La organización de los dos últimos apartados de análisis no fueron determinados
de manera aleatoria. Tal como reconoce Laclau (2005), la figura del líder termina apareciendo como un primus inter pares dentro del movimiento populista. Salvador Allende no es ajeno al caso. Pese a que en su último año y medio da la imagen de perder las riendas de su populismo, la verdad es que su estrategia se embarcó en aunar aún más partidos políticos y movimientos sociales en su gobierno. Sin embargo, donde se desenmascara su verdadera faceta de líder populista es en sus primeros dos años. En dicho período Allende, no deja de lado una postura marcadamente personalista. Su Partido Socialista, y de manera más amplia la Unión Popular, no fueron las instancias más utilizadas por el líder para llevar a cabo sus reformas. Sus grandes medidas (la continuidad de la reforma agraria, nacionalización del cobre y de la banca, compra estatal de acciones de sociedades anónimas, aumentos salariales, emisión de dinero para mantener su política económica y social, etc.) se realizaron a través de mecanismos legales del Poder Ejecutivo. Con esto queremos decir que el líder encarnó en su propio accionar las demandas del pueblo, dentro del cual él mismo forma parte. La heterogeneidad de la Unión Popular puede dar explicación a este fenómeno. Pero la elaboración de la estrategia populista para dar universalidad a las facciones de izquierda que él representaba no puede dejar de reconocerse. Su movimiento populista reunía movimientos radicales, como reformistas, corriente con la cual Allende se identificaba. Pueblo El análisis parte de la base de que el “pueblo chileno” o los “chilenos” en los discursos de Salvador Allende hacen referencia a los menos favorecidos. Es decir, los que aún no se vieron beneficiados por la reforma agraria, los trabajadores mineros que vivían situaciones de explotación por parte de compañías, en su gran mayoría, extranjeras, la clase media dependiente y los trabajadores urbanos. Por otro lado, los considerados “enemigos” del pueblo estaban compuestos por: el capital extranjero, los empresarios que bloqueaban cualquier iniciativa de la izquierda, los terratenientes. Debido a la división amigo/enemigo, fomentada por la situación internacional (movimientos revolucionarios, inicio de la recuperación económica de Cuba), Allende llegó a la presidencia para realizar directamente, es decir a través del Poder Ejecutivo, las demandas que unían a sectores rupturistas y reformistas. Sin embargo, el “pueblo chileno” tal como se concibió en la campaña y en los primeros dos años de su presidencia se comienza a resquebrajar. La explicación dada por Žižek, en la que afirma la tragedia populista de haber llegado al poder y desaparecer ese enemigo más poderoso, tiene su punto de partida en la diferencia de enfoques sobre cómo se debía conducir la revolución socialista. A tal explicación debemos añadir el factor de la oposición que veía cómo el gobierno de Allende intervenía a través del aparato estatal en sus intereses. El éxito económico pudo mantener unido a la Unidad Popular, pero cuando aparecieron los primeros síntomas de recesión los conflictos afloraron. Aquellos lazos de ternura que habla Freud en la Psicología de las masas y análisis del yo desaparecen poco a poco. A pesar de la tragedia populista de Allende, él intentó incluir a los considerados enemigos dentro de su gabiente en sus últimos días como presidente. Conclusión