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Universidad de Concepción, Concepción.

Facultad de Ciencias Sociales.


Psicología, Habilidades Comunicativas.
Fernández Wilson, Karen

Pi:
El Orden del Caos.
La humanidad condenada a la búsqueda de respuestas.

El ser humano como animal racional posee la capacidad de ser consciente de su existencia y de lo que le
rodea reconociendo la realidad a la que pertenece e interactuando con los otros individuos pensantes.
Esta interacción es indispensable, puesto que, como planteó Aristóteles, el hombre es un Zoon Politikon
(animal sociable), es decir, depende del conjunto (el todo) para lograr desarrollarse como individuo (la
parte).

“Es pues manifiesto que la ciudad es por naturaleza anterior al individuo, pues si el individuo no puede
de por sí bastarse a sí mismo, deberá estar con el todo político en la misma relación que las otras partes
lo están con su respectivo todo.” (Aristóteles, Política, libro 1,1)

Esta tendencia a la vida en comunidad nos ha permitido construir diversos núcleos, los cuales están
basados en una serie de patrones que actúan como separadores e unificadores a la vez, creando lazos
entre individuos que concuerdan en uno o varios aspectos pero segregándolos de aquellos que no cumplen
con el patrón. Ejemplo de lo anterior son los círculos sociales íntimos, las comunidades artísticas,
científicas, matemáticas, los partidos políticos, las religiones, entre otros. Sin embargo, a pesar de esta
tendencia natural a relacionarnos y al mismo tiempo distinguirnos los unos de los otros y de la diversidad
de núcleos con diferentes creencias, existe una pregunta general que ha perdurado a lo largo del tiempo
y que se ha intentado responder desde el inicio de nuestra especie hasta el día de hoy sin conseguir una
respuesta que nos deje realmente satisfechos; esta pregunta gira entorno a una idea: la verdad.

La religión y la ciencia siempre se han encontrado separadas por sus métodos y postulados, pero ambas
están motivadas por la búsqueda de la verdad detrás de la realidad que observamos; ambas generan
paradigmas que serán arquetipo para el medio social y los entes sociales. Los avances en el área científica
se han encargado de demostrar a través de la experimentación una serie de procesos con los cuales hemos
sido capaces de comprender cómo ocurren ciertos fenómenos de los que somos conscientes pero no
tenemos la capacidad de descifrar; ha ido en busca de la verdad empírica. La religión, por su parte, en la
práctica no busca respuesta, pero se encarga de entregar una, es por esto que ha funcionado como un
placebo en la humanidad, llenando ese vacío existencial que nos deja la incapacidad de conocer y
entender en su totalidad la vida; entrega un sentido que trasciende a lo empírico y material de la ciencia,
entregando una respuesta espiritual basada en la fe, la cual no permite el margen de duda haciendo más
fácil la existencia al creer que ya conocemos la verdad absoluta. Esta comparación nos permite evidenciar
el nivel de importancia que tiene este tópico en la humanidad, ya que en ambas áreas se concentra un
poder de confianza que nosotros mismos hemos entregado solamente para poder obtener respuestas que
satisfagan nuestro hambre de saber. Sin importarnos si estas son verídicas o invenciones en beneficio de
ciertos individuos nos hemos alimentado de sus historias y descubrimientos de una manera desesperada,
ciega y peligrosa, entregando nuestra vida a percepciones ajenas de la realidad, basando lo que somos en
lo que un tercero un día postuló o profesó.

La película Pi: El Orden del Caos del director Darren Aronofsky logra plasmar perfectamente lo anterior,
tanto la intrínseca búsqueda de la verdad como la presencia de ésta en la ciencia y en la religión. El
argumento de esta cinta se resume en la historia de un matemático llamado Max Cohen quien ha
demostrado tener una mente exquisita en capacidad intelectual desde temprana edad, pero que ha
terminado encerrándose detrás de las paredes de un departamento convertido en los órganos de un
complejo sistema informático con el cual intenta descubrir un patrón numérico en el mercado bursátil el
cual, al igual que en la naturaleza, puede explicar y comprender el comportamiento de la bolsa. Cegado
por su hambre de respuesta, Max centra su investigación en PI, número que actúa como una alegoría del
universo debido a su carácter infinito, variado y caótico, pero tras el cual ve una serie de patrones que
está seguro logrará descubrir y así conseguir su objetivo. Uno de sus intentos arroja un número de 216
dígitos, el cual logra imprimir antes de que su intento de computadora estallara misteriosamente luego
de este resultado.
En el camino hacia su meta se encuentra en el centro de una convergencia de intereses: la persecución de
un grupo agresivo de la bolsa y unos numerólogos judíos. Ambos motivados por encontrar la gran
respuesta comienzan a perseguir y acosar a Cohen. Este acontecimiento dentro de la película plasma el
conflicto que ha provocado la búsqueda de la verdad, transcendiendo toda ideología, creencia u objetivo,
mostrando tres áreas completamente distintas entre sí pero que logran converger detrás de una misma
pregunta vista de diferentes perspectivas: para Max es el patrón que explicaría todo elemento de la
realidad, para los inversionistas es el patrón que les permitiría conocer las variaciones en la bolsa, para
los numerólogos judíos es el conocimiento absoluto de la verdad al codificar el número, puesto que
obtendrían “el nombre de Dios”; a pesar de las diversas maneras de ver la verdad, todos vamos en busca
de encontrar el conocimiento verdadero, nuestra vida es motivada por la búsqueda de saber. Sin importar
a qué pertenecemos ni quienes somos todos estamos condenados a vivir entorno a una gran pregunta que
nunca podrá ser contestada, porque podemos cuestionarnos ¿cuál es la verdad? Pero, ¿cómo responderla
si no conocemos lo que contiene la palabra “verdad”?, no es más que un concepto vacío el cual puede
ser llenado por definiciones subjetivas, lo que es verídico para mi puede no serlo para ti, lo que yo percibo
verdadero puede ser una locura para otros y así sucesivamente, perdiéndonos en un sin fin de
posibilidades que no logran llegar al 0% del margen de error.

Al igual que el virus que hizo explotar la computadora de Max luego de obtener una respuesta que lo
acercara a conocer la verdad, la búsqueda de ésta en la humanidad no es más que una enfermedad que
termina atacando como un virus la mente de quienes no logran encontrar un sentido, recurriendo a
placebos que nos permitan desarrollarnos y así encerrar el monstruo hambriento por respuestas que se
esconde en nuestra consciencia. De no ser así, todos terminaríamos como Cohen taladrándonos la cabeza,
quien sufrió toda su vida de migrañas sin solución,
¿Será esto una representación de la enfermedad que causa la búsqueda de la verdad en la humanidad?

REFERENCIAS

Aristóteles (1999). La Política, Libro I. Madrid: Alba.

Corral, D. (2014). Análisis Narrativo de la Filmografía de Darren Aronofsky: Estilema y Tesis de su


Obra (Tesis de grado). Universidad de Extremadura, España.

Watson & Aronofsky (1998). Pi: Faith in Chaos. EEUU, Harvest Filmworks, Planttain Films, Truth and
Souls Pictures, Protozoa Pictures.

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