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OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL:
Dar a conocer sobre los cambios que realizó la moda durante la Edad
Antigua.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
EL PEINADO
El Hombre:
En la primera mitad del siglo XVI se prefirió el pelo
corto. Se sigue llevando el copete. Hacia 1602 es
más abultado, rizado o ligeramente ondulado (durará
hasta los años 30). Habrá, por supuesto, quien lo
considere un estilo propio de hombres afeminados.
Hacia 1600 tiene lugar otra revolución, la de doblar
las puntas hacia arriba (ver retrato de Felipe III). En
algunos casos estas se llevan abiertas y levantadas,
en otros muy curvas y afiladas (tenacillas, engomado
o bigotera de cuero al servicio de sus dueños). Estos
bigotes levantados será signo de bravura y por
supuesto, se utilizará como arma de seducción.
Las patillas se ponen de moda.
En los años 30 el hombre empieza otra vez a dejarse crecer el pelo (que alcanzará
la espalda durante el reinado del Carlos II) y se coloca un mechón por delante de
las orejas. El bigote se lleva grande o como años anteriores.
En los años 40 sobrepasaba ya las orejas y años después llegará a rozar los
hombros e incluso sobrepasarlos.
Los villanos (que no renuncian a su barba poblada) y el resto de la población llevará
el pelo corto, salvo cuando se pone de moda el pelo largo.
La Mujer
A finales del siglo XVI surge el copete llamado jaulilla. A inicios del XVII es ya muy
apuntado.
En los años 30 hasta los 60 la melena es corta y abultada en los laterales; se decora
con joyas y lazos. Será moda exclusiva española.
Luego se ponen trencitas, se hace una raya al lado y una onda sobre la frente,
durando este estilo hasta los años 80. Se llega a colocar postizos.
De todos modos habrá alguna mujer que seguirá con la moda de los cabellos
elevados, ya muy abandonada por la fecha del siguiente retrato (ver aquí la
evolución de este peinado fuera de España):
Las mujeres lucieron en los comienzos del siglo unos grandes cuellos levantados y
almidonados en forma de abanico alrededor dela cabeza, los cuales duraron tanto
como el verdugado. Hacia 1620 fueron sustituidos por unos cuellos doblados hacia
abajo que descubrían cada vez más el pecho. A veces iban acompañados por un
camisolín ligero y en algunas ocasiones cubiertos por un pañuelo doblado. En 1645,
el cuello almidonado desaparece y el adorno de lencería se adapta estrechamente
a la forma de los hombros. Al principio se trata de un gran pañuelo plegado en
diagonal y estrechamente cerrado por delante. Luego, hacia 1650, aparece un
volante plano que iba a llevarse con variantes, hasta finales del siglo, orillando el
gran escote asociado por primera vez a los vestidos de día. Algunas veces, el escote
se subraya tan solo por el pequeño volante que bordea la camisa. El cuello de piel
aparece cuando en 1676, a la princesa palatina se le ocurrió “por el frio que hacía,
aprovechar una vieja piel de marta cebellina para mantener el cuello caliente, y
ahora todo el mundo encarga una con el mismo patrón”.
EL CALZADO
En la época de Enrique IV desaparecen los escarpines y las chinelas, y el zapato
adquiere una forma más robusta cuyo uso se prolonga una gran parte del siglo sin
grandes cambios. Sujetado, encima del pie por un lazo o nudo en los comienzos,
luego por una hebilla y finalmente, durante el Luis XIII, por rosas de cinta de gasa
tiene un extremo redondeado y luego más largo y cuadrado, levantándose mediante
un tacón probablemente inspirado por los chapines venecianos, lo que le valió el
nombre de calzado de cric o ponleví.
En los comienzos del siglo estaban de moda sobre todo las botas. Enrique IV mando
a Hungría, ocupado por los turcos, a un hábil curtidor para que estúdiese la
preparación, muy especial, de los cueros en la Europa central y con la misión de
que trajese su secreto. La fabricación de botas flexibles experimento una moda tan
grande, que incluso fueron admitidas en los salones y en baile de 1608, un extremo
alargado de cuero, el surpied, cubría el empeine del pie, sostenida por la soulette,
que se sujetaba debajo del pie y fijaba la espuela. Estas botas eran altas el embudo
cubría la rodilla cuando se montaba a caballo y se bajaba alrededor de la pierna
para ir por la ciudad.
En la época de Luis XIII, unas botas más cortas y ligeras se denominaron ladrines.
En los comienzos del reinado de Luis XIV, la bota únicamente fue admitida para
cabalgar, un zapato gascón, lestage, adquirió en 1663 reputación universal al
confeccionar la bota sin costura.
Hacia1652, la moda adopto los zapatos puntiagudos. Veinte años más tarde se
volvieron cuadrados, elevándose de nuevo el tacón, probablemente porque Luis XIV
quiso elevar su estatura. En Inglaterra, los tacones y bordes de suelas de color rojo
se habían llevado desde el inicio del siglo XIV. Entre 1670 y 1680, una hebilla
sustituyo los lazos. Incluso en la época de Luis XIV, los hombres llegaron a utilizar
hebillas forradas con terciopelo en oro.
En cuanto al calzado de las mujeres, se inspiraron en las formas masculinas, con
tacones muchos más altos y al principio estrechos, pero sus zapatos eran a menudo
de seda brochada o de terciopelo. Algunos zapatos de cuero están ornamentados
con bordados de seda. El Mercure galant de 1672 apunta que perdrigeon, el famoso
comerciante proveedor de la corte, lanzo la moda de las medias de seda China
“donde las figuras eran las más agraciadas del mundo”.