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Asociación libre - atención flotante:

sus vicisitudes en el trabajo analítico

Federico G. Sahorido
Sociedad Psicoanalítica de Mendoza

Mi principal objetivo en esta introducción al panel es el de pre-


sentar un estímulo para pensar grupalmente sobre estos instrumen-
tos humanos fundamentales en la tarea cotidiana del binomio
paciente-analista: la asociación libre y la atención flotante.
Inicialmente transcribiré la acertada síntesis que de ellas hizo,
en 1983, Jacobo Numhauser, en las IV Jornadas Trasandinas de
Psicoanálisis, en Santiago de Chile. En segundo término expondré
mis observaciones sobre sus vicisitudes en la parte inicial de una
sesión del proceso analítico de una paciente. Finalmente haré algu-
nas reflexiones sobre la práctica psícoanalítica.

1. Síntesis de Jacoho Nurnhauser

"Asociación libre: El analizado en el diván, como el pasajero


en el tren, tiene que ver lo que estimula su percepción, decirlo
en palabras, recordando reminiscencias, lleno de deseos incum-
plidos, vuelca sus impulsos transferenciales al analista sin ser
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acogido, regresa en el tiempo a épocas pretéritas, acuden fanta-


sías edípicas y primigenias, se defiende del dolor y la angustia,
resistiendo de muchas maneras la asociación libre, aparecen las
omisiones, lagunas y vacilaciones que ponen sobre la pista al
analista, quien, siguiendo la analogía del tren, también es un
pasajero, si bien sentado atrás puede percibir un mismu panora-
ma y detectar el engaño o la distorsión (p. 5).
Atención flotante: Este segundo pasajero del tren -sentado de-
trás del analizado- va a oír con su tercer oído lu que la libre
asociación de aquél va señalándole en el transcurso del viaje.
El analista se coloca en atención flotante, sin dormirse, sin ha-
blar, sin 'visión', sin pensar, sin memoria, sin resistencia alguna,
ajeno al tiempo, restringido en sus deseos, coartado en su
profesión de curar, sin tocar y con todos estos 'imposibles':
ensueña, recibe, contiene, transforma, comprende e interpreta
luego, es capaz de reverie" (p. 9).

2. Observaciones sobre las vicisitudes de la AL y AF


en una sesión de análisis

2.1. Algunos datos y antecedentes de la paciente

La paciente, 30 años, soltera, hace seis años comenzó su análisis con


cinco sesiones semanales de lunes a viernes, de cincuenta minutos
cada una. Poco tiempo antes había sido secuestrada en su domicilio
por un grupo parapulicial que la liberó a los diez días cuando se
comprobó que nu tenía nada que ver con las actividades delictivas
de su novio, a quien cunoció en su trabajo. En ese lapsu fue más
amedrentada que torturada físicamente. Con posterioridad casi in-
mediata tomó la iniciativa para vincularse cun su pricipal interroga-
dor-torturador con el objetivo consciente de vengarse de él pero si-
mulando ser su amante. No tuvo persistencia en la ejecución de
su plan y, por el contrario, él siguió amedrentándola y chantajean-
do la con un posible segundo secuestro. Las entrevistas iniciales es-
tuvieron cargadas de tensión-terror, crisis de temblor generalizado,
sobresaltos ante el menor ruido del exterior o la vibración del
edificio por el tránsito de vehículos; hablaba balbucean te, sollozaba
a cada momento y temía que no la tomase en tratamiento para no
arriesgarme alodio del interrogador cosa que la habría obligado a
salir del país sola, sin la compañía y apoyo de sus familiares:
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2.2. Momentos iniciales de una sesion del día jueves


CIZ su tercer año de terapia

En la transcripción del material incluyo tanto lo observado y es-


cuchado de la paciente como lo observado en mí y dicho por mí. Lo
observado como conducta social de ambos y corporal de ella va entre
paréntesis; mis estados corporales internos, recuerdos, ocurrencias,
sentimientos y elaboraciones durante mi silencio van entre cor-
chetes. También he numerado correlativamente las intervenciones
de la paciente y las mías para simplificar las referencias en el
comentario. De este modo, PI se leerá: "primera intervención de
la paciente", Al: "primera intervención del analista", y así suce-
sivamente.

(Llega tres minutos tarde, cosa inhabitual. Hace un gesto que


denota olvido, va entrando mientras se quita el guante derecho y
me tiende la mano.)

[Me da un poco de risa, con buen humor. La veo infanti1.]


PI: He llegado unos minutos tarde por el trabajo que estaba ha-
ciendo. Ayer por la tarde me he sentido con seguridad de las
cosas que había hablado en la sesión de ayer... (comienza
silencio).

Al: ¿Qué cosas?

P~: En el momento que me arreglé el tapado atrás con la mano


me acordé de un sueño que tuve anoche que tiene que ver con la
masturbación y que me asustó mucho, y esta mañana pensé en
qué cosas mías estarían en este sueño. Yo había salido con
mi mamá y habían quedado en casa mi papá y mi hermano.
Volví a buscar algo y me encontré a mi papá en mi pieza con
la puerta del placard abierta y tapando la puerta -como es
en la realidad- y yo alcanzaba a verlo desnudo por esta parte
(señala el costado derecho de su torso y la pierna del mismo
lado), me asustaba (balbucea) ... ¡Ay, Dios mío! (Hace una
pausa e intenta continuar con texto del sueño.)

J\~: [Siento que ocurrió algo intenso en ella.] (la interrumpo:) ¿Qué
sucedió dentro suyo inmediatamente antes y cuando recién di-
jo: "[Ay Dios mío!"?

p;¡: Se me desordenaban las palabras con que iba a decir.


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Al: Le sucedió que no pudo durar el vínculo entre la imagen de su


sueño y las palabras que utilizaba para describirlo. Se mostra-
ría así una especie de problema de pareja, como vimos ayer
que le ocurría cuando percibía que sus padres tenían relaciones
sexuales y le daba rabia y en su imaginación les desordenaba
la unión.

P4: El sueño lo tengo claro, eran las palabras las que se me desor-
denaban. .. Ahora siento el mismo susto y rabia que tenía en
el sueño. Susto y asco cuando pensaba que mi padre [Acá, ¿có-
mo sería?] se estaba masturbando o se estaba por acostar con
una mujer, como que iba a serle infiel a mi mamá, o la otra
cosa era que podía estar hurgando mi placard buscando cosas
secretas mías... Recuerdo su cara de haber sido sorprendido
corno la que pone cuando me enojo con él por algo que hizo
mal. (Pausa.) Y no se me ocurren asociaciones [con rabia].
Al: No es casualidad que diga que no se le ocurren asociaciones
para los c'crncntos del sueño. Usted misma dijo antes que pensó
con susto qué cosas suyas estarían contenidas en ese sueño. De
todos modos 10 que puedo decirle sin esas asociaciones es que ...
1\: (Silencio largo) [Para mí, omite bastante] ... ayer también me
sentí sola, sentí vacío y tristeza.

2.3. Comentario

En PI aparece que comenzó a reprimir el recuerdo del sueño pero


dejó de hacerlo al comenzar su silencio. Mi Al indagando podría
haber favorecido que prosiguiera su relato con su atención puesta
en el afuera y en el pasado, pero en P~ optó por referir el sueño que
recordó al entrar y sus AL se intensificaron. Esto, que predominó
a lo largo de toda esa sesión, era excepcional en su conducta.
Mi A~ fue oportuna porque estuvo en concordancia con un buen
funcionamiento de mi AF, 10 cual me permitió detectar un momento
emocional muy intenso de ella. En P:: observo buena actividad de
sus AL.
En A:: y en correspondencia, mi AF contribuyó con adecuado
nivel. Durante P4 yo me formulé mentalmente la pregunta: "Acá,
¿cómo sería ?", en referencia al implícito desorden de la pareja entre
ella y yo que el contenido de su sueño denotaba. No obstante mi
curiosidad se desvaneció cuando percibí su rabia en el momento en
que dijo: "y no se me ocurren asociaciones", y a esa altura construí
A4 y resolví comunicársela. No pude ligar en la elaboración de esa
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interpretación mi observación inicial respecto a verla infantil y dar-


me risa-humor lo que le sucedió al entrar al consultorio antes de
saludarme. Simplemente no lo recordé. Pienso que habría tenido
efectos más adecuados si hubiera podido incluir en mi interpretación
algo que tuviera que ver con lo infantil y con el humor con que
ambos podíamos convivir con sus pasiones tempranas. La resonancia
con mis propias zonas ciegas desencadenó una actuación contra-
transferencial, con la cual negué mi miedo a su enojo y consiguien-
temente no pude indagar con qué me amenazaba, perturbé mi AF
y no jerarquicé plenamente sus AL. Ella misma, con su enojo, tam-
poco se dio cuenta de que comunicó tres asociaciones mientras re-
lataba el sueño, la primera, cuando comentó que las imágenes de
la puerta y el placard correspondían a la realidad; la segunda, cuan-
do pudo verbal izar el estado interno que la llevó a decir: "¡Ay, Dios
mío!" cuando percibió que se le desordenaban las palabras, y la
tercera, cuando comparó la imagen de la cara del padre en el sueño
con la cara que ponía cuando ella se enojaba con él por algo que
ella consideraba que había hecho mal. Si bien yo percibí su rabia,
respondí en "corto circuito" al transmitirle, junto con otros apor-
tes, un mensaje del tipo: "Nena, tu rabieta me tiene sin cuidado, no
me importa, puedo estar con mamá como si nada estuviera pasando,
iY últimamente la que sufre porque está toda desordenada y sin
parej a sos vos!
Lo que viene después de A4 está desencadenado por mi insufi-
ciente continuidad de AF y la actuación contratransferencial: en Pro
se aleja triste y silenciosa por mi comprensión parcial izada, lo que
para ella era una catástrofe.

3. Algunas reflexiones sobre la práctica psicoam\1ítica

Así como el binomio paciente-analista, la AL y la AF se vinculan


creativamente en el proceso del conocimiento, en el interior del
paciente; el grado de desarrollo de su propia AF, como un aspecto
de su atención general, influirá en el monto de AL que pueda aportar
al análisis. El analista, por su lado, incrementó sus funciones de
AL y AF por su propio análisis, y esto le permite acompañar, sos-
tener y nutrir al analizando, que posee esas mismas funciones aun-
que en menor proporción. Los logros del proceso analítico dependen
de la combinación de los funcionamientos más realistas de la pareja
terapéutica en constante conflicto con los funcionamientos más
opuestos a la percepción de la verdad que cada uno de sus inte-
grantes contiene.
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Los criterios de analizabilidad están en función directa de la


posibilidad que cada analista evalúa en cada paciente para aceptarlo
en la constitución de un equipo dual de investigación y desarrollo
de la realidad interna de ambos: en el diálogo en sesión el analista
habla exclusivamente del paciente, y de él mismo sólo en tanto
funcione como objeto real o fantaseado del analizando. El analista
puede dedicarse a sí mismo en otros momentos de su vida personal,
en su análisis, en las supervisiones, en las tareas institucionales, en
la redacción de trabajos y en los intercambios científicos; aSÍ, en
el mejor de casos, realimenta, afina y afila su personalidad para
resonar mejor y practicar incisiones más precisas e incruentas y
sigue adelante hasta que puede.
En el contexto de los diferentes criterios de analizabilidad, hay
analistas que toman pacientes con precaria integración y desarrollo
y por tanto con escasos despliegues de la asociación libre y de la
atención en todas sus formas, incluida la flotante; tal es el caso
de los análisis de niños de corta edad y de los de pacientes muy
perturbados, en los que el juego y otros fenómenos no verbales de
la comunicación predominan sobre la AL y en los que se impone una
rápida movilidad entre AF y atención focal izada para construir in-
tervenciones prontas, "al paso", breves y frecuentes. En cambio,
otros analistas tienden a tomar pacientes cuyas funciones del pen-
sar están estructuradas con altos niveles de desarrollo de los pro-
cesos secundarios y de la represión; en estos casos, la utilización
del diván favorece la AL y el diálogo predominantemente simbólico
desde el comienzo. Esquematizando: el incesante proceso de cono-
cimiento y transformación es como una carrera de postas en la
que estos últimos analistas comienzan un nuevo tramo de análisis
cuando los primeros terminaron el anterior.

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en el Grupo Psicoanalítico de Mendoza los dos primeros y en la So-
ciedad Psicoanalítica de Mendoza los dos últimos,
Síntesis del grupo de discusión

Coordinador: Dr. Jorge Eduardo de Grl'gorio (APA)


Secretario: n.. [ucobo Numhauser (Chile)
Sintetizadores: ])ra. H. Bcrezovsky (APdeBA)
])1'. Gustavo Delgado Aparicio (Perú)

Existe inquietud por conocer si la asociación lihre (en adelante, AL)


debe ser "siempre" el eje del proceso psicoanalítico o si, en ciertas
situaciones, la insistencia del analista puede convertirse en [actor
iat rogénico,
- La AL requiere preparación psíquica y entrenamiento continuo
del paciente, ejercido por el analista al recordarle la regla [undamen-
[al. ¿Se debe explicitar la regla [undanient al? ¿D debe surgir del
propio proceso analítico? ¿Se podrían describir "niveles" de C/llI1-
plimicnt o de la AL?
- EIl la relación de AL con la libertad política, pareció que ésta injlu-
ye sobre aquélla, pero /10 totalmente. El paciente está reprimido;
luego, no es libre. Viene con su libertad obstruida por las resisten-
cias; es el analista el que le da la libertad a lo reprimido.
- La tarea del analista también se encaminaría a llegar (/ la pulsián
de muerte.
- Esta tarea le es posible al analista merced al hecho de /10 estar
sometido a la represión, la que sí actúa sobre su paciente.
- Se señalo a la relación entre AL .Y AF (at encion flotante) como
li1l "par" analitico que requiere privacidad v abstinencia del analis-
ta. Para algunos tal par es la única herramienta del analista; otros,
en cambio, señalan la existencia de l/Il tercer elemento, que 110 se
ilegó a precisar.
870 Síntesis del grtlfJO de iliscusiún

- El mismo par AL-AF [ue caracterizado C0l110 una "[uncion" mental


inexistente tanto en el paciente C0l110 en el analista; se sitúa "entre
y dentro".
- Tanto la AL como la AF serian capacidades implícitas para 1/1108,
inherentes al individuo, o bien, desarrolladas por la pareja analit ica.
- La AF nos permite, C01110 analistas, ser afectados por el paciente
y, desde allí, interpretar. Ella nos descubre puntos de fractura en
el discurso del paciente; son puntos de resistencia a vencer.
- Existieron divergencias en CUa71tO a ubicar la translerencia como
indicador para la intervención de la AF.
- Ttunbién surgieron indicaciones sobre la necesidad de que el ana-
lista "se entrene" en el ejercicio de la AF.
- Se señaló que en los últimos cuarenta años hubo 1111 solo trabajo
sobre este tema en la REV. DE PSICOANÁLISIS Y nada más que tres en
el International Journal. Tampoco figura como ítem en el fichero de
la biblioteca de la APA.
- Pareció notable que sobre el final de este panel ("Asociación libre-
atención flotante") se descubra cómo se ha eludido profundizar el
tratamiento del concepto de AF (a diferencia de la extensión acorda-
da a la AL); el concepto de AF fue sistemáticamente relegado y se
eludió tratar su metapsicologia.
- Se reclamó superar nuestras censuras psíquicas, que pesando so-
bre el concepto de AF nos privan del indispensable sustento teórico
para el ejercicio de nuestra práctica.

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