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Urbis et Ruris: ¿Contradicción superable?

Visión político formativa para la soberanía


Aquiles J. Amares P.
Programa Nacional de Formación en Agroalimentación
Universidad Territorial Deltaica Francisco Tamayo
Tucupita, Delta Amacuro, República Bolivariana de Venezuela
aquilesjap@gmail.com
Resumen
El proceso de desarrollo histórico de la humanidad, de pretensiones “civilizatorio”, ha establecido una
distancia considerable entre quienes viven en áreas urbanas y quienes – por diversas razones – se les impuso
y discriminó a vivir en áreas rurales. Este esquema de distribución histórica de la población humana mantiene
una contradicción en su seno que agudiza y pone en riesgo las formas más equilibradas, sanas y justas de
convivencia y supervivencia de la humanidad. La hegemonía totalitaria del “modelo civilizatorio”, pone en
riesgo la existencia de la humanidad en su integridad. En el presente artículo, se consideran aportes múltiples
de diferente signo y naturaleza ideológica, para superar esta contradicción en procura de salvaguardar los
recursos y patrimonio más caros, necesarios e imprescindibles para la humanidad entera, hacia fines de
interés común; acceso y uso equilibrado de bienes y servicios con justicia social. Revisadas críticamente
diversas fuentes documentales, surgen muchas interrogantes en procura de respuestas que ayuden a superar
la situación. Prospectivamente se propone la búsqueda de acuerdos políticos sensatos, concertados y certeros
para superar con solvencia la circunstancia de riesgo que atraviesa la humanidad en su conjunto.
Palabras clave: Visión política, Soberanía, Programas Nacionales de Formación, Universidad,
Agroalimentación.

Abstract

The process of the historical development of humanity, of "civilizatory" pretensions, has established a
considerable distance between those who live in urban areas and those who – for many reasons - have been
imposed and discriminated against to live in rural areas. This scheme of historical distribution of the human
population maintains a contradiction in its bosom that sharpens and puts at risk the most balanced, healthy
and just forms of coexistence and survival of humanity. The totalitarian hegemony of the "civilizational
model" puts at risk the existence of humanity in its entirety. In the present article, multiple contributions of
different sign and ideological nature are considered, in order to overcome this contradiction in order to
safeguard the most expensive resources, necessary and essential for the whole humanity, towards ends of
common interest; access and balanced use with social justice. Revised critically diverse documentary
sources, many questions arise in search of that help to overcome the situation. Prospectively, the search for
sensible, concerted and accurate political agreements is proposed to overcome with solvency the
circumstance of risk that crosses humanity as a whole.

Keyword: Political vision, Sovereignty, National Training Programs, University, Agro-food.


INTRODUCCION
La literatura en general ha sido abundante en ejemplos que señalan momentos de interacción; encuentros y
desencuentros, entre el campo y la ciudad. Así se trae la siguiente figura que retrata la vida de una familia
campesina, según Solita (s/f: 1):
Cerca de una aldea vivía una familia demasiado pobre. La necesidad era tanta que un día la
mamá decidió vender la única vaca que tenía para dar de comer a sus hijos. El mayor de sus
hijos era Juanito. Su mamá le dijo: “Hijo mío, anda a la ciudad y vende la vaca ya que está
muy vieja y no nos dará más leche. Con el dinero que te den por ella compraremos
comida”. Y Juanito se llevó a la vaca.

Este relato; cuento infantil, bosqueja una situación que se viene repitiendo desde la conformación de las
ciudades y sus entornos distantes, el campo. El desarrollo histórico de las poblaciones, comunidades o
sociedades humanas ha generado y perfilado con el transcurrir del tiempo; por un lado concentrados núcleos
humanos en las ciudades o urbes y por otro lado poblamientos menores, diluidos en dilatados espacios
territoriales, conocidos como campos o ambientes rurales.
Esto ha creado en la psique humana procesos conscientes e inconscientes que establecen visiones
contrastadas entre los seres humanos respecto a la ubicación geográfica; campo y/o ciudad. Ambos espacios
diferenciados en condición social, condición económica, su papel en las responsabilidades a cumplir de
manera voluntaria o impuesta, como se verá más adelante. Es decir, se ha venido tejiendo una visión, diversa
y polémica, de “dos mundos” muy distintos entre sí.
Al respecto en este artículo, la pretensión es hacer referencia a aspectos inherentes a esa histórica diferencia y
más allá, teniendo presente algunas referencias y experiencias propias, se hace ejercicio teorético, respecto a
las posibilidades de nuevas alternativas en una relación más llevadera y cercana entre ciudad y campo
fundadas, además, en algunas experiencias validas en propiciar estos acercamientos de humanidad.
En consecuencia, la estructura del presente artículo está conformada por las siguientes secciones:
Conceptualización necesaria, algunas referencias estadísticas, el hombre ser social de imprescindible vida
comunitaria gregaria motorizada por la agricultura, dinámica social en la conformación de la dualidad campo
y ciudad, contradicción campo-ciudad, experiencias de confrontación de la problemática, papel de la
educación al respecto, tendencias actuales y para el cierre del presente opúsculo se hace propuesta a modo de
prospectiva en atención a interrogantes e inquietudes con fines de compartir y debatir este tema no exento de
humanidad.
Conceptualización necesaria
Según las consultas realizadas (Diccionario Latín-Español 1990), la palabra “Campo”, procede del latín rus,
ruris y más adelante también menciona a los vocablos ager y agri. En todo caso, todos ellos hacen referencia
al campo como espacio distante de la ciudad. Por cierto, ésta última en lengua matriz latín está representada
por los vocablos urbs, urbis, civitas, relacionado a su vez con civis, civisis o ciudadano. Más adelante
también en latín se define la ciudad como civitatis, oppidum u oppidumi. Refrescando estos conocimientos de
las raíces o vocablos de matriz latina de las palabras que definen el campo y la ciudad, se considera ahora
aspectos relativos a sus definiciones.
Por ciudad, el nuevo diccionario enciclopédico Norma 2006:105, define a la “Población más o menos grande,
por contraposición a pueblo o villa.”, y en lo sucesivo “Población urbana, por oposición al mundo rural o
agrario.” Obsérvese aquí la contrastación y carga despectiva de esta definición, estimándose la estrechez
conceptual para definir ciudad. Sin embargo, luego en la parte correspondiente a consideraciones de tipo
histórico, afirma que, “La aparición de la ciudad está ligada a la aparición de la agricultura y la consiguiente
sedentarización”. Afirmando luego que la aparición de las ciudades tiene como “Su antecedente directo son
las aldeas neolíticas, surgidas en Mesopotamia y el valle del Nilo entre el 9000 y el 4000 a.C.”.
Por campo define – Ib. ant. 2006:79 - “Superficie agrícola, contrapuesta a la urbana:…”, entre otras
consideraciones que por extensión define otras situaciones diferentes al tema que ocupa la atención de este
escrito. Dándose en la práctica una debilidad para definir con la debida consideración los espacios donde
habitan seres humanos, que evidentemente, merecen estima y respeto.
De todo lo anterior, se puede destacar que el término ciudad está emparentado con “ciudadanía”,
“ciudadano”, “civil”, “civilización”, “urbe”, “urbanidad”, en oposición a campo que representa lo “silvestre”,
“salvaje”, “agreste”, “campesino”, entre otras definiciones despectivas con una carga semántica que agrede y
establece una marcada diferencia entre los seres que habitan ciudad y campo respectivamente. De primera
consideración, las autoridades académicas, intelectuales y quienes hacen uso del lenguaje como herramienta
de comunicación, mantienen una deuda por saldar con quienes se guarda una relación bien cercana por estar
en esos espacios rurales los orígenes de la humanidad entera.
En el periodo colonial, los españoles fomentaron sin éxito, la conformación de núcleos con fines de crear
ciudades. En la región estratégica, próxima al Delta; bajo Orinoco, fue fundada al estilo establecido por la
corona española, Santo Tomé bajo la tutela de las misiones capuchinas catalanas (Sanoja y Vargas, 2005).
Más adelante se abundará en este aspecto fundacional implementada por la colonia española.
Algunas referencias estadísticas
En opinión de Monsieur Morin (2009:183), existe un marcado “proceso de urbanización acelerada. Entre los
años 1950 y 2000, la población urbana del mundo, […], se ha más que triplicado,[…] ”. Respecto a la data
más reciente de la población mundial (FAO, 2017:4), se tiene la siguiente distribución en términos
porcentuales: rural 45,1 contra 54,9 de población urbana. Es decir, existe una disparidad cercana al diez por
ciento que favorece la mayor presencia de población en las ciudades, estableciéndose una proximidad a una
relación 1:1 población rural y población urbana respectivamente.
En cambio, la distribución de la población venezolana (FAO, 2017:2), muestra una relación porcentual de
10,9 población rural contra 89,1 de población urbana. Es decir, de cada diez habitantes de la República
Bolivariana de Venezuela, uno está en el campo y nueve permanecen en las ciudades. Es una relación
desproporcionada que amerita revisión y reflexión para tomar las decisiones políticas de carácter ciudadano;
individual, colectivas y gubernamentales más apropiadas al respecto por una distribución más ajustada a
atender y resolverse en procura de un equilibrio que contribuya efectivamente a enfrentar problemas de
habitabilidad, servicios públicos, producción y distribución soberana de alimentos, bienes y servicios.
Comparativamente la población mundial muestra mayor equilibrio comparado con Venezuela. Esto amerita
un análisis y consideraciones más amplias, que no se pueden hacer en este espacio y desviaría el propósito
inicial de este artículo. El efecto prolongado de un desarrollo sociohistórico para el caso venezolano nos
muestra una economía dominada fuertemente por la actividad petrolera minera, asunto ampliamente
conocido.

El hombre ser social de imprescindible vida comunitaria gregaria motorizada por la agricultura.
En su proceso histórico de conformación de las ciudades en todo el continente americano, era conducido a su
propio ritmo y condición genuina, hasta el momento de la invasión española, que truncó todos esos procesos.
Así se tiene como referencia la conformación y expansión de las ciudades americanas como lo señala la
organización Environmental science (2018:4):
En Mesoamérica y América del Sur, con los incas, los mayas, los olmecas y los aztecas,
relativamente temprano el desarrollo de la agricultura permitió la construcción de enormes
ciudades que impresionaron al colonizadores; se identificó rápidamente que estas civilizaciones
tenían una impresionante base agrícola economía que estaba a la par con Europa, desafiando lo
que entonces se entendía sobre desarrollo de la civilización. En Mesoamérica era maíz y en
América del Sur era el humilde patata (18) - hoy en día el cultivo básico de la mayoría de las
personas en el mundo occidental, junto con la coca y la domesticación de especies animales como
llamas y alpacas.
Era un proceso genuinamente autónomo, que seguía su propio curso en este lado del océano Atlántico,
estableciéndose históricamente su propia dinámica motorizada por la actividad agrícola. Proceso que
como bien se conoce, quedo truncado violentamente por la aparición invasora de la institución
colonizadora española.

Al respecto la New World Encyclopedia (2018:1) sostiene que:


Debido a la agricultura, las ciudades y las relaciones comerciales entre las diferentes
regiones y grupos de personas se desarrollaron, permitiendo aún más el avance de las
sociedades y culturas humanas. La agricultura ha sido un aspecto importante de la
economía durante los siglos anteriores y posteriores a la Revolución Industrial. El
desarrollo sostenible del suministro mundial de alimentos afecta la supervivencia a largo
plazo de la especie, por lo que se debe tener cuidado para garantizar que los métodos
agrícolas permanezcan en armonía con el medio ambiente.

Con este comentario, se ratifica como requisito en la conformación de grandes colectivos humanos y
conformación de las ciudades en distintas partes del planeta, tuvo su impulso inicial en la actividad agrícola.
Así se motorizó y generó complejos procesos sociales e históricos que dieron como resultado la
conformación de los grandes conglomerados humanos conocidos como ciudades.

Dinámica social en la conformación de la dualidad campo y ciudad.


Como se mencionó anteriormente el coloniaje español pretendió la conformación de núcleos humanos como
lo señalan Sanoja y Vargas (2005:241):
La fuerza de trabajo de dichas misiones estaba constituida por grupos indígenas
pertenecientes a diversas parcialidades aborígenes orinoquenses o traídos desde la
península de Paria o de otras partes de la cuenca del Orinoco: guayanos, caribes,
pariagotos, arinagotos, barinagotos, aruacos, guaraos, sálivas, panacayos e, incluso,
indígenas pertenecientes a una parcialidad denominada waica, nombre antiguo que se le
daba a los actuales yanomami que viven en el Alto Orinoco.

Como se puede notar, y en correspondencia con las características inherentes de toda empresa colonial
invasora, estos grupos humanos aborígenes diversos, luego de ser “reducidos” – con la carga de miseria
inhumana que significó – fueron traslados hasta esa región con propósitos de fundación de núcleos urbanos;
dizque ciudades con fines de fomentar costumbres civilizatorias a esos “salvajes”. La presencia de esa
diversidad étnica no fue voluntaria por parte de los nativos y siempre estuvo destinada al fracaso, como
queda demostrado hasta el presente donde se edificó sobre comunidades y posteriores ruinas indias, los
actuales Castillos de Guayana, en territorio del actual estado Delta Amacuro.
En caso diferente, en otras latitudes y momentos históricos, también se pretendió – en el campo – incorporar
compulsivamente grandes masas de ciudadanos a labores en el campo. En el caso de la desarticulada Unión
Soviética, la política estalinista. Aspecto que más adelante será ampliado en este escrito.
Se ha de tener presente que en el campo no sólo se producen alimentos, también se produce el algodón y
otras fibras naturales para las prendas de vestir, el alcohol (etanol), biodiesel o antidetonantes para el
combustible gasolina, diesel y otros de origen fósil para toda la maquinaria que transita a todo lo largo y
ancho del planeta tierra.
Adicionalmente, hay que destacar que alrededor de las ciudades, en su periferia y más allá están las áreas
rurales con las mayores concentraciones de biodiversidad, sirviendo de áreas tampón o amortiguadoras de los
efectos de contaminación producido por las ciudades. Además, la biodiversidad proporciona toda cantidad de
bienes (alimentos, madera, compuestos de origen natural) y servicios ambientales (agua, aire puro y áreas de
recreación) que evidentemente benefician directamente a las ciudades.
Además de lo señalado anteriormente, hay que recordar y tener presente que entre la conexión campo ciudad
existe una relación, que por momentos no se visualiza o se pretende ignorar por parte del ciudadano común y
es que “la comodidad de la ciudad depende del campo”. Esto amerita una mayor comprensión y confianza
por parte de los consumidores en los grandes conglomerados humanos. Aparentemente, esta relación es poco
destacada por los medios masivos de comunicación, quienes tienen una alta responsabilidad social al
respecto.

Contradicción campo-ciudad

La brecha entre la ciudad y el campo se tejió históricamente a partir de una relación antagónica entre amos-
esclavos, conquistadores-aborígenes, campesinos trabajadores y empresarios dueños de las tierras. Tal como
se mencionó anteriormente, las ciudades se crearon a partir del surgimiento de la actividad agrícola y
sedentarización que posteriormente terminó por desplazar progresivamente a la población rural allende las
fronteras urbanas.
Existe además una visión histórica distorsionada, errada y despectiva del campo, señalándose la baja o poca
tecnología en el campo y siempre lo urbano por encima de lo rural, donde los medios de comunicación han
contribuido con el fomento de esta visión.
Una apreciación respecto a esta relación antagónica la ofrece Bernal-Mendoza (2010:25) para el caso
particular de Puebla, en México, afirmando que:
[…], se ha venido transformando de una relación de dominación de lo urbano sobre lo
rural, a una relación de exclusión del primero sobre el segundo, porque es un sistema que
considera que ya no lo necesita, ya que los nuevos modelos territoriales –como el que
persiste en la región a través de proyectos y políticas como los mencionados- sólo
pretenden articular e integrar aquellos territorios que necesita por ser funcionales y
rentables para la acumulación capitalista, lo que significa fundamentalmente favorecer solo
a los sectores sociales y económicos que generen o especulen con el capital, así como la
exclusión de los demás territorios y sus pobladores, dejándolos como depósito de desechos
y reserva de mano de obra.

Como puede observarse quedan en evidencia los propósitos nefastos de una minoría, destacándose que estas
contradicciones van más allá de los orígenes históricos mencionados inicialmente. Se trata ahora, de la
sumatoria de intereses generados por el modo de producción capitalista y su antagonismo ante la naturaleza y
la justicia social. Ese fenómeno no es exclusivo del caso mexicano, sino que se repite con mayor o menor
intensidad en distintas latitudes del planeta.

Teniendo en consideración los precedentes señalamientos, Limonad y Monte-Mór (2012:3) añaden:


[…]. Para Henri Lefebvre (1969, 1999) el ingreso de la industria en la ciudad provoca su
transformación de obra en producto, que tiene que ver con su trasmutación de valor de uso
en valor de cambio. […] condición de la sobrevivencia del capitalismo. […]cuando la
ciudad domina el campo no solamente política y comercialmente, sino también en su
capacidad productiva y de generación de riqueza, esta subordinación del campo a la ciudad
da origen al surgimiento de una tercera dimensión en la relación dialéctica campo-ciudad,
expresada por un tejido social que aparenta ser algo híbrido – ni urbano y ni rural –[…]

Al respecto del fenómeno en consideración - contradicción ciudad y campo – ya en el siglo XIX, visualizo e
hizo su aporte el barbudo de Tréveris y su entrañable camarada [Marx y Engels (2013:29)], señalando que:
La división del trabajo dentro de una nación se traduce, ante todo, en la separación del
trabajo industrial y comercial con respecto al trabajo agrícola y, con ello, en la separación
de la ciudad y el campo y en la contradicción de los intereses entre una y otro.

De esta manera queda claro que las diferencias entre las poblaciones establecidas tanto en campo y ciudad,
van más allá de un simple hecho voluntario de las poblaciones o como hecho cultural manifiesto en todo
caso. Se entrañan otros factores de consideración, que progresivamente ahora en el siglo XXI se hacen
evidentes y con signos de colapso como se demuestra día a día en la crisis de las grandes metrópolis
mundiales.

“Trotsky decía que la historia del capitalismo era la historia de la victoria de la ciudad sobre el campo”
(Williams, 1973:185), esto manifiesta la acumulación de fuerza de la ciudad como centro político de
decisiones hegemónicas, en detrimento del campo y razón de ser del incremento de las contradicciones
ciudad y campo.
Al respecto Kautsky (1977:402), refiere en una grande coincidencia con Trotsky que:
El campo se empobrece mientras que en la ciudad se amasan fortunas; el campo se
esteriliza, además, intelectualmente, mientras que en la ciudad la vida intelectual alcanza su
máximo florecimiento.

Queda a las claras que en distintos momentos, pensadores marxistas y no marxistas, coinciden en señalar y
recalcar las profundas razones que marcan los contrastes entre la ciudad y el campo, que no son meras
parcialidades e interesadas opiniones. Estas gozan de una base lógica y razonablemente fundamentada que
pone al descubierto los orígenes de tales desigualdades sociales, políticas, económicas y discriminatorias
hacia los habitantes del campo cuya fuente emana desde los centros de poder consolidados en los centros
urbanos.

Existe una corriente del pensamiento, que se soporta en las citas y opiniones anteriormente expresadas por
Marx y Engels, y en coincidencia con Trotsky y Kautsky, conocidos como neomarxistas, quienes plantean lo
siguiente al respecto (Ruiz y Delgado, 2008:12):
En la teoría del Vínculo Industria-Agricultura se equipara lo rural con lo agrario y se parte
de una relación entre la industria y la agricultura como una “relación de subordinación y de
dominio” basada en el desarrollo desigual entre ambos sectores y cuya consecuencia más
importante es la aparente desagrarizacion del campo (Rubio, 2001, p. 8). Esto se debe a una
subordinación excluyente, noción económica que explica la marginación de la producción
campesina por la agroindustrial, dentro del proceso de reproducción del capital, lo que
ocasiona la exclusión de sus productores. La subordinación excluyente explica el proceso
de cambio rural a través de la teoría económica marxista sobre la estructura económica
agropecuaria, a diferencia de los modelos anteriores que se centran en la dimensión
espacial del cambio rural.

Esa posición califica a la agroindustria como la rectora controladora de la actividad agrícola del campo.
Poniéndose de relieve la relación antagónica del modo de producción capitalista, que hace de la actividad
agrícola una actividad alienada, desarticulada y en correspondencia manipulada por los intereses y decisiones
de la minoría oligárquica; latifundista, monocultivadora, monoproductora y controladora de la agroindustria,
que perjudica a pequeños, medianos productores y también a los consumidores de la ciudad.
Finalmente, a los productores – pequeños y medianos - les imponen cultivos (monocultivos) y dependencia
total en el desarrollo de la actividad agrícola y a los consumidores alimentos mercancías generalmente con
reducida variedad, poca calidad y perjudiciales a la salud.
Existen otras concepciones referidas a la contradicción campo-ciudad, que sería largo mencionar en este
corto artículo. Sin embargo González (2002:214), apoyándose en Lenin sostiene que:
Para conocer el objeto hay que abarcar y estudiar todos sus aspectos, todas sus conexiones
e intermediaciones. Jamás lo conseguiremos por completo, pero la exigencia de la
multilateralidad nos prevendrá contra los errores y la rigidez. La dialéctica requiere que el
objeto se tome en su desarrollo, en su automovimiento, en su cambio.

Teniendo presente esas afirmaciones previas, este autor Ib. ant., sostiene que “…crisis exige su
vinculación con el concepto de contradicción…”. Es entonces que el autor considera a la “crisis como
(una) expresión de las contradicciones” y luego citando a Marx, sostiene, a la “crisis como solución de
las contradicciones”, para luego ampliar que (Ib ant.: 215):
La crisis refleja el momento en que tiene lugar un cambio en las relaciones internas de un
fenómeno, donde una de sus partes o todas en su conjunto, ya no están en condiciones de
conservar intacta la vieja estructura, y la naciente no se encuentra aún en condiciones de
transformarla.

Hasta tanto el fenómeno – tema de este artículo – no supere las contradicciones, se estará presentando
crisis de distintas magnitudes, hasta que haya el concurso de distintos actores políticos, sociales,
económicos, ambientales y de orden demográfico – involucra a todos – con visión y pretensiones de
esfuerzos transdisciplinarias, en procura de soluciones equilibradas y sostenibles en el tiempo y espacio,
para la estabilidad del sistema o sistemas (urbanos y rurales) y permita la superación de la histórica
confrontación. Tarea nada sencilla ¿verdad?, pero afrontar el fenómeno estudiado y la participación de
los distintos actores es una vía de superar el entuerto.

Experiencias de confrontación de la problemática


En las diversas experiencias de naciones del bloque socialista, hubo procesos de colectivización forzosa;
compulsiva, contra grandes contingentes de la población, conducida coercitivamente desde las ciudades al
campo, implementadas inicialmente por Stalin en la Unión Soviética y que influyeron posteriormente y
tuvieron repercusión en la China de Mao, en el Vietnam de Ho Chi Ming e incluso en Cuba (Stalin, 1979;
Aguirre, 2008; Ruiz et al, 2011; Díaz, 2013 y Castillo, 1971) con sus correspondientes diferencias de fondo y
forma. De ese proceso hubo posteriormente una dura lección aprendida, luego de grandes sacrificios
humanos. Se hizo las respectivas reflexiones y, en este sentido cabe mencionar, se introdujo cambios como
los demostrados por Vietnam (Moneta, 1996:9, 26):
En la visión estratégica de algunos dirigentes, si el campo no se industrializa va a aumentar
la distancia entre ricos y pobres y la migración masiva hacia las ciudades, con un inevitable
alto costo social y la generación de serios problemas urbanos. […], construir plantas de
procesamiento de productos primarios y ubicarlas en el ámbito rural, promoviendo
fuertemente el desarrollo de unidades privadas de producción de escala familiar, que
cuenten con créditos baratos y sistemas de comercialización. […] Los esfuerzos realizados
en la reforma agrícola a partir del cese de la colectivización en 1981, el otorgamiento de
derechos de propiedad a los agricultores y actualmente, en procura de la formación de
cooperativas y la introducción del crédito, han permitido que ese sector recupere un papel
clave en la economía.

Esto fue reforzado con medidas de mayor atención a la población rural, destinando mejores sueldos al
trabajador del campo, atención en salud, entre otros beneficios. Disminuyó el latifundio como resultado de la
acción de las políticas del Estado, “Desaparecieron los grandes propietarios y la superficie máxima que se
puede poseer, oscila entre 5 y 10 has.” (Bassols, 1981:47) a fin de contribuir a disminuir o diluir las
distancias y desigualdades sociales entre la ciudad y el campo en el caso concreto de Vietnam.
Sin embargo estos problemas atañen tanto a las economías socialistas y a los países capitalistas con las
correspondientes contextualización de los hechos.
Cuba, es ejemplo digno de políticas y hechos que hablan por sí solo. Existe una agricultura en el campo con
buenos indicadores de desarrollo y sostenibilidad. En las ciudades existe una agricultura urbana, también de
reconocimiento y credibilidad internacional. Existen problemas que aún están presentes, tal como la
presencia de tierras ociosas en un cincuenta por ciento (50%, Funes 2018 dixit) y de baja productividad y
producción agropecuaria.
Sin embargo el recorrido y avance en la producción sostenida de alimentos goza del reconocimiento
internacional y de organismos multilaterales. En particular están los esfuerzos y logros en la formación
masiva de técnicos y profesionales universitarios, la investigación y producción sostenida de alimentos como
el caso en particular del investigador agroecológico Dr Fernando Funes Monzote (2017, 2018).
Representando un ejemplo particular del gran esfuerzo cubano por alcanzar la seguridad y soberanía
agroalimentaria. Es además un ejemplo de cómo diluir y superar el histórico impasse entre ciudad y campo,
procurando un “engranaje del mundo rural con el mundo urbano”, “produciendo en armonía con el ambiente”
[1]
Para el caso venezolano, “…llega el latifundismo a su máximum con el régimen de Gómez.” (Acosta
Saignes, 2010:25), fenómeno que se inició con la presencia invasora del colonialismo español, esquilmando a
los pueblos originarios de tierras, recursos y legados ancestrales , quedando como deuda aún en la primera
mitad del siglo XXI, donde el latifundismo permanece como obstáculo para resolver el problema agrario en
el país.
Existen - en Venezuela - políticas, planes y programas orientados hacia la superación del grave problema
urbano y rural dado la desigualdad de distribución poblacional en todo su territorio y emparentado con el
problema de la producción sostenida y suficiente de alimentos para su población.

Papel de la educación
Karl Kautsky (1977:427) afirmó que la formación es tarea no sólo de la escuela “sino (de) la vida en su
conjunto,” rematando luego que “Allí donde escuela y vida entran en conflicto, esta última lleva las de
ganar”. Sentándose como precedente que la formación de los ciudadanos es indispensable como herramienta
eficaz para atender de manera solvente los problemas fundamentales de las sociedades en su conjunto y en
particular el tema de las diferencias entre las comunidades urbanas y rurales.

Morin (2000:17), en función de la complejidad de ser humano, su integridad, y soportado en el papel que
juega la educación manifiesta que, “Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través
de archipiélagos de certeza.”, donde la educación tiene una tarea fundamental y adicional, crear
“…conciencia de nuestra Tierra-Patria, sino también permitir que esta conciencia se traduzca en la voluntad
de realizar la ciudadanía terrenal.”, propiciándose un carácter ecuménico a escala planetaria para la
humanidad.

Opiniones más recientes de Monsieur Morin, 2011:283 recalcan que:


La reforma de la mente depende de la reforma educativa, pero ésta también depende de una
reforma del pensamiento: son dos reformas clave, que se retroalimentan, cada una es
productora y producto de la otra, indispensables ambas para una reforma del pensamiento
político que dirigirá, a su vez, las reformas sociales, económicas, etc.

Destaca en esa apreciación, el encadenamiento de procesos donde la educación constituye la herramienta


primera junto con las más claras decisiones políticas, las vías para la transformación efectiva de las
sociedades y evitar seguir el transito suicida de la humanidad.
Queda en evidencia, que la actuación de los aspectos políticos, que direccionan el accionar de una sociedad,
está el papel fundamental que le corresponde a la educación como herramienta efectiva en disminuir las
asimetrías entre los seres humanos y propiciar los acercamientos impostergables por una humanidad con un
desarrollo intercultural capaz de superar los obstáculos que hoy la separan. Se ratifica entonces, el
insustituible papel a seguir profundizando y mejorando por parte de la educación en éste sentido.
Entre los múltiples ejemplos y acciones se puede destacar que, como afirma Arellano et al 2017:1, “… las
madres ven en la experiencia educativa una instancia inclusiva que favorece el desarrollo integral de los
niños y niñas.” Esto en correspondencia, en primera instancia, con la apertura de espacios educativos
inclusivos y fortaleciéndolos tanto en campo como en ciudad. Con currículos orientados hacia la inclusión y
en contra de todas las injusticias, discriminaciones y desigualdades que aún prevalecen en nuestras
sociedades.
En Venezuela al respecto se tiene el digno ejemplo de Luis Padrino, en cita de Guillermo Luque 2013:36):
Estima necesaria Padrino a la “unión entre la ciudad y la Escuela Rural”; convoca los
esfuerzos y la colaboración de los “hombres de la ciudad y de las agrupaciones que en ella
existen”. (Padrino, 1936, pp. 12-13).

Luis Padrino junto al maestro y líder político Luis B. Prieto F., constituyeron pilares fundamentales para el
impulso de la una nueva concepción social y política que se basó en la pedagogía de la Escuela Nueva,
presentada al país en tiempos eminentemente rurales. Esfuerzos dignos de reconocer en la lucha del pueblo
venezolano junto a sus educadores e intelectuales por superar los contrastes entre una Venezuela rural y la
conformación de los grandes núcleos urbanos. Debe hacerse un acto reflexivo sobre los alcances y
necesidades de retomar tales esfuerzos educativos formativos tanto en ciudad y campo para enfrentar con
éxito las iniquidades entre sus habitantes cual sea su condición social y de distribución y aprovechamiento
efectivo y optimo del espacio territorial.

El esfuerzo de los Estados nacionales, por adhesión y respeto a los acuerdos internacionales establecidos,
deben garantizar al menos la educación parvularia y de los adolescentes en etapas que permitirán la forja de
verdaderos hombres y mujeres en correspondencia con las orientaciones curriculares de formación personal,
social, comunicación y relación con el entorno natural y cultural en áreas rurales y urbanas populares.

En el aspecto educativo formativo en entrevista, el Dr Fernando Funes (2018), propone: “programas de


investigación y educación para la gente, comercialización, agroturismo y reinvertir en la vida rural”. De
modo que estas acciones contribuyan a fomentar en las personas cambios en el ámbito cultural, donde se
reflejen las verdaderas, esenciales y sostenidas transformaciones.
Tendencias actuales
En días recientes, un viejo amigo y paisano del autor de este artículo, pasó por un área de Tucupita, capital
del estado Delta Amacuro, en Venezuela, donde existe una planta procesadora de coco y manifestó lo
“desagradable e inconveniente” de tener ese tipo de plantas en esa petite ville. Remataba diciendo, “deberían
estar fuera; lejos del área urbana como se estila en las grandes ciudades”. Se le recordó – a su vez - que la
vieja ciudad de Tucupita estaba inundada de olores a cacao fermentado, coco deshidratado (copra), y café,
entre otros productos de origen agrícola y forestal, lo que era una muestra de esa hibridación ciudad-campo
con su correspondiente actividad socio económica sostenida y buena autonomía agroalimentaria.
Esa evolución – o “involución”, según la apreciación personal que se tenga al respecto – de un pueblo a
ciudad, amerita un debate que haga un balance de ese recorrido y fijar los acuerdos más convenientes entre el
común de sus habitantes y sus liderazgos.
El comentario anterior, muestra un significado de las contradicciones de convivencia de humanos en espacios
donde se mezclan actividades productivas, industriales, recreativas, educativas, entre otras. Esto
evidentemente se atendería en procura de alcanzar los planes de ordenamientos de los espacios y propiciar
los acuerdos para relacionar las actividades humanas hasta superarse los inconvenientes en el uso espacial
territorial efectivo, con beneficios para los habitantes y sus correspondientes comunidades.

Francois Houtart, citado por Cubillo-Guevara y Hidalgo-Capitán, 2015:29 manifiesta:


Se necesitan cambios de paradigmas para permitir una simbiosis entre los seres humanos y
la naturaleza, un acceso a todos los bienes y servicios, una participación de cada sujeto
individual y colectivo a los procesos organizativos sociales y políticos, y la posibilidad de
expresiones culturales y éticas propias, para realizar el bien común de la humanidad.

Esta posición de este luchador por las mejoras sociales de la humanidad, tiene un significado muy valioso
para los avances. Sus comentarios su obra, fueron legados a la humanidad. De lo expuesto por Houtart, se
rescata su sentir de proponer el acercamiento del hombre a la naturaleza, estableciéndose una relación más
estrecha y de respeto, en una verdadera relación simbiótica hombre – biósfera, de mucha utilidad en este
análisis del fenómeno ciudad-campo.

Un gran estudioso de este fenómeno lo constituye el investigador Ávila (2006:1), quien manifiesta la
existencia real de “…territorios urbano rurales, como ámbito de interacción derivada de la reorganización
productiva y territorial…”, reconociendo una realidad inocultable, que propone sea abordada “exprofeso.
[Con una]…óptica transdisciplinaria,…”, reconociéndose a su vez que “…se genera un importante
complemento al ingreso familiar; se identifica por una parte a la agricultura urbana…”.
El comentario anterior, deja en claro que, las grandes oportunidades de emprender un verdadero desarrollo
de las ciudades con el uso más efectivo del espacio y la generación de oportunidades de empleo
adicionalmente, para beneficio de las comunidades involucradas. Se pasaría de una situación problemática a
generarse soluciones múltiples para beneficio colectivo.

Otras opiniones respecto al tema en consideración la aportan Limonad y Monte-Mór (2012:1), donde afirman
que no debe mirar el campo y la ciudad con visiones excluyentes entre sí, y fundamentan su posición en la:
…concepción dialéctica de que la oposición campo-ciudad posee sus orígenes en la división
social del trabajo y, que esta oposición es mutable en el tiempo, siendo determinada en buena
parte por la relación sociedad naturaleza, por las relaciones sociales de producción, en fin, por
el estadio de desarrollo de las fuerzas productivas y por el grado de profundización de la
división social del trabajo.

Las injusticias sociales y económicas, no son caprichosas ni aparecieron por “generación espontánea”,
como algunos la pretenden justificar subliminalmente, antes por el contrario tienen – tal vez no muy
claras en principio – hondas raíces y fundamentos en sistemas sociales y modos de producción muy
injustos y creados con propósitos mal sano desde sus orígenes. Estos hechos están vinculados
directamente con el origen y surgimiento de las ciudades y la negación – antítesis – el campo o áreas
rurales.

Otra opinión importante expresada por Morin (2011:87), añade la posible “desmegalopolización” en beneficio de
la “repoblación de los pueblos y aldeas” y la consecuente “…humanización de las ciudades y la revitalización del
campo…”, entre otras consideraciones como creación de infraestructura mínima para prestación de bienes y
servicios, salud, “…reducir… la agricultura y ganadería industrializadas,…” y fomentar las “…agriculturas
tradicionales y biológicas, practicar la reforestación y utilizar abonos…el biochar [2]. […] preservar o restaurar
la biodiversidad,…, y a introducir, en la medida de lo posible, la naturaleza dentro de las ciudades, […].

Es una opinión digna de consideración estimándose que hace aportes concretos en la disminución o dilución
a mediano y largo plazo de las diferencias entre campo y ciudad, con ideas orientadas a aportes concretos.

En Colombia como en otros países se empieza a observar el siguiente fenómeno citado por Semana Rural
(2018:1):
Colombia se acostumbró a ver partir a sus campesinos hacia las ciudades en busca de una
mejor calidad de vida. Ya sea para ingresar a la universidad, conseguir un empleo, adquirir
una vivienda o simplemente escapar del conflicto armado. Sin embargo, en años recientes
surgió una dinámica que impulsa lo contrario. […]Es así como nacen los neorrurales o
‘neocampesinos’, citadinos que abandonan el estilo de vida urbano para residir y trabajar en
el campo. El geógrafo español Joan Nogué definió en la revista ‘Agricultura y sociedad’ a
estos nuevos habitantes de las zonas rurales: son personas que rechazan el modelo de
sociedad actual.

Al respecto, Colombia es un país con fuerte inmigración y desplazamiento de la población rural motivado a
sus fuertes conflictos internos, empieza a manifestar este fenómeno de los “neorrurales” o “neocampesinos”,
siendo citadinos, que hacen el desplazamiento contrario al de sus compatriotas campesinos a ocupar espacio
en el campo a fines de vivir y trabajar.
Lo anterior es mirado con reserva por algunos autores (Kay, 2007:33, citado por Ruíz y Delgado 2008:15)
por considerar que se trata de una nueva treta del capitalismo:
… en cierto modo, la nueva ruralidad es el resultado del neoliberalismo y promover la
pluriactividad sin cambiar el contexto, es reproducir el neoliberalismo y con ello la
explotación y el despojo campesino.

Más allá de la buena voluntad y fe de algunas personas; “buena gente”, agobiadas de la vida citadina y con
verdaderos deseos de trabajar y vivir en el campo hay un elemento económico capitalista de nuevo cuño;
malévolo con maquillaje, que no hay que perder de vista.

En correspondencia con los aportes hechos por pensadores, académicos, artistas, urbanistas de desarrollar
espacios simbióticos “naturaleza - hombre”, en Venezuela el arquitecto; premio nacional Fruto Vivas (El
Universal, 2016), ha elaborado su obra arquitectónica y urbanística que se sintetiza en torno a la frase
“árboles para vivir”. Este esfuerzo tiene resonancia y reconocimiento más allá de las fronteras nacionales,
constituyéndose en una concreción para contribuir sustancialmente a enfrentar el tema de la contradicción
ciudad y campo. Diluir, consustanciarse y complementarse entre la ruralidad y lo urbano.
En opinión de Juan de Jesús Montilla (1999:168), ex jefe del Fondo Nacional de Investigaciones
Agropecuarias (FONAIAP) y ex Ministro de Agricultura y Tierras de Venezuela, se debe hacer esfuerzos
por crear “… condiciones de vida dignas en el medio rural para modernizar racionalmente los procesos
productivos y el procesamiento de los productos.”. Evidentemente, se refiere a condiciones que vayan en
beneficio directo de la población rural.
Un nuevo fenómeno se viene presentando en varios países y que en Venezuela empieza a ser considerado es
el desarrollo de la Agricultura urbana y periurbana. A tales fines, desde el gobierno nacional, se viene
impulsando creación de planes programas y proyectos para dar impulso a estas actividades que serían de gran
aporte para atender un grave problema coyuntural como lo es el desabastecimiento, especulación y distorsión
del mercado de los alimentos. Es así que existe hasta un ministerio creado a tales fines de dar impulso a la
agricultura urbana y periurbana.
En cuanto al papel de las universidades, vienen siendo objeto de una transformación académica, con la
creación de los llamados Programas Nacionales de Formación (PNF), en áreas claves de la agricultura (PNF
en Agroalimentación, PNF en Agroecología, PNF en Medicina Veterinaria y PNF en Procesamiento y
Distribución de alimentos). Un contingente de técnicos, técnicas, licenciados, licenciadas, ingenieros e
ingenieras egresados y egresadas, empieza a desplegarse por todo el territorio nacional. De ello se espera
aportes reales y concretos para la atención de problemas que ameritan soluciones eficaces y perentorias.

A MODO DE PROSPECTIVA
Reformas van, reformas vienen, revoluciones estallan violentamente, otras se manifiestan manteniendo
esquemas “democráticos” en procura de una añorada y “negociada” Paz, ante tan disimiles y contradictorios
intereses entre las mayorías cada día padeciendo agudos problemas y una minoría (1%), con una rapiña y
gula infinita. Sin embargo los problemas de la humanidad con su entorno socioeconómico y ambiental no son
atendidos, poniéndose en riesgo la existencia planetaria terráquea en su totalidad. A esto no escapa la
histórica contradicción entre ciudad y campo.
Queda en evidencia, ante los hechos, que esa marcada distancia, segregación e injusticia social entre
habitantes de la ciudad y el campo tiene profundas y bien fundamentadas raíces de orígenes sociales en
sistemas de producción definitivamente injustos.
Pretender cambios, propiciar acercamientos verdaderamente auspiciosos de romper con esta contradicción
ciudad-campo en procura de alcanzar una solución real a este problema, implica establecer algunas primicias
que se proponen prospectivamente:
Ciertamente hasta tanto este tema no sea abordado con verdadera vocación, intencionalidad y voluntad de
carácter político, no habrá soluciones reales a esta confrontación que se agudiza en el tiempo. Conformar
equipos ad hoc, inter y transdisciplinarios, destinados a atender esta situación puede vislumbrarse como una
vía de obtener las soluciones teóricas y prácticas a esta problemática desde el enfoque del ordenamiento
territorial – más allá de la reestructuración, reforma o maquillaje espacial proxeneta del capital especulativo
y rentístico - con verdadera vocación y voluntad de resolver con innovación los problemas de las mayorías.
Revertir – cosa nada sencilla – la acumulación capitalista beneficiaria directa de esta situación que mucho
favorece a las minorías explotadoras tanto en campo (latifundismo), como en ciudad (capital constructor
inmobiliario especulador).
Las autoridades e instituciones educativas; contando con las Instituciones de Educación Universitarias (IEU),
en posición de vanguardia constituyen una herramienta eficaz - así lo suponemos - a la solución real de tal
problemática Glocal (global y local).
Constituir en las ciudades espacios destinados exclusivamente para la producción primaria y transformación
de los alimentos constituye una necesidad impostergable en los momentos actuales. Esta nueva visión
fundamentada en propuestas como “árboles para vivir” (Fruto Vivas dixit), serían complementarias en la
intensión de tener áreas urbanas más agradables para vivir en conjunción con elementos naturales
(Biodiversidad regional), presta a la recreación, entre otros fines. Las áreas rurales deben estar conformadas
de núcleos o comunidades que cuenten con los servicios básicos indispensables para los habitantes allí
presentes.
Potenciar las oportunidades del campo conjuntamente con la ciudad, como aliados estratégicos en la
conformación de una cadena completa y compleja de alimentación. Esto significaría responsabilidades
compartidas para la producción primaria de alimentos, su procesamiento o transformación, distribución y
consumo en alianza y puesta en práctica del trabajo cooperativo entre productores y consumidores. Sin
intermediarios que pongan en riesgo la producción inocua y precios bajos de los alimentos.
El intercambio ciudad- campo debe ser más frecuente y en ambas direcciones, a fin de fortalecer la
conciencia de que ambos espacios se necesitan mutuamente. A fin de brindarse apoyo, cooperación y
fomentar una conciencia para la fraternidad, la paz y la cooperación entre el campo y la ciudad. El niño del
campo puede vacacionar en la ciudad y viceversa también el niño de la ciudad puede vacacionar en el campo;
constituyéndose en programas que alienten y fomenten el nuevo ciudadano del futuro.
Urbi et Orbi, dice la bendición de su santidad el Papa, luego de tantos desatinos y hechos sangrientos
cometidos en la edad media por la inquisición, contra todo aquel cristiano que se atrevió a insinuar la
redondez del mundo. Antes por el contrario las bendiciones y predicas ecuménicas en favor de la humanidad
deberían estar dirigidos a reconciliar y llevar justicia y paz a todos los habitantes del campo y la ciudad por
entero, sin discriminaciones de ninguna naturaleza. Expresado todo ello, en logros concretos a los fines de
romper definitivamente la mezquina, segregacionista e interesada contradicción ciudad-campo. En fin, no se
puede dejar todo a la bendición Diosana, debemos hacer esfuerzos individuales y colectivos para alcanzar
soluciones.
Más allá de las desavenencias que surgen entre la ciudad y el campo donde los modos de producción pasados
y vigentes en franca confrontación (capitalismo y socialismo), todos con diferentes grados de responsabilidad
en estos desajustes, el tema más profundo a considerar es que está en entredicho y riesgo el proceso
civilizatorio llevado adelante por la especie Homo sapiens, que pone en riesgo su supervivencia y existencia
misma. Como afirman algunas voces escépticas, la humanidad aún permanece en la protohistoria, con
reminiscencias de la era precedente; la prehistoria. Es momento de alcanzar el gran acuerdo ecuménico para
superar esas etapas, a menos que le concedamos razón a la versión cioraniana - Emil Michel Cioran dixit - de
que la humanidad es un proyecto equivocado.
Al cierre de este aporte teórico, surgen más preguntas que respuestas obtenidas de las referencias consultadas
y su posterior reflexión. Tal vez sea síntoma del interés por alcanzarse al mediano y largo plazo las salidas
soberanas ante problemas que ponen en riesgo la existencia misma de la humanidad. Pero que sin embargo,
vislumbran soluciones reales y alcanzables en tiempo perentorio, disponiéndose de voluntad y decisiones
políticas sensatas, concertadas y certeras en su propósito.

Notas al pie
[1] Entrevista a Fernando Funes Monzote (2018) por Russia Today RT.
[2] Morin, 2011:88 dixit, “Propuesto y divulgado por la asociación Pro-natura, el biochar es un carbón que fertiliza la tierra,
obtenido mediante la combustión de residuos vegetales.”

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Curriculum vitae
Aquiles José Amares Pugarita
 Ingeniero Agrónomo, Universidad de Oriente (UDO), Jusepin, estado Monagas, Venezuela.
 Diplomado en Educación Superior, Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño
(IPLAC)/UNESCO, Cuba.
 Magister Scientiarum en Educación Superior, Universidad Nacional Experimental Politécnica de la
Fuerza Armada (UNEFA), Tucupita, estado Delta Amacuro, R.B. de Venezuela.
 Máster en Agroecología y Agricultura Sostenible, Universidad Pinar Del Rio “Hermanos Saíz Montes
de Oca”, Cuba.
 Candidato a Doctor en Educación, Universidad Experimental Libertador, Instituto de Mejoramiento
Profesional del Magisterio (UPEL-IMPM), Tucupita, estado Delta Amacuro, R.B. de Venezuela.
 Docente Asociado de Universidad Territorial Deltaica Francisco Tamayo, Tucupita, estado Delta
Amacuro, R.B. de Venezuela

Tucupita, Delta Amacuro, R.B. de Venezuela, 31 de marzo de 2018.


Revisado y corregido: martes 03 de julio de 2018

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