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SISTEMAS PROCESALES

El origen y desarrollo de cada sistema procesal se encuentra relacionado con el

tipo de régimen político que impera en una determinada sociedad. Quiere decir

que las instituciones procesales se moldean de conformidad con los cambios

políticos.

Tradicionalmente se presentan tres sistemas procesales para el control de la

constitucionalidad de las leyes, reglamentos y disposiciones de carácter general,

para evaluarlas en su verificación de control de constitucionalidad. Cada uno de

los sistemas procesales para control de constitucionalidad tiene un diferente

enfoque en cuanto al Tribunal que da respuesta a la cuestión de supremacía

constitucional instada. Los orígenes históricos de los sistemas procesales también

son diferentes, pero finalmente tienen convergencias y viabilidad de uso

compartido, lo cual se expone como un híbrido.

El control de constitucionalidad se inició en Guatemala durante la vigencia de la

Constitución promulgada en 1879, como consecuencia de las reformas realizadas

el 11 de marzo de 1921, que introdujeron este sistema con carácter difuso o

descentralizado, facultando al Poder Judicial a ejercerlo. Así, se estableció en el

artículo 93:

c) Dentro de la potestad de administrar justicia, corresponde al Poder Judicial

declarar la inaplicación de cualquiera otra ley o disposición de los otros Poderes,

cuando fuere contraria a los preceptos contenidos en la Constitución de la


República; pero de esta facultad sólo podrán hacer uso en las sentencias que

pronuncien […].

CONCENTRADO

Al sistema de control concentrado o de inconstitucionalidad directa le corresponde

su ascendencia austriaca, inspirada por el jurista Hans Kelsen, incorporado a las

Constituciones de Austria y de Checoslovaquia en 1920 y posteriormente fue

adaptado en ordenamientos jurídicos del resto de Europa, se especificó en un

Tribunal constitucional con facultades privativas para resolver sobre la adecuación

de las leyes dentro del marco establecido por la Constitución, esto es, el

enjuiciamiento del apego a la ley fundamental de las normas emitidas por el

órgano encargado de la emisión de las leyes, con la atribución de declarar su

nulidad por ser contraria a aquella.

En el sistema del modelo europeo, se señala que corresponde al Tribunal

Constitucional con independiente y notoriamente separado de los demás poderes

del Estado, como un tribunal que tiene el monopolio pleno en la facultad para

declarar la inconstitucionalidad de una ley; proceder a la selección de sus

miembros se hace en forma distinta a la de los Magistrados de la jurisdicción

ordinaria; y así tener procedimientos propios y actuar por iniciativa, siempre

guardando el derecho de audiencia de las partes afectadas y su decisión resulta

ser motivada y con efectos de cosa juzgada y eficacia erga omnes.

El sistema concentrado o austriaco está en manos de un órgano especializado

que ejerce el control de constitucionalidad con carácter general y cuyas sentencias


poseen carácter erga omnes. Actúa de esta manera como legislador negativo,

expulsando del ordenamiento jurídico la norma que a su juicio es lesiva a la ley

suprema.

Este sistema tiene su base en el artículo 268 de la Constitución Política de la

República de Guatemala que regula “La Corte de Constitucionalidad es un tribunal

permanente de jurisdicción privativa, cuya función esencial es la defensa del orden

constitucional; actúa como tribunal colegiado con independencia de los demás

organismos del Estado y ejerce funciones específicas que le asigna la

Constitución y la ley de la material…”

DIFUSO

Sin lugar a dudas, el sistema difuso tiene antecedentes derivado del sistema

norteamericano, porque como consecuencia del histórico fallo del juez J. Marshal,

los jueces y tribunales, en general, quedaron con la plena facultad de declarar la

inconstitucionalidad en los asuntos bajo su conocimiento, pese a que en esa

práctica se limitaron a la declaración de la inaplicabilidad de la norma estimada de

inconstitucional, esto es con efectos circunscritos a las partes en litigio.

En ese sentido, los antecedentes originarios del sistema difuso corresponden al

sistema judicial de los Estados Unidos de Norteamérica, pues el control

corresponde a cualquier juez en los casos que sean sometidos a su conocimiento;

su potestad deriva de la doctrina sentada por el Tribunal Supremo, vinculante para

el resto de tribunales en virtud del principio stare decisis; corresponde a la

potestad de los jueces y tribunales que se extiende exclusivamente a la validez de


la ley en la resolución del litigio y por último, se considera que el juez o tribunal

quedan limitados a dar una solución al caso concreto que es de su conocimiento

sin poder abstenerse de dar una solución al caso, para resolver un particular

supuesto.

El sistema de defensa de la constitucionalidad de leyes por supremacía

constitucional en casos concretos obliga para jueces y magistrados, de acatar en

su función jurisdiccional y, en primer término, la normatividad constitucional,

estimada como condición esencial de la administración de justicia; desde luego

que está exigiendo que toda decisión judicial, en tanto que afecta a quienes son

sujetos o partes en los proceso tenga apoyo legal, sostenido éste en la

Constitución, primordialmente.

Cual sea la esencia de tal instrumento es lo que lleva a preguntarse por su

naturaleza jurídica. Para ello, en defecto de doctrina propia seguiremos hilo de

autores españoles, quienes han tratado el tema con referencia de la doctrina

europea en la que descansa, especialmente la italiana y la alemana.

Marín Pageo (1990), examinando su fin inmediato, sostiene que el objeto de la

cuestión prejudicial consiste en la realización de un juicio de contraste entre dos

normas: la ordinaria –que iba a recibir aplicación en el proceso del que trae causa-

y la constitucional. En esta ocasión, el quehacer típico de la función jurisdiccional,

consistente en la subsunción de unos hechos bajo una norma jurídica –a fin de

obtener su calificación jurídica- se transforma. En la operación de subsunción que

se realiza en el juicio constitucional, la premisa menor es también una norma


jurídica. El juicio de contraste habrá de realizarse entre dos normas, la ordinaria y

la constitucional, a fin de ver si la primera respeta el contenido de la segunda (p.

98).

Observadas las posiciones doctrinarias que anteceden somos del parecer que la

inconstitucionalidad de leyes en casos concretos tiene naturaleza de consulta

requerida mediante una forma procesal propia, desde luego que no constituye

parte del conflicto que el juez deba resolver, que opera como una cuestión previa

dado que, si no existe pronunciamiento firme acerca de la ley cuestionada puede o

no aplicarse para resolver el fondo del caso concreto o el asunto procesal o

incidental de que se conozca, la sentencia no puede dictarse.

Constitucionalmente, los tribunales quedan sujetos en los procesos sometidos a

su conocimiento, a cumplir la Constitución y las leyes a las que ella da sustento,

puede ocurrir que las partes o cualquiera de ellas estimen que la ley en su

totalidad o partes de la misma, que el juzgador pueda aplicar para dar solución al

caso o al asunto procesal o incidental, devendría inconstitucional en su concreta

situación.

La Constitución de 1956 mantuvo el control difuso de la constitucionalidad, pero

introdujo dos variantes: la primera es la facultad que se confiere a las partes

interesadas de pedir, en casos concretos, la declaratoria de inconstitucionalidad

de una norma, y la segunda es la inexistencia del límite de los tribunales a

declarar la inconstitucionalidad únicamente en sentencia.

Este sistema tiene su base en los artículos 266 de la Constitución política de la


República de Guatemala y en el artículo 116 de la Ley de Amparo, Exhibición

Personal y de Constitucionalidad re regulan “En casos concretos, en todo proceso

de cualquier competencia o jurisdicción, en cualquier instancia y en casación,

hasta antes de dictarse sentencia, las partes podrán plantear como acción,

excepción o incidente, la inconstitucionalidad total o parcial de una ley a efecto de

que se declare su inaplicabilidad. El tribunal deberá pronunciarse al respecto.”

El control de constitucionalidad en forma difusa se ejerce de dos maneras:

a. inaplicación de una ley contraria a la Constitución, decidida por los jueces,

El artículo 204 de la Constitución mantiene la previsión de que los jueces

inapliquen una norma que lesiona la ley fundamental. Esta norma prevé: […]

Condiciones esenciales en la administración de justicia. Los tribunales de justicia

observarán obligadamente el principio de que la Constitución de la República

prevalece sobre cualquier ley o tratado […].

Este mandato, si bien no regula la inaplicación en forma directa, impone

taxativamente la obligación de los jueces de aplicar la Constitución por sobre

cualquier otra norma. En consecuencia, los jueces lo han empleado para estimar

la inconstitucionalidad de una disposición inferior.

En lo que respecta al control de constitucionalidad difuso, merece la pena

comentar que la legislación guatemalteca no prevé la denominada “consulta

judicial”, “duda de inconstitucionalidad” o “cuestión de inconstitucionalidad”, como

se conoce en las diferentes legislaciones al planteamiento que el juez ordinario

realiza al Tribunal Constitucional cuando se le presenta la situación de considerar


contraria a la ley fundamental una norma inferior, siempre que esta contradicción

no resulte clara y amerite la opinión del Tribunal Superior.

b. inconstitucionalidad en casos concretos.

Puede definirse la inconstitucionalidad en casos concretos como “un instrumento

Puede definirse la inconstitucionalidad en casos concretos como “un instrumento

jurídico procesal que tiene por objeto garantizar la adecuación de las leyes a la

Constitución, mantener la preeminencia de ésta sobre toda otra norma, orientar la

selección adecuada de normas aplicables a los casos concretos, impidiendo la

aplicación de normas legales no concordes con los preceptos constitucionales”.3

Tiene un carácter prejudicial, en el sentido de que es necesario decidir esta

cuestión antes de las discutidas en el proceso principal, dado que la resolución

que recaiga sobre ella en el proceso constitucional debe tenerse en cuenta en la

resolución de las cuestiones debatidas en el asunto principal.

El artículo 116 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad

(LAEPyC), en consonancia con lo establecido en el artículo 266 de la Constitución,

prevé: En casos concretos, en todo proceso de cualquier competencia o

jurisdicción, en cualquier instancia y en casación y hasta antes de dictarse

sentencia, las partes podrán plantear como acción, excepción o incidente, la

inconstitucionalidad total o parcial de una ley. El tribunal deberá pronunciarse al

respecto […].
Esta norma demuestra la amplitud de la acción, ya que esta garantía

constitucional podrá ejercerse de tres maneras distintas: como acción, excepción o

incidente.

Ello dependerá de la situación concreta en la cual se encuentre el sujeto procesal

que desea realizar el planteamiento.

EL SISTEMA DE GUATEMALA

Hasta antes de la vigencia de la Constitución Política de la República de

Guatemala vigente, el sistema constitucional guatemalteco adoptó un sistema

concentrado ante un Tribunal no permanente ni de jurisdicción privativa, regulado

según la Constitución de 1965 y en la Ley Constitucional de Amparo, Habeas

Corpus y de Constitucionalidad (Decreto número 8 de la Asamblea Nacional

Constituyente).

La Constitución Política de la República de Guatemala vigente (1985) adopta una

formulación combinada o mixta estableciendo, por una parte a la Corte de

Constitucionalidad como un tribunal permanente de jurisdicción privativa, para la

definición de funciones esenciales de defensa del orden constitucional, órgano

independiente de los demás organismos del Estado y con propias funciones

específicas asignadas en la ley matriz y en la propia norma suprema en los

artículos 268 y 272; sin embargo, por otro lado, habilitó a los jueces y tribunales de

la jurisdicción ordinaria para decidir, por denuncia de su inconstitucionalidad, sobre

la inaplicación de ley en casos concretos. De la misma manera tiene una fórmula

de autogestión para la designación de sus magistrados.


En cuanto a la primera, el artículo 267 constitucional se refiere a la

inconstitucionalidad de leyes, reglamentos o disposiciones de carácter general, y

en cuanto al segundo régimen, el artículo 266 constitucional se refiere a que las

partes podrán plantear como una acción, excepción o incidente sobre la

inconstitucionalidad total o parcial de una ley.

De las funciones que corresponden a la Corte de Constitucionalidad interesa

destacar el de “conocer en única instancia de las impugnaciones interpuestas

contra leyes o disposiciones de carácter general, objetadas parcial o totalmente de

inconstitucionalidad” y la de “Conocer en apelación de todas las impugnaciones en

contra de las leyes objetadas de inconstitucionalidad en casos concretos, en

cualquier juicio, en casación, o en los casos contemplados por la ley de la

materia”. Esta última, de carácter constitucional, es la Ley de Amparo, Exhibición

Personal y de Constitucionalidad (Decreto 1-86 de la Asamblea Nacional

Constituyente).

En la pretensión de inconstitucionalidad planteada en caso concreto se requiere al

tribunal de su conocimiento que al decidir sobre el fondo inaplique la ley atacada,

porque resultaría ser inconstitucional fundamentar el fallo en ella. Como son los

tribunales ordinarios los que tienen la potestad exclusiva de la aplicación de leyes

para la solución de litigios sometidos a ellos, a esto corresponde también el

conocimiento y pronunciamiento en primera instancia de la inconstitucionalidad en

caso concretos, de modo que la declaración que recaiga en el planteamiento de la

inconstitucionalidad precisa de ser apelada, para que de ella pueda conocer la

Corte de Constitucionalidad como tribunal ad quem.


Para la integración de los dos sistemas estudiados podemos identificar ciertos

aspectos que se conjugan en el sistema constitucional guatemalteco: 1. El control

concentrado por jurisdicción privativa aplica únicamente para la Corte de

Constitucionalidad; 2. Los magistrados integrantes de la Corte de

Constitucionalidad tienen un sistema propio; 3. La aplicación del control

concentrado aplica a casos de denuncia de inconstitucionalidades de ley de

carácter general. Por otro lado, el sistema guatemalteco de constitucionalidad

posee matices definidos por el sistema difuso, al considerarse características de

identificación propias como lo son: 1. La legitimidad para denunciar

inconstitucionalidad difusa implica únicamente a las partes procesales; 2. La Corte

de Constitucionalidad tiene competencia, pero únicamente para la reposición de

las actuaciones y conocimiento en apelación.

En ambos casos, los procedimientos se encuentran plenamente establecidos en

una ley constitucional de la materia, de rango constitucional, emanada de la

Asamblea Nacional Constituyente.

El control de constitucionalidad instaurado en la Constitución de 1985 dispuso un

sistema mixto. En el artículo 246 la norma suprema establecía: Los tribunales de

justicia observarán siempre el principio de que la Constitución prevalece sobre

cualquier ley o tratado internacional. En casos concretos, en cualquier instancia y

en casación, antes de dictarse sentencia, las partes podrán plantear la

inconstitucionalidad total o parcial de una ley y el tribunal deberá pronunciarse al

respecto. Si declarare la inconstitucionalidad, la sentencia se limitará a establecer


que el precepto legal es inaplicable al caso planteado y será transcrita al Congreso

[…].

En Guatemala, el control de constitucionalidad de las leyes se ejerce manteniendo

un sistema mixto, en el cual coexisten el concentrado y el difuso.

El sistema mixto consagrado en Guatemala se presenta de la siguiente manera:

a. Según lo establecido en el artículo 266 de la Constitución Política de la

República, en casos concretos, en todo proceso de cualquier competencia o

jurisdicción, en cualquier instancia y en casación y hasta antes de dictarse

sentencia, las partes podrán plantear como acción, excepción o incidente la

inconstitucionalidad total o parcial de una ley, debiéndose pronunciar el tribunal al

respecto. El efecto será la inaplicación de ésta al caso concreto (sistema difuso).

b. La Corte de Constitucionalidad, de conformidad con lo establecido en el artículo

268 de la Constitución de 1985, se crea como un tribunal colegiado, autónomo y

con jurisdicción privativa, cuya función esencial es la defensa del orden

constitucional. Posee la facultad de declarar la inconstitucionalidad general de

cualquier norma, por lo que, en caso de que la pretensión sea acogida, el efecto

será su exclusión del ordenamiento jurídico, la pérdida de vigencia de la norma

con carácter erga omnes (sistema concentrado).

Este sistema tiene su base en los artículos 266 que regula “En casos concretos,

en todo proceso de cualquier competencia o jurisdicción, en cualquier instancia y


en casación y hasta antes de dictarse sentencia, las partes podrán plantear como

acción, excepción o incidente, la inconstitucionalidad total o parcial de una ley. El

tribunal deberá pronunciarse al respecto”, y 267 que regula Las acciones en

contra de leyes, reglamentos o disposiciones de carácter general que contengan

vicio parcial o total de inconstitucionalidad, se plantearán directamente ante e l

Tribunal o Corte de Constitucionalidad.”, ambos artículos de la Constitución

política de la República de Guatemala

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