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Entendiendo la situación en Gaza

Gershon Baskin
4 de abril de 2018

La Franja de Gaza no va a desprenderse de la tierra flotando hacia el mar y los dos millones de
personas que viven allí no se van a mudar al Sinaí ni a ningún otro lugar. Están aquí para quedarse.

No todos los habitantes en Gaza son Hamás, pero todos en Gaza apoyan el fin del asedio a Gaza y
todos en Gaza apoyan su derecho a oponerse a Israel. Hamás es parte del pueblo palestino y es
probable que, por el momento, no desaparezca en el futuro previsible.

Sin embargo, es importante darse cuenta de que Hamas ha experimentado un proceso de cambio.
También es importante diferenciar entre moderación y pragmatismo. Hamas no es moderado,
pero a menudo ha demostrado ser pragmático. Sorprendentemente, el líder de la tendencia
pragmática en Hamas es Yahya Sinwar, el líder de su brazo armado.

Presionado por Egipto, entendiendo claramente que el cruce de Rafah (entre Gaza y Egipto) es el
salvavidas de Gaza, Hamas modificó su carta orgánica eliminando el antisemitismo. Hamás se
disoció por completo de la Hermandad Musulmana. Hamás entregó a los fugitivos y subversivos
buscados por los aparatos de seguridad egipcios que previamente habían escapado a Gaza.
Hamás prometió a Egipto evitar el contrabando de armas y explosivos al Sinaí desde Gaza.
También declaró que aceptaría un Estado palestino en las fronteras de 1967 sin reconocer a Israel,
lo que es un paso adelante. Hamás también prometió a los egipcios evitar el lanzamiento de
cohetes desde Gaza hacia Israel y no iniciar otra guerra con Israel.
Por favor, no cometa el error de que apoyo, de forma alguna, a Hamás. Me gustaría que el pueblo
palestino en Gaza tenga un liderazgo completamente diferente. Algún día lo tendrán.

Pero para el asunto que nos ocupa, unos dos millones de personas viven en Gaza, una pequeña
franja de tierra de unos 40 kilómetros de largo y entre de 10 a 15 kilómetros de ancho. Por un
lado, está Israel, que está cerrado para ellos. Por el otro lado está Egipto, que también está
cerrado. Alrededor de 80% de la población de Gaza es refugiada de ciudades, pueblos y aldeas
que se encontraban hasta 1948 en lo que hoy es el Estado de Israel. Todas esas comunidades han
sido borradas del mapa y han sido reemplazadas por comunidades de judíos israelíes.

Desde 1967 hasta 2005, Israel construyó 21 asentamientos en Gaza que ocupaban el 30% de la
tierra y que estaban cerrados a los palestinos. Éstos incluían las mejores reservas de agua dulce y
las mejores playas. Unos 8,000 judíos vivían en el 30% de la franja mientras que unos 1,5 millones
de palestinos vivían en el otro 70%. Israel salió unilateralmente de Gaza en 2005, con el primer
ministro Ariel Sharon negándose a negociar o incluso coordinar la retirada de Gaza y la
transferencia ordenada del gobierno a la Autoridad Palestina.

Israel demolió todos los asentamientos en lugar de dejar casas, escuelas, sinagogas y centros
comunitarios y comerciales que podrían haber sido utilizados para aliviar la vida de muchos
habitantes de Gaza. Cuando Israel se fue, existían grandes esperanzas de que se produjera un
cambio positivo y de que Gaza experimentara un crecimiento económico y una oportunidad de
libertad. Pero Israel se fue y selló las puertas, incluso antes de que Hamás ganara las elecciones
del Consejo Legislativo Palestino de 2006.

En ese entonces, Tzipi Livni era canciller y quiso declarar el fin de la ocupación israelí en Gaza tras
la llamada “desconexión”, pero el asesor legal del Ministerio de Asuntos Exteriores le dijo que
mientras Israel controlara el espacio aéreo, incluida la esfera electromagnética que controla las
comunicaciones, la radio y ondas de televisión, las aguas costeras y las fronteras externas, Israel
no podía declarar que la ocupación había terminado.

El gobierno de Sharon no solo bloqueó a la franja de Gaza, sino que dejó de transferir el dinero
recaudado por Israel en nombre de los palestinos según lo acordado en el Protocolo de Relaciones
Económicas de París de 1994. Esta no era la primera vez que Israel lo hacía, en contravención del
acuerdo firmado e incluso contra la opinión del fiscal general. Las principales víctimas del cese de
la transferencia de ingresos fueron los funcionarios de la Autoridad Palestina, incluidos los
servicios de seguridad, con lo que se generó un impacto negativo directo en varios cientos de
miles de personas en Gaza.

En 2006 Hamás ganó las elecciones palestinas. No debería haber sido una sorpresa, ya que fue
visto como el responsable de deshacerse de Israel. La mayoría de los palestinos pensaban que las
negociaciones no servían para acabar con la ocupación de Israel, sino que era la resistencia
armada lo que tenía éxito. Así es como lo vio el público palestino. Hamás fue visto como limpio,
una alternativa al corrupto régimen de Arafat.
Hamás no hizo campaña para la elección bajo la etiqueta de Hamás, sino bajo el nombre de
“Cambio y Reforma”. Su plataforma se centró justamente en el cambio y la reforma y no sobre
tirar a los judíos al mar o destruir a Israel. Ganó y, en un sangriento golpe de Estado en junio de
2007, Hamás eliminó todo lo que quedaba del control de la Autoridad Palestina en Gaza. La
disputa por la reconciliación interna y el poder compartido continúa hasta hoy.

Este escenario ha continuado desde que Israel comenzó a sitiar Gaza y, desde que el presidente
Abdel Fattah al-Sisi llegó al poder en Egipto, también por los egipcios. Tres guerras han tenido
lugar desde entonces, matando a miles e hiriendo a decenas de miles. Más de medio millón de
habitantes de Gaza fueron desplazados de sus hogares dos o tres veces. La economía está
destrozada, con índices de desempleo por arriba del 45%. Más del 68% de los jóvenes están
desempleados y Gaza tiene una de las poblaciones más jóvenes del mundo.

Los habitantes de Gaza tienen aproximadamente tres horas de electricidad al día, lo que significa
que a menudo no tienen agua. Hay una tasa muy alta de problemas de salud, que incluye
enfermedades renales y otras dolencias debido a la mala calidad del agua.
Las personas están atrapadas, no tienen a dónde ir. Ahora incluso el mar, que era el único lugar a
donde ir para tener un poco de libertad, está negado debido a la gran cantidad de aguas residuales
que fluyen en él.

Pero en Gaza hay una gran cantidad de solidaridad social. El mes pasado, cientos de dueños de
tiendas anularon millones de shekels en deudas de sus vecinos. Los niños van a escuelas que
están abiertas y funcionando. Las mezquitas están abiertas y se ofrecen servicios sociales, como
clínicas de salud gratuitas, guarderías, clubes sociales y actividades extracurriculares para jóvenes.
Hay un servicio de Internet completo disponible en toda Gaza.

Dos compañías de teléfonos celulares están trabajando y todos están en línea y conectados. Hay
un sistema de ley y orden con civiles y hasta policías de tráfico y tribunales que también
funcionan. Seis universidades funcionan en Gaza con miles de estudiantes, tanto hombres como
mujeres.

Los planes para la “Marcha por el Retorno” - seis semanas de protestas masivas y acciones contra
lo que los habitantes de Gaza llaman la ocupación israelí - cobraron vida a partir de la sociedad
civil. Hamás ha tomado el control de las protestas, pero la energía proviene de las calles.

En las calles de Gaza las personas tienen un sentido de seguridad, excepto cuando Israel ataca.
Hamás no es solo los combatientes de las Brigadas al-Kassam, que Israel considera una
organización terrorista. Hamás no encabeza un régimen democrático y aplasta a la oposición y
hay cientos de presos políticos en sus cárceles. Durante los últimos cuatro años, Hamás también
tiene en bajo su poder los cuerpos de dos soldados israelíes, además de mantener a dos civiles
israelíes en cautiverio que son enfermos mentales. Pero Hamás no es solo una organización
terrorista y los palestinos en Gaza no son terroristas porque el régimen de Hamás los gobierna.
Estoy sorprendido por la capacidad de los habitantes de Gaza para sobrevivir a la realidad en la
que viven. Yo no podría hacerlo. La población de Gaza necesita nuevos líderes. El régimen de
Hamás es un régimen corrupto y la situación de los habitantes de Gaza es mucho más urgente que
la nuestra. Ahora se les dice que incluso las protestas no violentas no son aceptables.

¿Qué se espera que hagan? ¿Simplemente renunciar a sus sueños de libertad e independencia y
que se agachen ante sus amos? Las Fuerzas de Defensa de Israel necesitan prepararse para lo
peor y eso incluye un intento en masa de romper la valla fronteriza. Los oficiales y los no oficiales
deben hacer todo lo posible para evitar un baño de sangre.

La escalada de violencia está escrita en la pared. La población de Gaza ciertamente no quiere una
escalada y otra guerra, y tampoco lo hace el pueblo israelí, especialmente aquellos que viven
alrededor de la Franja de Gaza. Pero es hacia allá a donde nos dirigimos y cada palestino
asesinado por Israel hace que las posibilidades de escalada sean mucho más probables.

Gershon Baskin es el fundador y copresidente del IPCRI - Israel Palestine Creative Regional
Initiatives (www.ipcri.org). Su nuevo libro In Pursuit of Peace in Israel and Palestine (En busca de la
paz en Israel y Palestina) -2017- es publicado por Vanderbilt University Press.

Artículo de opinión originalmente publicado en The Jerusalem Post el 4 de abril de 2018 como
“Getting the story straight” http://www.jpost.com/Opinion/Encountering-Peace-Getting-the-
story-straight-547936.

Traducción: José Hamra Sassón

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