Вы находитесь на странице: 1из 2

Segunda Clase

OLÓRUN. LA DEIDAD SUPREMA

El amor por la Deidad ciertamente no existe; tampoco existe el miedo como una distinta emoción alguna vez
albergada hacia él. Por lo tanto, no hay necesidad de aplacarle a Él con sacrificios, no necesita que se le
levanten templos y consagren sacerdotes para su adoración. Existen sentimientos de temor y reverencia, y
éstos se muestran en los títulos dados a Él en las frecuentes expresiones de gratitud. La creencia en su
Omnipotencia lleva a la humilde dependencia hacia Él para protección y conservación, y para ayuda en
épocas de calamidad extrema cuando el carácter de la necesidad o la exigencia de tiempo demandan recurrir al
más grande poder vivo conocido por el hombre. Aparte de la ofrenda de cortas oraciones y la donación de
gracias, la adoración no existe. Un Dios con el que es mantenida una escasa relación no puede satisfacer los
profundos y constantes anhelos del alma humana por una activa dependencia hacia lo oculto. La ausencia de
una adoración organizada de Olórun por medio de la cual una completa e ininterrumpida devoción hacia Él
puede ser asegurada, ha llevado a la adoración de múltiples dioses. Es suficiente aquí el decir que la
usurpación del lugar de Olórun por deidades intermediarias ha llevado a la pérdida del conocimiento de su
adoración entre los Yorubas, con la dudosa excepción de unos pocos sacerdotes mayores que todavía afirman
el saber algo acerca de la adoración y por los cuales el conocimiento es muy preciso y quizás guardado
celosamente. En vista del carácter de Olórun, es fácil ver que la siguiente descripción de Él es incorrecta:
“Olórun es simplemente un dios-naturaleza, el cielo divino en persona, y el único que controla fenómenos
relacionados de la mente nativa con el techo del mundo”.

Si Olórun ha sido el cielo divino en persona que llovió y tronó sobre los hijos de los hombres, una habitual
adoración originándose del miedo habría sido ofrecida a Él, y en vista de los frecuentes casos de lluvia,
truenos y relámpagos, Él podría haber tomado un lugar hacia atrás en el sistema religioso nativo. Es evidente,
sin embargo, que no es el animista dios-cielo que los Yorubas se apropiaron de los egipcios. Más bien, la idea
de Olórun está relacionada con la de Osiris, el espiritualizado Ser Supremo del Antiguo Egipto viviendo en
los cielos mucho más allá del conocimiento humano. Ningún nativo admitiría que Olórun ‘sólo controla
fenómenos relacionados con el techo del mundo’. Los títulos, oraciones y expresiones dadas arriba prueban de
manera concluyente que, tal limitación de los poderes y funciones de Olórun es ajeno al pensamiento nativo.
Tampoco es correcto decir que ‘Él no es de ninguna manera Omnipotente’.

El proverbio sobre la que esta declaración está basada, no puede ser encontrado entre la mayoría de los
Yorubas, tampoco el escritor encuentra ningún soporte para ello entre los sacerdotes y mitologistas Yorubas.
Que ‘un hombre no pueda provocar la lluvia y que Olórun no pueda darte un hijo’, es quizás la casual
observación de algunas personas poco inteligentes, y no puede implicar nada más que un reconocimiento de la
división del trabajo entre las deidades y la desgana de Olórun para hacer los deberes que Él había asignado a
una inferior deidad.

Ello no implica ciertamente incapacidad o limitación de poder, en opinión del bien conocido proverbio Yoruba
‘A ki ra omo li oja; Olórun ni fun ni’, ‘los hijos no son comprados en los mercados; ellos son regalos de
Olórun’.
La precedente aclaración del carácter de Olórun y del origen de su nombre, hacen muy claro que las elevadas
ideas sobre Él deben ser encontradas en Egipto. Sin la hipótesis de una conexión entre los egipcios y los
Yorubas, la existencia de elevadas ideas quedan como un misterioso e inexplicable fenómeno observado entre
primitivos pueblos. La religión de los Egipcios Antiguos pasó del politeísmo al hemoteísmo, hasta que se
convirtió en monoteísmo esencialmente cuando “el sincero politeísmo de los Egipcios pudo hablar de un
único e incomparable Dios o pudo adorar a ‘Dios’ sin una más profunda definición”. Escribiendo sobre el
monoteísmo de Egipto, el profesor Maspero dice: “Los Egipcios adoraban a un ser que era único, perfecto,
dotado de conocimiento e inteligencia absolutos, e incomprensible hasta tal punto que Él acepta los poderes
de los hombres para manifestarse en lo que es incomprensible. Él es ‘el primero, el que existe esencialmente,
el único que vive sustancialmente, el único creador del cielo y de la tierra, que no se ha creado a sí mismo...”.

La inteligencia humana soporta con dificultad la idea tan pura de un ser absoluto. No obstante, es también
verdad que, a pesar de la opinión de escritores como Menzies, Huxley y Spencer, hay mucha evidencia de la
existencia de la concepción de un Ser Supremo entre los Yorubas, un ser que en una época pareció haber sido
identificado con Osiris y que corresponde en muchos importantes detalles con el ‘único Dios’ concebido por
los antiguos egipcios."

… Mas al respecto en próximas clases…

Вам также может понравиться