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Legalización en Estados Unidos

Tiroteo tras tiroteo, víctima tras víctima, EE.UU. parece haberse dado por vencido en
su agotador debate por controlar en manos de quién caen peligrosos rifles o pistolas
capaces de sembrar un horror contra el que la opinión pública parece haberse
inmunizado.

Con Obama al frente del país, el debate sobre el control de armas alcanzó su punto
más alto en 2012 a raíz del asesinato de doce personas en un cine de Aurora
(Colorado) y la matanza ocurrida en la escuela Sandy Hook de Newtown (Connecticut),
donde fueron asesinados a tiros 20 niños y 6 mujeres. Luego vino la matanza en
Orlando, y ahora la de Las Vegas, la más letal.

«Como muestra la historia, las matanzas provocan fuertes cambios en la opinión


pública, pero las peticiones de cambio en momentos puntuales importan menos que la
capacidad de presión de la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas
en inglés)», dijo a Efe el presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano,
Michael Shifter.

La NRA, creada en el siglo XIX como un club deportivo para mejorar la puntería de sus
miembros, se esfuerza en defender la interpretación más literal de la Segunda
Enmienda de la Constitución, por la que se consagra el derecho de los individuos a
poseer y portar armas de fuego. «Es el Congreso de EEUU el que tiene el deber de
aprobar legislación que evite que las armas caigan en manos de personas con
antecedentes penales o con trastornos psicológicos. Deberíamos tener un extenso
debate sobre cómo cambiar la cultura de las armas en nuestro país», aseguró a Efe el
líder demócrata del Senado, Harry Reid.

Sin embargo, en el país de la máxima libertad individual, ejemplificada con el derecho


a portar armas, el horror de las masacres no parece hacer mella entre aquellos que
guardan revólveres o escopetas en su mesilla de noche y se muestran dispuestos a
apretar el gatillo para defender su vida o la de su familia.

De hecho, según datos de la consultora Gallup, el número de estadounidenses que


apuesta por mayores controles sobre las armas ha descendido dramáticamente en los
últimos 24 años, pasando del 79 % de en 1990 al 47 % en 2014.
Mientras, el número de armas en posesión de los estadounidenses (319 millones de
personas) no ha parado de crecer y, en 2012, los civiles tenían a su disposición 114
millones de pistolas, 110 millones de rifles y 86 millones de escopetas, según un
informe del Servicio de Investigación del Congreso.

Con cambios menores moviéndose a nivel estatal, hace dos décadas que el Congreso
no aprueba ninguna ley para restringir las armas y el único cambio fue impulsado por
Obama con 23 decretos, que firmó ante las víctimas de la matanza de la escuela de
Newtown y que podrían ser derogados por el próximo presidente.

El pasado 18 de febrero, con Trump ya en la Casa Blanca, el Senado de EE.UU. aprobó


la suspensión de una regulación impulsada por el expresidente Barack Obama para
impedir que personas con problemas mentales puedan acceder a la compra de armas,
en una victoria de los grupos pro-armas como la Asociación Nacional del Rifle (NRA). El
voto se saldó con el respaldo de 57 senadores, la mayoría completa de los
republicanos y varios demócratas, frente a 43 rechazos.

Debilidad
“Las armas que fueron diseñadas para los soldados
para la guerra no pertenecen a nuestras calles”, dijo
Barack Obama tras la matanza de Sandy Hook.

Legalización de armas y Perú


En noviembre del 2014, una encuesta de El Comercio reveló que el 85% de limeños
rechaza que quienes maten a un delincuente en defensa propia sean condenados. Sin
embargo, el mismo sondeo demostró que solo el 58% aprueba que los civiles porten
armas de fuego para defenderse. La discusión se mantiene. “El Estado no es capaz de
protegernos de la inseguridad, así que tenemos dos opciones cuando los delincuentes
nos atacan: nos dejamos o nos defendemos”, afirma Rodrigo López Landauro,
presidente de la Asociación Nacional de Usuarios Responsables de Armas, y quien
desde hace 20 años carga una pistola para sentirse más seguro.

Así como López Landauro, los representantes de los usuarios de armas de fuego –unos
250 mil personas tienen licencia según la Superintendencia Nacional de Control de
Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil (Sucamec)– dicen
que portando un arma hacen valer el derecho a la legítima defensa reconocido en el
numeral 23 del artículo 2 de la Constitución, que es un supuesto de exención de
responsabilidad penal. Según el Código Penal, una defensa califica de legítima cuando
se da: (i) ante una agresión ilegítima; (ii) la agresión no ha sido provocada por quien se
defiende y (iii) a través de un medio razonable ante la intensidad y peligrocidad de la
agresión .

Los usuarios de armas reconocen estas restricciones y aseguran que hacen un uso
responsable de las mismas. “Nosotros estamos capacitados para portar un arma. ”,
afirma Thomas Saldías, de la Asociación de Propietarios Legales de Armas de Fuego

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