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INTRODUCCIÓN
El objetivo general de este trabajo es la de desarrollar una aproximación teórica y un análisis
comparativo de la realidad social y moral del origen del hombre se desarrolló una
caracterización del contexto y las problemáticas que hicieron que el estudio de lo moral
emergiera como un campo relevante dentro de la humanidad, se reconocieron sus nociones
epistemológicas, éticas y la metodología de cada aproximación. Finaliza con un capítulo del
análisis de Elena G. de White del capítulo II de su libro historia de la Redención.
La ética es el comportamiento de los individuos dentro de una sociedad, regido por la moral
reflexiva, conforme a las costumbres de su propia realidad. El hombre vive su vida,
determinando lo que es bueno o lo malo mediante experiencias, sin sobre pasar los limites
determinados por la sociedad. Se puede decir que la moral es un deber de la actividad diaria
para poder llevar los fines de la vida humana.
Durante la historia el hombre ha tenido el problema de la ética y la moral, estas dos como
base para el comportamiento del hombre en la sociedad que se desenvuelve
fundamentándose en varias teorías en las que se citan las fundamentaciones:
Ética y praxis histórica. La moral dependerá de la posición social, cultural y económica del
individuo, a mayor posición social menor moral. El hombre cambia a través del tiempo, en
consecuencia la moral viene cambiando junto a él.
Ética especial. Las sociedades, su función de crecimiento está basada en las relaciones
sexuales, el barón y la mujer cumplen su rol, estos a su vez provocan enajenaciones tales
como el machismo, el feminismo, los cuales los dos son promovidos por la mujer en la
formación de los hijos. Inculcándoles roles propios de una cultura y sociedad determinada.
Ética especial, Ética, amor y familia. El tema de la familia y del sexo abraca una dimensión
humana directa y fundamentalmente para luego pasar a diversos problemas éticos que
guardan una relación directa
Ética, amor y familia. La sexualidad es fundamental en la vida del individuo desde el punto
de vista filosófico, preguntando por la realidad de esas relaciones, de la bondad y una forma
de liberarlas y desde lo científico, define al hombre de la mujer. La sexualidad se
desenvuelve con una plenitud cuando se expresa con naturalidad, manteniendo en buena
relación social entre todos sus miembros
El amor sexual y la familia. La sociedad necesita un modelo de familia que esté determinada
y constituida por ella misma y que exprese la configuración social de una relación de
propiedad común y entrega mutua, que establezca el paso cualitativo de relación y
propiedad; no como en una sociedad capitalista en donde las relaciones se regulan de un
modo fundamentalmente económico de tal forma que en el seno familiar exista un contrato
de riqueza de los contrayentes para asegurar el futuro mediante la herencia.
II
La conciencia moral y ética es la capacidad para sentir, juzgar, deliberar y actuar conforme
a valores morales de modo coherente, persistente y autónomo.
¿Cuál es la forma más apropiada de ayudarla? ¿Qué curso de acción es el más apropiado
para hacer el bien?
Así como el pensamiento necesita no sólo procesos o de destrezas para percibir y razonar
los objetos, sino también de un contenido, que son los conceptos; la conciencia moral
necesita no sólo de los procesos que hemos analizado, sino también de un contenido, que
son sus valores. Es desde el punto de vista que nos presentan los valores que sentimos
juzgamos, deliberamos y actuamos. Sin valores no hay conciencia moral; como no hay
pensamiento sin conceptos. Al ver la personas en necesidad y sentirme involucrado y
obligado actuar se debe a que en mis existe un valor de justicia, solidaridad u otro. La falta
de conciencia moral es en gran medida, la ausencia de valores morales; la conciencia vacía
de contenido.
La sensibilidad moral es aquella dimensión de nuestra conciencia moral que nos permite
experimentar, es decir captar sentirnos afectados ante situaciones en las que está en juego
el bienestar humano. Ser sensible, moralmente hablando implica que no sólo captamos
cognitiva o contemplativamente una situación sino que la "vivimos"; nos sentimos
involucrados en ella y movidos a actuar porque está en juego el bienestar humano. Desde
esta perspectiva, la sensibilidad moral implica sobre todo simpatía y cuido tanto del otro
como de mí mismo (autoestima), es decir, solidaridad.
La conciencia es el órgano del bien y del mal; sólo cuando ella está presente podemos hablar
de bien y mal. El bien y el mal, en el sentido moral, se refieren al bienestar o al daño que
podemos causar cuando actuamos conscientemente. El bien moral es lo que conserva,
beneficia, mejora, completa o perfecciona la vida humana en relación a un ideal de la misma;
el mal lo que la extingue, daña, empeora o reprime su desarrollo pleno.
Por eso puede el ser humano no solo sobrevivir sino vivir bien; por eso llama Hostos al ser
humano "obrero de la vida". Con el surgir de la conciencia se abre para el ser humano la
posibilidad de su perfeccionamiento y el de la naturaleza en general. Dice al respecto
Hostos:
"Para que el hombre fuera hombre, es decir, digno de realizar los fines de la vida, la
naturaleza le dio conciencia de ella, capacidad de conocer su origen, sus elementos
favorables y contrarios, su trascendencia y relaciones, su deber y su derecho, su libertad y
su responsabilidad: capacidad de sentir y de amar lo que sintiera; capacidad de de querer y
realizar lo que quisiera; capacidad de perfeccionarse y de mejorar por sí mismo las
condiciones de su ser y por sí mismo elevar el ideal de su existencia."
Los ideales desempeñan un rol cognitivo, afectivo y volitivo en la economía moral humana:
son a la vez norte que orienta y energía que nos mueve a sentir y actuar. Los ideales son los
motivos de la conciencia moral. Un fin humano es un ideal porque el carácter moral trata de
convertir el mundo "que es" en lo que el mundo "debe ser". José Ingenieros, en su obra El
hombre mediocre lo resumió magistralmente:
"Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el a la hacía tal excelsitud
inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso
de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala: si la
dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti, quedas inerte; fría bazofia
humana. Sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real. El concepto
abstracto de una perfección posible toma su fuerza de la verdad que los hombres le
atribuyen: todo ideal es una fe en la posibilidad misma de la perfección. En su protesta
involuntaria contra lo malo se revela siempre una indestructible esperanza de lo mejor: en
su agresión al pasado fomenta una sana levadura de porvenir...”
La moral depende de un cierto ideal que nos hemos formado de lo que es el bien. La moral
es el continuo contraste entre ese ideal que tenemos y la realidad que vivimos; es la lucha
perenne por acercarnos a ese ideal. Perenne porque con nuestro perfeccionamiento,
también se perfecciona e ideal y con ello vuelve a alejarse; por ello siempre es inalcanzable.
Cuando confundimos los ideales con la realidad, se pierde nuestra capacidad para criticarla
y transformarla; es decir, se pierde nuestra capacidad de perfeccionamiento y con ello
nuestra capacidad moral. Por ello toda crisis moral delata una pérdida de ideales o su
sustitución por ideologías.
Decía Karl Krause, aquel pensador que tanto influencia ejerció en el pensamiento de Hostos,
a través de su maestro Sanz del Río:
"Aunque se necesiten muchos siglos para ver históricamente cumplido este fin último, ¿es
menos digno del hombre considerar como un presente el total porvenir de nuestra
naturaleza? ¿No debemos nosotros, ya desde hoy, vivir en el espíritu de nuestra historia
definitiva? ¿Será ésta algún día efectiva, si nosotros hoy no aspiramos a realizarla?
¿Desmayará nuestro interés una vez aplicada al fin de nuestra humanización en el todo y en
la partes, porque la grandeza de esta obra, la multitud de sus pormenores y grados
intermedios pida largo tiempo, antes que madure el fruto en el árbol de la vida?"
El bien implica un ideal de perfección. En la tradición cristiana ese ideal del bien se ha
resumido en una frase muy sencilla que dice: "Sed perfectos como vuestro Padre que está
en los cielos". Hacer el bien, vivir la moral es luchar y contribuir a que ese ideal de perfección
se haga realidad. Tener conciencia moral implica que yo observo la realidad y, como tengo
un ideal de perfección, veo la diferencia tan grande que existe entre lo que la realidad
debería ser y lo que la realidad es. Por eso la conciencia moral genera angustia, porque la
persona está viendo y sintiendo constantemente la discrepancia entre cómo deben ser las
cosas y como son las cosas.
El carácter moral es fundamentalmente compromiso de lucha por unos ideales; por acercar
el ser al deber ser; como lo dice Hostos magistralmente: "Por carácter entendemos el
hombre hechura de sí mismo que, aplicando todas las facultades del espíritu, sale ileso de
las luchas de la vida real, ofreciendo en todos sus pensamientos, actos y pasiones, la unidad
completa de una vida dedicada a un fin humano".
III
La ley de Dios fue dada a la primera pareja al igual que le fue dada a los ángeles. La ley de
Dios existía antes que el hombre fuera creado. Fue adaptada a la condición de seres
santos. Además, aparte de le ley de Dios, cuando Adán y Eva fueron creados se les inculcó el
drama cósmico del gran conflicto mediante ángeles mensajeros. White escribió: Mensajeros
celestiales acudieron a presentarles a Adán y Eva, la historia de la caída de Satanás y sus
maquinaciones para destruirlos; para lo cual les explicaron ampliamente la naturaleza del
gobierno divino, que el príncipe del mal trataba de derroca. Los ángeles amonestaron a
Adán y a Eva a que estuviesen en guardia contra las argucias de Satanás; porque sus
esfuerzos por tenderles una celada serían infatigable. Mientras fuesen a obedientes a Dios,
el maligno no podría perjudicarles; pues, si fuese necesario, todos los ángeles del cielo
serían enviados en su ayuda. Adán y Eva fueron contextualizados sobre el conflicto y
prevenidos de Satanás. Si bien es cierto que no habían visto de manera presencial el
conflicto celestial, pero ellos lo conocían e incluso lo estaban experimentando desde su
misma creación como ningún otro ser creado hasta entonces. White comentó que “Si ellos
rechazaban firmemente sus primeras insinuaciones, estarían tan seguros como los mismos
mensajeros celestiales”. Es interesante que White compare el futuro de los humanos al de
los ángeles celestiales, si es que los humanos no hubieran cedido a las tentaciones. Este
hecho concuerda con la declaración de Cristo, en el contexto de la recreación (Mt 22:30).
Debido a que el pecado desfiguro el diseño original del hombre, fue necesaria una
restauración de la imagen de la raza humana. Para lograr esta restauración, la deuda
del pecado tenía que ser pagada. Fue por ello que Cristo murió por la raza humana
caída para que ésta fuera redimida. Una vez redimido, el hombre entra en el proceso
de santificación llegando a cumplir el propósito que Dios tenía para con la
humanidad, que es, precisamente, revelar el amor de Dios a los que aún no conocen.
Por otro lado, el trabajo le pertenece primero a Cristo hecho hombre. Cristo solo ha
delegado esta labor a la humanidad, pero él es el principal revelador del amor de
Dios. En realidad, el hombre llega a ser parte del plan de salvación y no solamente
un instrumento para llevarlo a cabo.
Al parecer, para Elena G. de White el propósito general de la creación del hombre y
del universo, es la revelación del carácter de Dios. Antes que se creara algún ser en
el universo, ya existía un plan de salvación en la mente de Dios, aún antes de la caída
de Lucifer o del hombre, este plan estaba ideado para vindicar el nombre de Dios y
restaurar el universo con sus criaturas, en caso de que alguna criatura intentara
oponerse a Dios, poniendo su carácter y sus leyes en tela de juicio. Este plan de
salvación tiene como centro a Jesús, su autor y consumador. Sin embargo, según los
eventos descritos por Elena G. de White, el plan se puso en marcha antes de la
expulsión de Lucifer, cuando Dios intento salvarlo de lo que iba a cometer. Este plan
aún sigue en marcha, ya que no tiene fin. Por las edades eternas permanecerá
vigente, aunque su realización será con diferentes métodos. Por otro lado, el hombre
fue creado con el propósito de contrarrestar lo que Lucifer había hecho, esto es, para
remplazar a los ángeles caídos. El hombre fue creado después de la expulsión de
Lucifer del Cielo, y dotado con atributos muy similares a los angélicos. Al parecer,
Elena G. de White sugiere la idea de que el hombre es parte del plan de salvación, o
tiene un lugar fundamental.
El hombre está constituido por cuerpo y alma en una unidad que es indisoluble
mientras el hombre vive, destinado a conservar esa unidad eternamente. El alma del
ser humano fue creada por Dios conforme a la semejanza, a su imagen, para que el
hombre se asemeje a Dios en pensamiento, sentimiento y voluntad.
Dios creó el alma humana semejante a Él, en pensamiento, sentimiento y voluntad
con plena capacidad para conocer a Dios y las cosas celestiales, disfrutar de Su
comunión y sujetar su vida entera en santidad y obediencia a Dios.
REFERENCIAS
http://pdfwhite.blogspot.pe/2012/04/la-historia-de-la-redencion-2004.html
http://www.obets.ua.es/obets/libros/modelos.pdf
http://www.javeriana.edu.co/biblos/tesis/psicologia.pdf
http://es.slideshare.net/lucas120183/el-hombre-realidad-moral-5742983
http://es.slideshare.net/chpb1960/guia-11-tica-el-hombre-como-realidad-moral-
filosofa-11-colcastro-2014