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César era un gato pardo muy inteligente, tanto que creía que en la escuela nadie podía ser

como él. Cuando era chiquito rápido aprendió a decir las letras y a escribirlas y por eso
ganaba muchos reconocimientos por parte de sus maestros. Había ganado tantos diplomas
que sentía ser el mejor de todos.
Cesar se aburría en la escuela y en la calle porque pensaba que nadie podía ser tan
inteligente como él y que nadie podía platicar de lo que a él le gustaba. A César le gustaba
coleccionar rocas de todas formas y tamaños y él sabía que las rocas contaban historia sobre
la formación de la tierra.
En la escuela de César iban gatitos de diferentes razas que no juagaban con él porque decían
que era muy aburrido y se creía mejor que todos.
Un día su mamá gata parda lo llevó a una fiesta de gatitos de todas formas y colores, pero
César no estaba contento porque pensaba que eran unos tontos por correr detrás de bolas
de pelusa y agujetas de zapatos, entonces él creyó que sólo los gatos pardos eran muy
inteligentes como él y le pidió a su mamá parda que lo llevara a una escuela en donde todos
fueran pardos como él y fueran tan inteligentes como él. Y su mamá así lo hizo.
Fue a una escuela de gatos pardos y todos eran muy inteligentes, César estaba contento
pero los otros gatos parecían no verlo, porque nadie se le acercaba y sólo los maestros lo
llamaban al pizarrón, pero él creía que era porque los gatos pardos eran de su edad y como
también jugaban con pelusas ya agujetas de zapatos, creyó que era igual de tontos que los
otros gatos. Pensó que si iba a la escuela de gatos pardos grandes podía ser feliz, porque
los grandes ya eran inteligentes.
Y su mamá gata parda así lo hizo, lo llevó a la escuela de gatos, pero no había escuelas de
gatos pardos, si no de todas las razas, pero los gatos grandes tampoco le hacían caso y él se
sintió decepcionado y se preguntó;:
- ¿Por qué si soy el mejor nadie me lo reconoce aquí, entre los gatos grandes?
Cuando los gatos p grandes hacían las tareas de la escuela lo hacían más rápido y decían
cosas qu él no entendía aún.
Triste César se fue a su casa pensando que era el mejor aún, pero que entre los grandes no
podía competir con su inteligencia.
Su mamá entró a su habitación y le preguntó sobre su día y César le contestó:
-Es que los gatos chicos son tontos para mí y soy mejor que ellos, pero entre los grandes
soy el peor. ¿Por qué me pasa eso?
Y su mamá le contestó:
-Es porque eres un gato muy inteligente, pero eso no significa que seas mejor que los gatitos
de tu edad.
- ¡Pero mamá soy el más inteligente!
Y su mamá le contestó:
- Si césar, peor eres muy grosero con los demás, una persona es la mejor, cuando a pesar
de sus habilidades, sabe que puede compartirlas con las demás, sin dejar de ser quién es.
-¿Eso cómo se hace?.-Dijo César.
-No debes dejar de ser un niño, los niños dirán que eres la mejor persona cuando sepas que
ninguno es menos que tú, así podrás jugar con ellos con las pelusas y loas agujetas y seguir
siendo el más inteligente. - Le habló su mamá con sinceridad, pues ella estaba preocupada
del comportamiento de su hijo.
-¿Y por qué lo gatos grandes no me hacían caso?.- Preguntó de nuevo César.
-Porque eres muy inteligente pero aún no has crecido ni conocido cosas que los grandes ya
hacen, pero todos podemos ser inteligentes poco a poco y seguir siendo mejores personas.
Entonces César volvió a la escuela de los gatitos de todos colores y temeroso se acercó a los
demás porque ellos sabían que él era pedante. Él comenzó a jugar con ellas como un gatito
divertido y los demás gatos lo empezaron a aceptar. Y después de un tiempo el gatito César
se volvió el mejor gato, porque al ser muy inteligente ayudaba a sus compañeros a entender
cosas ¿, los ayudaba a estudiar, los respetaba si no sabían algo y a los maestros los
escuchaba, como el mejor gato que es César.

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