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U3 T4 TIRAMONTI Resumen de Sergio

LA TRAMA DE LA DESIGUALDAD EDUCATIVA. Mutaciones recientes en la escuela media

Preguntarse hoy por el lugar de la escuela en la sociedad exige considerar el conjunto de transformaciones por las
que están atravesando las sociedades del mundo actual y dar cuenta de esos fenómenos en espacios periféricos
como los nuestros. Desde luego, en el caso argentino es necesario incorporar al análisis la crisis nacional, que
redefine y potencia en forma dramática los efectos de-los-cambios.

Diferentes autores han acuñado nuevas categorías para explicar las transformaciones estructurales de la sociedad
contemporánea. Más allá de las diferencias en la conceptualización, todos estos coinciden en marcar una
reestructuración de las relaciones sociales y de los marcos regulatorios de la acción de individuos e
instituciones.

Las diferencias entre los estratos sociales en Argentina han alcanzado niveles insospechados.
Sin embargo las manifestaciones escolares de esta nueva realidad social no se pueden expresar en términos de
desigualdades socio- económicas. Aunque sin duda las condicionan.
Así las diferencias pueden medirse en términos de impactos diferenciados en donde se mezclan la memoria de
situaciones previas con la lectura de las actuales condiciones socioculturales en la que se desenvuelven
instituciones y sujetos.

Así los cambios estructurales desorganizan el mundo en que se mueven instituciones y sujetos generando
estrategias de reposicionamiento no tanto por estrato social sino que más de una vez las diferenciaciones se
construyen por grupos provenientes de diferentes clases. Así mismo en el iterior de esos grupos si aparecen las
diferenciaciones de sentido que parecen relacionarse con los antiguos estratos sociales según la pertenencia
socioeconómica de los miembros.

RUPTURA DE LA ORGANIZACIÓN CENTRICA DE LA SOCIEDAD Y LA DEBILIDAD DEL ENTRAMADO INSTITUCIONAL


ASOCIADO A ESTA ORGANIZACIÓN

El modelo societario con el que se organizaron las sociedades latinoamericanas desde fines del siglo XIX hasta
avanzada la segunda mitad del XX tuvo al Estado como eje articulador del conjunto de la sociedad. Este modelo
estado céntrico (M. Cavarozzi: 1999) fundó nuevas sociedades y organizó mercados nacionales al mismo tiempo
que interfirió activamente en esos mercados.

Esta centralidad otorgó a la política un lugar decisivo en la organización, para la definición de los criterios de
integración social y en la construcción de las redes institucionales destinadas a regular, controlar y administrar la
actividad social.

El espacio latinoamericano no fue homogéneo. En algunos países, como el nuestro, el Estado nacional desarrolló
una mayor capacidad y efectividad en el control de la población y el territorio nacional; en otros, llegó a la
globalización sin que se hubieran alcanzado niveles de institucionalidad del Estado que posibilitaran el control
sobre las personas y el territorio nacional.

La constitución del sistema educativo responde claramente a esta matriz sociopolítica estado-céntrica y da
cuenta del poder de la infraestructura del Estado para definir los parámetros de socialización e incorporación
cultural de la población. El sistema que se constituye a fines del siglo XIX reconoce en el Estado nacional su
principal referente material para la administración, gestión y financiamiento de las instituciones escolares, y
simbólico para la provisión de un sentido que se pretendía universalista y que expresaba en clave nacional.

En este espacio de sentido la escuela estuvo doblemente asociada: por un lado por ser portadora de una
propuesta universalista que expresaba el conjunto de valores en los que se fundamentaba la comunidad y por
otro, como dispositivo de regulación social y en consecuencia como instrumento de gobernabilidad.
Esta organización se correspondió con la conformación de la sociedad industrial y en el entramado del desarrollo
capitalista.
El proceso de globalización rompe la matriz societal y deshace el entramado institucional y el lugar común donde
se articulaban instituciones y sujetos.
Se pierde centralidad en favor de una fuerte presencia de los mercados.
Asistimos a una descomposición del entramado industrial como entramado de experiencias.
Algunos autores hablan de la “declinación de la idea de sociedad” (Dubet, F. y Martuccelli, M: 1998) en donde las
instituciones habrían perdido la capacidad de marcar las subjetividades y estamos asistiendo al paso de una
sociedad que integraba mediante un proceso de súper socialización de los agentes a través de diferentes agencias
socializadoras, entre las cuales se destacan la familia, la escuela y la iglesia, a una sociedad de individuos
subsocializados y anómicos.

Se trataría de un proceso de desinstitucionalización que acompaña la crisis de la sociedad como concepto y como
realidad (Tenti Fanfani).

En el campo de la educación, estos posicionamientos señalan la pérdida de la potencialidad de la escuela para


instituir identidades y asocian esa caída con la muerte del Estado-nación y de la ley como instancia fundadora
de la ciudadanía. La escuela "cayó", según estos discursos, como ilusión forjadora de un sujeto universal y no
dispone de ninguna narrativa en la que anclar la constitución de lo social (Duscharzky,

El modo en que nuestro país se incorporó al orden globalizado generó una brutal reestructuración social que
modificó la fisonomía de una sociedad de clases medias con bajos niveles de pobreza con distancias
socioeconómicas moderadas., que generó condiciones muy diferentes y cambiantes para el desenvolvimiento de
las instituciones escolares.

La matriz igualitarista de la Argentina resulta de un particular procesamiento de la tensión entre inclusión y


exclusión de las diferentes esferas de la vida social, y especialmente del sistema educativo (Tiramonti,2003 ). Las
aspiraciones de ascenso social fueron procesadas a través de la ampliación de la oferta escolar por parte del
Estado, que traía implícita una promesa de promoción económica y social. La amplia clase media argentina se
construyó en esta disputa por el usufructo de una educación que le permitía dar un salto para despegar de su
condición de origen.

La promoción de espacios de socialización y educación socialmente heterogéneos fue funcional a una estrategia
de ascenso social de ese sector. A su vez, esta aspiración de ascenso y la disputa de recursos que esto generaba,
se constituyeron en el verdadero engranaje del sistema. La dinámica de ascenso y la expectativa alrededor de
esta posibilidad que se genera en el conjunto de la sociedad explican, en parte, que en la Argentina se hayan
desarrollado sistemas de promoción desregulados con acceso abierto, que otorgaban la oportunidad a individuos
y sectores sociales de desplegarse en la lucha por progresar.

La estrategia de integración fue abandonada por sub sectores de la clase media hace mucho tiempo, pero fue en
los 90 cuando algunos grupos abandonan el espacio urbano para construir un hábitat segregado.
Sin duda que la clase media aspiraba a estilos de vida de los sectores altos, pero incorporaron consumos y
prácticas culturales propias que no tienen las élites.

Por otra parte la crisis salarial y cambios de organización entrañan una renovada individualización. Así algunos
parecen liberarse de ataduras colectivas y expresen su identidad mientras que otros tienen salarios precarizados,
aislamiento y desprotección.

Aparte de la diferencia entre el centro y periferia es interesante marcar que la gran diferencia entre la
individualización y la individuación reside allí donde las inseguridades a las que están expuestos los que viven la
periferia global son doblemente determinantes para las biografías individuales y para la construcción de
estructuras cognitivas.

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