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TEMA 1

INGRESO EN EL CENTRO PENITENCIARIO

I. FORMAS DE INGRESO

En primer lugar, si la persona penada está en libertad provisional, es necesario sentencia firme
y que el juez o tribunal sentenciador dicte una orden (mandamiento) de prisión para que ingrese
en la cárcel. En segundo lugar, en aquellos supuestos en que la persona se encuentra en la
cárcel en prisión preventiva, el mandamiento de prisión debió haber sido realizado por el el
Juez de Instrucción o la autoridad judicial a disposición de quien se encontrase en el momento
del ingreso. Asimismo, es posible el ingreso en calidad de detenido (art. 23 RP).

Cabe también la posibilidad de que la persona se presente voluntariamente; si bien, en todo


caso, tiene que ser admitida (art. 16.1 RP). Será el director el que tenga que comunicarlo y
pedir al juez o tribunal de prisión, dentro de las 24 horas siguientes, el testimonio de la
sentencia y la liquidación de condena. En caso de que, transcurridas setenta y dos horas, no se
hubiera recibido el mandamiento de prisión, la persona deberá ser puesta en libertad (art. 16.4
RP). También se considera presentación voluntaria a los efectos legales la personación en el
juzgado el día que el condenado es llamado para cumplir la condena. En ambos supuestos, la
presentación voluntaria deberá constar expresamente en el expediente personal y se puede
solicitar certificación acreditativa (art. 16.2 RP).

Es relevante tener en cuenta que la presentación voluntaria lleva aparejadas una serie de
consecuencias positivas, tales como el ingreso en una cárcel concreta y su configuración como
un elemento a tener en cuenta en la clasificación y en la concesión de los permisos –indicio de
responsabilización por la conducta delictiva–.

Las personas que deban ingresar en prisión son citadas en la secretaría del juzgado y, en caso
de no acudir al llamamiento, se dictará una orden de busca y captura que aparecerá en las
terminales de los ordenadores de la policía.
II. INGRESO DE MUJERES CON HIJOS

La dirección de la cárcel debe admitir a mujeres con hijos menores de tres años, siendo
necesario que se acredite debidamente la filiación, la edad, y la ausencia de riesgo para el
niño. Esta situación deberá ser notifica al fiscal (art. 17.1 RP), quien aplicará las medidas de
protección oportunas –Ley 2/1987, de 11 de noviembre– (Instrucción FGE 6/1990, de 5 de
diciembre).

Por su parte, las mujeres que hubiesen ingresado en prisión sin los hijos menores de tres
años, estando éstos bajo su patria potestad, podrán, con posterioridad al ingreso, solicitar su
ingreso.

III. INGRESO DE PERSONAS EXTRANJERAS

La persona extranjera que deba proceder al ingreso en prisión podrá comunicar su detención a
la representación diplomática (art. 520.2 LECr), así como cuando sea cambiada de cárcel.

En 5 días desde su ingreso se le entregará documento traducido con los tratados


internacionales y las medidas que afecten a su situación procesal o penitenciaria, dirección y
teléfono de su representación diplomática (art. 52 RP, Instrucción 14/2001 de la DGIP). Con
todo, en la realidad no se da esa información individualizada: únicamente existen folletos en
6 idiomas, lo cual no es suficiente e implica una importante indefensión del extranjero.

Además, un factor relevante a estos efectos es que muchos extranjeros no quieren comunicar
el ingreso a sus autoridades por «miedo» a tener problemas en sus países de origen (causas
pendientes, entrada ilegal en España, documentación caducada).

Por otro lado, otra problemática que se suscita en estos casos es que con frecuencia no conocen
al abogado, ni la situación procesal en que se encuentran cuando se celebrará el juicio,
desconociendo también los recursos y demás cuestiones procesales relevantes.

Cuando el penado no disponga de su documentación personal, se anotarán los datos que aporte
y, en el plazo de 1 mes, si el penado no ha proporcionado dicha documentación, la cárcel
deberá iniciar los trámites para la obtención de la documentación personal –Comisaría
Provincial se tramita el INE (Número de Identidad de Extranjeros correspondiente)–.

Una vez haya tenido lugar el ingreso en prisión, en los 5 días siguientes se informa a la
Delegación del Gobierno de los datos de los extranjeros que hayan ingresado para la
aplicación de la normativa de extranjería que proceda –expediente de expulsión–. Este mismo
procedimiento se seguirá en cuanto se reciba el mandamiento de libertad (Instrucción 14/2001
de la DGIP).
IV. INGRESO DE PERSONA TRANSEXUAL

Al ingreso de una persona cuya apariencia externa corresponda a un sexo distinto al que
conste en documento oficial se efectuará un reconocimiento médico, y si coincide su apariencia
externa con los caracteres fisiológicos sexuales, será cacheado por funcionarios de igual sexo
con independencia de su documentación oficial, dejándose constancia del reconocimiento.

Una vez efectuado el referido reconocimiento médico, la persona transexual ingresará en una
cárcel o departamento que corresponda en función de su identidad sexual aparente,
independientemente de su documentación oficial.

Además, si la persona desease una operación de cambio de sexo, los servicios médicos de la
cárcel realizarán las gestiones pertinentes para que reciba el mismo trato que los pacientes
libres (Instrucción 1/2001 de la DGIP).

V. DOCUMENTO DE LIQUIDACIÓN DE CONDENA

El documento de liquidación de condena es aquel escrito en el cual se establece el tiempo de


condena que un penado tiene que cumplir, siendo realizado y firmado el secretario del
juzgado sentenciador, previo informe del fiscal. El mismo se remite a la persona condenada
y al director de la cárcel en que se encuentre cumpliendo condena para que sea unido al
expediente penitenciario.

El tiempo efectivo de cumplimiento que se refleja en este documento parte de la condena total
impuesta en la sentencia de la que se deducen los días de detención policial y los de prisión
preventiva. El cómputo se hace en días, contando los meses en 30 días y los años en 365. Ha
de notarse que cada pena impuesta exige una liquidación individualizada.

Si el penado se encuentra cumpliendo prisión, cuando se deduzcan los abonos


correspondientes, la condena comienza a cumplirse desde la firmeza de la sentencia que será
facilitada por el juzgado o tribunal. Por el contrario, si el reo no está preso, la fecha inicio será
el día en que ingrese en la cárcel, computándose tanto el día de entrada como el de salida,
independientemente de la hora a la que se produzca (art. 38 CP).

En caso de que el penado desee conocer los datos penales y cómputos temporales reflejados en
el documento de liquidación de condena, éste puede solicitar a la oficina de régimen una hoja
de cálculo.

VI. TRÁMITES AL INGRESO EN LA CÁRCEL

En primer lugar, al ingreso del penado, se procede a su identificación, consistiendo ésta en su


filiación completa (nombre, apellidos, dirección en libertad), también se tomará la huella de
todos los dedos de las dos manos y se realizará una fotografía (art. 18 RP). A continuación, al
penado se le asigna un Número de Identificación Sistemática (NIS).
Los datos obtenidos de cada persona se remiten a «incursos penitenciarios», que es un sistema
informático en el que se encuentran todos los datos procesales y penitenciarios de la población
reclusa española. Este sistema ofrece diferentes posibilidades de información tales como
ingresos, libertades, salidas, fórmula dactiloscópica, consultas por NIS, por sobrenombres, etc.;
su regulación se establece en la Instrucción 13/1999 de la DGIP.

En segundo lugar, se procederá a un cacheo personal, seguido de un aseo con ducha


obligatoria, una retirada de ropa para ser lavada, el registro de sus enseres y, finalmente, se
requisan los objetos no autorizados.

El penado recién ingresado en prisión ocupa una celda del departamento de ingresos,
durante un periodo máximo 5 días, salvo que por motivos de seguridad o sanitarios se aconseje
lo contrario (art. 20.3 RP).

Dentro de un período máximo de 24 horas la persona es visitada por el médico, el


trabajador social y el educador, a fin de que se realicen los siguientes trámites: se pretende la
detección de áreas carenciales necesitadas de tratamiento, se informa sobre el módulo de
destino o traslado a otro centro, se realiza una planificación educativa, sociocultural, deportiva,
y otras actividades de desarrollo personal (art. 20.1 RP) y, finalmente, el último trámite
consiste en una entrevista con el resto de los miembros del Equipo Técnico.

Tras las mencionadas visitas de los profesionales y la entrevista con el resto de los miembros
del Equipo Técnico, al penado le es asignado un módulo; siendo los criterios criterios de
distribución por módulos de los penados, destacadamente, los que siguen:

– sexo,
– edad,
– antecedentes penales y penitenciarios,
– carácter doloso o imprudente del delito atribuido,
– estado físico y mental,
– delincuentes primarios,
– delincuentes multirreincidentes,
– penados con destinos de trabajo,
– penados con permisos de salida,
– penados necesitados de observación o de tratamientos específicos,
– condición del penado de miembro de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

En la eventualidad de que hombres y mujeres debieran compartir un mismo departamento,


será preciso contar con su consentimiento.
Una vez asignado el módulo, de conformidad con los criterios de distribución expuestos, se
procede a la inscripción del penado en el libro de ingresos (denominado de «altas y bajas») y
a la apertura de expediente personal con la situación procesal y penitenciaria del que tendrá
derecho a ser informado. Así mismo, se abre un protocolo de personalidad (art. 18.1 RP),
consistente en un documento administrativo, gestionado por la junta de tratamiento, en el que
constan los informes elaborados por los profesionales del área de tratamiento.

En caso de que existiese una orden de incomunicación judicial, la persona pasará a ocupar
una celda individual en el departamento que disponga el director. La consecuencia de dicha
orden es que el penado únicamente podrá comunicarse con las personas que expresamente sean
autorizadas por el Juez que ordenó su ingreso en prisión (art. 19 RP), puesto que, de lo
contrario, se frustrarían los fines de la incomunicación (art. 510.2 LECr).

VII. DERECHO DE INFORMACIÓN

Existe un derecho de información relacionado con la información penal, penitenciaria,


tratamental y otros aspectos médicos concretos, cuya regulación fundamental es la transcrita a
continuación:

a) El art. 15.2 de la LOGP dispone que «a cada interno se le abrirá un expediente


personal relativo a su situación procesal y penitenciaria del que tendrá derecho a ser
informado...».
b) El art. 4.2.k RP establece que «el interno tiene derecho a recibir información personal
y actualizada sobre su situación procesal y penitenciaria».
c) El art. 112.2 RP: «el profesional del Equipo Técnico encargado de su seguimiento, le
informará de los objetivos a alcanzar durante el internamiento y de los medios y plazos más
adecuados para conseguirlos».
d) El art. 215.2 RP dispone que «los internos tendrán en cualquier caso derecho a ser
informados de forma clara y comprensible sobre todo lo referente a su estado de salud, así
como a la expedición de los informes que soliciten».
e) El art. 275.b) y d) RP establece, entre las funciones del Equipo Técnico, «el
conocimiento directo de los problemas y de las demandas que formulen los internos», así
como, «la atención de peticiones y quejas que le formulen los internos respecto de su
clasificación, tratamiento o programa de intervención».
f) El art. 37.1 de la LRJAPPC, establece que los «ciudadanos tienen derecho a acceder a
registros y documentos que, formando parte de un expediente, obren en archivos
administrativos…»

La información puede ser facilitada por funcionarios encargados del área sobre el que se
solicita la información (oficina de régimen, equipo de tratamiento, director, o el
juzgado/tribunal) mediante una instancia facilitada por el CP. Del mismo modo, el
representante legal (abogado, procurador, familiar) podrá también solicitar la información,
si bien deberá contar con un poder especial otorgado, en el que conste expresamente el
consentimiento para el acceso a sus datos personales (art. 8.2 RP).
VIII. CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

1. Reflexione sobre las consecuencias que puede generar la cárcel a los menores de tres
años y piense sobre alguna alternativa eficaz para reducirlo o evitarlo
compatibilizándolo con las necesidades de la madre y la prevención general del delito.

2. Póngase en lugar de una persona que entra en prisión después del proceso penal o
después de estar tres días detenido –prisión preventiva–, ¿qué sensaciones le vienen?,
¿en qué ámbitos?, ¿cómo hacer para superarlas?

3. Reflexione sobre la misma situación anterior pero imagínese que ocurre en una cárcel
extranjera en la que desconoce el idioma.

IX. SUPUESTOS PRÁCTICOS

1. Andrés ha sido condenado por varias sentencias (Juzgado de lo Penal núm. 5 de


Madrid, ejecutoria 23/95 –5.0.0–; Juzgado de lo Penal 9 de Barcelona, ejecutoria
25/97 –4.2.1–; Audiencia Provincial de Madrid, sección 3ª, ejecutoria –3.0.0–). Fue
indultado en 2 años de prisión en la pena impuesta por el JP nº 9 de Barcelona y
estuvo detenido 3 días en cada una de las causas.
Necesita saber cuándo cumple las 3/4, 2/3, 1/4 partes del total de la condena.
Responda razonadamente a las siguientes cuestiones:

a) ¿A qué figura jurídica corresponde cada cómputo temporal?


b) ¿A quién debe dirigirse?
c) ¿Cómo se le comunica?
d) ¿Cuándo se cumplen esos cómputos temporales?
e) En caso de que se deniegue la petición y no le informen de lo solicitado, ¿a
quién debe recurrir? Redacte el recurso que corresponda.

2. Dinámica de trabajo individual.

Los alumnos deberán coger cinco trozos de papel y poner en ellos cinco aspectos que
den sentido a su vida como, por ejemplo, familia, hijos, mujer, madre, coche, trabajo,
correr, jugar al fútbol… cada uno lo que quiera.
Se les pide que dejen los papeles en el suelo y que cierren los ojos durante diez
minutos y escuchen un relato. Oigan lo que oigan está terminantemente prohibido
abrir los ojos. El profesor caminará por los pasillos leyendo el relato del itinerario de
una persona que ingresa en la cárcel e irá cogiendo del suelo todas o parte de las hojas
que han puesto los alumnos. Cuando acabe el relato, deberán abrir los ojos, ver qué
hojas les han quedado.

A continuación, deberán proceder a la puesta en común y análisis de cómo se han


sentido y cómo se debe sentir una persona encarcelada.
El relato es el que sigue:

«Una noche sales de fiesta. Una fiesta con amigos en la que hay, lógicamente,
alcohol y música. A las dos de la madrugada, las personas que hay en el local, tus
amigos y amigas y tú, lleváis varias horas bailando y riendo. Casi todos habéis
tomados tres o cuatro copas. De pronto, surge una discusión en la que ves cómo a un
amigo le están golpeando. Se monta un revuelo en el que nadie controla lo que está
ocurriendo. Tú, medio mareado y asustado por la situación, empujas a una de las
personas que está golpeando a tu amigo con tan mala fortuna que cae y se golpea en
la cabeza con una mesa. Esta persona fallece. La gente se asusta y en ese momento
aparece la policía. Te detienen y te llevan a la comisaría. Te leen tus derechos, te
dejan hacer una llamada y te encierran en un calabozo con otras cuatro personas de
origen magrebí que habían sido detenidas esa misma noche en otro lugar. La noche
se hace interminable, entre la oscuridad, tus compañeros de celda, los miedos, la
incertidumbre del futuro, la persona fallecida, la impotencia del por qué a mí si tan
solo hace tres horas estaba bien.

Al día siguiente te suben para tomarte declaración. Conoces a tu abogado y charlas


con él. Esa noche te llevan en un furgón con nueve detenidos más: tres magrebíes,
tres subsaharianos y tres drogadictos con síndrome de abstinencia a la Inspección
central de Guardia, te hacen huellear, te examina el médico y te hacen una
fotografía. Duermes allí con ochenta personas más.

A la mañana siguiente te vuelven a esposar y te llevan a los calabozos de la Plaza de


Castilla. Allí te encierran con diez personas diferentes a las que ya conocías. La
mayoría de ellas nerviosas, con miedo, y actitud desafiante. Te llevan ante el juez. Le
explicas lo ocurrido. Hablas con el abogado y te cuenta que las declaraciones de los
testigos dicen que le insultaste y que le agrediste a propósito. Además la televisión ha
sacado a los familiares de las víctimas pidiendo justicia. Se ha creado una enorme
alarma social. Esta información que te da el abogado te pone más nervioso. A las
ocho de la tarde abre la puerta de la celda el funcionario destinado en la Plaza de
Castilla. Te entrega un papel en el que se ordena tu prisión preventiva. Llega el
miedo, la angustia, la impotencia, los recuerdos. Te montan en un furgón y te
conducen al Centro Penitenciario de Soto del Real. Llegas y te hacen bajar esposado
con otras veinte personas. Es ya de noche. Os meten en una celda en el departamento
de ingresos y os tienen encerrados toda la noche.
Os sacan a primera hora de la mañana; te hacen huellear, te toman datos de filiación
y te ve el médico. Te hacen desnudarte y te cachean. Te meten en una celda con otra
persona: un subsahariano detenido por trapicheo de drogas. Es buena gente, pero ha
tenido que buscarse la vida para sobrevivir. Al día siguiente te entrevista una
trabajadora social y un educador para explicarte cómo funcionan las cosas. Les
cuentas tus miedos y lo ocurrido. Te devuelven a la celda y al día siguiente te
conducen a un patio, poco más grande que una cancha polideportiva. Te dejan en
una celda con un magrebí. Un espacio pequeño; queda libre la litera de arriba y una
estantería para dejar las pocas cosas que puedes tener. Te bajan al patio hasta la
hora de comer. Te encuentras con 150 personas, todas distintas, con aspectos poco
cercanos al tuyo. Sientes miedo por tu integridad física. Alguno te pregunta, otros te
acompañan, pero todo es tan desconocido que el miedo se apodera de ti. Necesitas
llamar por teléfono para hablar con tu mujer/marido y tus hijos. Hay una cola
enorme y no te dejan. Llega la hora de comer te entregan una bandejas de aluminio y
te sientas en el comedor que está junto al patio; te entra la gente para conocerte.
Después, te encierran nuevamente en la celda. Ahí comienzas a soñar lo que era tu
vida hace tres días y lo que es a partir de ahora: tu familia, tu trabajo, tus amigos, el
daño causado, las expectativas de futuro, la necesidad de salir cuanto antes, la
necesidad de protegerme en este espacio.

Pasan cuatro meses. Te has adaptado porque has aprendido a protegerte. Llega el
juicio. El abogado ha venido una sola vez a verte. Parece mentira con la petición del
fiscal de 10 años de prisión por un delito de homicidio. Tú sabes que fue imprudente:
sería de 1 a 4 años, pero lo consideran doloso: de 10 a 15; la familia de la víctima se
ha personado con un abogado y todo lo hace más difícil. Te llevan al juicio; por fin
la incertidumbre se acaba. Te llevan de conducción hasta la Audiencia Provincial. Se
celebra el juicio y al final te condenan a 7 años de prisión porque han apreciado la
atenuante de grave adicción a alcohol. Siete años en los que tu mujer/marido te
pueden ver a través de un cristal durante cuarenta minutos a la semana, y una vez al
mes durante tres horas una comunicación sin cristales. Por fin con ellos a solas. Te
desnudan antes y después de salir. Pero al cabo de unos meses te ven metido en una
discusión y tienes que defenderte. Al final te sancionan y te trasladan a la cárcel de
Teixeiro en A Coruña. Tu familia sólo puede verte una vez al mes porque no puede
trasladarse todas las veces que quisiera.

Ya llevas un año de condena. Aparecen los miedos al abandono de tu pareja; la


dificultad para expresar el cariño; ves con impotencia cómo tus hijos crecen sin ti y
tus padres se hacen mayores. Te has apuntado a unos cursos, pero los fines de
semana se paran; por lo menos te tienen ocupado las mañanas. Pero el tiempo es
tanto para pensar en el futuro, para defenderte y sobrevivir en el presente. Qué
necesidad de moverte libre, de respirar, de hacer lo que quieras. Pero tendrán que
pasar, al menos tres o cuatro años más».
TEMA 2
ÓRGANOS DE LA ADMINISTRACIÓN PENITENCIARIA

I. ÓRGANOS UNIPERSONALES

a) Director: Tiene la representación de todos los órganos colegiados del Centro


Penitenciario. Funciones: Coordina y supervisa la ejecución de las directrices del Centro
Directivo en el Establecimiento penitenciario (art. 280 RP).
b) Subdirector: Organiza los servicios que tenga atribuidos. Sustituye al Director (art. 281
RP)
c) Administrador: Dirige los servicios administrativos del Establecimiento (art. 282 RP).
d) Jefe de Servicios: Coordina los servicios y a los funcionarios y mantiene la Seguridad y
disciplina en el establecimiento (art. 283 RP).
e) Educador: Realiza la entrevista inicial al interno (art. 20 RP). Es el encargado de
aportarle información. Colabora en los equipos técnicos.
f) Jurista: Se encarga del estudio de la información penal, procesal y penitenciaria del
interno; también colabora en los equipos técnicos (art. 274.a RP).
g) Psicólogo: Su función es la redacción de un estudio de la personalidad del interno.
Asimismo, colabora en los equipos técnicos (art. 274.b RP).
h) Pedagogo: realiza un estudio del interno desde el punto de vista de su historial escolar,
grado cultural y nivel de instrucción y, al igual que los órganos unipersonales anteriores,
colabora en los equipos técnicos (art. 274.c RP).
i) Sociólogo: Elabora un estudio de la personalidad del interno y colabora en los equipos
técnicos. (art. 274.d RP).
j) Médico: tiene encomendada la asistencia higiénica y sanitaria de los internos. Debe
también proporcionar toda información relevante a la Junta de Tratamiento y a los equipos
técnicos (art. 274.e RP).
k) Capellán: lleva a cabo la asistencia religiosa y espiritual de los internos que así lo
deseen.
l) Encargado de taller: colabora en los equipos técnicos (art. 274.h RP).
m) Monitor sociocultural deportivo: colabora en los equipos técnicos (art. 274.k RP).
n) Encargado departamento: colabora en los equipos técnicos (art. 274.i RP).
o) Profesores: organizar unidades docentes (art. 274.g RP).
p) Trabajadores sociales: recogen información de los internos y, si bien pueden
desempeñar otras tareas, éstas deben ser en todo caso de carácter social. Colaborarán de forma
permanente con las entidades dedicadas a la asistencia a los internos, y condenados a medidas
penales alternativas al ingreso en prisión, así como con los equipos técnicos. (art. 274.j RP).
q) ATS: En caso de ser requeridos, desarrollarán tareas propias sanitarias de su cargo (art.
274.f. RP).
II. CONSEJO DE DIRECCIÓN

A) Funciones

Las funciones del Consejo de Dirección pueden ser resumidas en las que siguen:

– Elaboración de normas de régimen interior, tales como la fijación de horarios de las


comunicaciones (art. 42 y 5 RP), recepción de paquetes (art. 50 RP), recuentos (art.
67 RP), calendario laboral (art. 149 RP) u horarios en general (art. 77 RP).
– Acordar traslados por motivos de seguridad (art. 75 RP).
– Dictar medidas de seguridad (arts. 90, 93 y 94 RP).
– Elaboración de programas de actividades (art. 118 RP).
– Fijación del número de equipos técnicos (art. 274 RP).

B) Composición (art. 270 RP)

– Presidente, que será el Director.


– Secretario, con voz pero sin voto, funcionario designado.
– Subdirector de régimen.
– Subdirector de Seguridad.
– Subdirector de tratamiento.
– Subdirector médico.
– Subdirector de personal.
– Administrador.

C) Funcionamiento

Existen dos tipos de sesiones: ordinarias y extraordinarias. Las primeras tienen lugar una vez al
mes, mientras que las extraordinarias se celebrarán cuantas veces sea necesario (art. 268.1 RP).

III. JUNTA DE TRATAMIENTO

A) Funciones

– Proposición de grado para clasificación inicial, progresión o regresión (arts. 100 a


109 RP).
– Ejecución del tratamiento penitenciario (art. 111 RP).
– Programación de actividades (arts. 130, 131, 144, 153, 171, 178 a 181).
– Proposición de traslados (art. 31.2 RP).
– Propuestas de concesión o denegación permisos de salida (art. 160 a 162 RP).
– Proposición de la libertad condicional anticipada e indulto (arts. 205 y 206 RP).
– Inicio expediente libertad condicional (arts. 195, 195, 198 y 200 RP).
– Proposición de suspensión o reducción de sanciones (arts. 255 y 256 RP).
– Formación y custodia del protocolo de personalidad.

B) Composición (art. 272 RP)

– Presidente, que será el Director.


– Subdirector de Tratamiento.
– Subdirector Médico.
– Técnicos de II.PP. competentes.
– Director de la Unidad docente (Pedagogo).
– Coordinador de Servicios sociales.
– Educador.
– Jefe de Servicio.

C) Funcionamiento

Existen dos tipos de sesiones: ordinarias y extraordinarias. Las primeras tienen lugar una vez al
mes, mientras que las extraordinarias se celebrarán cuantas veces sea necesario.

IV. EQUIPO TÉCNICO

A) Funciones

– Atención a la vida penitenciaria (art. 275 RP).


– Ejecución de programas de tratamiento (art. 111 RP) y proposición de medidas (art.
100.2).
– Información a los internos (art. 112 RP).
– Elaboración de informes: permisos de salida (arts.154, 156, 157 y 160 RP), puestos
de trabajo (art. 144 RP), etc.

B) Composición

El equipo técnico constará, como mínimo, de: un jurista, un psicólogo, un pedagogo, un


médico, un ATS, un maestro, un educador, un trabajador social, un monitor y un encargado del
Departamento.

V. COMISIÓN DISCIPLINARIA

A) Funciones

– Tramitación y resolución de lo expedientes disciplinarios.


– Recompensas (art. 263 y 264 RP).

B) Composición
– Presidente, que será el Director.
– Secretario, con voz y sin voto, que será un funcionario designado.
– Subdirector de régimen.
– Subdirector de Seguridad.
– Jurista.
– Jefe de Servicios.
– Un funcionario de la plantilla.

C) Funcionamiento

Existen dos tipos de sesiones: ordinarias y extraordinarias. Las primeras tienen lugar cuatro
veces al mes, mientras que las extraordinarias se celebrarán cuantas veces sea necesario.

VI. JUNTA ECONÓMICA ADMINISTRATIVA

A) Funciones

La principal función de la Junta Económica Administrativa consiste en la gestión de personal,


económica-administrativa y contable del Centro.

B) Composición (art. 278 RP)

– Presidente, que será el Director.


– Secretario, con voz y sin voto, funcionario designado.
– Administrador.
– Subdirector Médico.
– Subdirector de personal.
– Coordinador de Formación.
– Coordinador de servicios.
– Jurista.

VII. CENTRAL PENITENCIARIA DE OBSERVACIÓN

La Central Penitenciaria de Observación, dependiente del Centro Directivo, está integrada por
un grupo de especialistas que realizan las funciones siguientes: completan la labor de los
equipos técnicos de los establecimientos en sus tareas específicas; informan sobre las
cuestiones de carácter técnico que se formulen por el Centro Directivo y emiten los informes
que les requiera la autoridad judicial.

Así mismo, realiza actividades de investigación criminológica en las materias relacionadas


con la ejecución penal, participa en las tareas docentes y de formación del personal al servicio
de las Administraciones con competencias en el sector y, finalmente, estudia a los internos
cuya clasificación resulte difícil o dudosa para los equipos de los establecimientos, o los grupos
o tipos de aquéllos cuyas peculiaridades convenga investigar a juicio del Centro Directivo.
TEMA 3
TRATAMIENTO PENITENCIARIO

I. CONCEPTO

De conformidad con el art. 59.1 LOGP, «El tratamiento penitenciario consiste en el conjunto
de actuaciones basadas en las ciencias sociales y de la conducta directamente dirigidas a la
consecución de la reeducación y reinserción social de los penados».

II. FINALIDAD (ART. 59.2 LOGP)

El tratamiento pretende intervenir en los distintos factores directamente relacionados con la


actividad delictiva del interno para favorecer su capacidad de vivir respetando la Ley penal y
atender a sus necesidades una vez cumplida la condena que le haya sido impuesta. A tal fin, se
procurará, en la medida de lo posible, desarrollar en él una actitud de respeto a sí mismo y de
responsabilidad respecto a la víctima del delito y a la sociedad (art. 59.2 LOGP).

Los servicios encargados del tratamiento se esforzarán también por conocer y tratar todas las
particularidades personales, sociales y ambientales del penado que puedan ser un obstáculo
para las finalidades propias de aquél, aplicando los métodos de tratamiento y todos los medios
posibles para potenciar sus capacidades de inserción en la sociedad como ciudadano
responsable y autónomo, respetando siempre los derechos no afectados por la condena.

III. PRINCIPIOS

a) El tratamiento penitenciario estará basado en el estudio realizado por los especialistas


de los factores de riesgo individuales, ambientales y sociales del sujeto.
b) Guardará relación directa con un juicio pronóstico inicial de rehabilitación y de
reinserción social.
c) En general será complejo, integrado y global.
d) Será individualizado, estableciéndose para cada interno un programa de tratamiento
sobre aspectos tales como la ocupación laboral, la formación educativa, cultural y profesional,
la aplicación de medidas de ayuda y de tratamiento especializado y aquellas otras que hubieran
de tenerse en cuenta para el momento de la liberación.
e) Será de carácter continuo y dinámico, dependiendo de la evolución personal del
interno durante el cumplimiento de la condena.
f) Será participativo, promoviéndose la actuación de los posibles integrantes del entorno
afectivo y social del penado como ejes básicos de su proceso de reinserción social.

IV. MÉTODOS E INSTRUMENTOS DE TRATAMIENTO

Uno de los principales métodos de tratamiento penitenciario es el diseño y oferta de


programas formativos orientados a desarrollar las aptitudes de los internos, enriquecer sus
conocimientos, mejorar sus capacidades técnicas o profesionales, y compensar sus carencias.

No obstante, son muchos los instrumentos de tratamiento existentes, como la tilización de los
programas y las técnicas de carácter psicosocial que vayan orientadas a mejorar las
capacidades de los internos y a abordar aquellas problemáticas específicas que puedan haber
influido en su comportamiento delictivo anterior; o la potenciación y facilitación de los
contactos del interno con el exterior contando, siempre que sea posible, con los recursos
existentes en la comunidad como instrumentos fundamentales en las tareas de reinserción.

Destaca la utilización, en tanto sea posible, todos los métodos de tratamiento y los medios
que, respetando siempre los derechos constitucionales no afectados por la condena, puedan
facilitar la consecución de la reeducación y reinserción social de los penados.

Podemos también pensar en la organización en los establecimientos penitenciarios de


programas basados en el principio de comunidad terapéutica, para grupos determinados de
internos cuyo tratamiento lo requiera. Igualmente, como formas especiales de ejecución,
existen unidades de madres, unidades dependientes, unidades o departamentos mixtos,
unidades extrapenitenciarias y unidades psiquiátricas.

En las cárceles también se desarrollan programas específicos de tratamiento para las


problemáticas relacionadas con las dependencias de las drogas, las formas de delincuencia
especialmente violenta y agresiva, las de violencia de género, contra la libertad sexual, y otros
(art. 60.2 LOGP).

Con todo, las actividades de tratamiento, en la realidad, son muy escasas. Si bien en algunas
prisiones se trabajan técnicas encaminadas a mejorar la aptitud social, habilidades sociales,
control de la conducta agresiva y tratamiento para delitos sexuales, a tales técnicas tienen
acceso pocos internos. Como consecuencia, la mayoría de las personas condenadas ven pasar
los días, los meses y los años en el patio, inactivos.

Las actividades de enseñanzas profesionales tampoco pueden escapar a la crítica, puesto que
son muy escasas. Efectivamente, la mayor parte son ocupacionales, temporales (en verano
todas las actividades cesan completamente), dependientes para su continuación de la existencia
de fondos económicos (algunas se paralizan en la mitad del desarrollo), condicionadas al
régimen (horarios, visitas, cacheos, dependencias, traslados, régimen disciplinario). En adición,
si quienes las imparten son personas externas a la cárcel, como ocurre con mucha frecuencia, su
continuación se hace depender de su actitud acrítica con la institución y sus trabajadores pues,
de lo contrario, esas personas no seguirán impartiendo la actividad.
V. PROGRAMAS REGLAMENTARIOS DE TRATAMIENTO

A) Salidas programadas

a) Procedimiento

1. Proposición por la Junta de Tratamiento.


2. Aprobación por el Director del centro penitenciario para los penados clasificados
en tercer grado o en segundo con aplicación del principio de flexibilidad, sin
perjuicio de la competencia de los Jueces de Vigilancia cuando sea superior a dos
días Orden INT/1127/2010, de 19 de abril. Autorización al Juez de Vigilancia
penitenciaria (art. 114 RP).

b) Características

– Las salidas no serán superiores a dos días.


– No se computarán como permisos.
– Se adoptarán las medidas oportunas de seguridad

B) Grupos en comunidad terapéutica

a) Procedimiento

Únicamente se requiere una autorización por el Centro Directivo (art. 115 RP).

b) Características

– Se formarán estos grupos cuando así lo requiera un grupo determinado de internos.


– El encargado del mismo asumirá funciones de Consejo de Dirección y Comisión
Disciplinaria.

C) Programas de actuación especializada

a) Procedimiento

– La proposición y planificación de los programas de actuación especializada es


realizada por la Junta de Tratamiento.
– Se requiere la autorización del Juez de Vigilancia penitenciaria o Centro Directivo
(salidas puntuales) (art. 116 y 117 RP).

b) Características

– Estos programas están destinados a personas con dependencia a sustancias


psicotrópicas (deshabituación);
– También podrán ser planificados para internos por delitos contra la libertad sexual
y para quien se considere necesario.

c) Especial referencia a penados de 2º grado con perfil de baja peligrosidad

VI. CÁRCEL Y DESOCIALIZACIÓN DE LAS PERSONAS

Las cárceles están diseñadas de tal modo que hacen difícil una intervención educativa efectiva,
puesto que están organizadas para que la persona presa interiorice determinadas formas de
conducta especialmente polarizadas en la sumisión a la disciplina carcelaria, haciendo que la
mayoría de las personas presas tengan que adaptarse a la dinámica desestructuradora de la
prisión para poder sobrevivir cada día.

En la práctica, de hecho, los indicadores objetivos de maduración personal que se utilizan más
son los disciplinarios, y no existe, desde luego, ninguno que detecte los deterioros personales
que inevitablemente produce la progresiva prisionización en las personas recluidas.

La prisión se organiza bajo un régimen que, además de despersonalizar y disocializar


origina, en las personas presas, graves problemas de desestructuración personal.
Consecuentemente, las personas recluidas pasan a ser una cifra, una unidad que se mueve en
torno a un sistema automático de vida a fin de conformar estrictos esquemas de dominio y
disciplina. En definitiva, la acción despersonalizadora de la cárcel tiene como función la
adaptación del preso al sistema penitenciario.

La disocialización comienza con una interrupción o, como ocurre con frecuencia, con una
pérdida de la relación de la persona presa con su medio familiar, social y laboral. Esta ruptura
con el mundo exterior va a provocar el comienzo de procesos de distanciamiento y desarraigo.
Implica el alejamiento de los valores, de las normas de comportamiento, y de las leyes del
mundo exterior. De esta forma se origina un sentimiento de desamparo, de vacío normativo y
de rechazo social.

La persona sufre una indeterminable experiencia de convivencia que le conduce, a través de


una adaptación anormalizadora, a un medio social caracterizado por la omnipresencia de
relaciones de dominación, disciplina, obediencia irracional, estancia obligada, sumisión
permanente y tensión violenta en las relaciones. Mediante el proceso adaptativo al medio
carcelario se origina una quiebra del yo y una pérdida definitiva de los roles y status sociales
anteriores al ingreso. En última instancia, el penado se ve abocado a la adquisición de una
nueva identidad, como consecuencia de la alteración de la forma de ser anterior, impulsada
por el aislamiento de su entorno social y la imposición de los nuevos marcos de referencia
psicológicos y relacionales de la prisión.
VII. .CÁRCEL Y DESESTRUCTURACIÓN PERSONAL

En la cárcel, la persona tiene que afrontar una situación desconocida de incierta duración, de
relación de dominación/sumisión, de permanente peligro, en la que es imposible controlar los
acontecimientos. Por otra parte, altera los ritmos vitales, y origina una dependencia absoluta,
falta de iniciativa y una ausencia de expectativas de futuro. Todo ello, unido a las
humillaciones, amenazas, monotonía, violación de la intimidad, provoca el origen de nuevas
pautas de comportamiento.

La actitud permanente de desconfianza ante todos los que le rodean, frente a los compañeros,
a los funcionarios e incluso con la propia familia, se hace manifiesta. Esta actitud viene
motivada por la necesidad de desarrollar mecanismos de defensa y de autodefensa en un
ambiente hostil y agresivo.

Al ser la institución penitenciaria una estructura poderosa frente a la cual el recluso se


vivencia a sí mismo como débil, se ve obligado a autoafirmarse frente a ese medio hostil para
mantener unos niveles mínimos de autoestima. En este contexto, el preso, con frecuencia,
adopta una actitud violenta y agresiva, la cual a la larga origina la intervención de los
mecanismos penitenciarios de disciplina que motivan la pérdida de posibilidades de obtener
permisos, progresiones de grado, imposibilidad de acceder a situaciones de contacto con el
exterior, aislamiento, etc., estados o modos de vida que conllevan un agravamiento en la
anormalización y en la desestructuración personal.

Finalmente, al salir de la prisión existen una serie de condiciones objetivas que influyen en
el desarraigo social. En este sentido, los graves trastornos psíquicos preexistentes y los
originados por la cárcel –desconfianza, ausencia de empatía, actitudes de manipulación– la falta
de posibilidades de trabajo, la carencia de habilidades socio-laborales, la situación familiar y
del entorno social próximo y, en no pocas ocasiones, la necesidad de un tratamiento
socio-sanitario ante graves problemas de salud creados frecuentemente por el consumo de
drogas, hacen muy difícil la inserción social y la no reincidencia en las conductas delictivas.

VIII. CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

1. Reflexione sobre las siguientes cuestiones: el fin de la cárcel es resocializar a través de


la interiorización por parte de la persona presa de unos determinados valores que
promueven una conducta de respeto hacia los miembros de la sociedad. Esto se
realizará, según la ley, a través del tratamiento. Pero… :

a) ¿Qué clase de tratamiento haría falta para la transmisión de valores de respeto?


b) ¿Es posible que éstos se adquieran estando en un patio durante todo el día y
viviendo continuamente en una relación de violencia, despersonalización,
desresponsabilización y sumisión?
c) ¿Es posible un respeto hacia la sociedad cuando se aisla y segrega de ésta y no
se interviene en las instancias sociales y en las causas que han determinado la conducta
delictiva?
d) ¿Es posible que el tratamiento consiga desarrollar y potenciar actitudes de
respeto hacia sí mismos y de responsabilidad individual y social respecto de la familia,
el prójimo y la sociedad en general?

2. Reflexione sobre el tratamiento de esta cuestión en la legislación internacional,


constitucional y penitenciaria. ¿Qué se puede inferir de las disposiciones de la misma y
cómo se está aplicando? ¿Podría hacerse una interpretación progresiva y elástica de
esta legislación para avanzar hacia la reinserción como derecho propio? Tenga
especialmente en cuenta las posibilidades derivadas del art. 25.2 CE.

3. Reflexione sobre la forma de asumir el reto del derecho a la reinserción social desde
una doble perspectiva: 1) preventiva: como condición para asegurar la existencia de
todos los derechos de la persona presa (vida, integridad, salud, autonomía, libertad,
seguridad, acceso a prestaciones públicas, beneficios penitenciarios, participación en
actividades internas, derecho a la petición y queja, derecho a la información, derecho a
las visitas); 2) garantista: cómo trabajar para posibilitar la incorporación de las
personas presas a la sociedad civil (progresiones de grado, permisos preparatorios para
la vida en libertad, coordinación con los servicios sociales de base...)

4. Reflexione sobre las dificultades para el ejercicio de este derecho: personas con un
historial de estancia prolongada; las dificultades y durezas que añade el primer grado;
el papel devaluado al que se relega a los Jueces de Vigilancia penitenciaria; el carácter
instrumental de las víctimas (consideradas sólo como objeto de vindicación y no como
sujetos del proceso); las nuevas condiciones que plantean el nuevo esquema de
seguridad en el que nos movemos, que se traduce en: privatización de prisiones, ruptura
de los principios de progresividad de grados e individualización de la pena, una
consideración retributiva de la pena, tráfico ilícito de información policial, fractura de
la división de poderes (se sustrae el ámbito competencial de los jueces en cuestiones
penitenciarias de gran relevancia, etc.)

5. Reflexione sobre los nuevos retos que afectan a la reinserción como derecho: el
incremento alarmante de los problemas de salud mental en las cárceles, así como de la
existencia de población inmigrante (extranjera).

IX. SUPUESTO PRÁCTICO: DINÁMICA DE GRUPOS

El objetivo general del trabajo es la descripción y explicación de las diferentes percepciones


del contexto penitenciario en función de rol desempeñado: Ministerio del Interior, DGIP,
directores, funcionarios, personas presas, familias, operadores jurídicos y sociedad en general.

En cuanto a las personas, deberán describirse las consecuencias que genera el contexto
penitenciario en las personas presas: ámbito emocional, físico, cognitivo, físico. Mecanismos
de adaptación al sistema carcelario: formas de comportamiento (actitudes manipuladoras,
desconfianza, respuestas violentas, desresponsabilización, ausencia de empatía).
Entre las dificultades a encontrarse en la resolución del supuesto práctico, destacan
especialmente los diferentes perfiles en función de los delitos, extranjeros y diferencias
culturales.

El objetivo concreto del supuesto práctico es el trabajo y aprendizaje de la empatía y


comprensión hacia las personas y los conflictos como instrumento básico de la resolución
pacífica de conflictos.

En cuanto al desarrollo de la actividad, ésta deberá llevarse a cabo en grupos de seis personas,
que se reunirán durante 15 minutos e intentarán expresar por escrito las diferentes percepciones
que del sistema penitenciario puedan existir en función de la institución o del puesto de trabajo
que se desempeñe. Cada uno de los integrantes del grupo escogerá un papel: Ministerio del
Interior, Dirección General de Instituciones Penitenciarias, Director del Centro Penitenciario,
funcionario de interior, familiar, representante anónimo de la sociedad, víctima. Finalmente,
tendrá lugar la puesta en común por roles.
TEMA 4
ESTABLECIMIENTOS PENITENCIARIOS Y REGÍMENES DE VIDA

I. CONCEPTO

El establecimiento penitenciario puede ser definido como una entidad arquitectónica,


administrativa y funcional con organización propia destinada a la retención y custodia de
detenidos, presos y penados, así como de los sometidos a medidas de seguridad, para el
cumplimiento de los fines previstos en las Leyes.

Este concepto se construye, a su vez, sobre otros dos: horizontalidad y celda individual, salvo
que por sus dimensiones y, preservando la intimidad, se permita más de un interno por celda.
No obstante, y por un periodo temporal limitado, con motivo de la superación del número de
plazas, se podrá albergar a más de un interno por celda (art. 13 RP). Actualmente, dicha
situación no es en absoluto excepcional, puesto que las prisiones españolas están
sobresaturadas, lo cual determina que el grado de hacinamiento sea muy elevado.

Con todo, existen una serie de límites que no pueden ser traspasados. Así, si una persona es
obligada a compartir celda con otra que padece una enfermedad infecciosa –por enfermedad–
o que consuma drogas –por tratamiento–, debe interponer una queja ante el Juez de
Vigilancia penitenciaria a fin de que ordene a la dirección que le coloque en una celda
individual, puesto que no debe olvidarse que la Administración debe velar por la vida e
integridad física de los reclusos.

La Administración también tiene encomendado velar por la dotación de medios materiales y


personales necesarios (art. 14 LOGP), aunque, una vez más, la realidad es bien distinta del
mandato legal y ni unos ni otros son suficientes.

II. CLASIFICACIÓN

A) Ordinarios

a) Centros polivalentes
Pueden cumplir en ellos internos preventivos y penados en cualquiera de sus grados
penitenciarios. Existen espacios destinados a personas en régimen abierto restringido en los que
se establecen fases similares a las existentes en los Centros de Inserción Social. En lugar de las
secciones abiertas sería conveniente la creación de Centro de Inserción Social alejados del
centro penitenciario y debidamente dotados de medios personales y materiales.
Podrán existir establecimientos ordinarios dedicados en exclusiva a preventivos o a penados, y
dentro de éstos últimos a un determinado grado penitenciario.

b) De preventivos

Son destinados a la custodia y retención de detenidos y presos; al cumplimiento de penas


privativas de libertad inferiores a 6 meses (art. 7 LOGP). El régimen de vida es el ordinario.
Excepcionalmente se aplica el régimen cerrado (art 10 LOGP) y demás limitaciones impuestas
por el JVP de quien dependa.

c) De cumplimiento

Son destinados al cumplimiento de penas privativas de libertad impuestas por sentencia firme.
Clasificación: para hombres y mujeres; régimen ordinario (penados 2º grado –arts. 76 a 79 RP–
), abierto (penados 3er grado –arts. 80 a 88 RP) y cerrado (1er grado –arts. 10 LOGP y 89 a 95
RP–).

d) Centros de Inserción Social

Están destinados a internos clasificados en 3er grado, o en 2º que presenten un bajo nivel de
peligrosidad. Destinadas al cumplimiento de las penas privativas de libertad en régimen
abierto, a la ejecución y seguimiento de medidas penales alternativas a la privación de libertad
y al seguimiento de los liberados condicionales que tengan adscritos (art. 163.1 RP).

e) Departamentos de jóvenes

Se caracterizan por una acción educativa intensa. Joven es la persona que tiene entre 18 y 21
años y, excepcionalmente, teniendo en cuenta su madurez personal, el que no ha alcanzado los
25.

f) Unidades dependientes

Están ubicadas fuera del recinto de las cárceles, en viviendas normales, sin distinción externa,
gestionadas por asociaciones privadas. Tienen vinculación directa con la Administración
penitenciaria que participará en las tareas con personal propio; además, ejercerá el control que
le compete.

Deberán tener normas de funcionamiento interno, así como de organización y seguimiento


destinadas al control administrativo. Para ser destinado a estas Unidades el penado tiene que
estar clasificado en 3er grado y ser seleccionado por la JT. En la práctica existen para mujeres
con hijos, enfermos de SIDA y estudiantes de la UNED.
g) Centros extra-penitenciarios

Se permite a las personas clasificadas en 3er grado que presentan problemas de drogadicción y
que necesiten tratamiento específico, la posibilidad de que la condena se cumpla en
instituciones extra-penitenciarias –art. 182 RP– (Auto AP, Madrid 5ª de 15 de noviembre de
2000).

B) Especiales

a) Están destinados al cumplimiento de penas privativas de libertad, en los que prevalece


el carácter asistencial (arts. 11 LOGP, 163 a 191 RP).
b) Pueden ser clasificados en tres categorías: psiquiátricos, deshabituación y educativos
especiales.

III. RÉGIMEN DE VIDA EN LAS CÁRCELES DE RÉGIMEN ORDINARIO (2º GRADO)

En las cárceles de régimen ordinario, las funciones de seguridad, orden y disciplina tienen su
razón de ser y su límite en el logro de una convivencia ordenada (art. 76.1 RP). En las mismas,
según la normativa penitenciaria, las personas presas son separadas en atención a las
necesidades o exigencias de tratamiento, a los programas de intervención y a las condiciones
generales de la cárcel (art. 76.2 RP).

No obstante, tal y como hemos venido apuntado reiteradamente en el desarrollo del presente
Capítulo, la realidad se distancia mucho de la legalidad. Los principios de orden, seguridad y
disciplina están hipervalorados, predominando descaradamente lo regimental sobre el
tratamiento en todos los órdenes de la vida carcelaria, a pesar de que el artículo 73.2 RP
señale que estos principios sólo son medios para alcanzar un ambiente adecuado para el éxito
del tratamiento, así como que no serán un obstáculo para la ejecución de los programas de tal
carácter.

En toda cárcel de régimen ordinario existen actividades obligatorias (higiene y aseo personal,
limpieza y orden de la celda) y un horario base, que tiene que ser cumplidos por todos (art.
25.1 LOGP) y cuyo incumplimiento conlleva consecuencias disciplinarias

– El día inicia a las 7:30.


– Hasta las 8, las personas pueden asearse y se realiza el primer recuento.
– A las 8.30 se acude al comedor para desayunar y posteriormente, hasta las 13.30 se
realizan las actividades o se está en el patio.
– A las 13.30 se procede al reparto de la comida y a partir de las 14.30 se vuelve a la
celda y hay un nuevo recuento; en ella se está hasta las 16.30, momento en que se
vuelve a salir al patio o se realizan actividades.
– A las 19.30 se vuelve al comedor a cenar y posteriormente hasta las 21.00 en que se
vuelve a la celda se está en el patio.
– A las 21.30 se realiza otro recuento.
– A las 00.00 se apaga la luz.
Como breve apunte final, ha de señalarse la posibilidad de que a una persona que se encuentre
en régimen ordinario (2º grado), si presenta un perfil de baja peligrosidad social y no
ofrece riesgos de quebrantamiento de condena, pueda concedérsele acudir regularmente a
una institución exterior para la realización de un programa concreto de atención
especializada, siempre que sea necesario para su reeducación social. Se necesita que la JT lo
planifique y estará condicionada a que el penado preste su consentimiento y se comprometa a
observar el régimen de vida propio del centro correspondiente, así como de las medidas de
control (art. 117 RP) (Auto 760/2000 AP Madrid, Sección 5ª, de 7 de junio).

IV. RÉGIMEN DE VIDA EN LAS CÁRCELES DE RÉGIMEN ABIERTO (3ER GRADO)

A) Régimen general

Los principios de orden y disciplina que se han de exigir serán los necesarios para una
convivencia normal. De este régimen se destaca la ausencia de controles rígidos (formaciones,
cacheos, requisas), fundamentada en que lo característico y propio del régimen es la confianza
en la persona presa, así como el fomento de la responsabilidad (art. 81.1 RP).

Las distintas modalidades en el sistema de vida dependen de la evolución personal del


penado y sus características, de los grados y medios de control durante las salidas al exterior,
y las medidas de ayuda que necesite para atender a sus carencias (art. 84.2 RP).

En el régimen abierto o tercer grado penitenciario las personas pueden salir a desarrollar
actividades laborales, formativas, familiares, de tratamiento o de otro tipo encaminadas a
su integración social (art. 86.1 RP), por un tiempo que se considere necesario para realizar la
actividad y desplazamientos (art. 86.3 RP). Estas salidas serán planificadas y reguladas por la
JT, señalando los mecanismos de control y seguimiento que se consideren convenientes.
Además, se establece un tiempo mínimo de estancia en la cárcel, que acostumbre estar fijado en
8 horas, salvo que se acepte un dispositivo telemático u otros mecanismo de control suficientes
(art. 86.4 RP).

B) Régimen restringido

Las personas que se encuentran en este régimen de vida de tercer grado cumplen condena en
centros de régimen ordinario y pueden salir de fin de semana (art. 87 RP y criterio 37 reunión
JVP 2003), del mismo modo que pueden acceder a la libertad condicional cuando se cumplan
los demás requisitos.

Se les suele adscribir a un destino (formativo, ocupacional o de mantenimiento), o se le


incluye en alguna actividad terapéutica, o se les conceden algunas salidas al exterior para
actividades concretas y se les regula un plan de salidas de fin de semana.
Este régimen, de conformidad con el art. 83.1 RP, es de aplicación a las personas que tienen
una peculiar trayectoria delictiva (conductas delictivas a lo largo de la vida y su valoración
respecto de la posibilidad de comisión de nuevos delitos), que cuentan con una personalidad
anómala (trastornos mental o psicológico que genere una alta probabilidad de comisión
delictiva) o que poseen condiciones personales diversas (drogodependencia no tratada).
Asimismo, el régimen restringido procederá cuando no los penados no puedan trabajar en el
exterior (aunque sería conveniente en este caso que se facilite la posibilidad de búsqueda de
empleo o formación laboral, con cursos y tiempo para la búsqueda –Auto AP Madrid, Sección
5ª, de 19 de diciembre de 2000– o lo aconseje el tratamiento penitenciario.

Debe tenerse en cuenta que el régimen restringido es una excepción, debiendo ser el régimen
abierto general el que se aplique. A este respecto, si la evolución es positiva por al abandono
del consumo de droga y el disfrute sin incidencias de los permisos de salida, además del apoyo
familiar, la progresión del tercer grado restringido al abierto general debe realizarse
automáticamente en el momento en que tenga trabajo (Auto AP, Sección 5ª, Madrid, de 2 de
junio de 2000 y un aval de acogida en su lugar de residencia (Auto AP, Sección 5ª Madrid, de
31 de mayo de 2001).
Además, en el caso de mujeres clasificadas en tercer grado, aunque no tengan trabajo, si
puedan desempeñar labores domésticas en su domicilio familiar, se les puede conceder el tercer
grado régimen general (art. 82.2 RP).

C) Régimen abierto excepcional

El penado puede no pernoctar en la cárcel si acepta el control con dispositivos telemáticos


adecuados o mediante otros medios suficientes, en cuyo caso deberá permanecer en la cárcel
únicamente durante el tiempo fijado para la realización de actividades, entrevistas o controles.

A los efectos de la concesión del régimen abierto excepcional, es indiferente que el solicitante
esté condenado a penas cortas o largas, siendo suficiente que esté clasificado en tercer
grado de tratamiento y que desee su aplicación de manera voluntaria.

La propuesta debe hacerse al Equipo Técnico para que estudie los medios de control más
adecuados, tales como visitas de un profesional de la cárcel al lugar de trabajo u ocupación;
presentación de la persona penada en una unidad de la Administración penitenciaria;
presentaciones en dependencias policiales o Guardia Civil; comunicaciones telefónicas en uno
u otro sentido; comprobaciones relativas a la documentación de carácter laboral; controles
sobre actividades terapéuticas, entrevistas de profesionales penitenciarios con el penado; o
entrevistas con los familiares del penado.

Le corresponde al director del CIS aprobar la aplicación del apartado 4º del art. 86 RP, a los
penados clasificados en tercer grado, siempre que consistan en la instalación de los adecuados
dispositivos de control telemático, de conformidad con lo dispuesto en la Orden
INT/1127/2010, de 19 de abril.
Una característica esencial del régimen abierto excepcional es que los penados que se sometan
al programa de monitorización electrónica deberán que pasar un control presencial cada
quince días.

Podrá aplicarse este régimen cuando exista una situación familiar grave, cuando se dé un
reingreso motivado por causas judiciales anteriores a la obtención de la libertad condicional,
cuando se trabaje por la noche, cuando haya que finalizar programas de rehabilitación en
unidades extrapenitenciarias sin haber terminado de cumplir la condena, por convalecencias
médicas, por la asunción de cuidado y atención de una hija menor de edad cuya custodia fue
asumida tras la separación matrimonial (Instrucción 13/2001 DGIP) y (Auto AP 3 Girona de 13
de enero 2000)... o ante otras situaciones similares.

V. RÉGIMEN DE VIDA EN LAS CÁRCELES DE RÉGIMEN CERRADO Y


DEPARTAMENTOS ESPECIALES (1ER GRADO)

A) Departamentos de régimen especial (art. 91.2 RP)

A estos departamentos son destinadas las personas que hayan sido protagonistas o inductores
de alteraciones regimentales muy graves, que hayan puesto en peligro la vida o integridad de
los funcionarios, autoridades, otros internos o personas ajenas a la cárcel, tanto dentro como
fuera de la misma, así como los que evidencien una peligrosidad extrema (art. 91.2 RP). Estas
alteraciones tienen que quedar probadas para la aplicación del régimen cerrado (Auto AP
Madrid, Sección 5ª, de 29 de julio de 2000).

Cuando medie motín, agresión física con arma u objeto peligroso, toma de rehenes o
intento violento de evasión, los responsables pueden ser trasladados a departamentos
especiales, aunque no se le haya clasificado en primer grado. Pero, en todo caso, la
clasificación debe efectuarse dentro de los 14 días siguientes, dando cuenta inmediatamente del
traslado al JVP (art. 95.3 RP).

Como mínimo, las personas destinadas a estos departamentos tendrán tres horas diarias
de salida al patio que podrán ampliarse hasta tres horas más para la realización de actividades
programadas y, además, serán diariamente cacheadas y sus celdas se registrarán. Si
existiesen fundadas sospechas de que la persona poseyese objetos prohibidos y, además,
existieran razones de urgencia, los funcionarios podrán recurrir al desnudo integral por orden
motivada del jefe de servicios, dando cuenta al director.
En las salidas al patio no pueden permanecer más de dos personas juntas, pudiendo
aumentarse hasta cinco para la realización de actividades; las visitas de los médicos serán
periódicas, y se diseñarán, según el Reglamento, modelos de intervención y programas
genéricos de tratamiento destinados a la progresiva adaptación del preso a la vida en régimen
ordinario (art. 93.1 RP).
Con todo, no existe infraestructura para la realización de actividades, ni tampoco
voluntad real de ponerlas en práctica. De hecho, el propio Defensor del Pueblo ha señalado
«la conveniencia respecto de estos internos, sometidos a intensos períodos de soledad en celda
y en los que la concurrencia de patologías de índole psíquica se presenta con mayor frecuencia
e intensidad, se les ofrezca tratamiento a cargo de profesionales de la salud mental». En esta
misma línea, los JVP, a resolutas de su reunión de enero de 2003, expresaron lo siguiente: «los
internos clasificados en primer grado son el gran olvido de la Administración penitenciaria.
Considerados de especial peligrosidad y de carácter violento con una marcada inadaptación,
no suelen ser incluidos en ningún tipo de actividad formativa u ocupacional, lo que produce un
efecto negativo, potenciando el aislamiento del interno, que no encuentra forma de salir de él.
Toda vez que el tratamiento debe ser obligatorio, el acuerdo al que se llega intenta conseguir
que con programas específicos se dé a este tipo de internos la posibilidad de integrarse y
adaptarse a la vida penitenciaria».

Es necesario que el Juez de Vigilancia penitenciaria visite periódicamente los departamentos


de aislamiento y a las personas que allí se encuentran para poder conocer la situación real
(Auto AP de Palencia de de 2 de enero de 2001).

En nuestra opinión, la aplicación de esta normativa genera situaciones de tortura psicológica,


motivadas por la incomunicación, por la soledad, por la violación continua de la intimidad y
por la humillación que supone la práctica rutinaria de cacheos con desnudo integral. Por un
lado, el régimen del primer grado supone la renuncia más explícita y grosera posible de la
orientación a la reinserción social y reeducación que impone la Constitución, que queda
como una vacía declaración de principios burdamente violada.

Además, por otro lado, existe una falta de transparencia de la Institución Penitenciaria,
agudizada en el caso del primer grado y el consiguiente desconocimiento social, no sólo de las
condiciones efectivas en que se desarrolla esa forma de cumplimiento, amparados en la
coartada, eficaz socialmente, de los delitos cometidos o de trayectorias penitenciarias
conflictivas, sino también de las consecuencias físicas y psicológicas que la estancia en este
régimen de aislamiento genera.

B) Departamentos o cárceles de régimen cerrado (art. 91.3 RP)

En primer grado pueden ser clasificadas, además de las personas reseñadas en el apartado
anterior y que son destinados a los departamentos de aislamiento de las cárceles polivalentes,
otras que son destinadas a cárceles de régimen cerrado –Puerto de Sta. María I– porque
muestren peligrosidad extrema o una manifiesta inadaptación a los regímenes comunes
(art. 91.3 RP).

Las circunstancias anteriores tienen que fundamentase en causas objetivas que deberán
constar en una resolución motivada. A este respecto, se deben ponderar, según el
Reglamento, los siguientes factores:

a) Naturaleza de los delitos cometidos a lo largo de su historial delictivo, que denote una
personalidad agresiva, violenta y antisocial.
b) Comisión de actos que atenten contra la vida o la integridad física de las personas, la
libertad sexual o la propiedad, cometidos en modos o formas especialmente violentos.
c) Pertenencia a organizaciones delictivas o a bandas armadas, mientras no muestren, en
ambos casos, signos inequívocos de haberse sustraído a la disciplina interna de dichas bandas.
d) Participación activa en motines, plantes, agresiones físicas, amenazas o coacciones.
e) Comisión de infracciones disciplinarias calificadas de muy graves o graves, de manera
reiterada y sostenida en el tiempo.
f) Introducción o posesión de armas de fuego en el centro penitenciario, así como la
tenencia de drogas en cantidad importante, que haga presumir su destino al tráfico (art. 102.5
RP).

Estas personas tendrán como mínimo, cuatro horas diarias de vida en común, que podrán ser
aumentadas hasta tres horas más para la realización de actividades previamente programadas.

El traslado de una persona desde una cárcel de régimen ordinario o abierto a una cárcel
de régimen cerrado, o a uno de los departamentos especiales, compete al Centro Directivo
(DGIP) mediante resolución motivada (requisito esencial que abarca descripción de hechos,
fundamentos de derecho, y valoración entre los mismos en un proceso racional y lógico desde
el punto de vista gramatical, teleológico y de los bienes jurídicos afectados por la medida),
previa propuesta razonada de la Junta de Tratamiento. El acuerdo del Centro Directivo será
comunicado al JVP y al penado en plazo no superior a la 72 horas (art. 76 LOGP).

La revisión de estas modalidades –arts. 91.2 y 91.3 RP– se hará cada tres meses como máximo,
se notificará a la persona presa y se anotará en el expediente personal. Los criterios de
reasignación de modalidades del régimen cerrado son: interés en la participación y
colaboración en actividades programadas, cancelación de sanciones o ausencia de las mismas
por períodos prolongados de tiempo, adecuada relación con los demás (art. 92 RP).

El único criterio de reasignación, en la práctica, es el comportamiento que se concreta en la


existencia/ausencia de sanciones. ¿Se puede esperar que una persona encerrada veintiuna
horas al día tenga un comportamiento modélico? La experiencia de las personas que están o
han estado aisladas nos dice que esta situación es tan destructiva y violenta que los medios de
reducir la ansiedad, y los efectos causados por la soledad y la frustración, son los
comportamientos agresivos contra la persona que les controla –el funcionario–.

A mayor aislamiento, más destrucción física y psicológica; y, a mayor desestructuración,


mayor agresividad. A mayor agresividad, se incrementa la aplicación del régimen sancionador.
En consecuencia, las personas en régimen cerrado ven muy limitadas las posibilidades de
cambiar sus comportamientos violentos y, por tanto progresar de modalidad y de grado.
En adición, el estricto régimen de riguroso control, con no pocos elementos vividos como
arbitrarios por las personas a él sometidos (cacheos inmotivados con desnudo integral,
recuentos a deshoras, inaccesibilidad a las pertenencias más elementales (mudas, etc.),
continuos registros de celda, trasladados de centro penitenciario, provocaciones violentas por
parte de las personas que trabajan en prisión, uso indebido de medios coercitivos, palizas,
alimentación servida a ras de suelo, etc.), crea un microclima patógeno que dispara los
sentimientos de indefensión y los mecanismos reactivos violentos a que ya se ha hecho
mención.

VI. CUESTIONES COMUNES Y CONSECUENCIAS DEL RÉGIMEN CERRADO

El perfil de los destinatarios del primer grado, casi en su totalidad varones españoles,
mayoritariamente solteros, con importante desarraigo familiar y nivel socio-económico y
cultural más bajo que la media de los presos, refleja una vez más que el sistema penal recluta su
clientela de modo preferente entre las franjas menos cualificadas de la clase trabajadora más
modesta y precaria, con alto número de hijos, escasa escolarización y consiguientes dificultades
de plena inclusión social. Incluso podrían señalarse un número determinado de familias
precarias, auténtico manantial del que se nutre el sistema penal.

A los clasificados en primer grado se les cambia de celda con mucha frecuencia, realidad de la
que se deriva la necesidad de que el carácter rutinario de los traslados de celda tiene que
excluirse. Efectivamente, supone un perjuicio innecesario e implica un duro golpe para la
estabilidad emocional, y son frecuentes los pronunciamientos jurisprudenciales que apuntan a
esta necesidad, puesto que «el ser humano aborrece la rutina, pero a la vez la persigue, pues
en ella puede encontrar la seguridad necesaria para el desarrollo de su personalidad (art. 10
CE). Los presos no escapan a estas características, sobredimensionan el hecho de tener un
espacio (reducidísimo)» (Auto del JVP de Las Palmas de 6 de agosto de 1994) y «no es acorde
con los principios de necesidad y proporcionalidad el sometimiento a un constante y periódico
cambio de celda» (Auto del AP Palencia de 17 de abril de 2001).

El traslado de celda únicamente puede adoptarse por razones de seguridad (Auto del JVP de
Ceuta de 22 de octubre de 1991), a pesar de que en los módulos de aislamiento, la violencia
física se intensifica. No se puede caer en maniqueísmos señalando al preso como única
víctima, pero es la parte más vulnerable de la relación Administración/ciudadano preso, y por
ello es más proclive a la indefensión personal y jurídica en las situaciones de malos tratos.
Con indiferencia de la presencia de determinadas variables personales en determinadas
personas, el estricto control de actitudes, decisiones y comportamientos, la anulación del
espacio y del tiempo, la ausencia de expectativas, el miedo, la ansiedad, la pérdida de
identidad, la omnipresencia del control provoca acciones/reacciones violentas, tanto por la
persona presa, como la persona funcionaria.
Ante esta situación se hace necesario que los órganos administrativos y jurisdiccionales
realicen una actividad investigadora rápida y con el rigor necesario para esclarecer los
hechos y determinar las personas participantes en los mismos; ello como único medio de
ponderar la existencia de la utilizada por los funcionarios que elimina la antijuridicidad de su
acción.

Una cuestión altamente controvertida es la de los existentes recuentos nocturnos, en los cuales,
quienes lo padecen, son despertados entre las 12 de la noche y las 5 de la mañana,
consistiendo la operación en que los funcionarios encienden una linterna a través de la ventana
y golpean los barrotes. En otras prisiones los recuentos son incluso más frecuentes, uno cada
tres horas. No es una cuestión que afecte a la dignidad, sino al derecho a la salud y a la
integridad física, en el que parte de esos derechos es el descanso adecuado. Es evidente que el
encendido de las luces de la celda para poder efectuar la inspección, puede alterar el sueño, no
siendo en absoluto irrazonable pensar en que haya personas que tras ser despertadas tengan
problemas para conciliar el sueño nuevamente; además del desasosiego que puede generar la
habitualidad de la medida vulnera el art. 25 LOGP (Auto de la AP Navarra de 17 de octubre de
2000).

A este respecto, la Central de Observación de la DGIP (ESTUDIOS 2001:236) afirma que «los
antecedentes de cumplimiento más rígido y penoso –categoría donde las prácticas de
recuentos nocturnos deben incluirse–, la mayor desadaptación en prisión, la no participación
en actividades programadas, el consumo de sustancias tóxicas y algunos trastornos
psicopatológicos, son causas determinantes de mayor reincidencia».
Además, vivir aislado de todo y de todos, es una tremenda tortura psicológica en sí misma. La
monotonía estimular, en sus extremos, es un factor desestructurante de la personalidad, pero lo
mismo ocurre con lo contrario, es decir, con el cambio permanente. La estrategia del traslado
de prisión o de celda –ya hemos visto los datos– desestabiliza a las personas haciéndoles perder
tanto referencias físico-situacionales como –en el caso del traslado de prisión– referencias
personales (contacto con el abogado, como factor de protección, etc.) y más cuando el
alejamiento se produce también del lugar de residencia familiar.

Tampoco son infrecuentes las alteraciones psicológicas en los penados, como por ejemplo
cambios en la expresión de emociones (desde la impulsividad habitual a la indiferencia
emocional), alteraciones perceptivas, alteraciones del pensamiento (confusión entre la causa y
el efecto, valoración de lo –a priori– absurdo como incuestionable, confusión entre lo que
puede ser o no ser real), sensación de incapacidad para describir algo, hipersugestionabilidad
(en función de la pérdida de contacto con la realidad, de facultades críticas disminuidas con los
iguales). Además, es importante subrayar que este tipo de alteraciones no sólo se han descrito
en presos en condiciones de aislamiento extremo, sino también en pacientes inmovilizados
postquirúrgicos.
Sin duda, la característica psicológica más destructiva de la estancia en primer grado es la
indefensión aprendida (Seligman), caracterizada por la falta de convicción en la eficacia de la
propia conducta para cambiar el rumbo de los acontecimientos que vive el sujeto debido a la
expectativa de falta de control; indefensión que puede llevar a la muerte. En los distintos
experimentos que se han realizado en torno a la indefensión aprendida se aprecia un importante
déficit motivacional (incapacidad para iniciar una conducta voluntaria y positiva distinta a las
autodestructiva –inhibición conductual–, pasividad tras sucesos traumáticos e incontrolables),
también se ha descrito un acusado déficit cognitivo (incapacidad para realizar nuevos
aprendizajes o para beneficiarse de nuevas experiencias; hay sueños con respecto al futuro,
pero no hay expectativas, etc.) y, por último, también se constata la aparición de déficit
emocional (después de experiencias incontrolables se originan sentimientos de indefensión,
impotencia, frustración y depresión).

De todas las cuestiones y consecuencias expuestas se extrae destacadamente una conclusión: el


régimen de primer grado, en su actual configuración legal, de duración indeterminada,
formalmente tratamental, encubriendo un régimen materialmente sancionador, es incompatible
con la dignidad de la persona. A la indefensión jurídica y psicológica, se une unas
condiciones de cumplimiento en régimen de deprivación sensorial variable y aislamiento
mantenido sine die que las más de las veces generan infinitos más males que los que
pretendidamente se intentan aliviar. Por más conflictivos que puedan resultar determinados
comportamientos, los derechos humanos de quienes los cometen son los mínimos
inalienables no sujetos a merecimiento alguno sino inherentes a la condición humana.
Desde esa perspectiva ético-jurídica, no es aceptable el vigente modelo de primer grado con un
rigor innecesario que niega atributos vinculados a la dignidad de la persona como la
sociabilidad mediante el aislamiento y la deprivación sensorial; la intimidad a través de la
exposición continuada de la propia corporalidad y la vulnerabilidad del hábitat en que se
desarrolla durante años la vida cotidiana en todas sus dimensiones.

VII. RÉGIMEN DE LAS CÁRCELES PSIQUIÁTRICAS

Debemos comenzar señalando que, como requisito esencial, el ingreso en estas cárceles
solamente puede llevarse a cabo si hay una decisión judicial de acuerdo con lo establecido en la
LECr. Salvo que esté en prisión preventiva, y el Juez haya ordenado su ingreso para
observación durante el tiempo que requiera la misma y la emisión del informe correspondiente,
el internamiento en un psiquiátrico penitenciario deberá ser consecuencia de la imposición de
una medida de seguridad privativa de libertad por la aplicación de la eximente completa o
incompleta del art. 20.1 del Código Penal, o de que sobrevenga la enfermedad mental una vez
iniciada la condena (art. 184 RP).

En el momento del ingreso, el paciente será atendido por el facultativo de guardia, quien a la
vista de los informes de procedencia y del resultado de su reconocimiento, decidirá lo
conveniente respecto al destino de aquél a la dependencia más adecuada y al tratamiento que
debe seguir hasta que sea reconocido por el psiquiatra (art. 186.1 RP).
El equipo que atienda al paciente deberá presentar un informe a la autoridad judicial
correspondiente en el que conste la propuesta de diagnóstico y la evolución observada con el
tratamiento, el juicio de pronóstico y la necesidad de mantenimiento, cese o sustitución del
internamiento, la separación, el traslado a otro centro o unidad psiquiátrica, el programa de
rehabilitación, la aplicación de medidas especiales de ayuda o tratamiento, así como las que
hubieran de tenerse en cuenta para el momento de la salida (art. 186.2 RP).

Estas cárceles tienen un equipo multidisciplinar (psiquiatras, psicólogos, médicos generales,


enfermeros y trabajadores sociales –art. 185 RP–). El funcionamiento de estos equipos viene
regulado en la Circular 7/1996, de 12 de junio. Cada seis meses se tiene que informar a la
autoridad judicial y al Ministerio Fiscal sobre el estado y evolución del paciente.

Las personas presas que tienen enfermedad y trastornos mentales presentan unas
características concretas que motivan que desde el punto de vista regimental se lleven a cabo
una serie de medidas concretas y diferentes al régimen general. Por ello, la separación que
se realice de los mismos se hará en atención a las necesidades asistenciales de cada paciente.

Las restricciones de libertad personal deben limitarse a las que sean necesarias en función
de su estado de salud o del éxito del tratamiento (art. 188.2 RP). En estos casos, debería
notificarse posteriormente y de forma motivada al Juez de Vigilancia penitenciaria.

Como especialidad del régimen de las cárceles psiquiátricas, destaca la regulación que se
realiza en el empleo de medios coercitivos, el cual solamente podrá ser admitido por
indicación del médico y durante el tiempo mínimamente imprescindible, debiéndose respetar
en todo caso la dignidad de la persona. Obviamente de esta medida debe darse cuenta
inmediatamente a la autoridad judicial de quien dependa el paciente (art. 188.3 RP).

La autoridad judicial en estos casos debe tener la misma competencia que en la aplicación de
los medios coercitivos de carácter general.

Otra especialidad consiste en que las normas de régimen disciplinario contenidas en el


reglamento penitenciario no son de aplicación a los pacientes internados en estas cárceles
(art. 188.4); situación que genera una enorme inseguridad jurídica en cuanto a las conductas
sancionables y en cuanto a las sanciones que se puedan imponer.

Además, las comunicaciones no siguen el sistema general, puesto que se fijarán según el
marco de programación individual de rehabilitación, indicándose el número de comunicaciones
y salidas, la duración de las mismas, las personas con quienes los pacientes pueden comunicar
y las condiciones en que se celebren las mencionadas comunicaciones.

La autorización de todas las salidas terapéuticas corresponde al Juez de Vigilancia penitenciaria


(criterio 10, reunión JVP enero 2003).
Podemos apuntar que sería conveniente que se crearan las unidades psiquiátricas en los
centros penitenciarios que se considerasen necesarias para la atención especializada dentro
sus respectivas áreas territoriales en cumplimiento del imperativo de velar por la salud de los
internos (art. 3.4 LOGP), y en aplicación del criterio legal de separación previsto en el artículo
16.d) de la misma norma legal (Criterio 18, reunión JVP enero 2003).

De hecho, los JVP han venido señalado la conveniencia de que el tratamiento psiquiátrico de
las personas condenadas que lo precisen deban guiarse por criterios de racionalización,
profesionalidad y optimación de recursos, dando preferencia a la utilización de los servicios
comunitarios sobre los penitenciarios y limitando en la mayor medida posible el internamiento
en unidades u hospitales psiquiátricos penitenciarios. Los penados que queden exentos de
responsabilidad criminal por aplicación del art. 20.1 CP o por aplicación de una eximente
incompleta (pena y medida de seguridad) deberán ser internados en hospitales o
establecimientos dependientes de los servicios de salud comunitarios y nunca establecimientos
penitenciarios (Criterio 5, reunión JVP 2003).

VIII. CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

1. Reflexione, previa investigación, sobre la evolución del número de personas en


diferentes grados penitenciarios.

2. Reflexione sobre el régimen de vida más eficaz en orden a la resolución pacífica y


eficaz de los conflictos (delictivo, penitenciario).

3. Reflexione en una visión holística del sistema penal la vinculación de los operadores
jurídicos –policía, fiscal, abogado, juez– y las consecuencias del régimen cerrado en
la persona condenada, entre ellas las dos más graves: la locura y la muerte.

4. Reflexione sobre las dificultades que tiene el profesional penitenciario para poder
realizar su trabajo, en general, y en particular en los departamentos de aislamiento.

IX. SUPUESTO PRÁCTICO: TRABAJO POR PAREJAS

Uno de ellos tiene que representar a un abogado y otro a una persona condenada con los
siguientes datos: Juan tiene una condena de 20 años como consecuencia de la refundición de
varias penas de 4. Acaba de ingresar en la cárcel. En una primera entrevista nos pregunta sobre
los diferentes regímenes de vida en cada uno de los grados. Conteste de la forma más detallada
posible. Tenga en cuenta para ello que tiene una larga condena, que acaba de ingresar, su
estado de inseguridad, posiblemente de miedo, vulnerabilidad. Caiga en la cuenta de la
importancia de la escucha activa como mecanismo importante para la entrevista, y mantenga el
difícil equilibrio entre la realidad y la esperanza.
TEMA 5
OBSERVACIÓN Y CLASIFICACIÓN

I. CONCEPTO DE CLAFICIACIÓN

Para obtener los objetivos reeducativos existen actividades terapéuticas, educativas y


deportivas que constituyen el tratamiento penitenciario. Para hacer posible la realización de un
determinado tratamiento penitenciario, a cada persona se le asigna un régimen de vida, que
incluye normas de convivencia, horarios de patio, cacheos, actividades, recuentos, permisos de
salida. Precisamente, es a este proceso de asignación del régimen de vida al que se denomina
clasificación.

Existen cuatro grados:

1. Régimen cerrado;
2. Régimen ordinario;
3. Régimen abierto, y
4. Libertad condicional.

El primer grado se cumple en cárceles de régimen cerrado o en departamentos de aislamiento;


mientras que el segundo grado se cumple en las cárceles de régimen ordinario. El tercero,
por su parte, se cumple en secciones abiertas, centros de inserción social (art. 163 RP),
unidades dependientes (art. 165 RP), unidades de madres (art. 178 RP) o unidades
extrapenitenciarias privadas o públicas para la atención a drogodependientes (art. 182 RP).

Los regímenes de vida se flexibilizan, dado que se permite que, a propuesta del Equipo
Técnico, la Junta de Tratamiento pueda adoptar un modelo de ejecución con aspectos de cada
uno de los grados. Con todo, se es necesita la aprobación del Juez de Vigilancia (art. 100.2 RP).

II. CONCEPTO DE OBSERVACIÓN

La observación puede ser caracterizada como aquel proceso de recogida de datos


documentales, entrevistas y observación directa del comportamiento necesario para que la JT
pueda clasificar.

Con los datos resultantes de la observación, el Equipo Técnico formulará un tipo


criminológico, el diagnóstico de capacidad criminal y de adaptabilidad social, así como una
propuesta de grado de tratamiento que deberá ser razonada, y una propuesta de destino a una
cárcel.
En el protocolo de clasificación deberá constar un programa individualizado de tratamiento:
destinos, actividades, programas educativos, trabajo y actividades ocupacionales, o de otro tipo,
que deba seguir la persona presa (art. 103.3 RP). Estos datos son imprescindibles y tienen en la
práctica una importancia esencial para el desarrollo posterior de la condena. No obstante, en los
protocolos de clasificación no siempre figuran todos los datos, informes completos o
formulaciones técnicas. En la práctica se redactan en formularios-tipo, previamente diseñados,
limitándose el Equipo Técnico a rellenar esos protocolos con determinados datos. En definitiva,
en realidad se confecciona un protocolo abreviado que cuenta con un escaso conocimiento del
preso.

Además, no existe tiempo mínimo de observación para la clasificación inicial. Legalmente


se establece que aquélla sea adecuada, y que el testimonio de la sentencia haya llegado a la
cárcel; a partir del cual se dan dos meses para la propuesta de clasificación (arts. 102.1 y 103.2
RP). No es necesario que llegue la liquidación de condena para la propuesta clasificatoria,
mas si que es necesario el testimonio de la sentencia para la clasificación. Si la persona es
citada en el Juzgado para el ingreso, es importante que junto al mandamiento de prisión se
adjunte el testimonio de la sentencia.

III. PROCESO DE CLASIFICACIÓN

Una vez llegado el testimonio de sentencia, la Junta de Tratamiento hace propuesta de


clasificación al Centro Directivo (Dirección General de Instituciones Penitenciarias) y de
destino a una cárcel concreta, salvo que la condena no sea superior a cinco años (ni por
terrorismo ni delito cometido en el seno de organización criminal) y la propuesta sea en segundo
grado por unanimidad, en cuyo caso la clasificación puede ser adoptada por el Director del
centro penitenciario Orden INT/1127/2010, de 19 de abril.

La propuesta deberá ser confirmada por el Centro Directivo en 2 meses, plazo que podrá
excepcionalmente ser ampliado hasta 2 más para una mejor observación de la conducta y para
consolidar los factores positivos del penado (103.6 RP).

La clasificación debe tomar en cuenta la personalidad y el historial individual, familiar,


social y delictivo del interno, así como la duración de la pena o penas que le hayan sido
impuestas, el medio al que probablemente retornará y los recursos, facilidades y dificultades
existentes en cada caso y momento para el buen éxito del tratamiento. En la práctica, el
proceso de calificación tiene lugar tras una breve entrevista con el psicólogo, el trabajador
social y el criminólogo; donde se valoran especialmente la naturaleza del delito, el tiempo de
condena y aspectos meramente disciplinarios y de sumisión al orden penitenciario.

La resolución será notificada al penado para la interposición de recurso ante el Juez de


Vigilancia penitenciaria. En este recurso es muy importante que se expliquen (por escrito en el
recurso, y a través de entrevistas) todas las circunstancias concretas que concurren en el recluso
(personales, sociales, familiares, terapéuticas etc.). Estas circunstancias tienen que acreditarse a
través de informes emitidos por profesionales.
Los criterios de actuación de los JVP señalan que la prueba pericial no ha de limitarse
necesariamente a los informes de los ET, sino que el JVP podrá contar con el asesoramiento
de los médicos forenses o de aquellos otros expertos que estime conveniente (criterio RJVP
núm. 12).

En la eventualidad de que la condena no exceda de un año, la propuesta de clasificación


inicial por la Junta de Tratamiento, si es por acuerdo unánime, se considerará resolución de
clasificación inicial, salvo que sea en primer grado, en cuyo caso será el Centro Directivo.
Asimismo, aún cuando existan causas pendientes, es posible clasificación. En cambio, no será
posible cuando exista alguna causa en prisión preventiva. Por último, si ya estuviera clasificada
y fuera decretada prisión preventiva, la clasificación quedará sin efecto (art. 104.1 y 2 RP) por
acuerdo del Director del centro penitenciario (Orden 1127/2010, de 19 de abril).

IV. REVISIÓN DE LA CLASIFICACIÓN INICIAL

El grado penitenciario se revisará cada 6 meses, como máximo, y la nueva resolución se deberá
notificar al interesado (art. 105.1 RP). Con todo, también es posible que pueda realizarse antes
de 6 meses en base al principio de individualización, pues es la evolución en el tratamiento la
que determina la nueva clasificación y no el transcurso o cumplimiento de los plazos.
El cómputo del plazo de los 6 meses se efectúa desde la sesión de la Junta de Tratamiento en
la que se efectúa la propuesta de clasificación o revisión de grado y, cuando la Junta de
Tratamiento no considere modificar el grado, se notificará a la persona presa. Esta
resolución deberá estar motivada pues, si la regresión en grado es algo excepcional en un
sistema progresivo, el mantenimiento debe responder a causas perfectamente probadas y no a
sospechas, conjeturas e hipótesis (Auto de AP, Sección 5ª de Madrid, 1005/1997 de 20 de
octubre de 1997).

En caso de desacuerdo con la resolución, se puede recurrir ante el Centro Directivo para que
estudie la resolución de la Junta de Tratamiento y resuelva lo procedente sobre el
mantenimiento o cambio de grado. Esta nueva resolución se notificará al penado con indicación
del derecho a acudir en vía de recurso ante el JVP (art. 105.1 y 2 RP). En los casos de penas.
Ahora bien, le corresponde al director resolver las revisiones de grado interesadas por los
internos al amparo del art. 105 RP, siempre que el acuerdo de continuidad sea en segundo
grado, se haya adoptado por unanimidad y el penado no haya cumplido la mitad de una
condena superior a cinco años o tenga dos o más sanciones graves o muy graves sin cancelar
Orden INT/1127/2010, de 19 de abril.

El interno podrá solicitar que la revisión de su clasificación penitenciaria se haga por la


Central Penitenciaria de Observación cuando lleve un año continuado clasificado en
primer grado o como preventivo con aplicación del artículo 10 de esta Ley; o cuando
encontrándose en segundo grado, y habiendo alcanzado la mitad del cumplimiento de la
condena, su clasificación haya sido reiterada por segunda vez por el mismo Equipo.
V. REGRESIÓN EN GRADO

La regresión de grado procederá cuando se aprecie en el interno una involución en su conducta


o en su pronóstico de rehabilitación y reinserción social. En todo caso, la evolución
desfavorable de la conducta o en el pronóstico de integración social deben analizarse desde
un punto de vista global de toda la situación social, personal y penitenciaria de la persona presa
(Auto 1192/1998 de la AP Madrid, Sección 5ª de 19 de octubre de 1998).

VI. CUESTIONES CRÍTICAS DE LAS RESOLUCIONES CLASIFICATORIAS

El Centro Directivo (DGIP) en sus resoluciones utiliza, con mucha frecuencia, criterios
políticos, y no de política-criminal –reeducación a través de tratamiento individualizado–.
Ejemplo: En determinados casos, la Junta de Tratamiento realiza una propuesta de tercer grado
–inicial, o durante la condena– y el Centro Directivo la resuelve manteniendo la clasificación
en segundo grado. En estos casos se puede recurrir el mantenimiento de grado al JVP, quien
estima el recurso en casi la totalidad de los casos (vid. entre otros muchos Autos de JVP de
Logroño 28 de julio de 1997 y 18 de abril de 1995).

Así mismo, es harto frecuente la utilización de conceptos jurídicos indeterminados (por


ejemplo, “falta por consolidar factores positivos” o “no consolidación de variables en el
proceso de clasificación”) que imposibilitan conocer el fundamento de la resolución, ya que no
se expresan los criterios técnicos con que se redactan esas resoluciones, ni el motivo de no
concurrencia con la suficiente intensidad de las variables que intervienen en la clasificación.
Por ello se recurre a motivos genéricos sobre la gravedad del delito sin el más mínimo descenso
a la personalización del tratamiento (Auto 6/1999 de la AP Madrid, Sección 5ª, de 12 de enero
de 1999). Estas fórmulas genéricas que se utilizan no sirven como suficiente motivación de la
resolución, pues se convierten en auténticos «cajones de sastre», en elásticos criterios de
decisión que se puede justificar con cualquier arbitrariedad.

Los tipos de resoluciones descritos vulneran la interdicción de la arbitrariedad de los


poderes públicos (art. 9.3 CE) que aspira a evitar que se traspasen los límites racionales de la
discrecionalidad y se convierta ésta en causa de decisiones no justificadas (STS, antigua Sala
4ª, de 19 de mayo de 1987). El objetivo de este principio es que la actuación administrativa
sirva con racionalidad a los intereses generales (art. 103.1 CE) y, más específicamente, a que
esa actuación venga inspirada por las exigencias del principio de buena administración (STS,
Sala 3ª, de 11 de junio de 1991).

VII. CLASIFICACIÓN INICIAL EN TERCER GRADO

Es posible clasificación inicial en tercer grado, salvo que la pena sea superior a cinco años (art.
36.2 CP). Si fuese superior, el juez o tribunal podrá ordenar que la clasificación del condenado
en tercer grado de tratamiento penitenciario no se efectúe hasta el cumplimiento de la mitad de
la pena impuesta.
Esta clasificación en tercer grado se realizará con carácter de urgencia, en aquellas personas
que acrediten un prolongado y consolidado proceso personal de inserción social, que se viera
notoriamente perjudicado con su ingreso en prisión para cumplir la pena impuesta.

Será necesario, en aras a que proceda la calificación inicial en tercer grado, que concurran
favorablemente de forma cualificada las variables intervinientes en el proceso de
clasificación del artículo 102.2 RP, valorándose especialmente: el historial delictivo y la
integración social (art. 104.3 RP), la primariedad delictiva, las relaciones familiares normales,
la trayectoria familiar consolidada, la trayectoria regular penitenciaria, el desempeño de
trabajos con regularidad y la ausencia de conflictividad en el comportamiento (Auto JVP de
Logroño de 20 de noviembre de 1996).

En lo relativo a las cuestiones prácticas a tomar en consideración, debemos señalar que el


ingreso debe realizarse con el testimonio de sentencia y con informes que acrediten el proceso
de normalización de vida (informe social, psicológico, contratos de trabajo, libro de familia,
etc.); y que, en todo caso, la clasificación directa en tercer grado deberá ser comunicada al
Fiscal en los tres días hábiles siguientes a la fecha en que fue adoptado (art. 107 RP).

Como último apunte en el presente aportado, ha de recordarse que cuando exista una
enfermedad grave e incurable, con independencia de las variables intervinientes en el proceso
de clasificación, se puede clasificar al reo en tercer grado por razones humanitarias y de
dignidad personal, atendiendo a la dificultad para delinquir y a su escasa peligrosidad (art.
104.4 RP). La clasificación puede realizarla directamente la prisión o, en caso contrario, en vía
de recurso ante el JVP; en ambas hipótesis la petición tendrá que ir adjuntada a los informes
médicos que se tengan (penitenciarios, altas de ingresos en hospitales).

VIII. RECURSOS

La primera clasificación o las posteriores que sean de progresión o de regresión de grado,


pueden ser recurridas, debiendo ser interpuestos los recursos ante el JVP. Si los desestima hay
que interponer uno de Reforma ante el mismo juzgado (órgano a quo), y si éste se vuelve a
desestimar, uno de apelación ante el juzgado o tribunal sentenciador (órgano ad quem).

En caso de que existan varios órganos judiciales sentenciadores, será competente el que haya
impuesto la pena privativa de libertad más grave, y si hubiere varias de igual gravedad, el que
la impusiera en último lugar.

En materia de recursos, una cuestión práctica a tener en cuenta es la gran importancia de que
en los recursos se expliquen (por escrito en el recurso, y a través de entrevistas) todas las
circunstancias concretas que concurren en el recluso (personales, sociales, familiares,
terapéuticas, etc.); circunstancias que tienen que ser acreditadas a través de informes. En este
sentido, los criterios de actuación de los Jueces de Vigilancia señalan que la prueba pericial no
ha de limitarse necesariamente a los informes de los Equipos de Observación y
Tratamiento, sino que el Juez de Vigilancia podrá contar con el asesoramiento de los médicos
forenses o de aquellos otros expertos que estime conveniente (criterio núm. 12).

Cuando la resolución objeto del recurso de apelación se refiera a clasificación de penados o


concesión de la libertad condicional y pueda dar lugar a la excarcelación, en caso de
condenados por delitos graves, el recurso tendrá efecto suspensivo que impedirá la puesta en
libertad del condenado hasta la resolución del recurso o, en su caso, hasta que la Audiencia
Provincial o la Audiencia Nacional se haya pronunciado sobre la suspensión. Los recursos de
apelación a que se refiere el párrafo anterior se tramitarán con carácter preferente y urgente
(Disposición Adicional 5ª LOPJ, modificada conforme a la LO 7/2003).

En caso de mantenimiento en el mismo grado, primero el recurso es al Centro Directivo y


luego al Juez de Vigilancia penitenciaria.

IX. REQUISITOS PARA EL ACCESO AL TERCER GRADO

La clasificación en tercer grado se aplicará a los internos que, por sus circunstancias personales
y penitenciarias, previo pronóstico individualizado y favorable de reinserción social, estén
capacitados para llevar a cabo un régimen de vida en semilibertad. Es necesario el
cumplimiento de la mitad de la condena si la pena de prisión es superior a cinco años (art. 36.2
CP, período de seguridad), haber satisfecho la responsabilidad civil y, para los casos de
terrorismo, haber abandonado las actividades terroristas. La adopción del período de seguridad
no es obligatorio salvo para las personas condenas por terrorismo, delitos cometidos en el seno
de organización criminal, los delitos del art. 183 CP y los relativos a la prostitución y
corrupción de menores (art. 36.2 CP reformado LO 5/2010, de 22 de junio).

La clasificación del condenado en el tercer grado no podrá efectuarse:

a) hasta el cumplimiento de 20 años de prisión efectiva, en el caso de que el penado lo


hubiera sido por un delito del Capítulo VII del Título XXII del Libro II CP (« De las
organizaciones y grupos terroristas y de los delitos de terrorismo»);
b) hasta el cumplimiento de 15 años de prisión efectiva en el resto de los casos. El penado
no podrá disfrutar de permisos de salida hasta que haya cumplido un mínimo de 12 años de
prisión, en el caso previsto en la letra a), y 8 años de prisión, en el previsto en la letra b).

En todo caso, el tribunal o el juez de vigilancia penitenciaria, según corresponda, podrá


acordar, previo informe del Ministerio Fiscal, Instituciones Penitenciarias y las demás partes, la
progresión a tercer grado por motivos humanitarios y de dignidad personal de penados
enfermos muy graves con padecimientos incurables y de los septuagenarios valorando,
especialmente, su escasa peligrosidad (art. 36.3 CP, apartado añadido por la LO 1/2015, de 30
de marzo).

A) Período de seguridad
La exigencia de que se haya cumplido la mitad de la condena si la pena de prisión es superior
a 5 años se refiere a las penas consideradas individualmente, y no al total de la condena,
aunque individualmente sean inferiores y cuya suma supere 5 años.

Cabe señalar que el período de seguridad destroza absurdamente y sin fundamento razonable
el principio de individualización científica, dado que la LOGP y el RP cuentan con los
suficientes mecanismos de control para evitar que las personas con penas elevadas obtengan
inicialmente el régimen abierto, pero no lo hacen imposible para casos excepcionales. En
efecto, el acceso al régimen abierto debería hacerse en función del tratamiento individualizado
legalmente establecido y aplicado sin límite temporal; es decir, en función de las variables que
establece la Legislación Penitenciaria.

Existe una excepción al periodo de seguridad de cumplimiento de la mitad de la condena,


consistente en la posibilidad de que el JVP, previo pronóstico individualizado y favorable de
reinserción social y valorando, en su caso, las circunstancias personales del reo y la evolución
en el tratamiento reeducador, cuando no se trate de delitos de terrorismo o cometidos en el seno
de organizaciones criminales, pueda acordar razonadamente, oídos el Fiscal, Instituciones
Penitenciarias y las demás partes, la aplicación de régimen general de cumplimiento. Las
Instrucciones 9/2003, 2/2004 y 2/2005 de la DGIP regulan el procedimiento a seguir cuando
la Junta de Tratamiento considere que un penado al que le es aplicable el «período de
seguridad» por no haber cumplido aún la mitad de las penas impuestas, se encuentre pese a
ello, en condiciones de acceder al tercer grado de tratamiento.
Algunas cuestiones prácticas a tener en cuenta de cara a reunir las condiciones para acceder al
tercer grado de tratamiento, antes de haber transcurrido el citado periodo de seguridad, pueden
ser las siguientes: la necesidad de que el penado participe en las actividades de tratamiento que
desde la prisión se ofrezcan, intentando tener buen comportamiento para no ser sancionado; el
apoyo familiar y posibilidades de trabajo; la asunción del delito; la actitud de respeto a la
víctima o víctimas; la conducta efectiva llevada a cabo en libertad, entre la comisión del delito
y el ingreso en prisión; o la participación en programas específicos de tratamiento tendentes a
abordar las carencias o problemas concretos que presente y que guarden relación con la
actividad delictiva, así como la evolución demostrada en ellos.

B) Satisfacción de la responsabilidad civil

Para todos los condenados, con independencia de que la pena de prisión sea superior o inferior
a cinco años, se exige, para tener acceso al tercer grado (art. 72.5 LOGP modificado por
LO 7/2003), la satisfacción de la responsabilidad civil.

Concretamente, se establece la exigencia de:

1. Pago efectivo de la responsabilidad civil.


2. Una conducta efectivamente observada en orden a restituir lo sustraído, reparar el
daño e indemnizar los perjuicios materiales y morales.
3. Las condiciones personales y patrimoniales del culpable, a efectos de valorar su
capacidad real presente y futura para satisfacer la responsabilidad civil que le correspondiera.
4. Las garantías que permitan asegurar la satisfacción futura.
5. La estimación del enriquecimiento que el culpable hubiera obtenido por la comisión
del delito y en su caso, el daño o entorpecimiento producido al servicio público, así como la
naturaleza de los daños y perjuicios causados por el delito, el número de perjudicados y su
condición.

Singularmente se aplicará esta norma, cuando se trate de delitos contra el patrimonio y


contra el orden socioeconómico que hubieran revestido notoria gravedad y hubieran
perjudicado a una generalidad de personas; así como cuando se trate de delitos contra los
derechos de los trabajadores, contra la Hacienda Pública y contra la Seguridad Social o contra
la Administración pública, comprendidos en los capítulos V al IX del Título XIX del Libro II
del Código Penal.

De cara ala satisfacción de la responsabilidad civil se valora el esfuerzo por reparar el daño
causado y su tendencia para adecuar su conducta al respeto de la norma y a la víctima del
delito (Instrucción 2/2005). El procedimiento a seguir por los centros penitenciarios en esta
materia está regulado en la Instrucción 2/2005 de la DGIP.

Con todo, deben ser tomadas en consideración las siguiente cuestiones práctica: la cárcel tiene
que confirmar del Tribunal sentenciador si el condenado ha pagado la responsabilidad civil o si
se existe declaración de insolvencia; siendo suficiente solo con una u otra. Para ello, desde las
cárceles se tiene que solicitar del Juzgado o Tribunal sentenciador el informe correspondiente o
una copia de la pieza de responsabilidad civil. Es conveniente, asimismo, que el penado
solicite a cada juzgado o tribunal la responsabilidad civil pendiente; que vaya pagando parte de
cada una, si tiene varias causas, y que realice un compromiso formal de pago futuro cuando se
encuentre en tercer grado (Instrucción 2/2005 de la DGIP).

C) Delitos de terrorismo o por organizaciones criminales

En estos supuestos se exige que los condenados muestren signos inequívocos de haber
abandonado los fines y los medios terroristas.

Debe además constatarse una colaboración activa por su parte con las autoridades, para
impedir la producción de otros delitos por parte de la banda armada, organización o grupo
terrorista; para atenuar los efectos de su delito; para la identificación, captura y procesamiento
de responsables de delitos terroristas; para obtener pruebas o para impedir la actuación o el
desarrollo de las organizaciones o asociaciones a las que haya pertenecido o con las que haya
colaborado.

Estas circunstancias se podrán acreditar mediante una declaración expresa de repudio de sus
actividades delictivas y de abandono de la violencia, así como una petición expresa de perdón a
las víctimas del delito. Además, se acreditarán por los informes técnicos que expresen que el
penado está realmente desvinculado de la organización terrorista, del entorno y de las
actividades de asociaciones y colectivos ilegales que la rodean.

X. SUPUESTO PRÁCTICO: TRABAJO POR PAREJAS


Uno de los integrantes tiene que representar a un abogado y el otro a una persona condenada
con los siguientes datos: Luis se encuentra en la cárcel de Navalcarnero. Ingresó el día 3 de
diciembre de 2005 procedente de un centro de rehabilitación de drogodependientes en el que
llevaba dos años. Tiene dos informes, uno psicológico y otro social, que acreditan la
recuperación casi definitiva, y en el que se describe la historia toxicológica, la evolución en el
programa y los objetivos conseguidos.

Según consta en el protocolo de personalidad que obra en los archivos del Centro de
Rehabilitación Proyecto Vida de Badajoz, Luis comenzó a consumir drogas, en concreto
heroína y cocaína, a los 15 años de edad. Desde este momento, el grado de dependencia a estas
sustancias fue aumentando paulatinamente, hasta el punto de poder considerarse una
toxicomanía crónica y severa. Como en muchos otros jóvenes el entorno carencial en el que se
socializó motivó la inadaptación de su conducta, así como el inicio a tan temprana edad de los
consumos de sustancias estupefacientes. En el trabajo terapéutico ha conseguido una mejora del
autoconocimiento y profundización de su problemática personal, en la mejora del concepto de
sí mismo y en la plena conciencia de éste, inicio de una proyec­ción hacia el futuro, asunción
de la estructu­ración de su comportamiento (estructura de horarios de trabajo, de roles de
residente donde ha ido asumiendo distintos grados de responsabili­dad en la gestión de la casa),
de su historia personal e influencia de ésta en sus problemas y comportamientos, y por último
el conocimiento y reconocimiento de sus propias reacciones instintivas ligadas a sus
sentimientos. Aún no ha sido clasificado. En una entrevista en la cárcel pregunta lo siguiente:

a) ¿Por qué aún no le han clasificado?


b) ¿Cuánto tiempo más pueden tardar?
c) ¿Qué pasos deben seguir para clasificarle?
d) ¿En qué grado puede ser clasificado?
e) En caso de que le clasifiquen en segundo grado, ¿se puede recurrir?, ¿ante quién?
(hacer el recurso).
f) Si una vez clasificado en segundo grado, en una causa que tiene pendiente le decretan
prisión preventiva, ¿qué ocurriría?
g) En caso de que fuese la tercera clasificación, y aún estuviese en segundo grado, ¿qué
debe hacerse?
TEMA 6
LA LIBERTAD CONDICIONAL

I. CONCEPTO

Es un instituto jurídico que consiste en la suspensión de la ejecución de la pena en una fase


avanzada de su cumplimiento (2/3, 3/4 partes, o ½) cuando concurren una serie de requisitos. El
problema es determinar hasta cuándo queda en suspenso la pena. La lógica garantista nos lleva a
pensar que hasta el final de la condena, pero no es así. Aunque ya lo analizaremos más adelante,
sirve decir en este momento, que el tiempo por el que la pena puede suspenderse oscila entre
dos y cinco años. De manera que si a una persona le queda un año de cumplimiento, puesto que
el mínimo de suspensión es de dos, el tiempo por el que la condena sigue “vigente”, como
mínimo, sería de un año más después de finalizar la condena. Si durante este tiempo delinque o
infringe alguna de las reglas de conducta impuestas en los términos legalmente establecidos, la
suspensión se revoca y el tiempo que la persona ha pasado en libertad condicional tiene que
cumplirse en la cárcel, pues, “el tiempo transcurrido en libertad condicional no será computado
como tiempo de cumplimiento de la condena” (90.6 CP).

II. PENAS QUE PUEDEN SER SUSPENDIDAS

En principio sólo la pena de prisión. Pero, podríamos afirmar que cualquier internamiento en
una cárcel con motivo del cumplimiento de una pena privativa de libertad, (prisión, localización
permanente de hasta 6 meses y cumplible en determinados supuestos los sábados y domingos -
art. 37.1 CP– y la responsabilidad personal por impago de multa –art. 35 CP-), con
independencia de su extensión, debería poder ser suspendido. Entendemos que si la actividad
penitenciaria está encaminada a la consecución de la reeducación y de la reinserción social (art.
2 Reglamento Penitenciario –en adelante RP- en relación con art. 25.2 CE) todo ingreso en una
cárcel supone el sometimiento al régimen penitenciario. Por tanto, no parece adecuado excluir a
determinadas penas de la posibilidad de suspensión/ libertad condicional.

III. REQUISITOS PARA LA CONCESION

El Juez de Vigilancia Penitenciaria acordará la suspensión de la ejecución del resto de la pena


de prisión y concederá la libertad condicional al penado que cumpla los siguientes requisitos:

a) Que se encuentre en tercer grado penitenciario.


b) Que haya extinguido las tres cuartas partes de la pena impuesta.
c) Que haya observado buena conducta.

Para resolver sobre la suspensión el juez de vigilancia penitenciaria “valorará la personalidad


del penado, sus antecedentes, las circunstancias del delito cometido, la relevancia de los bienes
jurídicos que podrían verse afectados por una reiteración en el delito, su conducta durante el
cumplimiento de la pena, sus circunstancias familiares y sociales, y los efectos que quepa
esperar de la propia suspensión de la ejecución y del cumplimiento de las medidas que fueren
impuestas” (art. 90.1 CP).

En el caso de personas condenadas por “delitos cometidos en el seno de organizaciones


criminales o por alguno de los delitos regulados en el Capítulo VII del Título XXII del Libro II
de este Código, la suspensión de la ejecución del resto de la pena impuesta y concesión de la
libertad condicional requiere que el penado muestre signos inequívocos de haber abandonado
los fines y los medios de la actividad terrorista y haya colaborado activamente con las
autoridades, bien para impedir la producción de otros delitos por parte de la organización o
grupo terrorista, bien para atenuar los efectos de su delito, bien para la identificación, captura y
procesamiento de responsables de delitos terroristas, para obtener pruebas o para impedir la
actuación o el desarrollo de las organizaciones o asociaciones a las que haya pertenecido o con
las que haya colaborado, lo que podrá acreditarse mediante una declaración expresa de repudio
de sus actividades delictivas y de abandono de la violencia y una petición expresa de perdón a
las víctimas de su delito, así como por los informes técnicos que acrediten que el preso está
realmente desvinculado de la organización terrorista y del entorno y actividades de asociaciones
y colectivos ilegales que la rodean y su colaboración con las autoridades” (art. 90.8 CP).

La suspensión no se concederá si el penado no hubiese satisfecho la responsabilidad civil


conforme a lo establecido en los arts. 72.5 y 6 Ley Orgánica General Penitenciaria (en adelante
LOGP). A tales efectos se considera como tal “la conducta efectivamente observada en orden a
restituir lo sustraído, reparar el daño e indemnizar los perjuicios materiales y morales; las
condiciones personales y patrimoniales del culpable, a efectos de valorar su capacidad real,
presente y futura para satisfacer la responsabilidad civil que le correspondiera; las garantías que
permitan asegurar la satisfacción futura; la estimación del enriquecimiento que el culpable
hubiera obtenido por la comisión del delito y, en su caso, el daño o entorpecimiento producido
al servicio público, así como la naturaleza de los daños y perjuicios causados por el delito, el
número de perjudicados y su condición”.

IV. ADELANTAMIENTO DE LA LIBERTAD CONDICIONAL

El art. 90.2 CP establece que ”también podrá acordar la suspensión de la ejecución del resto de
la pena y conceder la libertad condicional a los penados que cumplan los siguientes requisitos:

a) Que hayan extinguido dos terceras parte de su condena.


b) Que durante el cumplimiento de su pena hayan desarrollado actividades laborales,
culturales u ocupacionales, bien de forma continuada, bien con un aprovechamiento del que se
haya derivado una modificación relevante y favorable de aquéllas de sus circunstancias
personales relacionadas con su actividad delictiva previa.
c) Que acredite el cumplimiento de los requisitos a que se refiere al apartado anterior,
salvo el de haber extinguido tres cuartas partes de su condena”.

Al único requisito en relación con la realización de actividades que existía en la anterior


regulación: «merecimiento por el desarrollo continuado» de actividades, la LO 1/2015 añade,
alternativamente, otro: “que las que se hayan realizado hayan supuesto una modificación
relevante y favorable de aquellas en sus circunstancias personales relacionadas con su actividad
delictiva”. Por ello, en las peticiones o recursos que por este motivo se realicen, la persona presa
tiene que exponer todos los cursos y actividades que se hayan realizado, así como la incidencia
en su aprendizaje en el respeto a otros seres humanos, en la adquisición de habilidades sociales
y laborales para subsistir en libertad, así como en la asunción de responsabilidad por la conducta
delictiva realizada. El código Penal señala que esta incidencia ha de ser “relevante y favorable”.

Tanto la valoración de la “continuidad”, como la de la “relevancia” son realizadas por la junta


de tratamiento, pero en último extremo ha de hacerse por el Juez de vigilancia penitenciaria
partiendo de las actividades concretas.

De este adelantamiento de la libertad condicional se excluye a las personas que hayan cometido
delitos del cap. VII del título XXII del Libro II (delitos de terrorismo) o se hayan realizado en el
seno de una organización criminal.

También puede adelantarse el plazo 2/3 partes de la condena a efectos de concesión de la


libertad condicional –libertad condicional cualificada–. “A propuesta de Instituciones
Penitenciarias y previo informe del Ministerio Fiscal y de las demás partes, cumplidas las
circunstancias de los párrafos a y c del apartado 1 del artículo anterior (2/3 partes, tercer grado,
buena conducta, pago de responsabilidad civil), el Juez de Vigilancia Penitenciaria podrá
adelantar, una vez extinguida la mitad de la condena, la concesión de la libertad condicional en
relación con el plazo previsto en el apartado anterior, hasta un máximo de 90 días por cada año
transcurrido de cumplimiento efectivo de condena. Esta medida requerirá que el penado haya
desarrollado continuadamente las actividades indicadas en el apartado anterior y que acredite,
además, la participación efectiva y favorable en programas de reparación a las víctimas o
programas de tratamiento o desintoxicación, en su caso. Este apartado no es aplicable a las
personas condenadas por la comisión de alguno de los delitos regulados en el Capítulo VII del
Título XXII del Libro II de este Código o por delitos cometidos en el seno de organizaciones
criminales” (art. 90.8 CP).

Se puede conceder la libertad condicional a personas presas primarias a la mitad de la


condena. “Excepcionalmente, el Juez de Vigilancia Penitenciaria podrá acordar la suspensión
de la ejecución del resto de la pena y conceder la libertad condicional a los penados en que
concurran los siguientes requisitos:

a) Que se encuentren cumpliendo su primera condena de prisión, y que ésta no supere


los tres años de duración.
b) Que hayan extinguido la mitad de su condena.
c) Que acredite el cumplimiento de los requisitos a que se refiere al apartado 1, salvo el
de haber extinguido tres cuartas partes de su condena, así como el regulado en la letra b) del
apartado anterior” (Art. 90.2 CP). Por tanto, se exige que el penado esté en tercer grado y que
durante el cumplimiento de su pena haya desarrollado actividades laborales, culturales u
ocupacionales, bien de forma continuada, bien con un aprovechamiento del que se haya
derivado una modificación relevante y favorable de aquéllas de sus circunstancias personales
relacionadas con su actividad delictiva previa.

El primer requisito de esta modalidad, estos es, que se “encuentre cumpliendo su primera
condena de prisión, y que no supere los tres años”, es compatible con la coexistencia de una
pena de responsabilidad personal subsidiaria por impago de multa. Tres argumentos avalan esta
posibilidad. Por un lado, la RPS por impago de multa es una pena privativa de libertad, pero
distinta de la de prisión; por tanto, una persona condenada a ambas penas puede ser que esté
cumpliendo “la primera pena de prisión”. En segundo lugar, en una interpretación sistemática
del precepto, exige ponerlo en relación con la suspensión del art. 80 CP en el que se permite la
suspensión de penas de hasta dos años, sin que se tenga en cuenta los días de RPS; recordemos
que la libertad condicional con la nueva regulación tiene la naturaleza jurídica de suspensión.
Por último, resulta injusto que por que una persona condenada no tenga dinero ni bienes, no
pueda acceder a la suspensión de la pena, hecho que supondría una prisión por deudas.

Por otro lado, la exigencia de que se encuentre “cumpliendo la primera condena de prisión” es
compatible con la existencia de varias penas de prisión previas que integren la primera condena
y con la existencia de antecedentes penales cuya pena se hubiese suspendido –art. 80 CP-,
indultado, o cuyos antecedentes hubiesen sido cancelados. Se trata de primariedad penitenciaria
(Instrucción SGIIPP 4/2015).

Este adelantamiento de la libertad condicional no puede aplicarse a condenados delitos contra la


libertad e indemnidad sexual o se trate de condenas por delitos cometidos en el seno de
organizaciones criminales o los delitos de terrorismo. Sin duda, este es un aspecto discutible que
aparece en la normativa actual, pues se establecen diferentes requisitos o trabas que limitan el
poder de decisión del intérprete de la ley. Con esas trabas se impide que el juez pueda llevar a
sus últimas consecuencias la individualización de la pena en función de las circunstancias
personales que afectan a cada condenado. Estas disposiciones ponen de manifiesto un claro
ejemplo de desconfianza del legislador hacia los intérpretes supremos de la ley. Aunque el juez
entienda que esa persona reúne todos los requisitos que exige ese artículo no podrá otorgar la
libertad condicional, si fue condenado por un delitos de los indicados anteriormente.

V. CRITERIO LIMITATIVO TEMPORAL PARA LA CONCESIÓN DEL TERCER GRADO


QUE INFLUYA EN LOS PLAZOS DE LIBERTAD CONDICIONAL

Se denomina período de seguridad. Su regulación tiene las siguientes características:

A) En penas superiores a cinco años

Cuando la duración de la pena de prisión impuesta sea superior a cinco años, el juez o tribunal
podrá (no es obligatorio) ordenar que la clasificación del condenado en el tercer grado de
tratamiento penitenciario no se efectúe hasta el cumplimiento de la mitad de la pena impuesta.
El juez de vigilancia, previo pronóstico individualizado y favorable de reinserción social y
valorando, en su caso, las circunstancias personales del reo y la evolución del tratamiento
reeducador, podrá acordar razonadamente, oídos el Ministerio Fiscal, Instituciones
Penitenciarias y las demás partes, la aplicación del régimen general de cumplimiento. En estos
casos, el auto del juez de Vigilancia podrá ser recurrido directamente por la víctima en
determinados delitos –homicidio, aborto, lesiones, contra la libertad, integridad moral, contra la
libertad e indemnidad sexual, robos con violencia o intimidación, terrorismo, trata de seres
humanos- (Art. 13. Ley 4/2015, de 27 de abril. Estatuto de la víctima del delito).

B) En penas superiores a cinco años

Siempre y cuando se trate de los siguientes delitos:

a) Delitos referentes a organizaciones y grupos terroristas y delitos de terrorismo del


Capítulo VII del Título XXII del Libro II de este Código.
b) Delitos cometidos en el seno de una organización o grupo criminal.
c) Delitos del artículo 183. d) Delitos del Capítulo V del Título VIII del Libro II de este
Código, cuando la víctima sea menor de trece años, la clasificación del condenado en el tercer
grado de tratamiento penitenciario no podrá realizarse (de forma obligatoria) hasta el
cumplimiento de la mitad de la misma (art. 36.2 CP).

En todo caso, por motivos humanitarios y de dignidad personal, el tribunal o el juez de


vigilancia penitenciaria, según corresponda, podrá acordar, previo informe de la fiscalía, de
instituciones y demás partes, la progresión a tercer grado de enfermos muy graves con
padecimientos incurables y de septuagenarios valorando, especialmente, su escasa peligrosidad
(art. 36.2 y 3 CP). En estos casos, le corresponde a las Juntas de tratamiento de los centros
penitenciarios hacer una valoración de la escasa peligrosidad por su dificultad para delinquir,
especialmente en septuagenarios (Instrucción 4/2015 SGIIPP).

VI. NORMAS SE TENDRÁN EN CUENTA PARA EL CÓMPUTO DE LAS TRES


CUARTAS PARTES, O EN SU CASO, DE LAS DOS TERCERAS O LA MITAD DE LA
CONDENA

Uno de los requisitos para la concesión de la libertad condicional es que hayan transcurrido tres
cuartas partes de la condena, dos terceras o la mitad de la misma. Para el cómputo de este
tiempo, hay que tener en cuenta las siguientes normas (art. 193 RP):

A) Cuando el penado sufra dos o más condenas de privación de libertad, la suma de las
mismas será considerada una sola condena a efectos de aplicación de libertad
condicional

Si dicho penado hubiera sido objeto de indulto, se sumará igualmente el tiempo indultado en
cada una y se rebajará de la suma total. Es decir, todas las condenas se enlazan y se convierten
en una sola (refundición), sobre la que habrá que computarse las tres cuartas partes o las dos
terceras (el plazo de la mitad no es aplicable a estos casos porque se exige primariedad
delictiva). Por ejemplo, si una persona ha sido condenada por tres delitos; por uno es condenada
a la pena de tres años, por otro a la de cuatro, y por otro a la de cinco, el cómputo sobre el que
se hace las tres cuartas partes es 12 años –9 años (3/4 partes)–. Además, si en una de las tres
causas del ejemplo anterior le concediesen un indulto parcial, ese tiempo se restará de 12 años y
sobre la pena restante se hará el cómputo de las tres cuartas partes.

Esta refundición tiene que hacerla el Centro penitenciario y ponerla en conocimiento del Juez de
Vigilancia Penitenciaria. Debemos tener en cuenta que no se trata de la determinación del límite
de cumplimiento de las penas por varios delitos que se hayan juzgado conjuntamente o hubieran
podido serlo por conexidad temporal (que se denomina acumulación) del art. 76.1 CP 1995 –
triple de la pena mayor, o 20, 25, 30 o 40 años–, sino de refundición al efecto de concesión de la
libertad condicional.

B) En determinados supuestos, los plazos (3/4, 2/3 ó 1/2) se someten a otros requisitos

Así, en el art. 78 CP se establece que cuando la pena a cumplir como consecuencia de la


limitación del art. 76 CP –20, 25, 30 o 40 años o el triple de la máxima– “fuese inferior a la
mitad de la suma total de las condenas impuestas, el Juez o Tribunal podrá acordar que los
beneficios penitenciarios, los permisos de salida, la clasificación en tercer grado y el cómputo
de tiempo para la libertad condicional se refieran a la totalidad de las penas impuestas en las
sentencias. En estos casos, el juez de vigilancia, previo pronóstico individualizado y favorable
de reinserción social y valorando, en su caso, las circunstancias personales del reo y la
evolución del tratamiento reeducador, podrá acordar razonadamente, oídos el Ministerio Fiscal,
Instituciones Penitenciarias y las demás partes, la aplicación del régimen general de
cumplimiento. Si se tratase de delitos referentes a organizaciones y grupos terroristas y delitos
de terrorismo del Capítulo VII del Título XXII del Libro II de este Código, o cometidos en el
seno de organizaciones criminales, y atendiendo a la suma total de las penas impuestas, la
anterior posibilidad sólo será aplicable: a) Al tercer grado penitenciario, cuando quede por
cumplir una quinta parte del límite máximo de cumplimiento de la condena. b) A la libertad
condicional, cuando quede por cumplir una octava parte del límite máximo de cumplimiento de
la condena”.

VII. CONTENIDO DEL REQUISITO BUENA CONDUCTA

Entendemos que no se puede exigir a la persona presa que tenga una conducta «superior» a la
del ciudadano libre. Lo único relevante para que pueda concederse la libertad condicional
respecto de este requisito es que no tenga partes sancionadores sin cancelar. No se puede
identificar buena conducta con la total ausencia de sanciones porque si el legislador lo hubiera
querido hacer así, lo hubiese dispuesto expresamente en la Ley o el Reglamento Penitenciario.

Un importante sector doctrinal señala que, incluso ante la comisión de determinadas faltas
disciplinarias, un estudio individualizado del preso puede aconsejar la concesión de tal
beneficio. Porque, si la libertad condicional tiene como base y fundamento el cumplimiento del
mandato constitucional que obliga a orientar la ejecución de las penas privativas de libertad
hacia la reeducación y reinserción social, bastará con que la persona haya tenido un
comportamiento mínimamente correcto.

VIII. CIRCUNSTANCIAS TIENEN QUE VALORARSE PARA LA CONCESIÓN DE LA


SUSPENSIÓN- LIBERTAD CONDICIONAL-

El artículo 90 del CP 2015, ha cambiado el requisito exigido en la anterior regulación


“pronóstico individualizado de reinserción social”, y en su lugar establece que: “el Juez o
Tribunal valorarán la personalidad del penado, sus antecedentes, las circunstancias del delito
cometido, la relevancia de los bienes jurídicos que podrían verse afectados por una reiteración
en el delito, su conducta durante el cumplimiento de la pena, sus circunstancias familiares y
sociales, y los efectos que quepa esperar de la propia suspensión de la ejecución y del
cumplimiento de las medidas que fueren impuestas.”.

La regulación anterior, hacía una proyección hacía futuro partiendo del presente, es decir, en el
pronóstico individualizado había que tener en cuenta los resultados logrados con el tratamiento,
pero además había que hacer una juicio de probabilidad sobre el comportamiento futuro en
libertad, ya que la reinserción y la rehabilitación social en los términos contemplados en el
artículo 25 de la Constitución, son términos que hacen referencia al futuro de una persona que
en su momento cometió un acto delictivo.

Sin embargo en la nueva regulación para poder conceder la libertad condicional, hay que tener
en cuenta algunas variables como son “su conducta durante el cumplimiento de la pena”, “sus
circunstancias familiares y sociales”, “su personalidad”, algunas variables de futuro tales como
“los efectos que quepa esperar de la propia suspensión de la ejecución y del cumplimiento de
las medidas impuestas” y además hay que volver a estudiar circunstancias que forman parte del
pasado del penado, las cuales ya fueron tenidas en cuenta a la hora de condenarle y de
cuantificar la duración de su condena, como son “sus antecedentes” y “las circunstancias del
delito cometido”. Estas dos variables deberían desaparecer en el futuro de la regulación, pues no
aportan ninguna información sobre el futuro comportamiento en libertad del penado. La
decisión que se adopta al resolver sobre una libertad condicional, está fundamentada en datos
actuales del penado y especialmente sobre pronósticos futuros, pero los antecedentes penales o
las circunstancias del delito cometido, son variables que ya fueron valoradas en la sentencia
condenatoria. Y, en todo caso, únicamente deberían tenerse en cuenta en una valoración
criminológica a los efectos de un juicio de peligrosidad de futuro, en ponderación con el resto
de las circunstancias que exige la norma. Nunca podría denegarse una suspensión en función de
la gravedad del hecho cometido por razones defensistas basadas en la creación de una eventual
alarma social por la información que se aporte desde los medios de comunicación. Estos datos
que tienen que ser valorados por el Juez de Vigilancia penitenciaria vienen a sustituir al
“pronóstico individualizado y favorable de reinserción social”, previsto en el art. 67 LOGP,
añadido por LO 7/2003, de 30-6, de cumplimiento íntegro y efectivo de las penas.
IX. REGLAS DE CONDUCTA

En los casos de suspensión de la ejecución del resto de la pena y concesión de la libertad


condicional, resultarán aplicables las normas contenidas en los artículos 83, 86 y 87. El Juez de
Vigilancia Penitenciaria, a la vista de la posible modificación de las circunstancias valoradas,
podrá modificar la decisión que anteriormente hubiera adoptado conforme al artículo 83, y
acordar la imposición de nuevas prohibiciones, deberes o prestaciones, la modificación de las
que ya hubieran sido acordadas, o el alzamiento de las mismas (art. 90.5 CP).

X. REVOCACION DE LA LIBERTAD CONDICIONAL

La suspensión se revoca en cuatro situaciones. Así:

a) El Juez o Tribunal revocará la suspensión y ordenará la ejecución de la pena cuando “el


penado sea condenado por un delito cometido durante el período de suspensión, y ello ponga
de manifiesto que la expectativa en la que se fundaba la decisión de suspensión adoptada ya no
puede ser mantenida” (art.90.5 CP).
b) Así mismo, se revocará la suspensión cuando se incumpla de forma grave o reiterada las
prohibiciones y deberes que le hubieran sido impuestos conforme al artículo 83, o se sustraiga al
control de los servicios de gestión de penas y medidas alternativas de la administración
penitenciaria (Art 86.2. CP). También cuando se incumpla de forma grave o reiterada las
condiciones que, para la suspensión, hubieran sido impuestas conforme al artículo 84 (art. 86.3
CP). Se distingue el “incumplimiento grave o reiterado” del “no grave o puntual”; el primero
conllevará directamente la revocación; (art. 86.1 PCP) del segundo y tercero, la posibilidad de
imponer nuevas prohibiciones o prorrogar el plazo de suspensión en caso de incumplimiento
que no hubiese sido grave o reiterado (art. 86.3 PCP). Quedará en manos del juez fijar y dar
contenido al “concepto “gravedad”, que por lo pronto tiene que ser expresivo de una voluntad
firme y decida de abandono e incumplimiento de la obligación; distinguiéndolo del menos grave
o puntual en el que la voluntad firme de abandono e incumplimiento de la obligación no existe,
sino que se observa un actitud de dejadez o falta de interés.
c) Se podrá revocar la suspensión cuando se facilite información inexacta o insuficiente
sobre el paradero de bienes u objetos cuyo comiso hubiera sido acordado; no dé cumplimiento
al compromiso de pago de las responsabilidades civiles a que hubiera sido condenado, salvo que
careciera de capacidad económica para ello; o facilite información inexacta o insuficiente sobre
su patrimonio, incumpliendo la obligación impuesta en el artículo 589 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil (art. 86.1.d CP).
d) El juez de vigilancia penitenciaria también revocará la suspensión de la ejecución del
resto de la pena y la libertad condicional concedida cuando se ponga de manifiesto un cambio
de las circunstancias que hubieran dado lugar a la suspensión que no permita mantener ya el
pronóstico de falta de peligrosidad en que se fundaba la decisión adoptada (art. 90.5 CP). Esta
norma puede dar lugar a la revocación de la libertad condicional y, por tanto, al cumplimiento
del tiempo de la pena suspendida, sin que se haya cometido delito.
XI. PROCEDIMIENTO DE TRAMITACIÓN

“El Juez de Vigilancia Penitenciaria resolverá sobre la suspensión de la ejecución del resto de la
pena y concesión de la libertad condicional a petición del penado. En el caso de que la petición
no fuera estimada, el Juez o Tribunal podrán fijar un plazo de seis meses, que motivadamente
podrá ser prolongado a un año, hasta que la pretensión pueda ser nuevamente planteada” (art.
90.7 CP).

Con esta regulación, a pesar de ser clara, se presentan muchas dudas cuando se pone en relación
con la legislación penitenciaria, pues no se derogan ni se modifican los preceptos relativos al
proceso de concesión de la libertad condicional establecidos en la LOGP y en el RP. En
principio, sorprende que el expediente que sirve de base para adoptar la decisión judicial, esté
regulado en el Reglamento Penitenciario (art. 195 del Real Decreto 190/1996, de 9 de febrero) y
que no se haya hecho ninguna previsión en el Código Penal, en el sentido que imponga a la
Administración Penitenciaria la obligación de pronunciarse y en su caso remitir al juzgado de
vigilancia penitenciaria la documentación necesaria para de decidir sobre la suspensión/libertad
condicional de un interno cuando el mismo cumple la ½, las 2/3 partes o las ¾ partes, sobre
todo cuando se encuentran clasificados en 3º grado. Esta falta de previsión provoca en la
práctica que sean frecuentes las quejas de los internos, por no estudiárseles su libertad
condicional, al cumplir las 2/3 o las ¾ partes de su condena.

Por tanto, existen varios caminos:

a) El primero parte de la solicitud del penado de la suspensión de la pena/libertad


condicional directamente al juez de vigilancia en los casos previstos en el art. 90.1, 90.2 y 90.3
CP que se corresponden con la suspensión/libertad condicional a la 3/4 , 2/3 o ½ de la condena.
Así lo establecen estos preceptos. Esto será así, porque es el mismo procedimiento que se sigue
con la solicitud de suspensión de la pena prevista en el art. 80 y ss CP. Lo que debería hacer el
Juez de vigilancia es solicitar a la administración penitenciaria que inicie el expediente
respectivo conforme al RP o le aporte todos los datos necesarios para realizar la valoración de
las circunstancias legales.
b) En aquellos supuestos en que concurran los requisitos objetivos para la tramitación del
expediente de suspensión de la condena por libertad condicional (3/4 partes y clasificación en
tercer grado), previa petición del interno, se procederá a incoar el expediente de libertad
condicional con antelación suficiente para que no sufra retraso su concesión estableciendo el
informe de pronostico final correspondiente. Si el expediente de libertad condicional contempla
un informe de pronóstico final favorable se elevará al juzgado de vigilancia, en caso contrario se
le notificará al interno el derecho que la asiste de impugnación ante el JVP” (Instrucción 4/2015
SGIIPP).
c) “Si el interno se encuentra en tercer grado y solicita la libertad condicional anticipada o
la cualificada y se considera que no reúne los requisitos se le notificarán al interno haciéndole
saber el derecho que le asiste de interponer una queja ante el Juzgado de vigilancia. En las
siguientes revisiones de grado se valorará la posibilidad o no de elevar el expediente de nuevo si
las circunstancias han cambiado” (Instrucción 4/2015 SGIIPP).
d) “Si el interno solicita la suspensión de le condena para la concesión de la libertad
condicional y no cumple los requisitos legales de tiempo o de clasificación se adoptara el
acuerdo por la junta de tratamiento de no incoar el expediente de libertad condicional dando
cuenta de la solicitud del interno al JVP y poniendo de manifiesto la circunstancias que
motivaron dicho acuerdo” (Instrucción 4/2015 SGIIPP).

En el expediente deberán constar los siguientes documentos (art. 195 RP):

a) Testimonio de sentencia o sentencias recaídas y de la correspondiente liquidación de


condena.
b) Certificación acreditativa de los beneficios penitenciarios.
c) Informe pronóstico de integración social, emitido por la Junta de Tratamiento de acuerdo
con lo establecido en el artículo 67 LOGP.
d) Resumen de su situación penal y penitenciaria, con indicación de las fechas de prisión
continuada y de las de cumplimiento de las dos terceras partes y tres cuartas partes de la
condena, así como de la fecha de libertad definitiva. Igualmente se indicarán los permisos de
salida disfrutados y sus incidencias.
e) Programa individual de libertad condicional y plan de seguimiento.
f) Acta de compromiso de acogida por parte de su familia, persona allegada o instituciones
sociales extrapenitenciarias.
g) Manifestación del interesado sobre la localidad en que piensa fijar su residencia y sobre si
acepta la tutela y control de un miembro de los servicios sociales penitenciarios, que informará
sobre las posibilidades de control del interno.
h) Manifestación del interesado sobre el trabajo o medio de vida de que dispondrá al salir en
libertad o, en el supuesto de que no disponga, informe de los servicios sociales sobre la
posibilidad de trabajo en el exterior. Carecer de una actividad laboral en el exterior, no puede
ser en estos momentos, un motivo determinante para denegar la libertad condicional, pues un
número elevado de la población en edad productiva, es encuentra en la actualidad sin poder
trabajar por carecer de un puesto de trabajo. En este caso, se dan el resto de las circunstancias
favorables para la concesión de la libertad condicional (AJVP núm. 1, Madrid de 21-9-2009).
i) Certificación literal del acta de la Junta de Tratamiento en la que se recoja el acuerdo de
iniciación del expediente a que se refiere el artículo anterior, donde, en su caso, se propondrá al
Juez de Vigilancia la aplicación de algunas de las reglas de conducta previstas en el CP (aunque
el art. 195 RP se remite al art. 105 CP, habrá que estar a lo previsto en el art. 90 CP, de rango
superior y fecha posterior, que se remite a los arts. 83 y 96.3 CP; al modificarse el art. 90 CP se
debía haber modificado este art. 195 RP).
f) Pronóstico de favorable de reinserción social. La instrucción 4/2015 SGIIPP señala que
tiene que emitirse aunque la ley no lo exija debido a su carácter no vinculante. La
administración penitenciaria tiene el deber de colaborar con la ejecución jurisdiccional de la
pena (I SGIIPP 4/2015).

Una vez concluido el expediente, deberá remitirse al Juzgado de Vigilancia antes de que se
cumplan las tres cuartas partes de la condena. El director de la cárcel debe explicar, en caso
contrario, el retraso de su envío (art. 198.2 RP). Normalmente estos plazos se cumplen cuando
el penado se encuentra en el tercer grado, de manera que si esta progresión tarda, el inicio del
expediente de libertad condicional también se retrasa. El Juez remitirá el expediente al
Ministerio Fiscal y posteriormente decidirá sobre el mismo. Si en el tiempo que medie entre la
elevación y la fecha de cumplimiento el penado observase mala conducta, se modificase su
pronóstico o se descubriera algún error o inexactitud en los informes aportados al expediente, el
Director dará cuenta inmediata al Juzgado de Vigilancia a fin de que adopte la resolución que
proceda (art. 199 RP). Esta resolución deberá adoptar forma de Auto y será susceptible de
recurso de reforma. El de apelación se interpondrá ante el Juzgado o Tribunal sentenciador. Si
se aprueba, el penado será excarcelado el día propuesto. Si se deniega, continuará en prisión. La
Junta de Tratamiento puede someter a revisión esta situación y proponer nuevamente al Juzgado
de Vigilancia la libertad condicional cuando lo considere conveniente.

XII. LIBERTAD CONDICIONAL PARA ENFERMOS GRAVES CON PADECIMIENTOS


INCURABLES Y PERSONAS MAYORES DE 70 AÑOS

Los penados que hubieran cumplido la edad de 70 años, o la cumplan durante la extinción de la
condena, y reúnan los requisitos exigidos en el artículo anterior, excepto el de haber extinguido
las tres cuartas partes de aquélla, las dos terceras, o, en su caso, la mitad de la condena, podrán
obtener la suspensión de la ejecución del resto de la pena y la concesión de la libertad
condicional. El mismo criterio se aplicará cuando se trate de enfermos muy graves con
padecimientos incurables, y así quede acreditado tras la práctica de los informes médicos que, a
criterio del Juez de Vigilancia Penitenciaria, se estimen necesarios” (art. 91.1 CP).

Cuando los enfermos incurables sean preventivos, es el Juzgado de Instrucción quien ha de


decretar la libertad provisional, siempre con el informe de los Equipos médicos de las cárceles o
de otros profesionales. Para estos enfermos todavía en libertad provisional y con el fin de evitar
su ingreso en prisión tras la sentencia condenatoria, habría que solicitar al juzgado o tribunal
sentenciador la suspensión de la ejecución de la condena sobre la base de razones humanitarias
cuando el estado físico evidenciase una enfermedad grave (art. 80.4 CP). En caso de que se
denegase la suspensión, caben otras posibilidades. Se podría solicitar un indulto por razones
humanitarias y pedir al juzgado o tribunal que suspendiese la condena durante la tramitación del
indulto. O, si tuviese que ingresar, debería ser clasificado directamente en tercer grado con
independencia de las variables que intervienen en la clasificación (art. 104.4 RP).

XIII. CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

1. Reflexionar sobre las disfunciones del sistema penitenciario en la celeridad de la


tramitación de la libertad condicional y el cumplimiento de los plazos.

2. Reflexionar sobre la intervención del abogado, del Juez de Vigilancia penitenciaria y


del Fiscal.

3. Reflexionar sobre los instrumentos jurídicos de toda índole que pueden proteger a la
víctima durante el cumplimiento de la libertad condicional del penado.

4. Reflexionar sobre la responsabilidad de Instituciones Penitenciarias por comisión de


delito de un liberado condicional (ver sentencia de la Sala de lo Contencioso-
Administrativo de la Audiencia Nacional 3 de julio de 1997).
5. Reflexionar sobre las diferentes situaciones jurídicas que son aplicables a las personas
extranjeras no residentes legalmente en España.

6. Reflexionar sobre la posibilidad de aplicación de la libertad condicional a la misma


pena en cuyo cumplimiento ya se haya quebrantado previamente.

7. Reflexionar sobre la posibilidad y las consecuencias penológicas del licenciamiento


definitivo de alguna condena en que se haya revocado la libertad condicional cuando se
están cumpliendo otras.

8. Reflexionar sobre la situación jurídica en que tiene que estar una persona para poder
disfrutar la libertad condicional.
TEMA 7
LOS PERMISOS PENITENCIARIOS

I. CONCEPTO Y NATURALEZA

Los permisos consisten en la excarcelación temporal de la persona cuando concurran los


requisitos exigidos en la LOGP y RP.

No obstante, los permisos no son un derecho subjetivo ni un derecho fundamental (SSTC


75/1998 y 88/1998). A este respecto, la STC 115/2003, de 16 de junio, considera el permiso
como medida individualizada de tratamiento, dirigida a la reinserción social –art. 25 CE–,
cuya concesión o denegación exige motivación.

II. FINES Y FUNDAMENTO

Los permisos penitenciarios constituyen una forma de preparación del condenado para la vida
en libertad (art. 47.2 LOGP y art. 154 RP). Concretamente, la jurisprudencia lo define como un
instrumento para la «corrección y readaptación del penado, y se integra en el sistema
progresivo formando parte del tratamiento...» (por todas, STC 112/1996, de 24 de junio).

Además, los permisos penitenciarios conllevan una considerable atenuación de efectos


desestructuradores que origina la cárcel en las personas, mantenimiento y fortalecimiento de
vínculos familiares, búsqueda de trabajos para acceso a tercer grado, inicio de nuevas
relaciones personales, el contacto con personas o asociaciones dedicadas a la reinserción (con
otros términos, pero de idéntico contenido, se manifiesta la STC 112/1996, de 24 de junio) y, la
«coacción latente» para invitar a los presos a la sumisión disciplinaria.
Es también una forma de depositar confianza en la persona que deja de serlo por unos días y
una apelación a la asunción de responsabilidad personal y social (Auto 795/2000 de AP
Madrid, Sección 5ª, de 14 de junio de 2000).

III. CLASES

a) Permisos penitenciarios ordinarios: su concesión es periódica, para preparar la vida en


libertad (art. 47.2 LOGP y 154 RP).
b) Permisos penitenciarios extraordinarios: su concesión responde a motivos
humanitarios, por circunstancias graves y excepcionales.
IV. PERMISOS ORDINARIOS

A) Duración

Para clasificados en segundo grado, los permisos penitenciarios tendrán una duración total de
36 días al año, correspondiendo 18 días a cada semestre.
Por su parte, para clasificados en tercer grado, la duración máxima permitida será de 48 días al
año, además de los posibles permisos de fin de semana, que serán de un total de 24 días por
semestre. (art. 47 LOGP).

B) Requisitos legales

Deberá tenerse extinguida la cuarta parte de la totalidad de la condena, salvo para los
clasificados directamente en tercer grado (criterio 38, reunión JVP 2003). Estos cálculos sobre
el plazo temporal serán los mismos que para las 3/4 partes o 2/3 a efectos de la libertad
condicional.

Además, el condenado no deberá observar mala conducta, requisito que admite dos
interpretaciones posibles:

a) No tener sanciones sin cancelar

Ha de recordarse que la cancelación tiene lugar luego de 6 meses para las faltas muy graves, 3
meses para las graves y 1 mes para las leves, desde el cumplimiento de la sanción. Es por ello
también necesaria la no comisión de nueva falta disciplinaria muy grave o grave (art. 260.1
RP). Además, el plazo se podrá acortar hasta la mitad con obtención de recompensas del art.
263 (art. 261 RP).

b) Interpretación gramatical

«La conducta es una forma global de comportamiento que ha de enjuiciarse en conjunto,


ponderando y aún compensando lo positivo y lo negativo, de suerte que es posible calificar una
conducta de «no mala» con quien ha cometido alguna infracción disciplinaria, debiendo
hacerse, caso por caso, un juicio de global. Además, en resolución específica e
individualizada» (Auto 1034/1999 de la AP Madrid, Sección 5ª, de 8 de septiembre de 1999).

El informe preceptivo del Equipo Técnico podrá ser negativo, cuando por motivos tales
como la peculiar trayectoria delictiva, la personalidad anómala del interno o por existencia de
variables cualitativas desfavorables; resulte probable el quebrantamiento de condena, la
comisión de nuevos delitos o una repercusión negativa de la salida sobre el interno desde la
perspectiva de su preparación para la vida en libertad o de su programa individualizado de
tratamiento (art. 156.1 RP).
C) Cuestiones prácticas

Si se tiene un parte disciplinario, pero recurrido al Juzgado de Vigilancia penitenciaria, no se


puede denegar el permiso en virtud del derecho a la presunción de inocencia (Auto 594/2000
AP Madrid, Sección 5ª, de 11 de mayo de 2000). A los extranjeros se les concederá igualmente
los permisos sin discriminación respecto de los nacionales, salvo a aquellos que se nieguen a
ser documentados (Criterio 41, reunión JVP, 2003).

D) Cuestiones críticas

En algunas cárceles el conocimiento de los presos es escaso, y los equipos técnicos utilizan con
frecuencia conceptos indeterminados para justificar la denegación de los permisos,
situación que origina inseguridad jurídica.

En la misma línea apuntada, no se individualizan las razones de la denegación del permiso,


sino que se pone una x en documentos estereotipados en los que constan las causas de
denegación: no estar clasificado en segundo o tercer grado; no tener cumplida una cuarta parte
de la condena; tener sanciones sin cancelar, recurridas o estar incurso en expediente
disciplinario; tener responsabilidades preventivas; tener juicios/causas pendientes; presentar
una trayectoria penitenciaria irregular; largo período de tiempo hasta su libertad; falta de
garantías de hacer buen uso del permiso; mal uso del permiso anterior o incumplimiento de
condiciones impuestas; positivo en analítica; manipulación o negativa a su realización; ser
considerado perjudicial para su tratamiento; ausencia de arraigo en nuestro país; ausencia de
vinculación familiar y/o acogida institucional; consolidación de factores positivos; escasa
participación y/o interés en las actividades; variables de riesgo; o, finalmente, ser reincidente.

La denegación de un permiso por causas distintas a las expresamente contenidas en la


normativa penitenciaria o sin explicación de las razones que abocan a tal decisión supondría
ejercitar por parte de la Administración penitenciaria una facultad no reconocida por la Ley con
olvido del principio de legalidad específicamente establecido en el art. 2 LOGP (Auto del
Juzgado de Vigilancia penitenciaria de La Coruña de 22 de diciembre de 1992; Auto de AP
Cádiz de 19 de enero de 1993).

E) Procedimiento y tramitación

a) Instancia dirigida al director

La Junta de Tratamiento estudia la solicitud, debiendo la posterior concesión de permisos ir


acompañada de un detallado estudio individual por parte del equipo técnico en el que se tenga
en cuenta toda la información disponible: el historial penal y penitenciario; las entrevistas con
el interno; y el estudio social del medio familiar. Este estudio, con aplicación de las tablas de
variables de riesgo y de concurrencia de circunstancias peculiares, se realizará en todos los
permisos iniciales o cuando desde el último se haya producido alguna incidencia significativa.
b) Informe del Equipo Técnico, preceptivo no vinculante.

El contenido del acuerdo por el que se conceda el permiso ordinario debe contener una serie
de datos: nombre y apellidos del interno, NIF, fecha de nacimiento, acuerdo de la Junta de
Tratamiento, situación penal (condena, causa, delito, 1/4, 3/4 y 4/4 partes, todas sin redención
o, en su caso, con redención, responsabilidades pendientes), situación penitenciaria (grado de
clasificación, fecha de prisión interrumpida y fecha de ingreso en el centro actual, sanciones y
recompensas), número de días que se conceden (se tendrá en cuenta si existe prohibición
expresa de estancia o residencia en determinados lugares), dirección en la que se va a disfrutar
del permiso, valoración de la participación en las actividades, si se adjunta el informe social,
porcentaje de riesgo de quebrantamiento, motivación del permiso, medidas de seguridad y
condiciones, firmas del subdirector de tratamiento, secretario y visto bueno del Director. Se
adjunta además informe o propuesta del equipo técnico.

c) Decisión de la Junta de Tratamiento concediendo o denegando

Si es superior a 2 días, es necesaria la aprobación del Juez de Vigilancia penitenciaria. En


cambio, para el tercer grado no será necesaria dicha aprobación judicial (art. 76.2.1
LOGP); sino que solo se requerirá la aprobación de la Junta de Régimen, previo informe del
Equipo Técnico y posterior autorización del CD.

Ahora bien, estos permisos puede autorizarlos directamente el director del Centro de Inserción
Social si no se trata de penado por terrorismo o por delitos cometidos en el seno de
organización criminal -Orden int/1127/2010, de 19 de abril-.

V. ARGUMENTOS DE DENEGACIÓN DE PERMISOS: FUNDAMENTOS


ALTERNATIVOS

A) Cuando el permiso no se conceda por «larga condena; lejanía para la libertad

Una consecuencia inexorable en largas condenas es que la persona condenada, tras cumplir la
cuarta parte de la misma, lo que le resta por cumplir es tres veces, o al menos dos, más larga
que la ya cumplida. Si bien pudo la Ley fijar las condiciones para acceder a los permisos en
otra fracción más alta de la pena pero, dado queº no lo hizo, es absurdo invocar lo obvio como
una razón de denegación de aquellos (Auto 586/1997 AP Madrid, Sección 5ª). Ver STC
112/1996, Autos 410/1997, 447/1997 y 670/1997, 795/2000, 508/2000 de la AP Madrid,
Sección 5ª.

B) Denegación por necesidad de que el interno sienta el efecto intimidatorio de la pena

La pena no tiene por objetivo principal la intimidación del delincuente, sino otros como la
reeducación y sobre todo, la prevención especial y la capacidad de reinserción, aspectos que
deben predominar sobre la intimidación en la fase de ejecución de la condena (Auto 755/1997
de AP Madrid, Sección 5ª).
C) Denegación de permisos por adicción a drogas

Es necesario que la adicción esté acreditada por algún medio, bien sea por analíticas positivas o
por sanciones debido a la tenencia o consumo de drogas en prisión que permitieran deducir la
adicción (Auto 247/99 de la AP Madrid, Sección 5ª).

D) Cuando se aduce falta por «consolidar factores positivos»

Para la denegación de un permiso por estas razones es necesario que se acredite no sólo qué
factores hay que consolidar, sino también los medios para llevar a cabo esa consolidación. De
manera que si no se individualizan los factores o rasgos a trabajar terapéuticamente o, si la
administración penitenciaria no pone los medios, la denegación del permiso es injustificada y
atenta contra la seguridad jurídica del art. 1 de la CE.

E) Cuando no se ha regresado de un permiso

Si se quebranta un permiso y no se incorpora a la cárcel sufre consecuencias por tal acto. Se le


somete a medidas disciplinarias, deducción de testimonio por el delito de quebrantamiento de
condena, así como una dificultad para progresar en grado. Pero las consecuencias de la decisión
de no volver a la cárcel tras un permiso no pueden prolongarse indefinidamente (Auto de la AP,
Madrid, Sección 5ª de 12 de septiembre de 2000).

F) Posible mal uso de permiso

A este respecto, el Auto 777/1996 de la AP Madrid, Sección 5ª, señala que «la sospecha de un
mal uso del permiso se apoya en un dato no fiable; no fiable porque ningún elemento indica
que el interno continúe consumiendo drogas. Sin duda que ello es posible, pero si durante su
estancia en prisión (lleva desde 1993 sin interrupción) no ha cometido ninguna falta
relacionada con las drogas, la presunción más armónica es la favorable al interno: que no ha
continuado consumiendo, por lo que no cabe inferir que durante el permiso sea probable la
comisión de un nuevo delito Auto de la AP Madrid, 777/1996, Sección 5ª.

G) Gravedad del delito cometido

No cabe indicar como motivo para la denegación de un permiso la gravedad del delito
cometido, porque supone manejar un criterio de desigualdad no recogido por el legislador
(Auto 770/1996 de la AP Madrid, Sección 5ª). Tampoco son atendibles la tipología delictiva,
la reincidencia y la alarma social. La primera porque precisamente en razón de la gravedad
de los hechos se impone la duración, más o menos larga de la condena. La reincidencia hay que
acreditarla. Y la alarma social, porque si ha transcurrido una cuarta parte de la condena
posiblemente haya disminuido, y sólo existirá para aquellos que ignoren que sólo es una
excarcelación temporal, y en todo caso un riesgo asumido en cuanto que el cumplimiento de
toda pena tiene como base el tratamiento individualizado, al margen de otras consideraciones
(Autos 449/1997 y 203/1999 de AP Madrid, Sección 5ª).
H) Reproche social de los delitos cometidos

No cabe argumentar este motivo para la denegación del permiso. El reproche social del delito
ya se encuentra embebido en el juicio de valor negativo que el legislador, en su función de
representante formal de la comunidad social, hace al elevar una conducta a la categoría de
delito asignándole como consecuencia jurídica una pena privativa de libertad (Auto de la AP de
Cádiz de 19 de enero de 1993).

I) Cuando se deniega por ser extranjero y la falta de garantía que ofrece el domicilio
facilitado por aquél

Algunos Tribunales aceptan la concesión del permiso (Auto de AP de Vitoria de 14 de enero de


1992) porque la denegación «vulnera claramente el art. 14 CE en relación con el 13 CE». Se les
concede siempre que reúnan los requisitos de la Ley y acrediten relación con alguna persona
española o entidad de apoyo, toda vez que las penas deben tener idéntico efecto entre españoles
y extranjeros (Autos 10 de marzo de 2000, 20 de diciembre de 2000, 27 de febrero de 2001 y 6
de abril de 2000). Por último, es un hecho a destacar que la situación de falta de arraigo es la
que más puntúa en las Tablas de Variables de Riesgo.

VI. CONSECUENCIAS DE NO REINGRESO DE PERMISO

La principal y más directa consecuencia del no reingreso del permiso es la valoración negativa
por el Equipo de Tratamiento para la concesión de futuros permisos.

No obstante, también pueden sobrevenir consecuencias en el orden penal, como puede ser un
delito de quebrantamiento de condena, y en el orden penitenciario (art. 157.2 RP). No obstante,
si la persona se presenta voluntariamente pocos días después, se puede afirmar que no existe
dolo –es decir, conciencia y voluntad de eludir la acción de la justicia y dejar sin efecto el
cumplimiento de la pena–; por ello en algunos casos se procede a la absolución (Juzgado de lo
Penal núm. 1 de Lugo, Sentencia de 23 de marzo de 1995).

Si además de no reingresar, el condenado cometiese un delito, las consecuencias serían aún


más graves: posible regresión de grado, nueva causa penal; no acumulación de la pena que se
imponga en su día a la que se esté cumpliendo y por lo tanto se pueda tener una condena tan
larga que exceda de los límites legales sin que el Juez sentenciador pueda limitarlos, suspensión
de la clasificación que se tenga si el Juez de Instrucción que investiga los hechos decreta
prisión preventiva; o muchísima dificultad para obtener un nuevo permiso en el futuro. A nadie
se le escapa que, entre otros motivos de carácter ético y humano, para disuadir de delinquir el
principal recurso son las graves consecuencias que de ello se deriva.
VII. CUESTIONES PROCESALES

Las resoluciones de denegación de los permisos deben estar motivadas, puesto que si no se
argumentasen las razones de denegación, el Juez ignoraría si las mismas son o no fundadas.
Con todo, si en el preso recurrente concurren los requisitos de carácter objetivo exigidos en el
Reglamento y si no se aprecia ninguna circunstancia negativa, el permiso debe concederse
(Auto 629/1997 de la AP, Sección 5ª, de Madrid).

La denegación del permiso insuficientemente fundada origina la vulneración de la tutela


judicial efectiva (STC 75/1998 de 31 de marzo), y no se podrá denegar la valoración de un
nuevo permiso argumentando que existe recurso interpuesto contra la denegación de otro (Auto
del JVP de Sevilla, de 7 de febrero de 1997; en el mismo sentido Auto del JVP de Zaragoza, de
20 de febrero de 1996, Auto del JVP de Valladolid, de 20 de octubre de 1999).

VIII. SUSPENSIÓN DEL PERMISO

Cuando se produzcan hechos que modifiquen las circunstancias que propiciaron su concesión,
la dirección podrá suspender motivadamente el permiso con carácter provisional, poniéndolo
en conocimiento de la Autoridad administrativa o judicial competente para que resuelva lo que
proceda (art. 157.1 RP).

IX. CUESTIONES PRÁCTICAS

Puede resultar positivo con el Juez de Vigilancia penitenciaria y el Fiscal para aportar datos e
informes destinados a demostrar el cumplimiento de requisitos objetivos y cuestionar los
subjetivos argumentados por el CP. En definitiva, tratar de convencer con datos objetivos del
«no quebrantamiento» y «la no comisión de hechos delictivos», reduciendo a la par el margen
de riesgo que asume el juez. Destacadamente, deberá dejarse constancia de las siguientes
circunstancias: no consumo de drogas o tratamiento de la adicción, presentación voluntaria al
cumplimiento de la condena –indicio de no quebrantamiento–, relaciones y vínculos familiares
existentes, necesidad de retomar el contacto con su núcleo familiar o iniciar contactos de
búsqueda de una actividad laboral; destinos, tareas y cursos realizados; ausencia de sanciones,
notas meritorias, veces que ha disfrutado un permiso, o grado de compromiso personal de
responsabilización durante el permiso (Auto 1359/1998 de la AP Madrid, Sección 5ª).

Mención específica merecen las dilaciones características del sistema, donde los recursos
suelen tardar algunos meses en su resolución, con motivo del retraso en el envío de informes
penitenciarios. Son los Juzgados de Vigilancia penitenciaria los establecen la necesidad de
envío de los mismos junto el recurso del interno y, por ende, los que determinan la referida
dilación.
Por último, puede tener una cierta trascendencia práctica la posibilidad existente de disfrutar de
permisos fuera de España cuando existan comprobados motivos laborales o familiares
importantes. En estos casos se ponen condicionantes (presentación en el consulado, llamadas
telefónicas al juzgado...) a fin de garantizar el buen uso del permiso y el regreso (Auto del JVP
de Oviedo, de 28 de agosto de 1995).

X. PERMISOS EXTRAORDINARIOS

A) Motivos de concesión
Los motivos de concesión son también extraordinarios, señaladamente el fallecimiento o
enfermedad grave de los padres, cónyuge, hijos, hermanos y otras personas íntimamente
vinculadas con los internos; o el alumbramiento de la esposa o persona con la que el preso se
halle ligada por similar relación de afectividad. Las posibilidades de otros supuestos quedan
abiertas con la coletilla del artículo citado «así como por otros importantes y comprobados
motivos», lo que nos puede hacer pensar, por ejemplo, en exámenes en universidades o en
presentaciones a algún concurso-oposición (Auto JVP de Oviedo de 12 de marzo de 1997).

B) Duración

La duración vendrá determinada por su finalidad y no podrá exceder del límite fijado para los
permisos ordinarios.

C) Destinatarios

Los destinatarios de estos permisos extraordinarios serán los condenados preventivos. Los que
estén en primer grado necesitan autorización expresa del Juez de Vigilancia penitenciaria,
siendo también necesaria la autorización del Juzgado que haya ordenado la prisión provisional
(arts. 48 LOGP y 159 RP).

D) Tramitación

Le corresponde al director autorizar los permisos extraordinarios a los penados clasificados en


segundo grado por razón del nacimiento del hijo o fallecimiento o enfermedad grave de padres,
hijos, hermanos o cónyuge, con custodia policial sin traslado de establecimiento o bien sin
custodia para internos que disfrutan habitualmente de permisos ordinarios de salida, siempre
que su duración en este caso no supere las 24 horas (Orden Int/1127/2010, de 19 de abril). En
los demás casos, corresponderá la autorización al Centro Directivo. Por su parte, para
permisos de más de 2 días es necesaria la autorización del Juez de Vigilancia
penitenciaria.

No estarán sometidos a ninguna medida de control cuando se trate de terceros grados ni si lo


estuvieran en segundo y disfrutasen de permisos de salida (arts. 155.4 y 5 RP). Existe un
procedimiento para casos de urgencia (art. 161.4 RP).
XI. PERMISOS SANITARIOS

Estos permisos de salida, que cuentan con las medidas de seguridad adecuadas al caso y con el
previo informe médico, son de hasta doce horas de duración para consulta ambulatoria externa.
Cabe así mismo la concesión de permisos de hasta dos días de duración para ingreso en un
hospital extrapenitenciario.

Si el penado tuviera que permanecer más tiempo en el hospital, el permiso deberá ser
autorizado por el Juez de Vigilancia penitenciaria cuando la persona esté en segundo grado,
y por el Centro Directivo cuando esté en tercero. Este tipo de permisos pueden ser utilizados
durante la tramitación de la libertad condicional para enfermos graves con padecimientos
incurables.

XII. CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

1. Reflexionar sobre riesgos asumibles de concesión de permisos (Auto 586/1997, de la


AP Madrid, Sección 5ª).

2. Reflexionar sobre el papel de la víctima en la concesión del permiso.

3. Reflexionar sobre la dinámica institucional de no asunción de riesgos como criterio


general.

4. Reflexionar sobre la utilización de conceptos jurídicos indeterminados en las


resoluciones administrativas y judiciales.

5. Reflexionar sobre la posibilidad de concesión de permisos con drogadicción activa


(Auto 1196/1997 de la AP Madrid, Sección 5ª).

6. Reflexionar si una analítica positiva a cannabis al reingreso de permiso es suficiente


para denegar los posteriores (Juzgado de Vigilancia penitenciaria de Zaragoza de 21 de
octubre de 1991, con similar fundamentación Auto de la AP Madrid de 3 de noviembre
de 2000).

7. Reflexionar por la denegación de permiso al encontrarse realizando programa de


deshabituación dentro de prisión (Autos 677/1997 y 138/1999 de la AP Madrid,
Sección 5ª).

8. Reflexionar sobre la concesión de permiso cuando existe un quebrantamiento previo 5


años antes, teniendo muy buena conducta posteriormente (Auto 447/1997 de la AP
Madrid, Sección 5ª).

9. Reflexionar sobre argumentos para contrarrestar el posible mal uso del permiso (Auto
1138/2000 de la AP Madrid, Sección 5ª).
10. Reflexionar sobre argumentos en contra de la intensa prisionización del interno (Auto
9/99 de la AP Madrid, Sección 5ª).

11. Reflexionar sobre la legalidad de que la administración penitenciaria deniegue un


permiso, cuando el Juzgado Vigilancia penitenciaria y la Audiencia ya lo han
concedido (Auto 1015/2000 de la AP Madrid de 19 de julio y Auto 182/2000 de la AP
Madrid, Sección 5ª, de 11 de febrero.

XIII. SUPUESTO PRÁCTICO

María, natural y residente en A Coruña, ingresó en la prisión de Bonxe (Lugo) el día 23 de


enero de 2003 para cumplir una pena de cinco años de prisión. En la primera clasificación le
propusieron para segundo grado y cárcel de destino la prisión de Burgos. Allí fue trasladada y
le dieron el destino de cocina.

a) ¿Qué pasos tiene que dar para poder acceder al régimen abierto?
b) ¿Qué diferentes modalidades puede tener?
c) ¿En qué momento puede disfrutar de permisos?
d) ¿Qué trámites legales tiene que hacer?
TEMA 8
LAS COMUNICACIONES

I CONCEPTO

Las comunicaciones hacen posible que las personas presas puedan establecer contacto
periódicamente, de forma oral y escrita, en su propia lengua, con sus familiares, amigos y
representantes acreditados de organismos e instituciones de cooperación penitenciaria, salvo
cuando el juez haya ordenado prisión incomunicada (arts. 51.1 LOGP y 41 RP).
El derecho a comunicar viene garantizado en la Constitución Española, concretamente en los
arts. 18.3 y 25.2 CE. Las comunicaciones permiten al preso no quedar reducido exclusivamente
al mundo carcelario y se le permite relacionarse con el exterior; y lo que es más importante, la
comunicación posibilita la futura vida en libertad en el seno de la sociedad (STC 175/1997,
de 27 de octubre).

II. COMUNICACIONES ORALES

El Consejo de Dirección de cada prisión fijará los días de la semana en que las personas presas
pueden comunicar (sábados y domingos). La concesión se realizará previa petición de hora,
bien telefónicamente o bien personalmente por las personas que deseen comunicar.
Los familiares deberán acreditar documentalmente el parentesco con los reclusos, siendo a
tal efecto suficiente con la presentación del libro de familia. En los casos de convivencia de
hecho basta con un certificado de convivencia expedido por el Ayuntamiento, y en algunas
cárceles con el expedido por el cura de la parroquia. Por su parte, la comunicación con amigos
y allegados necesita la autorización del Director y, para ello, el preso tiene que solicitar la
comunicación por escrito en una instancia al mismo, quien la autorizará o denegará.

Las personas que comunican no pueden exceder de 4 simultáneamente por comunicación y


locutorio (art. 42.3 RP), cada comunicación será de 20 minutos como mínimo (art. 42.2º RP)
y cabrá la posibilidad de juntar las dos comunicaciones en una de 40 minutos a la semana
(lo cual es muy frecuente en la práctica).

Además de las comunicaciones ordinarias señaladas, se pueden conceder otras de carácter


extraordinario, como recompensas o por motivos debidamente justificados (art. 41.6 RP).
Cuando la comunicación oral vaya a ser denegada, restringida o, en su caso, intervenida
(grabada por sistemas de escucha en locutorios) el director debe acordarlo por resolución
motivada en la que deben constar las razones de la decisión. Asimismo, debe existir acuerdo
previo de la Junta de Tratamiento y deberá notificarse a la persona presa al Juzgado de
Vigilancia penitenciaria si fuese penada, y de la autoridad judicial competente si fuese detenido
o preso preventivo (art. 43.1 RP). En la notificación deberá hacerse constar el límite temporal
que va a durar la intervención, la cual ha de ser adoptada cuando sea adecuada a los fines
buscados y cuando no existan otros medios menos atentatorios contra los derechos
fundamentales (proporcionalidad) (SSTC 192/2002, de 28 de octubre; 193/2002, de 20 de
octubre; y 194/2002, de 28 de octubre).

Las comunicaciones entre letrados y presos sólo se pueden intervenir previa orden expresa de
la autoridad judicial (arts. 51.2 LOGP y 48.3 RP) (ver, entre otros, Auto del Juzgado de
Vigilancia penitenciaria de Melilla de 28 de junio de 1996).

Además, el jefe de servicios puede ordenar la suspensión de las comunicaciones cuando:

a) existan fundadas razones para creer que las personas que comunican están preparando
alguna actuación delictiva o que atente contra la convivencia o la seguridad de la cárcel, o que
estén propagando noticias falsas que perjudiquen; o
b) puedan perjudicar gravemente a la seguridad o el buen orden del establecimiento (art.
44.1.a RP).

Ante tal eventualidad, el jefe de servicios dará cuenta inmediata de la suspensión al director y
éste, a su vez, si ratifica la medida en resolución motivada, deberá ponerlo en conocimiento del
Juez de Vigilancia penitenciaria en el mismo día o en el siguiente. En todo caso, será una
conditio sine qua non para la orden de suspensión la existencia de los requisitos fijados por la
jurisprudencia constitucional.

III. COMUNICACIONES ESCRITAS

Las personas presas pueden comunicar por escrito con las personas, asociaciones, profesionales
e instituciones que quieran. No se establecen limitaciones en cuanto al número de cartas o
telegramas que se puedan recibir o mandar salvo en los supuestos de intervención, en cuyo
caso, sólo podrán mandarse dos por semana (art. 46 RP).

En las cartas que manden las personas presas deberá figurar el nombre y apellidos del
remitente y se registrarán en un libro. Cuando estas cartas llamen la atención al funcionario
encargado del registro por su volumen o, respecto de los datos del preso, se devolverán a éste
para que, en presencia del funcionario, las introduzca en otro sobre que será facilitado por la
Administración (art. 46.3 RP).

La correspondencia que se reciba se anotará en un libro de registro de entrada, se le


entregará personalmente y se abrirá en presencia de éste para comprobar que no contiene
objetos prohibidos.
La intervención de las comunicaciones escritas puede hacerse por orden del director sobre la
base de razones de seguridad, de interés del tratamiento o buen orden del establecimiento.

Por su parte, la comunicación escrita entre presos y abogados defensores o procuradores


sólo podrá ser intervenida por orden de la autoridad judicial. No obstante, cuando una persona
tenga intervenida la comunicación escrita y mande una carta a alguna persona manifestando
que es su abogado defensor o procurador, dicha correspondencia se podrá intervenir, salvo
cuando haya constancia expresa en el expediente del preso de que dicha persona es su abogado
o procurador (art. 46.6 RP).

Si bien cabe la posibilidad de que los presos se manden cartas entre si, tales comunicaciones
se cursarán a través de la dirección y, por lo tanto, podrán ser intervenidas (art. 46.7 RP).

IV. COMUNICACIONES ESPECIALES

A) Comunicaciones íntimas

Las comunicaciones íntimas se concederán una vez al mes como mínimo, se realizarán en
locales preparados al efecto y los horarios de las mismas serán establecidos por los Consejos de
Dirección y su duración no será inferior a una hora ni superior a tres. Los familiares que
realicen estas comunicaciones no podrán portar bolsos o paquetes, y tampoco podrán llevar
consigo a niños menores (art. 45.3 RP). Ahora bien es indiferente que los comunicantes sean
del mismo sexo (Auto JVP Castilla-La Mancha nº 2, de 11 de noviembre de 1999 y Criterio 27,
Reunión JVP 2003). Asimismo, estas comunicaciones podrán concederse aunque los dos
miembros de una pareja estén en prisión (Criterio 28, reunión JVP 2003); y no existirá
inconveniente en que la visita íntima tenga lugar con una persona (esposa o novia actual) y las
comunicaciones de convivencia se realicen con los hijos, incluso acompañados por persona
distinta a la anterior (Criterio 31, Reunión JVP, 2003).

B) Comunicaciones con familiares

Se concederá, una vez al mes como mínimo, una comunicación con familiares y allegados
durante un espacio de tiempo de una a tres horas (art. 45.5 RP). Con todo, allegados no pueden
ser todos los amigos, sino los especialmente cercanos, más aún si pensamos que la ley no habla
de allegados, sino de allegados íntimos y es evidente que el Reglamento se refiere a éstos, pues
el art. 45 RP desarrolla, al menos en parte, el art. 53 LOGP que se refiere a los allegados
íntimos, esto es, a los inmediatamente próximos.

C) Comunicaciones de convivencia
Las comunicaciones de convivencia se pueden conceder a las personas presas para que se
comuniquen con su cónyuge o persona ligada por semejante relación de afectividad e hijos
menores de diez años. La duración máxima será de seis horas, siendo la mínima de cuatro,
según la Instrucción 24/1996. Los Jueces de Vigilancia han establecido en su reunión de 2003
que sea la máxima posible (criterio 30).

Si bien se plantea en ocasiones la negación de estas comunicaciones por la no existencia de


hijos, en la práctica las comunicaciones de convivencia son extensibles a quienes acrediten con
los internos una relación de convivencia, con independencia de que se tenga o no hijos. Se
acude a un criterio interpretativo extensivo e integrador que se desprende de la propia lectura
del art. 45.6 RP y de la preposición «e», que divide los dos bloques de personas autorizadas a
comunicar, preposición que no vincula al primer grupo: « se concederán, previa solicitud del
interesado, visitas de convivencia a los internos con su cónyuge o persona ligada por
semejante relación de afectividad e hijos que no superen los diez años de edad » (Auto JVP de
Andalucía núm. 1, de 28 de octubre de 1996).

D) Comunicaciones de personas extranjeras

Para las personas extranjeras existe un problema añadido, que es el alejamiento y dispersión –
concentración– en determinadas cárceles, así como la falta de recursos económicos de muchos
de sus familiares.

V. COMUNICACIONES TELEFÓNICAS

El penado se puede comunicar por teléfono con las mismas personas que pueden hacerlo de
forma oral, cuando aquéllas residan en localidades alejadas del Centro Penitenciario y no
puedan desplazarse para las comunicaciones orales. También es posible cuando el interno deba
comunicar algún asunto importante a los familiares, abogado defensor o a otras personas (art.
47 RP), siempre que las circunstancias del establecimiento lo permitan.

VI. COMUNICACIONES CON PROFESIONALES AJENOS AL CENTRO


PENITENCIARIO

También se pueden comunicar con sacerdotes, profesionales, médicos ajenos a la institución


penitenciaria, aunque tales comunicaciones deberán ser solicitadas por la persona presa al
Director de la prisión. En caso de que se deniegue dicha solicitud, procederá el recurso ante el
Juez de Vigilancia, exponiendo las razones para la visita.

VII. CUESTIONES PRÁCTICAS

1. Reflexione sobre la posibilidad legal de que todas las comunicaciones sean


compatibles.
2. Reflexione sobre la frecuencia y tiempo que usted necesitaría si estuviese en la cárcel
para mantener la relación con sus familiares y amigos.
TEMA 9
LOS CACHEOS

I. CONCEPTO

El « cacheo » es un acto destinado a descubrir si la persona presa oculta en su cuerpo o, entre


sus ropas, sustancias prohibidas u objetos peligrosos.

Estos actos siempre llevan aparejados conflictos con el orden constitucional, puesto que la
intimidad personal entraña constitucionalmente la existencia de un ámbito propio y reservado
frente a la acción y el conocimiento de los demás que es necesario para mantener una calidad
de vida mínima en la vida humana (SSTC 231/1988; 179/1991 y 20/1992).

Precisamente, en relación con los cacheos, el Tribunal Constitucional también ha puesto de


relieve que una de las consecuencias más dolorosas de la pérdida de la libertad es la reducción
de su intimidad, pues quedan expuestas al público muchas actuaciones que se consideran
íntimas o privadas. En consecuencia, se podrán considerar ilegítimas aquellas medidas que
reduzcan la intimidad personal del reo más allá de lo que la ordenada vida en prisión
requiere.

II. REQUISITOS PARA EL CACHEO

El cacheo no puede hacerse de manera arbitraria, caprichosa, ni de forma sistemática, sino con
motivación suficiente y urgente necesidad. Es necesaria una valoración entre la gravedad que
supone el ataque a la intimidad de la persona presa y si el cacheo es imprescindible para
asegurar la defensa del interés público que interesa proteger (Auto JVP de Castilla y León, de
29 de julio de 1997).

En esta misma línea garantista, el motivo del cacheo debe justificarse ante el Director (también
debería exigirse ante el JVP) en cada caso concreto, así como su forma de realización (STC
57/1994, de 28 de febrero). A estos efectos los funcionarios que realicen el cacheo deberán
dirigir un parte escrito al Jefe de Servicios, especificando los cacheos con desnudo integral
efectuados (art. 68.5 RP).
En todo caso, deberán existir sospechas fundadas y concretas de que se va a introducir una
sustancia prohibida para proceder a la realización de un cacheo, pero nunca se podrá hacer por
razones de prevención general (Auto del JVP Granada, de 31 de julio de 1995). Los cacheos se
podrán practicar cuando no quede otra vía de registro y se hayan utilizado previamente todos
los medios alternativos posibles, tales como el arco o la raqueta detectora de metales o los
rayos X, siempre y cuando su uso no perjudique la salud (Auto del Juzgado de Vigilancia
penitenciaria de Badajoz, 28 de septiembre de 1989).

A fin de no conculcar el derecho constitucional a la intimidad, al que anteriormente nos hemos


referido, preservando ésta en todo lo posible, el cacheo tendrá que ser realizado por un número
mínimo de funcionarios del mismo sexo que la persona cacheada (art. 68.3 RP).

III. CACHEOS CON DESNUDO INTEGRAL

Para la práctica de un cacheo es necesario que exista la autorización del jefe de servicios (art.
68.2 RP), teniendo en todo caso que quedar debidamente justificados y motivados (entre otras,
SSTC 218/2002, de 25 de noviembre y 204/2000, de 24 de julio).

Sin embargo, en los cacheos con desnudo integral debería ser necesaria la autorización de la
autoridad judicial porque lo que está en juego es la vulneración de derechos garantizados por la
Constitución: la intimidad y la dignidad (Auto del Juzgado de Vigilancia penitenciaria de
Castilla-León núm. 1, de 21 de febrero de 1990).

Los Jueces de Vigilancia penitenciaria han dicho que se «inste a la Dirección General a que
por medio de una Instrucción se requiera a las direcciones de las prisiones para que se
proceda a dar cuenta a los Jueces de Vigilancia penitenciaria de los cacheos con desnudo
integral practicados a los internos» (Criterio 59), con el objeto de tutelar los derechos
fundamentales y realizar el control de la legalidad en la actividad penitenciaria. De esta forma,
el Juez de Vigilancia penitenciaria podrá examinar los presupuestos de necesidad, idoneidad
y proporcionalidad de la medida acordada.

Los cacheos con desnudo integral tendrán que ser realizados en una habitación cerrada y
separada o en un lugar apartado de la vista de terceras personas (art. 68.3 RP), de lo que se
deduce que debe habilitarse, por tanto, una habitación a estos efectos (Auto del Juzgado de
Vigilancia penitenciaria núm. 2 de Madrid, de 29 de enero de 1991). El motivo de esta
privacidad no es otro que el hecho de que que «el desnudo integral ante personas
desconocidas, así cuando no se realice en un lugar público, crea en la persona que lo sufre
una sensación de envilecimiento que bien podría ser considerado como trato humillante o
vejatorio» (Auto del Juzgado de Vigilancia penitenciaria de Sevilla de 20 de febrero de 1990).
TEMA 10
LA MEDIACIÓN PENITENCIARIA

I. CONCEPTO

La mediación penitenciaria es una técnica que permite que las personas, siempre que tengan
definido el conflicto y aceptado que no pueden resolverlo por ellos mismos, puedan:

a) Resolver sus problemas interpersonales de forma pacífica y dialogada.


b) Asumir personalmente el protagonismo en el proceso de solución del conflicto y que
su participación no se limite, como en el procedimiento contencioso, a incrementar la violencia
interpersonal que se despliega para reforzar la defensa jurídica de su posición a fin de aumentar
las posibilidades de obtención de una resolución judicial favorable.
c) Dialogar para resolver sus diferencias en un contexto neutro.
d) Responsabilizarse de sus decisiones y permitir que en el futuro pueda continuar la
relación, si las partes lo consideran positivo.
e) Aprender a percibir e interpretar los conflictos desde otros puntos de vista,
teniendo en cuenta el interés propio, pero también el de la otra persona; reconociendo errores
en su forma de relacionarse y comprendiendo los de la parte contraria.
f) Aprender a utilizar este método en otros conflictos.
g) Suspender el procedimiento disciplinario.

II. MECANISMOS DE CONTROL DE LOS CONFLICTOS VIOLENTOS

La legislación penitenciaria, para reducir el número de conflictos interpersonales en la cárcel,


interviene sancionando las conductas manifestadas (régimen disciplinario) y potenciado la
prevención mediante un sistema de obtención de beneficios y pérdida de los mismos.

En referente a la aplicación del régimen disciplinario, hemos de notar que éste está dirigido a
garantizar la seguridad y el buen orden regimental y a conseguir una convivencia ordenada, de
manera que se estimule el sentido de la responsabilidad y la capacidad de autocontrol dentro
del Centro Penitenciario (art. 231 RP).

Efectivamente, el régimen disciplinario previene algunas conductas violentas debido a la


intimidación que supone el sometimiento a un proceso y la aplicación de una sanción que,
además de sus efectos aflictivos, genera una serie de consecuencias negativas colaterales
(pérdida de permisos, dificultad para progresar de grado).
Consecuentemente, cabe afirmar que el efecto preventivo más importante del sistema se basa
en métodos intimidatorios de pérdida de beneficios penitenciarios, los cuales se concretan en la
exigencia legal o reglamentaria de tener «buen comportamiento» para obtener determinados
beneficios o poder gozar de determinadas situaciones regimentales cercanas o próximas a la
libertad:

– Cumplimiento del requisito de «no observar mala conducta» para la obtención y


disfrute de permisos (art. 47.2 LOGP).
– La progresión de grado se condiciona a la conducta favorable (art. 65.2 LOGP).
– La aplicación de la libertad condicional tiene como requisito, entre otros, la buena
conducta (art. 90.1 CP).
– Se estimula el buen comportamiento con la concesión de beneficios penitenciarios (art.
202.2 RP): Adelantamiento de la libertad condicional a las 2/3 partes (arts. 205 RP y
90.2 CP). Propuesta de un indulto particular (art. 206 RP).

No obstante, también se estimulan los comportamientos positivos con la concesión de


recompensas (art. 263 RP), tales como: comunicaciones especiales y extraordinarias,
adicionales, becas de estudio, donación de libros y otros instrumentos de participación en las
actividades culturales y recreativas del centro penitenciario, prioridad en la participación en
salidas programadas para realizar actividades culturales, reducción de sanciones impuestas,
premios en metálico, notas meritorias, reducción de los plazos de cancelación de las sanciones
con notas meritorias, o atribución de destinos o puestos en actividades culturales, deportivas u
ocupacionales.

III. OBJETIVOS DE LA MEDIACIÓN

Las ventajas que la mediación ofrece, si se le compara con la vía legal son de un menor coste
económico y emocional, una resolución más rápida y positiva del conflicto, así como la
creación de acuerdos satisfactorios para todas las partes implicadas.

A) Encaminados al tratamiento penitenciario

a) Asunción de la parte de responsabilidad de la conducta infractora y de su participación


en el conflicto interpersonal.
b) Aprendizaje de conductas destinadas al reconocimiento de la verdad.
c) Aprendizaje de conductas de diálogo en las relaciones interpersonales conflictivas y
que pueden fomentar la preparación de la vida en libertad.
d) Aprendizaje de escucha dirigida a comprender la posición del otro.
e) Aprendizaje de claves para la solución creativa y pacífica de las relaciones conflictivas.
f) Aprendizaje de adopciones de decisiones personales y autónomas sobre el conflicto.

B) Encaminados hacia la convivencia penitenciaria


a) Pacificación de las relaciones internas dentro de los módulos a través de la difusión
entre las personas presas de este sistema dialogado en la solución de conflictos; hecho que sin
duda reduciría el número e intensidad de los mismos.
b) Disminución de la reincidencia en las infracciones debido al carácter suspensivo de la
sanción en función del cumplimiento de los acuerdos.
c) Reducción de las intervenciones administrativas y judiciales, dando entrada al principio
de oportunidad y a la economía procesal.

C) Encaminados al beneficio de las personas privadas de libertad

a) Aprendizajes tratamentales ya referidos.


b) Reducción de los niveles de ansiedad y de tensión.
c) No reducción/eliminación ni de derechos (sanciones) ni de la libertad (permisos,
progresiones de grado).
d) Evitación de los perjuicios a la familia del penado que se generan con las
consecuencias que tiene la aplicación del régimen disciplinario.
e) Aumento de la percepción de control.

IV. CLAVES PARA ENTENDER EL PROCESO DE MEDIACIÓN

Hemos de partir del hecho de que en un conflicto existente entre varias personas, todas tienen
una parte de razón. Cuando tienes un conflicto con otro y te pide disculpas, es que reconoce su
parte de responsabilidad, lo cual redunda en que tú te sientes mejor. Por eso, cuando estás
dispuesto a reconocer la parte que tienes en el asunto sobre el que vamos a trabajar, por
pequeña que sea, estás permitiendo que la otra persona reconozca su parte. Esto te ayudará a
sentirte mejor y, en última instancia, a poder plantear una solución positiva al conflicto.

También es un hecho común a todo conflicto, la existencia de una pérdida o un sufrimiento, los
cuales pueden ser presentes o futuros. Por ejemplo, se puede perder un objeto, dinero, salud, un
privilegio, poder, tranquilidad, seguridad, la libertad, una amistad o la vida.
Consiguientemente, si buscamos la solución sin contar con la otra persona, intentando
ganar todo, también podemos perder todo, porque el otro lo puede ganar. Pero si para
solucionar el conflicto pensamos en que la otra persona lleva parte de razón, por pequeña que
sea y permites el diálogo en un espacio de seguridad y serenidad como es el de la mediación, el
conflicto se solucionará y podrás ganar, aunque sea una parte. No existirán pérdidas, si te fijas
en las ganancias.

Además, con el diálogo las personas se abren a la experiencia personal de la verdad –


sinceridad, honestidad–. Sobre la verdad personal se puede construir el futuro y un proyecto de
vida, por lo que sobre la verdad de dos se puede construir una relación auténtica. Por el
contrario, con mentiras, manipulaciones y engaños, no hay posibilidades de construcción sólida
que se mantenga en el futuro.
Cuando escuchamos serenamente la versión de otra persona con quien tenemos un
conflicto, con los nuevos datos que nos aporta, podemos llegar a comprender su actitud y su
comportamiento. Esto permite abrirnos a soluciones distintas de las pensadas inicialmente; o, al
menos, a perdonarle. Quien es capaz de comprender, es capaz de perdonar. De igual manera,
pero en dirección inversa, cuando expresamos nuestra verdad a otro, le permitimos que nos
comprenda y que se abra a otras posibilidades de solución del conflicto; o, al menos, a
perdonarte.

Va de suyo que dialogar exige escuchar al otro. Por lo tanto, cuando otro nos habla mal o con
violencia, aunque lleve razón en lo que diga, nos separamos de él y nos salen contestaciones
defensivas y, en ocasiones, con ganas o ánimo de ofender o golpear. En cambio, cuando la otra
persona nos habla de forma tranquila, serena y sin intentar llevar razón a toda costa, es el
momento en que nos apetece escuchar. Si esto es así, la clave para que nos escuchen es estar
serenos, tranquilos y hablar sin ofender, sin menospreciar, sin insultar y sin emplear violencia.

A nadie se le escapa que estar abiertos al diálogo, a reconocer la verdad a través de formas
pacíficas y serenas de expresarte, exige mucha valentía. Es más cobarde quien golpea, o se
esconde, para no reconocer su parte de responsabilidad, que quien se mantiene en su verdad y
reconoce sus errores. Y es que la verdad y la no violencia no son cosas de cobardes; de
hecho, algunas personas a lo largo de la historia han conseguido cambiar el rumbo de muchos
pueblos con esas tres claves: verdad, no violencia y valentía.

V. FASES DEL PROCESO DE ACOGIDA

El proceso de acogida constituye el primer contacto entre el mediador y cada una de las partes
por separado. El trabajo del mediador debe ir encaminado a «arropar el conflicto» utilizando las
técnicas de escucha activa a fin de generar confianza en la persona, y permitir que el contenido
emocional negativo se libere. De este modo, el mediador recaba cierta información sobre varios
aspectos del conflicto y de la situación legal de las personas.

A) Claves a tener en cuenta

a) Si la persona comienza con violencia verbal relatando lo ocurrido, el mediador tiene


que escucharle y, en cuanto sea posible, centrar el tema con preguntas.
b) Si antes de la segunda fase –sesiones de negociación/encuentro dialogado–, la persona
quiere ofrecer su versión de los hechos con las soluciones ya tomadas (obviamente hay que
dejar que exprese su versión, pero sólo su versión y no las soluciones), pues esto corresponde a
otra fase (cada cosa a su tiempo, y la mediación como todo proceso, necesita sus momentos
pautados).
c) El mediador tiene que intentar evitar las manipulaciones de una parte respecto de la
otra, y conseguir ni que se menosprecien ni se insulten.
d) Se puede centrar la participación en la mediación marcando desde lo negativo las
consecuencias de otras formas de solución (ej. Violencia); lo imposible de las que legalmente
existen (¿las has intentado?) y la positiva de los resultados a conseguir.
B) Información a obtener en esta fase

– Causas que iniciaron el conflicto,


– Momento temporal de inicio,
– Conflictos derivados del anterior, o que se pueden derivar de éste,
– Concatenación de conflictos,
– Relación personal con la otra parte, anterior, posterior, tiempo de condena
– ¿Cuánto le queda?,
– Si está saliendo o ha salido de permiso,
– Grado de clasificación,
– Problemas de adicción,
– Saber si es el primer conflicto,
– Tipos de conflictos anteriores y sanciones,
– Interés en negociar permisos: por miedo, traslado, regresión o por evitar sanción,
– Preocupaciones de no resolver este conflicto y urgencia en resolver el conflicto.

VI. FASE DE ENCUENTRO. TÉCNICAS

La segunda fase del proceso posibilita el encuentro interpersonal entre las dos personas que
tienen el conflicto para que ambas tengan la misma información y objetivo común de resolver
el problema, hecho que favorece la posibilidad de que se equilibre el poder de ambas.

A) Separar a las personas del conflicto

Las distintas percepciones de lo que nos sucede, así como las respuestas emocionales y las
dificultades de comunicación desembocan en emociones entremezcladas con las cuestiones
objetivas del problema, y por ello, las soluciones son realmente difíciles de conseguir. Para
trabajar las situaciones conflictivas es fundamental el previo desahogo emocional de las partes
para que puedan centrarse en las cuestiones concretas.

B) Centrarse en los intereses y no en las posiciones

La posición es una postura que la persona decide por sí misma y tiene un fundamento
emocional. De la posición inicial en el conflicto surge necesidades básicas: no quedar mal, no
perder imagen al ceder; hay que tener en cuenta que la imagen de poder y de ganador en el
espacio penitenciario es básica para la supervivencia.

Por otro lado, las posiciones encubren las necesidades reales de las personas en conflicto. Estas
necesidades se denominan intereses y se encuentran en el ámbito racional. Trabajar desde la
búsqueda de los intereses es una manera útil de poder encontrar soluciones que satisfagan a las
dos partes.

C) Utilización de criterios objetivos


Consiste en el uso de criterios que no influyan en la imagen subjetiva de cada una de las partes
ni se enfrente a la imagen personal, ni a la ideología, condición cultural o religiosa.

D) Invención de opciones en beneficio mutuo

Las partes tienen que generar ideas que aporten solución final al conflicto siempre que respeten
intereses comunes; se deben expresar sin hacer valoraciones ni juicios, y el objetivo último
consiste en la búsqueda de aquellas en las que ambas partes puedan resultar beneficiadas.
Todas ellas pueden ser válidas, si bien deberán concretarse, al menos, en tres.

A título de curiosidad, cabe señalar que a este método de intervención de opciones en beneficio
mutuo se le conoce comúnmente con el nombre de lluvia de ideas o, siguiendo la terminología
anglosajona, brainstorming.

E) Resumen estratégico

Sintetizar los logros a fin de que las partes puedan avanzar en la negociación. El resumen
estratégico refuerza a las partes cuando éstas han quedado atascadas en algún punto de la
negociación.

F) La normalización

Cuando las personas creen que su problema es único, sólo ven soluciones concretas. Ello
genera resistencia al cambio, por miedo. Cuando vemos que el conflicto es normal, común y
que le ocurre al resto de la gente, la tranquilidad que ello genera nos abre a la posibilidad a ver
el cambio y la solución algo normal dentro de la dinámica de la vida.

G) La reciprocidad

Se trata de que las partes entiendan que la conducta de uno es interdependiente de la conducta
de otro. El deterioro de la relación trae como causa parte de responsabilidad de cada una de
ellas. Se trata, a través de esta técnica, de llevarles a que comprendan la participación de ambos
en el problema. Si ambos entienden la postura del otro, es más fácil llegar a un acuerdo. Para
ello se pueden utilizar las preguntas circulares.

H) El enfoque hacia el futuro

Se trata de centrar la conversación en lo que quieren hacer, no en lo que hicieron. Cuando las
partes se centran en lo que uno hizo o dejo de hacer, se pueden cerrar las posibilidades de
acuerdo porque emergen emociones negativas que eclipsan las salidas racionales. Por tanto,
construir hacia el futuro es una clave de salida cuando las negociaciones se atascan.

I) Redacción y documentación de los acuerdos


Los acuerdos se tomarán conjuntamente, se documentarán y serán firmados por las partes. El
documento resultante se presentará en la Comisión Disciplinaria y deberá ser ratificado por
ambas partes ante la misma.

VII. TÉCNICAS DE PREGUNTAS

Para poder poner en práctica los criterios anteriores y con el objetivo de ir llegando a acuerdos
de solución es necesario el conocimiento objetivo de la situación conflictiva, así como la
percepción subjetiva que las partes tienen de la misma. De esta forma, permitiendo que emerja
toda la información, así como la vivencia subjetiva del conflicto, las partes pueden llegar a
comprender (empatizar) y ceder en las posiciones personales en búsqueda de acuerdos que
ahonden en los intereses comunes. Asimismo, se hace necesario que el mediador vaya
conociendo toda la situación para poder ir facilitando la negociación.

A) Preguntas informativas/abiertas

Se utilizan para que el mediador pueda obtener más información o para que alguna de las partes
llegue a un conocimiento más preciso de lo que está ocurriendo a la parte contraria.

Ejemplo: ¿qué ocurrió esa tarde en el patio?

B) Preguntas clarificadoras

Las puede utilizar el mediador para aclarar algún término, cuestión o idea que necesite ser
concretada o precisada.

Ejemplo: ¿Qué quiere decir que le debes? ¿cuánto?

C) Preguntas justificativa

Se pueden utilizar para pedir razón o motivación de una de las afirmaciones de las partes.

Ejemplo: ¿en qué te basas para decir que te quiere matar?

D) Preguntas circulares

Son aquellas que puede hacer el mediador para hacer comprender a una parte las decisiones o
posiciones de la otra. Es decir, cambio de papeles o de posición.

Ejemplo: ¿tú en su situación qué harías?

E) Preguntas creativas
Pueden servir al mediador para abrir nuevas posibilidades de solución cuando la negociación o
un aspecto concreto se obstruye.

Ejemplo: supongamos que eres el funcionario, ¿Qué hubieses hecho?

F) Preguntas reconductoras

Tienen como finalidad reconducir la negociación cuando se ha obstruido para llevarla hacia
otra postura o ámbito para permitir que la comunicación continúe.

G) Preguntas de cierre

Se pueden utilizar para concluir un tema de disputa o un aspecto de la negociación para


concretar una decisión.

Ejemplo: Entonces ¿queda claro que lo que tienes que hacer es pagar veinte euros al mes?

VIII. CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

1. Reflexione sobre la idoneidad de la mediación para la resolución pacífica de conflictos


dentro de prisión en una valoración global de los demás sistemas de
intervención/prevención de conflictos.

2. Reflexione sobre este sistema para su aplicación al sistema penal.

IX. SUPUESTO PRÁCTICO: DINÁMICA DE GRUPOS

En grupos de tres personas, dos de ellos tendrán que simular un conflicto que debe ser resuelto
a través de la intervención de un tercero: un mediador. Los conflictos existentes son los
siguientes:

a) Dos personas. Ambas consumen drogas. Juan prestó a Luis 100 euros. Éste no se los ha
devuelto el día que fijaron. Ambos se enzarzan en una disputa que ve el funcionario.

Posibilidades: sancionar a los dos, o mediar, con las limitaciones que obviamente tiene el
proceso.

Datos: a Juan le van a conceder un permiso en un par de meses, y el recurso del tercer grado
está en el juzgado para que resuelva el juez. Luis comunica «vis a vis» con su mujer todos los
meses y tiene un destino en la biblioteca. Le quedan tres años de condena; aún no ha salido de
permiso.
b) Dos personas: Mario y Amed. Comparten celda. Mario se queja continuamente de que
Amed reza en alto a horas en las que él quiere descansar. Le despierta y molesta. Amed se
enfrenta a Mario porque necesita rezar. Amed es una persona culta y ordenada que lee mucho.
Mario, en cambio, no tiene la formación básica terminada y tiene dificultades para la lectura y
el aprendizaje. Es muy poco ordenado.
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