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Eugenio Yáñez Rojas
RIL® editores,
por la
bibliodiversidad
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Crisis y Esperanza
Crisis y Esperanza
Una mirada antropológica y
ética al hombre contemporáneo
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Eugenio Yáñez Rojas
246 p. ; 21 cm.
ISBN: 956-284-388-2
CIVILIZACIÓN.
Inscripción 142.037
Departamento de Derechos Intelectuales de Chile
ISBN 956-284-388-2
RIL® editores
El Vergel 2882, of. 11, Providencia
Santiago de Chile
Tel. (56-2) 2238100 - Fax 2254269
ril@rileditores.com / www.rileditores.com
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Crisis y Esperanza
A Maximiliano,
que me ha conferido el alto honor
de participar en su mundo
de héroes y epopeyas.
A María Ignacia,
mi tierna y fiel compañera.
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Agradecimientos
Tras la publicación de un libro, por pequeño o extenso que este sea,
siempre hay una multitud de personas que en forma directa o indirecta lo
hacen posible, y con las cuales estamos en permanente deuda.
Quisiera agradecer en primer lugar a la Universidad Adolfo Ibáñez, en
la persona del Decano de Humanidades, Señor Gerardo Vidal G., por dar-
me la posibilidad y animarme a publicar este libro. De no ser por él estas
reflexiones todavía estarían guardadas en mis viejos apuntes de clases.
Debo también agradecer a RIL editores, por su diligente trabajo de
publicación.
Vayan también mis agradecimientos a todos aquellos que en forma des-
interesada leyeron los manuscritos y me hicieron valiosos comentarios,
especialmente a Fernando Moreno V. y a Joaquín García-Huidobro. La
perspectiva y las afirmaciones solo comprometen al autor.
Por último, y en forma muy especial, quiero agradecer a mi esposa
Macarena Gutiérrez, quien no solo soportó pacientemente los costos pro-
pios del trabajo intelectual, sino también por haber realizado las ilustracio-
nes de la portada, y sobre todo por ser mi más fiel lectora. ¡Gracias!
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Prólogo1
O tempora! o mores!
Cicerón
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Queremos precisar que centramos nuestro análisis en la denominada civiliza-
ción cristiano-occidental, lo cual no implica necesariamente excluir el “mundo
oriental”, dada la influencia de Occidente y el creciente proceso de globalización.
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CAPÍTULO I
1. Mito y Religión
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Prometeo robó la luz de la sabiduría o fuego divino y la puso al servicio de los
hombres. Gracias a ella los hombres inventan todas las artes. Zeus enojado lo
castiga encadenándolo a una roca, en el monte Cáucaso, donde un águila le
corroe las entrañas, las cuales se regeneran continuamente. Prometeo es lleva-
do al monte por Cratos y Bias (la fuerza y la violencia respectivamente), pero
no renuncia a su arrogancia, por el contrario, se sostiene en su soberbia.
En Platón, Prometeo aparece como el creador de la estirpe humana. Antes
de él los hombres eran infelices. Él es el héroe indómito, el liberador del hom-
bre. Véase la obra de Goethe, Prometheus, escrita en 1773. Sísifo fue condenado
a subir eternamente una roca, para después dejarla caer.
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CAPÍTULO II
La Antigüedad
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Véase La Política, 1252a.
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6. Reflexión post-aristotélica
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CAPÍTULO III
Edad Media11
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1. “¿Qué soy yo, pues Dios mío? ¿Cuál es mi naturaleza?” / San Agustín
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ñar el misterio del hombre: “Quid ergo sum, Deus meus, quae natura sum”
(¿Qué soy yo, pues, Dios mío? ¿Cuál es mi naturaleza?) se pregunta en
sus Confesiones (X, 17, 26). El obispo de Hipona enseña que para cono-
cerse bien hay que hacer un camino interior, hay que mirarse hacia
adentro, porque mientras más nos conocemos más descubrimos a Dios,
pues lo que más tiene el hombre de humano es lo que tiene de divino.
Dios es más íntimo al hombre, que el hombre mismo. San Agustín
realiza el primer intento de conocer al hombre desde su intimidad,
aspecto totalmente ajeno, por ejemplo, al pensamiento griego.
Desde la perspectiva agustiniana el hombre no es un puro proble-
ma a resolver, sino un misterio a profundizar, un “gran abismo” como
lo define en sus Confesiones (IV, 12, 22), que no le permite comprender
todo lo que él es (Confesiones 10, 8, 15). El hombre en cuanto magnum
miraculum y homo viator no puede contentarse con el solo hecho de
“estar en el mundo”. Él necesita saber qué y quién es, de dónde viene
y a dónde va. Agustín se responde que somos hijos de Dios, creados a
su imagen y semejanza, poniendo de relieve la dimensión personal del
hombre, desconocida para los griegos. Venimos de Dios y vamos ha-
cia él. Por ser una creatura, poseedora de una doble dignidad: ser hijo
de Dios y su racionalidad, el “hombre es algo intermedio (…) entre los
brutos y los ángeles; de modo que el bruto es un animal irracional y
mortal; el ángel, en cambio, racional e inmortal; y el hombre está en
medio: es inferior a los ángeles, superior a los brutos, pues tiene con
los brutos la mortalidad, con los ángeles la razón: animal racional
mortal” (De Civitate Dei, IX, 13).
Afirma también nuestro autor que el hombre está compuesto de un
cuerpo y un alma, cuya unión es substancial (De Trinitate, VII, 4). El
alma es simple y no posee cantidad. El problema del origen del alma
le preocupó durante mucho tiempo. En contra de los maniqueos sos-
tuvo que esta no es una partícula de la sustancia divina, ni procede por
transformación de otra naturaleza, sino que fue creada por Dios de la
nada. También defiende contra los maniqueos la libertad humana. “Dios
me ha creado con el libre albedrío; si he pecado, yo he pecado, yo, yo,
no el hado, ni la fortuna, ni el demonio” (Salmos, 31, 2,16).
En resumen, el hombre, como hijo de Dios, ha sido creado a su
imagen y semejanza, e imagen de la trinidad divina (Confesiones 13, 11).
En cuanto ser racional está dotado de entendimiento y voluntad y moral:
“Pues el hombre, según lo definieron los antiguos, es una animal racio-
nal, mortal” (De Trinitate, VII, 4). La dignidad humana radica en ser
capax Dei (capaz de Dios) y participar de Dios” (De Trinitate, 14, 8,11).
El hombre es un ser que está en constante lucha, porque él es naturale-
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Mauricio Beuchot, Introducción a la filosofía de Santo Tomas de Aquino, Ciudad de
México, 1992, p. 113.
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Cfr. Suma de Teología, I-II, q. 90, a. 2, ad. 2.
15
Suma de Teología, I., q. 83, art. 1.
16
Tomás de Aquino, Compendio de Teología, Cap. 76, Nº 133-134.
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Tomás de Aquino, Suma de Teología, I, q. 75
18
Eudaldo Forment, Id a Tomás, Navarra, 1998, p. 112.
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CAPÍTULO IV
Época Moderna
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Rene Descartes, Discurso del Método, IV Parte.
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Rene Descartes, Meditaciones Filosóficas, VI meditación.
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26
Ibid., p. 109.
27
Ibid., p. 88.
28
Ibid., p. 87.
29
Ibid., p. 110.
30
El Leviatán, op. cit., p. 113.
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CAPÍTULO V
Época contemporánea
1. El Marxismo32
ALGUNAS PERSONAS CREEN que tras su definitiva derrota en noviembre
de 1989, simbolizada en la caída del muro de Berlín, ya no es necesa-
rio ocuparse del marxismo. Francis Fukuyama, por ejemplo, ha sido
uno de los pregoneros de su muerte, y del triunfo definitivo del libera-
lismo. Sin lugar a dudas, la perestroika, Juan Pablo II y la caída del
muro influyeron decididamente en el fin de una era en lo político, lo
económico y lo social. Esta “crónica de una muerte anunciada” obligó
a los epígonos de Marx a “renovarse”, en el lenguaje, en la forma de
llegar al poder, en la economía, y con un sinnúmero de “renovacio-
nes” más, siempre y cuando le creamos a otro sinnúmero de documen-
tos, libros y declaraciones, que así lo manifiestan. Habría que hablar
entonces de neo-marxismo o de socialismo renovado.
¿Se ha convertido realmente el marxismo en una pieza más del mu-
seo de las ideas? Hay un aspecto cuya renovación nos merece serias
dudas, a saber: su concepción del hombre. La antropología marxista
goza de buena salud. Los epígonos del pensador alemán, al menos en
esta materia, no lo han abandonado. ¿Cómo veía Marx al hombre?
Uno de los primeros aspectos que aparecen en Karl Marx (1818-
1883) es su materialismo. Este reconoce sólo una realidad en el hom-
bre: la material, como queda de manifiesto en su ya clásica expresión:
“No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino al con-
trario, es su ser social el que determina su conciencia”33. Un segundo
aspecto, que deriva de este, es el inmanentismo. A partir de la existen-
cia de una sola realidad, la material, el hombre se agota en esta exis-
tencia, no tiene un carácter trascendente. Siguiendo a Feuerbach, quien
32
Si bien es cierto en el marxismo encontramos diferentes corrientes, en relación
con la concepción del hombre, existe una unidad orgánica con el pensamiento
de Marx, autor en el que nos concentraremos
33
Karl Marx, Zur Kritik der polistischen Ökonomie (Crítica de la Economía Política),
en Ausgewählte Werke, Grondom Verlag, p. 172. La traducción es nuestra.
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predicaba que “el hombre es el dios del hombre”, Marx afirmará que
“sólo el hombre supera al hombre”. Esto implica que sólo el ser huma-
no es el proveedor del bien, y por ende, no le debe nada a nadie, porque
él es su propio creador. A partir de esto, se desprende su ateísmo. Si el
hombre es sólo una realidad material e inmanente, no existe ningún ser
superior, Dios. Este es sólo una invención burguesa, con el fin de ofre-
cerle al proletariado un consuelo trascendente. El hombre verdadero es
para Marx el hombre ateo, pues la religión es el “opio del pueblo”, la
“alienación suprema” o la “proyección de los sueños del esclavo”.
Aunque el marxismo se entienda a sí mismo como un humanismo,
en los hechos desconoce la dignidad humana, pues no admite el con-
cepto de persona y no cree en la igualdad de todos los hombres. Re-
cordemos que la reivindicación que hace Marx del proletariado es a
nombre de la ciencia, no de la moral, que él considera una forma de
alienación burguesa. Esta reivindicación es de la “clase proletaria” y
no del proletario en cuanto ser humano concreto. La importancia de
este, está dada por su pertenencia a la clase y la conciencia de clase.
Por eso este pensador desprecia al lumpenproletariat34, por carecer de
esta conciencia. Insistimos, no hay en este pensador alemán un interés
por el hombre “concreto”, singular; sólo le preocupa el “ser genérico”.
Con otras palabras, despersonaliza al hombre.
Marx niega también la libertad humana, pues el hombre está some-
tido a las leyes de la historia y no le queda otra opción que plegarse a
ella. Por lo tanto, él no es agente de su destino. Por el contrario, es una
especie de marioneta de la historia.
Desde la perspectiva marxista el hombre aparece como un medio y
no un fin, como un instrumento al servicio de la causa revolucionaria,
de la sociedad sin clases o del Estado, quedando en absoluta indefen-
sión frente a él; por lo tanto carece de derechos inviolables. No es
sujeto de derechos. El Estado lo es todo, el individuo nada.
Marx también reduce al hombre a un homo economicus y homo faber
al considerarlo una resultante de las relaciones de producción y eco-
nómicas, un mero apéndice de los procesos económicos. No existe otra
existencia para él que la económica. Esa es su única realidad. De este
modo, sólo es un ser de necesidades materiales, o un organismo vivo
que necesita satisfacer sus necesidades materiales (comida, vestido, vi-
vienda, etc.), limitado natural y socialmente. El proletario está determi-
nado por la infraestructura y la embrutecedora división del trabajo.
34
“Lumpen” significa en alemán “despojo”, “estropajo”. El Lumpenproletariat equi-
valdría hoy al subempleado, al que vende en la calle, en los microbuses.
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2. El Liberalismo35
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3. El Existencialismo
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4. El Personalismo43
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1973)44, siendo este último el que desarrolló una sólida doctrina acerca
del hombre y la sociedad.
Si bien en ambos autores hay una preocupación central por la per-
sona y ambos beben de la misma fuente, llegan a soluciones diferen-
tes. Maritain rechaza el concepto de revolución y el compromiso polí-
tico propuesto por Mounier. Discrepa también con él sobre la primacía
de la opción revolucionaria y rechaza, del mismo modo, toda colabora-
ción en el plano práctico con el marxismo. Mounier sostenía que “los
revolucionarios están al pie de la obra. Cuando ellos están al pie de la
obra, hay que trabajar con ellos. No podemos permitirnos el lujo de hacer
un trabajo a cincuenta o cien años de retraso”. Para Maritain esta actitud
era un craso error, como lo demostrará posteriormente la historia.
Las obras principales de Mounier son Manifiesto al Servicio del Perso-
nalismo, ¿Qué es el Personalismo?, El Personalismo y El Enfrentamiento Cris-
tiano. Fue, además, el fundador en 1932 de la influyente revista Esprit.
Para este filósofo el personalismo es “una filosofía, no es solamente
una actitud. Es una filosofía, no un sistema. Si bien no huye de la
sistematización. Pues conviene que haya orden en los pensamientos;
conceptos, lógica, esquemas de unificación, no sólo son útiles para
fijar y comunicar un pensamiento que sin ello se disolvería en institu-
ciones opacas y solitarias”. A partir de aquí define a la persona como
“un ser espiritual constituido como tal por una especie de la subsisten-
cia y de su independencia en su ser; conserva esta subsistencia por su
adhesión a una jerarquía de valores adoptados libremente, asimilados
y servidos a través de un comprometerse responsablemente y de una
constante conversión”. Para él la persona ocupa un lugar tal que no
puede ser reemplazada en el universo de las personas45.
Mounier considera indispensable restablecer la moral de las cosas
y fundar una comunidad de personas basadas en el mutuo respeto.
Para él esta es una tarea revolucionaria, en donde los cristianos son los
más indicados para llevarla a cabo. De allí su famosa frase: “la revolu-
ción será espiritual o no será”.
44
Sobre la vida y obra de Maritain recomendamos entre otros: Raissa Maritain,
Las Grandes Amistades, Buenos Aires, Ediciones DDB, 1950; Henry Bars, Maritain
en nuestros días, Barcelona, Editorial Estela, 1962; Etienne Gilson et al., Jacques
Maritain, su obra filosófica, Buenos Aires, Ediciones DDB, 1950; Fernando Mo-
reno, Actualidad de Jacques Maritain, Santiago, Editorial Marracci, 1987; Donald
e Idella Gallagher, Lecturas escogidas de Jacques Maritain, Santiago de Chile, Edi-
ciones Nueva Universidad, 1974.
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“…toute personne a une signification telle qu’elle occupe dans l’univers des
personnes...”.
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5. El Conductismo
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dos por medio del castigo o recompensa. A esto cabe agregar que la
imitación y la sugestión constituyen fuerzas casi determinantes en el
moldeamiento de la conducta.
En resumen, se puede afirmar que esta corriente psicológica nos
ofrece una pobre visión del hombre; nos lo presenta como un ser dé-
bil, moldeable, incapaz de darse su propia dirección existencial. En
suma, un ser pasivo y resignado. Por eso se la puede considerar como
una “psicología sin alma”, pues pretende ser una ciencia de los proce-
sos fisiológicos, basados en la física y la química de las respuestas de
los tejidos y órganos. Más que una psicología es una visión mecanicista
y materialista del hombre, pues este no es más que una criatura pasiva,
cuyo pensamiento es moldeado por el medio.
6. El Ecologismo
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“Chris Korda, Fundador de la Iglesia para la Eutanasia”, en Mariana Enriquez,
“Para comerte mejor”, <http://www.pagina12.com.ar>. Korda, entre otras co-
sas, es admirador del Doctor Jack Kevorkian, un patólogo de Michigan, inven-
tor de la “máquina del suicidio”, acusado de causar la muerte (o practicar euta-
nasia) a más de 150 personas. Para Korda, Kevorkian es un “héroe social”.
51
Artículo primero de las “Leyes de Conciencia” elaboradas por el noruego Arno
Naess, uno de los padres de la ecología profunda.
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Idem.
53
Aunque este grupo se niega a aceptar una fecha fundacional del movimiento
(“las raíces del movimiento son tan viejas como la humanidad”, nos dicen), el
fundador y quien le dio el nombre fue Les U. Knight.
54
Citado en <http://www.vhemt.org/>.
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Sobre este tema existe abundante literatura, por lo que nos limitaremos a seña-
lar los aspectos esenciales.
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CAPÍTULO VI
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a) Vida vegetativa
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b) Vida sensitiva
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• La imaginación
• La cogitativa o estimativa
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• La memoria
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agudo aúlle, pues está en su naturaleza que así sea. El dueño del perro
en cambio escuchará un concierto, pues sus sentidos son capaces de
hacer una síntesis de las notas musicales. Un águila puede ver a mucha
más distancia que un ser humano, pero si se le muestra una pintura
expresionista a esta águila, esta captará un conjunto de colores o man-
chas. La vista humana, en cambio, por estar influida por la inteligen-
cia, verá una unidad, un paisaje o una figura, por ejemplo.
61
Para los temas del entendimiento y la voluntad, véase: Antonio Millán Puelles,
Fundamentos de Filosofía, Madrid, Ediciones Rialp, 1985, duodécima edición,
Cap. XIV.
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a) El alma humana
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Como es de suponer, en los estrechos márgenes de estas reflexiones no podemos
desarrollar in extenso este tema. Nos limitaremos a exponer los rasgos fundamenta-
les. Además se ha escrito mucho y muy bien. Véanse entre otros: Roger Vernaux,
Filosofía del Hombre, op. cit.; Ricardo Yepes Stork, Fundamentos de Antropología, op.
cit.; Jacques Maritain, Persona y Bien Común, Buenos Aires, Editorial Dedebec, 1948
y Para una Filosofía de la Persona Humana, Buenos Aires, 1937; Emerich Coreth,
¿Qué es el Hombre?, Barcelona, Herder, 1974.
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Otra versión menos aceptada y conocida (diccionario etimológico) señala que
vendría del término etrusco Phersuna o Fersuna, en honor al Dios Phersu.
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b) Noción de persona
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Boecio, De Persona et duabus naturis, Cap. III. Para un análisis de esta definición
véase entre otros: Ramón Lucas Lucas, El Hombre Espíritu Encarnado, Madrid
1993, pp. 265-267.
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c) La dignidad
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d) La libertad
65
San Agustín, Joannis evangelium tractatus, III, 4.
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te. Son los actos escogidos por uno mismo, realizados de modo seguro
y sin vacilaciones. No hay en la acción ninguna coacción exterior. Se
suele distinguir también los actos denominados mixtos. Estos son aque-
llos en que disminuye la voluntariedad sin anularla, como por ejem-
plo, cuando se actúa por temor o bajo la pasión. Son actos voluntarios,
pero que bajo otras circunstancias no realizaría. Aristóteles ejemplifica
con un capitán de barco que frente a una tormenta debe decidir entre
tirar la carga o llegar a puerto. Decide arrojar la carga. Lo hace volun-
tariamente pero exigido por las circunstancias.
¿Cómo se estructura un acto libre? El punto de partida es la capta-
ción de la inteligencia de algo como bueno o apetecible. El simple
pensamiento de un bien despierta en la inteligencia una complacen-
cia, espontánea, no deliberada. Esta se presenta necesariamente aun-
que el bien sea imposible de alcanzar. Después la inteligencia procede
al examen. La complacencia requiere de un examen del bien, para ver
si es posible aquí y ahora, y si es bueno (este examen es un acto de la
inteligencia). La complacencia deviene en la intención de conseguir el
bien. Este aparece como un término o fin. Esta intención de alcanzar
el fin produce la búsqueda de los medios que nos conduzcan al fin
(también es un trabajo intelectual). Una vez hecho el examen y con la
intención de alcanzar ese bien, consentimos en los medios con vistas al
fin (este es un acto de la voluntad). Acto seguido viene la deliberación
o consilium, que también es un acto de la inteligencia. Acá examino los
diversos medios, ¿cuál es el más fácil?, ¿el más eficaz?, ¿el mejor?, etc.
La deliberación termina con la elección de un medio y exclusión de
otros (la decisión es un acto central de la voluntad). Hecha la elección
proviene la ordenación de las operaciones a realizar. Es un trabajo de
la voluntad que se llama imperium y consiste en prever y combinar,
poner en orden en el espíritu la serie de actos a ejecutar. La voluntad
pone en acción las facultades que deben operar. Por ejemplo: la imagi-
nación si debo explicar una historia; la inteligencia si quiero resolver
un problema; la sensibilidad si deseo percibir algo o el movimiento si
hay que realizarlos. Se llama usus activus. Prosigue la ejecución. Las
facultades operan según su propia naturaleza, pero como es bajo la
influencia de la voluntad, esta fase se llama usus pasivus. Si todos estos
pasos anteriores se cumplen, se obtiene el bien concebido y entonces
se produce el disfrute o fruición
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b) ¿Por qué no hago el bien que quiero y hago el mal que no quiero?
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c) ¿Qué es el bien?
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Véase Ética Nicomáquea, Lib. I, Cap. 1, 1094ª 2-3.
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d) ¿Qué es el mal?
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Tomás de Aquino, De Malo q.1, a.3c
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e) La conciencia moral
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CAPÍTULO VII
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nómico, etc.), le sigue una “Edad de Oro” (que no estuvo exenta de sus
revoluciones ni de su “Guerra Fría”), le sigue “El Derrumbamiento”,
una era de descomposición, incertidumbre y crisis, marcada por la
“desaparición” de la URSS.
Para Juan Pablo II, el siglo XX fue “un siglo de grandes calamidades
para el hombre, de grandes devastaciones no solo materiales, sino tam-
bién morales, más aún, quizá sobre todo morales (...); ha sido un siglo
en el que los hombres se han deparado a sí mismos muchas injusticias
y sufrimientos”72.
El psicólogo Enrique Rojas afirma que nuestra sociedad está en
cierta medida enferma, y que de ella “emerge el hombre light, un suje-
to que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo-consumismo-
permisividad-relatividad. Todos ellos enhebrados por el materialismo (el
hombre light es un) hombre sin sustancia, sin contenido, entregado al
dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones. El
hombre light carece de referentes, tiene un gran vacío moral y no es feliz, aun
teniendo materialmente casi todo”73. Más adelante agrega que en nuestra
actual sociedad, “el hombre no tiene vínculos, hace lo que quiere en
todos los ámbitos de la existencia y únicamente vive para sí mismo y
para el placer sin restricciones”74.
Desde una perspectiva un tanto gnóstica, Patricia May afirma que
“tenemos acceso, como nunca en la historia de la humanidad, a
interactuar con la diversidad de hechos, culturas, enfoques, visiones,
valores mundiales y esto, que indudablemente representa un enrique-
cimiento y ampliación de la conciencia es, al mismo tiempo, sin un
fondo ordenador, algo que nos deja confusos, sobreestimulados, en un
caos donde ya no somos capaces de descifrar un sentido, algo que
organice y nos devuelva la sensación, que muchos pueblos anteriores
a nosotros tuvieron, de vivir en un ‘cosmos’, en un todo armónico en
el cual podamos ubicar la experiencia integrada a un sustrato de fondo
que dé dirección a la vida. Ya nada está claro, hay tantas opciones y
tantos modos de vivir lo humano que parecemos haber perdido la
brújula. Los valores objetivos del pasado ya no nos sirven y hemos
quedado sin nada (...). En el mundo contemporáneo se han derrumba-
do las certezas, este mundo escindido entre lo racional y lo afectivo,
donde la ciencia por un lado y la religión por el otro, lo tenían todo
resuelto, se cae bajo el peso de su propia contradicción, un ‘mundo
72
Juan Pablo II, Redemptor hominis, N° 17.
73
Enrique Rojas, El hombre Light, Barcelona, Editorial Temas de Hoy, Barcelona,
sexta edición, p. 11.
74
Op. cit., p. 18
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feliz’ donde todo está controlado y nadie es feliz, en que los índices de
la crisis alcanzan a la depresión infantil, la delincuencia juvenil, a la
violencia intrafamiliar, a la droga en el mundo laboral”75.
Para Lipovetsky, “la cultura posmoderna es un vector de amplia-
ción del individualismo; al diversificar las posibilidades de elección, al
anular los puntos de referencia, al destruir los sentidos únicos y los
valores superiores de la modernidad, pone en marcha una sociedad
personalizada o hecha a la medida, que está ávida de identidad, de
diferencia, de conservación, de tranquilidad, de realización personal
inmediata. Se disuelven la confianza y la fe en el futuro, ya nadie cree
en el porvenir radiante de la revolución y el progreso, la gente quiere
vivir enseguida, aquí y ahora, conservarse joven y no ya forjar el hom-
bre nuevo”76.
¿Qué tan lejos estamos del “Mundo Feliz” de Huxley77 o de la vio-
lencia extrema descrita por Burguess en su Naranja Mecánica? ¿Y qué
tan extraños nos son el control o manipulación (principalmente de la
conciencia) a través de los medios de comunicación magistralmente
expuesto por Bradbury en Fahrenheit 451 y/o en Orwell en 1984? Cada
uno saque sus propias conclusiones.
1. El progreso científico-tecnológico
75
Patricia May, Todos los reinos palpitan en ti, Santiago, Editorial Grijalbo, sexta
edición, 2002, pp. 24-25.
76
Gilles Lipovetsky, La Era del Vacío, Ensayos sobre el individualismo contemporáneo,
Barcelona, Editorial Anagrama, 1986.
77
Véase Huxley, Aldous, Un Mundo Feliz, ref. dada.
78
Cfr. Cottier, Georges, “El verdadero sentido del progreso”, en Revista de Ciencia
Política, Vol. VII, Nº 2, 1985, pp. 100-116.
79
Un cáncer con metástasis que “progresa” terminará lo más probable con la
muerte del sujeto.
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Estos van en claro aumento. En la década de los ochenta era la octava causa de
consulta de adolescentes en el hospital de niños Roberto del Rio, hoy es la
tercera. El 39% de los menores internados en este hospital es por intento de
suicidio. El paciente más pequeño allí tratado contaba con solo seis años: intentó
suicidarse lanzándose por la ventana. La causa principal en estos menores y ado-
lescentes no es la depresión, sino una forma de pedir ayuda familiar frente a sus
problemas. Véase: El Mercurio, ediciones del 4 y 5 de octubre de 1999, Cuerpo A,
pp. 1 y 11; 1 y 10 respectivamente.
86
Cifras recientes señalan que el 5% de la población mundial de niños y adoles-
centes ha sufrido alguna vez de depresión clínicamente diagnosticada. Estadís-
ticas de la OMS señalan que en el mundo hay aproximadamente 330 millones
de personas que sufren o han sufrido de depresión.
87
Frente a esta pretensión racionalista de endiosar al hombre, cómo no recordar
el “Capricho 43” de Goya, en donde nos advierte que el “sueño de la razón
produce monstruos”, o a Pascal quien nos enseña que aquel que quiere volver-
se ángel termina volviéndose bestia.
88
El ámbito de las telecomunicaciones presenta también avances notables. Si
consideramos cuánto tiempo ha transcurrido desde la invención del telégrafo
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3. La ambivalencia humana
93
Juan Pablo II, Redemptor hominis, N° 15
94
Cfr. Discurso de Juan Pablo II a la quincuagésima asamblea general de las
Naciones Unidas, pronunciado el 5 de octubre de 1995, N° 2.
95
Pensemos, por ejemplo, en la actitud del capitán Hosenfeld (película “El Pia-
nista”) quien a diario decidía sobre la vida o la muerte de miles de judíos, que
fue capaz de perdonarle la vida a Spilzmann al escucharlo tocar el piano y
conmoverse con la belleza de la música.
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100
Para este tema véase entre otros Pablo Aguilera, En la frontera Vida/Muerte,
Santiago, Editorial Universitaria, 1991; Manuel Lavados y Alejandro Serano,
Ética clínica: fundamentos y aplicaciones, Santiago, Ediciones Universidad Católi-
ca de Chile, 1993.
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101
El modisto francés André Courréges presentó en su colección primavera-verano
en 1965 por primera vez una minifalda, diez centímetros más arriba de la rodilla.
La de Mary Quant era más corta y estaba destinada a todo tipo de mujeres y no
para una elite social, por lo cual fue llamada la “Courreges de la clase obrera”.
102
Esta modelo inglesa, cuyo verdadero nombre era Leslie Hornby, no solo po-
pularizó la minifalda sino que también creó un nuevo estilo en la moda. Alta,
desgarbada, cabello corto y muy delgada, impuso un look informal del tipo
anoréxico, que transmitía cierta antielegancia.
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103
Esta “Revolución” o revuelta se extendió prácticamente por toda Europa y
Estados Unidos.
104
Para una panorama acerca del arte contemporáneo, véase, entre otros, Jugo
Walther (ed.), Arte del Siglo XX, Köln, Taschen, 2001.
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Desde nuestra perspectiva la integración de la mujer al mundo del trabajo es
un hecho positivo, pero no porque implique la liberación de las ataduras do-
mésticas y económicas, sino porque es una contribución al bien común y un
medio importante de realización personal. Sin embargo, hay que constatar que
esto también implica un cierto costo familiar.
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CAPÍTULO VIII
La Cultura de la Muerte108
108
Si bien es cierto, esta expresión fue acuñada por Juan Pablo II, no es privativa
del ámbito católico. Véase Juan Pablo II, Centesimus Annus, Nº 39; Evangelium
vitae, Nº 26 y 50. Juan Pablo II habría utilizado esta expresión por primera vez
en un discurso a los jóvenes reunidos el 14 de abril de 1984 en Roma para el
Jubileo. Posteriormente, la utiliza ante los participantes en el Congreso sobre la
Vida promovido por la CEI, el 16 de abril de 1989.
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Juan Pablo II, Discurso ante la UNESCO, 2 junio 1980
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1. Mentalidad antivida
a) No a los hijos
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Las guerras, los crímenes, las masacres, los genocidios, las torturas físi-
cas y psicológicas tienen larga data. Sin embargo, las culturas o civili-
zaciones antiguas que utilizaron el expediente de la violencia como
forma de resolución de conflictos nunca amenazaron a la humanidad
en su conjunto. Tampoco había una clara conciencia del valor y digni-
dad de la vida humana o una conciencia extendida acerca de sus fu-
nestas consecuencias. Hoy en día la violencia adquiere dimensiones
planetarias; se la repudia, pero se recurre a ella sin vacilar (nuevamen-
te la ambivalencia humana). La posibilidad de un holocausto mundial
ya no es parte de profecías o ciencia ficción. Después de Hiroshima es
una realidad. Los fenómenos de la guerra, el terrorismo y la violencia
física y psicológica, que día a día cobran cientos de víctimas inocentes,
son cada vez más frecuentes. Los genocidios y las limpiezas étnicas no
han sido solo monopolio de los nazis. No se deben olvidar los Gulags
soviéticos, la “Revolución Cultural de Mao”, el exterminio en la
Camboya de Pol Pot o la limpieza étnica en Serbia. El asesinato, en sus
diferentes manifestaciones, ha adquirido un status universal. Si a esto
le sumamos las grandes dosis de violencia que transmiten diariamente
los medios de comunicación social, nos damos cuenta de que estamos
inmersos en una cultura en que la muerte llega a ser un divertimento.
La muerte entretiene (y ejerce una suerte de fascinación, especialmen-
te entre los jóvenes) y la industria del cine y de los videojuegos lo
saben. Los videojuegos de combates a muerte en una realidad virtual
cuentan con gran popularidad y un gran número de fanáticos, espe-
cialmente adolescentes. Según Newsweek, solo en Estados Unidos, en
el año 2000, existían 11 millones de jóvenes conectados a Internet con
fácil acceso a estos juegos. Su adicción genera en los jóvenes estilos de
vida destructivos. En este sentido leemos en la Enciclopedia Británica:
“durante la segunda mitad del siglo XX, la muerte se ha convertido en
un tema curiosamente popular. Con anterioridad, aunque resulte sor-
prendente, se evitaba casi por completo el tema en las especulaciones
científicas serias y, en un grado menor, en las filosóficas”. En otras
palabras, la muerte se ha convertido en una especie de “vedette” en el
espectáculo de la vida. Gracias a ella se venden muchos diarios y revis-
tas, se venden seguros: noticieros y otros programas de televisión tienen
altos índices de audiencia. Gracias a la muerte se venden armas. La
muerte se ha “socializado”. Las nuevas generaciones están inmunes o
muy poco sensibilizadas frente a la violencia, y por ende, a la muerte.
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que este uso de la fuerza sea éticamente aceptable se requiere una serie
de condiciones: 1) que la acción la emprenda una autoridad legítima.
Esto se refiere a los gobernantes, o a quienes tienen a su cargo el bien
común; 2) que el daño que causa el agresor a la nación sea grave,
duradero y cierto; 3) que todos los medios pacíficos tendientes a poner
fin a la agresión hayan sido agotados o sean impracticables; 4) que
haya una clara posibilidad de éxito; 5) que el empleo de las armas no
genere más daños y desórdenes mayores que el mal que se pretende
eliminar. Esta última condición es extremadamente importante, dado el
gran poder de destrucción de las armas nucleares o químicas en la actua-
lidad. El principio subyacente es el de la proporcionalidad. Todo uso de
la fuerza desproporcionado o indiscriminado que tienda a la destruc-
ción de ciudades enteras con sus habitantes, debe ser considerado como
un crimen a la humanidad. En este sentido, una guerra justa por su
causa puede convertirse en injusta por el modo (desproporción en el uso
de la fuerza). En el ataque de Estados Unidos a Afganistán se emplearon
dos aviones para lanzar ayuda humanitaria y cien para arrojar bombas.
No cabe duda de que existe el derecho natural a defenderse del
injusto agresor, pero ¿existe el derecho de agredir o atacar a otra na-
ción? La llamada guerra ofensiva o preventiva solo podría legitimarse
éticamente si existe el peligro real e inminente de ser injustamente
agredido. Es decir, acá también operaría el principio de la legítima
defensa, pues el objeto moral del ataque es defender al país de una
inminente agresión. Aquí se aplica el dictum: “la mejor defensa, es un
buen ataque”. La legítima defensa, por lo tanto, no excluye tomar la
iniciativa bajo ciertas circunstancias como las anteriormente descritas.
b) El terrorismo
117
En la actualidad hay más de 35 grupos terroristas activos. Según la lista elabo-
rada por la Unión Europea y el gobierno de los Estados Unidos destacan los
siguientes: Abu Nidal (palestina); Hamas (palestino, islámico); Hizballah (libanés,
shiita islámico); Grupo Islámico (egipcio); Al- Jihad (egipcio, islámico); Jihad
Palestino Islámico (palestino); Frente de Liberación Palestina (Palestino); Fren-
te Popular para la Liberación de Palestina (Palestino, marxista); Organización
de la gente de la Mojahedin de Irán (iraní); Al-Qaeda (multinacional con base
en Afganistán); Harakat ul-Mujahidin (Cachemira, islámico); Kahane Chai (is-
raelí); Abu Sayyaf (Filipinas) Brigada de los Mártires de Al-Aqsa; Verdad Su-
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IRA irlandés. En una carta que las Brigadas de Abu Hafs al Masri,
autoras de los atentados a las estaciones de trenes en Madrid el 11 de
marzo del 2004, dirigieron al diario Al–Quds, afirmaban: “En el nom-
bre de Dios, Clemente y Misericordioso. Cuando te castigan, tienes
que castigar del mismo modo a quienes te castigaron. Mátalos allí don-
de los encuentres; expúlsalos como ellos te expulsaron; la sedición es
más grave que el asesinato (…). Nosotros en las Brigadas de Abu Hafs
al Masri no nos entristecimos por la muerte de civiles”. Ese sólo atentado
cobró más muertes (202 inocentes y cerca de 1300 heridos) que en los
trece años de atentados de la ETA, que suman 183.
Asumiendo que siempre es difícil conocer el número exacto, salvo
excepciones, como los montoneros en Argentina o los Tupamaros en
Uruguay, los grupos terroristas son más bien pequeños, como la Rote
Armèe Fraktion (conocidos también como la “Banda “Baader–
Meinhof”) en Alemania, el Ejército Rojo Unido Japonés o el Ejercito
Simbiótico de Liberación”, no contaron con más de 600 miembros en
sus mejores momentos. En cuanto a la edad, en su mayoría son jóve-
nes cuyas edades fluctúan entre los 18 y 30 años, con participación de
hombres y mujeres. Estas han cumplido importantes roles como en el
caso de Ulrique Meinhof, una de las fundadoras de la Rote Armèe
Fraktion, o Edith Lagos, Carlota Tello y Laura Zambrano Padilla co-
nocidas como “Las Damas de la Muerte” de Sendero Luminoso. Testi-
gos dan cuenta de su crueldad y frialdad al momento de matar. Otro
antecedente interesante es que muchos grupos terroristas han surgido
en ambientes universitarios, como Baader–Meinhof; el MIR en Chile,
el Ejército Rojo Unido en Japón, Sendero Luminoso en Perú (su fun-
dador, Abimael Guzmán, era profesor de filosofía).
Si consideramos solo lo más importantes o espectaculares atenta-
dos terroristas en los últimos veinte años, los muertos son más de 7.000
y los heridos sobrepasan los 13.000. Esto sin considerar a aquellos que
quedan con “heridas” del alma.
c) El aborto120
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como una institución educativa, que apoya “la legalización de los derechos
humanos fundamentales en salud reproductiva (comprometiéndose a) “hacer
accesible la educación sexual, la planificación familiar, la anticoncepción y el
aborto legal”. Cf. Aportes, Servicio de Documentación de las Católicas por el
Derecho a Elegir, Montevideo 1993.
127
Entre los derechos que defiende esta organización se incluye el “contar con
una legislación adecuada para el aborto, sin penalización y por ende sin riesgos
de morbimortalidad”.
128
Entre las celebridades que apoyan esta marcha se cuentan Christina Aguilera,
Jennifer Aniston, Kevin Bacon, Alec y William Baldwin, Glen Close, Cindy
Crawford, Ellen DeGeneres, Jane Fonda, Woopi Goldberg, Ed Harris, Salma
Hayek, Helen Hunt, Carole King, Ewan McGregor, Demi Moore, Alanis
Morissette, Susan Sarandon, Martin Sheen, Cybil Sheperd, Sharon Stone,
Charlize Teron, Uma Thurman y Kathleen Turner. Este apoyo no es para sor-
prenderse pues si algo caracteriza a Hollywood es un estilo de vida sexualmente
liberal y promiscuo. Si falla la anticoncepción, queda el recurso al aborto.
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d) Violencia intrafamiliar
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a) Difusión de la violencia154
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CAPÍTULO IX
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cho”. En El Cairo se declara que los derechos humanos, entre ellos los
sexuales y reproductivos, de las mujeres son universales y en Beijing
se les reconoce como derechos humanos. En la perspectiva de la ONU,
aquellos países que no legalicen el aborto, estarían incurriendo en una
forma de “violencia contra la mujer”, porque se le privaría de los “ser-
vicios para el cuidado de la salud”, lo que equivale a decir, servicios
para el aborto. Dice la resolución “Integración de los Derechos Huma-
nos de las Mujeres y la Perspectiva de Género” aprobada en abril de
2004 por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU reunida en
Ginebra: “Se enfatiza que la violencia en contra de las mujeres tiene
impacto en su salud física y sicológica, incluyendo su salud sexual y
reproductiva y, en este contexto, anima a los Estados para que asegu-
ren que las mujeres tengan acceso a los servicios y programas de salud
comprensivos y accesibles ….” (párrafo 7). Este derecho se ha hecho
extensible a menores de edad sin el conocimiento y consentimiento de
los padres, haciendo descansar la responsabilidad en los Estados, en-
cargados de velar por los derechos sexuales y reproductivos de los
adolescentes. Esta iniciativa es promovida especialmente por la Orga-
nización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la
Salud, el Fondo para la Población, el Banco Mundial y el Instituto y
Fundación Gutmacher. Señala la resolución arriba mencionada: “Se
urge a los Estados a fortalecer iniciativas que aumenten las capacida-
des de las mujeres y las adolescentes a protegerse a sí mismas del ries-
go de infección con HIV, principalmente a través de la ‘provisión del
cuidado de la salud y los servicios de salud’, incluidos aquellos de sa-
lud sexual y reproductiva y a través de la educación para la preven-
ción que promueve la igualdad de género dentro del sistema cultural
sensible al género” (párrafo 10)158. Cabe destacar que los llamados “ser-
vicios de salud”, “planes o programas de salud reproductiva” incluyen
el aborto químico. Todos aquellos países que reconozcan el “derecho
al pleno goce de la salud mental y física” están obligados a la distribu-
ción de abortivos, sobre todo los países en vías de desarrollo.
Un importante grupo al interior de la Naciones Unidas desde hace
años viene presionando y haciendo lobby para que el aborto se considere
158
Entre las instituciones chilenas que comparten y/o promueven la “perspectiva
del género” se cuentan el Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud, el
Servicio Nacional de la Mujer, la Red de Salud Mujeres Latinoamericanas y del
Caribe, la Oficina Regional de la UNESCO en Chile, la Facultad Latinoamerica-
na de Ciencias Sociales (FLACSO), el Comité de América Latina y el caribe para
la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM), la Asociación Chilena de la
Protección de la Familia (APROFA), entre otras.
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Para este tema véase Salvador Arguedas, op. cit.
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Estos grupos pretenden ampararse en la Corte Penal Internacional que fue
creada para juzgar los crímenes de guerra, los genocidios y en general los crí-
menes de lesa humanidad.
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1994. En el año 1995 se les aplicó a 19600 personas. Sólo 5700 sabían
de ello. Aparte de estados Unidos y Holanda otros países en donde se
practica son Australia, India, China (en estos países se habla de muerte
misericordiosa), Suiza y Bélgica. En otros países se discute en el Parla-
mento.
¿A quiénes se recomienda aplicársela? A los enfermos incurables, a
los enfermos terminales, a los recién nacidos malformados, los
minusválidos graves, los impedidos, a los ancianos y en general a los
que son una carga para la sociedad. Peter Singer, uno de los más claros
defensores del aborto y la eutanasia, afirma que los recién nacidos
carecen de racionalidad, autonomía y conciencia de sí mismos, por lo
tanto matar a uno de ellos, “no puede equipararse con matar a un ser
humano normal, o a cualquier otro ser con conciencia propia”162. Singer
extiende este argumento a cualquier persona que carece de racionali-
dad, autonomía o conciencia de sí mismo.
Aunque parezca extraño, la eutanasia es el camino fácil, privar de
vida a una persona no es complicado. Solo se requiere del instrumento
apropiado y “sangre fría”. Lo difícil es acompañar al enfermo hasta el
fin de sus días. Armarse de paciencia y fortaleza para acompañar a ese
ser que se acerca a la muerte o para darle ánimo, para mostrarle que su
vida tiene sentido, para decirle que se le ama, o simplemente para
estar allí, en el caso de una persona en estado vegetal. Lo difícil es
seguir el camino del amor, que se expresa en compañía y cuidados. De
ese modo, se le está diciendo al enfermo que es una persona valiosa y
querida, que no está de más, ni es una carga para la familia o la socie-
dad, que vale por lo que es y no por lo que tiene. La madre Teresa de
Calcuta en múltiples ocasiones relató cómo los enfermos y moribun-
dos recogidos de las calles al sentirse acompañados y queridos morían
en paz. De lo que se trata entonces, no es de acortar la vida, sino de
humanizar la muerte. En la actualidad nos cuesta mucho convivir con
el dolor o la muerte.
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Con esto no queremos afirmar que ser lesbiana sea de suyo sinónimo de mala
madre, ni mucho menos. Posterior a este fallo y tras una apelación de la contra-
parte, la Corte Suprema suspendió el fallo, hasta que ella misma resuelva el
caso definitivamente.
167
Algunos países latinoamericanos que han implementado leyes en contra de la discri-
minación basada en la orientación sexual son Argentina, Brasil, Colombia, Costa
Rica, Ecuador, México y Venezuela. Varios de ellos han despenalizado la homose-
xualidad y derogado leyes que penalizaban la sodomía. Chile derogó esta ley en 1999.
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Para un análisis en detalle sobre el tema véase: Congregación para la Doctrina
de la Fe, “Consideraciones sobre los proyectos de reconocimiento legal de las
uniones entre personas homosexuales”, publicado en la Ciudad del Vaticano el
31 de julio de 2003.
170
Citado de Congregación para la Doctrina de la Fe, “Consideraciones acerca de
los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homo-
sexuales”, ref. dada.
171
Sobre el tema sexual en el Islam véase: Murtez Mutahhari, Ética sexual en el
Islam, Buenos Aires, Editorial Alborada, 1987.
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174
Gregorio Peces Barba, La Crisis de la Libertad de Expresión, Madrid, 1994. Cita-
do en Hugo Aznar, Comunicación Responsable, Barcelona, Ariel, 1999, pp. 55-56.
175
Leonardo Rodríguez, op. cit., pp. 77-78.
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b) Vida íntima
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c) La vida privada
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d) El reportaje encubierto182
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CAPÍTULO X
Noción de crisis
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CAPÍTULO XI
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La crisis del hombre y, por ende, de la civilización viene siendo denunciada
desde principios de siglo (XX) por diversos autores y desde diferentes perspec-
tivas. Véase a este respecto, entre otros: Oswald Spengler, Decadencia de Occi-
dente (1920-1922); Hillaire Belloc, La crisis de nuestra civilización (1939); Jacques
Maritain, El Crepúsculo de la Civilización (1939); Nicolas Berdaiev, Una Nueva
Edad Media (1933). Thomas Merton, Semillas de destrucción (1961). Obras más
recientes: Leonardo Polo, Presente y Futuro del Hombre. Desde una perspectiva
psicológica, Enrique Rojas, El hombre Light (1992). Desde una perspectiva so-
ciológica, Gilles Lipovetsky, La Era del Vacío. Ensayos sobre el Individualismo (1996).
Del mismo autor: El imperio de lo Efímero (1990), Giovani Sartori, Homo videns
(1997). Desde la Doctrina Social de la Iglesia, esta crisis del hombre ha sido
especialmente denunciada por Juan Pablo II. Véase: Sollicitudo rei socialis (1987),
Veritatis Splendor (1993), Evangelium vitae(1995) y Fides et ratio (1998). Antece-
dentes antiguos encontramos en Pascendi y el Syllabus. Otras disciplinas, como
la literatura y las bellas artes, tampoco han estado ausentes. Comienzan a ser
tópicos recurrentes la soledad, el hastío existencial, la crisis de identidad, el
desencanto, el absurdo de la existencia humana, etc. Para la literatura, especial-
mente inglesa, véase: Braulio Fernández, Tolkien y el Reencantamiento del Mundo
( 2002).
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1. Definición
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Hay una pregunta que se impone con fuerza después de estas re-
flexiones: el hombre del siglo XX y XXI con todas las comodidades
tecnológicas, con todas las posibilidades técnicas, con todo el placer y
la “libertad” que le ofrece el mundo actual, ¿es más feliz que el hombre
de ayer? Ante tan compleja pregunta y más difícil respuesta, esbozare-
mos algunos fenómenos propios de esta época, y que el lector saque
sus propias conclusiones.
a) Debilitamiento de la verdad
Por ser el hombre un ser social por naturaleza, esta crisis se proyec-
ta en todos los ámbitos en donde él se desarrolla. De este modo, la
sociedad o la cultura, manifestación de su ser y hacer se ve afectada.
Vivimos en un mundo lleno de contradicciones y rupturas. “La cultura
moderna, la cual durante siglos fue el alma de la sociedad occidental,
y, gracias a esta, igualmente en un amplio campo, también el alma de
otras sociedades, atraviesa hoy en día por una crisis: ella no aparece
hacia el futuro como un principio que vivifica y unifica la sociedad.
Esta pérdida de vitalidad y de influencia parece deberse a una crisis de
verdad. Bajo todo respecto el sentido de la verdad se encuentra grave-
mente alterado (...). Estamos finalmente aquí frente a una crisis metafí-
sica (...). La percepción objetiva de la verdad es a menudo suplantada
por una toma de posición subjetiva, más o menos espontánea. La mo-
ral objetiva desaparece frente a la ética individual en la que cada cual
parece constituir para sí su propia norma de acción, y acepta no exigir
fidelidad sino con relación a esta norma. La crisis no hace sino
profundizarse aún más en el momento en que el rendimiento toma el
lugar del valor. De allí sigue toda clase de manipulación sintiéndose el
mún encontrar grupos ecologistas que reclaman por las condiciones en que se
encuentran las aves en los corrales y las condiciones en que se transporta el
ganado, claman por un espacio “digno” para los animales, pero no les interesa
la situación de cientos de refugiados y exiliados africanos y asiáticos que viven
en su país, o los atentados de los que son víctimas de parte de grupos neonazi.
En este país una mascota –perro– goza de mayor espacio que un refugiado. Los
ejemplos pueden seguir multiplicándose.
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hombre cada vez mas despistado, con relación a los valores, cada vez,
más inseguro con la impresión de vivir en una sociedad carente de
certezas así como de ideales”192.
Esta crisis de la verdad, es decir, aquella en que los conceptos ya no
dicen lo que realmente son, se les cambia el significado, se manifiesta
también en que hoy en día todo está sujeto a la interpretación. Ser es
ser interpretado, según Heidegger. Pareciera, a veces, que estamos vi-
viendo en la fatídica Oceanía de Orwell, donde el Ministerio de la
Abundancia administra y oculta la pobreza, el Ministerio de la Paz se
encarga de hacer y/o mantener la guerra, el Ministerio del Amor
concientiza para el odio y la indiferencia y el Ministerio de la Verdad
tiene como finalidad su falseamiento193. No sería exagerado afirmar
que hemos ido progresivamente generando un “neolenguaje”, en don-
de los conceptos ya no dicen lo que son para los hombres de hoy, y,
por ende, las cosas ya no son lo que son. Se les ha vaciado de todo
contenido y sustancia. No son acaso síntomas de este fenómeno, el que
hoy se hable de felicidad, pero se piense en hedonismo; se hable de
“interrupción del embarazo”, cuando se trata en efecto de un aborto
provocado; se hable de matrimonio, para referirse a la “unión” de per-
sonas del mismo sexo (homosexuales, lesbianas); se hable de familia, y
se esté pensando en un individuo y su perro. Conceptos tan funda-
mentales como el de “género” están siendo reinterpretados. La Orga-
nización Mundial de la Salud (OMS) afirma que “la identidad de géne-
ro es la convicción personal íntima y profunda de que se pertenece a
uno u otro sexo, en un sentido que va más allá de las características
cromosómicas y somáticas propias”. De otro modo, las diferencias
naturales entre el sexo masculino y femenino no determinarían el sexo,
este, se pretende, lo elige la persona. ¡Huelgan los comentarios! Se habla
de democracia, para expresar el sometimiento al imperio de las mayo-
rías, que se autoerigen en oráculos de verdad; se habla de libertad, para
expresar libertinaje; se habla de amor, pero se piensa en “hacer el amor”.
Vemos hasta qué punto la interpretación o hermeneutización de los con-
ceptos altera radicalmente el sentido propio de ellos. Lamentablemente
nos encontramos en el reino del relativismo, en donde mi verdad singu-
lar termina convirtiéndose en una mentira universal.
Vivimos tiempos en los cuales no se cree en la verdad, se niega su
existencia. La “sociedad abierta” –para decirlo con Popper– tiene que
192
Juan Pablo II, “Cultura y Perspectivas de Futuro para el Mundo”. Discurso en
la Universidad de Coimbra, Portugal, 15 de mayo de 1992. Véase también
Discurso en la UNESCO, op. cit.
193
Véase Orwell, George, 1984, op. cit.
176
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La libertad ha sido sin duda una de las grandes conquistas del hom-
bre contemporáneo. Para decirlo con la conocida frase de Winston
194
Véase de Immanuel Kant, Was ist Aufklärung, obra editada en 1784.
195
J. Maritain, El Doctor Angélico, Buenos Aires, Ediciones Desclèe de Brouwer,
1942, p. 84.
177
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178
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Uno de los ámbitos en que quizá mejor se advierte este uso desor-
denado es en lo sexual. Asistimos a una especie de pansexualismo, que
traspasa toda la sociedad. Vivimos en una sociedad erotizada. La pu-
blicidad, el cine y en general los medios de comunicación social nos
invaden con imágenes eróticas que nos invitan al placer por el placer.
A esto hay que sumarle los esfuerzos de la ONU por “liberalizar” la
actividad sexual en los jóvenes, a través del “sexo seguro”, el “derecho
al más alto disfrute de la salud sexual y reproductiva”, o la “identidad
de género”. Así la fidelidad, el matrimonio o la castidad son, por ejem-
plo, obstáculos que “reprimen” al hombre, impidiéndole satisfacer sus
legítimos deseos. La experiencia nos enseña que quien da rienda suel-
ta a sus pasiones, termina –valga la paradoja– esclavo de su propia
“libertad”198.
c) Pérdida de identidad
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180
Crisis y Esperanza
200
Cifra entregada por Alejandro Koppmannn psiquiatra participante en Simpo-
sio Regional de la Asociación Mundial de Psiquiatría, realizado en Santiago de
Chile el año 1997. El mismo médico afirmó que Chile tiene el porcentaje más
alto de morbilidad psiquiátrica en el mundo alcanzando el 52%. Esto implica
que los chilenos no solo están expuestos a la depresión, sino también a trastor-
nos como insomnio, ansiedad y problemas de carácter alimenticio. Se calcula a
corto plazo que la depresión se podría convertir en la segunda más frecuente
después de las cardiovasculares.
181
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d) Relativismo moral
182
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183
Eugenio Yáñez Rojas
para asumir la idea de que todo era relativo, que ya no había más
certezas.
Sin perjuicio de lo anterior, nos parece que las causas del “derrumbe
de las certezas”, hay que rastrearlas primero en autores como Bacon,
Hobbes, Hume, Kant y, luego, en Karl Marx (1818-1883), Friedrich
Nietzsche (1844-1900) y Sigmund Freud (1856-1940). Marx niega radical-
mente la existencia de Dios. Este postulado es un punto de partida en
toda su concepción del mundo. El ateísmo de Marx puede ser llamado
metafísico, pues niega que Dios sea el principio del ser. Para él, a la saga
de Feuerbach, no es que Dios haya creado al hombre, sino que el hom-
bre (el burgués) creó a Dios, como consuelo, con la promesa de una vida
mejor después de la muerte. Por eso para él la religión es alienante (“opio
del pueblo”), es pura ilusión.
No menos importancia en este proceso de secularización de la so-
ciedad, es decir de la pérdida de los “valores tradicionales”, ha tenido
Nietzsche. Su ateísmo puede ser llamado moral, pues él niega que Dios
sea la “norma” que regula los actos humanos del hombre y lo condu-
cen hacia el bien. Él se sintió depositario de proclamar la muerte de
Dios, como veremos mas adelante. Freud, por su parte, es todavía el
corifeo de toda una época, que se sintió “fascinada” por los nuevos
descubrimientos de este “científico” austriaco. Su problema no radica
en sus métodos de investigación psicológica, sino en su particular in-
terpretación antropológica. Para él, el hombre no es más que una es-
pecie de “cruce” y conflicto entre la libido (sexual) y el instinto de
muerte. Al igual que Marx, sostiene que la religión era pura ilusión, un
impulso fantasioso que mueve a las masas. Él introduce además la idea
de que ninguno de nosotros es individualmente culpable, sino que to-
dos somos culpables, la sociedad es culpable. El relativismo moral se
manifiesta en hechos tan concretos como en la legalización del aborto,
de la eutanasia, del matrimonio homosexual y la adopción de niños
por parte de estos. Otro hecho de no menor importancia tiene relación
con la pretensión de la UNICEF, de tratar de incluir dentro de los lla-
mados derechos sexuales y reproductivos para los niños, el derecho a
la propia orientación sexual207, en la próxima Cumbre sobre la Infan-
cia de la Naciones Unidas.
207
Chile no ha estado ajeno a esta pretensión. Algunos años atrás el Ministerio de
Educación debió retirar algunos textos escolares (originalmente distribuidos
por ellos) en donde se mencionaba expresamente que la diferencia de sexos
era algo cultural y que por lo tanto el joven podía escoger su propio modo de
orientación sexual.
184
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Eugenio Yáñez Rojas
vuelve muy difícil darse al otro, pues el amor supone ab initio la gratui-
dad, exige poner como centro al otro y encontrar en el bien del otro
mi propio bien. El genuino sentido del amor es querer el bien del otro,
por el otro. Por ello, la carencia de amor se traduce, entre otras cosas,
en falta de amigos, en incomunicación, incluso con los más cercanos,
en una profunda soledad. Su destrucción, en cuanto es el vínculo que
más une a los hombres, es también un acto de gran injusticia.
Estamos atrapados por una especie de sexomanía que reduce el
amor al instinto sexual, a la líbido. En esta perspectiva, se le reduce a
“hacer el amor”. El sexo adquiere de esta forma un carácter recreativo,
en donde la llegada de los hijos, la mayoría de las veces, es un lastre o
un accidente en dicha relación. “Cada vez es mayor el número de
personas con dificultad para comprometerse definitivamente en una
relación amorosa y que en estado de persistente insatisfacción anímica,
mantienen actividad sexual con parejas sucesivas, no ya para gozar,
sino para no quedarse perdidos en una soledad que tampoco son capa-
ces de soportar”208. Se ha perdido ese vínculo indisoluble entre amor y
sexualidad. “Las relaciones entre amor y sexualidad no es que sean
estrechas, sino que la una se entronca directamente en la otra. Y a su
vez, en su seno vibran con fuerza todos y cada uno de los ingredientes
que nutren lo mejor del ser humano: lo físico, lo psicológico, lo espiri-
tual y lo cultural. Aquí, en el encuentro sexual, en ese momento lo que
se destaca y toma el mando es la emoción placentera del goce del acto
sexual, quedando algo relegadas las otras dimensiones, pero envol-
viéndolo todo. Por eso hay que volver a subrayar que la relación sexual
es un acto íntimo de persona a persona, nunca de cuerpo a cuerpo. ¿Qué
quiere decir esto? Sencillamente que cuando al otro se le trata solo
como ser físico, portador de un cuerpo, se ha escamoteado la grandeza
y profundidad del mismo. Eso es lo que pasa hoy en algunas ocasiones
(…). La sexualidad desconectada del amor y de los sentimientos conduce a lo
neurótico. Falsifica su verdadero sentido y, hablando y pregonando de
libertad, se termina en una de las peores esclavitudes que puede pade-
cer el sujeto: vivir con un tirano dentro que empuja y obliga al contac-
to sexual preindividual y anónimo”209.
Hemos pasado de una especie “sexofobia”, propia de la época
victoriana, a una franca y aberrante “sexofilia”, que ha llevado a una
idolatría del sexo, cuya manifestación mas clara es la pornografía. Sexo
a toda hora y en todas partes. Su comercialización nos ha llevado tam-
208
Armando Roa, La extraña figura antropológica del hombre de hoy, Santiago, Edito-
rial Universitaria, 1991, p. 96.
209
Enrique Rojas, “Amor y sexualidad (I)”en Humanitas, Nº 10, p. 277.
186
Crisis y Esperanza
210
La autobiografía sexual de esta muchacha que acaba de cumplir 18 años y
relata sus experiencias entre los 15 y 16 años, ya vendió más de un millón de
ejemplares en Italia, agotó la primera edición de 30.000 ejemplares en España
y será traducido a 23 idiomas. En uno de sus pasajes se lee: “En mi paladar se
han entremezclado hoy cinco gustos distintos, cinco sabores de cinco hombres.
Cada sabor es una historia, una porción de mi vergüenza. Estando desnuda en
medio de ellos he sentido la pertenencia a un mundo desconocido. Pero des-
pués, saliendo de aquella habitación, mi corazón se ha roto en pedazos y he
sentido una vergüenza indecible”. Melissa culpa en cierto sentido a los padres.
Ella señala que estos “son completamente indiferentes a los hijos. No saben
dónde estamos, qué cosas hacemos, qué cosas queremos”. Lo inquietante es
que esta muchacha podría ser perfectamente vuestra hija, vuestra hermana o
amiga.
187
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CAPÍTULO XII
188
Crisis y Esperanza
Stalin por darle buenas cosechas o tener un buen clima. Aunque pa-
rezca mentira, pues estamos hablando de la década del 30 y del 40, si
Stalin estaba conforme con el desempeño de los campesinos les daría
un clima propicio para las labores agrícolas, si estaba enojado haría lo
contrario. El “Führer” no lo hacía nada de mal, por su parte.
En esta lógica, afirmar la existencia del hombre, supone necesaria-
mente la negación de Dios. Desde esta perspectiva aceptar la exis-
tencia de Dios, es hacer del hombre una marioneta manejada por los
hilos divinos. La ilusión de querer ser como Dios (eritis sicut Dii, Gen.
3,5) implica la “muerte de Dios” y por consiguiente la “muerte del
hombre”, como lo proclamara Foucault. “En nuestros días lo que se
afirma no es tanto la ausencia de o muerte de Dios, sino el fin del
hombre... Más que la muerte de Dios –o más bien, en el surco de esta
muerte y de acuerdo con una profunda correlación con ella–, lo que
anuncia el pensamiento de Nietzsche es el fin de su asesino”212.
El antropocentrismo es, sin duda, la tragedia del humanismo con-
temporáneo. Ha sido justamente la pretensión de hacer del hombre el
centro de todo, lo que lo ha rebajado y empequeñecido. Parafraseando
a Maritain se puede decir que el hombre contemporáneo conoce cier-
tas verdades relativas de la ciencia, sin llegar a conocer la verdad. Es
incapaz de alcanzar una verdad supratemporal, pues aspira a la digni-
dad y a los derechos esenciales pero sin Dios. Si por humanismo en-
tendemos hacer al hombre más verdaderamente humano, dado que el
hombre viene y va a Dios, y Dios le es más interior, no existe humanis-
mo sin trascendencia. De no ser así terminamos en el dictum protagórico:
“El hombre es la medida de todas las cosas”.
189
Eugenio Yáñez Rojas
mismo, c) con sus semejantes y aun con las cosas. Esta triple ruptura
afecta esencialmente a lo más profundo de su ser, su espiritualidad.
Habría que agregar, como decía Andre Gide que si Dios no existe,
no queda otra opción que parecerse a sí mismo. El hombre, no es ya
imago Dei (imagen de Dios), sino su imago hominem (imagen del hom-
bre). Se produce entonces una “Aversia Deo, conversio ad creaturas”. Las
consecuencias del rechazo a Dios son graves, pues como reza el adagio
latino: corruptio optima pessima (la corrupción de lo mejor, es lo peor).
213
En la década de los sesenta se desarrolló especialmente en Estados Unidos la
llamada “Teología de la muerte de Dios”, que tuvo como uno de sus máximos
exponentes a William Hamilton. Para este tema véase: Marie Dominique Chenu
et al., “La Muerte de Dios. Ateísmo y religión frente a la realidad actual”. Edi-
ciones Edicusa, Madrid 1968.
214
Friedrich Nietzsche, Also sprach Zaratustra; la traducción es nuestra. A mayor
abundamiento: “Quiero abriros mi corazón por completo, amigos míos: si hubiera
dioses ¿cómo soportaría yo no serlo? En consecuencia Dios no existe en absoluto”.
215
Si nos guiamos por quienes han imaginado o proyectado nuestra sociedad en
el futuro (ciencia ficción), desde el ámbito de la literatura o del cine, debería-
mos darle la razón a Garaudy. Desde “Metrópoli” (1926), pasando por “2001
Odisea del Espacio” (1968), “Terminator” (1984), “Blade Runner” (1982), ,
“Brazil” (1985), “12 monos” (1995), “Gattaca” (1997), Matrix (1999, 2002 y
2003) y en la literatura “Mundo Feliz”, “1984” o “Fahrenheit 451” no hay cabi-
da para la religión, como una forma organizada o institucionalizada.
190
Crisis y Esperanza
216
Para este tema véase: Carla Lehmann, “¿Cuán religiosos son los chilenos?”, en
Estudios Públicos, Nº 85, verano de 2002, pp. 21-40.
217
La pregunta planteada fue: “¿Cree Ud. en Dios?”. Las alternativas eran Sí o No.
218
Véanse aquí los testimonios de Tatiana Goritcheva, Die Kraft christlicher Torheit,
Meine Erfahrungen, Freiburg, Herder, 1985 y “Hablar de Dios resulta peligro-
so”. Cfr. también: François Francou, Testigos de Cristo en la Unión Soviética, Edi-
ciones Communio, 1987. Un conocido graffiti afirma: “Dios ha muerto,
Nietszche; Nietzsche ha muerto, Dios”. Este graffiti es, a nuestro juicio, el me-
jor mentís de quienes han proclamado la muerte de Dios. No es necesario abun-
dar en ello.
219
Jean Paul Sartre, El Existencialismo es un humanismo, Buenos Aires, Editorial
Losada, 1998, p. 20.
191
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220
Véase el libro que en 1980 publicó Marylin Ferguson, “La Conspiración de
Acuario”, una de las principales representantes de este movimiento. En la mis-
ma línea del new age se encuentra la Carta de la Tierra, cuyos principios son
una suplantación del decálogo, según uno de sus creadores Mikhail Gorbachev,
por una doctrina materialista y panteísta, y que de “facto” no de “iure” ha sido
asumida por la ONU. La UNESCO la reconoce como una “herramienta educati-
va útil en su programa ‘Enseñando y Aprendiendo para una vida sustentable’”.
Una “vida sustentable” o “desarrollo sustentable” implica un férreo control de
la natalidad y de la población a través de políticas eugenésicas contra los po-
bres y enfermos. En general contra los no productivos. Las dos entidades
promotoras de esta Carta son El Consejo de la Tierra y la Cruz Verde Interna-
cional.
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CAPÍTULO XIII
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José Luis Illanes, “Esperanza e Historia”, en Revista Humanitas, Nº 10, p. 205.
197
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199
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223
Conversación de Beatty, Jefe de Bomberos con Montag. Ray Bradbury,
Fahrenheit 451, Barcelona, Editorial Plaza y Janés, 1989, pp. 71-73.
200
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224
Enrique Rojas, El Hombre Light, op. cit., p. 24.
201
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225
Véase Jean Paul Sartre, El Existencialismo es un Humanismo, op. cit.
202
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Cuando Pascal afirma que l’homme passe infiniment l’homme (el hom-
bre supera infinitamente al hombre), nos indica que está llamado a
superar todos los obstáculos que se le presente. El primer gran obstácu-
lo que se le presenta es el relativismo imperante, que ha debilitado fuer-
temente la “verdad sobre el hombre”227. Enfrentamos un “reduccionismo
antropológico”, que reduce al hombre a un aspecto de su ser, descono-
ciendo por ahí que el hombre es una persona, es decir, “un ser subjetivo
capaz de obrar de manera programada y racional, capaz de decidir acerca
de sí y que tiende a realizarse a sí mismo”.228 De lo que se trata enton-
ces es de recordar lo que él es realmente, partiendo por afirmar que
existe una verdad sobre él y no varias, que se le opongan.
226
Intervención en la Conferencia del Cairo, Egipto, 8 de septiembre de 1994.
227
Es un hecho evidente que la caída del muro de Berlín no fue más que el último
acto de un drama que se prolongaba ya por varias décadas en los países del este
(“la cortina de hierro”). Así se evidenció el fracaso económico y político de un
sistema destinado al fracaso. Si observamos la serie de transformaciones políticas
y económicas que están experimentado estos países, nadie podría desconocer
que, en cierto sentido, el comunismo ha muerto. Digo en cierto sentido, pues
cabe preguntarse ¿qué ha pasado con sus fundamentos antropológicos? ¿Ha cam-
biado realmente su visión del hombre? ¿Existe una “renovación” en este ámbito?
228
Juan Pablo II, Laborem excercens, N° 6. Por razones de espacio nos es imposible
desarrollar aquí la noción de persona.
203
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• Virtudes cardinales
204
Crisis y Esperanza
205
Eugenio Yáñez Rojas
justicia legal o social tiene que ver con el bien común y con el ordena-
miento de la sociedad.
3) La fortaleza. Esta es una virtud muy importante de recordar,
dados los tiempos que vivimos. Ella tiene que ver con el obtener o
conseguir ciertos bienes difíciles de alcanzar. Nuestra época se caracte-
riza entre otras cosas por su celeridad y por nuestra resistencia o poca
tolerancia al fracaso. Por una parte, todo lo queremos hic et nunc, aquí
y ahora, porque no hay tiempo que perder, porque la vida es una
carrera en la que hay que llegar primero, porque no hay espacio para
el lento develar del misterio. Pero la experiencia nos enseña que a
diferencia de los animales no conseguimos el bien de manera espontá-
nea. No solo nos cuesta conseguirlo, sino que además no equivocamos
y solo logramos un bien aparente. Por otra parte, nuestra sociedad no
está diseñada para el fracaso. Los que fracasan tienen poco o nulo
espacio en la sociedad. Hay que ser exitosos, es decir, conseguir las
metas sin fracasar. Algunas estadísticas demuestran que en Japón, por
ejemplo, una parte de los suicidios infantiles y juveniles se debe al
fracaso en los estudios.
La fortaleza es la firmeza del alma frente a situaciones adversas. De
este modo, ella regula, según el juicio de la prudencia, los actos (pasio-
nes) del apetito irascible, y tiene por objeto el bien arduo y difícil de
conseguir. La fortaleza supone dos aspectos: acometer, que significa
emprender una obra buena, a través de la magnanimidad y la magnifi-
cencia, y la resistencia, a las dificultades o el esfuerzo que supone llevar
a cabo estas obras. Solo si somos fuertes podremos soportar los males
del presente, propios y ajenos, solo si somos fuertes podremos asumir
los grandes desafíos con perseverancia y el corazón tranquilo, solo si
somos fuertes podremos enfrentar y superar con el corazón sereno las
adversidades de la vida y salir “fortalecidos”, es decir, hacer de la adver-
sidad o del dolor una ocasión para crecer. El yunque en donde se prue-
ba la fortaleza en su grado máximo es frente al inminente peligro de
muerte. Ser fuerte es ubicarse en el justo medio entre la cobardía y la
temeridad. Hoy en día es habitual encontrar personas temerarias, es
decir aquellos que asumen riesgos innecesarios y que desprecian el peli-
gro y buscan emociones fuertes. Encontramos habitualmente deportis-
tas temerarios que practican deportes de alto riesgo; empresarios teme-
rarios que quieren entrar al mercado y/o derrotar a la competencia en el
menor plazo posible; amantes temerarios que buscan emociones inten-
sas. Los primeros terminan por lo general aburriéndose y buscando otros
deportes más peligrosos y/o emocionantes; los segundos terminan ge-
neralmente quebrados o conducen a la empresa a la ruina y los terceros
206
Crisis y Esperanza
• Otras virtudes
207
Eugenio Yáñez Rojas
cia. Ella representa una virtud de resistencia, que nos impele a mante-
nernos firmes frente a los embates de la adversidad. El vocablo mismo
proviene de padecer y soportar.
San Agustín en su obra “Sobre la Paciencia” nos dice que ella con-
siste en “soportar los males, con el corazón tranquilo, para no tener
que perder nada por falta de serenidad, de aquellos bienes que nos
conducen a otros más grandes”. La paciencia no tiene nada que ver
con la apatía o resignación, por el contrario, ella supone una firme
voluntad de superar todos los problemas que puedan obstaculizar nues-
tro peregrinar aquí en este mundo, como criaturas contingentes. El
hombre paciente no es un hombre pasivo. A partir de la definición de
San Agustín podemos afirmar que la paciencia comporta tres elemen-
tos esenciales: a) una motivación: esta motivación está sustentada en la
esperanza. Es por la esperanza de los bienes futuros, que nosotros
aceptamos soportar los males que nos asaltan; b) un estado de espíritu,
pues presupone una actitud serena. Ella es manifestación de un equili-
brio y paz interior, que nos hace resistentes, por ejemplo, a la tristeza;
c) un proyecto. El hombre es un homo viator, un peregrino que se ha
trazado un proyecto. Hoy en día este peregrino se siente acosado por
una doble tentación: a) desistir de la marcha, pues el camino se le
presenta demasiado fatigoso y ello le implica mucho esfuerzo y renun-
cia, o b) anticipar su llegada a la meta, porque el camino lo vislumbra
demasiado largo, a través de un camino “más corto” o caminando más
rápido. Ambas formas atentan contra la paciencia que nos enseña a
enfrentar el porvenir y a dominar el temor que se siente frente a lo
imprevisto y a lo extenso de lo que se espera. Ella asume de este modo
la forma de la perseverancia. Ella ayuda a que nosotros no abandone-
mos nuestros proyectos de vida e impide a la vez que nos dejemos
atraer por las “opiniones de moda”, por la novedad o las ideologías.
La paciencia significa que uno se imponga a la vida, para que la
vida no se imponga a nosotros. Ella es una actitud positiva sobre el
transcurso y desgaste del tiempo. La impaciencia pierde al hombre, lo
convierte en un errante que no sabe hacia dónde ir, que huye constan-
temente como lo refleja el siguiente poema de Bertold Brecht:
208
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Cuanto más se vive, más se sufre”. También hay que evitar la actitud
del estoico que considera el dolor como algo puramente negativo, des-
tructivo, frente al cual hay que permanecer imperturbable. No hay
que desconocerlo ni exagerarlo. De lo que se trata es de estar prepara-
do para él y darle un sentido. Aquí son oportunas, no obstante, las
palabras de Séneca: “Nadie me parece más desgraciado que el que
nunca experimentó una desgracia. Piensa que entre los males que pa-
recen terribles, no hay ninguno que no podamos vencer, ninguno so-
bre el cual no hayan triunfado los grandes hombres. ¡Sepamos triunfar
también nosotros sobre algo!”. Esta es la gran lección de Víctor Frankl.
Él y su familia experimentaron el horror de los campos de exterminio
nazis. Sólo él sobrevivió. Frankl “capitalizó” positivamente su dramá-
tica experiencia utilizándola incluso con sus pacientes como terapia.
“En el dolor nos hacemos y en el placer nos gastamos” decía Ortega y
Gasset. El hombre que acepta el dolor, ve en él una oportunidad de
crecimiento. Como dice el refrán popular: “De hombres es sentir ma-
les, y flaqueza no sufrirlos”. Quien no está habituado al dolor o se niega
a aceptarlo, a menudo no resiste frente al primer problema, por peque-
ño que este sea. No es extraño encontrar personas, principalmente ado-
lescentes, que se suicidan por no estar “familiarizados” con el dolor.
Habituarse al dolor, como quien se acostumbra a una enfermedad, no
significa volverse insensible. El dolor nos enseña a enfrentar con fortale-
za las desgracias, porque recurriendo nuevamente a un adagio popular:
“no hay mal que por bien no venga”.
Al tenor de estas líneas el lector atento podría pensar que estamos
proponiendo una especie de neo estoicismo, es decir, estaríamos pro-
pugnando una suerte de resignación e imperturbabilidad frente al do-
lor o sufrimiento. Nada de eso. Recordemos que los estoicos partían
de una visión pesimista y determinista del mundo, que estaba regido
por leyes inflexibles y ante lo cual la única actitud “razonable” era la
apatheia o ausencia de pasión. La perfección moral para el estoico no
está en padecer o soportar el dolor dándole un sentido, sino en no
sentir dolor, en erradicarlo, en la medida que él es capaz de no dejarse
conmover por las adversidades de la vida.
212
Crisis y Esperanza
La educación, ya sea la que entregan los padres, que son los prime-
ros educadores o la que se recibe en un establecimiento educacional se
vuelve cada vez más una actividad muy compleja y difícil. No es nece-
sario ser experto en educación para percatarse de ello. Los cambios
vertiginosos en el campo de las ciencias y tecnología plantean nuevos
desafíos y problemas, lo que implica estar atento a estas transforma-
ciones para no quedar obsoleto y responder a las necesidades del mundo
actual. Sin embargo, el problema mayor no lo vemos en este ámbito,
sino en lo “valórico”. La educación debe hacer frente al creciente
relativismo moral, al individualismo, al libertinaje galopante, al materia-
lismo, al vacío existencial y a toda una gama de “disvalores” que asolan
nuestra sociedad. Sería una mirada muy miope reducir los problemas
educacionales al tema del rendimiento: buenos resultados académicos
igual buena educación, y al contrario, malos resultados académicos, bajo
rendimiento, sinónimo de mala calidad. Desde esta perspectiva, pare-
ciera ser que los problemas de la educación se reducen o concentran en
obtener mejores evaluaciones, mayores rendimientos, mejores reformas
y mallas curriculares. Pero el problema no es tan fácil.
Una buena educación es aquella que educa en virtudes intelectua-
les y morales. Pero esto no significa atiborrar a los educandos con
cátedras de ética, o con contenidos abstractos o irreales. Se trata de
formarlos integralmente para que asuman responsablemente su vida y
sus decisiones tomando en cuenta las fortalezas y debilidades que pre-
senta la naturaleza humana. Se debe evitar la tentación de pensar que
mientras más clases tengan y más materia se les entregue mejor será su
formación. Al educando no solo hay que enseñarle qué es el bien, sino
sobre todo hay que enseñarle a ser bueno.
Recordemos los aspectos centrales de una buena educación. ¿Cuál
es su naturaleza? Estrictamente hablando, no existe la educación, sino
sujetos a ser educados. En un sentido amplio, ella es un proceso per-
fectivo, que supone un aumento cualitativo y no solo cuantitativo del
educando. Su fin es la promoción y conducción del educando a su
estado de perfección en cuanto persona, a través de la adquisición de
las virtudes tanto intelectuales como morales. Parafraseando al trágico
griego Píndaro, podemos decir que educar es ayudar a que el hombre
llegue a ser lo que es. Es promover y acompañar al educando en su
proceso de madurez psicológica y espiritual, así como su desarrollo
234
Sin desconocer que educar es un proceso que no se circunscribe a las aulas, en
estas líneas nos referiremos principalmente a este tipo de educación.
213
Eugenio Yáñez Rojas
físico. Esto implica entregar los medios para que él, a través de su
inteligencia y voluntad, conquiste su perfección mediante el cultivo de
esas mismas facultades en la verdad y el bien. Por ello la educación es
una obra complementariamente intelectual y moral, y la realizan tanto –
y primero– los padres como la escuela, las academias y siempre la expe-
riencia. En el origen, centro y fin de la acción educativa es siempre la
persona. La educación es para ella, procede de ella y se ordena a ella235.
En virtud de lo dicho, una buena educación exige a lo menos acep-
tar los siguientes aspectos: a) el sujeto de la educación es siempre el
hombre. No se educa a los animales. A estos se les entrena; b) la obra
educativa tiende siempre a la perfección humana, que es siempre un
acto original, por lo cual cada educando es único e irrepetible, llama-
do a perfeccionarse de manera original. Acá cobra todo su peso el
adagio: “Quid quid recipitur ad modum recipientis recipitur” (lo que se reci-
be, se recibe al modo del receptor); c) la educación tiene, en último
término, un carácter integral. Ella busca el bien integral de la persona
y no solo de algunas de sus facultades. Se debe, de este modo, evitar la
tentación de reducir al educando a sus capacidades cognitivas o
intelectivas, en desmedro de su facultad volitiva. El educador no solo
debe formar la inteligencia, sino también la voluntad, mediante el de-
sarrollo de las virtudes humanas, más precisamente las virtudes mora-
les, y en primer lugar las cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza. En sentido propio se debe formar hombres de buena vo-
luntad o simplemente personas virtuosas; d) la perfección del hombre
o su plenitud, es en última instancia una plenitud moral. Se habla de
una buena o mala persona, no por ser muy inteligente, eficiente en su
trabajo o por sus habilidades artísticas o deportivas, sino por la recti-
tud de su voluntad; e) educar es enseñar a vivir y no “enseñar para la
vida”. Es decir, enseñarle al educando que una vida plenamente hu-
mana está fundada en la verdad y en el amor y no solo “capacitarlo” o
“entrenarlo” para ser competitivo y “exitoso” (dinero, poder, fama,
etc.) en el mundo actual; f) la educación solo es posible en libertad. El
educando es un ser libre. Es decir, él libremente se deja educar. Por
ello, no se debe confundir, educar con concientizar o instruir; g) la
obra educativa implica una comunicación de vida íntima. El educan-
do se educa ante alguien y no ante “algo”. Del mismo modo, el educa-
dor educa a alguien, y no a un “algo”. Esto supone una relación perso-
nal entre el educando y el educador. En última instancia se educa para
235
Esto que parece una mera fórmula es relevante a la hora de diseñar un proyec-
to educativo, evitando caer en errores tan frecuentes como el desconocimiento
de los fines de la educación, el intelectualismo o voluntarismo educativo.
214
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216
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CAPÍTULO XIV
236
Obviamente utilizamos las expresiones “ayer” y “hoy” en sentido figurado. Un
historiador podría ponernos en apuros y exigirnos precisar una fecha. Quizá
una posible cesura histórica sería el fin de la “Belle Epoque”.
237
Esta expresión que pertenece al poeta latino Horacio, literalmente significa
“disfruta el día” es una invitación a “vivir el presente”, antes de que sea tarde.
Se debe buscar el placer inmediato y en forma intensa.
217
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238
Con esta expresión aludimos al “arte ready-made” creado por Marcel Duchamp
(1887-1968), quien en el año 1917 presentó en una exposición en Nueva York
un urinario público, el cual denominó “Fuente”, como expresión de arte. Con
esto nos quería decir que el arte está al alcance de la mano, en lo cotidiano y
que uno se lo puede encontrar en cualquier parte (hasta en un baño). De este
modo, el arte ya no requiere de gran esfuerzo y trabajo.
239
Esta expresión se podría “traducir” de la siguiente manera: “cambie a su vieja
esposa, por su joven y sexy secretaria”, o “cambie a su viejo y achacoso marido,
por su joven colega”.
220
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221
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lista; nos vemos atrapados en una vida light que no es otra cosa que
una máscara de comediante tras la cual ocultamos nuestro miedo a
preguntarnos por nuestra vida y nuestro destino.
Esta felicidad “ready-made” está a tono con nuestros tiempos. Prime-
ro, porque un mundo que va muy de prisa necesita de una “felicidad
instantánea” o a corto plazo, “envasada”. Segundo, porque la idea de
un bien arduo y difícil de conseguir prácticamente ya no tiene cabida.
En la actualidad la sociedad se organiza para facilitarle la vida al hom-
bre. Todo al alcance de su mano, sin riesgos, sin esfuerzo: sexo seguro,
aborto higiénico, drogadicción segura, etc. Por último, en un mundo
que gira en torno al dinero, la felicidad se puede “comprar”.
242
Aristóteles, Ética Nicomáquea, 1176 b.
243
Idem, 1098ª 16–18.
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Reflexiones finales
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Ni la Iglesia Católica escapa a esta tentación. Piénsese, por ejemplo, en el Do-
cumento final de Puebla, o en Sollicitudo rei socialis.
249
La experiencia ha ido demostrando que algunas de las “Cumbres” o “Mega-
Conferencias”, principalmente organizadas por la ONU, que se vienen realizan-
do desde algunas décadas y son cada vez más frecuentes, no solucionan los
problemas fundamentales del hombre. Al contrario, los agravan, como aque-
llas que intentan introducir los “derechos reproductivos” o que se apruebe la
“Carta de la Tierra”. Del 30 de junio al 2 de julio de 1999, se realizó en Nueva
York “El Cairo + 5”, destinada a evaluar el plan de acción de la Conferencia
sobre Población y Desarrollo, realizada en El Cairo en 1994. Entre el 26 y el 30
de junio del 2000, se realizó en Suiza “Copenhague + 5”, para evaluar los pro-
gramas aprobados en la Conferencia de Copenhague en 1995. Del mismo modo,
se realizó “Beijing + 5”. Nos resultaría demasiado largo enumerar la gran lista
de Conferencias y Cumbres planificadas para los años venideros. Una informa-
ción completa en: Boletín Noticias sobre la ONU, N° 137, Informe N° 215, Buenos
Aires, 18 de julio de 1999.
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“Lo que llegó (a Rusia) y que se encuentra en todas partes es el capitalismo bár-
baro –dice Tatiana Goritcheva–. El espíritu del dinero está en todas las esferas.
Esa es la gran victoria del capitalismo en mi país... También han cambiado los
valores. El ideal de la mujer es la prostituta que viaja al extranjero y el del hom-
bre, el del asesino a sueldo que recibe mucho dinero por sus crímenes. El ruso
nuevo es ladrón, cruel y cínico”. Entrevista de El Mercurio, 13-7-1999, p. C 8.
258
Jacques Maritain, El Crepúsculo de la Civilización, op. cit., p. 78.
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Bibliografía
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Índice
Agradecimientos ............................................................................................ 6
Prólogo ............................................................................................................ 7
Capítulo I
Reflexión sobre el hombre antes de la filosofía ........................................ 13
1. Mito y Religión ............................................................................................ 13
2. Paso del mito al logos .................................................................................. 14
Capítulo II
La Antigüedad .............................................................................................. 16
1. Atisbando qué es el hombre / Los presocráticos .............................................. 16
2. El relativismo y escepticismo antropológico / Los sofistas .............................. 17
3. El “giro antropológico” / Sócrates ................................................................ 19
4. El hombre es su alma / Platón ..................................................................... 20
5. El hombre como zoon politikon / Aristóteles ................................................. 23
6. Reflexión post-aristotélica ............................................................................ 26
Capítulo III
Edad Media .................................................................................................. 28
1. “¿Qué soy yo, pues Dios mío? ¿Cuál es mi naturaleza?” / San Agustín ........ 30
2. El hombre como “persona humana” / Tomás de Aquino ............................... 32
3. Reflexión post Tomás de Aquino ................................................................... 34
Capítulo IV
Época Moderna ............................................................................................ 36
1. El hombre como una “cosa pensante” / Rene Descartes ................................. 36
2. El hombre como un “lobo para el hombre” / Thomas Hobbes ........................ 38
3. El hombre como un “buen salvaje” / Jean Jacques Rousseau ......................... 40
Capítulo V
Época contemporánea ................................................................................. 45
1. El Marxismo ............................................................................................... 45
2. El Liberalismo ............................................................................................ 47
3. El Existencialismo ...................................................................................... 49
4. El Personalismo .......................................................................................... 51
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5. El Conductismo .......................................................................................... 55
6. El Ecologismo ............................................................................................. 57
Capítulo VI
El hombre: ¿un problema a resolver o un misterio a profundizar? ........ 64
1. El hombre en cuanto inserto en un orden natural ......................................... 65
2. Diferentes “tipos” de vida ............................................................................ 66
a) Vida vegetativa ........................................................................................... 66
• Vida sensitiva ...................................................................................... 67
• La percepción o sentido común ............................................................. 68
• La imaginación ................................................................................... 68
• La cogitativa o estimativa .................................................................... 68
• La memoria ......................................................................................... 69
c) Vida humana o racional .............................................................................. 71
• Las facultades superiores del hombre: entendimiento y voluntad ............ 71
3. El hombre como unidad substancial de cuerpo y alma .................................. 72
a) El alma humana ........................................................................................ 72
4. El hombre en cuanto persona humana ......................................................... 74
a) Etimología de la palabra “persona” ............................................................. 74
b) Noción de persona ....................................................................................... 75
c) La dignidad ................................................................................................ 76
d) La libertad .................................................................................................. 77
i) Estructura del acto libre ............................................................................... 77
5. El hombre como un ser moral ...................................................................... 79
a) Capacidad de discernir entre el bien y el mal ............................................... 79
b) ¿Por qué no hago el bien que quiero y hago el mal que no quiero? ................. 79
c) ¿Qué es el bien? ........................................................................................... 80
d) ¿Qué es el mal? ........................................................................................... 84
e) La conciencia moral ..................................................................................... 87
Capítulo VII
Panorama de la sociedad actual ................................................................. 91
1. El progreso científico-tecnológico .................................................................. 93
2. Progreso y retroceso de la conciencia moral ................................................... 97
3. La ambivalencia humana ............................................................................ 98
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Capítulo VIII
La Cultura de la Muerte ............................................................................ 107
1. Mentalidad antivida ................................................................................. 108
a) No a los hijos ............................................................................................ 108
b) Irrupción de sectas antivida ....................................................................... 110
2. Omnipresencia de la muerte y la violencia ................................................. 111
a) Los conflictos bélicos .................................................................................. 113
b) El terrorismo ............................................................................................. 115
c) El aborto ................................................................................................... 119
d) Violencia intrafamiliar ............................................................................. 127
e) Maltrato y abuso sexual infantil ................................................................ 128
3. Medios de Comunicación y difusión de la violencia .................................... 135
a) Difusión de la violencia ............................................................................. 136
b) Medios de Comunicación y terrorismo ........................................................ 138
Capítulo IX
Algunos “nuevos derechos” ...................................................................... 140
1. Derechos Reproductivos: el aborto ............................................................... 140
2. Derecho a “morir dulcemente”: eutanasia .................................................. 143
3. Derecho a tener hijos: fecundación in vitro ................................................. 145
4. Derecho a formar diferentes “tipos” de familias: matrimonio homosexual y
adopción de hijos ..................................................................................... 147
5. Derecho a “ver y conocer todo”: invasión a la vida íntima y/o privada ....... 153
a) Sensacionalismo y “prensa del corazón” ..................................................... 155
b) Vida íntima .............................................................................................. 158
c) La vida privada ........................................................................................ 159
d) El reportaje encubierto .............................................................................. 161
Capítulo X
Noción de crisis .......................................................................................... 169
1. Crisis como cambio .................................................................................... 170
2. Crisis como cuestionamiento espiritual ....................................................... 170
3. Crisis como decadencia .............................................................................. 171
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Capítulo XI
¿En qué consiste la crisis del hombre? ..................................................... 173
1. Definición ................................................................................................. 174
2. Algunas manifestaciones de esta crisis ........................................................ 175
a) Debilitamiento de la verdad ...................................................................... 175
b) Uso desordenado de la libertad .................................................................. 177
c) Pérdida de identidad ................................................................................. 179
d) Relativismo moral ..................................................................................... 182
e) Rebajamiento del amor .............................................................................. 185
Capítulo XII
Causas de la crisis del hombre .................................................................. 188
1. Causa próxima: el antropocentrismo .......................................................... 188
2. Causa remota: el ateísmo .......................................................................... 189
a) Ateísmo teórico: negación y/o rechazo de Dios ............................................ 190
b) El ateísmo práctico: olvido y/o indiferencia frente a Dios ........................... 193
Capítulo XIII
¿Podemos superar la crisis? ....................................................................... 197
1. La esperanza como fundamento de la superación ........................................ 197
2. Condiciones para superarla ....................................................................... 199
a) Evitar la indiferencia, el fatalismo y el optimismo ingenuo ........................ 199
b) Adoptar una actitud sanamente realista .................................................... 202
c) Rescate de un humanismo verdadero .......................................................... 203
d) Rescate de las virtudes ............................................................................... 204
• Virtudes cardinales ............................................................................ 204
• Otras virtudes .................................................................................... 207
e) Aceptar y darle sentido al dolor ..................................................................209
3. Una buena educación como base de una vida buena ................................... 213
Capítulo XIV
¿Podemos ser felices? ................................................................................. 217
1. ¿Todos los caminos conducen a Roma? ....................................................... 217
a)“Comamos y bebamos que mañana moriremos” o el carpe diem ................... 217
b) “Compra, consume y desecha” o la felicidad “ready–made” ........................220
2. ¿En qué consiste la felicidad? ....................................................................222
a) ¿Podemos ser felices en esta vida? .............................................................. 227
Reflexiones finales ..................................................................................... 228
Bibliografía ................................................................................................. 233
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Santiago de Chile, septiembre de 2004
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