CV asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española Este documento que presentamos de la Conferencia Episcopal es una llamada de atención a todos los cristianos a ser partícipes de la acción caritativa de la Iglesia. En este mundo golpeado por la crisis es necesario que la Iglesia se haga presente para dar esperanza a todo el que lo necesita, ya que nos encontramos ante un panorama que no solo golpea económicamente, sino que también afecta a lo moral y lo social. Nos ponen en alerta ante la cuestión de la fractura social que se ha producido, pues el rico se ha hecho más rico y el pobre más pobre, aunque haya datos que nos alientan a mirar con esperanzas hacia un futuro que parece un poco mejor. En una primera parte del documento se hace alusión a los problemas actuales, se hace una mirada a la realidad que nos afecta a todos: familias desestructuradas sumidas en una «crisis cultural profunda»; una sociedad envejecida por la baja tasa de natalidad; creciente número de abortos; falta de apoyos a las familias por parte del Estado; paro en jóvenes y mayores de 50 años; la trata de mujeres, la violencia doméstica; y sobre todo la emigración como «nueva forma de pobreza». También hace una denuncia a la corrupción como mal moral, que «compromete el correcto funcionamiento del Estado» y que derivan de «la codicia financiera y la avaricia personal». Todo ello lleva a una desconfianza hacia los políticos, las instituciones públicas, etc. Por último en este punto, nos pone en alerta con el «empobrecimiento espiritual», un alejamiento de Dios, la despreocupación del destino trascendente del ser humano, que hace que perdamos la capacidad de amar a todo hombre como a Dios amor. Alerta sobre los «muchos bautizados que carecen de una suficiente formación cristiana y vivencia de la fe», que las hace vulnerables a cualquier ideología fácil que da la espalda a Dios. En el siguiente punto los Obispos nos darán algunas de las razones por las que se ha llegado a estas situaciones. La negación de la primacía del ser humano, crisis esta anterior a la crisis económica. Esta negación hace a su vez «negar la primacía de Dios en la vida personal y social», donde se ansía el dinero por encima de todo y se deja de lado el bien común, creando pobreza: «urge recuperar una economía basada en la ética y en el bien común por encima de los intereses individuales y egoístas». Hay que reconocer el valor de la vida humana, dada gratuitamente, cuidar la fragilidad de personas y pueblos. También nos hablan de la cultura de lo inmediato, en referencia al aquí y al ahora, donde no se tienen en cuenta los que vendrán más adelante Pastoral Socio-Caritativa Diego M. F A
o los que se encuentran lejos. Es necesario incidir en los contenidos
educativos humanistas, morales y religiosos, y no extralimitarlo a lo científico y técnico. Un modelo centrado en la economía, donde los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres, «por dar prioridad a una determinada forma de economía basada exclusivamente en la lógica del crecimiento, en la convicción de que “más es igual a mejor”». La ideología de la lógica mercantil, hay que restablecer la justicia mediante la redistribución, se adora a un ídolo hecho por nosotros mismos. En un tercer punto, los Obispos nos ofrecen unos puntos para intentar buscar soluciones a estos problemas desde la Doctrina Social de la Iglesia. Hay que tener en cuenta que «la economía está al servicio de la persona y de su desarrollo integral», hay que recuperar la primacía de la dignidad de la persona, recuperar la visión central del hombre. Es necesario que los bienes lleguen a todos de forma equitativa con justicia y caridad, por ello hay poner en práctica el destino universal de los bienes, para romper la desigualdad que supone que unos tengan tanto y otros tan poco. Todo ello desde una solidaridad y un equilibrio entre los derechos y deberes, el bien común debe ser tarea de todos, «que todos seamos responsables de todos», debemos trabajar por ello. Y por último, teniendo en cuenta el principio de subsidiariedad, donde todos somos responsables del desarrollo social, a través de este principio nos sentimos «personas activas y responsables» y «permite un justo equilibrio entre la esfera pública y la privada». Finalmente la asamblea hace una llamada de esperanza a afrontar esta realidad desde la fe, con una serie de propuestas. Promover una actitud de continua renovación y conversión, llamada de conversión que nos afecta a todos y que nos llevará a un encuentro con Cristo en los más pobres. Cultivar una sólida espiritualidad que dé consistencia y sentido a nuestro compromiso social, anunciar la Buena Nueva a los más pobres, trabajar en el campo caritativo y social, transformando las estructuras de este mundo. Apoyarse en la fuerza transformadora de la evangelización, profundizar en la dimensión evangelizadora de la caridad y de la acción social, promover el desarrollo integral de la persona y afrontar las raíces de la pobreza, defender la vida y la familia como bienes sociales de vital importancia, afrontar el reto de una economía inclusiva y de comunión, y fortalecer la animación comunitaria. Todo ello nos hará acercarnos a Cristo que es amor, y ese amor que nos transmitió hemos de hacerlo nosotros con todas las personas necesitadas de una cercanía hacia nosotros, hacia todos los hombres, hacia el mundo y hacia Dios.