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VIVIR EN COMÚN.
¿Qué es el Estado?
OBJETIVOS:
CONTENIDOS:
+ Conceptos:
3.1. La sociedad.
- El conocimiento de los fundamentos y mecanismos que constituyen las
sociedades humanas: posiciones, roles, estatus, conflictos y problemas
sociales
- La comprensión de la estructura y función de las sociedades humanas.
- Sociedades abiertas y sociedades cerradas.
3.2. El Estado.
3.2.1. Las teorías de legitimación del Estado.
- Definiciones del Estado
- Necesidad o no necesidad del Estado
- Las teorías de legitimación del Estado: Hobbes, Locke y Rousseau
3.2.2. La Democracia moderna.
- Totalitarismo
- Breve historia de la democracia desde la antigüedad griega
- Las actuales democracias representativas: sus características y sus
problemas.
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3.3. El Derecho y la Justicia.
3.3.1. Los Derechos Humanos.
- Los Derechos humanos: la Declaración Universal.
- La historia y el significado de los Derechos Humanos, como principio regulador del
Derecho Positivo y como inspiración para las éticas contemporáneas.
3.3.2. Concepto de Derecho.
- El Derecho: necesidad de leyes y distintas teorías sobre el Derecho.
3.3.3. Legitimación de las leyes: concepciones de la Justicia.
- La Justicia: concepto clave de la organización social y jurídica.
VOCABULARIO
+ Procedimientos:
- Lectura y análisis de textos de extensión breve y moderada,
- Realización de resúmenes y esquemas de los conceptos,
- Elaboración del cuaderno personal y de los conceptos a estudiar por parte del alumno,
- Recopilación de información de diversas fuentes: textos suministrados por el profesor,
audiovisuales, documentación buscada por el alumno; análisis de la misma y posterior
síntesis de los contenidos relevantes para la unidad didáctica,
- Definiciones de conceptos fundamentales de la Unidad Didáctica,
- Expresión oral y escrita madura y coherente, tanto de lo aprendido como de las propias
ideas,
- Elaboración de argumentos para criticar y defender las diversas posturas posibles
respecto al tema objeto de estudio de la Unidad Didáctica,
- Visionado de la película “V for Vendetta”, y posterior análisis de su contenido referido a
la Unidad Didáctica,
- Aprender a realizar mapas conceptuales,
- Realización de un debate sobre la realidad del terrorismo.
+ Actitudes
- Regularidad y esmero en el trabajo diario,
- esfuerzo y superación ante los retos intelectuales que se presenten,
- aprecio por el papel de la razón en el esfuerzo humano por construir una sociedad
basada en los principios de la democracia, el derecho y la justicia.
- Valoración del diálogo, el respeto y la igualdad entre todos como base para la
convivencia.
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METODOLOGÍA:
A continuación aparece el conjunto de actividades que vamos a realizar para el estudio de este
tema, unas se harán en casa y otras en clase. En ocasiones el trabajo será individual y en otras
trabajaremos en grupo. Algunas de ellas están diseñadas para que explicitemos las ideas que
previamente poseemos sobre el tema (pues lo creamos o no algo ya sabemos, eso es seguro),
otras invitan a leer y pensar para ir entendiendo los conceptos que deberemos asimilar. Esa es
la función de las actividades que tienen en su título la expresión “AFIANZANDO CONCEPTOS”.
Será en ellas en las que se aclare qué hay que saber y todo lo demás es una preparación
necesaria para ello. ASEGÚRATE QUE DESPUÉS DE CADA ACTIVIDAD DE “AFIANZANDO
CONCEPTOS” TE QUEDA BIEN CLARO EN TU CABEZA Y EN TUS PAPELES QUÉ DEBES
ESTUDIAR.
El trabajo que realizaremos seguirá el orden que los contenidos conceptuales tiene en el
esquema que más arriba has encontrado. Las distintas actividades que vamos a desarrollar
están agrupadas según los diferentes apartados de dicho esquema. Tal y como sigue:
3.1. La sociedad.
Actividad 0) Actividad inicial
Actividad 1) Afianzando Conceptos. La sociedad: posiciones, roles, status y
conflicto
Actividad 2) Diálogo sobre la sociedad: ¿estabilidad o cambio?.
3.2. El Estado.
3.2.1. Las teorías de legitimación del Estado.
Actividad 3) El Estado: nuestras ideas acerca de él.
Actividad 4) Hacia una definición de Estado.
Actividad 5) Afianzando Conceptos: definición y componentes del Estado.
Actividad 6) Afianzando Conceptos. Necesidad del Estado. Origen del
Estado. El contrato social
Actividad 7) Afianzando conceptos. Legitimación del Estado. Formas de
legitimación del poder
3.2.2. La Democracia moderna.
Actividad 8) Afianzando Conceptos: El Totalitarismo. “V for Vendetta"
Actividad 9) Afianzando Conceptos: La democracia: orígenes y actualidad
Actividad 10) Afianzando conceptos. La democracia: carencias y posibilidades
de futuro
3.3. El Derecho y la Justicia.
Actividad 11) ¿Qué necesidad hay de tener leyes?
3.3.1. Los Derechos Humanos.
Actividad 12) Afianzando Conceptos. Historia y significado de los Derechos
Humanos.
Actividad 13) La Declaración Universal de los Derechos Humanos.
3.3.2. Concepto de Derecho.
Actividad 14) Actividad introductoria
Actividad 15) Afianzando Conceptos: el concepto de Derecho
3.3.3. Legitimación de las leyes: concepciones de la Justicia.
Actividad 16) Afianzando Conceptos. La legitimidad del Derecho (las leyes):
Nociones de la Justicia.
Actividad 17) CONCLUSIÓN: Debate sobre el terrorismo
Actividad 18) Composición filosófica
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3.1. La sociedad.
“Mientras que la caza empuja a los hombres cada día más lejos, la maternidad confina a las
mujeres en los refugio, a diferencia de lo que sucede en los grupos de babuinos, en los que las
hembras se trasladan con el grueso de la cuadrilla transportando a sus hijos sobre las espaldas. Los
niños bimanos no pueden, a diferencia de los cuadrumanos, colgarse de las espaldas de su madre,
y la prolongación de la infancia obligará a las hembras a ocuparse, de una forma cada vez más
absorbente, de los cuidados maternos. Las hembras, convertidas en sedentarias, se consagrarán a
la búsqueda de forraje y a la recolección de frutos para satisfacer las necesidades vegetales del
grupo. A partir de este momento toma cuerpo una dualidad ecológica y económica entre hombres
y mujeres”.
(Morin, E., El paradigma perdido. Citado en AA.VV., Filosofía Bachillerato, Guadiel, 1998, p. 297)
“Un grupo de personas que poseen una cultura común constituye una sociedad (...). Las sociedades
modernas forman un complicadísimo entramado que los sociólogos estudian mediante tres términos clave:
posiciones, papeles (o roles) y status.
1. Posiciones.
Es un lugar común en la literatura comparar la sociedad con un “gran teatro”. El tema es muy
antiguo. La alegoría es sugestiva. A cada actor se le asigna un puesto (o “posición”); el puesto ocupado es,
de alguna manera, preexistente al actor mismo; cualquier otro actor podría ocuparlo también; un mismo
actor puede ocupar varios puestos; todos los puestos constituyen la “trama” de la representación. Si
hacemos la translación a la sociedad, diremos que todos ocupamos una posición social.
Todos ocupamos varias posiciones sociales, y su conjunto permite definir quiénes somos. Si
aparece un desconocido en una reunión, alguien podrá preguntar: “¿Quién es?”, “Es mi vecino”; “¿Qué
más?”, “Pues es médico, padre de dos hijos, presidente de la comunidad de vecinos, socio de tal equipo de
fútbol, aficionado al cine, etc.”. Todos estos datos bastarán para poder situarlo dentro de nuestra sociedad.
Cada posición social supone todo un sistema de relaciones (o segmentos de posición). La posición
“estudiante” implica “situarse” ante la dirección del centro, profesores, compañeros, padres, etc. Por otro
lado, algunas posiciones son simplemente adscritas, es decir, adjudicadas o asumidas sin esfuerzo alguno
(varón o mujer; niño, joven, adulto, anciano); otras son adquiridas por medio de elección, esfuerzo y –
muchas veces- en competencia con otros. Es característico de nuestra sociedad la multiplicación de las
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posiciones adquiridas posibles: cada vez tenemos más posibilidades de elección. Pero también aumenta la
competencia: cada vez tenemos que esforzarnos más; y en épocas de crisis, las posibilidades reales
disminuyen.
2. “Roles”
En todas las culturas, las posiciones sociales están fuertemente institucionalizadas, al menos las
más significativas, mediante la asignación de papeles o “roles”. Varían según los segmentos de posición y,
por supuesto, según las culturas: ¿cómo esperan que se comporte un alumno sus profesores, sus padres y
sus compañeros?, ¿qué se espera hoy y qué se esperaba hace treinta años en España, en Marruecos y en
Japón?.
La alegoría del teatro se realiza aquí claramente: todos tenemos que interpretar nuestro papel tal y
como los demás –que también poseen el suyo- esperan que lo interpretemos. Los papeles están fijados y
estereotipados, y permiten saber perfectamente a qué atenernos; todo el mundo sabe, por ejemplo, en qué
consiste ser un buen profesor o un buen alumno. Si alguien no cumple su rol, se verá marginado y
sancionado.
Precisamente las sanciones permiten establecer el grado de obligatoriedad de las expectativas o
comportamientos; es decir, cuáles son las conductas que se asignan a un rol determinado que son
consideradas absolutamente obligatorias y cuáles son facultativas hasta cierto punto. Según este criterio, se
pueden distinguir tres tipos de expectativas de comportamiento: obligadas, debidas y posibles.
3. “Status”
El prestigio y el rango dentro de la jerarquía social constituyen el status. A cada posición social le
corresponde un status determinado, que se suele manifestar mediante signos inequívocos: prestigio, aprecio,
consideración, retribución, nivel de vida, poder político y social. Sin embargo, el status correspondiente a
cada posición social puede variar según las culturas y las épocas.
4. Conflictos y problemas
El hecho de que todo el mundo ocupe varias posiciones sociales y, por tanto, tenga que representar
diversos roles lleva a numerosos conflictos. Cuando diversos grupos de personas tienen expectativas
distintas respecto al actor de un único rol surge el conflicto intrarrólico. Seguramente, por ejemplo, los
padres, profesores y compañeros no esperan exactamente lo mismo de un estudiante: ¿a quiénes intentará
complacer? Pero los conflictos pueden surgir también entre los diversos roles de un mismo individuo: se
trata del conflicto interrólico. Es el caso de un padre o madre de familia, que tiene un trabajo que le exige
estar grandes periodos de tiempo fuera del hogar... A veces, estos conflictos puede ser solucionados o
atenuados, pero en otras ocasiones resultará casi imposible.
En la sociedad actual, algunos roles están poco definidos o se encuentran en una situación de
evolución casi permanente. El rol “mujer” es un caso típico: bastará remitirnos a las reivindicaciones de los
colectivos feministas. El rol “adolescente” es también especialmente conflictivo: a veces se exige a los
adolescentes la responsabilidad de un adulto, y otras veces se los trata como a niños (...).
Pero el problema más serio que se puede plantear aquí es el siguiente: si los roles están ya
predeterminados en la sociedad, ¿qué margen de libertad nos queda? O peor todavía: ¿no se reducirá el
individuo al conjunto de sus roles, sin que exista por debajo de todos ellos algo realmente personal? La
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experiencia parecerle desmentirlo: podemos distanciarnos de los roles, no tomarlos demasiado en serio...
Por otro lado, los sociólogos señalan que los roles dejan siempre un cierto margen de elección y que cada
individuo les imprime su propio estilo personal. Aunque también cabe la posibilidad de que uno se vea
“atrapado”, se sumerja en su rol y se pierda a sí mismo...
(TEJEDOR CAMPOMANES Introducción a la Filosofía. 3º BUP, Ed. SM, 1992, pp. 179-181)
“Sociedad abierta.
Como en toda sociedad, en una sociedad abierta existen unas estructuras y
unas normas que aseguran la estabilidad y la conservación del sistema. Sin
embargo, esta estructura y sus normas suelen ser flexibles y permisivas con las
transformaciones. Está abierta tanto a las iniciativas que surgen en el interior
como a las posibles influencias del exterior. Además, busca el equilibrio entre la
salud del sistema y la felicidad de sus miembros. Por ello, se considera
fundamental promover y defender las libertades individuales, y entre ellas, la
libertad de optar a cualquier posición social. En otras palabras, en una sociedad
abierta existe una gran movilidad, caracterizada por el esfuerzo, en ocasiones
recompensado, de sus miembros para cambiar de posición.
Sociedad cerrada.
Es aquella en la que impera una considerable rigidez de las costumbres y
normas sociales, pues se resiste a las transformaciones de cualquier tipo. Por
ello, es autárquica (autosuficiente) y se cierra a cualquier intercambio con el
exterior que pueda comportar influencias perniciosas para la conservación del
sistema. Por otra parte, suele ser una sociedad bastante colectivista, en la que
el todo (el sistema) está por encima de sus miembros. Esto suele implicar
escasas libertades individuales, pues éstas puedan hacer peligrar el orden
establecido. Por esta razón, en una sociedad cerrada suele haber escasa o nula
movilidad: los individuos están determinados a ocupar un lugar en esa
estructura y poco o nada pueden hacer para cambiar su suerte”.
3.2. El Estado.
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a noticias, problemas, ideas... relevantes sobre “la Nación”, “El Estado”,
“la Patria”...
Ponemos en común las noticias encontradas y vamos desarrollando en
la pizarra una noción básica de estos conceptos.
Define los siguientes términos con la ayuda del diccionario: Patria-
Nación-Estado.
“El Estado es el absoluto ante el cual los individuos y los grupos son únicamente
algo relativo. El liberalismo negaba el Estado en interés del individuo; el
fascismo reafirma el Estado como la verdadera realidad del individuo.”
MUSSOLINI, Benito.
“No, lo repito, el fin del Estado no es hacer pasar a los hombres de un estado de
seres razonables al de los brutos animales o autómatas, sino, al contrario, el
Estado ha sido instituido para que el alma y el cuerpo cumplan todas sus
funciones, para que utilicen su razón libre para que nunca luche por motivos de
odio, cólera o astucia, para que se soporten con buen entendimiento los unos a
los otros. En realidad, el fin del Estado es, pues, la libertad.”
SPINOZA, Tratado teológico-político.
“El fin supremo del Estado racista debe ser velar por la conservación de la raza
primitiva, dispensadora de la civilización, que constituye la belleza y el valor
moral de una humanidad superior.”
HITLER, A. Mi lucha.
“El Estado es tan sólo aquella parte del cuerpo político que tiene por objeto
especial el mantener la ley, promover la prosperidad común y el orden público y
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administrar los asuntos públicos. El Estado es una parte especializada en los
intereses del todo.”
MARITAIN, J. El hombre y el Estado.
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3.2.1. Las teorías de legitimación del Estado.
Algunas de las teorías que defienden la necesidad del Estado se conocen como teorías contractualistas. Las
teorías del contrato social tienen como objetivo explicar el origen del Estado, y justificar su existencia. Estas
teorías aparecieron por primera vez hacia el siglo XVII. Antes, pocos pensadores se habían planteado esta
problemática, pues el Estado no sólo era considerado necesario sino también natural.
Los contractualistas surgen en el momento en que se produce un cambio de perspectiva: de la consideración
del Estado como algo natural se pasa a la certeza de su carácter convencional. Así, tanto las leyes y normas
sociales como las instituciones y los órganos de poder se ven como una creación humana que puede ser
desechada o modificada.
Según esta teoría, el Estado es fruto de un pacto o contrato, similar a los que se producen en la
constitución de una sociedad comercial o de una asociación. Así, el Estado debe ser pensado como el resultado
de un acuerdo o contrato que ratificaron todos los individuos racionales y libres de la comunidad. Esta teoría
del contrato social no pretende describir un hecho histórico (la fundación del Estado mediante un pacto); en
realidad se trata de una metáfora explicativa para resaltar el carácter humano (convencional) del Estado. En
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definitiva, concebir el Estado como si ese pacto efectivamente se hubiera suscrito, aunque de hecho no haya sido
así.
Veamos en el cuadro siguiente como conciben los principales autores contractualistas, Hobbes, Locke y
Rousseau, el estado de naturaleza del hombre (antes del pacto de constitución del Estado), el tipo de pacto que
presuntamente se establece y el Estado resultante del mismo.
Actividad 7) Afianzando conceptos. Legitimación del Estado. Formas de legitimación del poder
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“En principio hay tres tipos de justificación interna, es decir, de fundamentos de legitimidad de una
autoridad... En primer lugar, la autoridad del “eterno ayer”, de la costumbre consagrada por su
inmemorial validez y por la actitud habitual de respetarla: es la dominación “tradicional”, como la
ejercían el patriarca y el príncipe patrimonial de viejo cuño. En segundo lugar, la autoridad de la gracia
(carisma) personal y extraordinaria, la entrega enteramente personal y la confianza personal en las
revelaciones, en el heroísmo o en otras cualidades de liderazgo de un individuo: dominación
“carismática”, como la que ejercen el profeta o –en el terreno de lo político- el jefe guerrero elegido o
el gobernante plebiscitario, el gran demagogo o los dirigentes de los partidos políticos. Por último, la
dominación en virtud de la “legalidad”, en virtud de la confianza en la validez de los preceptos legales
y de la “competencia” objetiva fundada en reglas elaboradas racionalmente, es decir, en virtud de la
actitud de obediencia en el cumplimiento de obligaciones legales: una dominación como la que ejercen
el moderno “servidor del Estado” y todos aquellos titulares del poder, que, en este sentido, se le
asemejan”.
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Actividad 9) Afianzando Conceptos: La democracia: orígenes y actualidad
Lee las páginas (331-332, 1º Filosofía BACH Guadiel).
Haz un elenco de las características que definen el sistema democrático
moderno.
Procura elaborar una definición lo más exacta posible de lo que es la
Democracia Moderna.
Haz un mapa conceptual.
LA DEMOCRACIA
La palabra democracia procede de los términos griegos demos (pueblo) y kráteo (mandar). Así pues,
democracia significa literalmente “mandato o gobierno del pueblo”. Como puedes ver, este significado coincide
bastante bien con el que le damos intuitivamente: organización política en la que el pueblo se gobierna a sí mismo.
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pues le impone ciertos límites, entre ellos, la protección de las minorías.
- División de poderes. Como ya hemos visto constituye un freno a los abusos de poder.
- Respeto a las libertades individuales. Una de las funciones de la democracia es proteger las libertades de las
personas: libertad de asociación, de lugar de residencia, de elección de profesión... De éstas, la más
destacable es la libertad de expresión: libertad para expresar una opinión, aunque ésta se oponga al
gobierno o al sistema. Uno de los indicadores más fiables de la salud de una democracia lo constituye el
nivel de respeto a la libertad de expresión.”
Es un hecho que en las democracias indirectas o representativas la mayor parte de las personas sólo
interviene en la gestión pública cuando vota en unas elecciones. Una vez elegidos, los representantes pueden
utilizar la confianza que se les ha dado de la forma que consideren más conveniente. A pesar de que, en
principio, son votados de acuerdo a un programa, lo cierto es que a veces el alejamiento entre lo que prometen
durante la campaña electoral y lo que luego hacen es evidente.
Ahora bien, en un sistema en el que existe libertad de expresión, los ciudadanos de a pie poseen
mecanismos para controlar lo que sus representantes hacen; mecanismos ausentes en otros sistemas menos
abiertos. La presión de la opinión pública, las manifestaciones, las huelgas... son algunos de los medios que
tiene el ciudadano para sancionar las decisiones de los dirigentes que considera inaceptables. Sin embargo, estos
mecanismos parecen insuficientes.
Para muchos pensadores, la apatía y la indiferencia que padecen las democracias actuales se deben,
precisamente, a esta escasa o pobre participación de la ciudadanía en la gestión pública. Por esta razón, muchos
de estos pensadores reclaman la necesidad de democratizar aún más los actuales sistemas democráticos. Y,
aunque se es consciente de la inviabilidad de recuperar una democracia directa al estilo ateniense, sí se proponen
medidas como: democratizar internamente los partidos, dar más peso a las instituciones cercanas al ciudadano
(por ejemplo, los ayuntamientos)... Además, desde hace algún tiempo, se ha extendido la idea de que, quizá, los
modernos sistemas de redes informáticas harán posible una participación más directa.
Algunos autores hablan de la democracia no sólo como un procedimiento para elegir a los gobernantes, sino
de una democracia real, de auténtica participación. Macpherson dirá: “Esto no equivale a decir que un sistema
más participativo bastaría por sí solo para eliminar todas las desigualdades de nuestra sociedad. Significa
únicamente que la poca participación y la desigualdad social están tan inextricablemente unidas, que para que
haya una sociedad más equitativa y más humana hace falta un sistema político más equitativo”.
Este modelo de democracia “como participación” la concibe como un tipo de sociedad: los ciudadanos
intervienen también en la toma de decisiones y participan en la vida política. En cualquier caso no basta que un
Estado sea considerado como “democrático” para que quede automáticamente legitimado. Es preciso contar con
algún concepto normativo que nos diga cómo debe ser una democracia para que se la pueda considerar
legitimada. En este sentido, las democracias liberales han recurrido, fundamentalmente, al concepto de Estado
de Derecho. Dirá Aranguren, completando este pensamiento, que es preciso que el Estado no sea sólo un
“Estado de Derecho, sino también, y sobre todo, un “Estado de justicia”.
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3.3. El Derecho y la Justicia.
“El Derecho debe ser la expresión y concreción de la justicia, en tanto que ésta
es una virtud moral-comunitaria. Sin embargo, en tanto que algo constituido por el
hombre, el Derecho no acaba de encarnar, de modo cabal, el valor de lo justo. Hay, así,
derechos objetivos -conjuntos de leyes- que no siempre son justos. Cualquier derecho,
para constituirse en auténtico baluarte de la justicia, tiene que partir de un
reconocimiento básico de la dignidad y la básica igualdad de la persona humana. O, de
otro modo, de que todos los hombres, por el hecho de serlo, tienen unos fundamentales
derechos.
Frente a las primitivas leyes griegas, de carácter esclavista, los estoicos fueron
los primeros en oponerse a ellas, como impropias de seres humanos racionales. Para
los estoicos la ley de la naturaleza es la ley divina; y el hombre, parte de la naturaleza,
debe estar sujeto a la misma ley universal. Para los estoicos ya no hay distinciones
entre siervos y esclavos, hombres o mujeres; todos los hombres tienen iguales
derechos, puesto que todos son iguales, ciudadanos del mundo.
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son por naturaleza libres e independientes y poseen determinados derechos innatos que
no les pueden ser arrebatados: el derecho a gozar de la vida y la libertad, la propiedad,
la felicidad y la seguridad. Es cierto que en estas primeras declaraciones de derechos
humanos predomina la inspiración material sobre cualquier otra; es decir, se atiende,
primordialmente, a la seguridad, confort, etc. Y ello, más que por su unilateralidad, es
reprobable porque obedece a una clara inspiración liberal, perfectamente compatible
con unas leyes que permitan las desigualdades sociales. La idea básica del liberalismo
es dejar hacer: cada hombre hará lo que pueda para lograr sus aspiraciones; pondrá en
juego cuantos recursos tenga para ser feliz; y en esta libre lucha, como es natural,
ganarán unos y otros perderán. Y ante la inviolable libertad de los hombres, el Estado
no debe intervenir. La libertad -de modo especial la individual- es el derecho por
excelencia, y ante este derecho deben doblegarse cualquier otro tipo de exigencias.
Pero, como es lógico, dentro de esta omnímoda libertad individual podía constituirse la
más absoluta tiranía, siempre que el más -o los más- fuertes, en uso de su libertad,
consiguieran sus metas, aun en detrimento de los demás.
Durante el siglo XIX las distintas legislaciones tendrán, cada vez más, un
carácter más social; en ellas se ve claramente la presencia obrera, propia del momento.
Estas reivindicaciones obreras, en lo esencial, pedirán que el Estado asegure el
derecho al trabajo; la igualdad de hombre y mujer, tanto en derechos civiles como
laborales; las limitaciones horarias de la jornada laboral -que en las primeras estructuras
de la sociedad industrial, eran jornadas de sol a sol, más propias de la mentalidad
esclavista-. También exigen estas reivindicaciones decimonónicas el derecho a la
asociación en defensa de los intereses de clase y de trabajo (asociaciones
profesionales, sindicatos, etc..), el derecho de huelga, etc.
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General de las Naciones Unidas (10-12-1948).
“Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y,
dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos
con los otros.
Artículo 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual
protección de la ley.
Artículo 12. Nadie podrá ser objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su
familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación.
Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.
Artículo 13. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a
regresar a su país.
Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este
derecho incluye el de no ser molestado a causa de opiniones, el de investigar y recibir
informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier
medio de expresión.
Artículo 23. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a
condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por igual trabajo.
Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria,
que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme ala dignidad humana y
que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección
social.
Artículo 25. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure,
así como a su familia, la salud y el bienestar, y, en especial, la alimentación, el vestido,
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la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene, asimismo,
derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u
otros casos de pérdida de medios de subsistencia por circunstancias independiente de
su voluntad.
Artículo 26. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita;
al menos en lo concerniente a la instrucción elemental será obligatoria. La instrucción
técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será
igual para todos, en función de los méritos respectivos. La educación tendrá por objeto
el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los
derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la
tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y
promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el
mantenimiento de la paz
Artículo 29. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en
ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad.
Actividad 14) Actividad introductoria: ¿Pero no está claro lo que es justo e injusto? ¿No
es lo mismo legal que justo? ¿Es justo todo lo legal? ¿Es legal todo lo
justo?.
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• Haz un mapa conceptual a partir del texto.
• Busca ejemplos concretos de cada una de las nociones de
derecho.
• Derecho positivo y Derecho natural... ¿es imaginable la
existencia de un Derecho llamado natural? Razona tu respuesta.
“Hemos visto que las democracias son los únicos sistemas legitimados racional y legalmente, pues son fruto del
consenso y del ajustamiento al orden legal. Pero las democracias, en tanto que Estados de Derecho, crean el Derecho
y al mismo tiempo se someten a él. Ahora bien, ¿qué es el Derecho? Al analizar el concepto de Derecho, veremos
que éste no es unívoco, sino que tiene varios significados.
En todo caso, lo que entendemos en general por Derecho, en mayúsculas, es decir, el Derecho positivo, se concreta
en las leyes o normas jurídicas. Respecto a éstas, como no está claro que todas las leyes sean justas, deberemos
cuestionarnos la relación entre legalidad y legitimidad. Pues, mientras la legalidad se limita al respeto a las leyes
vigentes, la legitimidad, en cambio, demanda justicia de éstas.
CONCEPTO DE DERECHO
Es fácil apreciar que la palabra derecho se usa con sentidos diversos. Decimos, por ejemplo, que una persona estudia
Derecho, hablamos del Derecho civil y del Derecho penal, o defendemos el derecho de las minorías, los derechos de
los estudiantes y el derecho a expresar libremente el propio pensamiento. Fíjate en que, en estos ejemplos, en unas
ocasiones hemos escrito la palabra Derecho con mayúscula y, en otros casos, lo hemos hecho con minúscula. Esto es
así porque en el primer caso hablábamos del llamado Derecho objetivo y, en los otros casos, de los derechos
subjetivos.
- El Derecho objetivo. Es el conjunto de principios y normas a los que están sometidas las relaciones
humanas en sociedad. Es un código suficientemente amplio como para atender a todos los aspectos que
pueden suscitarse en este intercambio personal y social. Así, entre otras cosas, establece cómo deben ser los
contratos de alquiler, qué deberes tiene un trabajador, qué se considera un crimen, cuáles son los eximentes
de un homicidio... También se ocupa de las sanciones apropiadas para cada tipo de delito.
- El derecho subjetivo. Es la facultad de todo ser humano para hacer aquello que le está permitido o para
exigir aquello que le corresponde. Como veremos, los derechos humanos forman parte del derecho
subjetivo.
Actividad 16) Afianzando Conceptos. La legitimidad del Derecho (las leyes): Nociones
de la Justicia.
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LA LEGITIMIDAD DE LAS LEYES
Ya hemos visto que la justicia puede entenderse como una cualidad atribuible tanto a personas y acciones, como
a normas y leyes. Sin embargo, ahora vamos a centrarnos en particular en la justicia referida a las leyes o normas de
una comunidad.
Esta claro que, al menos, en su uso corriente es habitual distinguir entre normas justas e injustas. Muestra de ello
son las frecuentes afirmaciones como: “la actual ley que garantiza la educación gratuita y obligatoria para todos es
justa”, o “la norma que, en la India, prohíbe a los individuos de las castas inferiores acceder a determinados puestos
de trabajo es injusta”. Sin embargo, a nivel filosófico no todos los pensadores aceptan esta distinción y, lo que es aún
más problemático, parece difícil el acuerdo acerca de cuál debería ser el criterio que nos permitiese diferenciar estos
dos tipos de normas. Lo que vamos a ver a continuación son distintos intentos de legitimar, es decir, justificar o
hacer justas las leyes.
El iusnaturalismo
Aunque bajo este título se agrupan doctrinas muy diversas, todas ellas parecen estar de acuerdo en afirmar:
1) Que además y por encima del Derecho positivo (de la ley humana) existe un Derecho natural, esto es, un
conjunto de normas y/o principios válidos para todos los tiempos y lugares.
2) Que el Derecho (el Derecho positivo) sólo es tal si concuerda (al menos en sus principios fundamentales)
con el Derecho natural, es decir, si es justo. En otro caso, no pasa de ser “apariencia de Derecho”,
“corrupción de la ley”.
3) Es el criterio que permite establecer qué leyes son legítimas.
El iusnaturalismo tiene una larga historia y ha servido tanto para justificar el orden establecido (es decir, el
Derecho positivo) como para criticarlo.
Las características propias de este tipo de Derecho son: se trata de un Derecho universal, con vigencia y validez
en cualquier lugar, sean cuales sean las circunstancias históricas, culturales, sociales o religiosas, y además que es
inmutable, o sea, que siempre ha sido y será el mismo. Precisamente, por ser inmutable y universal, establece lo que
es moralmente de obligado cumplimiento y, por tanto, lo que es indiscutiblemente justo.
Según los iusnaturalistas, este carácter universal es consecuencia del carácter no convencional del Derecho
natural. Sus leyes no han sido creadas por ningún ser humano concreto; por eso valen para todos y no sólo para un
grupo particular. Sin embargo, paradójicamente, cada una de las corrientes iusnaturalistas que se han dado a lo largo
de la historia le ha conferido un origen y un talante distintos. Así, por ejemplo, para la filosofía escolástica, el
Derecho natural se fundamenta en el derecho divino, es decir, la ley natural que emana de la ley eterna revelada por
Dios. De este modo nos encontramos con esta secuencia jerárquica: 1) Ley eterna (sólo conocida, parcialmente, por
la revelación), 2) Ley natural (asequible a la razón humana); 3) Ley positiva (creación humana).
Con la Ilustración, en cambio, el Derecho natural se hace depender del carácter racional del ser humano. Es la
facultad de la razón, idéntica a todos, la que exige el cumplimiento de determinadas leyes. Con las guerras de
religión, a partir de la ruptura religiosa de Europa tras la Reforma protestante (s. XVI), se hace necesario buscar un
fundamento de Derecho que sea común a todos los Estados e independiente de las creencias religiosas. Así nace el
iusnaturalismo moderno: el Derecho natural se seculariza y ya no sitúa su fundamento en la ley eterna, sino
únicamente, como hemos dicho, en la razón humana.
El iusnaturalismo entró en crisis en el siglo XIX, pero resurgió después de la Segunda Guerra Mundial, sobre
todo en Alemania, donde se pensó que las trágicas consecuencias del nazismo eran debidas al abandono del
iusnaturalismo. La filosofía de los valores sirvió entonces como nuevo fundamento para el Derecho natural.
Posiblemente, uno de sus teóricos más emblemáticos sea Hans Kelsen. Según este pensador y sus seguidores sólo
es posible hablar de Derecho positivo; no existe otro tipo de Derecho, ni natural ni divino. Las leyes del Estado
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están legitimadas por el simple hecho de ser aprobadas por los órganos competentes. Todo lo legal es legítimo y
toda ley es, por definición, justa.
Para Kelsen el Derecho es un sistema de normas interrelacionadas, cuya validez depende únicamente de que
hayan sido creadas en conformidad con un procedimiento previsto por otras normas jurídicas válidas, las cuales serán
a su vez válidas por la misma razón, etc. De este modo, el Derecho tiene una estructura piramidal que permite
ascender hasta una primera norma o Constitución, cuya validez inicial no resulta fácil fundamentar.
Como puedes comprobar, los positivistas se basan en una concepción muy concreta de la justicia: justicia como
principio de legalidad. Así, lo justo es exclusivamente lo que concuerda con lo legal y, por lo tanto, hablar de leyes
injustas es tan absurdo como hablar de leyes ilegales.
Aunque el positivismo es comprensible como respuesta a un iusnaturalismo poco consistente, lo cierto es que se
enfrenta a un grave inconveniente. Si la legitimidad de la ley depende sólo de su legalidad no podemos hablar de
leyes ilegítimas o injustas, y tan justificadas serán las leyes que promueven la igualdad, la libertad y la paz, como las
que fomenten la discriminación, la segregación y la insolidaridad.
El utilitarismo
Los utilitaristas, aunque tampoco adoptar un punto de vista naturalista, o sea, no defienden la existencia de un
Derecho natural, sí distinguen entre leyes legítimas y leyes ilegítimas. Para éstos, una ley es legítima cuando es útil;
es decir, son justas o están justificadas aquellas leyes que contribuyen a proporcionar “la máxima felicidad al mayor
número de personas”. Por ejemplo, frente a la ley del sufragio censitario, la ley que garantiza el sufragio universal es
más justa porque beneficia a un mayor número de personas.
El utilitarismo acentúa la idea de “cantidad (global) de felicidad” en la sociedad, e incluye la idea de “para el
mayor número”, puesto que entonces la cantidad (global) será mayor. Ello parece implicar que es preferible un
sistema que produce más felicidad aunque peor repartida, que otro en el que la cantidad de felicidad producida es
menor, pero todos la reciben por igual.
El utilitarismo clásico tiene raíces liberales y su concepción de la justicia es considerada por algunos como la
ideología del “Estado del bienestar”. Su caballo de batalla es el problema de la igualdad. Por esta razón, algunos
utilitaristas actuales han propuesto retocar la fórmula clásica de esta manera: “La mayor cantidad –y distribución-
posible de felicidad, para el mayor número posible de personas”.
Esta concepción de la justicia tiene un gran inconveniente: si el único criterio para justificar una ley es su utilidad
para la mayoría (al margen de otras consideraciones de tipo ético), el utilitarismo puede llevarnos a admitir como
legítima una ley que, por ejemplo, condicione la ayuda médica a enfermos terminales según el coste que suponga a la
sociedad.
El neocontractualismo
Una de las más famosas obras de filosofía de los últimos años –Teoría de la justicia, 1971- se propone,
precisamente, construir una alternativa al utilitarismo. Su autor, John Rawls nos propone una concepción de la
“justicia como imparcialidad” (o equidad, prefieren traducir otros). Puede resumirse así:
1) La teoría se refiere únicamente a la estructura básica de la sociedad, y al modo de distribución, por una
parte, de los derechos y deberes, y, por otra, de las oportunidades y ventajas provenientes de la
cooperación social.
2) Se concibe la sociedad como un “conjunto de personas que reconocen ciertas reglas como obligatorias en
sus relaciones”. Estas personas consideran necesario contar con algunos principios de justicia aceptados
por todos.
3) La idea directriz de la teoría es que los principios de justicia para la estructura básica de la sociedad son
objeto de un acuerdo original. Son los principios que personas libres y racionales interesadas en
promover sus propios intereses aceptarían en una posición original de igualdad. Estos principios han de
regular todos los acuerdos posteriores. Esto se llama “justicia como imparcialidad”. El acuerdo original
es el equivalente del contrato social de las teorías contractualistas, y la posición inicial corresponde al
estado de naturaleza.
4) La posición inicial, por supuesto, no es una asamblea que haya tenido lugar o deba tener lugar en algún
momento. Es sólo una hipótesis que permite establecer qué condiciones ideales de imparcialidad son
necesarias para establecer –como resultado de un acuerdo- los principios de la justicia. Dichas condiciones
de imparcialidad son llamadas por Rawls “el velo de la ignorancia”, que describe así: “Se supone que las
partes no conocen ciertos tipos de hechos determinados. Ante todo, nadie conoce su lugar en la sociedad,
su posición o clase social; tampoco sabe cuál será su suerte en la distribución de talentos y capacidades
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naturales, su inteligencia y su fuerza, etc. Igualmente nadie conoce su propia concepción del bien, ni los
detalles de su plan racional de vida, ni los rasgos particulares de su propia psicología, o su tendencia al
pesimismo u optimismo... ni las circunstancias particulares de su propia sociedad o su situación política o
económica...”. Se suponen que estas personas son “racionales y mutuamente desinteresadas”, gozan de la
misma libertad de palabra y llegan a un acuerdo ampliamente compartido acerca de los principios de la
justicia.
5) Rawls pasa, a continuación, a “averiguar qué principios sería racional adoptar dada la situación original”.
Son principios de justicia y concretamente estos dos:
a. Toda persona tiene igual derecho a un régimen plenamente suficiente de libertades básicas iguales,
que sea compatible con un régimen similar de libertades para todos (se refiere a las libertades
básicas: libertad política, de expresión y conciencia, integridad personal, derecho de propiedad,
etc.).
b. Las desigualdades sociales y económicas han de satisfacer dos condiciones: Primera, deben estar
asociadas a cargos y posiciones abiertos a todos en las condiciones de una equitativa igualdad de
oportunidades; Segunda, deben procurar el máximo beneficio de los miembros menos aventajados
de una sociedad (Se aplica al reparto de riqueza, cargos, responsabilidades, puestos sociales, etc.).
En consonancia con esta teoría, serán leyes justas y legítimas las que sean concebibles desde un contrato de este
estilo. El principal inconveniente que puede objetarse a esta concepción de la justicia es que, a pesar de que
teóricamente es una concepción muy atractiva, a la hora de aplicarla a los casos concretos, para decidir qué leyes son
justas o no, resulta poco precisa.
¿Cuáles de ellas consideras que serían legítimas? ¿Son todas ellas legales? ¿Cuáles
tendrían vigencia social?
• ¿Se puede considerar que el ser humano –por ser tal ser humano- posee unos
derechos naturales y las leyes no tienen más remedio que reconocérselos? ¿O
posee derechos porque las leyes se los conceden?
• Para los utilitaristas, una sociedad es más justa cuando más bienestar y felicidad
tiene: ¿crees que el bienestar de la mayoría garantiza la justicia en una
sociedad? ¿El bien de muchos permite justificar el mal de unos pocos?
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¿Piensas que una sociedad puede ser feliz pero no ser justa? ¿Sería justo
desatender a los ancianos, que nada pueden aportar a la sociedad ya, y dedicar
ese dinero a la educación, o a mejorar los hospitales, etc.?
Sobre esta cuestión hay mucha información que puedes buscar en periódicos, revistas,
noticiarios televisivos, libros y demás. Procura formarte una opinión lo más completa respecto al
tema. Durante el estudio de la sociedad y sus componentes que hemos hecho en clase han
salido conceptos de clara aplicación en este terreno.
- ¿Sirve la violencia terrorista o callejera como medio de expresión para comunicar ideas
o proyectos? Si son métodos eficaces para la comunicación cabe hacerse otra pregunta
¿son legítimos? ¿Está bien usarlos? ¿Por qué?.
Actividad 18) Composición filosófica: “La sociedad organizada como Estado: ¿liberación o
esclavitud?”.
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