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¿Qué sucede con Keiko Fujimori y Fuerza Popular?

Nadie sabe –salvo ella, o sea Keiko- si era verdad o no aquel corrido de
piconería, de sangre en el ojo que dicen le quedó luego de perder contra PPK
en la campaña presidencial pasada. Pero es sintomático que tardaravarios
días en reconocer su derrota.
Valgan verdades, ningún analista de buena voluntad podría negar que en la
pasada elección presidencial, el corso antifujimorista desplegó y desarrolló una
perfecta máquina de antipropaganda que evitó la victoria de la mujer. ¿A qué
vamos con toda esta antesala? A que es necesario remitirnos hasta los días
después de la derrota fuerzapopularista ante PPK para deducir que allí empezó
la verdadera y lenta caída de Fuerza Popular y del keikismo.
El partido naranja -y en particular Keiko Fujimori- ha cometido sendos y
gravísimo yerros como cualquier organización primeriza. Solo para poner un
ejemplo. Si en campaña la máquina antifujimorista actúo de manera eficaz y
maledicente mellando su candidatura ¿alguien dudaba que el arco
antifujimorista no harían lo mismo con el aliado PPK sentado en el sillón
presidencial? ¡Imposible! Y así lo hicieron. ¿Qué creían en Fuerza Popular?
¿Qué el antifujimorismo –con sus medios, periodistas, analistas y algunos
jueces y fiscales- los tratarían con suavidad, con calidez y guantes de seda?
No obstante, todo indica que en Fuerza Popular, apenas si se estructuró o
diseñó una nueva estrategia para la convivencia con el Ejecutivo pepekausa
para el quinquenio 2016-2021. Si bien PPK era un frívolo presidente
incapacitado para gobernar, este estaba apoyado y asesorado por una pléyade
de periodistas y medios subsidiados por el Estado. La estrategia del
antifujimorismo era sumamente fácil de detectar: ataques sistemáticos de –
“character assassination”, periodicazos, “bombas domingueras”, demolición
contra sus congresistas principales y atizar las contradicciones internas con el
sueño del rompimiento en pedazos (Kenji, Alberto versus Keiko)
Fuerza Popular tuvo en un primer momento 73 congresistas. Nada más y nada
menos. ¿A qué partido los peruanos le dieron tanto poder con voto popular? A
ninguno. Y sin embargo, los naranjas no han podido colocar, luego de más de
dos años, una agenda propia que vaya más allá de la polarización
antifujimorismo-fujimorismo y romper el cerco que hasta ahora se desarrolla
desde algunos medios, periodistas y analistas. El resultado: en una
oportunísima encuesta Keiko tienen 81% de desaprobación, número celebrado
por sus adversarios.
Ante los ataques continuos la única respuesta ha sido la sobre reacción que –
valgan verdades- de alguna u otra manera ha evitado, por ejemplo, que Pablo
Sánchez y algunos fiscales antifujos encierren preventivamente a Keiko
Fujimori. Pero eso no ha sido ni será suficiente. La sobre reacción no produce
mayor consecuencia que el agotamiento. Como decíamos Keiko ni el
fuerzapopularismo, han logrado construir una propuesta republicana para el
Perú, un movimiento que reclame para sí esa nítida representación del mundo
popular que hasta ahora es ancho y ajeno.
Pero hay más. Tal parece ser la incertidumbre en tienda naranja que nunca
vieron que Martín Vizcarra iba a sacar un as bajo la manga -la mentada
reforma política- que los colocaría contra las cuerdas y frente a frente de una
opinión pública que mira con desdén al Congreso y espera que los naranjas
apoyen la no reelección de parlamentarios. Si a ello se suma la nueva posición
del ahora presidente del Congreso, Daniel Salaverry, sobre cambiar las
esencias de la ley Mulder, entonces todo indica que en Fuerza Popular cunde
la duda.
¿Qué parece estar sucediendo en FP? A la falta de astucia política, existe otra
razón. El albertismo fue un fenómeno que representó esa extraña alianza entre
el estado-los excluidos y el sector privado para luchar contra el colapso
económico y contra el senderismo. En el albertismo convivían los empresarios
como los operadores políticos de base (Abasalón, para poner solo una perla)
En esta misma línea el legado fujimorista intentó organizarse sobre la
representación de un mundo emergente y plebeyo pero –cosa curiosa- cada
vez más Keiko se aleja de ese mundo. El fujimorismo de hoy parecer ser varios
fujimorismos, entre ellos, la existencia de una élite, un estado mayor que no
sabe lo que ocurre en el mundo plebeyo. El ejemplo de ello es colocar a
Columbus en lugar de Moyano en las elecciones de Lima.

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