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FACULTAD DE MEDICINA
EXTENSION TÁCHIRA
LESIONES PREMALIGNAS
DE CUELLO UTERINO
Ponentes:
IPG. Collazos Nieto, Stefani M
IPG. Diaz R, Jackson O.
IPG. Domínguez Jaime.
Tutor: Dr. Padilla Álvaro
Genitales externos
Las lesiones premalignas del aparato genital inferior generalmente son multifocales,
pueden afectar a cualquiera de las estructuras y pueden tener el aspecto de procesos
benignos.
Vagina
Estructura fibroelástica que se comunica con el útero a través del orificio cervical
externo. Se encuentra recubierta por epitelio escamoso no queratinizado y no tiene
glándulas. A veces pueden encontrarse áreas de epitelio cilíndrico dentro de la
mucosa vaginal escamosa, un trastorno llamado adenosis. Por lo general, se atribuye a
la exposición intrauterina a estrógenos exógenos durante el desarrollo fetal, en
particular a dietilestilbestrol.
Cuello Uterino
Corresponde al segmento inferior estrecho del útero que sobresale en la cúpula
vaginal. Es un órgano fibromuscular recubierto por una membrana mucosa y mide 3
cm de largo y 2.5 cm de diámetro. En la mujer adulta está orientado hacia atrás y hacia
abajo. En la mujer nulípara tiene una forma de barril pero su forma cambia durante el
embarazo y la menopausia. El cuello uterino es atravesado por el canal endocervical
que se continúa arriba con el cuerpo del útero en el istmo y se abre a la cavidad
vaginal en el orificio cervical externo, cuya forma es variable. En la mujer nulípara es
pequeño y circular. Después del embarazo tiene forma de hendidura. Después de la
menopausia puede hacerse estrecho casi puntiforme.
EPIDEMIOLOGIA
El VPH de alto riesgo se encuentra presente en el 99% de los canceres cervicales.
EDADES:
NIC I: 20-28 AÑOS. 9,4% (NIC I ).
NIC II, III: 28 – 40 AÑOS 38% (NIC II) 5,5% (NIC III).
Actualmente mayor incidencia en < 20 años.
TIEMPO DE LATENCIA
NIC III - Ca microinvasivo: 13 años.
5% NIC III - Ca microinvasivo: 5 años.
Ca. In situ: 35 – 40 años.
FACTORES DE RIESGO
1. Factores genéticos: se han descrito casos de canceres de cuello en madre e
hijas en las cuales se podían excluir otros factores de riesgo.
2. Hábitos nocivos: el alcoholismo no está claro que este directamente
relacionado con el cáncer de cérvix, aunque es posible que las mujeres
alcohólicas presenten además otros factores de riesgo. En cuanto al
tabaquismo, el mismo ejercería directamente sobre las células epiteliales
epidermoides, habiéndose encontrando en ellas la presencia de nicotina y de
su principal metabolito, la cotinina; pero es posible que lleguen hasta las
células y el moco cervical otros componentes del tabaco.
3. Fármacos: dos tipos de medicamentos que se han relacionado con el cáncer de
cérvix: el dietilestilbestrol (DES) y los anticonceptivos orales (ACO).
4. Factores inmunitarios: situaciones de inmunodepresión, bien sean
producidas por la medicación utilizada en los trasplantes de órganos,
enfermedad autoinmunitaria, tratamiento inmunodepresor o
inmunodeficiencia de origen genético, favorecen la aparición de cáncer en
general y de carcinoma de cérvix en particular.
5. Paridad: antiguamente se consideraba que el riesgo aumentaba con el número
de hijos, en la actualidad se considera que la paridad per se no constituye un
factor de riesgo y que este viene determinado por las relaciones sexuales.
6. Factores sexuales:
a) Precocidad en el comienzo de las relaciones sexuales: las mujeres que
comienzan sus relaciones sexuales antes de los 16 años tienen dos veces
más posibilidades de padecer un cáncer de cérvix que las que lo hacen a
partir de los 20.
b) Múltiples compañeros sexuales.
c) Factor masculino: el hombre actúa como vehículo transportando algún
tipo de infección durante las relaciones sexuales.
d) VPH.
7. Deficiencias dietéticas: Aunque los datos no son concluyentes, las deficiencias
dietéticas de ciertas vitaminas, como A, C, E, caroteno-β y ácido fólico, podrían
alterar la resistencia celular a la infección por HPV, lo que fomentaría la
persistencia de la infección vírica y la neoplasia cervicouterina. Sin embargo,
en Estados Unidos la falta de relación entre deficiencias dietéticas y la
enfermedad cervicouterina podría reflejar el estado nutricional suficiente,
incluso entre las mujeres de ingresos bajos.
El (VPH) es un virus de DNA sin envoltura que tiene cápside proteínica. Infecta sólo a
las células epiteliales y alrededor de 30 a 40 tipos de HPV tienen afinidad para infectar
la parte inferior de la región anogenital. Representa una de las infecciones de
transmisión sexual más comunes, en relación a su patogenia oncológica, se clasifican
en tipos de alto y de bajo riesgo oncológico. El paradigma de los primeros lo
constituyen los VPHs de tipo 16 y 18 y el de los segundos los VPHs de tipo 6 y 11. Las
infecciones por tipos de alto riesgo siguen predominantemente un curso silente,
tienden a establecer infecciones persistentes y generan alteraciones citológicas
características englobadas mayoritariamente en el grupo de las neoplasias cervicales
de grado 1 (CIN 1) o lesiones escamosas intraepiteliales de bajo grado (LSIL). En una
proporción menor, las infecciones por VPHs de alto riesgo pueden progresar a
lesiones escamosas intraepiteliales de alto grado (CIN 2/3, HSIL) y a cáncer de cuello
uterino . Una fracción considerable de las infecciones por VPH es autolimitada,
particularmente las que se asocian a variaciones morfológicas de tipo CIN 1/2. Los
VPHs de tipo 6/11 rara vez se encuentran en lesiones neoplásicas y cursan
predominantemente con infecciones clínicamente visibles, denominadas condilomas
acuminados (CA).
Los VPH son virus epidermotropos con afinidad y capacidad de infectar cualquier tipo
de epitelio escamoso. Desde el momento de la infección, que inicia a partir de
pequeñas soluciones de continuidad en la superficie cutáneomucosa, afecta la célula
diana que es el queratinocito, situado en la lámina basal. Estas células son las únicas
con capacidad de división, por lo que su invasion resulta basica para que la infección
sea persistente y en ellas se produzca la transcripción de los genes temprano. Este
virus se desarrolla de manera coordinada con la diferenciación y división celular de
los queratinocitos, lo cual condiciona una proliferación de sucesivas capas
epidérmicas que, histológicamente, se traduce en acantosis, paraqueratosis e
hiperqueratosis. La secuencia final que incluye la expresión de los genes tardíos (L1,
L2) y la síntesis y ensamblaje de la cápside tiene lugar en las células más diferenciadas
o queratinizadas del estrato espinoso. La secuencia L1 es la proteína principal de la
cápside, la responsable de la adherencia específica del virus a la célula, además de ser
el antígeno frente al cual se produce la respuesta humoral y celular. Como el VPH
infecta queratinocitos no puede alcanzar los órganos linfoides regionales y las células
de Langerhans, quienes están a cargo de la inducción de la inmunidad de células T
dependientes. La ignorancia del huésped por la infección de VPH permite que este
virus replique su ciclo y progrese a VPH persistente.
En las lesiones benignas, el ADN viral se localiza en posición extracromosómica del
núcleo celular. Por contrario, en las lesiones displásicas graves y en los cánceres el
ADN se encuentra frecuentemente integrado en el cromosoma celular. Esta
integración se produce preferentemente en algunos lugares del cromosoma y el ADN
viral se inserta rompiendo la región E2. Esta circunstancia puede explicar la
malignización de la lesión, ya que la expresión de la proteína E2 regula la expresión de
las proteínas E6 y E7 (oncoproteinas), cuyos productos inactivan genes supresores de
tumores, la p53 y el oncogén del retinoblastoma (Rb). permitiendo la desregulación de
las actividades de transcripción, resultando finalmente en la sobreexpresión de las
oncoproteínas virales. Conduciendo al descontrol ciclo celular y de esta manera,
favorecen la progresión de lesiones preinvasivas y el mantenimiento del fenotipo
maligno.
La infección por VPH puede presentarse como:
Colposcopia
Consiste en un sistema de visión estereoscópica con ajustes para magnificación.
Permite valorar mejor los resultados anormales en el Pananicolaou y las anomalías
epiteliales visibles, permitiendo identificar y tratar lesiones premalignas. El examen
colposcópico del cuello uterino se mantiene como el estándar clínico para la
valoración de pacientes con resultados anormales de la citología cervicouterina. La
colposcopia es el único método capaz de identificar y valorar las características de la
lesión (tamaño, bordes, contornos, localización y extensión.
Las indicaciones de la colposcopia son: Lesiones genitales visibles a simple vista,
citología cervicouterina anormal, antecedente de exposición intrauterina a
detilestilbestrol.
En la colposcopia se aplica primero ácido acético (vinagre blanco de mesa) el cual es
un agente mucolítico que aglomera en forma reversible la cromatina nuclear, lo
que hace que las lesiones asuman varios tonos de blanco, cambios aceto-blancos
característicos de las lesiones neoplásicas.
Posteriormente se aplica solución de yodo de Lugol el cual tiñe las células epiteliales
escamosas maduras de color caoba en las mujeres con estrógenos exógenos por el alto
contenido celular de glucógeno. A causa de la menor diferenciación celular, las células
displásicas tienen menor contenido de glucógeno y no se tiñen por completo, por lo que
adquieren varias tonalidades de amarillo.
Biopsia
Es el estudio que proporciona el diagnóstico de certeza, y al que hay que recurrir
finalmente. Suele hacerse a partir de una citología o colposcopia sospechosa. Los tipos
de biopsia de cuello uterino incluyen:
Conización con bisturí frío: Este procedimiento quirúrgico extirpa toda la zona de
transformación cérvico-uterina, incluida la lesión, con un escalpelo. Se realiza en
quirófano y requiere anestesia general o regional. La conización con bisturí frío es
preferible para casos con colposcopia insatisfactoria, sobre todo cuando un NIC de alta
malignidad se extiende a la profundidad del conducto endo-cervical, en caso de
enfermedad glandular cérvico-uterina y con algunas recurrencias de NIC posteriores
al tratamiento. La selección favorece a aquellas con mayor riesgo de cáncer invasor,
incluidas las pacientes con citología cérvico-uterina sospechosa de cáncer invasor, las
mayores de 35 años con NIC 3 o con biopsias que muestran adenocarcinoma in situ.