Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
José María Méndez Calderón, más conocido como José María Méndez o
«Chema» Méndez (Santa Ana, 23 de septiembre de 1916 - San Salvador, 14 de
abril de 2006), fue un abogado y escritor salvadoreño.
Sus padres fueron el abogado Rafael Antonio Méndez y María Luisa Calderón.
Estudió la secundaria en el colegio Marcelino García Flamenco, donde conoció
a Hugo Lindo.1Posteriormente realizó el doctorado en Jurisprudencia y Ciencias
Sociales en la Universidad de El Salvador, en la que fue galardonado como mejor
alumno de la facultad en 1936, y además ganó un concurso de monografías con
el trabajo El cuerpo del delito. Se graduó en 1941 con la tesis La confesión en materia penal.
En el ámbito literario, «Chema» Méndez ganó el segundo lugar compartido del certamen nacional
de cultura con la colección de cuentos Tres mujeres al cuadrado en 1963. Años después,
nuevamente como fiscal de la universidad, suscribió en 1966 con la Universidad de Harvard la
compra de valiosa bibliografía para la institución. Para 1968 fue elegido rector de la misma, cargo
en el que se mantuvo hasta 1970. Ese mismo año ganó el primer premio en la rama de cuento en
los Juegos Florales de Quetzaltenango con Tiempo irredimible, galardón que repitió en 1974 con
Espejo del tiempo, y Tres consejos en 1994, por lo que fue designado como «Maestre de la narrativa
centroamericana» en ese certamen.
Méndez fungió como magistrado de la sala de lo penal de la Corte Suprema de Justicia entre 1994 y
1997. Además participó en la redacción y asesoramiento de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, y
también en la consecuente reforma constitucional.3
En la obra literaria de José María Méndez sobresale el humor y el ingenio,45y entre sus escritos se
encuentran: Disparatario (1957), Cuentos del alfabeto (1992), Diccionario personal (1992),
Antología definitiva (1995), cuentos peligrosos y otros cuentos (1996), 80 a los 78. Cuentos de
Chema Méndez (1996), La pena de muerte: un ensayo, tres cuentos y una adenda (1997), y Las
Mormonas (1998).
Entró en los ambientes literarios salvadoreños para darse a conocer como poeta modernista, con
varios poemas publicados en la revista La Quincena, dirigida por el poeta Vicente Acosta y el
Repertorio del Diario de El Salvador.
Posteriormente, su labor poética se fue orientando hacia la corriente costumbrista, estética que
comenzó a aplicar también a sus primeros escritos en prosa. Así, caracterizados por una clara
sencillez lingüística y un ameno realismo en la pintura de paisajes y caracteres, sus textos fueron
conformando un valioso fresco costumbrista donde quedan perfectamente reflejadas las formas de
vida de sus contemporáneos.
Entre sus obras más elogiadas, forman los poemarios Fugitivos (San Salvador, 1909) y Mentiras y
verdades (San Salvador, 1923), esta última que, reeditada en 1977, acopia una colección de
tradiciones en verso muy cercanas al estilo puesto en boga por el poeta, militar y político
guatemalteco José Batres Montúfar. Además de estos escritos, proporcionó a la imprenta un libro
de poemas titulado La torre del recuerdo (San Salvador, 1926), y una recopilación de narraciones
breves, presentada bajo el título de Agua de coco (San Salvador, 1926).
Francisco Herrera Velado es una referencia dentro de la corriente modernista en El Salvador. Sus
escritos dieron un aporte valioso a la literatura nacional, al plasmar, con humor y una fina sátira, los
hábitos sociales de su época.
Muerte
Murió en su ciudad natal el 18 de febrero de 1966.
Se dice que fue él quien bautizó al parque "Hula-Hula" con el nombre con el que se conoce ahora, y
que también fue propuesto al Premio Cervantes, algo que no posee mucha documentación
específica.
Su obra más conocida es la novela Andanzas y Malandanzas de 1936, considerada un calsis un clásico
de la literatura salvadoreña.2
Algunas obras:
Instalado con su familia en la capital salvadoreña desde los ocho años, a los diez años publicó ya sus
primeros textos en el Diario de El Salvador. Formado en el Liceo Salvadoreño, el Instituto Nacional
y la Academia de Comercio, estudió además pintura y dibujo con el maestro greco-ruso Spiro
Rossolimo, y más tarde, gracias a una beca, en la Corcoran School of Art de Washington, donde con
veinte años realizó su primera exposición individual en la Hisada's Gallery.
De regreso a El Salvador, contrajo nupcias con la artista Zelie Lardé y comenzó a prestar servicios
laborales en la Cruz Roja. En 1928 fue contratado como redactor jefe del diario Patria, dirigido por
los escritores Alberto Masferrer y Alberto Guerra Trigueros. Publicó allí artículos y su primeros
relatos, reagrupados luego en Cuentos de cipotes. Fundó y dirigió las revistas Amatl y Espiral; a lo
largo de su vida colaboraría en numerosas rotativos y revistas literarias y artísticas.
Miembro de la Sociedad de Amigos del Arte (1935-1939), durante varios años trabajó como
agregado cultural de la delegación diplomática en Estados Unidos, y participó en la Conferencia de
Educación organizada en julio de 1941 por la Universidad de Michigan. Alternó la literatura con la
pintura; se recuerda especialmente el éxito de sus exposiciones en Nueva York y San Francisco
(1947-49) y de algunas de las que realizó posteriormente en su país y de nuevo en Estados Unidos
entre 1958 y 1963. Otra de sus facetas artísticas fue la de compositor: se le deben más de un
centenar de canciones.
En 1963 ocupó el puesto de Director General de Bellas Artes, y en 1967 fundó, en el parque
Cuscatlán, la Galería Nacional de Arte (actualmente conocida como Sala Nacional de Exposiciones),
centro cuya dirección asumió. Desde 1973 hasta su fallecimiento fue asesor cultural del gabinete
del Director General de Cultura, Carlos de Sola.
En su caso también se ha hablado de realismo mágico: un buen ejemplo de ello es el célebre cuento
"El anillo de Oricalco", que desarrolla el tema de la muerte, los indios magos y el tópico del anillo
encantado. Sus primeras novelas fueron El Cristo negro (1927) y El señor de la burbuja (1927). Con
Oyarkandal (1929), recopilación de relatos, dio a conocer sus primeros cuentos fantásticos.
Entre sus títulos posteriores deben destacarse Remontando el Uluán (1932), Cuentos de barro
(1933), Conjeturas en la penumbra (1934), Eso y más (cuentos, 1940), Cuentos de cipotes (1945;
1961, edición íntegra), Trasmallo (cuentos, 1954), La espada y otras narraciones (1960), La sed de
Sling Bader (novela, 1971), Catleya luna (novela, 1974) y Mundo nomasito (poemas, 1975). Entre
1969 y 1970, a instancias de la editorial de la Universidad de El Salvador, el poeta y narrador
salvadoreño Hugo Lindo se encargó de prologar los dos tomos de las Obras escogidas de Salarrué,
quien intervino directamente en la selección de los textos.
Nació en Quezaltepeque el 7 de febrero de 1908 y murió en noviembre del año 2007 en San
Salvador. Reconocido por ser novelista, cuentista y diplomático, aportando en el género narrativo
con el tema del agro, o la novela de finca.
Estudió Ciencias y Letras en el Externado de San José y luego Jurisprudencia y
Ciencias Sociales en la Universidad de El Salvador (UES). Es discípulo de Arturo
Ambrogi. Sigue la carrera de diplomático en el Servicio Exterior. Como
Embajador, representa El Salvador en conferencias internacionales. También es
nombrado Subsecretario de Relaciones Exteriores de El Salvador. Sus obras son
Barbasco (novela), Las Tinajas (novela) y Pacunes (cuentos).
Obras publicadas:
Trayectoria
Fundó una escuela de artes en Panchimalco, conocida como "Casa Taller Encuentros" donde
enseña el arte a los niños y adultos de bajos ingresos.
Reconocimiento
HUGO LINDO
(La Unión, 1917 - El Salvador, 1985) Poeta,
novelista y cuentista salvadoreño cuya poesía se
caracteriza por su impronta religiosa y metafísica,
como en el poema Católica biografía del dolor
(1943). La mirada comprometida define su obra
narrativa y ensayística.
Entre sus numerosos poemarios merecen destacarse Clavelia (1936), Poema eucarístico y
otros (1943), Libro de horas (1948, primer premio del Certamen Permanente 15 de
Septiembre), Sinfonía sin límites (1953), Trece instantes (1959), Varia poesía (1961),
Navegante río (1963, primer premio de los Juegos Florales de Quezaltenango), Sólo la voz
(1968, premiado en el Certamen Nacional de Cultural), Maneras de llover (1969), Este
pequeño siempre (1971), Resonancia de Vivaldi (1976), Fácil palabra (1985) y Aquí mi tierra
(1989). Póstumamente apareció Desmesura (1993), un largo poema de carácter
autobiográfico que quedó inconcluso.
Sus cuentos fueron antologados en diversas selecciones regionales como la Antología del
cuento moderno centroamericano (1949-1950). De su obra en prosa destacan sus
narraciones religiosas e introspectivas como El anzuelo de Dios (1956) y ¡Justicia, señor
gobernador! (1960), junto a otras novelas como Cada día tiene su afán (1964) y Yo soy la
memoria (1983).