Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
ANALÍTICA
(comp. y trad.)
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
CRÉDITOS
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
El texto inédito de Narve Strand se tradujo a partir de su versión original
en inglés, titulada Kierkegaard as a link between modern philosophy and
the linguistic turn.
En la presente obra también aparecen los textos en español de Luis
Guerrero Martínez con La definición socrática de pecado: en torno al
método kierkegaardiano, cuya primera parte fue publicada en el libro La
verdad subejtiva. SØren Kierkegaard como escritor, México, Universidad
Iberoamericana, 2004. De Paniel Reyes se agrega el texto Kierkegaard:
sobre la verdad, la subjetividad y las esperanzas regulativas.
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
U ÍNDICE
/ Introducción
Alejandro Vázquez del Mercado Hernández
/ Nota sobre la traducción
/ Tabla de equivalencias de obras de Kierkegaard
/ La razón en la ética: MacIntyre y Kierkegaard
Anthony Rudd
/ Grice y Kierkegaard: implicación y comunicación
Katherine Ramslan
/ La definición socrática de pecado: en torno al Método
kierkegaardiano
Luis Guerrero Martínez
/ Realismo y antirrealismo en el Postscriptum no-científico
y definitivo de Kierkegaard
C. Stephen Evans
/ Kierkegaard: sobre la verdad, la subjetividad
y las esperanzas regulativas
Paniel Reyes
/ Asimetría temerosa: la búsqueda kierkegaardiana
de la dirección del tiempo
Patrick Stokes
/ Evaluación comparativa y crítica sobre la teoría
de las modalidades de Climacus en el “Interludio”
Poul Lübeke
/ Kierkegaard: sobre la autoridad y la revelación
Stanley Cavell
/ Los argumentos de Kierkegaard en contra del razonamiento
objetivo en la religión
Robert M. Adams
/ Kierkegaard, Wittgenstein y el sinsentido
James Conant
/ Kierkegaard como enlace entre la Filosof ía Moderna
y el giro lingüístico
Narve Stand
/ Sobre los colaboradores
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
U INTRODUCCIÓN
Alejandro Vázquez del Mercado Hernández
. ¿KIERKEGAARD ANALÍTICO?
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
. UN PENSADOR DIFERENTE
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
seudónimos que defienden la inmediatez (A) y otros que la condenan (el
Juez Guillermo); así como escritos donde se presenta la fe cristiana como
algo admirable e incomprensible (Temor y temblor, firmado por Johannes
de Silentio), los cuales constrastan con Las obras del amor (firmado por
el propio Kierkegaard), donde se presenta una imagen más humana de la
religión a partir del desarrollo espiritual y la solidaridad con el prójimo.
En los artículos que aparecen aquí destacan en particular las
menciones a Johannes Climacus, el autor seudónimo de De omnibus
dubitandum est, de las Migajas filosóficas y de su apéndice (¡más largo
que la obra original!) Postscriptum no-científico y definitivo a las Migajas
filosóficas. Tradicionalmente, se ha considerado que es en estas obras
donde se puede encontrar la mayor riqueza filosófica de Kierkegaard, al
menos desde el punto de vista argumentativo. Por ello, no es raro encon-
trar que con frecuencia el Postscriptum se tome de manera aislada
con respecto al corpus kierkegaardiano —y se ignore el hecho de que
haya sido presentado bajo un seudónimo— para intentar hacer una
disección de algo que se presenta como lo principal de la filosof ía del
Kierkegaard. No obstante, la intención del filósofo con estas obras no
es simplemente esgrimir argumentos filosóficos, sino mostrar la manera
particular —como de hecho lo piensa Johannes Climacus— a partir de
sus circunstancias particulares.
Los niveles de intertextualidad y metaficción que adopta Kierkegaard
como escritor son comparables a los de Cervantes en el Quijote, o quizá
incluso a los de Italo Calvino en la literatura posmodernista. Tomemos
como ejemplo uno de sus libros más conocidos: O esto/o aquello. Esta
obra está presentada por el seudónimo Viktor Eremita, quien encontró
los papeles anónimos de un joven esteta, a quien denomina A, quien a su
vez presenta como un hallazgo el diario de un seductor llamado Johan-
nes.1 Debido al carácter fascinante y no pocas veces frustrante de este
aspecto idiosincrático de la obra de Kierkegaard, parte de la literatura
especializada se ha centrado en decantar la metodología y el proyecto
seudónimo, descuidando en ocasiones otras aportaciones filosóficas que
de hecho pueda ofrecer la obra de Kierkegaard.
1
El nombre de Johannes se repite entre los seudónimos de Kierkegaard. Sin embargo, no
hay motivos para pensar que este Johannes, Johannes Climacus y Johannes de Silentio sean
el mismo autor.
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
Kierkegaard no considera que esto sea un mero recurso retórico o
estilístico, sino que la comunicación indirecta es el único modo de transmi-
tir aquello que él denomina “verdad subjetiva”, una relación de autenticidad
que tiene un individuo singular con su propia existencia y que, de acuerdo
con Kierkegaard, es el verdadero contenido del cristianismo. Ninguna de
estas nociones resulta transparente, pero lo que se enfatiza es justamente
que son nociones que no se pueden definir o siquiera elucidar en forma
directa, por lo cual es necesario realizar un enorme rodeo a través de los
libros y sermones de Kierkegaard. Esto dificulta enormemente encontrar
una clasificación global para su obra. ¿Se trata de teología, literatura o
filosof ía? Ninguna de estas tres disciplinas reconoce a Kierkegaard como
un autor completamente canónico, a pesar de que ha influido en literatos
(John Updike, Miguel de Unamuno, Albert Camus), teólogos (Paul Tillich)
y un sinnúmero de filósofos (Wittgenstein, Gadamer, Adorno, Derrida y
Rorty, por mencionar algunos).
Las ideas de Kierkegaard sobre la comunicación indirecta son un tema
por derecho propio dentro de los estudios kierkegaardianos; sin embargo,
es imposible exponer aquí la gran cantidad de propuestas exegéticas que
se han suscitado en torno a dicha comunicación. Baste mencionar que, a
pesar de ser un punto crucial, existe una amplia gama de posibles lecturas
para interpretar a Kierkegaard sobre ello. De hecho, las propias interpre-
taciones globales son divergentes en un grado mucho mayor de lo que
sucedería con filósofos como Kant o Aristóteles; yendo desde versiones
posmodernistas como la de John D. Caputo hasta la interpretación cris-
tiana neoortodoxa de C. Stephen Evans.
He querido resaltar aquí algunos de los puntos que podrían resultar
más novedosos con respecto a la obra kierkegaardiana, procurando mos-
trar que si bien son dificultades con las que un lector serio de Kierkegaard
va a toparse necesariamente, no deben constituir un impedimento sino
más bien un reto que puede avivar el interés por comprenderla. Para con-
sultar una introducción más completa a la vida y las obras de Kierkegaard,
el lector podrá acercarse al trabajo de Alastair Hannay,2 cuya traducción
ha sido publicada recientemente en castellano, y al libro de Joakim Garff,3
2
Alastair Hannay, Kierkegaard: una biograf ía, trad. de Nassim Bravo Jordán, México,
Universidad Iberoamericana: 2010.
Joakim Garff, Søren Kierkegaard: A biography, Nueva Jersey, Princeton University Press: 2004.
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
dos obras que son referentes obligados para comenzar el estudio de su
pensamiento. En el caso de la metodología, la mejor introducción es un
texto del propio Kierkegaard: El punto de vista de mi obra como autor.4
A pesar de que la filosofía analítica se practica cada vez más, y de que sus
temas y métodos se han vuelto tan amplios que difícilmente se ajustan a la
caricatura hecha a partir de exagerar algunas de sus limitaciones iniciales,
no deja de resultar una materia ajena para muchos filósofos profesionales
que tienen una formación distinta. Ya ni hablar del público en general,
para el que la mayor parte de la filosof ía analítica es irrelevante o prácti-
camente inexistente, mientras que algunos filósofos contemporáneos han
llegado a ser auténticos best sellers. En el caso de los filósofos profesiona-
les, el desconocimiento se debe, a mi modo de ver, a una simple falta de
familiaridad. (Por supuesto, algo análogo podría decirse con respecto a la
actitud de la mayoría de los filósofos analíticos en cuanto a otras formas
de hacer filosof ía.)
Por lo anterior, considero que sería útil para los lectores de otras disci-
plinas y de formaciones filosóficas diversas incluir aquí una caracterización
general sobre la filosofía analítica. Además, por razones que explicaré a
continuación, esto no puede hacerse de manera simple o escueta, sino
que resulta necesario exponer al menos un pequeño desarrollo. Tampoco
sería útil un recuento meramente histórico sobre sus orígenes para mos-
trar qué es o en qué consiste. Así que intentaré explicar a grandes rasgos
cuál considero es la mejor manera de entenderla y cuáles son algunas
características generales que posee.
La filosof ía analítica, de forma contraria a lo que se plantea muchas
veces desde el exterior, no es una corriente. ¿Qué quiere decir esto? De
Søren Kierkegaard, The Point of View, trad. de Howard V. Hong y Edna H. Hong, Nueva
Jersey, Princeton University Press: 1998.
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
manera general, una corriente filosófica consiste en un conjunto de te-
sis —que bien pueden ser de contenido o metodológicas— compartidas
por sus adherentes (quienes pueden diferir en detalles particulares). Así,
en diversos contextos, algunas veces se busca caracterizar a la filosof ía
analítica como un análisis del lenguaje ordinario, otras como una recons-
trucción formal y, en ocasiones, como una aceptación dogmática del na-
turalismo. Por otra parte, algunas de las tesis comúnmente atribuidas a la
filosof ía analítica (tomada en bloque) son el consecuencialismo, en ética,
el materialismo y el reduccionismo, en metaf ísica, y el fundacionismo, en
epistemología, entre otras.
Nada más lejos de la realidad. Con respecto al naturalismo, baste ha-
cer notar que las disputas metodológicas son una parte fundamental para
los filósofos analíticos. Como ejemplo tenemos los debates interminables
acerca de la validez y los alcances de las ciencias naturales, concretamente
las ciencias cognitivas, como herramientas para resolver problemas de
carácter filosófico. Con respecto a las diversas tesis atribuidas a la filosofía
analítica, para cada una que es defendida por un filósofo analítico hay otro
filósofo que defiende la contraria. En palabras de John Searle: “La filosofía
analítica nunca ha sido fija o estable porque es intrínsecamente autocrítica
y sus practicantes siempre han cuestionado sus propios presupuestos”.5
Esto no sólo es verdad para las propias posturas y corrientes surgidas al
interior, sino que también es posible encontrar replicadas muchas de las
posturas históricas compartidas por el resto de los filósofos contemporá-
neos. Esto lo hace notar de manera particularmente enfática Pascal Engel:6
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
un gran número de tesis filosóficas han sido sostenidas, dis-
cutidas y rechazadas; de modo que hoy día se puede uno en-
contrar con realistas, idealistas, kantianos, marxistas, e incluso
hegelianos y fenomenólogos entre los filósofos analíticos.
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
En un segundo punto a resaltar, tenemos que la filosofía analítica es
sistemática. Al echar un vistazo a buena parte de la filosofía contemporánea
no analítica, con frecuencia —y hasta cierto punto inapropiadamente—
denominada “continental” por los filósofos anglosajones, da la impresión
de que en ella se cumple cabalmente la expresión popular de que “cada
cabeza es un mundo”. En estos casos, la creatividad y los detalles de la
biografía intelectual de quien sostiene una postura no sólo contribuyen
al momento de configurar la conclusión que será defendida, sino también al
planteamiento propio del problema. Así, las discusiones entre los grandes
exponentes suelen parecer choques entre grandes cosmovisiones antes
que disputas concretas sobre asuntos particulares. Por el contrario, una
filosof ía sistemática se parece más a un hormiguero, donde las grandes
tareas se subdividen en labores cada vez más pequeñas y éstas a su vez
se reparten de manera especializada. Esto se puede lograr mediante un
reconocimiento común de los problemas a resolver y una terminología
relativamente estándar que permita discutirlos de manera pormenoriza-
da. La historia del pensamiento nos da grandes ejemplos de corrientes y
tradiciones sistemáticas, tales como los megáricos en la antigua Grecia,
los escolásticos en la Edad Media, las escuelas neokantianas, el moísmo
en la filosof ía clásica china y la escuela de lógica Navya-Nyāya en la India
premoderna. De esta sistematicidad se deriva una gran virtud relativa a
este modo de hacer filosofía. Como hace notar Tim Williamson en una
entrevista,7 en la filosofía analítica valen igual las preguntas o las objeciones
de cualquier estudiante que las de un filósofo mundialmente famoso; lo
cual no sucede en otras tradiciones filosóficas donde se procede de manera
más jerárquica. Como prueba de ello, basta ver cómo un escrito de tres
páginas de un joven profesor sin publicaciones previas, Edmund Gettier,
revolucionó la epistemología.
Dado lo anterior, resulta poco comprensible que cierto tipo de visión
romántica de la filosofía reconozca poco valor en el pensamiento desa-
rrollado por un gran número de participantes que trabajan de manera
parecida sobre los mismos problemas. La idea detrás de dicho prejuicio
es que estos ejercicios sólo producen discusiones sobre asuntos triviales
al debatir puntos nimios, sin cuestionar jamás sus propios presupuestos,
7
La entrevista inédita fue realizada en la Universidad Nacional de San Marcos en Lima,
Perú, en mayo de 2009.
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
y que la filosofía necesita de la genialidad de grandes individuos. Mas al
contrario, la filosofía sistemática nos ha mostrado cómo es posible lograr
grandes avances en poco tiempo y replantear los problemas en formas
que de otro modo hubieran sido impensables. Incluso momentos de la
filosof ía que difícilmente podrían caracterizarse como labores de hor-
miga, digamos el pragmatismo estadounidense, el idealismo alemán o la
teoría crítica, deben buena parte de sus grandes logros a los elementos de
sistematicidad que pueden encontrarse en sus planteamientos.
También existen características menos esenciales para la filosofía
analítica. Una es la separación de los problemas histórico-exegéticos de
los problemas filosóficos. Aunque es posible encontrar referencias a mu-
chos de los grandes filósofos —en particular en las áreas de ética y filosofía
política—, en diversos artículos sistemáticos las digresiones exegéticas
son pocas en comparación con otras tradiciones filosóficas (aunque sospe-
cho que muchas en comparación con otras disciplinas). Quizá esto sucede
porque por lo común la filosofía analítica no se preocupa demasiado por ser
históricamente consciente, si bien sus practicantes actuales en los países
de habla germana son una importante excepción. Otra característica
común es la tendencia a elaborar escritos cortos, enfocados en un solo
tema. Por eso resulta frecuente que, cuando se trata un tema de ética, no
se problematicen, por ejemplo, cuestiones sobre metafísica o semántica.
Esto puede ser chocante para filósofos formados en otras tradiciones,
a quienes esta actitud les parece irremediablemente dogmática, sin perca-
tarse de que se trata sólo de una estrategia metodológica: lo que se presu-
pone “dogmáticamente” en un texto, se cuestiona sin clemencia en otro.
Las características descritas líneas arriba se cumplen en la mayoría
de los casos, pero otro elemento importante que por lo general termina
siendo una fuente de malentendidos, por enfatizarlo demasiado, es el
aspecto de la filosof ía analítica que comúnmente se denomina “giro
lingüístico” y que, según algunos autores (como Searle), terminó por ser
más bien un giro conceptual. Haciendo las excepciones debidas, resulta
correcto señalar que un modo adecuado de caracterizar la primera mitad
del siglo XX sería como una filosofía fundamentalmente lingüística o, como
la denomina Alberto Coffa, semántica. De acuerdo con Coffa, la tradición
semántica es un replanteamiento de los problemas del kantismo a partir
del lenguaje: “Los semanticistas son fácilmente detectables: le dedican
una cantidad descomunal de atención a los conceptos, proposiciones,
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
sentidos; al contenido de la estructura de lo que decimos, como opuesto
a los actos psíquicos con los cuales lo decimos. Los demás filósofos no ven
el punto de gastar tanto tiempo en curiosidades semánticas”.
No obstante, al revisar escritos de áreas tan diversas como ética o
metafísica, resulta evidente que la filosofía analítica contemporánea no se
limita a analizar cuestiones lingüísticas, sino que también trata todo ti-
po de problemas de carácter sustantivo, lo cual no quiere decir que las
enseñanzas lingüísticas o semánticas hayan desaparecido sin dejar rastro.
Por ejemplo, el área denominada meta-ética, que es donde se analizan
los posibles fundamentos metafísicos y sociales del objeto de la ética, con
frecuencia se conduce como una investigación de los términos morales.
Sin embargo, en la literatura producida en esta área encontramos que no
se trata de una mera investigación “lingüística” acerca de cómo habla-
mos o qué tipo de términos usamos, sino que es un modo de responder
preguntas que han preocupado a los filósofos, desde Platón, acerca de
la naturaleza última de lo bueno y lo malo; la filosofía hecha con con-
ciencia del lenguaje no ha de ser necesariamente una filosofía que trate
sólo acerca del lenguaje. Ignoro si algo similar podría decirse en cuanto
a buena parte de la filosofía postestructuralista, pero al menos me resulta
claro que los planteamientos analíticos hechos a partir del lenguaje, en
definitiva no se quedan sólo a nivel de problemas lingüísticos. Más bien
podría decirse que hay una continuidad entre los problemas históricos
de la filosofía y buena parte de los problemas de la filosofía contemporá-
nea. Por otro lado, gran parte de la filosofía analítica actual rechaza por
completo el análisis conceptual, a menudo en favor de una metodología
naturalista informada por las ciencias empíricas o simplemente por un
mero enfoque formal.
Alberto Coffa, The semantic tradition: from Kant to Carnap, Cambridge, Cambridge
University Press: 1991, p. 1.
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
. ¿PARA QUÉ RECONSTRUIR?
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
de la polivalencia en los valores de verdad: una noción que no sólo corres-
pondería más bien a la filosof ía analítica sino incluso a la lógica formal.
Como segundo ejemplo, el filósofo de las ciencias cognitivas Andy Clark
considera que el mejor modo de interpretar a Merleau-Ponty es a partir
de las investigaciones más recientes en cognición situada. No hay ningu-
na razón por la cual no podría extenderse este enfoque hacia la filosof ía
oriental o incluso a la literatura.
Esto responde a alguien que podría cuestionar la selección de este en-
foque hacia el estudio de Kierkegaard. ¿Por qué este pensador, dadas todas
las complicaciones que describí antes sobre su escritura y su pensamiento
que lo hacen —por así decirlo— tan poco analítico? Justamente, la idea es
no limitar este enfoque al estudio de autores que se puedan ajustar con
facilidad a los estándares de la filosofía contemporánea. Por otra parte,
si bien la obra de Kierkegaard tiene un fuerte componente literario, los
textos incluidos en este libro dejarán claro que sin duda es un pensador
con preocupaciones teóricas.
Este ejercicio, además, permite abrir a Kierkegaard hacia un diálogo
con la filosofía analítica contemporánea. La idea es que el estudio de su
obra puede ser una fuente de hipótesis y perspectivas novedosas, como
ha sido por ejemplo el estudio de Hegel por parte de los miembros de los
llamados hegelianos de Pittsburgh (Robert Brandom, John McDowell y
Nicholas Rescher). En relación con Kierkegaard, Antony Aumann describe
este proceso de la siguiente forma: “Muchos filósofos analíticos no prestan
atención a los escritos de Kierkegaard [sino] hasta que se muestra que
éstos contienen argumentos coherentes. Dichos argumentos no están a
nivel de la superficie. Debemos juntarlos y darles coherencia a partir del
material bruto que encontramos. Es decir, debemos ofrecer cuidadosas
paráfrasis analíticas”.9
¿Por qué parafrasear y convertir en filosofía argumentativa algo
que no pretendía serlo? ¿No le hacemos un flaco favor al gran enemigo
de sistematizar la subjetividad humana buscando sistematizar su propia
obra? La respuesta, por extraña que pueda parecer, es que esto no tiene
que ser necesariamente dañino como parte de una interpretación de
Kierkegaard. Sin duda, uno de los componentes del multifacético pensa-
Antony Aumann, “On the Trouble with Paraphrasing Kierkegaard”, 6th International Kier-
9
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
dor danés es su espíritu filosófico y argumentativo, en particular cuando
utiliza el seudónimo de Johannes Climacus. Estudiar a Kierkegaard al
modo analítico es reconocer que las teorías y los argumentos que en su
obra, independientemente de que hayan sido esgrimidos por motivos
extrafilosóficos, tienen una riqueza conceptual que sólo es posible apreciar
enfrentándolos de manera teórica.
Por supuesto, hace falta reconocer que se trata de un enfoque parcial
y que, al mismo tiempo que estudiamos a Kierkegaard analíticamente,
podemos reconocer que su obra —como la de todos los escritores clási-
cos— tiene otras dimensiones que no quedan capturadas en un estudio
así. Al respecto, Aumann también señala:
De este modo, sabiendo las limitaciones que puede tener un ejercicio así,
el enfoque que comparte este libro resulta fructífero tanto para los estu-
dios kierkegaardianos como para la filosof ía contemporánea. Otra cosa
que vale la pena señalar es que muchos de los estudios analíticos sobre
Kierkegaard se han concentrado en las relaciones históricas y concep-
tuales con Wittgenstein, quien fue un lector asiduo de Kierkegaard y con
probabilidad un pensador que, si bien es uno de los padres de la tradición
filosófica analítica, no es sencillo encasillarlo en ella. Se han incluido
ejemplos representativos sobre esto, pero el objetivo también es ofrecer
otro tipo de perspectivas. Por ello, en este volumen es posible encontrar
escritos acerca de diversos temas, pero también sobre textos relacionados
con la racionalidad, la fundamentación de la normatividad, la metaf ísica
de la identidad personal y el papel de la subjetividad en ámbitos tales
como la comunicación o la experiencia religiosa. Se trata, en su mayoría,
de temas que a lo largo de las últimas tres décadas la filosofía analítica
10
Aumann, op. cit.
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
ha adoptado de forma gradual como propios, y los cuales constituyen un
área con un enorme potencial de desarrollo. Por eso, al mismo tiempo
que estos trabajos ayudan a comprender mejor a Kierkegaard, también
resultan sugerentes y pueden ofrecer perspectivas interesantes para los
filósofos contemporáneos interesados en ampliar sus horizontes.
Como lo señalé anteriormente, las relaciones entre Kierkegaard
y Wittgenstein constituyen un tema bastante explorado y, sin duda, es
demasiado amplio como para desarrollarlo aquí. Sin embargo, en otros
rubros, a quien desee expandir los escritos publicados en este volumen y
acercarse a una exégesis sobre Kierkegaard de corte analítico, se le reco-
mienda revisar el trabajo de Antony Aumann, John Davenport, Shannon
Nason, Daniel Watts, Peter Simons, David Wisdo, Marilyn Piety, Daniel
Hutto, Robert Koons, Hubert Dreyfus, Alison Assiter, Christian Piller,
Alexander Pruss, Robert Roberts, Matthew Benton, Peter Mehl, Joseph
Westfall y Jamie Turnbull.
. AGRADECIMIENTOS
Antes que a nadie extiendo mis agradecimientos a Luis Guerrero, sin cuyos
consejos y entusiasmo este libro no hubiera existido. Para mí ha sido una
oportunidad enormemente valiosa discutir con él, uno de los mayores
especialistas en el tema, la obra de Søren Kierkegaard a lo largo de casi
diez años, tanto en consultas personales como en el ámbito académico.
Quisiera también agradecer a Azucena Palavicini por aceptar parti-
cipar en este proyecto realizando el aparato crítico, especialmente en la
parte laboriosa de localizar referencias cuando no estaban presentes en
los propios textos, y por traducir directamente del danés una gran parte
de las citas de Kierkegaard. Su erudición y paciencia fueron esenciales
para llevar a término este proyecto.
De igual forma agradezco al Departamento de Publicaciones de la
Universidad Iberoamericana por su extraordinario trabajo negociando los
derechos de muchos de los textos que aparecen aquí, por su comprometi-
do trabajo durante la edición de este libro y por sus valiosas sugerencias.
Asimismo, hago mención a la amabilidad de Patrick Stokes por el apoyo
que nos brindó para obtener los derechos de su artículo incluido en esta
compilación y a Springer por otorgar el permiso. La ayuda de Alejandro
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
González, presidente de la Sociedad Académica Kierkegaard, también
fue de gran importancia para llevar a cabo parte de la investigación bi-
bliográfica necesaria para efectuar este trabajo.
La primera vez que comencé a pensar acerca de Kierkegaard y la
filosof ía analítica fue durante una estancia en la Kierkegaard Library de
St. Olaf College, en el verano de 2007, donde pude encontrar una parte
del material que aparece en esta compilación. Durante este periodo fue
inestimable la ayuda de Gordon Marino y Cynthia Lund, tanto en lo aca-
démico como con todo tipo de asuntos que pueden surgir cuando uno se
encuentra en una ciudad desconocida.
También quisiera señalar que realicé este proyecto durante parte de
mi permanencia en el Programa de Estudiantes Asociados del Instituto
de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de
México.
Agradezco también a los colegas y amigos que me ofrecieron su
apoyo y retroalimentación cuando el proyecto estaba en sus inicios,
en particular a Ingrid Constant, Alejandro Cavallazzi, Leticia Valadez,
Francisco Galán, Rafael García, Catalina Dobre, Nassim Bravo, Carlos
Mendiola, Luis Estrada, Antonio Pardo, Eduardo Charpenel, Jeremy
Allen, Erik Lindland, Victoria Jiménez, Héctor Chávez, Moisés Macías,
Mario Gensollen, Poul Lübcke, Søren Landkildehus y muy especialmente
a Fátima Castro. Igualmente agradezco a todos aquéllos con quienes he
coincidido en el estudio de Kierkegaard a lo largo de los últimos años por
las distintas perspectivas que me han aportado.
Por último, en el rubro personal agradezco enormemente a mi familia,
cuyo apoyo incondicional fue de gran importancia en todas las etapas de
este proyecto.
Referencias
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
Engel, Pascal, “Analytic philosophy and cognitive norms”, The Monist, V.
, , BUFFALO, , P. .
Garff, Joakim, Søren Kierkegaard: A biography, Nueva Jersey, Princeton
University Press, .
Hannay, Alastair, Kierkegaard: una biograf ía, trad. de Nassim Bravo
Jordán, México, Universidad Iberoamericana, .
Kierkegaard, Søren, The Point of View, trad. de Howard V. Hong y Edna
H. Hong. Princeton, Nueva Jersey, Princeton University Press, .
--------------------, Søren Kierkegaard Skrifter, elektronisk versión ..,
Karsten Kynde.
Searle, John R., “Contemporary philosophy in the United States” en Blac-
kwell Companion to Philosophy, Hoboken, Wiley-Blackwell, .
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.
U NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN
Versión para uso ilustrativo del autor. Queda prohibido su uso para otros fines.
Derechos reservados por la Universidad Iberoamericana, A.C.