Bachillerato Tema 14
14. LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
.I Importancia de la resurrección en la
composición y estructura de los testimonios
neotestamentarios y en la variedad de sus
expresiones lingüísticas1.
.a Introducción
La fe en la resurrección constituye el centro mismo del
cristianismo, y esto en un doble sentido:
 En cuanto objeto de la fe: junto con la encarnación
y la muerte en cruz, viene a ser el mismo centro de
nuestra salvación, pues viene a ser garantía de
nuestra victoria sobre el pecado y sobre la misma
muerte. Es, por tanto, el acontecimiento central de la
historia humana, pues toda ella se ordena hacia este
hecho, que insertándose en la trama de la historia la
modifica de un modo radical, haciendo presente su
fin mismo en la consumación de la gracia en su
victoria final.
 También es la base decisiva de nuestra fe, el signo
credencial de la misión de Jesús, por ser el que
mejor acredita la misión divina de Jesús de Nazaret,
el gran sello con el que Dios Padre garantiza que
Jesús es su enviado. Todos los milagros garantizan
esta misión, y la resurrección vendría a ser el
milagro por antonomasia, el signo por excelencia.
Por esto el mismo Jesús apeló a ella cuando los
judíos le pidieron una señal 2, y los propios Apóstoles
la invocaban como legitimación.
“Si Cristo no ha resucitado, vana es por tanto
nuestra predicación, vana nuestra fe” (1Cor 15,14)
Por todo ello es preciso estudiar la resurrección como
acontecimiento, estudiar en qué modo se inserta en
nuestra historia y en qué modo la trasciende, esto es, ver
que garantía tenemos de ella. Y comenzaremos
exponiendo las principales objeciones que, en los
últimos siglos, se han esgrimido contra su carácter
histórico.
1
Bibliografía: –CEC, nn.631-658; –AMATO, ÁNGELO, Jesús, el
Señor, BAC, Madrid, 1997; –DÍEZ MACHO, ALEJANDRO, La
resurrección de Jesucristo y del hombre en la Biblia, Ed. Fe Católica,
Madrid, 1977, pp.261-282; –MÜLLER, G. LUDWIG, Dogmática,
Herder, Barcelona, 1998, pp. 298-307; –STO. TOMÁS DE AQUINO,
Summa Theologica, 3 q.54; Supl. qq.82-85; –SAYÉS, J. ANTONIO,
Cristología Fundamental, CETE, Madrid, 1985, pp. 303-390.
2
“¡Generación malvada y adúltera! Pide una señal, y no se le dará
otra señal que la señal del profeta Jonás. Porque de la misma manera
que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así
también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y
tres noches” (Mt 12, 39-40).
“Destruid este Santuario, y en tres días lo levantaré” (Jn 2,19)
14 / 1
.b Problemática actual de la resurrección
)1 Racionalismo y protestantismo liberal
Los primeros ataques surgen desde los ambientes
iluministas y racionalistas de los siglos XVIII y XIX.
Así, en el XVIII, el iluminista Reimarus calificó a la
resurrección como falsificación consciente por parte de
los apóstoles, que robaron el cadáver y argumentaron
desde el sepulcro vacío con la intención de engañar a los
demás.
También Paulus arremetió redactando la teoría de la
muerte aparente, según la cual Cristo no habría muerto,
sino que permaneció en estado de catalepsia. La
lanzada, el embalsamamiento, el frescor de la tumba, ...
fueron las causas favorables que provocaron su
reanimación.
Ya en el siglo XIX aparece Strauss y la llamada teoría
de la visión, pues explica cómo todo comenzó a partir
de visiones totalmente subjetivas, alucinaciones que
transformaron la realidad.
Finalmente, veamos las teorías que al respecto han
aparecido en nuestro siglo. Comencemos por Loysi y
Guigneber, quienes afirman que nadie se preocupó por
el sepulcro vacío hasta el comienzo de las apariciones
subjetivas, con lo que hacen depender este dato de las
impresiones personales de cada protagonista de aquellos
acontecimientos. Le Roy se mantiene en la misma línea
de las visiones subjetivas, yendo incluso más allá al
dotarlas de una mera significación simbólica. Pero han
sido otros los intentos más importantes de explicación, y
en ellos nos detenemos: Bultmann, Marxsen y Léon
Dufour.
)2 Bultmann
Este autor es conocido por haber iniciado el
movimiento desmitificador, según el cual el Nuevo
Testamento intenta transmitir sólo un mensaje envuelto
por la primera comunidad en un ropaje de
representaciones mitológicas, de las cuales es necesario
prescindir para redescubrir su carácter interpelativo para
el hombre de hoy. Por eso hay que distinguir entre las
narraciones meramente mitológicas, carentes de valor
histórico, y los verdaderos actos del Jesús histórico
(nacimiento, juicio ante Pilato, y muerte en cruz), y aun
de ellos hemos de ver su significado para nosotros,
expresado en el kerigma primitivo.
¿Entonces, qué nos queda de la resurrección? No es un
acontecimiento histórico, como la cruz, sino el
significado salvífico que emana de la misma cruz como
juicio de Dios, pues en este acto Dios juzga al mundo y
le abre la posibilidad de una vida auténtica. El misterio
de la resurrección queda desprovisto de toda densidad
histórica, y por tanto se reduce a mera significación
salvífica del misterio de la cruz.
Bachillerato
)3 Marxsen
Para este autor, en síntesis, los primeros cristianos
quieren expresar un contenido salvífico, la verdad
predicada por Jesús, y para ello recurren a un vehículo
apropiado a su tiempo: la resurrección.
La convicción personal de esta comunidad se apoya en
un hecho, en una experiencia, que Marxen califica de
visión. Una vez que se tiene la “experiencia” 3, se acude
a una representación de la misma que sirva de vehículo
expresivo. Y en este sentido se aduce la idea de la
resurrección de los muertos, que existía en el mundo
judío dos siglos antes de Cristo. Los testigos que
tuvieron la vivencia del “ver”4, tuvieron que expresarla
de alguna manera y lo hicieron recurriendo a la
tradición, según afirma el propio autor.
Por tanto, se puede concluir que la resurrección no es
la única manera de explicar aquella vivencia, y puede
suceder, como según Marxsen ocurre de hecho, que
siendo una interpretación válida para otro tiempo, no lo
sea para el nuestro.
La interpretación que debemos hacer de los textos es
la propia de una lectura funcional. Así debemos
entender que lo que interesa a los discípulos cuando
hablan de “ver” es mostrar cómo la causa de Jesús sigue
adelante. Por otra parte, el hallazgo del sepulcro vacío
no pretende ser más que explicar la misión y la
predicación de los Apóstoles: el mensaje de Jesús no ha
muerto con Él, sino que debe continuar en sus enviados.
Esta misma experiencia tuvo San Pablo, cuya
conversión no es explícitamente el resultado de una
aparición del Resucitado, sino de la actuación de Dios
que logró que lo que S. Pablo rechazaba, terminara por
imponérsele.
Así pues, con Marxsen, recuperamos en cierto modo
al Jesús terrestre, su predicación y su obra, en contra de
la corriente bultmaniana, pero el acontecimiento pascual
queda desposeído de su contenido propio: es la
convicción de que la causa de Jesús sigue adelante. Es
lo funcional en detrimento de lo histórico en la pascua.
)4 Léon Dufour
Él da al acontecimiento pascual un contenido propio y
específico: la exaltación gloriosa de Jesús, pero tendría
lugar al margen del cadáver.
Esta concepción no iría contra el término resurrección
en la Biblia, pues para expresar la glorificación también
se utilizan otros términos, como exaltación (Flp 2), de lo
que deducimos que del lenguaje bíblico no se hace
necesaria una revitalización del cadáver.
Tampoco hemos de dar, según la Sagrada Escritura,
una importancia esencial al hecho de que Jesús fuera
reconocido en las apariciones por sus discípulos, pues S.
Lucas no recoge este término en la aparición a S. Pablo,
y también está ausente en lo que este autor denomina
3
Entrecomillado, por no referirse a una experiencia sensible de
Cristo Resucitado, sino una convicción personal de que el mensaje
cristiano es la verdad que debe imponerse sobre cualquier otra
ideología.
4
Vid. nota 2
Tema 14 14 / 2
apariciones tipo Galilea (frente a las del tipo Jerusalén,
en las que sí que se recoge)
El resto de elementos que parecen dar historicidad a la
resurrección, no pasan de ser elementos simbólicos de
origen litúrgico, así: el primer día de la semana
(domingo), la piedra corrida (derrota del sheol), el ángel
(carácter celeste del acontecimiento), y el sepulcro
(lugar de la muerte). Por lo tanto los relatos no tienen un
objetivo primario biográfico, sino teológico: la victoria
sobre la muerte.
El paso siguiente del autor es intentar comprender el
sentido de los textos para el hombre de hoy, y para ello
parte del hecho de que el acontecimiento decisivo no es
la resurrección como tal, sino la fe apostólica en Dios
que resucitó a Jesús de la muerte. Por lo tanto lo
importante no es la visión, sino la fe que se provoca a
partir de este simbolismo.
La resurrección corporal de Jesús es declarar que Él
no vive sólo en la memoria de los hombres, sino que al
no aparecer el cadáver se da a entender, vía fiducial, que
Cristo ha sido devuelto personalmente y por entero a la
vida sin fin.
Ello no implica una continuidad necesaria entre el
cuerpo terrestre de Jesús y el glorioso. El cuerpo
histórico del hombre carece de valor ontológico, siendo
el resultado de las diversas relaciones que mantengo con
el mundo5. Por lo tanto el cuerpo de Jesús podría haber
permanecido en el sepulcro sin que ello restara
significación al hecho de la resurrección, que
permanecería en otro nivel de la realidad. Fue necesario
un milagro para que el cuerpo desapareciera y evitar
esta posible confusión a los contemporáneos de Jesús,
que no hubieran entendido la realidad de la resurrección
si el cadáver hubiera permanecido en el sepulcro.
El problema que planteamos es que de esta
resurrección no hay constancia alguna de razón, y esto
hace recurrir a la sola fuerza de la fe. Y esto no es sino
fideísmo.
.c Importancia de la resurrección en los relatos
neotestamentarios
En los inicios de la tradición del kerigma pascual,
aparecen fórmulas de confesión de un solo miembro
(“Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos” Gal
1,1), al que se le suelen añadir referencias a su nueva
venida cargadas de esperanza (1Tes1, 10)
Más tarde comienzan a complicarse sensiblemente
estas fórmulas pascuales, añadiendo referencias a los
testigos de las apariciones y afirmando la significación
salvífica de la muerte y resurrección de Cristo, base del
anuncio kerigmático.
Para interpretar correctamente este mensaje pascual
debemos considerarlo en la globalidad de la vida de
Jesús: su reclamación como representante del Reino de
Dios presente entre los hombres, y la negativa del
pueblo a aceptarlo, concluyendo con la confirmación
divina, la exaltación de Jesús a la derecha del Padre y su
nueva venida como juez y salvador del mundo. Desde
5
Este punto de la doctrina del autor lleva a pensar a teólogos de la
opinión contraria que bajo esta teoría subyace un prejuicio
antropológico que niega la visión aristotélica del hombre.
Bachillerato
este punto de vista comienza a elaborarse una teología
desde una lectura cristológica de la Escritura (...
secundum Scripturas, 1 Cor 15,3) y que tiene su centro
en una cristología de corte eminentemente pascual.
Así el núcleo más antiguo de esta primera reflexión
cristológica ha sido el que se refiere a la resurrección
como exaltación a la derecha del Padre (Fil 2). Esta
variedad del lenguaje de la resurrección (exaltación,
glorificación, sentado a la derecha del Padre, ...) no
implica ni contradicción ni negación de la historicidad,
sino que por lo exclusivo del conocimiento humano y
consiguientemente del lenguaje, cada término, aun
diciendo lo mismo, explicita más un aspecto u otro. Así,
con éste de exaltación se insiste en la acción del Padre
sobre el hombre Cristo Jesús, sentando a su derecha al
que en filial obediencia había llegado a la muerte
ignominiosa. Por tanto, el Mesías comparte el trono con
Dios y es presentado como modelo de todo hombre, que
está llamado a identificarse con Él por la acción en los
corazones del Espíritu Santo, que desde su misma
glorificación envía.
)1 San Pablo
“Os transmití lo recibido:
que Cristo murió por nuestros pecados, según las
Escrituras,
fue sepultado
y al día tercero resucitó según las Escrituras,
se apareció a Cefas y después a los Doce” 1Cor 15,3-5)
Aunque este testimonio data de los años 54-57,
en los que, según las diversas teorías, se fecha esta
epístola paulina a los corintios, podemos afirmar
que recoge una tradición anterior semita,
concluyéndolo de las siguientes afirmaciones:
 uso de expresiones nada usuales en S. Pablo, a
veces en detrimento de las habituales: según las
Escrituras (suele usar “como está escrito”), la
referencia a los Doce (lo normal es “los
Apóstoles”), uso de ofthe (=se apareció), ...
 paralelismo de las frases, propio de las lenguas
semitas
 el uso del ordinal tras el nombre (día tercero)
El carácter semítico es importante para confirmar la
antigüedad de su testimonio, probablemente en los años
treinta, casi inmediata a los hechos que recoge. De este
modo afirmaremos que San Pablo lo recibiría del
testimonio eclesial, como lo muestra además el empleo
de los verbos transmitir y recibir, típicos de la
transmisión oral de una fórmula fija.
Es muy importante traer a consideración el contexto
en el que es insertado. Algunos de los de Corinto ponían
en duda la resurrección de los muertos, y S. Pablo
intentará subrayar su realidad en los creyentes
fundamentándolo en una verdad creída y muy bien
conocida: la resurrección de Cristo. Si no se afirmara la
realidad cierta de que Jesús resucitó verdaderamente,
este argumento carecería de fuerza probativa ante los de
Corinto.
Por los paralelismos se nos muestra cuál es el fondo
de los argumentos del kerigma paulino y de la Iglesia
primitiva: uno mismo es el que nació de la Virgen que el
Tema 14 14 / 3
muerto y sepultado, resucitado y que se apareció a los
suyos.
)2 Evangelios
A diferencia de la tradición originaria del kerigma
pascual, propia de estas fórmulas de confesión, la
proclamación de los evangelistas es eminentemente más
narrativa, mostrando los hechos ocurridos antes (muerte
y sepultura) y después (sepulcro vacío y apariciones) de
la resurrección.
Los sinópticos no pretenden exponer notarialmente el
acontecimiento pascual, sino que la narración se ha
hecho conforme a una tradición narrativa aproximativa,
con relatos yuxtapuestos sin suturas redaccionales,
apenas sin intentos de armonización, pues “el hecho en
sí mismo es cierto; claramente se ve que no se ha
podido, ni querido, precisar cómo se desarrolló todo”6.
Lo que intentan es dar testimonio de la acción salvífica
de Dios en Jesús, valiéndose de recursos literarios que
nunca y de ningún modo supondrán una contradicción
respecto del hecho mismo ni una falta de credibilidad
con respecto a los testigos.
 S. Marcos quiere subrayar el misterio que envuelve
a todo el acontecimiento (ante el anuncio del ángel,
las mujeres huyen asustadas del sepulcro);
 S. Mateo destaca ante todo el carácter apologético,
y a lo señalado por Mc añade el detalle de cómo el
sepulcro estaba sellado, y es quien narra el problema
con la guardia y el chantaje del Sanedrín;
 Finalmente, S. Lucas insistirá en la realidad
corpórea del Resucitado. Por este motivo en esta
narración Cristo pide de comer, insiste en que le
toquen y palpen la realidad de la humanidad.
También es propio la insistencia en los testigos,
estableciendo una gradación entre ellos: mujeres,
Pedro, los de Emaús, los Once.
En los Hechos pone en la resurrección el fundamento
de la fe de la Iglesia. De ello dan fe los Apóstoles, que
estuvieron en contacto directo con Jesús antes y después
de los acontecimientos pascuales.
En San Juan puede percibirse claramente que la
muerte en cruz de Jesús es ya su exaltación al Padre y su
glorificación, pero son necesarias las apariciones para
llevar a los Apóstoles a la fe. Por esto insistirá en los
términos “ver y creer”. Así vemos en 20,8 (el otro
discípulo, al asomarse al sepulcro, vio y creyó) y con
Sto. Tomás que afirma que si no ve, no creerá (20,25), a
lo que Cristo replicará con la bienaventuranza para los
que creen sin haber visto. En estos términos se
sintetizan en el Apóstol una línea que aparece en todo el
Evangelio: a los dos discípulos del Bautista les invita
“venid y lo veréis” y “fueron y vieron” (1,39). Y a los
pies de la cruz, tras el episodio final de la lanzada,
insiste “el que lo vio es el que os da testimonio, y su
testimonio es verdadero. Y él sabe que es verdad: para
que vosotros creáis” (19,35)
6
Cfr. HEINRICH SCHLIER, La Résurrection de Jésus-Christ,
Mulhoouse (1969), pp. 9-11; en DÍEZ MACHO, ALEJANDRO, La
resurrección de Jesucristo y la del hombre en la Biblia, Madrid
(1977), p.273
Bachillerato Tema 14
El punto común a todos y esencial es la afirmación de
la realidad de la resurrección del crucificado, lo que
nosotros denominamos a continuación la realidad e
identidad del resucitado, y que queda demostrado con el
sepulcro abierto y las apariciones post-pascuales. Esto
es lo que pasamos a describir.
.II Dimensión histórica y transhistórica de la
resurrección de Jesús. Realidad e identidad
del resucitado.
El anuncio pascual de los evangelios aparece
testificado de un doble modo:
 Los relatos de las apariciones pascuales de Jesús a
sus discípulos, que se centran en Galilea;
 Los relatos en torno al sepulcro vacío, que apuntan
a Jerusalén.
Pasaremos a describir brevemente cada uno de estos
elementos, y a continuación sacaremos las debidas
conclusiones en torno a la historicidad. Un último punto
es el referente a la corporeidad del resucitado.
.a Las apariciones
Se pueden distinguir dos tipos de apariciones en la
tradición evangélica.
 Un primer tipo lo comprende los relatos de
apariciones a privados, con un esquema bastante
libre. Así, las apariciones a las mujeres (Mt 28, 9ss),
a Pedro (según Lc 24,34), a los discípulos de Emaús
(Lc 24,13-35), a María Magdalena (Jn 20,11-18).
 El segundo tipo comprende los relatos de
apariciones oficiales a los once (Mt 28,16-20; Mc
16,14-18.19-20; Lc 24,36-49; Jn 20,19-23.24-29),
que presentan un esquema sustancialmente común:
 aparición y saludo de Jesús,
 reacción de incredulidad de parte de los apóstoles,
 reproche de Jesús,
 revelación y comprobación de la realidad de su
identidad,
 encomienda de la misión.
Para comprender en mayor profundidad el alcance de
estas apariciones, es muy oportuno un estudio detenido
de los términos más usados en estos relatos. Vemos que
es ofthe el más repetido, pasivo aoristo de horao. Este
verbo es un término técnico bíblico que hace especial
referencia a una manifestación de origen divino, y que
en la forma gramatical utilizada (aoristo pasivo,
sumamente rara) nos muestra una autorrevelación
activa, no simplemente “ser vistos”. Pero lo que el
término no consigue es ayudarnos a desvelar el mayor o
menor matiz sensible, pues puede referirse a algo
perceptible por los sentidos, o simplemente a una idea.
Afinaremos más en esta dirección si hacemos
referencia a los otros verbos con los que el ofthe
aparece, y que no dejan rastro de duda:
14 / 4
 emfane (Act 10,40), de la raíz de faino, que
significa presentar, hacer visible.
 parestesen (Act 1,3) que en sentido transitivo
significa poner ante los ojos.
En Act 12,9 se nos narra cómo S. Pedro se ve libre de
la cárcel, y dice que no sabía que era verdad (alethes),
sino que aquello le parecía una visión (horama <
horao). Son dos términos contrapuestos, pues en tanto
aquel muestra la realidad de lo percibido, éste se refiere
a una visión interna, tanto diurna como nocturna, siendo
entonces algo parecido a un sueño. Y el alethes es muy
similar al ontos, y éste sí que es utilizado a lo largo del
relato pascual (“Verdaderamente ha resucitado el Señor,
pues se ha aparecido a Simón” Lc 24,34)7.
También es necesario recordar que los apóstoles se
autodefinen como martyres, testigos, pero este término
tiene un matiz muy preciso, pues antes de tener el
sentido de garante, tiene el carácter pasivo de
espectador o auditor: “lo interno, lo imaginario, sentido
o presentido, no es objeto del martyr.”8
.b El sepulcro vacío
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No
está aquí, ha resucitado.” (Lc 24,5-6)
Son varios los relatos que hacen referencia al hallazgo
del sepulcro vacío, que aparece en todos los
evangelistas e incluso en S. Pablo (Mc 16,1-8; Mt 28,1-
8; Lc 24,1-12; Jn 20, 1-18; Act 2,30-31; y el ya
comentado de 1Cor 15,3-5).
En el marco de los acontecimientos pascuales, éste es
el primer elemento que se encuentra. No es en sí una
prueba directa, pues por sí sólo y aislado de su contexto,
no puede interpretarse como una prueba de una
resurrección llevada a cabo por una intervención divina.
A pesar de todo, para los discípulos constituyó un signo
esencial, ya que su descubrimiento fue el primer paso
para el reconocimiento de la resurrección.
El término “resurrección” alude inequívocamente al
acto de “ponerse en pie”. El “sepulcro” es, en efecto, el
sello de la muerte de Jesús, y el cadáver la prueba de
que realmente había muerto. Así, pues, la resurrección
no acontece más allá del mundo, sino que está referida a
la historia y al ser de Jesús, afirmando la identidad del
crucificado y el Señor glorificado.
Por lo tanto hemos de concluir que el sepulcro vacío
no tiene tanto un valor apologético como un valor
referente, pues es signo de la resurrección. Su valor
como prueba es a posteriori, como refrendo de las
apariciones: no se cree por el sepulcro vacío, pero no se
puede creer sin el sepulcro vacío. Con la mentalidad del
judaísmo tardío no se concibe una salida del sheol que
no sea también una salida del sepulcro, por lo que
hemos de reconocer que los discípulos no hubieran
creído si hubieran encontrado su cuerpo corrupto.
7
Esta teoría es recogida principalmente por D. Manuel Guerra,
profesor de Burgos habitual en los tribunales de Bachillerato. Él
afirma: “Éstos dos términos (alethes y ontos) aluden a algo real,
percibido por los sentidos, en ambos casos por los de Simón Pedro.”,
cfr. M. GUERRA, Antropología y teologías, Pamplona 1976.
8
M. Guerra, o.c.
Bachillerato
.c Conclusiones acerca de la historicidad
Resumiremos afirmando que la resurrección de Cristo
es histórica plenamente, en cuanto es real: abarca a toda
su realidad personal, cuerpo y alma (limitarlo a ésta
última, posible tentación que adolece de antropología de
sesgo platónico). Este aspecto queda claro desde el
momento en el que Jesús establece relaciones directas
con sus discípulos mediante el tacto, y el compartir la
comida. Con ello les invita a que reconozcan en Él al
mismo que fue martirizado y crucificado, como lo
muestra al llevar en sí las huellas de la crucifixión9.
Sin embargo este cuerpo, con ser real, posee las
propiedades de un cuerpo glorioso: no está situado en el
espacio ni en el tiempo, por ejemplo. Por tanto diremos
que es la anticipación de la escatología final, del estado
que tendrán los cuerpos al final de la historia.
Esta historicidad de la resurrección ha quedado
plasmada en diversas huellas que ha dejado en la
historia, de modo que a través de ella podamos conocer
el hecho como tal. De esta manera podemos hablar de
ella como de un hecho en un lugar y un tiempo precisos,
aun siendo una realidad metahistórica.
Si ha dejado huellas, podemos concluir que en virtud
de tales huellas la resurrección es accesible a la razón,
que lo podemos conocer por los datos que nos ha
reportado el testimonio apostólico. No decimos que la fe
sea consecuencia de una prueba de razón, pues la fe
coloca al hombre ante una decisión que afecta a toda su
existencia, y esto no puede ser provocado por la razón.
Ahora bien, no se puede prescindir del saber racional
sobre el hecho mismo de la resurrección, so pena de
caer en el fideísmo, que defiende que dicha decisión
existencial se tome arbitrariamente. Muy al contrario, la
adhesión de fe sólo será razonable si a la razón humana
le consta, al menos indirectamente, el hecho mismo de
la resurrección como tal.
A la vez que afirmamos su historicidad, diremos
también que la resurrección trasciende la historia, tiene
un valor transhistórico o metahistórico. Efectivamente,
de un lado nadie fue testigo ocular del hecho, y ningún
evangelista lo describe10.Pero su carácter trascendente se
debe sobre todo al hecho de que no es perceptible por
los sentidos su esencia más íntima , el paso a otra vida
que no es un retorno a otra existencia histórica, terrena.
No ocurrió así con Lázaro, la hija de Jairo o el joven de
Naím, que tras haber resucitado, volverían a morir, sino
que Cristo entró a la vida nueva y definitiva. Aquellos
fueron acontecimientos milagrosos y su resurrección es
esencialmente diferente, pues pasa del estado de muerte,
no a otra existencia “ordinaria”, sino a otra vida más
allá del tiempo y del espacio, al estado de gloria en el
que su cuerpo, lleno del poder Espíritu Santo, se hace
9
Es interesante observar cómo en su humanidad gloriosa no se nos
narra que aparezcan otras señales de su pasión (no se dice nada de
señales de la corona de espinas, flagelación, ...), por lo que el hecho de
enseñar las llagas de las manos y del costado tiene un claro matiz
revelador de esta identidad entre el Jesús muerto en la cruz y el
glorioso.
10
“¡Qué noche tan dichosa, sólo ella conoció el momento en que
Cristo resucitó de entre los muertos!” Exultet de la Vigilia Pascual.
“Ninguno pudo decir cómo había sucedido en su carácter físico”
(Juan Pablo II).
Tema 14 14 / 5
partícipe de la vida divina. Esto es lo que pasamos a
analizar a continuación.
.d El estado de la humanidad resucitada de Cristo
Como ya hemos analizado, el Resucitado establece
relaciones directas con sus discípulos (comer, tocar, ...),
mostrando cómo no es un mero espíritu . Destaca sobre
todo cómo les invita a que comprueben que su cuerpo
resucitado es el mismo que ha sido martirizado y
crucificado (vemos la importancia que se da en las
apariciones a reconocer en el cuerpo glorioso las llagas
de la pasión). Es un cuerpo real, el mismo que colgó del
madero.
Sin embargo, con ser auténtico y real posee al mismo
tiempo propiedades nuevas de un cuerpo glorioso: no
está sujeto ni a espacio ni a tiempo, y se hace presente
donde y cuando quiere. Estas características que
presenta se debe a que el alma glorificada comunica sus
propiedades al cuerpo que informa, que queda también
glorificado. De este modo diremos que su cuerpo
participa , por la mediación de su alma humana, en la
unidad de la Persona Divina.
Las cuatro cualidades del cuerpo glorioso de Jesús son
la claridad, agilidad, sutileza e integridad11.
 Integridad: la resurrección es la plenitud de la
Encarnación. Por lo tanto conviene que resucite el
hombre perfecto, espíritu y cuerpo pleno, sin
carencias que no tuviera, y que en Cristo no se
dieron. Debemos anotar también cómo las carencias
de la pasión, sus heridas, sólo se permitió que se
mostraran en orden a un bien mayor 12. Sin embargo,
no aparecen otras cicatrices que por la misma lógica
deberían de permanecer, como las de la flagelación o
la coronación.
 Sutileza: es consecuencia del dominio del alma
sobre el cuerpo. El espíritu es sutil, y tiene la virtud
de la penetrabilidad, en tanto el cuerpo es de por sí
impenetrable. Sin embargo, Jesús resucitado se
apareció a sus discípulos estando todas las puertas
cerradas. Por lo tanto se ha producido la
comunicación a su cuerpo de un don propio del alma
en cuanto forma corporis. Esta sutileza no hará que
los cuerpos sean impalpables e invisibles.
 Agilidad: El alma no se une al cuerpo sólo como
forma, sino también como motor. Si la sutileza era la
consecuencia de la sujeción total del cuerpo al alma
11
Estas cualidades en Cristo fueron como serán las nuestras, según
S. Pablo a los Filipenses, cuando afirma que el Señor “informará el
cuerpo de nuestra vileza conforme a su cuerpo glorioso, en virtud del
poder que tiene de someterse a sí todas las cosas”. (Fil 3,21) La
diferencia entre Jesús y nuestra glorificación está en que en Él se
produce por el poder de la divinidad que se une a la humanidad, ,en
tanto en nosotros se deberá a su acción divina.
12
Fue conveniente que permaneciera con ellas para llevar siempre
consigo las señales de su triunfo (S. Beda el Venerable), para
confirmar la fe de sus discípulos, para mostrarlas al Padre en su
intercesión celeste, y para mostrar a los redimidos su misericordia y a
los condenados su justicia. (St.Th., Summa Theologica, 3q.54 a.4)
“Sabía Cristo por qué guardaba las cicatrices en su cuerpo. Como
las mostró a Tomás, que no quería creer a menos de tocar y ver, así
también mostrará a los enemigos sus heridas, para que la Verdad les
convenza y diga: veis las heridas que le habéis hecho; reconocéis el
costado que habéis atravesado, porque por vosotros y por vuestra
causa fue abierto, aunque no habéis querido entrar.” S. Agustín, De
Symbolo.
Bachillerato
en cuanto su forma, la agilidad lo es en cuanto su
motor. Ésta hace al cuerpo hábil y libre en todos sus
movimientos y sus acciones. Esto no significa que se
muevan instantáneamente.
 Claridad: en la Transfiguración en el monte Tabor
Cristo se manifiesta glorificado, y la señal de ello es
que su cuerpo quedó envuelto por una nube
resplandeciente. La claridad es una característica del
cuerpo glorioso en cuanto redundancia de la gloria
del alma, pues ella le hace participar de la gloria de
la que está llena.
A la pregunta de cómo es posible una resurrección
corporal, responde S. Pablo a los corintios que muere un
cuerpo corruptible y resucita en la incorruptibilidad.
Esto se debe a que el principio de vida natural donado
por Dios en el acto creador, es abarcado por el Espíritu
Santo, de modo que se siembra un cuerpo carnal y
resucita un cuerpo espiritual, y el resultado es el nuevo
Adán, vivificado por el Espíritu13.
Pero no podemos reducir la resurrección de Jesús de
entre los muertos al ámbito concreto de la escatología
general, presentándolo como el primer caso de la
espiritualización del cuerpo. La poderosa acción del
Padre a través de su corporeidad plena continúa hoy
vigente, y se convierte en la señal y el medio de la
comunicación de los hombres con la Trinidad divina.
.III El acontecimiento pascual como revelación
del Dios Trinitario
El acontecimiento pascual es una intervención de Dios
en la creación y en la historia, con la que Dios revela
plenamente su dinamismo trinitario. De este modo
queda convertido en el culmen de la Historia de
Salvación y de la revelación de Dios al hombre. La
actuación divina es de las tres personas a la vez, pero
cada una debe hacerlo conforme a su propiedad, esto es,
conforme a lo que es original a esa persona divina.
.a Dios Padre
La resurrección se realiza por el poder de Dios Padre,
que ha resucitado a Cristo, su Hijo. Vendría a ser la
respuesta de Dios Padre a la entrega redentora de Cristo
por los hombres. La intervención del Padre sería la
glorificación del Hijo, resucitándolo y elevándolo a su
derecha; de este modo se introduce la humanidad de
modo perfecto en la sede divina, con su cuerpo
glorificado. Ésta es la más perfecta muestra del poder de
Dios Padre actuando en el acontecimiento pascual.
13
“Se siembra un cuerpo natural (corpus animalem,
), resucita un cuerpo espiritual (corpus spiritale,
). Pues si hay un cuerpo natural, hay también un
cuerpo espiritual, como está escrito: Fue hecho el primer hombre,
Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida (factus est
primus homo Adam in animan viventem, novissimus Adam in spiritum
vivificantem)” (1Cor 15,44-45).
Tema 14 14 / 6
.b Dios Hijo
Él realiza su propia resurrección en virtud de su poder
divino permanente en la unión hipostática. Jesús, al
resucitar de entre los muertos, no sólo queda acreditado
como Señor, sino que aparece con la gloria propia del
Hijo único de Dios. Por lo tanto se hace claramente
patente la naturaleza divina de Cristo, oculta durante su
vida terrena, y esta naturaleza divina en cuanto su
propiedad personal, esto es, en cuanto Hijo Amado del
Padre.
Por su resurrección, el Verbo “vuelve a entrar” (nunca
lo dejó) en la comunión de amor del Padre, pero esta
vez lo hace con su humanidad resucitada, en cuanto
encarnado. Como hemos dicho, la humanidad del Hijo
se introduce gloriosa en la comunión de la Trinidad
.c Dios Espíritu Santo
Él es quien hace posible el modo nuevo de la
existencia de Jesús y de su comunión con los creyentes,
pues por el Espíritu, la humanidad de Cristo, por Él
ungida, es el lugar permanente de encuentro entre el
hombre y Dios, que recrea y concede una nueva vida a
su criatura.
Hasta tal punto está el Espíritu Santo vinculado a la
Pascua que hasta entonces no había Espíritu 14. Cristo
Resucitado, sólo Él, es quien recibe el Espíritu Santo
para comunicárselo a todos los hombres, y convertirse
así en “el único mediador entre Dios y los hombres” 15, “
Señor del cosmos y de la historia” 16, “el Señor del
tiempo, su principio y su cumplimiento” 17, “Salvador
único del mundo, ayer, hoy, y siempre”18.
14
“Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy no vendrá a
vosotros el Paráclito; pero si me voy os lo enviaré.” (Jn 16,7).
15
TMA 4.
16
TMA 5.
17
TMA 10.
18
TMA 40.
Bachillerato Tema 14 14 / 7