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Cuando Bolívar señala que el quehacer del docente se caracteriza por una especie de

obstinada inclinación al solipsismo devela una situación social en la que, aun trabajando con las más
diversas esferas del saber, produce una escasa contribución al conocimiento de su propia práctica,
delegando –quizá de forma inconsciente— el control de su gestión a personas ‘ajenas’ al aula y
depositando en aquellas manos la recolección y análisis de la información recabada.

Por ello, una modalidad cualitativa de indagación, en donde sean los propios docentes
quienes determinen el punto central de la investigación, considerando como criterio la practicidad
de la problemática y cerciorándose de que está a su alcance la mejora, no puede sino implicar un
cambio en su valoración de lo que hasta el momento ha sido su labor, adentrándose en los principios
éticos, axiológicos y culturales de su acción; tal es el alcance de la investigación-acción en la
educación.

A pesar del sinnúmero de definiciones de la investigación acción en educación, existen


algunas características comunes que se pueden identificar a lo largo de su desarrollo histórico.

La primera guarda relación con una consideración tipo epistémico: aunque es un tipo de
investigación y esté referida al saber educativo, la investigación-acción no pretende principalmente
la producción de conocimientos, si ello ocurre, siempre estarán supeditados a la mejora de la
práctica. Se mantiene la pretensión del propio Lewin en quien la creación de conocimientos
dependía de la intervención directa, y no a la inversa.

La segunda característica a destacar alude a su aspecto comunitario: la investigación-acción


no es nunca un quehacer individual, pero tampoco es una mera cooperación, donde los
participantes establecen acuerdos, actuando por separado. Como indica Tikunoff, en la
investigación acción los ‘colaboradores’ están presentes en la totalidad del proceso, alineados en
una meta común y en una relación de carácter igualitario. Este punto es trascendente porque explica
la dimensión social de la investigación y la imbrica con la comunidad y, por cierto, con la comunidad
de aprendizaje.

El tercer punto relevante señala que la investigación acción se construye desde y para la
práctica, no considerada como una acción o conducta lineal referenciada por objetivos externos e
inmutables, sino una ‘praxis’ o acción estratégica, que se va modificando a través de la reflexión y
que transforma y orienta la misma comprensión, en un desarrollo espiral o cíclico de mutuas
incidencias.

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