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I.II.I. Homicidio
Las causas del delito son diversas, puede ir desde lo más congénito hasta
cualquier hecho exterior de importancia para el sujeto, acentuando la
relevancia en las condiciones de su desarrollo.
La familia se nos presenta como el primer núcleo social, creado por el doble
instinto del sexo y la paternidad. No podemos concebir un comienzo lógico de la
sociedad humana, ni un comienzo histórico de las diversas sociedades
concretas, sin recurrir a una forma de familia por más elemental y rudimentaria
que sea. Luigi Sturzo
Es fundamental resaltar el influjo que tenga el papel del sexo sobre el menor: El
predominio del varón puede crear en la muchacha un fuerte sentimiento de
insuficiencia, con todas las consecuencias de la “protesta viril”. A menudo se
presenta este influjo en las épocas en que los procesos en la esfera de los
órganos sexuales hacen resaltar el papel femenino: como en la aparición de la
menstruación, en la llegada del embarazo, en el periodo de lactancia y
especialmente en las horas del climaterio, durante las cuales la mujer halla aún
cierta compensación en su papel sexual educador típicamente femenino. Estas
causas engendras sinnúmero de injurias, engaños, hurtos en almacenes,
denuncias falsas, estafas, etc. Análogos fenómenos presenta la pubertad en los
varones: el muchacho quiere, ante todo, aparecer varonil, y llega por este
empeño a actos agresivos, delitos violentos, etc. La llegada de un hermano
menor engendra en el otro (…) celos infantiles, que a veces pasan inadvertidos
para los padres y a menudo hasta por el propio titular de la envidia. Estos celos
originan el que se ha llamado “Complejo de Caín”. (…) De aquí la frecuencia con
que “estos niños” se vuelven malos (…) No les importa recibir castigos por sus
actos (…) Jiménez de Asúa
Prueba de ello son los diversos atentados feministas en estos últimos años, que
han tenido como activistas a muchos jóvenes; esto al igual que algunos delitos
contra los homosexuales (y viceversa); así como las reacciones ante lo
“Políticamente Correcto” (PC), entre otros actos que hacen violentos a los
adolescentes. Estando, dichas conductas, muchas veces justificadas, por lo que,
se decidirá en cada caso concreto con atención a las condiciones de cada uno
de los adolescentes implicados.
Es falso que todos los delitos contra la propiedad estén determinados por el
“mundo circundante económico”. Naturalmente que a este respecto siempre
existen relaciones; sólo cuando alguien vive en relaciones suficientes o cuando
fuese capaz de adquirir el sustento suficiente con su trabajo honrado y, a pesar
de ello, roba, estafa o desfalca, entonces habría que mirar, en primera línea, a la
idiosincrasia de su carácter para comprender su conducta y no a su situación
económica. Tal vez, en estas mejores condiciones económicas el sentido del
individuo estuviese dirigido a un “más”; en todo caso no es posible apoyar, por
codicia de riquezas, sus acciones en su situación económica personal o general
(…) No se puede caer en el en error de hacer iguales la criminalidad de condición
económica y la criminalidad de necesidad. Dr. Franz Exner
- Instituciones Sociales.
• Desde el inicio se puede apreciar que las leyes penales han reaccionado,
ante el menor, de la manera más adecuada, por lo menos en sus preceptos.
Ahora bien, el criterio que se toma en cuenta para realizar una demarcación en
la edad punible en muchos ordenamientos jurídicos es el del discernimiento,
según el cual se establece un límite para poder sancionar a un adolescente.
También se advierte que reducir la edad punible a una menor de dieciocho años,
sería olvidar la responsabilidad que tienen los Estados de proteger a los niños y
adolescentes, tomando como referencia la Convención sobre los Derechos del
Niño de Naciones Unidas de 1990, en la que se destacan entre otros aspectos,
que los estados deben tener en cuenta la edad del niño y la importancia de
promover la integración del niño y de que éste asuma una función constructiva
en la sociedad, y es desde este punto de vista que desarrollaremos los aspectos
relevantes a este tema.
Existe al parecer un consenso entre los Estados para definir la edad mínima de
responsabilidad penal, y también en enfatizar que en ningún caso un menor de
doce años puede ser imputado en un proceso penal.
Una situación muy similar es la de El Salvador, donde la Ley del Menor Infractor
de 1994, es aplicada a los adolescentes de entre doce y dieciocho años de edad,
y básicamente con las mismas características que vemos en el ordenamiento
jurídico venezolano, pero algo importante y que debemos tomar en cuenta es
que en este Estado, si un menor (de entre doce y dieciocho años) comete una
infracción penal o lo que la ley salvadoreña llama (conducta antisocial), el juez
de menores deberá aplicar cualquiera de las sanciones previstas en dicha ley,
siempre que sean en beneficio del menor, es decir, se busca que las medidas
correctivas en favorezcan al menor, siguiendo los lineamientos de la Convención
sobre los Derechos del Niño, lo mismo sucede en Ecuador, Colombia, Brasil y
otros países de esta parte del mundo.
No puede olvidarse, por lo demás, que las medidas adoptadas en esta materia
deben seguir el principio de especialización, el cual demanda que se tome en
consideración la particular situación de vulnerabilidad y diferencia que tienen
los niños en relación con los adultos, en particular, por su diferente grado de
desarrollo físico y psicológico y sus necesidades emocionales y educativas. Este
es, pues, el fundamento de la diferencia entre los sistemas de justicia para los
menores y los adultos5.
4 Comité de los Derechos del Niño, Observación General No. 10, Los derechos del niño
en la justicia de menores, CRC/C/GC/10, 25 de abril de 2007, párrs. 24 y 25.
5 Comité de los Derechos del Niño. Observación General Nº 10 (2007). Los derechos del
Esta implicación del deber que privilegia a los niños conlleva una mayor
responsabilidad cuando se trata de menores privados de su libertad, en el
entendimiento de que no juzga la actitud del menor, sino que se establece una
solución terapéutica para que se convierta en un ciudadano útil en la sociedad.
Este principio es un instrumento jurídico que asegura el bienestar del niño y
funda de obligaciones al Estado, bajo este criterio, al momento de tomar una
decisión socioeducativa con respecto a un niño, el interés superior representa
una garantía a largo plazo para ser tenido en cuenta. Además de aglutinar
múltiples factores, establece la obligatoriedad a diversos agentes tales como
familia, Estado y sociedad instándolos a adoptar medidas efectivas para su
cumplimiento.
Cabe señalar que el Interés superior del niño “…implica entre otras
consideraciones que el análisis de cada caso se realice de forma individualizada
porque cada niño, niña y adolescente tiene necesidades diferentes, permitiendo
escuchar la opinión del niño de conformidad con el nivel de desarrollo de su
personalidad, así como la opinión de sus padres o familiares más cercanos
dentro de los procedimientos y procesos relativos a la justicia penal juvenil.
Las medidas en el sistema de justicia penal juvenil se determinan una vez que
se establece la responsabilidad del infractor y en función a su edad cronológica.
Tratándose de adolescentes, se instituye que estos serán pasibles de medidas
socioeducativas a partir de los 14 años de edad. Dichas medidas parten
efectivamente del principio educativo y resocializador que en términos generales
busca la instrucción del adolescente para la vida en sociedad. Sin embargo,
debe entenderse a la medida socioeducativa como un argumento para
direccionar la conducta del infractor, es decir como una prevención especial y
no ser visto como una imposición coactiva para direccionar la conducta ante la
exigencia de un comportamiento legal (control social).