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Jueces: Formación de juicios y sentencias (pp. 67-89) Granada: Grupo Editorial Universitario. ISBN: 84-8491-300-
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finales del siglo XIX, de la mano de James Sully quien, alrededor del año 1881, realiza el
comunes explicativos. Años más tarde, la conocida obra de Münsterberg (1908) “On the
Köhler y Koffka, gestaltistas, los primeros autores en formular una teoría comprobable
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Novo, M., Arce, R., y Seijo, D. (2003). Delimitación conceptual: Sesgo vs. error. En M. Novo y Arce, R. (Eds.),
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Con la llegada del conductismo el estudio del error quedó desterrado durante casi
veinte años, hasta la segunda guerra mundial, con el advenimiento de la corriente del
procesamiento de la información. Reason (1990) diferencia dos variantes en esta
aproximación: la tradición de la ciencia natural y la tradición de la ciencia cognitiva.
Dentro de la primera variante destacan los trabajos de la psicología experimental sobre
atención y memoria. De la tradición de la ciencia cognitiva resaltaremos el resurgimiento
del concepto de esquema bartlettiano, a través de variantes modernas del concepto de
esquema (Fiske y Taylor, 1984; Hastie, 1981; Taylor y Crocker, 1981) y el declive de las
teorías normativas. Durante la década de los años cincuenta y sesenta la investigación
psicológica sobre la toma de decisiones y formación de juicios, era de carácter
marcadamente racionalista. Hervert Simon en Carnegie-Mellon, Wason y Johnson-Laird
en Bretaña y Tversky y Kahneman, dos israelitas afincados en Estados Unidos,
abanderaron la ruptura de esta concepción racionalista. Wason y cols. encuentran que las
mayoría de las personas cometen errores en tareas de razonamiento (Evans, 1983;
Johnson-Laird y Wason, 1977; Wason y Johnson-Laird, 1972). Concretamente, Tversky y
Kahneman (1974/1986) constatan como el hombre no emite juicios basándose en
principios bayesianos, antes bien, utiliza un número limitado de heurísticos que reducen la
complejidad de la evaluación de probabilidades y de la predicción de valores, y que
conllevan la asunción de mayores riesgos.
Desde la perspectiva del juicio social, el estudio del error aparece como un “hot
topic”, como una herramienta indispensable para la comprensión de los procesos que
subyacen a la formación de juicios. Como señala Evans (1984) “aunque es importante
saber que las personas razonan adecuadamente o toman buenas decisiones en algunos
contextos, resulta de mayor trascendencia ... conocer su tendencia al error” (p. 1500-1501).
Más específicamente, la psicología del juicio social acoge en los últimos años el estudio
del error, de tal manera que ha llegado a considerarse un “hot topic” en la literatura, como
instrumento indispensable para estudiar la formación de juicios (Funder, 1987).
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Novo, M., Arce, R., y Seijo, D. (2003). Delimitación conceptual: Sesgo vs. error. En M. Novo y Arce, R. (Eds.),
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Diversos autores han mostrado la necesidad de una delimitación más explícita con
respecto a conceptos afines. Funder (1987) establece diferencias entre el concepto de error
y mistake1. El error se refiere a estímulos artificiales que representan desviaciones con
respecto a un modelo normativo. No es intrínsicamente interesante, pero puede ser
altamente informativo acerca de si el modelo representa exactamente el proceso de juicio.
Sin embargo, el mistake, tiene que ver con estímulos reales, no de laboratorio. En
consecuencia, resulta relativamente más sencillo detectar un error, dado que la naturaleza
del estímulo es conocida; no ocurre lo mismo con el mistake, que responde a un criterio
localizado en el mundo real.
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Por las particularidades lingüísticas de cada concepto hemos preferido mantener las denominaciones
originales.
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Novo, M., Arce, R., y Seijo, D. (2003). Delimitación conceptual: Sesgo vs. error. En M. Novo y Arce, R. (Eds.),
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física o mental no consigue su resultado intencionado, así como cuando estos fracasos no
se puedan atribuir al azar”. La intención se presenta como una condición sine qua non,
excluyendo el factor azar. Pero además, este autor distingue dos tipos de error: slips/lapses
y mistakes. Se refiere al primer tipo como errores que resultan de algún fracaso en la fase
de ejecución y/o almacenamiento, con independencia de si son adecuados o no, para
alcanzar un determinado resultado. Los mistakes se refieren a “fallos en los procesos de
inferencia y formación de juicios relacionados con la selección de un objetivo o con la
especificación del medio usado para conseguirlo, independientemente de que las acciones
estén o no de acuerdo con el plan”. Esta tipología de errores está ligada a distintos estadios
o mecanismos cognitivos, los lapses tienen lugar durante la fase de almacenamiento; los
slips durante la ejecución y los mistakes durante la planificación.
Uno de los modelos más recientes del error, que comentaremos por su particular
relación con los heurísticos y sesgos, es el Generic Error-Modelling System (Reason,
1990) que recibe influencias de otros modelos cognitivos (Rasmussen, 1986; Rouse,
1981), e intenta integrar dos áreas de investigación del error: slips y lapses que son debidos
a fallos en la ejecución o en el almacenamiento y mistakes, que son fallos debidos a la
planificación. En realidad, este modelo amplía la dicotomía slip-mistake considerando dos
tipos de mistakes, basados en normas y basados en el conocimiento. Los mistakes, basados
en el conocimiento, tienen su origen en la racionalidad limitada del hombre y en la
inexactitud del modelo mental del espacio problema. Éstos últimos centran nuestra
atención por su estrecha relación con el concepto de heurístico.
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Keren (1990, p. 526) define el concepto de sesgo como ”una desviación respecto a
una respuesta normativa correcta, que implica la asunción de la existencia de una única
respuesta correcta”. Fiske y Taylor (1984, 1991) van más allá y dirimen las diferencias
entre ambos conceptos. Para estos autores, la definición de error vendría a coincidir con la
planteada por Keren, refiriéndose a una desviación respecto a una regla normativa,
mientras que el sesgo implicaría una distorsión no circunstancial sino sistemática.
2 Una revisión bibliométrica del manual Psicología Social (1994): sesgo anticipado, atribucional,
cognitivo, de anormalidad, de distinguibilidad, de perseverancia, de positividad, de vivacidad, de
respuesta, endogrupal, pollyana.
En “Introducción a la Psicología Social” (1990): sesgo atribucional, sesgo en la cognición social, sesgo
del falso consenso, sesgo favorable al yo, etc...
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los sesgos se debe a que revelan los procesos subyacentes. Ello no significa que las
personas generalmente tomen decisiones o emitan juicios de poca calidad, sino que el
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Azjen y Fishbein, 1975; Fariña y otros, 1996). Sin embargo, otros autores, controlando las
diferencias informacionales, han constatado la existencia de este sesgo (Miller, 1976; Ross
y Sicoly, 1979).
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sobrestimar la medida en que sus expectativas y juicios son compartidos por otras personas
(Harvey y Weary, 1984; Kelley y Michela, 1980; Nisbett, Borgida, Crandall y Reed, 1982;
Nisbett y Ross, 1980). Una explicación posible del falso consenso (Ross, 1981) vendría del
hecho de que en la vida cotidiana tendemos a interaccionar con personas con puntos de
vista similares a los nuestros.
El falso consenso puede apreciarse en las sentencias, de tal manera que cuando los
jueces se rigen por su propia percepción de consenso, exageran el grado en que sus
sentencias son aceptadas (Fitzmaurice y Pease, 1986). Los jueces, como deduce Ashworth
entienden como coincidente con la propia. De este mismo trabajo, el autor informa que la
mayoría de los jueces no consideran la distancia social con respecto al acusado como un
falibilidad, éste respondió que distinguiría una sentencia errónea, cuando casi todas las
personas de “la galería pública” así la considerasen. Desde nuestro contexto judicial, se
(Novo, 2000); un 19.6% de dichas sentencias refieren falso consenso, modulando éste
asociación se encuentra en un 79.8% de las sentencias; es decir, de este sesgo se valen para
rebatir la existencia de agravantes (Novo, 2000).
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Otra fuerza motivadora subyacente a la atribución causal que fue identificada por
Kelley (1972) es el deseo de mantener un control efectivo sobre la situación. El control
efectivo puede sesgar a los individuos a atribuir eventos a factores controlables en lugar de
a otros que escapan a su control. Esto puede llevar a preferir explicaciones basadas en
factores internos (Berscheid, Graziano, Monson y Dermer, 1976; Miller, Norman y
Wright, 1978).
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situaciones, de las metas que el que percibe busca y la interacción con ciertas expectativas,
que conlleva a que el perceptor realice ciertas tácticas, que provoquen la confirmación
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El efecto del “error fundamental” sobre las sentencias llevaría a una consideración
insuficiente de las presiones situacionales (Fitzmaurice y Pease, 1986). Con independencia
del sentido legal que se le deba conceder a las sentencias judiciales, cuando se afirma que
el acusado es autor material y responsable de los hechos que se le imputan, parece ser
cierto que la ley formula que el sujeto es el responsable principal de sus actos (Garrido,
1994). En este sentido, Ashworth (1984) señala que muchos de los jueces que componían
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su muestra, creen que los factores que inhiben a la mayor parte de las personas de cometer
crímenes, son las creencias morales y el miedo al estigma social. Asimismo éstos
argumentan que la razón por la que existe un número desproporcionado de personas en
prisión pertenecientes a un grupo socioeconómico desfavorecido, es porque tienden a
cometer más crímenes, y esto es atribuido por algunos jueces a inteligencia inferior y a
estándares morales más laxos.
estima una frecuencia o categoría mediante la facilidad con que le vienen a la mente
probabilidad, puesto que los ejemplos de categorías más frecuentes se alcanzan mejor y
más rápido que los menos frecuentes. Sus juicios están influenciados por la facilidad con
que se recuperan los ejemplos. No obstante, el recuerdo selectivo no implica que el sujeto
sentencias penales analizadas en un estudio de archivo (Fariña, Arce y Novo, 2003). A este
2.1.2.2. Preconcepciones
La existencia de preconcepciones que guían el uso de la información en la
predicción y explicación de eventos, sensibilizan a las personas hacia ciertas hipótesis e
información y predisponen a ignorar ideas intuitivas acerca de un evento o conducta a
considerar (Azjen, 1977; Bar-Hillel, 1980; Kelley, 1972; Nisbett y Wilson, 1977).
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2.2. Conclusión
A lo largo de este capítulo hemos delimitado el marco conceptual del sesgo y del
error, así como las diversas acepciones teórico-empíricas que la literatura proporciona,
desde la óptica del hombre como perdedor de información. En adelante, siguiendo la
diferenciación de Ross (1977) y Kruglanski y Azjen (1983) excluiremos, como ya
hemos anticipado en páginas previas, el término de error. Por el contrario, hablaremos
de estrategias heurísticas como instrumentos o atajos cognitivo-motivacionales que el
individuo pone en funcionamiento cuando resuelve problemas, forma un juicio o toma
una decisión. Como hemos podido apreciar, el heurístico es una herramienta humana
que difiere del algoritmo por limitaciones cognitivas del sujeto (atención, memoria y
recuperación de la información). Reiteramos lo planteado por Kruglanski y Azjen
(1983) en el sentido de que todo el conocimiento puede estar sesgado
“heurísticamente”, pero no tiene necesariamente porqué resultar en un error, sino en
inferencias, juicios o decisiones claramente adaptativas o apropiadas.
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Ashworth, A.., Genders, E., Mansfield, G., Peay, J. y Player, E. (1984). Sentencing in the
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