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ÉTICA DIALÓGICA O COMUNICATIVA: KARL-OTTO APEL

La ética dialógica sostiene que la razón moral es una razón dialógica que no se agota en la pura
conciencia y que se legitima en los discursos prácticos a través de la comunicación intersubjetiva.

Se fundamenta en la imposibilidad de negar la argumentación sin caer en autocontradicción


performativa.[1] La validez intersubjetiva de la norma hace entrar a la ética al campo de la
racionalidad teórico- práctica y permite abordar los conflictos, hacerlos públicos, discutirlos y
consensuar su solución; posibilita que se tengan en cuenta los intereses de todos los afectados en
circunstancias históricas concretas.

La universalidad de la ética discursiva está dada en la aceptación del principio criteriológico


presupuesto en todo discurso: en caso de conflicto debe recurrirse a la argumentación Nadie
puede rechazar este principio considerado como la fundamentación última de toda acción
humana sin caer en contradicción performativa. No se puede negar pragmáticamente la
argumentación sin recurrir a ella.

[1] Una autocontradicción performativa supone contradecirse al negar semánticamente, que no


existe o no es posible la argumentación, mientras pragmáticamente se la afirma en el acto de
habla mediante el cual se la niega. Argumento para decir que no es posible argumentar.

Una norma es universalmente válida o moralmente correcta si todos los argumentantes afectados
por ella, están dispuestos a consensuarla a través de un diálogo en condiciones de simetría. Su
validez radica en el intento de alcanzar la norma ideal donde los intereses de todos serían
satisfechos. Es el paso del "yo pienso " al "nosotros argumentamos”.

Es aquí donde la ética discursiva se muestra como superadora de la kantiana, ya que afirma que la
prueba de consenso requerida para la legitimación de las normas, tiene que ser también el
baremo de la conciencia particular y empírica de los individuos mediada por el discurso.

Fundamentación de la ética dialógica

El principio criteriológico incluye la exigencia de que se produzcan discursos reales para la


formación de consenso, pero como puro principio procedimental no determina ninguna norma.
Esta encuentra su fundamento al ser consensuada y por ello legitimada por los propios afectados
en los discursos prácticos.

Las normas situacionales, producto de los discursos prácticos, son fácticamente cuestionables.
Sólo el principio procedimental conserva su validez incondicionada.

Condiciones de la ética dialógica:

Aceptar la posibilidad del dialogo

1
Se debe aceptar que el diálogo, mediante argumentos racionales, es el medio de resolver los
conflictos. Y el diálogo es posible si las personas además de creer que lo es, entienden lo que se
dice, tratando de superar ciertos aspectos inconmensurables de la comunicación.

Imperativo apeliano

Obra sólo según aquella máxima que te ponga en condiciones ya sea de tomar parte en la
fundamentación discursiva, de aquellas normas cuyas consecuencias para todos los afectados
serían aptas para lograr un consenso; ya sea de decidir solo o en colaboración con otros, según el
espíritu de los posibles resultados del discurso ideal

Respeto a la autonomía

La autonomía es competencia comunicativa, lo que se traduce como capacidad de la persona por


exponer y defender sus intereses en una comunidad de argumentantes

El paradigma de la comunicación requiere al otro como el elemento esencial que posibilita el


diálogo.

En la argumentación comunicativa está presente el yo y el otro; En ella se funda el nosotros y en


ese contexto la autonomía no es simplemente el respeto a las decisiones individuales, sino el
respeto a las decisiones mediadas argumentativamente

Compensación de las asimetrías

No pueden tener validez moral las normas surgidas de un discurso en el que no se compensen las
situaciones de poder. Aunque estás se manifiestan en todas las relaciones humanas, el refuerzo
moral debe consistir justamente en no hacerlas pesar.

Las asimetrías incluso las provocadas por el poder, pueden permanecer ocultas para quienes
dialogan a causa del fenómeno simbólico del lenguaje.

Así el discurso como expresión del simbolismo es la emergencia de prácticas que han sido
institucionalizadas sin la absoluta condición de ser practicas racionales y es deber de todos los
participantes el intentar decodificarlas.

Ponerse en el lugar del otro

El consenso de una norma moral tiene dos extensiones: a) que afecte a quienes la están
consensuando; b) que afecte a terceros que no están representados. Aquí se impone decidir en
favor de la norma cuyas consecuencias pudieran ser aceptadas sin violencia por todos aquéllos
que resultasen afectados por su implementación asumiendo la representación de los que no
tienen voz.

Aceptar la falsabilidad de las normas situacionales

2
Los consensos obtenidos en los discursos prácticos reales son siempre revisables en el marco
regulativo del discurso ideal.

Fácticamente todo consenso es falible y perfectible. La fundamentación concreta de la norma que


hace necesaria su revisión está condicionada al saber interdisciplinario, a la competencia
comunicativa de los argumentantes y a la responsabilidad solidaria ejercida históricamente.

La falsabilidad de la norma esta prevista por el principio procedimental, quien conserva sólo para
sí la validez incondicionada.

Limitaciones de la ética dialógica

Los conflictos no "siempre" pueden resolverse a través de argumentaciones racionales.

Las redes simbólicas en las que se desenvuelve la vida humana impiden muchas veces que los
intereses creídos reales por personas vulnerables y menos vulnerables (todos somos vulnerables
en distintos grados y dimensiones) coincidan

Si la integridad de los sujetos ha sido vulnerada, aunque se les permita manifestar sus intereses,
éstos reflejarán esa vulnerabilidad.

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