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Claves para la construcción de una pedagogía intercultural

Keys to the construction of a pedagogy intercultural

¹Ricardo Cabanillas Aguilar y ²Iván León Castro

¹Doctor en Educación, Director de Sección de Educación y docente Principal de la Facultad de Educación de la


Universidad Nacional de Cajamarca. E-mail:ricardokabani@hotmail.com
² Magíster, comunicador social y docente Principal de la Universidad Nacional de Cajamarca. E-mail:
ivanleon_unc@yahoo.es

Palabras Clave: Pedagogía intercultural, yo profundo, racionalidad teórico-práctica

Resumen

La misión de la pedagogía intercultural es promover el diálogo en la construcción de saberes


compartidos e integrados en valores y actitudes, con sentido de pertinencia y pertenencia, para
lograr el desarrollo integral de la persona y de la sociedad. Esta tarea exige el mejoramiento
tanto de la formación inicial como de la formación continua, a través de políticas articuladoras e
inclusivas. La praxis pedagógica intercultural, requiere además el manejo metacognitivo de la
racionalidad teórico-práctica y el cambio de actitud de los actores involucrados en el proceso
educativo, teniendo en cuenta el Yo profundo de la persona y sus tres dimensiones educables:
Ser persona, Ser social y Ser cultural.

Abstract
The mission of education is to promote intercultural dialogue in building shared knowledge and
embedded in values and attitudes, a sense of belonging and membership, ensuring
development of the individual and society. This task requires the improvement of both the initial
and continuing training, through articulating and inclusive policies. The intercultural educational
practice, management also requires metacognitive theoretical and practical rationality and the
changing attitude of the actors involved in the educational process, taking into account the deep
self of the person and its three dimensions educable: Being a person, Be Social and Cultural
Ser.

Introducción

Nuestra realidad actual signada por la complejidad, la incertidumbre y la globalización, nos


obliga a reflexionar sobre las implicancias de la globalización en los comportamientos
educativos de las microculturas asentadas en nuestras regiones. La intención de todo modelo
educativo es buscar el cambio y desarrollo de la persona y de la sociedad. Sin embargo,
ningún cambio educativo orientado hacia el desarrollo de la integralidad del SER (Ser Persona,
Ser Social y Ser Cultural) funciona si no se asume la racionalidad teórico-práctica (Mosterín,
2004), como una práctica discursiva y metacognitiva enmarcada en la dimensión
antropofilosófica (el Yo profundo del ser) que requiere la visión de la interculturalidad en un
mundo deshumanizado por el postmodernismo en la era de la globalización.

El yo profundo herramienta para el cambio de actitud

La educación debe ser entendida como un proceso o producto social de construcción de


conocimientos y significados como aspiración ideal para lograr la completud del hombre
inacabado y perfectible. La educación debe constituir un esfuerzo indetenible para lograr su
desarrollo integral somático y espiritual, lo que nos obliga a contemplar y reflexionar sobre

1
nuestro Yo profundo 1, como un estado esencial de la conciencia para captar la vida desde
dentro, a fin de actuar con responsabilidad y sabiduría en la tarea educativa, en esta época de
crucial deshumanización a causa de los efectos nocivos de la globalización, el subdesarrollo, y
los elevados índices de inequidad y de exclusión.

Aspirar un cambio de actitud requiere una seria reflexión sobre la necesidad de abandonar
nuestro Yo empírico, superficial, aletargado, materializado y re-descubrir nuestro Yo
profundo, para relativizar nuestras posiciones altamente restrictivas y cerradas que obnubilan
la racionalidad y la creatividad. Esto obliga a sustituir, o cuando menos establecer un diálogo
entre los enfoques unívocos y lineales con los enfoques multifactoriales o de perspectiva
múltiple. La complejidad exige que el paradigma de la simplificación deba dar paso al
paradigma de, la comprensión o interpretación (Edgar Morin, 1999). Comprender un fenómeno
exige abordarlo como un todo, pero sin descuidar sus partes o componentes. Analizar las
relaciones sistémicas que existen entre sus componentes e interpretar sus comportamientos.
La verdad, por tanto, no es única sino múltiple (Mario Bunge, 2004).

La racionalidad teórico práctica en la formación docente

La praxis de una pedagogía intercultural orientada hacia la construcción de un modelo de


sociedad democrática, participativa y de desarrollo humano, requiere mirar la esencia de
nuestro Yo profundo para enfocar nuestro discurso racional hacia la construcción de políticas
educativas en los siguientes aspectos: Qué modelo de sociedad aspiramos, Qué modelo
educativo requerimos, Cómo garantizamos la sostenibilidad de ese modelo, Qué currículo
implementamos, ejecutamos y retroalimentamos en el marco de la interculturalidad y de las
políticas de gestión y aseguramiento de la calidad con fines de acreditación (Ley N° 2874-
SINEACE).

La práctica pedagógica intercultural requiere un manejo racional teórico-práctico, tanto en la


formación docente inicial como en la formación continua. Se trata, entonces, de construir un
nuevo discurso pedagógico desarrollador de la concienciación intercultural, desde el Yo
profundo del ser humano, impulsando su racionalidad teórico-práctica para el mejoramiento de
la formación docente inicial y continua. Así, se forjará la utopía para lograr un nuevo modelo
educativo y un nuevo modelo de sociedad.

La racionalidad como práctica en la construcción de una pedagogía intercultural

1
El Yo como centro esencial de la conciencia ha sido abordado principalmente por la filosofía y la psicología. José Ferrater Mora
(1981, p. 3519), expresa lo siguiente: En filosofía “yo” ha sido usado con el artículo “el” en “el yo”, o “el Yo”. En este caso “yo”, o,
como se escribe más comúnmente, el “Yo”, suele designar una realidad o una forma de realidad, equivalente a la persona, a la
conciencia o a la identidad personal.“El Yo” se ha entendido frecuentemente en sentido psicológico como designando aquello que
subyace en sus manifestaciones, esto es, a cualquier acto mental, o serie de actos mentales: El Yo es entendido entonces como
una sustancia que permanece, es decir, que sigue siendo idéntica, debajo de todos sus posibles actos. Algunos autores han puesto
en duda que haya algo que pueda llamarse “el Yo” sencillamente porque no hay nada que pueda llamarse “una substancia”. El Yo
es entonces el nombre que se da al conjunto de los actos mentales. Henri Bergson presenta al Yo-conciencia como una unidad de
diferentes niveles de concentración y profundidad; en esta perspectiva distingue un Yo superficial y un Yo profundo. (“Los datos
inmediatos de la conciencia”, Tesis Doctoral, París, 1888). Se emplea el constructo filosófico Yo profundo,, para definir un estado
esencial de la conciencia que permite al individuo la capacidad de contemplar, reflexionar, discernir, comprender y atender los
contenidos mentales en su integralidad. El Yo profundo guarda estrecha relación con la autoconciencia, definida como “la
capacidad de desdoblamiento de la conciencia de tal manera que es capaz de atender a los contenidos. La atención controlada y la
introspección son los mecanismos que lo definen y ha sido llamada indistintamente reflexión, autoconciencia o visión interior”
(Ramón de la Fuente y Fco. Javier Álvarez Leefmans, 1999).

2
La praxis pedagógica intercultural 2, es producto de la praxis social recursiva, donde las
visiones multilineales predominan sobre la unilinealidad. Estas visiones se enmarcan en el
paradigma de la complejidad, el holismo y el sistemismo, en la perspectiva del desarrollo
humano. Esta mirada multidimensional, coadyuva a la comprensión de la esencialidad de las
culturas3. Entender por ejemplo, que existen culturas dominantes y dominadas, que necesitan
superar sus resentimientos históricos y dialogar para fortalecer sus prácticas de convivencia.
Fomentar el diálogo intercultural para afrontar los desafíos de la globalización trabajando en
red para garantizar su sobrevivencia y desarrollo.

El diálogo intercultural coadyuva a superar las brechas de inequidad y exclusión que


distancian a las culturas. Por ejemplo, en nuestro medio latinoamericano, la cultura occidental
asumiendo los acuerdos internacionales (Jomtiem, 1990; Dakar, 2000, etc.), intenta flexibilizar
sus políticas frente a la cultura andina planteando: la disminución del analfabetismo y la
pobreza, la atención a la primera infancia, el rescate y revaloración de las lenguas dominadas o
en proceso de extinción, etc. Sin embargo, los rezagos de la dominación y de la inequidad son
fuertes y severos, aún en el campo económico, educativo, étnico y sociocultural. Nuestra
educación peruana –y parte de la educación latinoamericana-, es altamente conformista,
mitómana, ilusoria, timorata y egoísta. Nuestros currículos viven aún de los recuerdos líricos
de un pasado sospechoso. Por ejemplo, dudosa es la lista de los grandes guerreros incas que
forjaron un imperio que no duró más de 100 años de dominación en la Región Cajamarca.
Dudosa es la lista de héroes que fueron víctimas en las guerras que hemos sostenido con
países vecinos. Sin embargo, la educación formal no lo advierte ni lo cuestiona en la
enseñanza de las Ciencias Histórico Sociales. Y lo más grave, la enseñanza tanática y
autodestructiva de la Historia (la cruel muerte de Túpac Amaru por parte de los españoles o la
toma y saqueo de Lima por parte de los chilenos), sólo han servido para generar un
inconsciente colectivo ahíto de odios, fobias y resentimientos, constituyendo un obstáculo
peligroso para un genuino diálogo intercultural.

La pedagogía intercultural exige una teórica y una praxis reflexiva y dialéctica, a partir del re-
descubrimiento y manejo consciente de nuestro Yo profundo. Cada maestro y cada alumno
es poseedor de un yo esencial, profundamente consciente, racional, analítico, creativo,
sensible, emocional y amatorio. El desafío es descubrir la esencialidad de nuestro Yo
profundo, como núcleo de nuestra persona, con toda su potencia consciente, creadora y
comunicativa para poner en práctica el principio de la alteridad, propuesto por Emmanuel
Lévinas, a través del diálogo tolerante, convocante e integrador. Sólo así se podrá vencer al
temor y será más cierto nuestro encuentro con el “otro” para construir una cultura de
convivencia y armonía con sentido de pertenencia y de pertinencia.

2
Jesús Mosterín (1999), expresa: “La cultura es la información que se transmite por métodos no genéticos, es decir, la
información que se transmite entre animales por aprendizaje social”. Según este notable filósofo español, hay cosas que
sabemos hacer porque hemos recibido la correspondiente información genética, como por ejemplo, hablar, reproducir, etc. En
cambio hay otras cosas que se aprenden por interacción social, sin mediación de la información genética: “Cuando oímos a otro,
cuando imitamos a otro, cuando vamos a clase a la universidad, o simplemente nos ponemos junto a una persona que está
realizando una cierta tarea y miramos cómo esa persona la realiza y tratamos de realizarla de una manera parecida, como
hacían los aprendices de los oficios antes, esto es lo que conduce a la cultura. La cultura es esta información que no solamente
no es genética, que no solamente es inicialmente adquirida por ciertos individuos, sino que esos individuos no se la guardan, sino
que la transmiten. Si hay algo que yo descubro por mí mismo y no se lo cuento a nadie y esa información se muere conmigo, eso
no forma parte de la cultura. Lo que forma parte de la cultura es lo que se transmite por aprendizaje social, es decir, lo que se
aprende de otros”
3
Nuestro país que se caracteriza por su complejidad y biodiversidad (28, de 32 climas del mundo, 11 de 18 ecoregiones del
mundo, 72 grupos humanos con cultura y tecnología propias y con marcadas diferencias étnicas, sociales y culturales.

3
Se trata de salvarnos a nosotros mismos por la acción reflexiva de la racionalidad y por la
fuerza de la utopía para movilizar nuestro Yo profundo hacia la construcción de una
pedagogía intercultural innovadora, atendiendo y comprendiendo la unidad en la diversidad.
Por eso es indispensable entender también a la interculturalidad sensu strictu, como la
diversidad o heterogeneidad de cosmovisiones o idiosincracia de los alumnos. Cada estudiante
posee un peculiar comportamiento idiosincrático.

El docente debe ser consciente que es un mediador de la cultura que se trasmite a través del
currículo determinado por el sistema educativo. Debe estar atento, merced a su pensamiento
crítico, para diversificarlo y adaptarlo a las necesidades educativas de los educandos. Debe
entender que el contenido curricular es una porción cultural que se debe adaptar a las
necesidades de los alumnos para que puedan desarrollar sus capacidades y actitudes con
plena autonomía y libertad. La pedagogía intercultural exige emplear la fuerza de la afectividad
y el pensamiento sistémico para transversalizar y articular los métodos didácticos y lograr la
comunicación empática, considerando la heterogeneidad de los educandos, sus estilos y ritmos
de aprendizaje. El propósito es desarrollar capacidades, redes de conocimientos, socializados
y pertinentes, orientados a la solución de problemas intelectivos o prácticos. Por otra parte, la
práctica pedagógica intercultural es de carácter dialéctico y en círculos concéntricos. Parte del
localismo para articularse con el universalismo, sin caer en chauvinismos fundamentalistas o
nacionalismos ilusorios.

El diálogo intercultural: el ser persona, el ser social y el ser cultural

La pedagogía intercultural, debe partir desde las esencias racionales y creativas cimentadas en
el Yo profundo de cada persona y -por extensión- de cada cultura, que deben ser rescatadas
e integradas mediante el lenguaje 4 , el diálogo y el consenso. Para ello, proponemos lo
siguiente:

Conocer el mundo sensible y actitudinal de las culturas

Es imprescindible conocer y comprender el mapa cultural de cada comunidad, desde la


internalización del concepto cultura, la identidad, la pertinencia, la cosmovisión y los
valores plasmado en todos los discursos de la persona, la familia, la comunidad y la
escuela. El propósito es comprender la naturaleza del Yo profundo de cada persona,
teniendo en cuenta sus tres dimensiones educables: Ser Persona, Ser Social y Ser
Cultural; cada cual con sus peculiares signos y constructos culturales, pero con profunda
visión integradora, a fin de establecer un tejido comunicativo sólido y genuinamente
dialógico y afectivo para garantizar la plasmación de la alteridad.

La escuela debe ser el centro de esta reflexión profunda y permanente a través del diseño
de sus procesos transcurriculares o transversales, cuya plasmación debe orientarse hacia
la valoración y transvaloración del mundo axiológico que se cultiva en cada comunidad,
donde el diálogo es un espontáneo fluir de la afectividad, no para argumentar ni persuadir
manipulatoriamente, sino más bien para integrar, sensibilizar y socializar.
4
Sergio Moriello (2005), aclara lo siguiente: El lenguaje incumbe –ante todo– a las relaciones entre las cosas y los conceptos.
Cada palabra no sólo transforma el estado de la red conceptual, sino que contribuye, además, a construir o a remodelar su misma
topología [Lévy, 2000, p. 35]. Su finalidad es permitir la comunicación. Es el medio principal con el que los sistemas intercambian y
comparten información y establecen una comunión de significados. Con él, un grupo de sistemas equivalentes puede definir y
desarrollar planes u organizar actividades complejas. En efecto, a medida que va aumentando el número de individuos y se van
formando grupos sociales, se acentúa la necesidad de comunicación entre sus miembros, no sólo a través de grandes distancias,
sino también a lo largo de extensos períodos de tiempo.

4
Ninguna práctica pedagógica intercultural tendrá los logros previstos, si no parte de un
diálogo esencial en el que impere el sentido de pertinencia y de pertenencia cultural.
Conocer el perfil del Ser cultural es imprescindible para instaurar un proceso pedagógico
intercultural, acorde con una autorregulación dialógica profundamente metacognitiva. No
obstante, este conocimiento debe partir desde el autoconocimiento del Ser cultural del
maestro, para determinar el nivel de conectividad cultural entre su Ser Cultural con el
Ser Cultural del educando y aun del padre de familia. Es importante entonces, instaurar
un espacio para reflexionar sobre el rol del Ser del Maestro en relación con la cultura, el
ambiente y la visión prospectiva y circunspectiva de la educación intercultural, signada por
la complejidad (Edgar Morin, 1999) y orientada hacia el paradigma de desarrollo humano.

El conocimiento y manejo de los conceptos como herramientas del diálogo


intercultural

La precisión semántica del término cultura, teniendo en cuenta la interacción de las tres
dimensiones del Yo profundo (Ser persona, Ser, Social y Ser Cultural), coadyuvará al
fortalecimiento del espíritu de pertenencia y de pertinencia cultural del maestro y del
alumno, así como también de los demás actores involucrados en el proceso educativo.
Por consiguiente, el concepto Pedagogía intercultural debe entenderse como un
proceso y una práctica cultural, interactiva, dialógica y reflexiva, asumida por el docente y
el alumno, para la construcción de saberes compartidos e integrados con valores y
actitudes. Todos los conceptos, saberes y prácticas educativas asumidos en un currículo
intercultural deben ser herramientas dialógicas para la construcción de un genuino
discurso educativo intercultural que fortalezca la alteridad y las vías de acceso al
desarrollo humano local, regional y nacional.

La metacognición como herramienta de la pedagogía intercultural

La práctica pedagógica intercultural debe ser resignificada y desarrollada con gran fuerza
metacognitiva, en el marco de la racionalidad teórico-práctica, para garantizar la
socialización y el empoderamiento de los conceptos en virtud del perfil que se pretende
lograr. Que estos saberes, actitudes y valores se incorporen en el Yo profundo de cada
educando.

En un diseño curricular se debe tomar en cuenta la importancia de las variantes de la


lengua, para establecer un lexicón comunicativo metodológico, teniendo en cuenta los
hipocorísticos, los sistemas afectivos y los términos pertinentes para el ejercicio de una
práctica intercultural afectiva. Tomar los referentes del contexto: la historia de cada
persona, de cada familia y de cada comunidad, los saberes y prácticas medicinales, los
rituales artísticos, festivos y mágico religiosos, la oralidad, los topónimos y la historia del
paisaje (el espíritu holístico y estético de la naturaleza), etc.

La transversalidad herramienta dinámica de la interculturalidad

Los currículos con visión intercultural, deben brindar importancia a la transversalidad. Más
allá de la acostumbrada convencionalidad circunscrita a los temas transversales, la
transversalidad es el tejido dinámico y dialéctico, integrador de los contenidos, valores y
actitudes que orientan el sentido teleológico de la educación hacia el desarrollo humano
sostenible. El currículo inscrito en el enfoque humanista debe priorizar sus mayores

5
esfuerzos en formar ciudadanos interculturales con probada calidad humana. Ciudadanos
educados, con actitud emprendedora, productiva y saludable. Así, la transversalidad se
convierte en un gran río de contenidos, capacidades y valores (competencias) que
denotan una gran fuerza actitudinal para arribar al desarrollo humano sostenible. En
consecuencia, es necesario definir las grandes vías o ejes transversales de la educación
como herramienta facilitadora de cultura sostenible: En virtud del Proyecto Educativo de
la región Cajamarca-Perú, los ejes propuestos para nuestra región, son: 05: 1) cultura
productiva (en y para la economía solidaria), 2) cultura en salud (calidad de vida y del
ambiente), 3) cultura en valores y en la ética (calidad humana y social), 4) Cultura en
investigación e innovación (calidad educativa y desarrollo social), s) educación intercultural
(convivencia ciudadana, inclusión y ruralidad). Cada uno de estos ejes debe articularse,
bajo un proceso metacognitivo (aprender a meta-pensar) con los principios rectores que
constituyen el soporte del cambio de actitud: aprendiendo a pensar, a vivir, a ser, a
conocer y a convivir.

PRINCIPIOS RECTORES EJES TRANSVERSALES C c v a


Aprendiendo a emprender Educación productiva a o a c
Aprendien Aprendiendo a vivir Salud y ambiente p n l t
do a Aprendiendo a ser Valores y ética a t o i
pensar Aprendiendo a conocer Investigación e innovación c e r t
(metacogni Aprendiendo a convivir Interculturalidad, ciudadanía, i n E u
ción) inclusión y ruralidad d i s d

Fuente. Elaboración del autor

Propuesta de perfil docente para la práctica pedagógica intercultural

El perfil del maestro debe ser re-pensado para su desempeño exitoso en el escenario de la
interculturalidad, El Yo profundo, conector e impulsor de las tres dimensiones del ser humano
(ser persona, ser ciudadano y ser profesional), es el eje transversal e irradiante del currículo
de formación docente. En estas dimensiones se definen los contenidos, capacidades, valores y
actitudes que debe aprehender el docente en su proceso de formación inicial y continúa.

Como persona (SER PERSONA)

Centrado en el autoconocimiento que permitirá el re-conocimiento del Yo profundo y del


ser como persona. Mediante el estímulo de la capacidad reflexiva, profundamente
metacognivita, (pensamiento crítico), es factible rescatar e impulsar la autoestima del
maestro. Así podrá reconocer su mundo psicológico, neurobiológico y axiológico,
desarrollando sus potencias integrales (pensamiento crítico, creativo, ejecutivo, resolutivo,
metafórico, etc.), sus capacidades comunicativas, el manejo autónomo de sus
inteligencias, la práctica de los valores y actitudes para interaccionar y convivir de manera
positiva en el mundo real.

Como ciudadano (SER SOCIAL)

Se refiere a la reflexión y praxis para construir la imagen del sentimiento de pertenencia


y de pertinencia. La individualidad del Ser Persona se transforma en Ser Social cuando

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orienta su mirada conectiva al grupo social circundante y a la biodiversidad del mundo
natural y comprende que es necesaria su preservación para garantizar su existencia.
Ser Social significa la transvasación y subsunción del Ser humano en el Yo profundo
del colectivo social y su correlato, en el corazón de la naturaleza viva. Si se debilita o se
pierde la conectividad, muere el hombre, muere el colectivo social y aun la naturaleza
mueren. Por esta razón, el Ser Social debe buscar el diálogo y equilibrio entre el
antropocentrismo y el biocentrismo.

Cuando el currículo asume la filosofía del antropocentrismo, el Ser Social se


convierte en un Ciudadano con autonomía, que conoce sus deberes y derechos, la ética
y la moral, para desarrollar una praxis democrática inclusiva. Es partícipe de las
prácticas culturales de la familia y de la comunidad. Por lo tanto, la política curricular
debe apostar por una educación inclusiva para combatir la exclusión de género, la
desintegración de la familia, los maltratos a su autoestima, a su salud y a su economía.
Las familias integradas poseen una gran reserva de los valores que deben ser
potenciadas en la escuela. Un currículo humanista, establece políticas para el
fortalecimiento y desarrollo de la familia y se conecta axiológicamente con ella.

Cuando el Currículo asume la filosofía del biocentrismo, el Ser Social asume el


conocimiento de la biodiversidad, defensa de la vida natural y la conservación del
ambiente en todas sus complejas manifestaciones. Los saberes y competencias deben
orientarse hacia el rescate de la diversidad, el cuidado del ambiente y el amor a la
naturaleza. Se debe fortalecer el sentimiento de la estética del paisaje que por obra de la
urbanidad se está perdiendo. Debe considerarse además en el perfil, el conocimiento
geográfico e histórico de la región y su potencial económico productivo.

Como profesional (SER CULTURAL)

El Ser Persona y el Ser Social mediados por la alteridad se convierten en el Ser


Cultural, que caracteriza a un profesional constructor y facilitador de cultura, cuyo perfil
está orientado hacia la investigación, la salud, la ética, el mundo productivo y la práctica
pedagógica intercultural. El desempeño profesional en la perspectiva de la
interculturalidad requiere una permanente reflexión sobre la vocación y capacidad de
servicio del docente. Difícilmente podrán asumir una real práctica pedagógica intercultural
aquellos docentes que no poseen vocación para el magisterio. Cuatro pensamientos
deben acompañar al docente durante su desempeño profesional competente: el
pensamiento crítico, creativo, ejecutivo y resolutivo.

El perfil del docente exige el conocimiento de la realidad sociocultural para planificar,


diversificar y realizar una intervención pedagógica exitosa. Su compromiso debe ser con el
desarrollo cultural de su localidad o región, empleando a la educación como herramienta
cultural para luchar contra la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo y la exclusión.

Debe fortalecer su espíritu epistemológico y estético a través del ejercicio permanente de


la lectura comprensiva y la actualización científica permanente. Asimismo, entre sus
competencias básicas, aparte del conocimiento de su especialidad, de los métodos
didácticos y del sentido de la evaluación, debe considerarse la formulación de proyectos
de investigación y de desarrollo educativo,

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Por otra parte, debe asumir en su práctica pedagógica la racionalidad teórico - práctica
para fomentar el principio de la alteridad mediada por el diálogo y el consenso; así podrá
interrelacionarse con las microculturas (familias) que se presentan al interior de la
comunidad donde la escuela debe desempeñar un rol fundamental para la práctica
educativa y la convivencia intercultural. Mucho dependerá de la práctica discursiva del
docente en base al desarrollo de su potencial comunicativo, profundamente afectivo.

Conclusiones

1. El desarrollo integral, espiritual del ser humano exige un cambio de actitud orientado
hacia ese fin, para cuyo efecto es preciso abandonar el Yo empírico, superficial,
aletargado, materializado y encontrar la esencialidad del Yo profundo, como un
estado esencial de la conciencia para captar la vida desde adentro, y utilizarlo como
herramienta clave, a fin de superar las posiciones dogmático-restrictivas que
obnubilan la racionalidad y creatividad, y así poder actuar con responsabilidad y
sabiduría en la tarea educativa.

2. La inserción exitosa de las instituciones educativas en las políticas de acreditación y


de aseguramiento de la calidad, requiere impulsar un enfoque intercultural holístico,
sistémico, reticular y de perspectiva múltiple, a través del fortalecimiento de los
nexos afectivos y el diálogo que permitan el reconocimiento de la identidad
institucional, local, regional y nacional.

3. El ejercicio de la racionalidad teórico-práctica en la pedagogía intercultural a partir del


re-conocimiento del Yo profundo, coadyuva a la pertinencia de la construcción de
políticas educativas relacionadas con el modelo de sociedad, modelo educativo y
currículo intercultural que se aspira.

4. La teoría y praxis de la pedagogía intercultural, debe partir desde las esencias


racionales y creativas cimentadas en el Yo profundo de cada persona y -por
extensión- de cada cultura, las cuales deben ser rescatadas e integradas mediante el
lenguaje, el diálogo y el consenso. La ruta estratégica es la siguiente: conocimiento
del mundo sensible y actitudinal de las culturas, conocimiento y manejo de los
conceptos como herramientas del diálogo intercultural, uso de la metacognición y de
la transversalidad como herramientas del enfoque pedagógico intercultural.

5. El perfil docente para la práctica pedagógica intercultural asume como referente


central el Yo profundo, conector transversal de tres dimensiones: persona (ser
persona), ciudadano (ser social) y profesional (ser cultural). En estas dimensiones
se definen los contenidos, capacidades, valores y actitudes que debe aprehender el
docente en su proceso de formación inicial y continúa.

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