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LA OTRA CARA DEL CHE GUEVARA, LA LUCHA DE LA CUAL

FORMÓ PARTE EN CUBA

Por Humberto (Bert) Corzo*

https://vidacotidianitica.blogspot.com/2011/08/la-otra-cara-del-che-guevara-la-
lucha.html

Ernesto "Che" Guevara ha sido siempre visto con benevolencia y hasta con misticismo
por muchas personas debido a la lucha de la cual formó parte en Cuba, pero mucha
gente olvida la estela de sangre que dejó a su paso.

La gran creencia en la que se sostiene el aura de romántico, soñador y visionario que


rodea al astuto guerrillero argentino, no se sostiene por ningún lado al revisar la historia
y ver que también era una persona implacable.

Guevara, a inicios de la revolución cubana, fue cabeza visible de muchos de los juicios
de los cuales, más de 500 personas fueron fusiladas.

La gente puede olvidar y perdonar, pero la historia no lo hace, solo basta revisarla para
ver quien es quien, y Guevara no fue lo que muchos piensan.

El pez por la boca muere, famoso dicho que calza con exactitud algunas actitudes de
las personas. Al respecto, iniciaremos con algunas frases dichas por el guerrillero
Ernesto "Che" Guevara.

Con respecto al campesino, Guevara dijo que no importa cuán pequeño o pobre sea, no
importa cuánto haya ayudado a la revolución y peleado por ella, si llega a generar
capitalismo, debe ser "eliminado".

Para el Che, ese capitalismo era simplemente el defender el pedazo de tierra que los
pobres campesinos tenían para vivir, el cual era colectivizado para la Cuba socialista.

En su famoso "Mensaje a la Tricontinental" (publicado con el título "Crear dos,


tres...muchos Vietnam, esa es la consigna") el Che escribió:
"El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de
las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta,
selectiva y fría máquina de matar.

Nuestros soldados tiene que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un
enemigo brutal".

Se decía mucho en esos tiempos que Guevara era un tipo muy frio, de cabeza muy ágil
pero a la vez analítica, pero en casos extremos, actuaba con mucha dureza y tomaba
decisiones muy en contra de los derechos humanos.

En Sierra Maestra, Guevara también impuso su personalidad al mostrarse estricto frente


a los actos de indisciplina, de traición y criminales, no solo en la propia tropa, sino
también con respecto a los soldados enemigos y a los campesinos que habitaban la
zona.

Esta faceta se hizo evidente el 17 de febrero de 1957, cuando descubrieron que uno de
los guerrilleros, Eutimio Guerra, era un traidor que había brindado al enemigo la
situación del grupo, lo que permitió al ejército bombardear su posición en el pico Caracas
y luego emboscarlos en los Altos de Espinosa, poniéndolos al borde de la derrota
definitiva.

Fidel Castro decidió entonces que sería fusilado por traición, pero sin indicar quienes lo
ejecutarían.

Ante la indecisión general fue el Che Guevara quien lo ejecutó disparándole un tiro en
la cabeza, demostrando una frialdad y dureza frente a los crímenes en tiempos de
guerra que lo harían famoso.

En Santa Clara el Che Guevara dio la orden de fusilar al jefe de policía, Cornelio Rojas,
entre otros detenidos.

El coronel Joaquín Casillas, quien había sido condenado en 1948 por asesinar al
sindicalista Jesús Menéndez y luego dejado en libertad, fue detenido y también resultó
muerto.

Ernesto Guevara también tomó parte del grupo compuesto por Antonio Núñez Jiménez,
Pedro Miret, Alfredo Guevara, Vilma Espín, Oscar Pino Santos y Segundo Ceballos, que
operaba desde los inicios de la revolución en el máximo secreto, a espaldas del gobierno
excluyendo Fidel Castro.

Este grupo se reunía todas las noches en la casa que habitó Guevara en Tarará, un
balneario cercano a La Habana.

El grupo funcionaba bajo la supervisión de Fidel Castro y tenía como fin elaborar y definir
leyes claves, como la de reforma agraria y creación del INRA, actuando como un
verdadero gobierno paralelo.

Una de la primeras decisiones del nuevo gobierno, fueron los juicios revolucionarios
como parte del proceso conocido como Comisión Depuradora contra personas
consideradas criminales de guerra o muy asociadas con el régimen de Batista, y más
adelante nuevos opositores como el Comandante del Segundo Frente Nacional del
Escambray, Jesús Carreras Zayas, acusado de apoyar una rebelión en 1960.
Entre enero y abril de 1959, alrededor de mil fueron denunciados y juzgados por medio
de juicios sumarísimos de los cuales 550 fueron fusilados.

Ernesto Guevara en su condición de jefe de La Cabaña durante los primeros meses de


la revolución, tuvo a su cargo los juicios y ejecución contra los detenidos en la fortaleza.
La opinión personal de Guevara sobre los fusilamientos fue expuesta públicamente ante
las Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964:

"Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos
expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y
seguiremos fusilando mientras sea necesario.

Nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una
batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el resultado de la batalla
perdida hoy en Cuba".

Para tal fin Guevara estableció un sistema judicial con tribunales de primera instancia y
un tribunal de apelación bajo su presidencia, que desarrollaron su actuación en
audiencias públicas, con fiscales acusadores, abogados defensores y testigos.

La legitimidad de los juicios revolucionarios y los fusilamientos por el gobierno cubano


son objeto de intensos debates que oponen frontalmente a quienes simpatizan con la
Revolución Cubana de aquellos que se le oponen

La otra cara

Desdichadamente, Che Guevara dejó una estela de sangre en Cuba en lo relacionado


a sus oponentes. Este rastro de sangre apareció primeramente, en la provincia de Las
Villas, región central de Cuba y terminó en la prisión de La Cabaña, en La Habana. La
toma de la ciudad de Santa Clara fue sangrienta para sus oponentes.

En esta batalla el Che perdió sólo un hombre de su columna, el Vaquerito, joven


combatiente que era un protegido de Celia Sánchez, pero tuvo algunos heridos. Durante
la batalla, un grupo de militares se atrincheraron en un hotel, en el centro de la ciudad,
finalmente, se rindieron.

Muchos prisioneros fueron ejecutados sumariamente. Puestos ante el paredón de


fusilamientos, sin juicios ni misericordia.

Estas ejecuciones se llevaron a cabo frente a fotógrafos, periodistas y cámaras de cine.


Los prisioneros, en muchos casos, eran jóvenes campesinos que se habían unido al
ejército como último recurso de desempleados y eran conocidos como: "casquitos".

En La Habana, el Che fue nombrado jefe del campamento militar de La Cabaña. Este
antiguo cuartel, era utilizado como prisión desde tiempos en que Cuba era colonia de
España.

Más que una guarnición militar, era conocido como una prisión. Cuando fue construido
en el siglo XVIII, tenía un gran valor estratégico defensivo. En el siglo XX, era más un
monumento histórico que una plaza de importancia militar.

Los nuevos armamentos y la aviación lo habían convertido en algo obsoleto, desde el


punto de vista bélico. La Cabaña, pronto adquirió nefasta fama: Una abarrotada prisión
y centro de ejecuciones día y noche.

El "guerrillero heroico", se convirtió en jefe de la prisión y centro de ajusticiamientos. En


los primeros meses del 1959, La Cabaña fue seleccionada para estos fines, por estar
bien apartada, aunque en la ciudad de La Habana y no muy accesible al público.

Los prisioneros venían de todos los lugares de La Habana y de algunas provincias.

El Che, no los había condenado a prisión o muerte. Se limitaba a cumplir las órdenes
sin protestas, excusas y orgullo. Un miembro de su columna, de origen estadounidense,
conocido por el nombre de Herman, actuaba como jefe de uno los pelotones de
fusilamientos.

Este individuo usaba un revólver a la forma de los "cowboys" del Oeste estadounidense,
y era el encargado de dar el tiro de gracia. Herman, gustaba de hacer girar el arma,
macabramente, en su dedo índice y soplar el cañón del revólver después del disparo.
Se refería a la Cabaña, "como su coto de caza" o "su campo privado de tiro".

Desconozco cómo y cuándo este cruel sujeto apareció y desapareció de Cuba: un


aventurero más. En aquellos meses, Herman era parte de la tropa del Che.

Varias personas que visitaron la oficina del Che, en La Cabaña, desde donde se veía el
lugar de las ejecuciones, fueron invitadas por éste, para que lo acompañaran a
presenciar las mismas desde su ventana.

Paradójicamente, la ejecución del comandante Humberto Sorí Marín, compañero de


armas del Che en la Sierra Maestra, fue similar a la de él posteriormente en Bolivia. Sorí
Marín, se había separado de la revolución y estaba conspirado contra Castro.

Semanas antes del desembarco de Bahía de Cochinos, fue sorprendido, con otros
conspiradores en una reunión clandestina.

Hubo un encuentro a balazos con la policía secreta de Castro y Sorí Marín cayó mal
herido. Inmediata condena de muerte en La Cabaña, Sorí Marín no podía sostenerse en
pie por sus heridas.
Fue virtualmente acarreado al lugar de la ejecución, lo amarraron a un poste y lo
ejecutaron. Al Che no se le puede discutir su valentía en el campo de batalla, ni su
crueldad terminada la lucha.

Muchos estiman que más de dos mil personas fueron ejecutadas en La Cabaña. Acepto
el más conservador de este cálculo y llevo el número a la mitad: 1000 personas.

Cuando el Che fue nombrado Presidente del Banco Nacional de Cuba, circulaba un
chiste que a él le gustaba repetir. "Fidel reunió a sus íntimos colaboradores y dijo que
necesitaba un economista para dirigir el Banco Nacional de Cuba, y preguntó si había
un economista en el grupo.

El Che levantó la mano y Fidel lo nombró en el cargo. Terminada la reunión Fidel se


acercó al Che y le dijo: no sabía que eras economista. El Che respondió sorprendido,
no lo soy, creía que preguntabas si había un comunista en la reunión, por eso levanté
la mano".

Siendo Presidente del Banco Nacional, el Che se mostró altanero, arrogante y


despectivo. Recibía a visitantes y funcionarios, vestido en sucios uniformes de combate
y ponía las botas sobre el escritorio, mientras hablaba con ellos.

En una ocasión dijo a un funcionario que miró con sorpresa y atención las botas del Che
sobre el escritorio.

"¿Qué miras, que no tengo calcetines? Tampoco uso ropa interior". Desconozco si lo
expresado por el Che era cierto o no. Posiblemente, era una forma teatral de tratar a
sus visitantes.

En la práctica, las decisiones del Banco Nacional, eran hechas por dos serios
economistas del partido comunista cubano: Regino Boti y el profesor Carlos Rafael
Rodríguez. Personas capacitadas, respetuosas y muy conservadoras al vestir y hablar.

Lo que muchos vieron como el colmo de la arrogancia fue que Guevara firmó los billetes
de Banco de Cuba con su alias: "Che".

No obstante, si el Che se conducía de esta forma, Castro lo permitía. Pero, los


comunistas de la vieja guardia y sus aliados soviéticos, no compartían su pensar y forma
de actuar.

Todos los fusilamientos se hacen por órdenes expresas mías

Guevara fue nombrado por Castro jefe militar de la fortaleza de La Cabaña en La


Habana, después de que Batista huyera de Cuba, cargo que ocupo desde enero hasta
septiembre de 1959, y también responsable de la Comisión Depuradora, con el fin de
implantar el terror revolucionario.

En una comparecencia por el canal 6 de la TV en febrero de 1959, el Che declaraba que


“en La Cabaña todos los fusilamientos se hacen por órdenes expresas mías.”

Aquí él presidió sobre centenares de ejecuciones en juicios sumarios que incluso un


biógrafo comprensivo como Jorge Castañeda, en su libro “Compañero: Vida y Muerte
del Che Guevara”, dice que “se llevaron a cabo sin el respeto por el buen hacer de la
justicia.”
Luis Ortega, en su libro ¡Yo soy el Che! relata lo que el Che le dice a Duque Estrada:
“Hay que trabajar de noche, el hombre ofrece menos resistencia de noche que de día.
En la calma nocturna la resistencia moral se debilita. Haz los interrogatorios de noche.

No hace falta hacer muchas averiguaciones para fusilar a uno. Lo que hay que saber es
sí es necesario fusilarlo. Nada más. Debe dársele siempre al reo la posibilidad de hacer
sus descargos antes de fusilarlo.

Y esto quiere decir, entiéndeme bien, que debe siempre fusilarse al reo, sin importar
cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en esto. Nuestra misión no
consiste en dar garantías procesales a nadie, sino en hacer la revolución, y debemos
empezar por las garantías procesales mismas.”

Napoleón Vilaboa, miembro del Movimiento 26 de Julio y asesor del Che en La Cabaña,
relata la ejecución de José Castaño Quevedo, director del Buró de Represión de
Actividades Comunistas (BRAC), contra el cual no pesaban acusaciones criminales y al
que llevo a la oficina del Che: “Mientras daba vueltas alrededor de su mesa y de la silla
donde estaba el militar, Che sacó la pistola 45 y lo mató allí mismo con dos balazos en
la cabeza.”

Escalofriante relato del ex preso político Pierre San Martín, testigo presencial del
asesinato a sangre fría de un niño entre 12 y 14 años de edad llevado a cabo por el Che
Guevara en la fortaleza de la Cabaña en 1959: “…el crujiente sonido de la puerta de
hierro se abrió, al mismo tiempo que lanzaban a una persona más al ya aglomerado
calabozo….

¿Y tú que hiciste?, preguntamos casi al unísono. Con la cara ensangrentada y


amoratada nos miró fijamente, respondiendo: por defender a mi padre para que no lo
mataran, no pude evitarlo, lo asesinaron.

Cerca del paredón donde se fusilaba, con las manos en la cintura, caminaba de un lado
al otro el abominable Che Guevara.

Dio la orden de traer al muchacho primero, y lo mandó a arrodillarse delante del


paredón… El muchacho desobedeció la orden, con una valentía sin nombre le respondió
al infame personaje: “si me has de matar tendrás que hacerlo como se mata a los
hombres, de pie, y no como a los cobardes, de rodillas.”

Caminando por detrás del muchacho, le respondió el Che: "con que sois un pibe
valiente"...Desenfundando su pistola le dio un tiro en la nuca que casi le cercenó el
cuello.”
Ajusticiamientos

Guevara a los 15 años

Durante los tres primeros meses de la revolución cubana tuvieron lugar 568 ejecuciones
por fusilamiento. Incluso el New York Times lo admite, según la periodista de dicho diario
Hart Phillips, unos "400 en los dos primeros meses".

El periodista Tetlon del London Daily Telegraph escribe lo siguiente, "en ocasiones
funcionaban cuatro tribunales simultáneamente, sin abogados ni testigos de descargos,
llegando a juzgarse, contemplando la pena capital, hasta 80 personas en juicios
colectivos".

Los procesos judiciales fueron farsas desvergonzadas que espantaron y repugnaron a


todos aquellos que los presenciaron.

Jorge Castañeda en su biografía sobre Guevara, menciona que el fallecido padre Iñaki
de Aspiazu, un vasco católico simpatizante de la revolución, habló de 700 víctimas. Luis
Ortega escribe en su libro “Yo soy el Che” que Guevara envió a 1,897 hombres al pelotón
de fusilamiento.

En su libro "Che Guevara: una Biografía," Daniel James escribe que el Che admitió
haber ordenado "varios miles" de ejecuciones durante los primeros años del régimen
castrista.

Félix Rodríguez, un exagente de la CIA, que participo en la captura del Che en Bolivia,
le contó a Vargas Llosa que se enfrentó al Che tras su captura recriminándole las "más
o menos 2,000" ejecuciones de las que fue responsable a lo largo de su vida. "Me dijo
que eran todos agentes de la CIA y no discutió la cifra."

Como contraste en los Juicios de Núremberg, al finalizar la Segunda Guerra Mundial,


de los 24 líderes nazis acusados de crímenes de guerra solamente se aplicó la pena de
muerte a 11 de ellos.

Homofóbico

El Che tuvo un rol principal en el establecimiento del primer campo de trabajos forzados
en la península de Guanahacabibes en el oeste de Cuba, que se puso en marcha a
finales de 1960, para confinar personas que no habían cometido delito sujeto a castigo
por la ley, revolucionario o de otro tipo.

Che defendió dicha iniciativa diciendo: “Nosotros solamente enviamos a


Guanahacabibes aquellos casos dudosos de los que no estamos seguros que deban
ser encarcelados….

Nosotros mandamos a Guanahacabibes a la gente que no debería ir a la cárcel, gente


que ha cometido crímenes contra la moral revolucionaria, en mayor o menor grado,…”

“Este campamento fue el precursor del confinamiento sistemático, a partir de 1965 en la


provincia de Camagüey, de disidentes, homosexuales, católicos, Testigos de Jehová,
sacerdotes afro-cubanos, y otras escorias por el estilo, bajo la bandera de las Unidades
Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).

Hacinados en autobuses y camiones, los "desadaptados" serían transportados a punta


de pistola a los campos de concentración organizados sobre la base del modelo de
Guanahacabibes.

Algunos nunca regresarían; otros serían violados, golpeados, o mutilados; y la mayoría


quedarían traumatizados de por vida, como el sobrecogedor documental de Néstor
Almendros, "Conducta Impropia", se lo mostrara al mundo un par de décadas atrás.”

La homofobia del Che se manifiesta en el cartel colocado a la entrada del campo de


trabajos forzados, donde confinaron a los homosexuales, donde se leía “El trabajo os
hará hombres'', replica del lema “El trabajo os hará libres” utilizado en los campos de
concentración nazis.

Pretendía corregir el comportamiento homosexual aplicando castigos rigurosos con el


objeto de modificar dicha desviación social, la cual no constituye un delito castigado por
la ley.

Intransigente y cruel

Guevara a los 18 años


Al instinto asesino sigue la cobardía, como lo demuestran los incidentes con el
guerrillero Jorge Sotús y el comandante Carreras.

La conducta intransigente y cruel que siempre mostró Ernesto Guevara durante su vida,
chocó en ocasiones con su actitud un tanto vacilante y flojona durante determinada
confrontación personal en que su pellejo corría peligro.
Así fue cuando provocó que Sotús se le insubordinara, y Carrera lo retara a duelo. El
Che se redujo a la mínima expresión.

Con el último se desquitó presenciando su fusilamiento en la Cabaña, donde tuvo lugar


el reto.

Confesó también: “Yo en realidad no soy un economista”. Su intervención al frente del


Banco Nacional y el Ministerio de Industrias, fue un total desastre. Lo fue también de
guerrillero, como quedó demostrado en África y Bolivia.

Su reacción cuando lo apresaron, fue la de una rata, no la de un héroe. Al final no libera


a sus hombres del compromiso de resistir hasta la muerte.

El, en cambio, decide rendirse y no morir peleando como cuadra a un héroe, al tratar de
convencer a sus captores diciéndoles que valía más vivo que muerto.

El Guevara traidor

Mario Vargas Llosa, en un artículo sobre Ernesto Guevara, dice: "Un ser que de histórico
pasa a ser mítico no es juzgado con criterios racionales sino mediante actos de fe y de
ilusión. Es el caso de Che”.

Se sabe de su traición en México, cuando los futuros expedicionarios son arrestados,


informa a sus captores los nombres de todos los que se encuentran en el campamento,
en marcado contraste con el coronel Alberto Bayo quien, ante igual pretensión,
respondió:

"Yo no me presto ni me prestaré a señalar nombres...a acusar a ninguno, ni que


hurguen ustedes sobre nuestro movimiento, que es el de toda la nación cubana".

El periodista cubano en el exilio José Ignacio Rasco dice que la relación entre Castro y
el Che es la misma que él presenció en Cuba: "Me consta del miedo que sentía ante
Fidel Castro.

Cuando fui a Palacio para protestar del cierre de la Universidad de Villanueva -por la ley
11- presencié la escena donde Castro lo trataba con altanería implacable y como él,
tímidamente, se le sometía. Castro lo enviaba a expediciones, como la del Congo o la
de Bolivia, para alejarlo del poder y hacerlo fracasar.

Ni en Venezuela ni en Guatemala tuvo ninguna participación revolucionaria en sus días


juveniles, sino más bien se convirtió en un terrible burguesito bohemio de correrías
propias de jóvenes malcriados, de pandillitas de barrios en varios países de América
Latina.

Fue su primera esposa, Hilda Gadea, la que le contagió el virus marxista, más achinado
que soviético, siempre sediento de sangre ante su altar de paredón en La Cabaña.

Era sádico en su conducta con sus víctimas y los familiares de ellas, gozaba
divirtiéndose con la tragedia ajena de esposas e hijos de presos políticos o fusilados con
burlas hirientes y sangrientas".
La ironía de la foto

La famosa fotografía de Guevara fue tomada por el fotógrafo cubano Alberto Korda el 5
de marzo de 1960.

El editor italiano Gian Giacomo Feltrinelli la descubrió en uno de sus viajes a La Habana.
Alberto Korda se la obsequio.

Tras la muerte de Guevara, Feltrinelli -al fin empresario- imprimió millones de carteles.
La foto recorrió el mundo y fue el símbolo de los movimientos juveniles del 68 y
posteriormente de toda la izquierda así como de grupos delictivos.

Pero las ganancias fueron para Feltrinelli, ni Korda ni Cuba obtuvieron beneficios.
Feltrinelli -quien murió a principios de los años setenta, obtuvo algo más de 5 millones
de dólares por la venta de carteles del Che.

Ahora el control sobre esa imagen emblemática se ha perdido: cualquiera la usa y


explota comercialmente.

Es la ironía de alguien que luchó contra el capitalismo pero al final su imagen se hizo
parte del sistema que deseaba erradicar

Carta de Ernesto Che Guevara a Fidel Castro despidiéndose de Cuba

Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María


Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día
pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del
hecho nos golpeó a todos.

Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es
verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.

Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se
repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana
en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, y de tu pueblo, que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del partido, de mi puesto de ministro,
de mi grado de comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba,
sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.

Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez
y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario.

Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros
momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus
cualidades de conductor y de revolucionario.

He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en


los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe.

Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de
haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y
apreciar los peligros y los principios.

Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo
hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de
separarnos.

Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor; aquí dejo lo más puro de mis
esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos... y dejo un pueblo
que me admitió como su hijo: eso lacera una parte de mi espíritu.

En los nuevos campos de batalla llevaré la fé que me inculcaste, el espíritu


revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes:
luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces
cualquier desgarradura.

Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane
de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento,
será para este pueblo y especialmente para ti.

Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo y que trataré de ser fiel hasta
las últimas consecuencias de mis actos.

Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra revolución y lo


sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser
revolucionario cubano y como tal actuaré.

Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena; me alegro que así sea.
Que no pido nada para ellos, pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.

Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo pero siento que son
innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena
emborronar cuartillas. Hasta la victoria siempre. ¡Patria o Muerte!

Te abraza con todo fervor revolucionario

Che

¡Apunte bien! ¡Va usted a matar a un hombre!


Fueron las últimas palabras que pronunció Ernesto "Che" Guevara el 9 de Octubre de
1967 segundos antes de morir en la Higuera (Bolivia), a manos de un soldado enemigo
del ejército boliviano (a los que ayudaron agentes de la CIA).

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