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La paciencia del cocodrilo

La paciencia es la madre de la ciencia. Y si no, que se lo digan al


cocodrilo.

El cocodrilo, cada vez que quiere pescar, se sitúa cerca de una


cascada de agua, abre su inmensa boca y, simplemente espera,
espera y espera … Y, de vez en cuando, alguno de los peces
incautos que nadan por el río, le llega a su bocaza abierta.

La paciencia no está de moda, ni se compra, ni se regala, ni existe


ninguna receta mágica que la genere. La paciencia no está bien vista.
Nadie te educa para aprender paciencia.

La paciencia suele confundirse con la pasividad, pero no tiene nada


que ver. La pasividad es no hacer nada frente un problema o una
situación. La paciencia es aceptar que la situación sucede y, mientras
tanto, mantener la serenidad y la calma. La paciencia permite
disponer de más fuerza para enfrentar la espera.
El cocodrilo tiene una estrategia diferencial: esperar. Y mientras
espera se mantiene consciente, atento, con los ojos bien abiertos y la
boca bien tensa. Seguramente esta forma de pescar le conlleva
diferentes ventajas: en primer lugar, el gasto físico energético es
poco. Esto significa que, en el momento en que un pez aparezca por
delante, rápidamente cerrará las mandíbulas para hacerlo presa
segura.

Un cocodrilo puede vivir más de una semana sin comer, por


consiguiente, no necesita cazar con tanta frecuencia como otros
animales. Por este motivo, puede dedicarse a hacer otras cosas con
el tiempo restante. Este animal regula de forma muy eficiente su
ingesta de energía, esto quiere decir, que no la consume de golpe.
Curiosamente, estos animales tan pacientes tienen una antigüedad
fascinante; alrededor de 60 millones de años.

Vivimos en un mundo impaciente. Todo es para ayer. Todo es


urgente. Lo que hoy está vigente mañana ya no lo está. Multitud de
personas en todo el planeta medicándose para combatir la ansiedad y
mientras tanto poder seguir el ritmo.

Cuando uno espera debe ser consciente de sus emociones.


Probablemente experimentará inquietud, impaciencia, impulso de
hacer cosas, ganas de acabar con la impaciencia …

Haz la prueba. No acabes de leer el artículo. Espera 1 minuto sin


hacer nada. No hagas nada, sólo espera.

…….
¿Has podido hacerlo? ¿Has podido parar un minuto? ¿Qué has
experimentado?
En caso de que te hayas sentido impaciente, es normal. ¿Cuántas
cosas te han pasado por la cabeza? ¿Cuántas veces has intentado
acabar con el minuto?

No sé si te habrá sido fácil o difícil. En cualquier caso, piensa en la


estrategia del cocodrilo para sobrevivir durante tanto tiempo …
O empezamos a cultivar paciencia o la impaciencia acabará con
nosotros.

Y como? Pues empieza hoy, no esperes a mañana. Puedes hacer


algunas cosas muy sencillas:

1. Cuando llegues a casa, no enciendas la TV, no mires el móvil, no


hagas nada durante 30 minutos. Espera
2. Mientras esperas sé consciente de lo que pasa por tu cuerpo. Si tu
mente empieza a pensar, no pasa nada, pero vuelve al cuerpo.
¿Como late tu corazón? ¿Qué temperatura tienen tus pies? ¿En qué
parte del cuerpo sientes tu impaciencia?
3. Repite todos los días durante una semana los puntos 1 y 2.
Cuando acabe la semana observa si han aparecido algunos cambios
en ti.
4. No pasa nada si un fin de semana no tienes planes. No pasa nada
si un fin de semana te quedas en casa solo. Es una gran oportunidad
para aprender paciencia. Obsérvate, espera, disfruta de la espera.

Aparentemente son cuestiones muy sencillas, ¿verdad?


Probablemente el cocodrilo lleva 60 millones de años aplicando la
estrategia de la espera. ¿Cuantos años llevamos los humanos
comportándonos de forma impaciente?

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