del tiempo y del ensayo y del error, como
han dependido otras especies, en lugar de contar con la cultura, seguramente
ya nos habríamos extinguido. O a lo mejor no: quién sabe.
17
SEGUNDO TRECHO. INGREDIENTES PARA PREPARAR UN
DESASTRE
En este momento del viaje, más que definir el desastre, nos interesa penetrar en los
ingredientes y en los procesos que conducen a la aparición de un fenómeno de esta
clase.
18
Un mismo aguacero puede no pasar de ser un mero fenómeno de la naturaleza,
normal en cualquier ciudad de nuestra región del planeta, si la infraestructura de la
ciudad está preparada para resistirlo, pero puede convertirse en un desastre cuando
no existe la infraestructura adecuada.
Cuando evaluamos lo que podría ocurrir si se llega a concretar una amenaza en una
comunidad vulnerable a la misma, estamos realizando un análisis de riesgo.
Volviendo a uno de los ejemplos anteriores: ¿Qué pasaría si se produjera un sismo
en cercanías de un pueblo hecho de casas de madera con techo de cade ? ¿Y qué
19
pasaría si en ese mismo pueblo se produjera un incendio? ¿Qué pasa cuando sube
el río, cumpliendo su ciclo natural, pero nuestras casas han sido construidas como
no si no vivieramos a sus orillas sino en las calles de una ciudad? ¿O cuando por
distintas razones hemos dejado perder las especies capaces de crecer en terrenos
inundados?
Por esa razón los campesinos, que la mayoría de las veces son concientes de los
riesgos que los esperan en las grandes ciudades, de todas maneras toman a veces
la decisión de abandonar el campo: porque consideran que, en un momento
determinado, los beneficios de trasladarse a la ciudad compensan los
inconvenientes. En este caso el análisis de riesgos equivale a un análisis de costo-
beneficio, cuya conclusión literal puede ser “vale la pena”.
Las primeras, las naturales, son aquellas que nacen directamente de la dinámica de
la naturaleza, como por ejemplo una erupción volcánica o un terremoto. En su
ocurrencia no intervienen para nada las actividades humanas.
Una característica de los tiempos que corren es que cada vez la barrera que separa
a las amenazas naturales de las socionaturales parece ser más difusa. Quién
hubiera dudado antes, por ejemplo, que los huracanes son fenómenos
eminentemente naturales. Sin embargo cuando durante la temporada de huracanes
20
del año 2004, el huracán Iván se acercó a las costas cubanas, encontró agua a 32
grados C de temperatura a profundidades que alcanzaban los 200 metros. El agua
caliente es el “combustible” del cual se alimentan los huracanes, y esto hizo que ese
organismo tropical alcanzara el grado 5, es decir, la mayor categoría en términos de
velocidad y capacidad destructiva. Si, como muchos piensan, ese incremento de la
temperatura del océano está relacionada con el calentamiento global del planeta, y
este con el impacto de la actividad humana sobre el clima de la Tierra, el huracán
Iván habría dejado de ser un fenómeno exclusivamente natural para penetrar en el
territorio de las amenazas socionaturales.
Un terremoto en el fondo del mar puede provocar una “gran ola” o tsunami. O una
erupción volcánica puede provocar una tormenta eléctrica debido a las cargas
estáticas entre las partículas de ceniza. Estos son ejemplos de amenazas naturales
concatenadas, como lo fueron también los deslizamientos en el ya citado ejemplo del
terremoto de Tierradentro en Colombia.
¿Por qué importante? ¿Qué importancia tiene, más allá de la mera curiosidad
académica, que una amenaza sea natural, socionatural o antrópica?
Normalmente no podemos hacer nada para evitar las amenazas naturales. ¿Cómo
impedir, por ejemplo, que se produzca un terremoto o una erupción volcánica?
¿Cómo impedir un huracán, los fenómenos de El Niño y La Niña, una tormenta
eléctrica o un tsunami?
21
ejemplo, los ritos de los orichas o sacerdotes de la religión tradicional cubana,
lograron desviar la ruta que traía el huracán Iván y poner a salvo la mayor parte de la
isla de Cuba. Quien esto escribe ha visto a los The Wala –shamanes indígenas
paeces de la región de Tierradentro- mover nubes a través de sus rituales… estos
fenómenos, sin embargo, resultan imposibles de explicar a partir del positivismo y la
“razón” de occidente).
No podemos hacer nada para evitar un terremoto, pero sí podemos actuar sobre las
amenazas concatenadas antrópicas y socionaturales (tales como los accidentes
industriales y los incendios que puede desencadenar el terremoto, y sobre los
deslizamientos en laderas inestables. O sobre las alteraciones del orden público que
se pudieren desencadenar después del terremoto).
Pero hasta este momento hemos hablado solamente de las amenazas, que
representan sólo uno de los ingredientes del riesgo. Nos falta hablar sobre la
vulnerabilidad, el otro ingrediente.
En los ejemplos que usamos antes, el de las casas capaces de resistir el terremoto
(pero incapaces de resistir al incendio) y en el de los sistemas de alcantarillado
capaces de resistir la granizada y el aguacero, al igual que en el de las casas
palafíticas capaces de resistir la inundación, nos limitamos a uno solo de los
aspectos o factores de la vulnerabilidad: en este caso el físico o estructural. Cuando
hablamos de las semillas adaptadas a crecer en medio de la inundación, nos
adentramos en los factores ecológicos y lo culturales.
22
una red mucho más amplia de interacciones entre actores y sectores, que incluyen
las relaciones con el Estado y las relaciones (incluyendo las simbólicas) con el
ambiente.
23
VULNERABILIDAD O
SOSTENIBILIDAD
FÍSICA POR
LOCALIZACIÓN
VULNERABILIDAD O VULNERABILIDAD O
SOSTENIBILIDAD SOSTENIBILIDAD
INSTITUCIONAL ESTRUCTURAL
VULNERABILIDAD O VULNERABILIDAD O
SOSTENIBILIDAD SOSTENIBILIDAD
ECOLÓGICA ECONÓMICA
VULNERABILIDAD O VULNERABILIDAD O
SOSTENIBILIDAD SOSTENIBILIDAD
CULTURAL ORGANIZATIVA
VULNERABILIDAD O VULNERABILIDAD O
SOSTENIBILIDAD SOSTENIBILIDAD
EDUCATIVA POLÍTICA
Esta gráfica muestra la complejidad del tejido social del sistema, que no se limita a los aspectos organizativos
de la comunidad, sino que comprende toda la red de relaciones e interacciones con los distintos factores de los
cuales dependen la vulnerabilidad o la sostenibilidad del sistema. La sostenibilidad depende de la resistencia y
de la resiliencia de la telaraña, es decir, de su capacidad para aguantar un balonazo y/o para recuperarse de
los efectos del mismo. Ese balonazo puede ser, por ejemplo, un terremoto, una temporada invernal, una crisis
económica generalizada o un conflicto armado. Más importantes que las características independientes de
cada uno de esos factores, son las relaciones que se establecen entre ellos. Los factores son como clavos en
la pared. Las relaciones son las hamacas que colgamos de esos clavos.
24
La selección de estos clavos o factores de vulnerabilidad-sostenibilidad no deja de
ser arbitraria: podríamos haber trabajado agrupándolos todos en sólo seis factores, o
por el contrario podríamos haberlos discriminado aún más. Lo importante es tener
clara la complejidad de ambos conceptos y el hecho de que ambos surgen como
resultado de una serie de interacciones dinámicas, que cambian de manera
constante.
La una, inmovilizadora: la complejidad del sistema nos asusta; nos impide tomar la
necesaria decisión. Nos parece que son demasiadas las variables que tomar en
consideración y que nos resulta imposible asumir responsabilidad por la enorme
cantidad de efectos posibles que puede generar esa decisión.
La otra, por el contrario, nos empodera (para acudir a esa palabra extraña que se
está volviendo de uso común). La telaraña nos demuestra que no importa cuál sea
nuestra posición en el sistema ni en cual de los clavos estamos ubicados, cualquier
decisión nuestra tiene la posibilidad de influir sobre la totalidad de la telaraña y sobre
el resto de los clavos. Si somos docentes y estamos en el clavo de la educación,
desde allí podemos idear la manera de sacudir la telaraña; lo mismo si somos
integrantes de un concejo municipal, o si somos empresarios, investigadores o
miembros de una organización comunitaria o de una ONG ambiental. Lo importante
es tener conciencia de la complejidad e integralidad del sistema y capacidad para
actuar desde nuestra posición local.
Debemos saber también que, al igual que sucede con el Cubo de Rubik, no todos los
avances en uno de los factores van a significar necesariamente un avance del
sistema como totalidad. Por el contrario, los avances en una de las caras del cubo
pueden significar que se desorganicen otras caras que ya considerábamos
ordenadas. Así por ejemplo, para tomar un caso de la realidad, promover el uso de
estufas de gas en una comunidad indígena puede significar un avance en la cara
ecológica del cubo, en la medida en que reduce el uso de la leña y por ende la
presión sobre el bosque local, pero puede singificar un retroceso en la cara cultural,
pues las transmisión de la cultura de generación en generación, se lleva a cabo por
vía oral, en reuniones familiares que se realizan alrededor del fogón de leña y no de
una estufa de gas. El impulso de un monocultivo en una comunidad, para aprovechar
los buenos precios de un determiando producto en el mercado nacional o
itnernacional, puede significar un avance en la cara económica, pero un retroceso en
la cara ecológica y eventualmente en la cara cultural, en la medida en que ambas
depende de la conservación de la biodiversidad.
25
Esos avances y retrocesos son inevitables en cualquier proceso y lo importante es
ser conciente de ellos, de manera que lo que se retroceda en un paso determinado
pueda volverse a recuperar en los pasos subsiguientes.
¿Amenaza o vulnerabilidad?
Cuando comenzamos a trajinar por los caminos de eso que hoy se llama gestión del
riesgo, creíamos tener muy claras las diferencias entre amenaza y vulnerabilidad. De
la primera, en términos generales, decíamos que es la probabilidad de que se
produzca un evento que representa un peligro para las comunidades situadas en el
lugar en donde ese evento puede ocurrir, y de la segunda que es la exposición a ese
evento y la incapacidad para absorber sin traumatismos los efectos del mismo. Como
ya dijimos, la anticipación sobre lo que podría suceder de llegarse a materializar la
amenaza en el lugar ocupado por las comunidades vulnerables, constituye el riesgo.
Y cuando eso que podría suceder, efectivamente sucede, se configura el desastre.
Es decir, el riesgo es una posibilidad. El desastre es la materialización (o la
“actualización”, dicen algunos, usando un anglicismo) de esa posibilidad.
Hoy sabemos que a pesar de que esas definiciones siguen siendo válidas en lo
fundamental, los dos conceptos, el de amenaza y el de vulnerabilidad, no solamente
se generan mutuamente (recordemos que un evento sólo se convierte en amenaza si
existe la posibilidad de que afecte a una comunidad vulnerable a ese evento), sino
que, además, en muchos casos los conceptos son intercambiables entre sí.
26
Por otra parte, como los muestran las gráficas 1 y 2, las vulnerabilidades de los
ecosistemas se pueden convertir en amenazas para las comunidades, al igual que
las vulnerabilidades de las comunidades se pueden convertir en amenazas para los
ecosistemas, las cuales, a su vez, se convierten en amenazas para esas mismas o
para otras comunidades.
Lo más importante de esta experiencia fue que nos enseñó a cerrar ciclos y a
entender que si bien nos encontramos frente a un matrimonio insostenible, como es
el caso del que existe entre esas comunidades y el humedal, al mismo tiempo nos
encontramos frente a un matrimonio indisoluble, es decir, frente a un vínculo que, en
términos reales y prácticos, no se puede separar.
Cuando nos encontramos ante matrimonios insostenibles, pero que al mismo tiempo
son indisolubles, la única posibilidad es trabajar en busca de una mayor
sostenibilidad de la relación. Eso solamente es posible si intervenimos
simultáneamente sobre ambos miembros de la pareja, y si los seres humanos, en
lugar de pretender dominarlo o aplastarlo, aprendemos a dialogar y a entender cómo
piensa y cómo actúa el otro componente de la relación. Es decir: la naturaleza, que
es un ser vivo, y como tal tiene capacidad de defenderse y de protestar, pero
27
también de aprender a convivir con nosotros. Nos encontramos, entonces, frente a
otro reto claro de comunicación.
28
MATRIZ DE SOSTENIBILIDAD
SOSTENIBILIDAD FACTORES DE FACTOR ES FACTORES FACTORES FACTORES FACTORES FACTORES FACTORES FACTORES
LOCALIZACIÓN ESTRUCTURALES ECONÓMICOS ORGANIZATIVOS POLÍTICOS EDUCATIVOS CULTURALES ECOLÓGICOS INSTITUCIONALES
FACTORES DE
LOCALIZACIÓN
FACTOR ES
ESTRUCTURALES
FACTORES
ECONÓMICOS
FACTORES
ORGANIZATIVOS
FACTORES
POLÍTICOS
FACTORES
EDUCATIVOS
FACTORES
CULTURALES
FACTORES
ECOLÓGICOS
FACTORES
INSTITUCIONALES
SOSTENIBILIDAD - A partir del conocimiento que tenemos de nuestra propia región identifiquemos de qué manera cada uno de estos
factores se relaciona con los demás para efectos de determinar las fortalezas y recursos que nos permitirían resistir una amenaza.
29
MATRIZ DE VULNERABILIDAD
VULNERABILIDAD FACTORES DE FACTOR ES FACTORES FACTORES FACTORES FACTORES FACTORES FACTORES FACTORES
LOCALIZACIÓN ESTRUCTURALES ECONÓMICOS ORGANIZATIVOS POLÍTICOS EDUCATIVOS CULTURALES ECOLÓGICOS INSTITUCIONALES
FACTORES DE
LOCALIZACIÓN
FACTOR ES
ESTRUCTURALES
FACTORES
ECONÓMICOS
FACTORES
ORGANIZATIVOS
FACTORES
POLÍTICOS
FACTORES
EDUCATIVOS
FACTORES
CULTURALES
FACTORES
ECOLÓGICOS
FACTORES
INSTITUCIONALES
VULNERABILIDAD - A partir del conocimiento que tenemos de nuestra propia región identifiquemos de qué manera cada uno de estos
factores se relaciona con los demás para efectos de determinar las debilidades y carencias que nos impedirían resistir una amenaza
determinada
30
GRÁFICA 1
VULNERABILIDADES AMENAZAS PARA
DEL HUMEDAL LA COMUNIDAD
INVASIÓN A LA INUNDACIONES
RONDA PÉRDIDA DE LA
CAPACIDAD DE
AUTORREGULACIÓN
Pérdida de las
condiciones que hacen
DESECACIÓN seguro y habitable un
POR lugar
RELLENOS
ANTRÓPICOS PÉRDIDA DE LA CAPACIDAD DETERIORO Alimentos
DEL HUMEDAL PARA DE LA contaminados
PRESTAR SERVICIOS
CALIDAD
AMBIENTALES
AMBIENTAL
Malos olores
SEDIMENTACIÓN Insalubridad
Pérdida de
oportunidades para la
PÉRDIDA DEL
recreación, la
HÁBITAT PARA educación ambiental y
LA FAUNA el disfrute estético
RESIDENTE Y PÉRDIDA DEL
MIGRATORIA PATRIMONIO
CONTAMINACIÓN ECOLÓGICO
Y
EUTROFICACIÓN Biodiversidad
Alteración de ciclos Deterioro de la
31
de reproducción actividad pesquera
GRÁFICA 2
VULNERABILIDADES DE LA
COMUNIDAD AMENAZAS PARA EL HUMEDAL AMENAZAS PARA LA COMUNIDAD
MARGINALIDAD RELLENOS
ECONÓMICA Y SOCIAL ANTRÓPICOS AMPLIFICACIÓN DE
LAS ONDAS SÍSMICAS
Bajos Ingresos CONSTRUCCIÓN EN CASO DE
Necesidades Básicas SOBRE TERRENOS TERREMOTO
Insatisfechas INADECUADOS
Carencia de Vivienda
33
en las zonas previamente deforestadas y en las que habían conservado
su cobertura forestal. En este caso la vulnerabilidad ecológica de las
zonas costeras incrementó la intensidad de la amenaza contra la
comunidad.
Estas son apenas algunas de las razones que conviertieron a ese terremoto
en un desastre. Algunas son propias del terremoto mismo (amenaza) pero
otras muchas fueron aportadas por las comunidades (vulnerabilidad).
Por supuesto habría que “tramitar” con mucho más detalles las matrices o
telarañas de vulnerabilidad y sostenibilidad de las comunidades afectadas
para entender con más precisión ese terrible desastre. Pero eso escapa a
los objetivos de este viaje.
Pero lo que conocemos nos permite preguntarnos qué podrían haber hecho
personas como nosotros -facilitadores de la comunicación- para transformar
las condiciones que hicieron posible el desastre.
34
CUARTO TRECHO. MATRIMONIOS INSOSTENIBLES E
INDISOLUBLES EN LAS PROVINCIAS DE MANABÍ Y LOS RÍOS
Al llegar a este punto del viaje ya tenemos elementos suficientes para analizar
por qué razón algunos fenómenos naturales, como los sismos o el fenómeno
de El Niño, y algunos fenómenos socionaturales, como las inundaciones y los
deslizamientos, constituyen amenazas contra nuestras comunidades.
Esa misma lógica nos permite entender por qué los cambios climáticos que
acompañan al fenómeno de El Niño, provocan inundaciones y deslizamientos:
porque la naturaleza es –o la hemos vuelto- vulnerable frente a El Niño
(incapaz de resistir sus efectos), y esa vulnerabilidad se vuelve una amenaza
contra nosotros.
35
Miremos de qué manera se interrelacionan entre sí los distintos factores (de
localización, estructurales, económicos, organizativos, políticos, educativos,
culturales, ecológicos, institucionales), cuáles de esos clavos son débiles o
fuertes y cómo es la telaraña que forman las hamacas que colgamos entre
todos esos clavos. ¿Por qué esa red o telaraña no es capaz de aguantar el
balonazo de El Niño?
¿Y cómo podemos reforzar la telaraña –nuestro tejido social- para que sea
capaz de resistir mejor el embate de un nuevo terremoto y para que nos
podamos recuperar de manera más rápida y satisfactoria después de que un
fenómeno de esos ocurra?
36
QUINTO TRECHO. ¿QUÉ ES GESTIÓN PARTICIPATIVA DEL
RIESGO?
Conocidos los dos ingredientes que, al juntarse, generan un riesgo (es decir: la
amenaza y la vulnerabilidad), sabemos que podemos actuar sobre esos
ingredientes, o por lo menos sobre alguno de los dos, para reducir la magnitud
del riesgo y para evitar que éste se convierta en desastre.
Sabemos que los riesgos son inevitables y que, en cierta forma, estar vivos es
correr riesgos. Todos los días lo hacemos y lo que es más: la mayor parte de
las veces somos concientes de estar corriendo riesgos. Sin embargo, los
beneficios que podemos obtener a cambio de correr algunos riesgos, hace que
valga la pena.
Esto nos coloca en el terreno del llamado riesgo aceptable, concepto que
describe la magnitud de los riesgos que una persona o una comunidad están
dispuestos a correr a cambio de unos determinados beneficios, actuales o
potenciales.
37
Supuestamente, si evitamos las amenazas (prevención) y al mismo tiempo
reducimos nuestra vulnerabilidad (mitigación), las probabilidades de que nos
suceda algo malo (riesgo) se reducen al máximo. Pero de todas maneras el
pescador sabe que así tome todas las precauciones del caso, siempre es
posible que ocurra algún accidente o un naufragio. Por eso el pescador alista
un bote salvavidas, un flotador para cada miembro de la tripulación, una pistola
de señales, un botiquín de primeros auxilios, unas canecas con agua de
reserva, que en caso de emergencia puedan flotar. En fin: eso se llama
preparación para una adecuada respuesta.
Una cosa muy interesante está sucediendo en los últimos años: están
aumentando los desastres pero (dejando aparte los terribles efectos del
tsunami del Pacífico sur) los muertos parecen estar disminuyendo. De ser así,
eso indicaría que la humanidad tiende a estar mejor preparada para enfrentar
este tipo de situaciones, lo cual, por supuesto, es digno de aplauso.
6
Anexo al final de esta guía.
38
Existe polémica entre los especialistas en el tema, sobre si existen o no una
serie de “etapas” que configurarían el llamado “ciclo de los desastres”, o si en
la realidad esas etapas no se dan.
Quienes afirman que sí, dicen que hay un momento de impacto, en el cual se
produce el evento que desencadena el desastre. Efectivamente eso es así,
cuando ese evento es claramente identificable en el tiempo, como es el caso
de un terremoto, una erupción volcánica, un deslizamiento o el paso de un
huracán. O un acidente industrial.
39
Si bien hay algunos pocos actores y sectores sociales que se benefician en los
procesos de reconstrucción (por ejemplo los arrendatarios que logran acceder
a una vivienda propia), lo cierto es que un evento de estos deja una cantidad
enorme de perdedores en la sociedad. Lo más triste es que no siempre quienes
más se benefician de los procesos post-desastre, están entre quienes
resultaron más damnificados. Por eso el mayor énfasis no se debería colocar
en la reconstrucción, sino en evitar los desastres.
Esto, por supuesto, no es fácil. ¿Habría sido posible conseguir una movilización
masiva de la comunidad internacional para mejorar las condiciones de
sostenibilidad de las comunidades del Golfo de Bengala antes de que se
produjera el tsunami? ¿O sólo 300 mil muertos son capaces de conmover a la
humanidad?
Pero volvamos al tema del “ciclo de los desastres”. En lo que definitivamente sií
tienen razón quienes niegan la existencia de unas etapas definidas antes y
después del impacto que desencadena el desastre, es en que no todos los
actores y sectores de una comunidad afectada siguen el mismo ciclo, nii
culminan al mismo tiempo las diferentes etapas. Y en que un mismo actor
puede estar simultáneamente en dos etapas. Por ejemplo, después de un
terremoto, un sector social puede haber solucionado totalmente sus problemas
a través de donaciones o de créditos para reconstrucción y desarrollo, mientras
otros sectores se encuentran todavía en la etapa de emergencia, sin saber nii
dónde ni cómo van a solucionar su cotidianidad. O una familia puede haber
recibido una vivienda nueva en donación, pero carecer totalmente de ingresos
económicos por pérdida total de las oportunidades laborales de los jefes de
hogar. Esto tiene implicaciones prácticas muy importantes, pues algunas
agencias internacionales establecen que, por ejemplo, el periodo de
emergencia (y en consecuencia los proyectos que financian) no se prolonga
más allá de los tres meses siguientes al momento de impacto. En
consecuencia, una comunidad que siga en estado de emergencia seis meses o
un año después del impacto, no puede acceder a esa financiación.
40
SEXTO TRECHO. RETOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA
COMUNICACIÓN EN LA GESTIÓN PARTICIPATIVA DEL
RIESGO
Por eso nos parece importante que a la gestión del riesgo le agreguemos
siempre el adjetivo “participativa”. La gestión participativa del riesgo implica
un compromiso real de todos los actores y sectores sociales en la construcción
de esa nueva sociedad, en la cual ni la dinámica de los ecosistemas se vuleva
una amenaza contra las comunidades, ni la dinámica de éstas se vuelva una
amenaza contra la naturaleza.
41
NATURALEZA
AUTORIDADES
LOCALES
MUNICIPALES
AUTORIDADES ORGANIZACIONES
NACIONALES Y COMUNITARIAS
REGIONALES
COMUNIDAD COMUNIDAD
INTERNACIONAL CIENTÍFICA
SECTOR EDUCATIVO
ORGANIZACIONES Y MEDIOS DE
LÍDERES POLÍTICOS COMUNICACIÓN
SOCIAL
COMUNIDAD
42
En los clavos de la telaraña anterior reemplazamos los factores de
sostenibilidad y de vulnerabilidad, por una serie –incompleta- de actores y de
sectores sociales, enmarcados todos por un flujo permanente y complejo de
interacciones entre la naturaleza y la comunidad.
En este caso, los hilos que vinculan a los distintos actores y sectores entre sí,
representan canales y lenguajes para la comunicación. Al igual que sucede en
la telaraña anterior, unos hilos fuertes deben generar una red sostenible, capaz
de resistir sin mayores traumatismos los embates de una amenaza externa.
Una buena comunicación entre todos los actores y sectores sociales, entre
estos y la naturaleza y entre estos y la comunidad en general, constituye un
ingrediente esencial de la sostenibilidad.
Sabemos por experiencia directa, que en ambos casos suelen fallar muchos de
los hilos que conforman nuestra telaraña de comunicación. Las inversiones de
un país extranjero en condiciones de “normalidad” se suelen pactar entre
gobiernos o con el sector empresarial, pero no siempre tienen en cuenta los
intereses y preocupaciones de los demás actores sociales. Mucho menos los
de los ecosistemas que de una u otra manera esa inversión puede impactar.
43
bosques que serán inundados. Tarde o temprano el conjunto de la sociedad
tendrá que hacerse cargo de la correspondiente “cuenta de cobro”, que se
expresará en graves desequilibrios ecológicos o en conflictos sociales. Lo más
triste e injusto es que no siempre quienes provocan el daño son quienes se ven
obligados a responder, sino las generaciones posteriores, que heredan las
deudas de sus antepasados.
Comencemos por definir lo que, para efectos de este viaje, entendemos por
comunicación:
Para seguir con el ejemplo que hemos venido utilizando, digamos que salvo en
esos matrimonios ficticios que se celebran con el objeto se solucionarle la
situación a un inmigarante ilegal, ese proceso de comunicación que es un
matrimonio exitoso de la vida real, se va construyendo (o destruyendo) día a
día –y noche a noche- entre los dos integrantes de una pareja. Cada día cada
7
Esta parte del texto se elaborócon base en el documento “Estrategia de Información y
Divulgación Pública para la Gestión de Riesgos” que forma parte de la consultoría que LA RED
(Red de Estudios Sociales sobre Desastres) y otras firmas especializadas, realizaron en
República Dominicana con financiación del BID en los años 2000 y 2001. Los resultados
completos de esa consultoría se encuentran en la siguiente dirección:
http://www.desenredando.org/public/varios/2002/pdrd/index.html
44
uno de esos integrantes aprende cómo es el otro o la otra, y aprende cómo es
o cómo se transforma a sí mismo, a partir del encuentro con el otro o la otra.
No en vano afirmaba Viktor Papanek que “aprender es cambiar”. Y entre los
dos, por medio de la comunicación en sus distintas formas (verbal, gestual,
actitudinal, de piel a piel), van construyendo todos los días una nueva relación y
se van reconstruyendo a sí mismos en esa nueva relación.
Como muy bien lo saben todos los lectores y lectoras de esta cartilla, para que
exista una verdadera comunicación, esta debe ser multilateral y recíproca, es
decir, debe fluir en las distintas direcciones que muestran los hilos de la
telaraña, de manera que los diferentes actores sociales o institucionales que,
en un momento dado, son emisores de información, en otro momento se
conviertan en receptores.
45
Esto, por supuesto, no siempre resulta fácil en la práctica en especial cuando
hablamos de grandes medios de comunicación, de cobertura nacional o
internacional. En los medios de cobertura local es diferente, pues muchos de
estos son participativos, casi por definición. En este caso, la cercanía física
entre los comunicadores y comunicadoras sociales y sus propias comunidades,
facilita esa retroalimentación permanente entre receptores y emisores. Un
ejemplo perfecto son las emisoras comunitarias. Los grandes medios, en
especial la televisión, están acudiendo a mecanismos como los chats a través
de internet para facilitar la interacción con sus públicos interesados y reducir, al
menos de manera aparente, la unilateralidad con que suele fluir la información.
Este paso en nuestro viaje nos conduce de lleno al tema de los diálogos de
saberes y de los diálogos de ignorancias. Los primeros se refieren a las
condiciones que permiten una verdadera comunicación entre distintas
cosmovisiones y formas de ver y de entender la realidad: la cosmovisión del
científico y la del sabedor tradicional; la del funcionario público y la del ama de
casa; la del gobernante y la del ciudadano o ciudadana común; la del que
analiza la naturaleza desde el laboratorio o con datos recogidos a través de un
satélite artificial, y la del que la conoce porque convive diariamente con ella y
ha heredado de sus abuelos la capacidad de entender su lenguaje.
El prerrequisito que hace posibles los diálogos de saberes son los diálogos de
ignorancias, es decir, la capacidad de poner a dialogar nuestros vacíos y
nuestras dudas con los vacíos y las dudas de los demás. Reconocer que
poseemos herramientas y saberes que nos permiten entender algunos
aspectos de la realidad, pero que esa porción o esas dimensiones que nosotros
podemos conocer no constituyen ni toda ni la única realidad. Esos vacíos son
los espacios en los cuales podemos acoger el saber de los demás.
46
comunicación, pero el proceso comunicativo está difuso entre todos los actores
y sectores de la telaraña y en todos los hilos que los conectan entre sí.
En el caso particular de la gestión del riesgo resulta muy importante que nos
pongamos de acuerdo en el sentido de conceptos como amenaza,
vulnerabilidad, riesgo, desastre, prevención, mitigación y preparación, e incluso
alrededor de conceptos como sistema, comunicación, información y
participación ciudadana o comunitaria. Estas son palabras que todos usamos
casi de manera cotidiana, y sin embargo no estamos seguros de referirnos a lo
mismo. Por eso en este documento más que entregar definiciones, hemos
querido contribuir a la comprensión de los procesos que generan los riesgos y
que conllevan a desastres. Y compartir las lecciones que hemos aprendido en
la búsqueda del sentido de la sostenibilidad en comunidades y ecosistemas
particulares.
47
SÉPTIMO TRECHO. CÓMO DEBE SER LA INFORMACIÓN PARA
SER ÚTIL
En primer lugar, la información debe ser oportuna. Esto quiere decir, que debe
estar disponible para los actores sociales cuando y donde se necesita.
48
Ligado a esto, se encuentra el requisito de la claridad, el cual hace referencia
a que en su forma la información debe ser clara y comprensible para quien la
requiere, sin que por ello pierda ni profundidad ni rigor conceptual.
En esta misma cartilla hemos utilizado varios ejemplos que ilustran de qué
manera podemos entregar conceptos científicos, que en sí mismos revisten un
relativo grado de complejidad para quienes no se encuentran familiarizados con
determinadas disciplinas, con el objetivo de que resulten fáciles de aprehender
(así, con “h” intermedia, que quiere decir “agarrar”).
Para citar sólo algunos, pensamos que a nadie se le va a olvidar la relación que
existe entre la altura del volcán Chimborazo, el grosor de la corteza terrestre y
la longitud del radio del planeta: “Si la altura del Chimborazo fuera equivalente
al grosor de una hoja de papel bond, la corteza terrestre tendría un espesor de
20 hojas y la distancia desde la punta de esa montaña hasta el centro de la
Tierra equivaldría a dos resmas de papel de quinientas hojas cada una.”
49
En inglés existe el concepto de normalcy bias8 que no tiene una traducción
exacta al castellano, que describe la tendencia que tenemos los seres
humanos a creer cualquier información de la cual nos podamos “agarrar” con el
fin de restarle gravedad a una situación frente a la cual no podemos –o
pensamos que no podemos- actuar de manera satisfactoria para protegernos
de sus efectos. Por ejemplo, si nos informan que en algún lugar del planeta ha
ocurrido un accidente nuclear, y que debido al traslado de las masas
atmosféricas la radiación liberada en ese accidente puede afectarnos en el
lugar en donde estamos, incurrimos en la tendencia a creer cualquier opinión
que afirme que las nubes se han dirigido en otra dirección o que debido a la
distancia que nos separa del lugar del accidente, la radiación ya habrá
desaparecido cuando llegue a nosotros.
Participar -ser parte- de la gestión del riesgo, significa que cada una de las
personas que nos comprometemos con el propósito político de construir una
relación más sostenible entre la naturaleza y la comunidad (en la cual, como ya
lo dijimos, la dinámica de una no se convierta en una amenaza contra la otra),
convertimos ese compromiso en parte integral de nuestro plan de vida. Lo cual
trasciende los límites de una mera función laboral.
8
La única traducción a que nos hemos atrevido es “el síndrome de qué-ca”... Esto quiere decir
que ante el anuncio de la amenaza, respondemos: “¡Qué-carajo... eso no va a pasar!”
50
OCTAVO TRECHO. LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN
SOCIAL EN SITUACIONES DE DESASTRE
Cuando por alguna razón alguien ingiere un trago de alcohol metílico, es decir,
un trago de licor adulterado (lo cual lo coloca en riesgo de perder la vista o de
morir) los que saben del tema le recomiendan tomarse muy rápidamente una
buena dosis de licor de buena calidad, pues este último llega primero que el
“malo” a las células cerebrales.
51
Las personas afectadas por un desastre necesitan saber que no están solas,
que previamente se han elaborado planes para garantizar la continuidad del
servicio y para normalizar la vida de la comunidad, que tienen un papel que
cumplir en esos planes.
Pero como, lamentablemente, eso no siempre es así, como muchas veces aún
los planes que se dicen “participativos” son hechos sin participación de la
gente, la comunicación tiene que contribuir a solucionar esa deficiencia en
momentos de crisis. (Una de las funciones de la comunicación social en épocas
de “normalidad” es, precisamente, insistirles a las autoridades y a la comunidad
para que esos planes participativos se lleven a cabo, y se pongan a prueba a
través de “simulacros” que los mantengan actualizados y garanticen su
divulgación, sin esperar a que ocurra un desastre).
En este momento tenemos que volver los ojos al primer trecho de nuestro viaje,
cuando proponíamos como objetivo político de la comunicación social contribuir
al desarrollo de la autonomía real de las personas y comunidades.
52
las comunidades existe un tejido social, ese que representamos con
nuestras telarañas, que si bien resulta afectado cuando ocurre un
desastre, mantiene capacidad de reacción y de movilización. Nos
atrevemos a firmar, incluso, que las más capaces para reaccionar de
manera inmediata cuando ocurre un desastre, son las comunidades de
menores ingresos, cuya vida cotidiana es un acto de resistencia
permanente frente a los embates de una crisis que constituye su
“normalidad”. Con la misma habilidad y celeridad con que una familia
pobre levanta un rancho en condiciones de “normalidad” lo hace en
situación de emergencia. En eso tienen múltiples ventajas frente a los
sectores de clase media o de clase alta de una sociedad. Una de esas
ventajas es la solidaridad entre vecinos, valor que se ha perdido en
estratos más altos de la sociedad. La solidaridad es uno de los
mecanismos a través de los cuales las comunidades más pobres logran
sobrevivir.
53
es así. De allí que una buena regla de conducta sería: “A caballo
regalado hay que mirarle tres veces el colmillo”. Como decíamos atrás,
la ayuda externa es necesaria en los desastres y como tal, debe ser
bienvenida, pero siempre con beneficio de inventario.
Hay que recordar que en la medida en que los medios de comunicación y sus
trabajadores y trabajadoras también pueden formar parte de las comunidades
54
afectadas, es muy importante que elaboren sus propios planes participativos de
gestión del riesgo, con dos objetivos. Uno hacia el interior, que fortalezca su
propia teleraña y les permita resistir con menos traumatismos los efectos del
desastre. Otro hacia afuera, que les permita garantizar la continuidad del
servicio. Es decir, cumplir, aun en medio de la emergencia, la importantísima
misión de comunicar.
55
ANEXO 1
Desde hace varios años el autor de estas páginas viene trabajando en una
propuesta de derechos de personas y comunidades afectadas por desastres,
que incluimos como anexo a esta cartilla porque varios de los derechos
propuestos nos pueden servir como orientadores en el propósito de facilitar una
comunicación de mejor calidad entre los distintos sectores y actores sociales
presentes en una comunidad afectada –o suceptible de ser afectada - por
cualquier tipo de crisis o desastre.
56
DERECHOS DE PERSONAS Y COMUNIDADES
AFECTADAS POR DESASTRES
PROPUESTA PARA DISCUSIÓN
INTRODUCCIÓN
57
el pasado y cuyos efectos positivos o negativos se proyectan hacia el futuro y
alteran el curso de la vida de una comunidad.
Por último, hay que decir que en este listado tentativo no se incluye el derecho
que les asiste a las personas y comunidades afectadas por un desastre, para
exigir una indemnización económica cuando se demuestre objetivamente que
el desastre se ha producido por culpa o negligencia del Estado o de otros
actores, por considerar que sobre ese derecho existe todo un cuerpo de teoría
jurídica y de jurisprudencia, alrededor de temas como el de la “responsabilidad
civil extracontractual”. Los derechos que aquí se invocan, hacen más referencia
a la manera de “manejar” el desastre por parte tanto del Estado como de las
comunidades afectadas, y de todos aquellos actores externos que intervienen
en una u otra forma en un escenario de crisis.
Otro campo que queda por explorar, es el de los deberes correlativos a estos
derechos, es decir, las responsabilidades que deben asumir los distintos
actores sociales e institucionales en caso de que se reconozca efectivamente
la existencia de los derechos propuestos.
58
LOS DERECHOS
2) Derecho a la información:
59
tenidos en cuenta como elementos para construir una visión compartida del
desastre y de la situación de la comunidad dentro de él, a través de los
llamados “diálogos de saberes”, “diálogos de ignorancias” y “diálogos de
imaginarios”
En general, la comunidad tiene derecho a conocer a través de la educación
formal y no formal (desde el nivel preescolar hasta la educación superior), de
la formación profesional y de la información pública, la realidad ambiental y
la dinámica natural de la región que ocupa, así como los riesgos surgidos de
la interacción humana con dicha realidad.
3) Derecho a la participación:
5) Derecho a la diversidad:
60
consecuencia del desastre, lo cual incluye la necesidad de tener en cuenta
las necesidades específicas de los sectores más vulnerables de la
comunidad (niños, ancianos, enfermos, discapacitados, etc.)
7) Derecho a la autogestión:
8) Derecho de prioridad:
61
9) Derecho a la continuidad de los procesos:
62
sostenibilidad global del desarrollo, a reducir la probabilidad de ocurrencia de
nuevos desastres y a mejorar los niveles de preparación de los actores
gubernamentales y sociales para el caso de que éstos ocurran.
63
GLOSARIO
64
términos de las redes o telarañas que hemos utilizado como herramientas
pedagógicas a lo largo del texto, es la capacidad de las mismas para evitar que
les metan un gol.
Riesgo: Es el conjunto de daños o pérdidas que pueden ocurrir en caso de que
se materialice una amenaza en una comunidad o en un ecosistema que no es
capaz de resistir adecuadamente sus efectos. Normalmente se expresa
mediante una fórmula sencilla: Riesgo = Amenaza x Vulnerabilidad. (Es
importante entendr que se trata de una multiplicación y no de una suma de
factores, por cuanto en la medida en que el valor de uno de esos factores se
logra aproximar a cero, se aproxima a cero el valor del riesgo, así el otro factor
permanezca intacto). Los procesos tendientes a llevar a cero el valor de esos
factores constituyen la gestión del riesgo.
Vulnerabilidad: Es la incapacidad de un sistema para resistir sin traumatismos
los cambios de su entorno o de su propio interior. En términos de las redes o
telarañas que hemos utilizado como herramientas pedagógicas a lo largo del
texto, es la incapacidad de las mismas para evitar que les metan un gol, o su
dificultad para recuperarse después de que le han metido un gol. Es el
resultado de la interacción dinámica entre múltiples factores.
65