Вы находитесь на странице: 1из 98

1

Acoso sexual callejero: un golpe silencioso


Tres miradas sobre esta forma de violencia de género.

ANA GABRIELA SANTAMARÍA VENEGAS

Trabajo de grado para optar por el título de Comunicadora social con énfasis en Periodismo

Angélica Gallón Salazar


Directora de tesis

Pontifica Universidad Javeriana


Facultad de Comunicación y Lenguaje
Carrera de Comunicación Social
Bogotá, 2013.
2

Artículo 23 de la resolución del 13 de Julio de 1946

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en su
tesis de grado, sólo velará porque no se publique nada contrario al dogma y a la moral
católica, y porque las tesis no contengan ataques o polémicas puramente personales. Antes
bien, se verá en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.

Bogotá D.C, Noviembre 20 de 2013


3

Señor:

José Vicente Arismendi

Decano Académico
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana

Cordial Saludo:

Por medio de esta carta presento y pongo a consideración mi trabajo de grado “Acoso sexual
callejero: un golpe silencioso. Tres miradas sobre esta forma de violencia de género.” con el
cual estoy optando por el título de Comunicadora Social con énfasis en Periodismo.

Agradezco su atención.

Cordialmente,

Ana Gabriela Santamaría Venegas


C.C. 1.020.761.516 de Bogotá

Bogotá D.C, Noviembre 20 de 2013


4

Señor:

José Vicente Arismendi

Decano Académico
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana

Cordial Saludo:

Formalmente hago entrega del trabajo de grado de la estudiante Ana Gabriela Santamaría
Venegas, con cédula de ciudadanía Nº 1.020.761.516 de Bogotá, el cual se titula “Acoso sexual
callejero: un golpe silencioso. Tres miradas sobre esta forma de violencia de género”. El
trabajo cumple con los requisitos teóricos y metodológicos suficientes para ser aprobado de
mi parte como directora del mismo.

Agradezco su atención.

Cordialmente,

Angélica Gallón Salazar


C.C. 52.979.622 de Bogotá

Bogotá D.C, Noviembre 20 de 2013


5

A mi mamá, por ser como Mary Poppins: “Practically perfect in every way”.
6

Agradecimientos

 A mi mamá, Clemencia Venegas, por ser la mamá más envidiable del mundo. Porque me
criaste sola y nunca fallaste en nada, porque llenaste mi vida de libros de Jane Austen y
películas de Audrey Hepburn. Porque incluso en la universidad me ayudaste con mis
tareas cuando más lo necesitaba.
 Un especial agradecimiento a Angélica Gallón que dispuso de su valioso tiempo para
dirigirme este trabajo, incluso en los momentos más difíciles.
 A todas las personas que me dieron una entrevista para la realización del trabajo muchas
gracias por su tiempo, buena disposición y conocimientos: Andrés Bernal Blanco, Lina
Buchely, Mar Candela Castilla, Paola Marcela Gómez, Isabel Cristina Jaramillo, Angélica
López Blanco, Lizbeth Umaña Márquez, Elizabeth Castillo, Adriana González, Helena
Alviar, Julieta Lemaitre, Juliana Bazzani, Angélica Velásquez Granados, Sofía Carvajal
Ríos y Gloria Marcela Abadía.
 A Jorge Esteban Benavides por su apoyo en la parte final del proyecto, sin el cual no
hubiera podido terminar.
 A Miguel Mendoza por ser incluso mejor maestro que el Señor Miyagi, ayudándome hasta
último momento en todo lo que pudieras, gracias por ser mi amigo y, cuando llegue el
momento, mi padrino de bodas.
 A todos los excelentes profesores que tuve en la universidad que lograron convertirme en
una mejor profesional, así no lo sepan (en orden de aparición): Federico García Naranjo,
Mauricio Bayona, Alberto Salcedo Ramos, Grace Burbano, Pedro Adrián Zuluaga,
Maryluz Vallejo, Catalina Ruiz-Navarro, Germán Ortegón, Harold Castañeda, Carolina
Jaramillo y Mauricio Sáenz.
 Gracias a la distancia a Leila Guerriero, porque leer sus libros sigue siendo la mejor clase
de periodismo que he tenido.
 A mi grupo de amigos, espero no se ofendan que no les escribí personalmente a cada uno
pero terminé de hacer la tesis el mismo día de la entrega (LOL). Les doy las gracias por
ser una partida de subnormales que siempre me hicieron reír y perder el tiempo en vez de
hacer mis tareas: Camila Abisambra, Daniela Serrano, Juanita Navarro Páez, Jessica
Guapacho, Nathaly Sánchez, Estefanía Zárate, Juan Camilo Orjuela y Andrés Felipe
Carrasco.
 Gracias a Taylor Swift, por ser la banda sonora de esta tesis. Sí, es en serio.
7

Tabla de contenidos

Introducción

1. Capítulo uno: Género y Violencia: una relación inevitable

1.1) Genero

1.1.1) La construcción de la mujer

1.1.2) Espacio público

1.1.3) Posturas feministas: las guerras por el sexo

1.1.4) Slut Shaming y Victim Blaming

1.2) Violencia

1.2.1) Violencia hacia la mujer

1.2.2) Violencia simbólica

1.2.3) El triángulo de la violencia

1.2.4) Violencia en Colombia

1.2.5) Cambios en la ley respecto a casos de violación

1.2.6) Acoso Sexual

1.2.7) ¿Qué es el acoso sexual callejero?

12.8) Fenómeno de la violencia no legislada

1.2.9) Respuestas ante el acoso sexual callejero

1.2.9.1) Respuestas ciudadanas: la Marcha de las putas y Atrévete Bogotá

1.2.9.2) Políticas públicas

2. Capítulo dos: A través del lente del periodismo narrativo

2.1) Género y violencia en el periodismo: ¿Qué se ha dicho y cómo se ha dicho?

2.1.1) Sueños de libertad –Leila Guerriero

2.1.2) El fútbol de las Regias – Alberto Salcedo Ramos

2.1.3) Walking the Latin American City – Julieta Lemaitre

2.1.4) Voguelandia – Gay Talese

2.1.5) I was a Playboy Bunny – Gloria Steinem


8

3. Capítulo tres: Bogotá, un escenario ideal para el acoso sexual

4. Conclusiones

5. Bibliografía
9

Introducción

La primera vez que fui consciente de estar en peligro sucedió mientras me movía por la
ciudad. Tenía 15 años. Era un día laboral y regresaba a mi casa desde la de una amiga después
de terminar un trabajo en grupo. Me devolví en Transmilenio. Tenía puesta mi jardinera del
colegio y todavía no eran las seis de la tarde. El viaje había sido totalmente normal,
perfectamente aburrido. Como de costumbre no había sillas libres; entonces me había hecho
de pie cerca a la puerta y escuchaba la radio de mi celular usando audífonos.

De repente, la señora sentada al lado mío llamó mi atención tocándome el hombro de forma
delicada. En una voz muy delgada, como si tuviera miedo, me dijo: “creo que el señor sentado
en frente te está tomando una foto por debajo de la falda”. Me volteé asustada y en efecto,
ahí estaba él, con una mano ubicada dentro de mi falda intentando tomar una foto con su
celular. Me corrí hacia atrás y logré escupir entre dientes la palabra “degenerado”. Admito
que el miedo y las ganas de llorar hicieron que fuera apenas un débil murmullo. El hombre
tenía unos 40 años y evitaba mirarme, como si genuinamente se preguntara por qué me
había puesto tan brava si él no hacía nada malo. El Transmilenio paró y el señor se bajó
corriendo antes de que yo pudiera reaccionar. Me temblaron las piernas hasta que llegué a la
casa.

Él ya se había ido, pero para mí el sentimiento persistía. La pérdida, la vulnerabilidad. Sin


importar mi edad, la hora, el lugar o qué ropa tuviera puesta, existen personas que me
pueden atacar. Están ahí y sin mi permiso o a la fuerza son agresivos sexualmente. ¿Y si de
ahí en adelante no me podía defender? ¿Y si me manoseaban? ¿Y si me violaban? Después del
tipo de la cámara me molestaba mi cuerpo: no lo sentía mío. Por un tiempo dejé de usar
faldas. Quería evitar que me volviera a suceder. Pero cualquier mujer que use el espacio
público se da cuenta rápido que el problema de estos episodios no es la ropa que se lleve
puesta.

Mi fastidio por el tema continuó, pero mientras crecí aprendí a ignorarlo. Pensaba que eran
hombres asquerosos y me sentí violentada, pero si a nadie más eso le parecía grave yo no
debía hacer escándalo. Así fue por mucho tiempo: aprendí a ignorar los comentarios,
reaccioné cambiando la calle por la que se camina, me resigné a no salir sola por la noche,
acepté no usar faldas en zonas peligrosas. Esto siguió así, hasta que en séptimo semestre de
universidad conseguí una columna de opinión en la revista virtual Cartel Urbano. Entre las
primeras que publiqué estaba una que trataba sobre el acoso en las calles y donde yo esperé
encontrar un público receptivo; pero lo que encontré en respuesta a mis denuncias fueron
comentarios machistas sobre la ropa de las mujeres y desestimaciones sobre las supuestas
exageraciones de las feministas.
10

Eso cambió mi opinión sobre la forma de enfrentar el acoso: era el momento de hacer
escándalo. Porque si la gente puede escuchar la historia de una agresión y no comprender por
qué es un acto violento, entonces hay que hacer evidente la necesidad de entenderlo y
explicarlo. Colombia es un país con un contexto supremamente machista y entre más avances
se hagan para enfrentar las violencias cotidianas de género, mejor.

Coincidentemente en ese mismo semestre de mi decisión estaba tomando la clase de Proyecto


1 en la que se me pedía que definiera mi pregunta de investigación para la tesis. Había pasado
mucho tiempo obsesionada con el tema y ahora estaba muy brava con todo este asunto, así
que parecía el tema perfecto. Durante Proyecto 1 y 2 desarrollé un anteproyecto que se
postulaba la pregunta si existía una relación entre la ropa que usan las mujeres en Bogotá y
su noción de seguridad. La idea era desarrollar una investigación sobre las nociones de
seguridad-cuerpo en el entorno urbano de Bogotá y sus relaciones con la moda femenina, que
me permitieran construir una serie de productos periodísticos narrativos sobre tres casos
específicos, que evidencien la respuesta femenina frente a las posibles violencias simbólicas o
reales, los mecanismos de agresión y el contexto social. Parte de mi interés era ver lo que
querían decir las mujeres con la ropa que usaban y lo que otros veían en ellas.

El proyecto tenía la ventaja de que el acoso sexual callejero es tan ignorado por parte de las
instituciones que las cifras en Colombia son prácticamente inconseguibles. Sin embargo una
vez entré a formular la tesis, Angélica Gallón, mi directora me señaló que la ropa de las
mujeres era apenas un factor de la construcción de su identidad. Por ende, el enfoque más
recomendable era el de estudiar el acoso sexual callejero desde diferentes perspectivas: un
abordaje teórico, desde el periodismo en segundo término y con un caso real específico. El
anteproyecto fue modificado correspondientemente.

Para el desarrollo de este proyecto de investigación se necesitó como bases los conceptos de
violencia, género y espacio público. Ahora bien, en la investigación desarrollada se pretende
estudiar el fenómeno del acoso sexual hacia las mujeres en los espacios públicos. Esta
monografía pone el fenómeno bajo tres campos teóricos diferentes, para constatar cómo
cambia la forma de entenderlo.

En el primer capítulo se contempla el acoso a través de la teoría y los conceptos de violencia y


género, con el objetivo de poder encontrar una definición teórica del tema. Entre los autores
más relevantes del capítulo están Judith Butler, Pierre Bourdieu, Johan Galtung, Richard
Sennet y los documentos oficiales de las Naciones Unidas en los temas de violencia de
género.

El segundo capítulo tiene el interés por develar el fenómeno del género y la violencia,
instrumentales para entender el acoso sexual callejero hacia las mujeres, en productos de
11

periodismo narrativo. El periodismo siempre ha sido para mí una herramienta útil para la
comprensión y análisis de los fenómenos. Con esta idea en mente se plantea ver, a partir de
cinco piezas específicas, cómo ha sido abordado el tema y qué ha aportado a la discusión.

Para el capítulo final se desarrolló un trabajo de campo y la reportería de un caso concreto en


un escenario específico. De esa manera se encontrarán las estrategias y proyectos que hay en
Bogotá para enfrentar el acoso sexual callejero y proteger a las mujeres de este. Idealmente se
debería poder identificar la influencia de una definición conceptual del fenómeno en las
estrategias en su contra. Con la información reunida en los tres capítulos se concluye por qué
importa comprender este asunto como expresión de violencia y qué consecuencias puede
tener en el ejercicio del derecho a la ciudadanía plena, por parte de algunos sectores de la
población.
12

1. Género y violencia: una relación inevitable

1.1) Género

Antes del siglo pasado, cuando se hablaba de género, se entendía por esto el sexo de una
persona: hombre o mujer. Sin embargo, en el siglo XX las ciencias sociales tomaron el
sencillo concepto binario y lo volvieron más complejo, hasta convertirlo en una categoría de
estudios de construcción social y cultural.

1.1.1) La construcción de la mujer

En el documento oficial de la Plataforma de Acción de Beijing se hace referencia a los


estudios de género como un componente clave para la igual participación de las personas en
sociedad (Naciones Unidas, 1995, p. 32). La teoría de género o Queer Theory se gestó en las
décadas de 1980 y 1990 con intelectuales como Judith Butler, Eve Kosofsky Sedgwick y
Lauren Berlant. Su base fundamental es la postura (feminista) de que el género es parte
esencial de “uno mismo” y la de estudios sobre orientaciones sexuales diversas, que plantean
la relación que existe entre la orientación y la construcción de identidad1 (“Queer Theory”,
2013). El presente proyecto de investigación se centra específicamente en mujeres cisgénero;
es decir, de aquellas que sostienen que los genitales con los que se ha nacido naturalmente
corresponden a la propia percepción de género e identidad.

En su libro Cuerpos que importan, Judith Butler (1993, p. 163) plantea la idea de que la
noción de cuerpo se construye a partir de muchas cosas, incluyendo la faceta social. Esto
quiere decir que hay dos cuerpos: uno que es el biológico, aquel que se puede tocar y otro, el
representado, que es el resultado de los símbolos e imaginarios que se consumen y usan para
presentarse ante otros. Este cuerpo representado es una construcción simbólica en sociedad.
Por ejemplo una mujer puede vestirse de hombre, ser percibida como hombre y por lo tanto
ser hombre sin tener que cambiar su sexo biológico, con tal de que el acto de vestirse de esa
manera no esté aislado (Butler, 1993 p. 163).

La Teoría Queer plantea que el género es una construcción social. Esto quiere decir que
aunque los humanos nacen con ciertos órganos reproductivos, estos no necesariamente
determinan su comportamiento sexual u orientación, sino que los seres tienen la posibilidad
de construir quiénes son, cómo se comportan o presentan ante otros y qué quieren. Se habla

1 Barlow Chaney, A. (2013) “Queer Theory”, [en línea], disponible en:


http://www.princeton.edu/~achaney/tmve/wiki100k/docs/Queer_theory.html
13

al respecto de cuatro conceptos separados: sexo, género, orientación sexual y


comportamiento sexual2 (Green, 2012).

Según Judith Butler, en su libro Cuerpos que importan (1993, p. 18-39), sexo es el órgano
biológico con el que se nace (vagina, pene, intersexo), mientras que género es cómo se escoge
definir la expresión de ese órgano (mujer, hombre, etc.), ya que una persona que tiene vagina
se puede identificar más con la noción de hombre que con la de mujer. Por otra parte, Hank
Green complementaría en su video “Human Sexuality is Complicated” que orientación
sexual es aquello que les atrae a las personas como posible pareja sexual y romántica
(hombres, mujeres, asexual). Por último, está el comportamiento sexual, que es cómo se
podría definir la naturaleza del sexo (heterosexual, homosexual, célibe, etc.). ¿Para qué todas
estas categorías? Para poder aproximarnos a la complejidad de la sexualidad (Green, 2012).

Hay incluso expertos en el tema Queer que dividen el género en: identidad y expresión. Uno
de ellos es Sam Killermann, un activista de Texas que maneja el portal
http://itspronouncedmetrosexual.com/.

Infografía: The Genderbread Person V2.0. Sam Killermann, 2012.

2 Green, H. (2012) “Human sexuality is complicated” [video vlog en línea], disponible en:
http://www.youtube.com/watch?v=xXAoG8vAyzI
14

Como se puede ver en la imagen del sitio web de Killerman (“The Genderbread Person V2.0”,
2012), identidad de género es lo que alguien piensa de su propia identidad; es decir, cómo las
personas interpretan su cuerpo (mujer, hombre, sin género, entre muchas posibilidades y
combinaciones). Expresión de género es el cómo se demuestra ese género, cómo actúan las
personas, cómo se visten, cómo interactúan (femenino, masculino, andrógino, etc).

Judith Butler, en su libro El género en disputa, se plantea la duda de qué alcances sociales
tiene el género. ¿Una mujer debe ser femenina para ser mujer o considerada mujer por otros?
Este comportamiento pareciera ser obligado, esperado por otros. La sexualidad de una mujer,
unida a su género, es performativa: una faceta pública de una decisión privada (1990, p. 17).
Esas categorías básicas anteriormente definidas ayudan a componer el ámbito privado de la
vida de una mujer y cómo se traduce públicamente en su sexualidad percibida y expresada.
La ropa, por ejemplo, es una forma de expresión de esto.

Cuando Simone de Beauvoir escribe célebremente en El segundo sexo: “No se nace mujer, se
llega a serlo” (1949, p. 109), establece lo que se planteó la Teoría Queer mucho tiempo
después: ser mujer es el resultado de un proceso constructivo que incluye lo social. La idea
parece extraña para muchos, pues las nociones que tienen que ver con el género están
impuestas socialmente. Las niñas se visten de rosado, toman clases de ballet y juegan con
muñecas (lo que las va preparando para la maternidad). Los niños tienen que usar ropa azul,
jugar con carros y practicar fútbol (lo que los va preparando para proveer en el hogar). ¿Pero
a las niñas les gusta ser princesas o solo les enseñan que así deben ser? Cuando nace un bebé,
las decisiones que tienen que ver con la expresión del género son tomadas por los padres,
basadas en el sexo biológico. Y si el niño en cuestión no sigue estos lineamientos, los padres
se preocuparán de que sus compañeros de colegio o la sociedad los trate mal por esto. La niña
es tachada de marimacha, el niño es un mariquita3 (Orenstein, 2006, p. 1).

La ropa que se concibe como tradicionalmente femenina es apenas parte de un engranaje de


identificación para las personas y también de expectativas sociales cumplidas. A las mujeres
se les cría para que se vistan para atraer a un hombre, para ser femeninas, vanidosas,
seductoras. Esas son parte de las obligaciones al nacer mujer, explica Duncan Kennedy en su
libro Sexual Abuse, Sexy Dressing and the Oriticization of Domination (1992, p. 1347). Y
cuando no se cumplen las expectativas, hay consecuencias. Por ejemplo la comunidad LGBTI
en Colombia debe sufrir situaciones de intolerancia y discriminación porque no se presenta la
idea de que el género es un lugar de opciones. Colombia Diversa presentó un informe en el
año 2011 donde se explicaba que en los años 2008 y 2009, 127 personas fueron asesinadas

3 Orenstein, P. (2006) “What’s wrong with Cinderella?” [en línea], disponible en:
http://www.nytimes.com/2006/12/24/magazine/24princess.t.html?pagewanted=all&_r=0
15

por su orientación sexual. También se reportaron 48 casos de abuso policivo por causa de la
orientación de las víctimas.4

La identidad en público debe hacerse a través del cuerpo, para que sea visible. Y la moda es
un mecanismo por el cual se puede lograr este objetivo (“The Genderbread Person V2.0”,
Killermann, 2012). El género femenino está ligado intrínsecamente con este mecanismo. En
el Volumen III de Historia Técnica y Moral del vestido, Maguelonne Toussaint-Samat
explica que a pesar de que el vestido (o la bata) comenzó a ser usado como una prenda
masculina en civilizaciones como la griega y la romana, eventualmente la diferenciación de
género se fue marcando y se transformó en un elemento exclusivamente femenino. Hoy en
día entonces un hombre no usaría una falda en público para representar su hombría (1994, p.
138).

Es decir, una mujer puede expresar su identidad en público a través de prendas


tradicionalmente asociadas con el género femenino y así construir socialmente su identidad
de género. Pero de acuerdo con Duncan Kennedy hay unos escenarios públicos específicos en
donde hay más permisividad hacia la ropa que usa una mujer (“Sexual Abuse, Sexy Dressing
and the Oriticization of Domination”, 1992, p. 1344). El siguiente cuadro es un mapa
tentativo del autor respecto al tema:

Ropa de una mujer


Lugar/Tipo de ropa Más sexi Menos sexi
Vida familiar -En el cuarto, antes de -En la cocina con sus hijos
tener relaciones sexuales
-En un picnic familiar
-En una cena/fiesta
Vida pública -De noche -Durante el día
-En una discoteca/bar -Aeropuerto
-En la playa -Iglesia
-Gimnasio -Concierto
Lugar de trabajo -Trabajo de ventas -Trabajo profesional
-Prostitutas de calle -Prostitutas de alto rango o
acompañantes
-Actrices y modelos en
escenarios que se les piden -Guionistas
actitudes sexis

4Colombia Diversa. (2011) “Impunidad sin fin” [en línea], disponible en:
http://colombiadiversa.org/colombiadiversa/images/stories/PUBLICACIONES_FINAL/DOCUMENT
OS/INFORMES_DH/documentos/InfDDHH%202010_2011.pdf
16

Al final, lo que para Kennedy expresa el anterior cuadro es que esa identidad de género, o
expresión, puede ser objetivo de violencia en el espacio público si las reglas se incumplen
(1992, p. 1329).

1.1.2) Espacio público

El texto Carne y Pierda de Richard Sennett hace una construcción sobre lo que es la ciudad
desde Grecia hasta la modernidad y cómo la noción del espacio urbano se fue construyendo a
la par con la noción de persona. Es decir, que a través del cuerpo del ciudadano y lo que vivía,
Sennett explica cómo las edificaciones fueron partiendo de sus necesidades y costumbres. Por
ejemplo, si en Grecia se creía que los hombres eran criaturas superiores a las mujeres,
entonces debían crearse espacios solo para ellos (1997, p. 44-46).

Sobre la relación entre el cuerpo y la construcción de la ciudad Sennet apunta:

“En el curso del desarrollo occidental, las imágenes dominantes del cuerpo se han
resquebrajado en el proceso de dejar su impronta sobre la ciudad. Una imagen paradigmática
del cuerpo de forma inherente concita ambivalencia entre las personas a las que gobierna,
porque todo cuerpo humano posee una idiosincrasia física y todo ser humano siente deseos
físicos contradictorios. Las contradicciones y ambivalencias corporales provocadas por la
imagen prototípica colectiva se han expresado en las ciudades occidentales en alteraciones y
borrones de la forma urbana y en usos subversivos del espacio urbano. Y es este carácter
necesariamente contradictorio y fragmentario del ‘cuerpo humano’ en el espacio urbano lo que
ha contribuido a crear los derechos de diferentes cuerpos humanos y a dignificarlos (1997, p.
28).”

Así, la ciudad está constituida por dos ámbitos: el privado y el público. El último refleja y da
respuesta a sus habitantes. En términos simples, el espacio público o esfera pública es un
lugar en donde las personas pueden circular y hacer uso del entorno, libremente. Aquí los
ciudadanos socializan entre sí, se identifican y satisfacen sus necesidades, se encuentran en
lugares de fácil acceso y tienen el deber de hacer uso responsable de los mismos. A diferencia
de un espacio privado, los ciudadanos tienen derecho a circular libremente por estas zonas
públicas, tales como parques, calles, etc.5 (Habermas, 1964, p. 1). En términos jurídicos, el
espacio público está regulado por la administración pública encargada, que garantiza la
accesibilidad y además brinda el lugar para que se desarrollen interacciones sociales
cotidianas con fines materiales y que se cumplan necesidades urbanas colectivas. El espacio
público además permite la actividad cultural, recreacional y política6 (“Guía de mecanismos
de recuperación del espacio público”, 2005, p. 12).

En Colombia el espacio público está definido en la Ley 9 de 1989, Capítulo 2, artículo 5:

5 Habermas, J. (1964), “La esfera pública: un artículo de enciclopedia” [en línea], disponible en:
http://es.scribd.com/doc/88325056/Habermas-La-Esfera-Publica-1964
6 Colombia, Ministerio de Ambiente, Dirección de Sistema Habitacional. (2005), “Serie de espacio

público. Guía Número 5. Mecanismos de recuperación del espacio público” [documento de trabajo].
17

Entiéndase por espacio público el conjunto de inmuebles públicos y los elementos


arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza, por su
uso o afectación, a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que transcienden, por
tanto, los límites de los intereses individuales de los habitantes. Así, constituyen áreas
requeridas para la circulación, tanto peatonal como vehicular, las áreas para la recreación
pública, activa o pasiva, para la seguridad y tranquilidad ciudadana, (…) y todas las zonas
existentes o debidamente proyectadas en las que el interés colectivo sea manifiesto y
conveniente y que constituyan, por consiguiente, zonas para el uso o el disfrute colectivo.

En resumen, el espacio público es un bien colectivo que puede ser usado libremente para la
expresión de la identidad y el desarrollo pleno de los derechos y libertades fundamentales.

1.1.3) Posturas feministas: Las guerras por el sexo

La historia o el progreso del feminismo se divide comúnmente en tres olas. La primera ola
corresponde a las movilizaciones que se dieron a finales del siglo XIX y comienzos del siglo
XX, principalmente en Norteamérica y Reino Unido, para que las mujeres pudieran adquirir
el derecho al sufragio y a tener propiedades. La segunda ola se dio alrededor de los años
sesenta en Estados Unidos y se encargó de enfrentar los problemas de desigualdad no
oficiales como sexualidad, familia, lugar de trabajo, derechos reproductivos, educación y
algunas desigualdades legales7 (Krolokke y Sorensen, 2006, p. 1). Por último, la tercera ola es
una respuesta a todas las repercusiones negativas que provenían de la segunda ola en la
imagen del feminismo desde principios de los años noventa (Krolokke y Sorensen, 2006, p.
1). Después de la segunda ola se empezó a asociar al feminismo con mujeres feas, resentidas y
que odiaban a los hombres. Las feministas buscaron abrir el espectro para permitir que las
mujeres pudieran escoger qué tipo de vida querían vivir sin censura; si una mujer quería ser
vanidosa, o vestir de manera masculina, o ser ama de casa, o trabajar y no casarse, no habría
problema. Todas las opciones eran igualmente válidas y respetables8 (Rampton, 2008).

Otros debates que se trataron en la tercera ola son: la continuación de la violencia de género,
los derechos reproductivos (con énfasis en anticonceptivos gratuitos y derecho al aborto), el
retomar el uso de palabras que han sido históricamente ofensivas hacia las mujeres (puta,
perra, zorra, etc.), la violación y leyes para proteger a las víctimas, el acoso sexual en
diferentes ámbitos, la ruptura del “techo de cristal” laboral9 y la protección legal para mujeres
embarazadas o madres con bebés recién nacidos, en especial de madres solteras en el espacio
de trabajo (Krolokke y Sorensen, 2006, p. ).

7 Krolokke, C. y Sorensen, A. (2006), “Gender Communication Theories and Analyses”, Dinamarca,


Sage Publications, INC.
8 Rampton, M. (2008), “The three waves of feminism”, [en línea], disponible en:
http://www.pacificu.edu/magazine_archives/2008/fall/echoes/feminism.cfm
9 Techo de cristal es el concepto usado por los estudios de género para definir la limitada posibilidad

de una mujer para ascender en su campo de trabajo.


18

Entre la década de los años setenta y ochenta, dentro de la segunda ola, se abrió un
polarizado debate entre feministas para discutir diferentes aspectos sobre el sexo tales como:
el uso y la expresión de la sexualidad, la pornografía, prostitución y otras formas de
representaciones sexuales (como la objetivación en la publicidad), la comunidad lesbiana, sus
prácticas sexuales, los roles de la mujer transexuales y el sadomasoquismo, entre otros temas.
Las dos grandes posturas eran: las feministas pro-sexo y las feministas anti-pornografía10
(“Lesbian Wars: The Sex Wars”, McBride, 2013).

Las feministas pro-sexo defendían principalmente la idea de la libertad sexual como un


componente esencial de la libertad de una mujer. Apoyaban la producción y venta de la
pornografía, mientras ésta hiciera parte de las conquistas sexuales propias de las mujeres;
pedían que se despenalizara la prostitución para permitir que hombres y mujeres trabajaran
libremente en ese campo si así lo deseaban; y por último, predicaban la aceptación de
homosexuales y la búsqueda propia de la orientación sexual e identidad de género (apoyando
el cambio de sexo), entre otros temas (“Lesbian Wars: The Sex Wars”, McBride, 2013).

Por su parte, las feministas anti-pornografía tenían una visión un poco más conservadora de
la sexualidad y asumían la postura de que las representaciones sociales del sexo solo hacían
parte de una estructura para objetivar a la mujer. Estaban en contra de la pornografía, por
ejemplo porque las mujeres podían salir lastimadas durante la producción de estos
espectáculos, se reducía la representación de la mujer a objetos sexuales únicamente y se
glorificaba la violencia sexual. Según ellas, la pornografía además distorsionaba las visiones
que se tenían sobre el cuerpo y la sexualidad. Consideraban además la prostitución como una
forma de violencia sexual y que el sadomasoquismo era una extensión de la misoginia 11
(“Battling Pornography”, 2011, p. 8).

Actualmente hay varias corrientes del feminismo que se enfrentan al problema del acoso
sexual callejero. Los dos lados del debate pueden identificarse como parte del feminismo
radical o de la corriente de Lipstick Feminism. Ambas partes están de acuerdo con que la
violencia hacia la mujer no puede ser legitimada o justificada de ninguna manera; sin
embargo, sí tienen puntos de vista críticos y opuestos en lo que se refiere a la apariencia o la
presentación en público de una mujer12 (Levy, 2005, p. 11).

La corriente de Lipstick Feminism es un vestigio de las posturas de las feministas pro-sexo,


sus representantes defienden y promueven la construcción de la identidad a través de la
femineidad. No creen que si una mujer usa escote, se maquilla o usa minifalda hace parte de
un sistema patriarcal de dominación o que tenga que responder al estigma social que

10 McBride, A (2013) “Lesbian History: The Sex Wars”, en línea, [disponible en]:
http://sitemaker.umich.edu/lesbian.history/the_sex_wars
11 Bronstein, C. (2011) “Battling Pornography: The American Feminist Anti-Pornography Movement,

1976-1986”, Cambridge, Cambridge University Press.


12 Levy, A. (2005) “Female Chauvinist Pigs”, Ney York, Free Press.
19

usualmente recae sobre la moral sexual de una mujer. Las diferentes herramientas de la
vanidad sirven para empoderar a una mujer a que conozca, acepte y haga lo que quiera con su
cuerpo13 (Austin, 1998, p. 8).

Por otra parte, el feminismo radical considera que la industria de la moda y belleza hace
parte de un engranaje de procesos de objetificación y que no se puede eliminar el discurso
patriarcal de esas prendas, puesto que se han construido a partir de una mirada masculina.
Los hombres se han apropiado históricamente de la sexualidad femenina y una mujer puede
intentar expresar su identidad a través de ropa y estilos, pero al final lo que está haciendo es
volverse a integrar al marco machista y de dominación bajo el cual se formularon los
productos, puesto que su significado supera al de sus intereses personales. Y aunque no se
justifica la violencia de género, sí se busca reconsiderar la participación en la cultura que
híper-sexualiza a la mujer (Levy, 2005, p. 11).

A pesar de esta marcada diferencia de posturas, hay dos conceptos desarrollados dentro del
feminismo para explicar de dónde proviene la violencia sexual hacia las mujeres y cuáles son
sus consecuencias en el momento de entender el ataque: slut shaming y victim blaming.

1.1.4) Slut shaming y Victim Blaming

Slut shaming es el acto (usualmente verbal) que tiene la intención de hacer sentir condenada
a una mujer por las decisiones que ha tomado respecto a su cuerpo. Puede tratarse de la ropa
que usa o de sus parejas sexuales, entre otros comportamientos. A partir de un lenguaje
moralista se espera que la mujer se sienta culpable y en ocasiones insegura, por cuenta de por
lo que es y lo que ha hecho. En sus peores versiones, el slut shaming logra que una mujer
cambie sólo para complacer a otros14 (Green, 2010).

Cuando una mujer se presenta públicamente desviándose de las expectativas tradicionales de


género y hay una respuesta por parte de otros para intentar hacerla sentir inferior o que
piense que ha actuado de manera incorrecta, se configura un ataque a la libre expresión de su
libertad, sometida a los paradigmas de marco machista. Es un ataque a su sexualidad, a su
cuerpo y a su identidad porque está mal visto que una mujer no maneje estos tres elementos
según lo que la sociedad espera de ella15 (Green, 2012). El problema con intentar ejercer un
control sobre la sexualidad de una mujer es que esa violencia simbólica se sofistica y deja de
pertenecer solamente a la cultura, para establecerse en un nivel más estructural. A esto
último se le llama victim blaming.

13 Austin, E. (1998, Noviembre) “Lipstick Feminists: Sexual power is a pistol loaded with one bullet”,
en The Washington Monthly, pp 8-10.
14 Green, L. (2010) “she's such a SLUT” [video blog en línea], disponible en:

http://www.youtube.com/watch?v=_BwuASx8yT8
15 Green, L. (2012) “RE: JENNAMARBLES' "SLUT EDITION"” [video blog en línea], disponible en:

http://www.youtube.com/watch?v=CCw2MzKjpoo
20

Victim blaming es cuando la ropa, la vida sexual o el estilo de vida de una mujer son
asumidas como justificaciones válidas para un ataque contra ella. Por ejemplo en los casos de
violación se razonaba que a partir de características personales de la víctima el ataque era
algo natural a suceder, frases como: “pero quién la manda a salir sola y vestida así” o “pero
todos le conocen la reputación, raro que no hubiera pasado antes”, entre otras16 (Ramsey,
2012).

El problema con este tipo de comportamientos es que al ejercer un control sobre la


sexualidad y cuerpo femenino, la sociedad lo que hace es quitarles la culpa y la
responsabilidad a los agresores y pasársela a la víctima. Este lenguaje moralista regula las
cargas de culpabilidad, naturaliza la violencia y así se legitima o minimiza el ataque. Al
responsabilizar a la víctima se le quita la culpa al agresor y la persona agredida termina
sintiendo que es su culpa. Por esto es que muchas víctimas temen reportar estos delitos y, en
los peores casos, la mala reputación que rodea a los agredidos puede afectar en su contra los
resultados de un juicio. De esta forma el atacante no es obligado a responder por sus acciones
(Ramsey, 2012).

En 2012 hubo un caso que tuvo un gran impacto en los medios norteamericanos, cuando en
Steubenville, Ohio, una chica fue violada en una fiesta por dos adolescentes mientras estaba
inconsciente. A pesar de que había videos sobre el ataque y muchos testigos presenciales, los
medios se encargaron de defender a los dos atacantes explicando que el silencio de esta niña
inconsciente y su incapacidad de decir que no era lo mismo que el sexo consensual. Además
de esto llamaron la atención respecto a la ropa “provocadora” que usaba la víctima, el hecho
de que solía asistir mucho a fiestas y que esa noche se había emborrachado17 (Green, 2013).

Tanto los medios como el abogado defensor de los atacantes creyeron que el silencio de la
víctima equivalía a un sí. Lo que está diciendo la reacción pública ante el caso es que todavía
las personas no saben qué constituye una violación. El delito se produce cuando los actos
sexuales no son consensuales, lo que incluye cuando la víctima dice que no, pero no excluye
otros casos que casi nunca se toman en cuenta (Green, 2013). Esto significa que no es sexo
consensual si alguno de los participantes está inconsciente, alguien cambia de opinión,
alguien es forzado a decir que sí, alguien no quiere hacerlo o si alguien está tan borracho o
drogado que no puede tomar una decisión en sano juicio. Todos esos casos son abuso sexual
porque ha estado presente por lo menos alguien que no está conforme o enterado de la
situación18 (Groover, 2013). Pero, dado que en el caso particular de Ohio se consideró la vida

16 Ramsey, F. (2012), “How Slut Shaming Becomes Victim Blaming” [video blog en línea], disponible
en: http://www.youtube.com/watch?v=1l3h8fzv-BM
17 Green, L. (2013), “WTF happened in Steubenville” [video blog en línea], disponible en:

http://www.youtube.com/watch?v=z86oaQ4aLcM
18 Groover, H. (2013) “You’re allowed to say no” [video blog en línea], disponible en:

http://www.youtube.com/watch?v=rlHbWwmm_Pw
21

privada de la víctima dentro del juicio del crimen, se desdibujó la falta de consenso,
permitiendo así que las penas fueran reducidas considerablemente.

Fue por estos dos conceptos, Slut Shaming y Victim Blaming, desarrollados por estudios de
género en Estados Unidos, que las leyes de protección de víctimas o Rape Shield Laws
empezaron a popularizarse y a crear coletazos legislativos en otras partes del mundo.

1.2) Violencia

La Organización Mundial de la Salud define la violencia como “el uso intencional de la fuerza
física o el poder, ya sea real o una amenaza, contra uno mismo, otra persona, un grupo o
comunidad que tenga altas probabilidades de resultar o resulte en lesión, muerte, daño
psicológico, subdesarrollo o privación”19 (2002). Pero así como el concepto de género, la
violencia y los métodos de la violencia se han complejizado. Coincidentemente, la violencia
de género se ha vuelto una de las preocupaciones del nuevo milenio para las organizaciones
internacionales y los países que son adherentes de convenios internacionales.

1.2.1) Violencia hacia la mujer

La violencia hacia la mujer está definida y decretada desde el 20 de diciembre de 1993 por la
Organización de Naciones Unidas (ONU). Esto significa que antes de 1993, aunque se supiera
que existía, el fenómeno realmente no había sido reconocido. Fue en esa fecha cuando, en un
documento de diez páginas titulado Declaración sobre la eliminación de la violencia contra
la mujer, definió qué constituye esta práctica: “Se entiende todo acto de violencia basado en
la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o
sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos,
la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública
como en la vida privada” (p. 4).

En dicho documento está la “definición clara y completa de la violencia contra la mujer”


(1993, p. 4) con el objetivo de que una implementación juiciosa y respetada pueda eliminar
parte de los problemas de discriminación por género. La declaración cuenta con seis
artículos: la definición de este tipo de violencia, los casos que abarca (especificando que no
están limitados solamente a aquellos expuestos: familiar, sexual y por parte del Estado), la
garantía de que la mujer tiene derecho al cumplimiento de sus derechos humanos y
libertades fundamentales, la sugerencia de que cada Estado debería condenar las prácticas
violentas contra las mujeres y evitar invocarlas, y que los órganos y organismos de la ONU
deberán contribuir al reconocimiento y aplicación de los principio expuestos por el decreto.
Por último, que el Decreto no afecta las disposiciones o legislación de un Estado, en especial
si éstas son más acertadas al enfrentar el problema (1993, p. 4-10).

19 Organización Mundial de la Salud, (2002), “Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud” [en
línea], disponible en: http://www1.paho.org/Spanish/AM/PUB/Violencia_2003.htm
22

El 5 de marzo de 1995 entra en vigor la Convención Interamericana para Prevenir,


Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer: Convención de Belem Do Pará,
formulada por la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos el 9 de junio
1994 en Belem Do Pará, Brasil. Es una versión más extensa de lo ya antes postulado en 1993
por la ONU. Entre otros esfuerzos que se hicieron para enfrentar este fenómeno, reconocido
recientemente, se incluye la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Beijing
(1995).

La primera Conferencia Mundial sobre la Mujer fue realizada en 1975 como un proyecto del
Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC). Dichos encuentros se
realizaban cada 5 años y tenían como propósito la búsqueda de la reivindicación de los
derechos del género. Hasta entonces los problemas que se habían discutido eran: igualdad,
paz, desarrollo, participación y la eliminación de la discriminación por género. Sin embargo,
el problema de la violencia que abarcan gran parte de los anteriores síntomas no se discutió
sino a partir de 1995.

A través de la re-evaluación del concepto mujer20, por medio de los estudios de género, se
replantea que es por medio de estos que se puede aspirar a una igual participación en
sociedad (Naciones Unidas, 1995, p. 32). Se adopta también de forma unánime la Plataforma
de Acción de Beijing (PAdB), que se propone señalar los obstáculos críticos para el avance a
la igualdad de género y también calcula la efectividad de las medidas de un gobierno, las
Naciones Unidas y grupos de la sociedad civil para que la búsqueda de los derechos se vuelva
una realidad (1995, p. 7).

La Plataforma de Acción de Beijing consiste en los siguientes doce puntos, señalados como
aspectos cruciales (1995, p. 17):

 Mujer y pobreza.
 El acceso desigual a la educación.
 La falta y el acceso desiguales a los sistemas de salud.
 La violencia contra la mujer.
 Los diversos aspectos de la vulnerabilidad de la mujer en conflictos armados.
 La desigualdad en las estructuras económicas.
 La desigualdad en el poder y la toma de decisiones.
 La carencia de variados mecanismos institucionales para mejorar el adelanto de la
mujer.
 La falta de respeto y la protección inadecuada en cuanto a los derechos humanos.
 La sub-representación de la mujer en los medios de comunicación.

20La ONU se adhirió a la corriente de los estudios de género donde no solo se considera que la mujer
es su sexo biológico sino que la construcción en sociedad y el libre desarrollo y expresión de la
personalidad influyen.
23

 La desigualdad en la gestión de los recursos naturales en la salvaguardia del


medioambiente.
 La discriminación y violación de niñas.

Desde entonces, cada cinco años se convoca un nuevo encuentro de la Conferencia Mundial
sobre la Mujer, para reevaluar con los diferentes gobiernos la aplicación de la Plataforma de
Acción. No obstante, aún no hay menciones relevantes en la misma respecto al tipo de
violencia conocido como acoso sexual callejero.

La ONG Stop Street Harassment afirma21 que solo desde marzo de 2013 se habló por primera
vez en la ONU de acoso sexual callejero como un problema a ser enfrentado. Además se
reconoce entonces el problema como un legado de una estructura e historia de desigualdad
de género: “La comisión confirma que la violencia en contra de mujeres y niñas se origina
en una desigualdad histórica y estructural en las relaciones de poder entre hombres y
mujeres, y persiste en todos los países del mundo como una forma permisiva de la violación
del disfrute de los derechos humanos. La violencia de género es una forma de
discriminación que seriamente viola e incapacita o dificulta el disfrute por parte de mujeres
y niñas de todos sus derechos humanos y libertades fundamentales”22 (2013, p. 2). Se
explica también que la violencia contra las mujeres se caracteriza por el uso y abuso del poder
y control en esferas tanto públicas como privadas.

Entre las conclusiones conjuntas a las que llegó la Comisión del Estatus de la Mujer en la
ONU, para la eliminación de la violencia hacia mujeres y niñas, está el punto 23: “la comisión
expresa una grave preocupación por la violencia que ocurre contra mujeres y niñas en el
espacio público, incluyendo el acoso sexual, en especial si se da en situaciones para
intimidar a mujeres y niñas que hacen uso de cualquiera de sus derechos humanos o
libertades fundamentales” (p. 4). También hay otras dos cláusulas que se refieren a tácticas
para enfrentar este acoso o matoneo en el espacio privado y/o público, y el uso responsable
de tecnologías para proteger a las mujeres y niñas y prevenir su maltrato:

 Punto B, especificación (zz), página 14: “Aumentar las medidas de protección a


mujeres y niñas de violencia y acoso en ambos espacios públicos y privados,
encargarse de la seguridad y el bienestar a través de la creación de conciencia en
comunidades locales, políticas públicas, mejoramiento en la planeación urbana,
infraestructuras de transporte e iluminación pública y también a través del uso de los
medios interactivos”.

21 Kearl, H. (2013), “2013 UN Comission on the status of women” [en línea], disponible en:
http://www.stopstreetharassment.org/2013/05/2013-un-csw/
22 Naciones Unidas (2013) “Comisión del Estatus de la Mujer. Reporte de la sesión cincuenta y siete (4

a 15 de marzo)”, New York.


24

 Punto D, especificación (ppp), página 16: “Desarrollar mecanismos nacionales de


monitoreo y evaluación para valorar las políticas y programas, incluyendo estrategias
y respuestas preventivas para enfrentar la violencia contra las mujeres y niñas en
esferas tanto públicas como privadas”.

1.2.2) Violencia simbólica

Como se puede ver, el reconocimiento de la violencia de género es reciente, así que la


especificación y el estudio de la violencia simbólica es apenas un borrador. Plantear que la
violencia pueda ser también sicológica no es lo mismo que realmente comprenderlo. El autor
Pierre Bourdieu publica en 1998 su libro La dominación masculina y en él define la violencia
simbólica como lo que se instituye cuando la persona dominada concede ante su dominador
porque ha asimilado una relación de dominación natural (p. 28). Esto significa que no existen
acciones de violencia directa o física, pero que de todos modos el dominado permite la
continuidad de los comportamientos e incluso los legitima. A este fenómeno Bourdieu le
llama “naturalización” (p. 20), donde las personas interiorizan las relaciones de poder por
diferencia de género, por ejemplo, y al hacerlo se evitan cuestionarlas.

La violencia simbólica, que se construye en sociedad y ayuda a determinar los límites para
actuar y pensar, tiene también efectos negativos reales sobre la persona (Bourdieu, 1998, p.
28). Sin embargo, en muchas ocasiones es descartada, puesto que su cuantificación es
compleja, es difícil establecer cuántas personas han sido lastimadas por violencia verbal y
qué tan grande ha sido su efecto. En comparación con el número de huesos rotos que pueda
tener una persona o la cantidad de dinero que le han robado a una víctima, la violencia
simbólica es apenas un espejismo.

En las propias palabras de Bourdieu:

“el tomar «simbólico» en uno de sus sentidos más comunes, supone a veces que hacer hincapié
en la violencia simbólica es minimizar el papel de la violencia física y (hacer) olvidar que
existen mujeres golpeadas, violadas, explotadas, o, peor aún, querer disculpar a los hombres
de tal forma de violencia. Cosa que, evidentemente, no es cierta. Al entender «simbólico»
como opuesto a real y a efectivo, suponemos que la violencia simbólica sería una violencia
puramente «espiritual» y, en definitiva, sin efectos reales. Esta distinción ingenua, típica de un
materialismo primario, es lo que la teoría materialista de la economía de los bienes simbólicos,
que intento elaborar desde hace muchos años, tiende a destruir, dejando que ocupe su espacio
teórico la objetividad de la experiencia subjetiva de las relaciones de dominación” (1998, p.
28).

Bourdieu argumenta además que:

“la violencia simbólica se instituye a través de la adhesión que el dominado se siente obligado a
conceder al dominador (por consiguiente, a la dominación) cuando no dispone de otro
instrumento de conocimiento que aquel que comparte con el dominador y que hace que esa
25

relación parezca natural; o, en otras palabras, cuando los esquemas que pone en práctica para
percibirse y apreciarse, o para percibir y apreciar a los dominadores (alto/bajo,
masculino/femenino, blanco/negro, etc.), son el producto de la asimilación de las
clasificaciones, de ese modo naturalizadas, de las que su ser social es el producto” (1998, p.
28).

La violencia simbólica hace parte de las interacciones sociales cotidianas de las personas y
tiene consecuencias reales en los desarrollos individuales, pero estas relaciones de poder han
sido naturalizadas dentro del sistema social: es una costumbre más dentro de una estructura
de violencia.

1.2.3) El triángulo de la violencia

El sociólogo Johan Galtung desarrolló una teoría para representar la dinámica de la violencia
en conflictos sociales, que se evidencia en casi todos sus textos pero sobre todo en el ensayo
Violencia, guerra y su impacto. De acuerdo con Galtung, para poder solucionar un problema
de violencia se deben enfrentar las tres puntas, o los tres tipos de violencia que subyacen toda
situación. Las tres puntas son: la violencia directa, la violencia estructural y la violencia
cultural (2004, p. 3).

“Triángulo de violencia”. Johan Galtung, 2004.

La violencia directa es la única de las tres que es visible. Se puede concretar o definir en un
comportamiento; la acción la realiza una persona y la sufre la naturaleza, las personas o una
colectividad en un nivel físico y/o mental. Se da en casos de abuso de autoridad, en relaciones
asimétricas de poder. Aunque es fácilmente identificable por la visibilidad de sus manifiestos
(golpes, marcas en el cuerpo, traumatismos), el sociólogo noruego prefiere que no se le
considere la peor violencia ya que al ser visible también se puede identificar y contrarrestar
26

más fácilmente (2004, p. 3). Esta violencia además no es el origen sino una manifestación
apenas; la violencia cultural o estructural son precisamente donde se debe buscar las causas
originales para enfrentarlas definitivamente.

La violencia estructural se compone de un conjunto de estructuras (ambas físicas y


conceptuales) que impiden la satisfacción de las necesidades. Acá es en donde se da origen a
todas las otras violencias y es difícil de determinar y por ende difícil de arreglar. Se puede
aplicar a situaciones en donde se daña la posibilidad de satisfacer necesidades humanas
básicas (identidad, libertad, etc.) debido a procesos de estratificación social. Es una forma de
violencia indirecta porque lo que provoca el problema son apenas consecuencias colaterales y
no el objetivo primario, y ocurre en su mayoría a nivel estatal, o del sistema, cuando falla al
proteger a los ciudadanos y cumplir sus derechos fundamentales (Galtung, 2004, p. 4).
Dentro de la violencia estructural está la violencia interna y externa: la primera proviene de
la estructura de la personalidad individual y la externa es la estructura social conformada por
sociedades o seres humanos (la política, la economía, etc.) Adicionalmente, hay dos
descripciones de violencia estructurales: vertical y horizontal. La vertical viola la libertad, el
bienestar y la identidad a partir de la represión política, explotación económica y/o
alienación cultural. La horizontal atenta contra la necesidad de la identidad e ignora los
deseos particulares al momento de integrarse o alejarse de una comunidad. La violencia
estructural se centra en la estructura que niega o no permita satisfacer necesidades (2004, p.
5).

Por último, la violencia cultural compete las diferentes herramientas mediante la cual se
legitima la cultura. Esta violencia también es invisible y por ende remediarla es difícil. Según
Galtung: “se expresa desde infinidad de medios (simbolismos, religión, ideología, lenguaje,
arte, ciencia, leyes, medios de comunicación, educación, etc.), y cumple la función de
legitimar la violencia directa y estructural, así como de inhibir o reprimir la respuesta de
quienes la sufren; ofrece justificaciones para que los seres humanos, a diferencia del resto
de especies, se destruyan mutuamente y sean recompensados incluso por hacerlo23 (1996, p.
280)”.

Se naturalizan así muchos actos violentos, puesto que se crea un marco que legitima ciertas
acciones y esto termina concretando actitudes. La violencia entonces no es apenas un evento
aislado, que nace y termina con un golpe o un ataque. La violencia es el resultado de un
continuum de violencias o estructuras previas.

1.2.4) Violencia en Colombia

En el año 2011, Forensis, la revista sobre violencia en Bogotá de Medicina Legal, definió la
violencia urbana así: “El concepto de violencia tiene varias acepciones, si bien en su sentido

23 Galtung, J. (1996), Peace by peaceful means, Oslo, Sage/Prio.


27

más genérico se refiere al uso de la fuerza extrema. Sin embargo, la definición adoptada
para entenderla como problema de salud pública se refiere al ‘uso o amenaza de uso de la
fuerza física con la intención de hacer daño a otro o hacerse daño’” (p. 358). Esto quiere
decir que la definición usada y lo que se considera dentro de violencia urbana no tiene en
cuenta otro tipo de agresiones que no se enmarquen dentro del daño corporal; algo diferente
a las agresiones físicas es ignorado. El informe continua:

“Aunque la mayor parte de la violencia ejercida en contra de una persona tiene una dimensión
delictiva y, por tanto, está penalizada social y legalmente, usualmente se ha adoptado la
denominación de “violencia urbana” para hacer referencia al crimen cometido en los entornos
públicos de las grandes ciudades. Así, la violencia urbana sería aquella ejercida en el marco de
las relaciones y dinámicas mediadas por la convivencia urbana, cuyas expresiones más
frecuentes son el robo a mano armada, las amenazas, las agresiones, los golpes, los secuestros
y el homicidio” (2011, p. 358).

En esta última definición de violencia urbana se destaca el hecho de que no se incluye la


violencia simbólica. Lo que significa que obtener datos al respecto es muy difícil; ¿cómo
estudiar un fenómeno que ni siquiera se considera? En la sección de Artículos
complementarios de la revista Forensis, año 2011, el texto de la abogada Silvia Marcela
Yáñez, Estándares internacionales y el deber de actuar con la debida diligencia en los casos
de violencia contra las mujeres, menciona cómo en muchas ocasiones los casos de violencia
de género son ignorados o tratados como un asunto de poca importancia, justificando al
atacante por las actitudes de la víctima, a pesar de existen normas a nivel constitucional que
impiden ese tipo de acciones en un juicio (p. 376). Y aunque Colombia ha hecho avances en
políticas de género e inclusión en los últimos años, en el tema del acoso sexual callejero la
información oficial que se encuentran sobre agresiones hacia la mujer es mínima.

1.2.5) Cambios en la ley respecto a casos de violación

La ley colombiana se ha enfocado más en los últimos años a pasar o modificar leyes que
protejan víctimas de violación o acceso carnal violento. En el 2002, por ejemplo, quedó
aprobado en su conjunto total Las Reglas de Procedimiento y Prueba de la Corte Penal
Internacional debido al bloque de constitucionalidad que hay en Colombia24. En el conjunto

24 En Colombia existe dentro de la Constitución el artículo 93 que indica que: “Los tratados y
convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y que
prohíben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden interno. Los derechos y
deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados
internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia. Adicionado por el Acto
Legislativo 02 de 2001, con el siguiente texto: El Estado Colombiano puede reconocer la jurisdicción
de la Corte Penal Internacional en los términos previstos en el Estatuto de Roma adoptado el 17 de
julio de 1998 por la Conferencia de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas y, consecuentemente,
ratificar este tratado de conformidad con el procedimiento establecido en esta Constitución. La
admisión de un tratamiento diferente en materias sustanciales por parte del Estatuto de Roma con
respecto a las garantías contenidas en la Constitución tendrá efectos exclusivamente dentro del
ámbito de la materia regulada en él” (Colombia, 1991).
28

de dichas disposiciones hay normas dedicadas al tipo de pruebas que se pueden allegar en un
juicio de violencia sexual o al trato que puede o no puede recibir una víctima, mientras
testifica.

Por ejemplo, en el capítulo 4 (reglas relativas a diversas etapas del procedimiento) existe la
regla 70 que alude a los principios de la prueba en casos de violencia sexual:

“En casos de violencia sexual, la Corte se guiará por los siguientes principios y, cuando proceda,
los aplicará:

 El consentimiento no podrá inferirse de ninguna palabra o conducta de la víctima cuando


la fuerza, la amenaza de la fuerza, la coacción o el aprovechamiento de un entorno
coercitivo hayan disminuido su capacidad para dar un consentimiento voluntario y libre;

 El consentimiento no podrá inferirse de ninguna palabra o conducta de la víctima cuando


ésta sea incapaz de dar un consentimiento libre;

 El consentimiento no podrá inferirse del silencio o de la falta de resistencia de la víctima a


la supuesta violencia sexual;

 La credibilidad, la honorabilidad o la disponibilidad sexual de la víctima o de un testigo no


podrán inferirse de la naturaleza sexual del comportamiento anterior o posterior de la
víctima o de un testigo” (Naciones Unidas, 2000).

En el mismo capítulo, se añaden otras normas, como la regla 63, en la cual se clarifica que no
se pedirán repeticiones de las pruebas físicas para corroborar su veracidad, y la regla 71, que
prohíbe admitir pruebas sobre otro comportamiento sexual de la víctima: “Teniendo en
cuenta la definición y la naturaleza de los crímenes de la competencia de la Corte (…) la
Sala no admitirá pruebas del comportamiento sexual anterior o ulterior de la víctima o de
un testigo” (Naciones Unidas, 2000).

Aprobar este tipo de normas corresponde a una corriente reciente del derecho
estadounidense llamada “rape shield laws” (leyes escudo en casos de violación) que tuvo un
coletazo en Colombia. Estas se desarrollan para “evitar que se soliciten o admitan pruebas
que afecten de manera innecesaria el derecho a la intimidad de la víctima o que le infrinjan
un daño desproporcionado, como una estrategia para demostrar la existencia de
consentimiento de la víctima, bajo el entendido que al hacerlo, se la somete a un proceso
casi tan degradante como la misma violación” (p. 43), según explica el magistrado ponente
Manuel José Cepeda Espinosa en la Sentencia Número T-453 de 2005 (Expediente T-
1004602)25.

El magistrado también añade que: “en esos eventos, se ha considerado que tal información
es irrelevante, tanto para demostrar la falta de credibilidad de la víctima, como para

25Colombia, Corte Constitucional (2005, mayo), “Sentencia Número T-453” [en archivo digital], M.P.:
Cepeda Espinosa, M. J., Bogotá.
29

probar la existencia de consentimiento y, por lo tanto, tales pruebas deben ser excluidas,
salvo que el acusado logre demostrar la relevancia específica y directa, no genérica y
eventual, de la prueba o de que la exclusión de la prueba implique una violación de su
derecho a la defensa” (2005, p. 43).

Dicha sentencia también resuelve que se debe prevenir a los funcionarios judiciales “para
que se abstengan de ordenar la práctica de pruebas (i) que invaden de manera irrazonable
o desproporcionada el derecho a la intimidad, o (ii) que tengan como finalidad demostrar
que de la vida íntima anterior o posterior de la mujer se infiere que prestó su
consentimiento a un acto sexual completamente separado al que fue objeto de denuncia”
(2005, p. 61).

Bajo el artículo 29 de la Constitución se deben seguir todas estas normas en la realización de


un juicio porque: “el debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y
administrativas. Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se
le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas
propias de cada juicio (…) Es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del
debido proceso” (Colombia, 1991). Desde el 2002 en Colombia es obligatorio llevar un
proceso penal digno para la víctima de casos de violencia sexual, esto es producto de seguir
los lineamientos de la ONU respecto a las consideraciones que deben tener los gobiernos de
los actuales estudios de género para el desarrollo de sus proyectos (“Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer:
Convención de Belem Do Pará”, Naciones Unidas, p. 3).

1.2.6) Acoso Sexual

La Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo de los Estados Unidos (EEOC,


sus siglas en inglés) es la entidad encargada de hacer cumplir las leyes en contra de la
discriminación en el ámbito laboral. Esta define el acoso sexual como “insinuaciones sexuales
no deseadas, solicitudes de favores sexuales y otros tipos de conducta verbal o física de
naturaleza sexual”. Aunque la EEOC se centra en el acoso sexual que ocurre en los espacios
de trabajo dentro de Estados Unidos, esta definición asimismo es la base con la cual se
desarrolla la mayoría de los trabajos de investigación de otros tipos de acoso en diferentes
ámbitos, –laboral, educativo, callejero, etc. –, (“What is sexual harassment?”, EEOC, p. 1).

Con la clasificación de “no deseadas”, a lo que la EEOC se refiere no es a la voluntad de


recibir los actos, puesto que una víctima puede consentir de forma no voluntaria a algún acto
a través de manipulación, chantaje, amenaza o cohesión, sino a si los actos son bienvenidos o
aceptados por parte del perpetrado. De acuerdo con el documento de la ONU, entre los actos
que se incluyen como acoso sexual están: intento de violación; presión social para dar favores
sexuales: gestos, miradas o contacto lascivo no consensual; llamadas, mensajes o material de
30

contenido sexual y preguntas o comentarios sexuales respeto a alguien más, entre otros
(“What is sexual harassment?”, EEOC, p. 2-3).

Ahora bien, a nivel nacional el acoso sexual tiene otras connotaciones. En diciembre de 2008,
la ley 1257 incluyó el artículo 210A en el Código Penal Colombiano, en este se tipificaba el
delito de acoso sexual. Lee así: “El que en beneficio suyo o de un tercero y valiéndose de su
superioridad manifiesta o relaciones de autoridad o de poder, edad, sexo, posición laboral,
social, familiar o económica, acose, persiga, hostigue o asedie física o verbalmente, con
fines sexuales no consentidos, a otra persona, incurrirá en prisión de uno (1) a tres (3)
años”26.

Esto significa que en Colombia se acepta a un nivel institucional que las relaciones de poder
pueden ser una forma como se ejerzan la violencia y los actos no consensuales. Sin embargo,
más allá de que se tipifica el crimen, con la esperanza de que el reconocimiento legal implique
un cambio social, no se ha logrado con dicha medida que la práctica se disuada. Por el
contrario, la abogada experta en derecho penal, Isabel Cristina Jaramillo, considera que ha
creado problemas desincentivando las denuncias, porque la sanción en que se incurre se
considera desproporcionada (Bogotá, 2013).

Por otra parte, el enfoque que se le ha dado legislativamente en Colombia al acoso ha sido en
su mayoría al que ocurre dentro de los ámbitos laborales. Hasta el año 2008, el acoso sexual
era apenas una falta tipificada en el Código del Trabajo como una variación del acoso laboral,
lo que dejaba a los “no asalariados” desprotegidos en espacios por fuera de la oficina. Y a
pesar de que en general la violencia simbólica es difícilmente cuantificable, en Colombia ya
existe un primer intento de medir el problema.

En la Encuesta Nacional de Demografía y Salud realizada por Profamilia en 2010 se les


preguntó a las mujeres entrevistadas si habían sido tocadas o manoseadas sin su
consentimiento y si aquello les había causado incomodidad. Alrededor del 18% (o una de
cada cinco mujeres) reportó que en efecto se había presentado el fenómeno, la mayoría se
encontraba entre las edades de 20 y 39 años en los niveles alto y más alto de riqueza; ocurría
también en zonas urbanas (de las regiones Central y Pacífica) y con un 35% de incidencia en
la calle. En los departamentos en dónde más se presentan estas agresiones son: Bogotá, Meta,
Valle, Tolima y Guaviare (Capítulo 13, sección 8, cuadro 13.14.1).

Además, este año, el caso de acoso sexual en un bus articulado de Transmilenio logró llamar
la atención de los medios de comunicación sobre el tema, nuevamente. Carolina Castro, una
bogotana de 36 años y madre de dos hijas, iba para su casa en una de las rutas del servicio
público de transporte cuando un hombre desconocido se masturbó y le eyaculó sobre ella. El
suceso ocurrió el 3 de mayo de 2013 y el hombre fue detenido en la estación de Banderas

26 Colombia, (2000), Código Penal, Bogotá.


31

donde lo trasladaron a la URI de Kennedy. A pesar de que la víctima interpuso una denuncia,
el periódico El Tiempo reportó27 que hasta el 17 de julio todavía no había ocurrido nada, pues
para la audiencia de conciliación en la Fiscalía la única que asistió fue Castro. El esposo de
Castro afirma que la familia del perpetuador les ofreció dinero para evitar problemas, pero
ellos se negaron a aceptarlo. Por su parte, la demandante advierte que el suceso le dejó
secuelas psicológicas que le impiden utilizar el transporte público con confianza.

1.2.7) ¿Qué es el acoso sexual callejero?

Según la organización Stop Street Harassment el acoso sexual callejero es: “palabras o
acciones no bienvenidas por parte de personas desconocidas en espacios públicos, que están
motivadas por género e invaden el espacio emocional y físico de una persona en una forma
irrespetuosa, espeluznante, sorprendente, miedosa, o insultante”28.

A través de la investigación realizada por la organización Stop Street Harassment de las


definiciones de acoso sexual callejero, se encontraron las siguientes tres definiciones
incluidas a continuación de las autoras: Micaela di Leonardo, Hawley Fogg-Davis y Jessica
Valenti29.

La autora del libro La Política Económica del acoso callejero (1981), Micaela di Leonardo,
explica que: “A través de miradas, palabras o gestos, un hombre ejerce su derecho a
entrometerse en la atención de una mujer, definiéndola como un objeto sexual y
obligándola a interactuar con él”. Por su parte Hawley Fogg-Davis añade en su libro Crítica
de una feminista negra al acoso callejero de la misma raza (2005): “El término terrorismo
sexual es una descripción apta del acoso sexual callejero. Como mujer joven, sabes que
sucederá, pero nunca sabes con seguridad cuándo o cómo. Esto hace que el acoso sexual
callejero sea difícil de definir y de combatir. Su insidia deriva en gran medida del lugar
donde se presenta: durante el evento diario semiprivado, semipúblico de caminar, sentarse
o detenerse en las calles de una ciudad u otro espacio público tales como parques o centros
comerciales”.

Jessica Valenti la autora de Él es un semental, ella una perra… y otras 49 doble morales que
toda mujer debería conocer (2008) añade a esto que:

“Aunque he escuchado el argumento de que el acoso sexual callejero es un cumplido –tú sabes,
porque se supone que nos sintamos halagadas de que un hombre extraño nos grite sobre
nuestro culo– realmente es una forma súper insidiosa de sexismo. No solo perfectos extraños

27 El Tiempo, (2013, 17 de julio), “Fiscalía indaga presunta agresión sexual en un bus de TransMilenio”,
[en línea], disponible en: http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-12934406.html
28 Stop Stree Harassment (2013), “What is Street harassment?”, [en línea], disponible en:

http://www.stopstreetharassment.org/about/what-is-street-harassment/
29 Stop Stree Harassment (2013), “Definitions”, [en línea], disponible en:
http://www.stopstreetharassment.org/resources/definitions/
32

creen que es apropiado ser sexuales hacia cualquier mujer que quieran, sino que el acoso
sexual callejero está predicado sobre la idea de que está permitido decirle lo que quieran y
cuando quieran a las mujeres”.

Por su parte la organización INCITE! Women of Color Against Violence explica en sus
panfletos oficiales contra el acoso sexual callejero que es: “una interacción en un espacio
público que te hace sentir sexualizada, intimidada, avergonzada, objetivada, violada,
atacada, o insegura. Una interacción en un espacio público que restringe tus movimientos o
te hace modificar tu comportamiento en un intento de evitar la posibilidad de ser verbal y/o
físicamente acosada”30.

Por su parte el grupo Street Harassment Project afirma que:

“el acoso callejero en sus formas diversas es una expresión de la supremacía masculina y el
sexismo y una forma de aterrorizar a las mujeres, con el efecto final de amenazar cualquier
actividad pública. Creemos que todas las mujeres son objeto de acoso en la calle y que algunos
grupos de mujeres, incluidas las jóvenes, las mujeres de color y las mujeres percibidas como
lesbianas estamos sometidas a las formas de acoso en la calle, que reflejan esos prejuicios
también. Y rechazamos la idea de que esta situación es inevitable e inmutable, y que este
comportamiento representa la naturaleza innata masculina” 31 (2013).

Todas las definiciones tienen en común que el acoso sexual callejero es la intimidación a una
persona en el espacio público debido a su género (entre otras cosas), esta se expresa, entre
otros, a través de:

 Silbidos.
 Comentarios sexistas.
 Piropos, gestos vulgares.
 Comentarios sexualmente explícitos.
 Sonidos de besos.
 Seguir a la víctima.
 Cerrarle el camino a la víctima.
 Contacto o manoseadas de carácter sexual.
 Ser el objetivo de masturbación pública.
 Mirar lascivamente
 Asaltos.

30 INCITE! Women of Color Against Violence, s. f., “End street harassment”, [en archivo digital],
EE.UU.
31 Street Harassment Project. (2013), “History”, [en línea], disponible en:
http://www.streetharassmentproject.org/history.html
33

El acoso sexual callejero, de acuerdo con Stop Violence Against Women32, tiene además el
propósito o efecto de violar la dignidad de una persona. Es un acto que le indica a una mujer
que el espacio público no es de ella y que además es producto de la objetivación de su cuerpo.
Asimismo, existe una clara intención y comportamiento sexualizado de forma no consensual
y forzada hacia la víctima. El agresor ya no puede ver a la persona agredida con la capacidad
de decir no y de detener el comportamiento hacia sí misma y por ende continúa
perpetrándose como una forma de violencia de género muy discutida en los últimos veinte
años. Este tipo de ataques son parte del comportamiento sexualmente violento hacia las
mujeres y tienen como consecuencia evitar que una mujer use el espacio público libremente,
además de hacer parte del proceso de naturalizar o quitarle importancia a la violencia de
género y a la violación (“Street Harassment”, 2013).

De las 811 mujeres que tomaron la encuesta de Stop Street Harassment en el 200833, todas
afirmaron que por lo menos una vez al mes asumían comportamientos que se pueden
identificar como defensivos. Un 80% dijo que analizaba su entorno, 69% evitó hacer contacto
visual, 37% usó ropa para voluntariamente llamar menos la atención y un 42% habló o fingió
hablar por el celular. Además la encuesta reveló cuáles son los comportamientos más
comunes para limitar el acceso a espacios públicos: por lo menos una vez al mes un 50% de
las mujeres cambió de ruta o de acera, un 45% evitó salir de noche y un 40% evitó estar
afuera sin compañía. Por último, se midió la forma como este tipo de acoso motivó a algunas
mujeres a tomar decisiones importantes en su vida. Un 19% se mudó por lo menos una vez de
vecindario por causa de los acosadores en la zona y un 9% cambió de trabajo al menos una
vez por acosadores en su ruta diaria (“Why Stopping Street Harassment Matters”, 2013).

El análisis de los resultados de la encuesta da a entender al grupo Stop Street Harassment


que las mujeres viven en su mayoría con miedo a ser víctimas de esta violencia, si es que ya
no la padecen. Dentro de sus conclusiones también se resalta la importancia de que exista
algún tipo de respuesta o preocupación de la sociedad y del gobierno ante el fenómeno, para
ofrecer protección y opciones a los ciudadanos que sean vulnerados (“Why stopping street
harassment matters”, 2013).

1.2.8) Fenómeno de la violencia no legislada

La abogada Isabel Cristina Jaramillo, experta en derecho penal y feminista, explica que en
Colombia y en el derecho colombiano “el cuerpo no es, en el sentido estricto, una categoría

32 Stop Violence Against Women, (2013), “Street Harassment”, [en línea], disponible en:
http://www.stopvaw.org/street_harassment_2
33 Stop Street Harassment, (2013), “Why stopping Street harassment matters”, [en línea], disponible

en:
http://www.stopstreetharassment.org/about/what-is-street-harassment/why-stopping-street-
harassment-matters/
34

jurídica”34. Por ejemplo, mientras que en Estados Unidos existe el crimen de assault que
indica el acto intencional por parte de una persona para crear en otro un posible contacto
dañino u ofensivo inminente, en Colombia el cuerpo es un concepto que la ley ha desdibujado
o definido de manera negativa. Jaramillo continúa explicando que: “Legislar sobre el cuerpo
es difícil. El cuerpo está vinculado al derecho a la integridad física, pero el ordenamiento
está consagrado de manera negativa” (2o13). Esto quiere decir que en Colombia el cuerpo
está delimitado no por lo que sí puede hacer o por los derechos que tiene, sino por lo que le
queda prohibido: no puedes venderlo, no puedes mutilar tus órganos para comerciar con
ellos, un tercero no puede lastimar tu integridad física.

Pero, si el cuerpo en Colombia no existe, lo primordial según la abogada es la propia vida:


“No es parte de nuestra tradición pensar que el cuerpo sea un objeto sobre el que uno tenga
derecho. La dificultad para pensar el cuerpo dentro del derecho colombiano es que lo que se
ve como categoría es la vida. La vida está en un cuerpo, pero eso no se ve. Se quiere
proteger la vida” (2013).

Añade además que Colombia es un país orientado en las leyes por el pensamiento
conservador y que pensar el cuerpo como una propiedad propia es un argumento que hace
parte del derecho liberal. “Uno podría ver todo el problema del piropo o de la agresión
verbal como una manera en la que no se respeta la esfera de intimidad que es el cuerpo. Ese
cuerpo debería poder deambular sin problema. Culturalmente, acá eso es una idea muy
foránea y además negativa, porque acá ‘sí somos chéveres, cálidos’”, explica Jaramillo.

A pesar de todo esto la abogada penalista, conocida por despenalizar el aborto en tres casos
en Colombia, dice que el acoso sexual callejero es tan solo una parte de la problemática
imagen: “El problema es el de la igualdad, no la intimidad. Los costos son muchos más
grandes en las mujeres para ir a trabajar. Existe toda esta violencia que no solo las
disciplina en la calle y que se traslada a espacios privados y son formas de domesticar a las
mujeres. Se puede mirar como un problema, pero es un síntoma” (2013).

A continuación, un ejemplo de un caso de acoso sexual callejero en Colombia del cual se


habló mucho en los medios de comunicación y que sirvió como incentivo para que se
considerara el fenómeno a través de la ley. Ocurrió en junio de 2005. Diana Marcela Díaz
González caminaba por la calle 97 con Avenida Suba cuando Víctor Alfonso García, que iba
en bicicleta, le tocó los glúteos y parte de la vagina, para después seguir su camino. La mujer
asustada gritó pidiendo ayuda y el sujeto fue detenido. En una primera instancia se le indicó
que su delito era el de acto sexual violento y se le penalizó con 48 meses de cárcel. Después,
sin embargo, se consideró que el mecanismo que utilizó García, el de la sorpresa, no
constituía una tipificación de la violencia, por lo cual se cambió el delito del acusado por el de

34 Jaramillo, I. C., (2013, 13 de Agosto), entrevistada por Santamaría Venegas, A. G., Bogotá.
35

un ataque a la integridad moral. Así, lo que estuvo en juego en este caso no fue la seguridad
sexual y el cuerpo de la víctima sino su honor y su dignidad (“Proceso No. 25743”, Corte
Constitucional, p. 2-8).

Isabel Cristina Jaramillo cree que este es un ejemplo perfecto sobre el problema para
concebir el cuerpo, pasando por la ley y terminando en un juzgado:

“Si tuviéramos una noción de cuerpo pensaríamos que nadie tiene porque tocarlo a uno en la
calle, ¿cómo así que la honra? La noción del cuerpo diría que es su espacio íntimo. Si uno lo
mira desde la igualdad de género es un acto sexual porque es una forma de disciplinamiento,
es pensar que si una mujer sale sola es porque está disponible para cualquier hombre. Pero la
corte se ubica en lo conservador, en la honra. La legislación es frágil” (2013).

Estas definiciones culturales y del derecho hacen que penalizar o tipificar un crimen como el
acoso sexual callejero sea muy difícil. Las razones principales son las siguientes (Jaramillo,
2013):

 Se estaría legislando el cuerpo, lo que ya ha demostrado ser un problema en los casos


de aborto y eutanasia debido al marco legal vigente en Colombia.
 La parte probatoria del caso sería etérea, es difícil probar en un juicio que hubo un
daño en el cuerpo y en la persona con actos de violencia simbólica. El proceso sería
lento y, en algunos casos, inútil.
 La sentencia, ya sea para enviar a la cárcel o reclamar indemnificación económica, se
considerará siempre demasiado alta por parte de la sociedad para una acción que
culturalmente no es percibida como una acción violenta o que se ha aprendido a
tolerar.
 Se ha comprobado que la penalización de un comportamiento no disuade el crimen.
La incidencia de este tipo de delitos no bajaría.
 Tipificar el crimen tampoco permitiría evaluar qué tan grande es el efecto de los
acosos sexuales en la calle y cuántos de ellos terminan en otros tipos de violencia
sexual como violación. El alcance de la ley y el efecto del crimen no es claro.
 En muchos casos la tipificación de un nuevo crimen en vez de ayudar a construir
simbólicamente en sociedad la noción de que se trata de un comportamiento
equivocado lo único que logra es que la víctima quede más victimizada y crear aún
más problemas invisibilizando el fenómeno. Por ejemplo, después de tipificar el acoso
sexual laboral, las compañías evitan contratar mujeres para evitar un posible futuro
problema legal con ellas y las mujeres que ya sufren de este trato en una empresa no
denuncian porque prefieren mantener su trabajo por cuenta de a la falta de ofertas
laborales.
 No hay capacidad carcelaria en el sistema de justicia para asumir los costos de
tipificar este fenómeno.
36

Por ahora el derecho penal y quienes lo ejercen en Colombia han considerado que penalizar o
tipificar el acoso sexual callejero sencillamente no es una medida o solución eficaz, puesto
que el Estado es incapaz de enfrentar el problema. El derecho penal siempre debe ser usado
como una última instancia, después de que todas las otras medidas fallan. El Estado entonces
debe priorizar sus esfuerzos al enfrentarse a esta situación.

1.2.9) Respuestas ante el acoso sexual callejero

Una de cada cinco mujeres que respondieron la Encuesta Nacional de Demografía y Salud,
realizada por Profamilia en 2010, afirmaron que en algún punto de su vida habían
experimentado algún tipo de acoso sexual en un espacio público sin su consentimiento y que
esto les había hecho sentir incómodas (p. 392). A pesar de que sea un problema común en
Colombia, todavía hay pocas respuestas al fenómeno del acoso sexual callejero; como se
explicó en el apartado anterior, no es probable o conveniente que sea tipificado como un
crimen. Pero si la solución no está en la cárcel, el gobierno debe buscar otras estructuras del
Estado a las cuales les corresponda solucionar el problema. En Bogotá se han desarrollado
dos tipos de respuesta al fenómeno: la movilización ciudadana y la política pública.

1.2.9.1) Respuestas ciudadanas

La movilización ciudadana es la agrupación no formal de individuos de una


misma sociedad que tiene la finalidad del cambio social, que se conoce
coloquialmente como “protesta”35. En Bogotá hay dos grandes movimientos de
movilización ciudadana para enfrentar el problema de acoso sexual callejero.

 I Hollaback! o Atrévete Bogotá

Hollaback! empezó en 2005 en la ciudad de Nueva York con un grupo de tres


hombres y cuatro mujeres. Samuel Carter, uno de los integrantes, se dio
cuenta a partir de las historias de acoso sexual callejero que contaban sus
amigas que vivían en una ciudad muy diferente a la de él, a pesar de ocupar el
mismo espacio. Querían organizar algo para poder cambiar la situación y la
idea vino pronto cuando Thao Nygen, una mujer víctima del acoso, logró
defenderse de forma segura, fácil e innovadora. Un día mientras usaba el
metro de la ciudad un hombre se masturbó frente a ella. Ella tomó una foto
con la cámara de su celular y la subió al sitio web Flikr, después de que la
policía ignorara su denuncia. La foto terminó en la primera página del New
York Daily News. Inspirados en su método, el grupo de jóvenes decidieron

35Real Academia Española, (2001), Diccionario de la lengua española, 22ª ed., 2 tomos, Madrid,
España.
37

aplicar su modelo a todas las formas de acoso y documentarlos en un blog


público36 (“History”, 2013).

Hollaback! define el acoso sexual callejero como:

“una forma de acoso sexual que tiene lugar en el espacio público. En el fondo
es una dinámica de poder que recuerda constantemente a los grupos
históricamente subordinados (mujeres y personas LGBTQ, por ejemplo) de su
vulnerabilidad al asalto en los espacios públicos. Además, se refuerza la
objetivación sexual omnipresente de estos grupos en la vida cotidiana. En
HollaBackNYC, creemos que lo que cuenta específicamente como acoso
callejero está determinado por aquellos que lo experimentan. Si bien no
siempre es el clásico, ‘Ey bebé, buenas tetas’ hay muchas otras formas que van
más desapercibido. Si usted siente que ha sido acosado, holla back!" 37
(“FAQs”, 2013).

Su objetivo es usar internet para contar y compartir todas las historias de


quienes han sufrido de este tipo de acoso. De esa forma se visibiliza el
problema, se denuncia a los perpetuadores de forma segura, se revelan zonas
inseguras y además se logra crear conciencia de lo atemorizante que puede
llegar a ser la experiencia a partir de las miles de historias que comparten en
su blog. Debido a que su sistema es fácilmente replicable por solo necesitar del
uso de una plataforma para compartir las historias, Hollaback! ya ha llegado a
22 países y 64 ciudades38 (“About”, 2013).

Atrévete Bogotá llegó a Colombia en Octubre de 2011 y funciona con el mismo


sistema que Hollaback! Paola Marcela Gómez, abogada, fue una de las tres
integrantes del grupo original local que se contactó con Hollaback! para
traerlo a la capital con la esperanza de visibilizar y atacar el fenómeno de
forma segura. El portal de Bogotá le permite al visitante escribir su historia de
forma anónima e identificar el sitio donde ocurrió, ya que el grupo está
interesado en localizar los puntos focales donde se centran los ataques, para
tener un impacto en el desarrollo y formulación de políticas públicas. Después
de evidenciar el problema, creen que el mismo sistema de “contar la
experiencia” empodera a la mujer en la calle para que le diga al agresor que no
le gusta el comportamiento que se está forzando sobre ella 39 (“Sobre el
movimiento”, 2013).

36 I Hollaback, (2013), “History”, [en línea], disponible en: http://www.ihollaback.org/about/history/


37 I Hollaback, (2013), “FAQs”, [en línea], disponible en: www.ihollaback.org/about/faqs/
38 I Hollaback, (2013), “About”, [en línea], disponible en: http://www.ihollaback.org/about/
39Atrévete Bogotá, (2013), “Sobre el movimiento”, [en línea], disponible en:
http://bogota.ihollaback.org/sobre-el-movimiento/
38

Para Paola Marcela Gómez el problema del piropo es que es una forma
mediante la cual se le hace saber a la mujer que está ocupando un espacio que
no es de ella:

“la calle es territorio masculino y debemos recuperarlo. El piropo es el reflejo


de una sociedad patriarcal, el hombre se siente con derecho a opinar sobre el
cuerpo de la mujer. El agresor lo hizo porque no tenía miedo de la mujer y eso
se ve porque cuando vas acompañada de otro hombre por la calle no te echan
el piropo. Hay un sentimiento de propiedad, de creer que pueden interrumpir
en tu espacio público porque el cuerpo de la mujer está sexualizado y el del
hombre no. Visibilizar eso es complicado, porque está naturalizado. Es un
problema de género”40 (Bogotá, 2013).

“La ropa no es lo central. En países donde usan la burka también existe el


acoso, también las manosean, también hay violación. No es que nos
mostremos, que digamos con nuestra ropa ‘tóquenos’. No es la ropa: es el
imaginario masculino que cree que nuestro cuerpos sexualizados y
objetivados les pertenecen y por eso pueden opinar”, afirma Gómez (Bogotá,
2013).

Los diez mitos a los que se opone Atrévete Bogotá son41:

a. “El acoso en las calles es parte del derecho a la libre expresión.


b. El acoso en las calles no puede ser combatido porque es ‘algo cultural’.
c. ¡El piropo es solamente un halago inocente!
d. Así son los hombres, acéptenlo.
e. A los hombres ‘hetero’ les encantaría ser acosados por mujeres.
f. Si el acosador es atractivo o de clase alta entonces no molesta que
acose.
g. En el fondo y secretamente las mujeres disfrutan del acoso callejero.
h. ‘¡Mírale la pinta!’ Si te acosan es porque te lo has ganado.
i. El acoso en las calles solo les sucede a los/las jóvenes y atractivo/as.
j. Cualquiera que se queje del acoso en las calles es una odia-hombres/
quema-brassieres/ psico-femi-nazi/ que odia la libertad de
expresión/que necesita un hombre/que está falta de sexo/fea (Sí, lo
dijimos…ya que muchos lo piensan)” (“Mitos”, 2013).

 La marcha de las putas

“Me han dicho que no convendría decir esto; sin embargo, las mujeres
deberían evitar vestirse como putas para no ser victimizadas”, afirmó el

40 Gómez, P. M., (2013, 30 de agosto), entrevistada por Santamaría Venegas, A. G., Bogotá.
41 Atrévete Bogotá, (2013), “Mitos”, [en línea], disponible en: http://bogota.ihollaback.org/mitos/
39

agente de policía Michael Sanguinetti durante una conferencia de seguridad y


prevención del crimen en la Universidad de York en el año 2011 (Toronto,
Canadá)42. Como respuesta a esto, un grupo mayoritariamente femenino
organizó por primera vez el Slut Walk. La marcha de las putas, como traduce
su nombre a español, busca que las mujeres se re-adueñen de su cuerpo43
(“How”, 2013).

El objetivo de la marcha era lograr que se reconozca que no hay justificación


alguna para agredir a una mujer y también el de oponerse al fenómeno de slut
shaming. Se defiende la idea de que nadie debería tener que cambiar las
decisiones que quiera tomar sobre su propia vida solo para complacer las
nociones de “lo que es correcto” para otros y que la ropa o el comportamiento
de alguien no puede ser causal ni justificación de violencia. Este tipo de
actitudes terminan en una minimización de los casos de agresiones sexuales
pues, además de todo, se hace culpable a la víctima. Se asume que los hombres
son animales y que al ver a una mujer con cierta ropa no se pueden controlar.
La marcha rápidamente se popularizó y se replicó ese mismo año en varias
partes del mundo (“How”, 2013).

En Colombia la primera Marcha de las Putas se realizó el 25 de febrero de 2012


en Bogotá. Mar Candela Castilla, activista y madre de familia, encontró
información sobre la marcha por internet y decidió traerla para decir
públicamente que “ser puta no es excusa para violentar a las mujeres. La
primera marcha fue un boom, casi 5.000 personas, pero no hubo un respaldo
mediático tan fuerte. Este año hubo una gran acogida mediática, fuimos
noticia en todo el país pero hubo una menor asistencia, de 1.500 a 2.000
personas”44 (Bogotá, 2013).

Una modificación que se dio en la Marcha de las Putas de Bogotá es que Mar
Candela Castilla ha permitido que marchen colectivos feministas con agendas
anti-prostitución y pornografía, a pesar de que el objetivo original con el que
nace la movilización es sencillamente el de oponerse al Slut Shaming. Aparte
de que la marcha se celebra una vez al año (este año se realizó el 13 de abril) no
hay ningún grupo oficial de la marcha que se reúna con frecuencia. Aunque

42 Daily Mail, (2011, 18 de febrero), “Police officer apologises to students after saying they could avoid
sexual assaults by not 'dressing like sluts'”, [en línea], disponible en:
http://www.dailymail.co.uk/news/article-1358453/Police-officer-tells-student-avoid-sexual-assaults-
dressing-like-sluts.html
43 SlutWalk Toronto, (2013), “How”, [en línea], disponible en:
http://www.slutwalktoronto.com/about/how
44 Castilla, M. C., (2013, 20 de agosto), entrevistada por Santamaría Venegas, A. G., Bogotá.
40

Mar Candela sí ha empezado su propia corriente del feminismo, llamado


Feminismo Artesanal, del cual es ideóloga (Castilla, Bogotá, 2013).

1.2.9.2) Políticas públicas

La segunda respuesta que se da en Bogotá al fenómeno es el desarrollo de políticas públicas,


que pueden ser educativas, culturales y criminales para la contención del problema. Según
Andrés Bernal Blanco, asesor-dirección de Política Criminal y Penitenciaria del Ministerio de
Justicia y Derecho, una política pública es: “el conjunto de planes, acciones, programas o
incluso omisiones que lleva acabo un gobierno para enfrentar una problemática social o las
demandas que se requieran para cumplir con las necesidad de los ciudadanos”45.

La razón por la cual es apropiado enfrentar el fenómeno con una política pública es que
cuando surge un problema en la sociedad, la última instancia debería ser la de crear un nuevo
crimen o ley; antes de eso el Estado se tiene que asegurar de crear todas las opciones de
manejo posible. Lo ideal es que en un Estado haya una mínima intervención por parte del
derecho penal, que debería ser usado solo de la forma más eficaz y cuando sea estrictamente
necesario. La política pública es además un mecanismo preventivo en vez de reactivo y la
búsqueda de la solución de este tipo de problemas debe ser parte de la agenda pública
(“Citizen Security. Conceptual Framework and Empirical Evidence”, 2012, p. 15).

45 Bernal Blanco, A., (2013, 17 de septiembre), entrevista por Santamaría Venegas, A. G., Bogotá.
41

“Table 3. Range of Areas of IDB Interventions in Citizen Security”, Inter American Development
Bank, 2012.46

La tabla anterior, por ejemplo, explica que para que una persona sea considerada por el
sistema penitenciario debe ser un riesgo de nivel terciario o alto. Para comportamientos
negativos o nocivos, pero que todavía no implican un alto riesgo, se deben tomar medidas de
prevención e intervención para modificar esos comportamientos. Para el caso del acoso
sexual callejero, que no se incluye en el riesgo del tercer nivel porque en la mayoría de los
casos no se constituye en violencia física, las medidas tales como cursos pedagógicos o de
convivencia y cultura ciudadana sirven como sanción para el agresor. Por otra parte, políticas
públicas de prevención tales como campañas masivas de comunicación o capacitaciones
gratis para los ciudadanos sirven para que las personas sepan acerca de los comportamientos
nocivos, cambien su comportamiento si es propio y lo rechacen si ven que otros lo practican
(“Citizen Security. Conceptual Framework and Empirical Evidence”, 2012, p. 15).

A nivel institucional, lo que se propone es que el centro de los programas no sea la ley, sino el
fortalecimiento de las instituciones y la interacción entra las normas ya existentes para su
aprovechamiento. El populismo punitivo, que se refiere a cuando se tipifica un delito o se le

46Inter American Development Bank, (2012), “Citizen Security. Conceptual Framework and Empirical
Evidence”, s. l., s. e..
42

aumenta la pena a un crimen para satisfacer las demandas de la ciudadanía, no ha logrado


cambiar estadísticamente la cantidad de crímenes cometidos por la ciudadanía. Por esto es
que Bernal afirma que: “se deben buscar medidas alternativas de solución como medidas no
sancionatorias o pedagógicas. En el caso del acoso sexual callejero para Bogotá se está
pensando un plan piloto de tribunales especializados en justicia restaurativa” (Bogotá,
2012). Esto consistiría en sanciones pedagógicas, tales como cursos educativos sobre el acoso
que impliquen un castigo no privativo de la libertad y que además busquen rehabilitar al
agresor.

La idea de un tribunal especializado como el que se maneja en el sistema estadounidense, que


se encargan de manejar en primera instancia situaciones concretas, busca enseñarle a los
ciudadanos a comportarse de manera cívica en sociedad para el buen funcionamiento de la
misma (Bernal Blanco, Bogotá, 2012). El Plan de Desarrollo Formar Ciudad 1995-1997
concebía la cultura ciudadana, o la forma en la que las personas deben comportase en
público, como el: “conjunto de costumbres, acciones y reglas mínimas compartidas que
generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del
patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos (…) sobre la
manera como los ciudadanos perciben, reconocen y usan los entornos sociales y urbanos y
cómo se relacionan entre ellos en cada entorno” (p. 3).

Esto se complementa con la explicación que da la cartilla número tres del programa de
Departamentos y Municipios seguros, Políticas Públicas de convivencia y seguridad
ciudadana. La prevención de la violencia, delincuencia e inseguridad, sobre lo que es una
política pública respecto de la “cultura ciudadana”: “toda Política Pública de Seguridad
Ciudadana debe por principio responder a los problemas de inseguridad ciudadana,
violencia, delincuencia y crimen que afectan a una comunidad, entendiendo estos como
problemas públicos, que como tal demandan una intervención desde el espacio público” (p.
14).

El Estado puede regular los comportamientos e interacciones entre las personas sin
necesidad de modificar o crear nuevas leyes: el método para hacerlo es la existencia de
políticas públicas explícitas al respecto.

2. A través del lente del periodismo narrativo.

Tal como se exploró en el primer capítulo la violencia de género, o violencia contra la mujer,
es un fenómeno reconocido hasta hace apenas veinte años por las Naciones Unidas
(“Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer”, 1993, p. 4).
43

Consecuentemente la mayoría de la investigación teórica y avances legislativos sobre el tema


se dieron en Estados Unidos hace no más de 60 años (“The Three Waves of Feminism”,
Rampton, 2008). Coincidentemente, la corriente del nuevo periodismo se empezó a
desarrollar por las mismas décadas, según Tom Wolfe en su libro El nuevo periodismo47:

“No tengo ni idea de quién concibió la etiqueta de «El Nuevo Periodismo» ni de cuándo fue
concebida. Fue a finales de 1966 cuando se oyó hablar por primera vez a la gente del «Nuevo
Periodismo» en las tertulias, que yo recuerde. Sin embargo, la etiqueta de «Nuevo
Periodismo» acabó por pegar. No era un «movimiento». Carecía de manifiestos, clubs,
salones, camarillas; ni siquiera disponía de un café donde se reunieran los fieles, desde el
momento en que no existía credo ni fe. En la época, mediados los años sesenta, uno sólo se
daba cuenta de que por arte de magia existía una cierta agitación artística en el periodismo, y
de que este hecho resultaba nuevo en sí mismo” (1973, p. 36).

A pesar de haberse desarrollado en Estados Unidos, Andrés Puerta argumenta que “la
crónica es un género latinoamericano, con fuerte acento colombiano. Aunque tiene un
origen remoto es en América, en momentos definitivos, donde la crónica recibe un impulso
vital48” (2011, p. 56). Puerta afirma a que esto se debe a que a los cronistas actuales les
antecede la herencia cultural de los Cronistas de Indias en la época colonial y porque en los
primeros cincuenta años de 1900 hubo una gran explosión de periodismo y cronistas en
América Latina, sobre todo Colombia (2011, p. 58). Latinoamérica tiene su propia trayectoria,
que determina las historias que se relatan.

En el trabajo de investigación La crónica latinoamericana como espacio de resistencia al


periodismo hegemónico49 se explica que existe una tendencia en las historias que el
periodismo narrativo en Latinoamérica: “También hay en la crónica una determinación
histórica y no sólo estilística. Las mejores piezas del periodismo narrativo latinoamericano
muestran la contracara del capitalismo con la expansión de la pobreza a escala planetaria”
(2011, p. 23). Para la década de los noventa el mundo ya revela una fuerte dicotomía
geográfica, los países eran “ganadores” o los “perdedores” en el modelo económico y esto
significó que se aplicaran políticas de corte neoliberal dentro de las naciones
latinoamericanas. Las consecuencias de este tipo de decisiones “pueden advertirse en
algunos de los nuevos escenarios y sujetos que describe la nueva crónica latinoamericana.
Suelen ser emergentes de la exclusión y la pobreza, que transitan por los límites de la
marginalidad y la desesperanza; y luchan en medio de la falta de oportunidades y la
creciente desigualdad social” (2011, p. 23). Los problemas económicos, laborales y sociales

47Wolfe, T., (1973), El nuevo periodismo, Barcelona, Anagrama.


48 Puertas, A. (2011), “El periodismo narrativo o una forma de dejar huella de una sociedad en una
época”, [en línea], disponible en:
http://revistas.udem.edu.co/index.php/anagramas/article/view/354/317
49 Callegaro, A. et al. (2011), La crónica latinoamericana como espacio de resistencia al periodismo

hegemónico [trabajo de grado], Buenos Aires, Universidad Nacional de La Matanza.


44

de un país significaron para el periodismo narrativo en América Latina un sin número de


historias de víctimas de todo tipo de violencias.

La investigación profundiza que esa situación de pobreza a la que se enfrentaron los países
implicó para el periodismo muchos personajes envueltos en crímenes y violencia donde se
personificaban las consecuencias de los problemas económicos intangibles: “las políticas
neoliberales aplicadas en la región provocaron el surgimiento de nuevas identidades
sociales, más frágiles y volátiles, acompañadas por un aumento cuantitativo y cualitativa
de las formas de pobreza; el aumento de la desocupación y la subocupación; el
desmantelamiento sistemático de las políticas sociales universalistas; el cierre de fábricas y
comercios medianos y pequeños; la concentración del poder económico y la destrucción de
las economías regionales” (Callegaro et al., 2011, p. 31). Los estados nacionales en
latinoamerica debilitaron su poder poblacional en pos de pertener a la economía globalizada
del libreo mercado, esto significó un aumentó en la pobreza y que la calidad de vida para las
clases bajas y medias empeorara. Debido a esa profundización de la miseria en ciertos grupos
poblacionales, las diferencias sociales se volvieron más marcadas.

Hasta ahora ese ha sido el primordial interés del periodismo narrativo latinoamericano:
evidenciar de forma humana los problemas sociales (pobreza, violencia, etc.) que se dan en la
realidad de los países del continente (Callegaro et al., 2011, p. 31). Sin embargo, es tal la
concentración de historias de pobreza y personajes marginales que ya ha suscitado
comentarios por parte de dos de los Nuevos Cronistas de Indias buscando un mejor balance
en la distribución de personajes. Leila Guerriero enfatiza en que se necesita más información
sobre el lado opuesto del espectro, las clases altas:

“parece que la crónica latinoamericana tiene una enorme deuda con los temas. ¿Por qué no
aplicar la misma mirada sesuda, desprejuiciada, que le damos al pobre o al narco, a las clases
altas y el poder, por ejemplo? ¿Por qué no me cuentan la de la señora más rica del país?
¡Estamos regalando esa historia a las revistas funcionales para esa clase social! Nuestra visión
tradicional de la crónica contribuye a esta visión folclórica que se tiene fuera de Latinoamérica.
Apelamos siempre a la tragedia y a la pobreza. ¿Por qué no somos capaces de contar historias
felices? Nos estamos perdiendo el 50% de la realidad” 50 (El Comercio, 2013).

Mientras tanto Alberto Salcedo Ramos también reconoce que: “el reto de la crónica es
aproximarse al poder para mostrarlo, explicar su dinámica y poner en evidencia cómo
incide en nuestras sociedades. En eso estamos en deuda. Las crónicas sobre el desarrapado
y la villa miseria ya empiezan a agotarse”51 (La Nación, 2013). Aunque Salcedo también ha

50 Planas, E. (2013, agosto), "Leila Guerriero: 'El cronista siempre llega tarde'" [en línea], disponible
en: http://elcomercio.pe/espectaculos/1613131/noticia-leila-guerriero-cronista-siempre-llega-tarde-
video
51 Tarifeño, L. (2013, octubre), “Alberto Salcedo Ramos: ‘Yo no mido a un cronista por el valor de sus

metáforas, sino por el polvo que tiene en sus zapatos’” [en línea], disponible en:
45

reconocido durante entrevistas que una de las ventajas de la crónica es que visibiliza a la
víctima, le da espacio para contar su historia. Como por ejemplo en el caso de su crónica “Un
país de mutilados” (que ganó en el año 2009 el Premio Nacional de Periodismo Simón
Bolivar y el Premio a la Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa en la modalidad
de cobertura noticiosa) que trata sobre las víctimas de las minas antipersonales en el oriente
de Antioquia que es la región del mundo más afectada por las minas.:

“ese texto ayudó a hacer visibles a esas personas, no solamente por el drama del día en que
sufrieron el percance, sino también por los padecimientos que debían vivir para que el Estado
los atendiera. Yo no soy nada mesiánico en mi trabajo, no lo veo como algo con una misión.
Pero con mucha frecuencia descubro que ciertas historias que cuento hacen visibles a los
invisibles. Y me gusta que el resultado sea que esos invisibles luego reciban un poco más de
atención”52 (El Nacional, 2012).

Lo que eso significa es que el periodismo narrativo permite que en una persona, o la historia
de una persona, se evidencie un fenómeno más grande e inalcazable. Las mutilaciones
causadas por bombas terrestres no se materializan hasta que se miren con el lente de la
víctima que ha perdido las piernas. Para la persona promedio las consecuencias de las minas
antipersonas son abstractas, es un cuerpo sin rostro y sin identidad. La crónica le obliga a esa
persona común y corriente a ver quién fue el afectado.

Incidentalmente en el texto de Leila Guerriero “El periodismo cultural no existe o los


calcetines del pianista”, la periodista hace una presentación sobre la pertinencia de usar los
géneros del periodismo narrativo y sus técnicas para contar información cultural; en esta
defiende la idea de que un periodista debería saber cuándo es relevante informar al lector no
solo del suceso que se pretendía cubrir originalmente, sino también a la persona detrás. La
razón es sencilla, en ocasiones son los detalles del personaje, de su contexto, de su vida los
que le dan fuerza a una historia. Para probar su punto compara el inicio del texto “El mesías
lunático” de Alan Pauls sobre Nanni Moretti, con una versión resumida en una frase que
incluía solamente la información vital y básica: fecha, lugar, qué, etc. La diferencia no es solo
estilística, es de fondo también puesto que “desprovisto de su forma, el texto pierde
información. Ya no percibimos el carácter tozudo de Moretti, carácter que planta, como
una anticipación profética, la idea seminal de que ese hombre absurdo es, también, un
genio. Desprovisto de su forma, el texto ya no dice lo que debe decir” (p. 8). En el periodismo
narrativo el estilo y la forma también es fondo e información, nos revela algo nuevo de la
historia.

http://www.lanacion.com.ar/1629023-alberto-salcedo-ramos-yo-no-mido-a-un-cronista-por-el-valor-
de-sus-metaforas-sino-por-el-pol
52 Hernández, D. (2012, octubre), "'La crónica se inventó para salvar al periodismo del

envejecimiento'" [en línea], disponible en: http://www.el-nacional.com/papel_literario/cronica-


invento-salvar-periodismo-envejecimiento_0_65993488.html
46

En el mismo texto, Guerriero además aregumenta que desprovisto de esas características


narrativas el periodismo pierde longevidad y el lector lo olvida fácilmente: “a veces el empeño
está puesto sólo en cumplir burocráticamente con la información, y entonces el periodismo
se transforma en una línea de montaje en la que se escribe, se imprime, se archiva y ya” (p.
10). El periodismo nrrativo entonces no solo visibiliza a las víctimas, sino que mantiene
vigentes las violencias que las afectaron para que nunca se olviden.

Por último, Guerriero defiende las técnicas narrativas como una nueva forma de dar
información al lector. No se trata solamente de los datos básicos sino de descubrir qué tiene
el periodista para decir sobre el tema: “No importa el contenido de mi colección de recortes:
importa el filamento que la une. La mano de autores que, con premeditación y absoluta
alevosía, para bien, para mal y para todo lo contrario, escanciaron el adjetivo asqueroso
junto a la palabra niño, dotaron a un cable de una cualidad furiosa, a unos cuantos cuadros
de una voluntad demente, e hicieron todo eso porque sintieron la profunda fe en que tenían
algo para decir” (p. 13).

El periodismo narrativo tiene además como objetivo el contar una historia que sobrepase los
datos básicos de una noticia, acercándose a la literatura en la narración, pero sin olvidar su
compromiso de informar y ser veraz (Hoyos, 2003, p. 387). Juan José Hoyos explica en su
libro Escribiendo historias: el arte y el oficio de narrar en el periodismo en qué consiste esa
delicada relación donde el periodismo no puede forzar la realidad para que se acomode a lo
que le conviene a la historia: “Escribir un relato no significa abusar de todas las libertades
para trastocar la realidad al amaño de la imaginación. Si se cambia un solo dato en un
reportaje o en una crónica, esto los convierte de inmediato en literatura. El compromiso con
la verdad implica la entrega al lector de la verdad íntegra, completa, abarcando la
totalidad del hecho, mostrando su contexto, para que el lector se forme una idea acabada de
él”53 (2003, p. 387).

Por su parte Andrés Puertas argumenta en su texto El periodismo narrativo o una forma de
dejar huella de una sociedad en una época, que este tipo de periodismo pareciera ser
atemporal. Si el texto ha desarrollado una buena narración, entonces la información se
mantendrá vigente: “El periodismo narrativo tiene, además, la particular característica de
trascender en el tiempo, se puede leer una buena crónica de hace mucho tiempo e identificar
todos los elementos de validez que se encuentran en un buen relato literario, en el que se
establece un diálogo entre el lector y el escritor de cualquier época”, (2011, p. 49). Según lo
que dicen Puertas y Hoyos, el periodismo narrativo logra presentar de forma universal y
asequible la información, haciendo del género una forma en la que una persona común y
corriente puede acceder a información compleja y lejana fácilmente.

53Hoyos, J. J., (2003), Escribiendo historias: el arte y el oficio de narrar en el periodismo, Medellín,
Editorial Universidad de Antioquia.
47

Ahora bien, esa idea se complementa con lo que sostiene la periodista argentina Leila
Guerriero, “el periodismo narrativo ofrece una visión más hacia lo profundo y como el
mundo es cada vez más complejo, me parece que este tipo de periodismo es cada vez más
necesario”54 (2012). Guerriero se refiere a que posiblemente un lector promedio no tendrá
conocimientos profundos sobre política, leyes, medio ambiente, violencia, etc., pero sí podrá
entender la historia mientras los datos se presenten de forma organizada y dosificando la
información. El periodismo permite tener la historia más completa posible porque integra
una realidad fragmentada.

2.1) Género y violencia en el periodismo: ¿Qué se ha dicho y cómo se ha dicho?

Un texto periodístico puede analizarse desde lo que dice (el tema que trata) y cómo lo dice
(las técnicas usadas). Para encontrar un tema Juan José Hoyos sostiene que hay cuatro
condiciones que se tienen que cumplir para poder escribir una crónica o un reportaje: ir al
sitio y conocerlo, permanecer en el sitio por algún tiempo, encontrar una historia y encontrar
un personaje (Escribiendo historias: el arte y el oficio de narrar en el periodismo, 2003, p.
114-117). Hoyos además resume cuatro herramientas para escribir un producto de
periodismo narrativo, basado en el libro El nuevo periodismo de Tom Wolfe, que son: “Al
examinar la experiencia de los "nuevos periodistas", Tom Wolfe encontró que los reportajes
escritos por ellos se basaban en procedimientos narrativo propios de la literatura, en
especial de la novela realista, tales como el uso de la voz personal, el empleo del punto de
vista, la construcción del relato escena por escena y el registro realista del diálogo” (2003,
p. 358).

A pesar de los cambios en las tecnologías y el oficio del periodismo, esas técnicas se
mantienen todavía vigentes y se pueden identificar en productos actuales de periodismo
narrativo (Hoyos, 2003, p. 298). Se debe tener en cuenta que las técnicas narrativas son
fundamentales para que el periodista o autor pueda revelar una situación más amplia (Wolfe,
1973, p. 76) a los datos básicos encontrados. Por otro lado, mientras que identificar las
técnicas que un autor usa es relativamente fácil el tema de un producto nunca será solamente
la historia central. El tema son todas las otras problemáticas que se asociaron con la historia
o el personaje.

2.1.1) Sueños de libertad –Leila Guerriero:

Leila Guerriero realizó un perfil periodístico en 2008 para la Revista La Nación acerca de
Romina Anahi Tejerina. La mujer argentina fue protagonista de uno de los casos de
infanticidio más famosos de los últimos tiempos cuando fue condenada a 14 años de prisión
después de que el 22 de febrero de 2003 asesinara a su hija recien nacida. Para cuando la

54Agencia EFE (2012), “La crónica periodística es cada vez más necesaria”, [en línea], disponible en:
http://seniales.blogspot.com/2012/09/la-cronica-periodistica-es-cada-vez-mas.html
48

crónica de Guerriero fue publicada, 13 de abril de 2008, Tejerina llevaba cinco años detenida
en la Unidad Penal Número 3 en Jujuy. En el mismo año la Corte Suprema de Justicia
rechazó la apelación presentada por la defensa para acortar la pena de Romina, quien solo
podrá apelar hasta que se cumplan dos tercios de su sentencia.

 ¿Qué técnicas destacables usó?

Se puede identificar el comienzo del texto una típica entrada de escenificación:

“Una mujer antigua, el rostro roto de furia, lleno de pecas, grita perra, perra, perra,
hija de perra, perra, perra. La empujan, la sacan a empujones de la sala.

Eso ya pasó. Ahora sólo se escucha el tironeo doloroso de la respiración de una mujer
de veinte años vestida de beige, y la voz […] La voz respira en los dos puntos, y cae sin
ímpetu sobre la siguiente frase:

-Punto uno: condenando a la procesada, Romina Anahí Tejerina, a cumplir la pena de


14 años de prisión por resultar ser autora material y responsable del delito de
homicidio calificado por el vínculo, mediando circunstancias extraordinarias de
atenuación...

Romina Anahí Tejerina busca, entonces, lo único que le queda allí de familiar y
encuentra a un hombre con sequedad de máscara que baja la cabeza y aprieta los ojos.
Y cuando Romina Anahí Tejerina ve a su padre, empieza a llorar […] Eso es todo. Es 10
de junio de 2002” (2009, p. 35).

Guerriero construye la escena del juicio de Tejerina, tomando la decisión editorial de


empezar por la mitad de la historia, en vez del principio (la escena del infanticidio) o
el final (Romina Tejerina y su vida en la cárcel). Guerriero hizo esto porque la escena
que tiene más dosis dramáticas es la del parto y consecuente asesinato, por ende
prefiere ubicarlo en la mitad del texto para crear un clímax narrativo (Hoyos, 2003, p.
210). Por otra parte, la vida de Romina en la cárcel sirve como hilo narrativo primario
en donde se presentan los diálogos claves que sostuvo con la periodista, mientras
tanto se intercalan datos sobre el crimen, otros casos de infanticio parecidos y los
testimonios de la familia. Los saltos temporales son bastante comunes en el texto, sin
embargo el texto tiene ritmo y no pierde continuidad narrativa.

Los datos que la autora decide usar en el escrito aportan al desarrollo de la historia.
Por ejemplo, el embarazo de Romina Tejerina fue producto de una violación y como
era menor de edad no podía hacerse un aborto sin la autorización de un padre.
Identificando que el problema del aborto trasciende los límites de la historia,
Guerriero incluye en el texto información sobre que Jujuy, la provincia donde ocurrió
el suceso, tiene un alto porcentaje de delitos sexuales en comparación con el resto del
país y además la mayor tasa de mortalidad materna de la Argentina. Dando así a
49

entender que Romina es apenas una víctima de un gran grupo de mujeres que
atraviesan por la misma situación.

Por otra parte, en el texto se puede identificar el uso de la técnica de detalles


simbólicos en este pasaje: “Cada 1 de agosto el noroeste argentino celebra la fiesta de
la Pachamama y, en toda la región se ofrenda a la madre tierra, para que prospere
ganados y cosechas durante el resto del año. El día que Romina siempre ha
mencionado como el día en que empezaron todas sus desgracias es uno de esos días
de fervor: 1 de agosto de 2002” (2009, p. 42). En ese apartado Guerriero utiliza una
dicotomía irónica para enfatizar que la violación de la cual fue víctima Romina y por
la cual terminó embarazada, ocurrió en una fiesta que celebra la prosperidad y la
fertilidad de la tierra.

 ¿Qué dijo sobre violencia y/o género?

En el texto anteriormente citado aparece información de un cambio de ley en el


Código Penal argentino en 1994, que atenuaba la pena contra una madre que
cometiera infanticidio dentro de los cuarenta días posteriores al parto; asimismo se
referencian otros casos parecidos de infanticidio en los que las madres obtuvieron
penas menores. Un artículo del Código menciona que los delitos sexuales contra las
mujeres se consideran como un ataque a la honra de sus esposos. Debido a esto hubo
reclamos por parte de algunas entidades feministas que consideraban el Código Penal
retrógrado y el artículo en cuestión se abolió. Guerriero aprovecha para añadir:
“Eugenio Zaffaroni, hoy ministro de la Corte Suprema de Justicia, fue el primero en
advertir sobre el riesgo que implicaba tal abolición, quizá porque sabía que lo que en
Palermo o Barracas ya no es deshonra, sigue siéndolo en buena parte del territorio
nacional (2009, p. 51)”. A través de esto la autora señala los cambios que se han dado
en la legislación de crímenes cometidos por mujeres y la relación que tienen con el
enfrentamiento entre una idiosincrasia machista en el país versus emergentes
posturas feministas. El sistema legal se ajusta a las demandas de la población.

Además aborda dos conceptos explicados en el primer capítulo: slut shaming55 y


victim blaming56. Leila Guerriero demuestra las experiencias de Romina con el
fenómeno de slut shaming a través de la selección de algunas citas de su vida, la
educación en su casa y el ambiente de Jujuy, entre los cuales se destacan dos pasajes.

55 Hace referencia a cuando se le juzga a una mujer moralmente y se le ataca (de manera verbal,
usualmente) por la ropa que usa, la forma en que usa su cuerpo y la vida social y sexual que lleva
(Green, 2010).
56 Esto ocurre cuando una mujer es víctima de ataques sexuales y se usan características personales,

pasado sexual, comportamiento y ropa para legitimar o explicarlo. De esta manera se minimiza y
naturaliza el crimen, esto no solo se encarga de liberar de responsabilidad al atacante sino que llena de
culpabilidad a la víctima. (Ramsey, 2012).
50

 Contando lo que sucedió tras la violación: “Volví a mi casa


llorando, pero no dije nada. Después no quería salir, de miedo a que
me agarre de nuevo el tipo. Todos piensan no, que Romina salía a
bailar, usaba polleras cortas, pantalón ajustado. Pero eso no quiere
decir que uno quiera... Pero la mayoría de la gente no lo ve así” (2009,
p. 42).

En esa primera cita el personaje del perfil admite que la actitud de juzgar a una mujer
por el tipo de ropa o vida social que lleva era bastante común en su entorno, lo cual
terminó restringiendo que ella contara que la habían violado y que estaba
embarazada. Por otro lado, en el siguiente fragmento demuestra que tan cercano era
el fenómeno a ella, hablando de las actitudes de su padre respecto a su vida social.

 Sobre su crianza: “Mi papá era tremendo. Decía que si salen a


bailar son putas. A mí me dolía eso. Y estaba todo el día con qué dirán
los vecinos si ustedes vienen embarazadas” (2009, p. 39).

El texto además incluye un testimonio de la hermana de Romina, Mirta Tejerina: “Yo


no me olvido de los cañazos de mi papá. Me daba cañazos por cualquier cosa. Igual,
la de los golpes era más la mami. Mi papi lo que hacía era la agresión verbal. Si
usaba tacos, si me ponía maquillaje. Por todo me decía que era una prostituta”
(2009, p. 38). Su padre amenazaba a sus tres hijas con matarlas si quedaban
embarazadas. Cuando escoge mencionar esta información en el texto la autora deja
claro que la vida social, ropa y buen nombre de Romina estaban vigiladas
estrictamente para mantenerla en un comportamiento aceptado socialmente.

Respecto al fenómeno de Victim Blaming este se puede identificar cuando se relata


que una vez Romina ha sido víctima de la violación y queda embarazada, debe
ocultarlo a su familia y resto del barrio conservador donde vive. Al mantener un
cuerpo delgado nunca nadie sospecha de su embarazo, hasta que finalmente Romina
sufre un día de fuertes contracciones, toma varios laxantes y tiene al bebé en el baño
de su casa. Después de esto sufre un ataque de estrés producido por la experiencia
traumática de la violación y acuchilla a su hija. Guerriero escribe sobre el proceso del
juicio para Romina insertando el testimonio de Mariana Vargas, la abogada de
Romina Tejerina, en el cual explica que a pesar de que intentaron comprobar la
violación con pruebas de ADN y evidencias de tiempos de gestación con pruebas
rigurosas, en el juicio se presentaron otras pruebas con margen de error grande, que
fueron aceptadas en contra de Romina. Al no poder comprobarse la violación, la
defensa de que el infanticidio fue causado por estrés postraumático no se sostuvo.
Romina se enfrentó en el proceso penal a pruebas sesgadas, en un caso típico de
victim blaming donde el ente protector hace parte activa de la agresión. Toda esa
51

información resalta la importancia de las rape shield laws que se encargan de


proteger a las víctimas de violaciones, para que no se presenten pruebas contra ellas
que las culpabilicen por su ropa, vida y orientación sexual o comportamiento en
público.

 ¿Quiénes son las fuentes usadas en el texto?

En el perfil de Romina aparece su voz por supuesto, la de las mujeres de su familia y la


de su abogada. A pesar de que Romina cometió infanticidio Leila Guerriero no utiliza
citas o escenarios en donde lo que dice se puede construir como la lógica de un
criminal. Romina a través de sus citas y las otras voces femeninas que la acompañan
es demostrada como una víctima de un sistema conservador y patriarcal. Para
enfantizar su posición vulnerable frente a la agresión de los procesos penales Leila
Guerriero incluye la voz de la abogada de defensa de Tejerina, “El eje de la fiscal -dice
Mariana Vargas- fue que una piba que iba a bailar, que se ponía una pollera corta,
en realidad provocaba una violación. Y toda piba que haga eso, que es la mayoría de
la juventud, si la violan, que se joda” (2009, p. 46). Esta cita permite identificar otro
tipo de fuentes, como la experta en cierto tema específico.

2.1.2) El fútbol de las Regias – Alberto Salcedo Ramos

La crónica de Alberto Salcedo Ramos trata de un equipo de fútbol en Cali que juegan vestidos
como travestis para incrementar la visibilidad de las minorías LGBTI y reunir fondos para
homosexuales que sufren de SIDA. El texto fue publicado en 2007 y habla de los problemas
de homofobia y discriminación de la ciudad de Calí, incluyendo el hecho de que los gays
tienen problemas para conseguir trabajo por fuera de las peluquerías y la prostitución.

 ¿Qué técnicas destacables usó?

La crónica inicia con una escenificación del ritual previo a los partidos de fútbol. Lo
hace porque esto le da al lector una sensación de acción, y es muy efectivo para
realizar una narración atrapante (Hoyos, 2003, p. 29-30): “los integrantes de Las
Regias continúan arreglándose, en un ritual que, por ahora, parece más
emparentado con los salones de belleza que con las canchas de fútbol. En el
escenario no hay todavía ningún balón y, en cambio, abundan las extensiones
capilares, las uñas esmaltadas, los cabellos teñidos, los lápices labiales, las cejas
depiladas y los cosméticos faciales” (2011, p. 193).

Durante la mayoría de la crónica el uso de la técnica de escenificación será de vital


importancia, ya que es a través de éstas escenas en donde más se evidencia la
discriminación en Cali contra las personas transgénero. Entre las ventajas del uso de
la técnica es que la escenificación produce un efecto de realismo en el lector (Hoyos,
52

2003, p. 363). Por su parte, Wolfe afirma que para que se pueda crear una escena
realista y atrapante en un texto debe haber un trabajo impecable de atención y
memoria por parte del periodista (Wolfe, 1973, p. 16-17)

 ¿Qué dijo sobre violencia y/o género?

La crónica de Salcedo Ramos aborda el tema de construcción de género57 dándole al


lector un vistazo de la performatividad del género y la construcción de identidad de
los personajes ante un público. Por ejemplo, el siguiente fragmento evidencia la
relación entre la apariencia en público y el género, mencionando el choque psicológico
que implica no tener un desarrollo y expresión libre:

—“Si es difícil que la sociedad acepte a un gay común y corriente —dice—, imagínese
cómo se complican las cosas cuando ese gay se viste de mujer o se pone tetas.

Ni las mujeres ni los hombres heterosexuales lo ven como alguien de su género, sino
como un ser disfrazado, una caricatura. Hasta el gay convencional lo rechaza, porque
lo considera una criatura disparatada que necesita ponerse falda para asumir su
sexualidad. A menudo, los policías que patrullan la ciudad desalojan al travesti del
mismo espacio público en el cual le permiten estar a la prostituta. Cuando termina el
acoso del mundo exterior —explica “La Madison”— comienzan los conflictos
personales. En principio está el abismo entre lo que el transexual quiere proyectar en
la sociedad y la percepción que en realidad se tiene de él. Le pesa, además, la
obligación de vivir aprisionado dentro de un cuerpo que no desea, y sufre cada noche
en su habitación, al final de la jornada, desandando los pasos de su propia
metamorfosis: entonces le toca destruir a la mariposa nocturna que él mismo había
creado, para que reaparezca el escarabajo de siempre. Desmaquillarse, redescubrir la
sombra azulosa de la barba debajo del polvo facial, es una muerte diaria que, según
“La Madison”, solo pueden entender quienes la han experimentado. Quizá por la
depresión que generan todos estos problemas —concluye— los transexuales son tan
propensos a la drogadicción” (2011, p. 196).

Salcedo además muestra al equipo de futbol de travestis como un acto de protesta o


movilización ciudadana de quienes lo integran, puesto que se organizan para tomarse
un espacio que regularmente se les niega por discriminación porque a los travestis de
“este país solo les ha dejado dos opciones productivas: la prostitución y la
peluquería. Por tanto, construir guetos es su mecanismo de defensa contra la
discriminación.

57El género puede ser construido de manera fluida para ser una combinación de ambos lo femenino y
masculino, esto se expresa en la forma de usar el cuerpo, en la forma en que hablamos, las actividades
que decidimos realizar y la ropa que usamos (Killermann, 2012).
53

—Cuando los maricas practicamos el fútbol —dice— estamos enviando un mensaje


contra la intolerancia de la sociedad: como no nos dejan jugar con los hombres, nos
toca crear nuestro propio equipo” (2011, p.195).

El texto también relata que la expresión a través del equipo de fútbol tiene
consecuencias que pueden desencadenar en violencia58 motivada por género y
orientación sexual. Usar ropa de mujere en público puede que les cause amenazas,
golpes o burlas. Pero quien decide vestirse así asume los costos para expresar su
identidad. (“El fútbol de las Regias”, 2011, p.198). Por último, la crónica explica otra
reacción que tienen los caleños ante los movimientos de reivindicación expresados en
el equipo de fútbol de travestis. La forma de convivencia que Cali permite con ellos es
la de asumir que la persona diferente haciendo uso del espacio público no merece ser
tomada en serio. Las víctimas de la discriminación por orientación y género son
minimizadas:

“Si los espectadores los ovacionan no es solo por cortesía, sino también para
premiarlos por el hecho de convertir su propio travestismo en motivo de burlas. Acaso
suponen, en el fondo de sus conciencias, que es preferible tenerlos enjaulados aquí,
como rarezas de circo, que presenciarlos en las calles, mezclados con el resto de la
sociedad (2011, p. 194).

 ¿Quiénes son las fuentes usadas en el texto?

El texto está compuesto solo por voces masculinas. Entre los entrevistados están los
integrantes del equipo de fútbol, un activista de derechos LGBTI y un abogado que
trabaja como Defensor del Pueblo de Caldas y apoya los esfuerzos de la comunidad
LGBTI. Salcedo Ramos combina las voces de las víctimas de violencia en Calí, con los
defensores para dar un balance entre lo que ocurre y las soluciones que existen.

2.1.3) Walking the Latin American City – Julieta Lemaitre

La crónica de la abogada Julieta Lemaitre se publicó en una publicación de Harvard llamada


“ReVista” en el año 2003. El texto de Lemaitre habla sobre el acoso sexual callejero en las
ciudades de Latinoamérica y como las mujeres deben enfrentar acosos de naturaleza sexual
en ellos desde muy temprano. El texto también pretende narrar la experiencia de caminar por
Latinoamérica para cualquier mujer y las reacciones que causa en ella.

 ¿Qué técnicas destacables usó?

La crónica tiene un uso muy efectivo de la técnica de punto de vista. Hoyos definía
esta técnica como “el ángulo de visión, el foco narrativo, el punto óptico en el que se

58“El uso intencional de la fuerza física o el poder, ya sea real o una amenaza, contra uno mismo, otra
persona, un grupo o comunidad que tenga altas probabilidades de resultar o resulte en lesión, muerte,
daño psicológico, subdesarrollo o privación” (Organización Mundial de la Salud, 2002).
54

sitúa el narrador para contar la historia” (2003, p. 233) y Lemaitre escoge un


narrador en primera persona para poder recrear y nutrirse de su propia experiencia
mientras era adolescente en Cartagena.

A pesar de que la tradición estadounidense prefiere un narrador omnisciente pero


limitado, en este caso el artículo guarda una ventaja para atrapar al lector
precisamente por estar en primera persona. Esto sucede porque de acuerdo con Tom
Wolfe, el punto de vista es “la técnica de presentar cada escena a través de los ojos de
un personaje particular, para dar al lector la sensación de estar metido en la piel del
personaje y de experimentar la realidad emotiva de la escena tal como él la está
experimentando” (El nuevo periodismo, 1973, p. 49). Lemaitre habla sobre el miedo
de las mujeres al caminar por la calle y lo que deben enfrentar, es emotiva y
convincente cuando explica la dominación que eso implica sobre las decisiones que
toma una mujer. La razón por la cual lo logra es que describe lo que ella misma ya ha
sucedido y el texto se ve beneficiado por ese punto de vista.

Por ejemplo, la historia empieza con una anécdota de Lemaitre con sus amigas en
Guadalajara mientras toman un descanso del trabajo. Mientras almuerzan ven a un
hombre que se está masturbando públicamente y Lemaitre recuerda que desde los
diez años ha tenido un sentimiento de asco, terror y odio por las calles. La historia
continúa con más anécdotas propias que le ocurrieron desde pequeña, que la
obligaron a enfrentarse al acoso en la calle y cómo debido a esta amenaza tuvo de que
desarrollar formas para protegerse.

 ¿Qué dijo sobre violencia y/o género?

Lemaitre abarca el fenómeno de acoso sexual callejero durante todo el desarrollo del
texto. Entre las formas de acoso que alcanza a describir están: los piropos, las frases
sexualmente explícitas, la masturbación pública y los gritos amenazantes (2003, p. 1-
5). Además, Lemaitre escribió sobre los comportamientos defensivos que tuvo que
adaptar a su rutina para enfrentar el acoso: cambiar el uso del espacio creando rutas
seguras y caminando solo por lugares familiares, actuar cohibidamente, caminar
rápido, fingir estar coja y por último, y la que ella denomina la más efectiva de todas:
caminar con un hombre, -ya fuera su novio o su hermanito menor- (2003, p. 2).

“Los hombres no están en todas partes, me enteré (…) Ahora me doy cuenta de que al
aprender las ‘rutas seguras’, realmente solo aprendí a permanecer en el interior de los
lugares familiares. Cynthia Bowman caracteriza esta práctica como la "guetización
informal de las mujeres" en un artículo del Harvard Law Review de 1993. Atrapada en
el gueto de mi barrio, me crié en una ciudad que nunca he experimentado. Aunque los
hombres no estaban en todas partes, cualquier calle, esquina, parque o barrio que no
estaba demostrado ser seguro era peligroso por definición. Mientras mis amigos
55

hombres montaron en sus bicicletas y recorrieron la ciudad de forma despreocupada,


yo me quedé en mi barrio, mi escuela, mi casa” (2003, p.1).

La creación de estas microciudades para mujeres impide el uso del espacio público,
que según la autora es exactamente lo que el agresor quiere, puesto que Lemaitre
también caracteriza qué tipo de comportamientos en públicos implican seguridad o
violencia y la razón por la que eso ocurre. Por ejemplo si la mujer va vestida de forma
un poco más descubierta o va sola, el acoso sexual callejero es casi seguro; sin
embargo al estar acompañada de un hombre es muy raro que se dé en absoluto:

Los teóricos dicen que los acosadores, cuando acosan a las mujeres que caminan por
las calles sin dueño, están defendiendo el código patriarcal que establece que todas las
mujeres deben pertenecer a un hombre. Inconscientemente o no, los hombres saben
que lo que están haciendo cuando miran, se burlan, agarran e insultan es mantener
con vida el patriarcado. Si eres una mujer joven no se supone que debas estar sola en
una ciudad de América Latina, excepto en tus rutas de seguridad y siempre debes estar
caminando con brío, con los ojos en el suelo, sosteniendo los libros o el bolso en el
pecho y en especial nunca deteniéndose. (2003, p. 3)

La autora también enfrenta la idea de que el miedo de las mujeres en el espacio


público es el miedo a la violación, a sufrir una violencia sexual de la cual la víctima
pueda que nunca se recupere completamente (2003, p. 4). La violación en este caso
no es una situación de sexo o de placer, sino de poder. Un mecanismo para mantener
el control del cuerpo, de la mujer y de la sexualidad:

“En mi barrio los hombres se quedaban en ciertas esquinas, obras de construcción y en


los parques. Descubrí que si evitabas esos lugares estarías segura. Sin embargo,
evitarlo a veces significaba desviarme de mi camino para llegar a donde quería –
seguir rutas seguras implicaba rodear el parque en vez de atravesarlo. Mi madre tiene
53 años y todavía vive en Cartagena, mi ciudad natal y la ciudad que ella conoce es solo
la ciudad segura y lo mismo aplica para su mamá, su abuela y todas nuestras amigas.
Conocíamos nuestra ciudad de lejos, por las rutas seguras y desde las ventanas de un
bus.

El acoso es una forma en la que la sociedad, a través de esos hombres de vocabulario


soez, ejerce control sobre las mujeres. Esto lleva a una sociedad que obliga a las mujer
a aceptar voluntariamente roles tradicionales (…) roles que la hacen sentir segura”
(2003, p. 42).

Lemaitre termina el texto preguntándose qué se puede hacer cuando sucedan este tipo
de cosas: ¿Responder de forma grosera, ignorar el asunto, correr?, ¿y si hay
consecuencias?, ¿y si se enfurece y me lastima? (2003, p. 5). La autora se identifica a
sí misma en la posición de víctima de acoso sexual callejero y admite que no está en
posición de dar una respuesta a lo que debe hacer una víctima, pues ni ella misma lo
56

sabe cuando la atacan. Sin embargo, guarda la esperanza de que pueda ser lo
suficientemente valiente para responder y tener la suerte de que no le ocurra nada.

 ¿Quiénes son las fuentes usadas en el texto?

En el texto Lemaitre habla en su gran mayoría de anécdotas propias que le sucedieron


a los largo de toda su vida. Esto incluye su adolescencia en Cartagena y otras
experiencias por fuera de Colombia cuando ya era mayor. La autora también incluye
algunas historias y opiniones de amigas cercanas a ella que se han visto afectadas por
el fenómeno. Las fuentes del texto se podrían caracterizar como las voces de víctimas,
puesto que su papel es el de evidenciar a través de testimonios el acoso sexual
callejero y sus consecuencias.

2.1.4) Voguelandia – Gay Talese

El famoso cronista estadounidense Gay Talese, a quién se le conoce por sus historias sobre la
mafia y la vida sexual en Estados Unidos, hace una crónica sobre Vogue, la famosa revista
para mujeres de la casa de publicaciones Conde Nast. Actualmente Vogue tiene más de cien
años de historia y más de 23 países tienen sus propias versiones de la publicación.

 ¿Qué técnicas destacables usó?

Talese hace uso de la técnica de diálogo realista para conducir la narración de la


crónica. Esto es eficaz porque, como explica Tom Wolfe en su libro El nuevo
periodismo: “el diálogo realista capta al lector de forma más completa que cualquier
otro procedimiento individual. Al mismo tiempo afirma y sitúa al personaje con
mayor rapidez y eficacia que cualquier otro procedimiento individual” (p. 48).

A través del texto Talese le hace entender al lector que la revista Vogue, los escenarios
y las personas descritas son todas construcciones artificiales. Si los diálogos se
retiraran de su contexto, parecerían estructurados, falsos y sin mucho ritmo. Sim
embargo, para el entorno que ha construido Talese para el lector, los diálogos que
decide mostrar son perfactamente creíbles. Esta es la razón por la cual funciona en
este texto el uso de diálogos largos y muy estructurados.

Las lectoras de la revista Vogue ven en sus páginas mujeres construidas


artificialmente por un fotógrafo, un estilista, la escenografía. Y por otra parte, los
textos que leen en la revista y les indican que está de moda son apenas la
representación artificial de la oficina de Vogue como si fuera el mundo real. Les dicen
a las lectoras que los colibrís están de moda, por ejemplo. Sin embargo, no es que
estén de moda los colibrís en el mundo, o en Estados Unidos, o ni siquiera en Nueva
York. Los colibrís están de moda en la oficina de Vogue y esto les hace creer a quienes
hacen la revista que esto equivale a que el tema es vigente. Es por esto que en ese
57

mundo artificial que construye el autor, un diálogo artificial se hace perfectamente


verosímil.

El siguiente diálogo ocurre en medio de una sesión de fotos entre la modelo y el


fotógrafo:

–“Ah, qué rico se siente con el ventilador –dice entre risitas.

–Has algo con tu pierna –le dice Horst.

La dobla hacia atrás, abre la boca. Y la cámara de Horst hace clic. Luego ella se
recuesta en la banqueta, hace un puchero. Horst hace clic.

–Ah, qué bien –dice Horst–. Hazlo otra vez (clic).

Dorothea sonríe (clic); abre la boca (clic); más abierta, una O grande (clic).

–Se me cae el sombrero –dice, con más risitas.

–Sonríe no más, sin mostrar los dientes –dice él (clic)–. Estira el cuello.

Ella lo estira (clic).

–Así se hace, mi niña –dice él (clic).

–Asiií… –repite lentamente (clic).

Y entonces, sin instrucciones de él, de modo automático, ella empieza a hacer


diferentes poses, cada una con su correspondiente clic: su rostro es ya el de una arpía,
ya se abre al amor, ya arden sus ojos, ya es tan recatado como el de una virgen de la
Universidad de Vassar. Y Horst le dice todo el tiempo, genuinamente emocionado
detrás del lente:

–Asiií (clic)… Asiií (clic)… Asiií (clic)…” (2009, p. 160)

 ¿Qué dijo sobre violencia y/o género?

La crónica trata el tema de la construcción de género en un sitio específico, la revista


Vogue como espacio de trabajo. En el texto, Talese describe a las mujeres que trabajan
en la revista, las que no lo hacen, las modelos, las lectoras y las damas de sociedad
retratadas con frecuencia. Todas estas mujeres se pueden describir por la relación que
manejan con Vogue porque para todas ellas Vogue hace parte fundamental de lo que
son. Ser una mujer de Vogue también implica que no se pueden ser otras cosas como
ordinario o vulgar. Algunos ejemplos:

 Describiendo a las mujeres que trabajan en Vogue: “Cada mañana, en


los días hábiles, una serie de mujeres relamidas y a prueba de arrugas, que
se tratan de “querida” y “encanto” y son capaces de hablar en letra cursiva y
maldecir en francés ingresan al edificio Graybar, en Manhattan, ascienden
58

al piso diecinueve y se deslizan enfrente de los escritorios de Vogue” (2009, p.


149). En esta frase Talese no solo nos indica donde trabajan estas mujeres,
sino que se nota dónde trabajan. Ya sea por su forma de hablar o su cuidada
apariencia.
 Hablando de las mujeres retratadas en Vogue: “Mientras que esas
maniquís de Vogue son meramente estupendas, las damas de sociedad
retratadas para la revista son ricas, bellas, infatigables, vivaces, vitales,
brillantes, ingeniosas” (2009, p.150). Solo dos tipos de mujeres podían salir
en Vogue: modelos o damas de sociedad. El trabajo de una modelo es ser bella,
verse bien delante la cámara, entonces cómo eso es su trabajo eso es lo único
que son para Vogue. Pero las mujeres de sociedad son también las lectoras de
Vogue y no se les puede ofender, así que cuando Vogue las retrata se asegura
de acompañarlas de una descripción que de a entender lo extraordinaria que
es comparada con otras mujeres. Aunque también cabe resaltar que Talese se
burla constantemente de esta forma que tiene Vogue para escribir, ya que
además de ser artificiosa e incómoda, usualmente se dice lo mismo de todas
las mujeres de sociedad, casi como una carta comodín.
 Comparando a las mujeres que trabajan en Vogue con las que
trabajan en Glamour: “Las narices de las heroínas de Vogue suelen ser
largas y finas, como son las narices de muchas editoras de Vogue: narices
que se pueden empinar en presencia de, por lo general más bajitas, más
jóvenes y menos sofisticadas parientes por el lado de Conde Nast, casa que
también edita la revista Glamour ubicada igualmente en el piso diecinueve
del edifico Graybar (…) Una dama de Vogue describía a las empleadas de
glamour como ‘esa gentecita vivaracha, que saludan de hola’” (2009, p. 151).
Las mujeres que trabajan en la revista Glamour se definen sencillamente como
las mujeres que no tienen, ni tendrán, el perfil para Vogue. Tienen un
vocabulario desproecupado y sin pretenciones, usan jeans, son jóvenes. Estas
diferencias son insalvables para las mujeres que han construido su identidad
en y para Vogue.

El autor construye un ambiente en donde se deja claro que la sofisticación y


esnobismo son parte fundamental del perfil de la mujer que rodea a Vogue. A través
de la comparación con la revista Glamour, Talese les informa a los lectores que si se es
ajeno a esta elegancia no se puede pertenecer. Por último, las mujeres de Vogue
también se definen por su relación con el espacio de trabajo, cómo está decorado y se
distribuye. Es allí que las mujeres encuentran su rol:

“Basta con salir del ascensor e ingresar al piso diecinueve para experimentar la
repentina sensación de estar en Vogue. Los pisos son negros con estrellas incrustadas
59

(…) hay un corredor curvo que lleva a las oficinas de la redacción de Vogue. La
primera, la de la Editora de Belleza, huele a polvos y pomadas. Más allá, doblando una
segunda curva, hay media docena de oficinas de otras editoras y, dividiéndolas, está el
amplio y bullicioso Salón de Modas. En un rincón la Editora de Géneros y Tejidos,
pellizca con desgano unas muestras de seda; en otro, cerca de una ventana, la Editora
de Calzado averigua qué viene en materia de zapatos ‘flamantes’; en otro más, la
gestora de Modelos escarba en un archivador que contiene información sumamente
secreta sobre las modelos” (2009, p. 152).

 ¿Quiénes son las fuentes usadas en el texto?

El tipo de fuentes que utiliza Talese son personas que trabajan en o para Vogue. En
ese sentido todas sus fuentes tienen el mismo tipo de jerarquización, sirven para
contar Vogue desde adentro y para demostrar como Vogue afecta la construcción de
su identidad en un espacio específico.

2.1.5) I was a Playboy Bunny – Gloria Steinem

En 1963 la periodista Gloria Steinem trabajó encubierta en el Club de Playboy de Nueva York.
Steinem registró toda su experiencia en un diario personal que después publicó en la revista
Show. El texto causó revuelo por denunciar las pésimas condiciones laborales y el acoso
sexual al que debían ser sometidas las Conejitas del Club.

 ¿Qué técnicas destacables usó?

El texto de Gloria Steinem está escrito en el formato de un diario personal o bitácora


de viaje. En esta se hace uso en especial de la técnica de escenificación, ya que debe
reconstruir todas las experiencias que tuvo mientras trabajaba de Conejita. Juan José
Hoyos dice sobre la escenificación que “en los textos narrativos las escenas son
indispensables para mostrar la acción, para que el lector viva los hechos como si
fuera un testigo más de ellos” (2003, p. 30). A través de los ojos de Steinem la vida de
una conejita y el trabajo se vuelven una realidad para el lector.

Steinem parte el texto explicando que aquello que se necesita para ser una Conejita
Playboy es ser joven y bonita, y que en el anuncio al cual aplicó al trabajo ni siquiera
piden experiencia. La autora decide crear un personaje falso y una vez aplica al
trabajo se da cuenta de que las aplicantes que no cumplen los prerrequisitos físicos
son rechazadas inmediatamente (1963, p. 32-36).

Después de ser contratada por el Club Playboy, Gloria Steinem confirma rápidamente
que los 200 a 300 dólares a la semana que le prometieron de sueldo no son una
realidad y además las Conejitas deben pagar el costo de mantenimiento por los trajes,
las medias y deben comprar sus propios tacones. Cuando incumplen cualquiera de las
estrictas reglas de trabajo del club (que incluyen estándares de apariencia) se les
60

otorgan deméritos en su sistema de puntos. Esos deméritos se descuentan de su


sueldo o propinas. Entre los trabajos que pueden ocupar las Conejitas están: las de la
puerta de entrada, fotógrafas, vendedoras de cigarrillos, encargadas del guardarropa,
las de la tienda de regalos, las que venden suvenires por todo el club y las meseras
(1963, p. 36-40).

Otra técnica usada en el texto es la del uso de detalles simbólicos. De acuerdo con
Tom Wolfe esto:

“consiste en la relación de gestos cotidianos, hábitos, modales, costumbres (…) y otros


detalles simbólicos que puedan existir en el interior de una escena. ¿Simbólicos de
qué? Simbólicos, en términos generales, del status de la vida de las personas,
empleando este término en el sentido amplio del esquema completo de
comportamiento y bienes a través del cual las personas expresan su posición en el
mundo, o la que confían en alcanzar” (El nuevo periodismo, 1973, p. 49).

En este caso el detalle simbólico es el traje de Conejitas que se debe usar para poder
trabajar. Steinem usa el traje para resaltar que todas las mujeres que trabajan en el
club se conviertan en un mismo objeto andante vestido con orejas y cola peluda. Entre
las interacciones de Steinem describe con los clientes se resaltan las siguientes dos
que revelan el trato que reciben las Conejitas:

 Steinem se encuentra con un conocido y este no la reconoce: “Un


hombre preguntó por su abrigo, me volteé y me encontré cara a cara con
dos personas que yo conocía bien, un ejecutivo de televisión y su esposa.
Mi amigo de la televisión me miró directamente, me dio cincuenta
centavos, y se fue. Ni él, ni su esposa me habían reconocido. Fue
deprimente ser una no-persona en un traje de conejita, pero también fue
una victoria” (1963, p. 54). Durante el principio de la crónica Steinem se
encuentra muy preocupada de que descubran su identidad secreta o que un
conocido la reconozca y arruiné su trabajo encubierto. El miedo de
Steinem de hecho se materializa, pero como está disfrazada de Conejita no
la reconocen. En ese traje todas las mujeres son iguales, objetos del deseo
sin individualidad.
 “Había unos cuantos clientes, muy pocos, hombres y mujeres (conté diez),
quienes nos miraban no como objetos pero sonrieron y asintieron como si
fuéramos seres humanos” (1963, p. 55). Los malos tratos o el trato
deshumanizante es la regla de comportamiento en el Club Playboy. Son tan
pocas las personas que reconocen a una mujer dentro del traje de Conejita
que Steinem es capaz de contabilizarlos.
61

 ¿Qué dijo sobre violencia y/o género?

En la crónica Steinem evidencia el concepto de acoso sexual mediante la descripción


del trato que reciben las Conejitas en el trabajo. Por ejemplo, la autora debe someterse
a un entrenamiento para trabajar como Conejita, durante ese proceso se le entrega la
Biblia de las Conejitas para que sepa cómo comportarse en el ámbito laboral. El
reglamento de trabajo enfatiza que las meseras deben ser cordiales y serviciales con
los clientes. Sin embargo, Steinem nota una contradicción entre la regla de no salir
con clientes pero el fomentar un contacto cálido con los hombres:

“Hay un problema en ser amigable y consentir a los clientes, pero rehusarte a


salir con ellos o siquiera darles tu nombre completo. La explicación escrita que
se le da a las Conejitas es muy sencilla: ‘Los hombres están muy emocionados
de estar en la compañía de Elizabeth Taylor, pero saben que no pueden
obtenerla. El momento en que sientan que podrían tener intimidad con ella, ya
no tendría el aura de glamour que la rodea. Lo mismo debe aplicar a las
Conejitas’”. (1963, p. 44)

El trabajo fomenta la sexualidad y la coquetería, pero los obliga también a mantener


distancias y hacerse inalcanzables. También se les prohíbe ejercer la prostitución y se
les aclara que una compañía de investigación privada les hará solicitudes como
clientes encubiertos para descubrir si están incumpliendo las reglas. Steinem también
fue obligada a hacerse una serie de exámenes médicos que invadían su vida sexual
privada:

“‘Esta es la parte que las chicas odian,’ dijo el doctor y tomo una muestra de
sangre de mi brazo para una Prueba Wasserman. Le dije que hacer pruebas
para enfermedades venéreas parecía un poco siniestro. ‘No seas majadera,’ me
dijo, ‘todos los empleados deben hacerlo. Sabrás que todos en el Club están
limpios’. Le dije que eso a mí no me afectaba realmente y que yo objetaba el
que me hicieran estas pruebas. Silencio. Me dijo que me parara derecha para
‘ver si tus piernas están torcidas’. ‘Okay’, le dije, ‘tengo que hacerme la
Wasserman. Pero, ¿y qué del examen interno? ¿Es eso también un requisito
para las meseras en el estado de Nueva York?’

‘¿Qué te importa?’ me dijo. ‘Es gratis y es por el bien de todos.’ (1663, p. 46)

A pesar de que Steinem pregunta una y otra vez el por qué de la necesidad de las
pruebas si igual se prohiben las relaciones entre las meseras y cualquier otro
empleado de Playboy, nadie nunca le da una respuesta sobre cómo estas pruebas son
para la protección de todos. Steinem además averigua con el Departamento de Salud
de Nueva York si la prueba de enfermedades de transmisión sexual era un requisito en
la ciudad de Nueva York para ser mesera. El departamente de salud le confirma que
62

no solo no es necesario, sino que para ser mesera no piden ninguna prueba médica.
Esa forma de control sobre la vida sexual de las Conejitas es acoso sexual.

Pero el acoso sexual no se daba solamente a nivel administrativo, el texto está lleno de
anécdotas de Steinem interactuando con los clientes. En estas se describen
situaciones sexualmente agresivas hacia las meseras, donde el agresor usualmente no
toma su rechazo muy en serio:

“Un grupo de hombres con escarapelas en sus solapas se pararon cerca de mí:
‘Aquí está mi querida conejita’ dijo uno y lanzó su brazo alrededor de mis hombros
como si los dos fuéramos compañeros de juego abandonando el campo.

‘Por favor, señor,’ dije y murmuré la frase icónica que habíamos aprendido del
Papá Conejito en su clase: ‘No tiene permitido tocar a las Conejitas’.

Sus compañeros rieron y rieron. ‘!Ay hombre, creo que ella te reprendió!’ dijo uno
y me acomodo el rabito de conejo mientras me alejaba” (1963, p. 52).

En 1965 la historia se vuelve publicar, al final del texto se incluyen dos listados de
consecuencias a corto y largo plazo del artículo sobre las Conejitas. Entre las
consecuencias se encuentran las siguientes dos: a corto plazo Steinem perdió
credibilidad como periodista y por un tiempo le dejaron de hacer serios encargos
periodísticos porque se había convertido en una Conejita, un objeto sexual solamente,
y la razón por la cual lo había hecho no importaba. La segunda consecuencia fue a
largo plazo y tiene que ver con que Steinem llegó a concluir que “todas las mujeres
son Conejitas. Después de que el feminismo llegó a mi vida dejé de arrepentirme por
haber escrito el artículo. Gracias a la versión de televisión del mismo, empecé a
sentir placer por las conexiones que hice con mujeres, que tal vez nunca hubieran
leído una revista o libro feminista, pero que respondieron positivamente a la poco
frecuente consideración de las condiciones reales del trabajo y con un grupo de
mujeres que se apoyaban entre sí.” (1965, p. 75)

 ¿Quiénes son las fuentes usadas en el texto?

Las fuentes que Gloria Steinem usa para nutrir el texto son las otras personas que
trabajan en el Club. Como todas las meseras comparten vestidor y entrenamiento,
Steinem constantemente habla con ellas sobre lo que creen de los clientes, sobre sus
deseos profesionales y sobre las condiciones laborales del lugar. La mayoría de las
Conejitas creen que los clientes son tontos y fácilmente manipulables para que den más
propinas, hay bastantes que ya trabajan como modelos o desean serlo y por útlimo, todas
se quejan de que los salarios son mucho menos de lo prometido cuando aplicaron al
trabajo. La única mesera que Steinem conoció que lograba hacer 200 dólares a la semana
tenía que trabajar todo el día, en ambos el turno de la mañana y de la noche.
63

Las fuentes son todas voces testimoniales de lo que es el espacio de trabajo para las
mujeres. Y si bien todas están constantemente expuesta a violencia y acoso sexual,
ninguna es retratada como víctima. No hablan de los sucesos como si fueran una
agresión, para las meseras este tipo de fenómenos son cotidianos, irrelevantes, y a menos
de que sea un caso exagerado de manoseo ninguna habla con mayor sorpresa del asunto.

El periodismo narrativo permite evidenciar el fenómeno de acoso sexual callejero y otros


conceptos relevantes a él. A través de las técnicas de narración literaria se obtiene un nuevo
matiz en los temas como construcción de género, feminismo o violencia. Además de esas
técnicas, que un autor puede usar para darle vida a su trabajo y que pueden ser aprovechadas
de la mejor manera que se considere individualmente, el periodismo narrativo se puede
encargar de visibilizar violencias poco conocidas. Esos productos guardarán las
características de universalidad y accesibilidad con el lector; por otra parte, el estilo literario
y narrativo en el texto darán nueva información acerca del tema que se trata o de la persona o
historia que se cubre.
64

3. Bogotá, un escenario ideal para el acoso sexual.

En Bogotá existen algunas respuestas directas e indirectas al acoso sexual callejero. Una de
las respuestas directas es la manifestación ciudadana conocida como la Marcha de las Putas.
Las personas que manifestaron en la Marcha de las Putas de este año se reunieron en el
monumento de Rafael Uribe Uribe del Parque Nacional Enrique Olaya Herrera a las diez de
la mañana el 6 de abril. Mar Candela Castilla, la organizadora de la marcha en Colombia,
calcula que la participación de ese sábado fue de 1500 a 2000 personas.

La Marcha de las Putas realmente se originó en Toronto donde se le conoce como SlutWalk.
La razón fue que en enero 24 de 2011 el policía Michael Sanguinetti en una conferencia que
dictaba sobre prevención de crímenes en la Universidad de York, dijo respecto al tema de
violaciones dentro del campus universitario: “me han dicho que no convendría decir esto; sin
embargo, las mujeres deberían evitar vestirse como putas para no ser victimizadas”. Dos
estudiantes, Sonya Barnett y Heather Jarvis, cansadas de estos patrones de culpabilizar a
las víctimas de abusos sexuales, de la insistencia en el control de la sexualidad de una mujer y
hastiadas con la vigilancia y juicios hechos al cuerpo y la moral de una mujer, decidieron
organizar la protesta. La primera marcha se realizó el 3 de abril de 2011 y asistieron alrededor
de 3000 mujeres. Desde entonces se ha llevado a más de 30 países.

Mar Candela Castilla descubrió por internet acerca de la existencia de la marcha, mientras
buscaba información sobre cómo la vida sexual de una mujer se usaba de excusa para
violentarla, y decidió que se debería realizar en Colombia. La primera versión se realizó el 25
de febrero de 2012 en Bogotá. “La primera fue el boom, la moda, la indignación
internacional. Asistieron unas 5000 personas. Pero no hubo una cobertura de medios
poderosa. Este año fue el contrario; hubo una buena acogida mediática, fue noticia y
llegamos a todas las esquinas del país. Pero no marchamos tantas personas”, asevera Mar
Candela.

De cualquier manera Castilla destaca del evento de este año que: “todas las personas que
marcharon son nuevas. ¿Qué hacemos marchando los mismos todos los años? Qué bueno
que llegue cada vez gente más nueva y del común. Esto significa que se les da la
oportunidad a mujeres, hombres y familias de empoderarse de su cuerpo. Este año marchó
una señora de 70 años y una niña de 10. Cada mujer debe representaste a sí misma.
Muchas mujeres nacieron feministas pero no lo saben”.

De hecho los gritos de la Marcha se han vuelto muy populares por su forma desparpajada de
contestar a las agresiones: “en falda o pantalón, respétame cabrón”; “no quiero tu piropo,
quiero tu respeto”; “ni puta, ni loca, mi cuerpo no se toca”; “Colombia necesita saber: puta o
65

no, yo decido”; “¿Si digo no? Es no. ¿Y si digo no? Es no. ¿Y qué pasa si vuelvo a decir que
no? Es no”; “¡ALERTA! ¡ALERTA! ¿Quién camina? La marcha de las putas por América
Latina”; y “Putamente libres. Putamente libres. Putamente libres”.

***

El 3 de mayo de este año Carolina Castro se dirigía a su casa en un bus de TransMilenio


cuando “un señor sacó su pene, se masturbó y eyaculó encima de mí” (“Fiscalía indaga
presunta agresión sexual en un bus de TransMilenio”, El Tiempo, 2013). El hombre estaba
detrás suyo cuando ocurrió la agresión, cerca de la estación de Transmilenio Marsella en
Bogotá y fue detenido en la estación Banderas. Eventualmente fue trasladado a la URI de
Kennedy donde Castro interpuso la denuncia. El pasado 8 de julio las partes tenían la
audiencia de conciliación en la Fiscalía pero la única que asistió fue la demandante. Castro
afirmó en una entrevista a la emisora Vibra Bogotá que la fiscal 193, encargada de su caso, le
dijo en la audiencia al ver que no llegaba el agresor: “le cierro el caso o mire a ver qué hace
con él” (“Hablamos con víctima de abuso sexual en TransMilenio”, Vibra Bogotá, 2013).

Carolina Castro, madre de dos hijas, también confiesa que la vida íntima con su esposo se ha
visto afectada por el suceso y que no puede montar en transporte público sintiéndose
tranquila. A pesar de que la familia del hombre le ofreció una indemnización económica para
cerrar el caso, Castro la rechazó esperando que la justicia se encargue del proceso. La víctima
lamenta además que la Fiscalía no corrobore los datos de las personas involucradas en una
denuncia, puesto que es posible que el demandado haya dado una dirección falsa y por eso no
pudieron contactarlo de nuevo cuando no se presentó a la audiencia (“Hablamos con víctima
de abuso sexual en TransMilenio”, Vibra Bogotá, 2013).

El caso de Carolina Castro no es único. El acoso sexual en espacios públicos se ha vuelto una
nueva tendencia criminal. En el Boletín de Prensa No. 17 de la Secretaría Distrital de la Mujer
se informa que en una encuesta realizada en conjunto con la Secretaría de Movilidad a un
total de 17.399 mujeres de Bogotá:

“el 14.09 % de mujeres encuestadas (2443 mujeres) afirmó haber sido afectada por algún tipo
de violencia o agresión al acceder al servicio de transporte público. De estas 2443 mujeres, el
64.20% (1391 mujeres) recibieron agresiones de tipo sexual y el 88.74% (2168 mujeres) fueron
víctimas de agresión o violencia en medios de transporte, de las cuales el 80% sufren
agresiones en articulados, buses y busetas y el 2.86% en taxis. Las mujeres de las localidades
de Bosa, Kennedy, Rafael Uribe y Engativá reportaron mayor incidencia de esta problemática”
(2013).

Por otra parte, hasta julio de este año la Policía reportó que se habían capturado a 60
hombres acusados de manosear mujeres en TransMilenio. El año pasado 81 personas fueron
66

judicializadas por el mismo comportamiento. La policía de TransMilenio atribuye este


aumento de capturas en el 2013 a que hay un mayor número de agentes dentro de las
estaciones (“Policía ha detenido a 60 personas por acoso sexual en TransMilenio”, El Tiempo,
2013). Pero lo cierto es que a diario en Bogotá hay cerca de 700 mil mujeres, entre los 20 y
los 34 años, que usan el sistema de transporte público. El sistema de TransMilenio moviliza a
688.450 de esas usuarias. Asimismo un 75% de las mujeres que se movilizan por la ciudad
deben usar algún tipo de transporte público (“Las mujeres son las que corren más riesgo en el
transporte público”, Diario ADN, 2013) y todas ellas son posibles víctimas de acoso sexual.

Ahora bien, una vez ocurre el crimen de acoso sexual en un espacio público el procedimiento
que corresponde es poner una denuncia de injuria por vía de hecho en una URI. El proceso
que suena sencillo, precisamente porque las Unidades de Respuesta Inmediata fueron
creadas por la Fiscalía para facilitarles a los ciudadanos el trámite de presentar una denuncia,
se complica en su ejecución. Para que cualquier investigación de denuncia hecha ante la
Fiscalía tenga esperanza de progresar, la víctima debe tener identificado al agresor (por lo
menos nombre y cédula de ciudadanía). Si no se tiene esta información es poco probable que
se lleve a cabo el proceso, puesto que localizar al agresor es casi imposible. Es decir que en el
caso hipotético de que una persona toque inapropiadamente a una mujer en la calle, la
víctima tendrá dificultades para poner la denuncia en una URI puesto que su agresor es
anónimo y el ataque ocurrió en un lugar de donde podría escabullirse fácilmente.

En el caso que no se pueda identificar al agresor ¿qué se puede hacer? ¿Cómo identificar a
este tipo de personas? Y en el caso improbable de que se lo encuentre, de igual manera toca
seguir con el proceso de probar que sí ocurrió una agresión. La forma de presentar la
denuncia puede ser verbal o escrita, pero se tienen que anexar documentos o elementos que
prueben el delito. En la gran mayoría de los casos no los habrá. Por otra parte, los delitos
sexuales se deben denuncian específicamente en los Centros de Atención a las Víctimas de
Abuso Sexual (Caivas), pero como no se considera que el acoso sexual callejero es un tipo de
violencia sexual el delito por el cual se presenta la denuncia es “injuria por vía de hecho”. Es
decir, que otra persona a través de una acción le dio un mal nombre a la víctima. Cuando a
Carolina Castro se le eyaculó un hombre encima en el TransMilenio eso no fue una violencia
sexual. Fue injuria porque la hizo quedar mal ante otros.

La abogada penalista Lina Buchely explica que lo que sucede es que las “vías legales están
agotadas, el estado es precario y el derecho también. El acoso es esa agresión que tiene dos
adjetivos: es cotidiano y frecuente. Y hay una cadena de violencias sofisticada que no nace
con el golpe o la violación, sino que se va construyendo con lo diario. El acoso sexual
callejero hace parte de esa cadena”. Según ella parte del problema también es que no se
considera que ser deseable sea un daño. Se acepta socialmente que un hombre desee una
67

mujer y para que otros acepten el acoso como violencia tiene que haber una acción directa,
con un efecto claro. No hay un consenso en que esa acción fue dañina y eso hace que los
procesos sean aún más lentos e ineficaces, porque ¿cómo se prueba una agresión?

***

La organización sin ánimo de lucro Not Me!, que promueve el aprendizaje de técnicas de
defensa personal para las mujeres a través de internet, define el acoso sexual callejero como
cualquier “comportamiento que sea irrespetuoso, inapropiado o amenazante hacia alguna
mujer en el espacio público” (“Postcard: Street Harassment”, 2010). Es considerado un
comportamiento peligroso pues conduce a más violencias sexistas en otros ámbitos, como el
laboral o el privado en donde puede materializarse. El proceso completo implica pasar de
acciones que vuelven a la mujer un objeto sexual, -como agresiones verbales de contenido
sexual explícito-, a comportamientos más agresivos que la degradan, -como manosearla o
masturbarse en público-, hasta que por último se convierte en un ataque sexual
materializado. El bienestar de la mujer solo disminuye progresivamente con cada acción que
se permite.

Dentro de las pocas cifras que se pueden encontrar del fenómeno está la Encuesta Distrital de
Demografía y Salud de Profamilia realizada en 2011, en la cual el 23% de las mujeres
bogotanas respondió que sí había sido tocada o manoseada sin su consentimiento en algún
momento. Esto hace que Bogotá se encuentre a 6 puntos por encima del promedio nacional,
que es de 18%, en este problema. En la encuesta distrital 40% de las mujeres encuestadas
fueron manoseadas en la calle y el 27% en un bus. Y en un problema de género que no
discrimina edades: el 10% de las adolescentes (entre los 15 y los 19 años) dijeron haber sido
manoseadas y un 15% declaran que les ocurrió en el colegio. Las localidades donde más
ocurre el fenómeno son: Antonio Nariño (35 por ciento); Barrios Unidos (30 por ciento), y La
Candelaria (28 por ciento).

Ahora bien, en la Encuesta Nacional de Demografía y Salud realizada por Profamilia en el


año 2010 una de cada cinco mujeres (o 18% de las entrevistadas) reportó haber sido
manoseada sin su consentimiento. El porcentaje dominante de este tipo de agresiones se
encuentra entre mujeres de 20 a 39 años de edad, de los niveles alto y más alto de riqueza, en
zonas urbanas de Bogotá y las regiones Central y Pacífica. Y tiene una incidencia en la calle
del 35%. Bogotá, Meta, Valle, Tolima y Guaviare son los departamentos en donde más se
presenta este tipo de agresión.

Por otra parte, de las mujeres en Bogotá que asistieron a establecimientos de salud para
tratar alguna lesión como resultado de ser víctimas de violencia psicológica, física o sexual
solo el 17% recibió información sobre qué entidades le permitían denunciar la agresión o
68

solicitar protección. Ese porcentaje está dos puntos por encima del promedio nacional.
Teusaquillo, Sumapaz, Santa Fe y Suba fueron las localidades en la que las mujeres han
recibido más información; mientras que Barrios Unidos, Fontibón y Usaquén fueron los
porcentajes menores. Y como si la falta de respuesta institucional no fuera suficiente
Tunjuelito, Usaquén, Chapinero, Bosa, Fontibón y Engativá son las localidades en donde
sucede más frecuentemente que las mujeres violentadas no acuden a un médico o centro de
salud.

En Colombia la Ley 1257, aprobada en 2008, busca que se desarrollen programas y normas
de sensibilización, prevención y sanción a las formas de violencia y discriminación contra las
mujeres. Fue una ley totalmente pensada en el bienestar de las mujeres, en donde se incluye
también que el Estado debe garantizar una vida libre de violencias tanto en ámbitos públicos
como privados. Y la violencia sexual está además consignada como todo acto que obligue a la
persona a mantener contacto sexualizado físico o verbal. Es por esta legislación que desde
entonces se espera de todos los proyectos del Estado incluyan dentro de sus consideraciones
el género como factor. Con eso en mente la primera pregunta que surge es: ¿por qué no se ha
tipificado como un crimen el acoso sexual callejero? ¿Por qué existe el acoso sexual laboral, el
abuso sexual, el acceso carnal violento y la violación en el código penal, pero no esto que
concierne a un comportamiento de agresión sexual en el espacio público? ¿Por qué no se
penaliza si es tan dañino y la administración debe estar comprometida con la prevención de
la violencia contra la mujer?

Lina Buchely, abogada graduada de los Andes, responde que hay movimientos que esperan
lógicas punitivas dentro del derecho, es decir que se impongan más penas y así disuadir el
crimen. Pero este tipo de lógica no funciona para el acoso sexual callejero porque “no se
persiguen efectivamente los fenómenos y se celebran las conductas. Las penas además son
muy altas y no se ejecutan. Entonces el aparato judicial no se encarga y queda en el nivel
simbólico del derecho”.

Por otra parte, según Buchely en las cárceles de Colombia sacan primero a las personas que
cometen crímenes de violencia intrafamiliar y pensión alimentaria. En tales casos no se
considera la gravedad de la pena porque al existir un problema de sobre ocupación carcelaria
grande esos criminales quedan libres sin tener que cumplir con la responsabilidad o la
sanción de su crimen. Además, “el derecho penal no es la vía; puedes sacar una ley
permeada del estudio de género pero el derecho tiene complejidades dentro de su
funcionamiento. La letra puede ser ambigua, los que informan la ley pueden estar
permeados por algo que no les permita ejercerla, puede ser insuficiente. Se trata de
cambiar comportamientos micro-sociales concretos”.
69

Según la abogada la mejor opción para enfrentar este problema es la regulación de las
conductas sociales a través de ejercicios de sensibilización, creación de burocracias callejeras
y mayor presencia policial como representación del estado en el espacio público, entre otros.
La política pública, -ya sea de intervención y capacitación sobre el tema, de educación sexual,
campañas en los medios o de penas no privadoras de la libertad-, busca finalmente una
visibilización del fenómeno que lleve a una sanción social a ese tipo de comportamientos.

***

Es difícil enfrentar una clase de violencia en particular si tanto hombres como mujeres no
saben qué es. ¿Qué actos constituyen el acoso sexual? Y, ¿por qué es sexual? Según el grupo
Not Me! en su apartado sobre acoso sexual publicado en 2010 hay tres tipos de acciones que
hacen parte del acoso en el espacio público y que tienen niveles progresivos de afectación en
la víctima. El primero tiene como consecuencia volver a la víctima un objeto, en vez de
tratarla como persona e incluye: miradas o lascivas o de reojo, silbar, tocar la bocina,
lanzarles piropos y comentarios vulgares o propositivos y abuchearlas, entre otras. El
segundo nivel son comportamientos degradantes para la mujer, entre los cuales están:
avergonzarlas, humillarlas, exponer partes privadas del cuerpo, masturbarse en público,
tocarlas o manosearlas y amenazarlas Por último, está la instancia final que constituye lo que
mayoría entiende por violencia sexual: acechar, atacar y violar. El problema con creer que se
trata de violencia sexual solamente cuando sucede el peor de los casos, es que se ignora por
completo todos los actos previos que han creado la estructura cultural que permite la
violación. Silbarle a una mujer como si fuera un perro, gritarle un piropo, manosearla por la
calle son todos actos que si no se enfrentan, eventualmente cohonestan con la impunidad
ante la violación. No se puede legitimar ningún acto violento asumiéndolo como natural o
inofensivo.

De la misma forma que hay tipos de agresiones hacia la mujer, hay tipos de agresores. Not
me! los identifica a partir de sus objetivos: tener una fantasía visual (miradas lascivas, seguir
a las mujeres por la calle con la mirada); llamar la atención (pitar desde un carro, intenta ser
encantador o impresionar a la mujer a pesar de que se aclare que no hay interés); provocar
reacciones (al hacer comentarios vulgares, piropear mientras se trabaja, o cuando se está
borracho); auto complacerse (expone los genitales en público, masturbarse en público,
manosear a una mujer o invadir su espacio personal); y realizar intentos predatorios (seguir a
las mujeres, buscar víctimas). El acoso sexual callejero no es un asunto de sexualidad, sino de
poder. Se trata de controlar a la víctima y bajo esta teoría hay diferentes motivaciones que
existen para que una vez se conozcan las intenciones del agresor se pueda actuar.

Not Me! le recomienda a las mujeres seguir un plan de acción de tres pasos si en algún
momento se ven enfrentadas a la situación; reconocer cuando uno mismo u otra persona está
70

siendo víctima de violencia. Después, evaluar qué tipo de acosador está involucrado y qué
intenciones tiene, si obtendrá apoyo de otras personas o fuerza pública y si resulta realista
pensar que podrán confrontarse, o si lo más probable es que se saldrá lastimada. El último
paso es actuar; si no hay una amenaza inmediata para la seguridad personal, se debe actuar
contra el agresor. La acción debe decir que su comportamiento es inaceptable y que no será
tolerado. Frases cortas, pero dichas con fuerza, que pueden servir son: “no me toque” o “deje
de acosar mujeres”.

La organización I Hollaback ofrece una forma de actuar que evidencia las agresiones de
manera más evidente. Este movimiento internacional empezó en 2005 en la ciudad de Nueva
York con un grupo de siete personas, tres hombres y cuatro mujeres. Uno de los integrantes
se dio cuenta a partir de las historias de acoso sexual callejero que contaban sus amigas que
vivían en una ciudad muy diferente a la de él por su condición de mujeres, a pesar de ocupar
el mismo espacio. Por casualidad durante la misma época la historia de una mujer llamada
Thao Nygen que se enfrentó a su agresor fue muy popular. Mientras estaba tomando el tren
en Nuevo York este hombre se masturbó mientras la miraba, así que Nygen tomó una foto
con su cámara e intentó denunciar el crimen a la policía pero ellos la ignoraron. Decidió
subirla a su flickr y se popularizó tanto por internet que eventualmente llegó a la primera
página del New York Daily News causando que la gente hablara de acoso sexual callejero.
Siguiendo su modelo de acción, que le permitía a la víctima defenderse de manera segura, los
integrantes del grupo fundador decidieron usar internet para contar y compartir todas las
historias de quienes han sufrido de este tipo de acoso. De esa forma se visibiliza el problema,
se denuncia a los perpetuadores de forma segura, se revelan zonas con mayor incidencia y
además se logra crear conciencia de lo atemorizante que puede llegar a ser la experiencia a
partir de las miles de historias que comparten en su portal. Debido a que su sistema es
fácilmente replicable por solo necesitar del uso de una plataforma para compartir las
historias, Hollaback! ya es un movimiento internacional con presencia en más de 20 países
haciendo parte del proceso de combatir el acoso en ciertos sectores específicos (“About”,
IHollaback, 2013).

Ahora bien, Atrévete Bogotá llegó a Colombia en 2011 y funciona con el mismo sistema que
Hollaback! Paola Marcela Gómez, abogada y activista, fue una de las tres integrantes del
grupo original local que se contactó con Hollaback! para traerlo con la esperanza de
visibilizar y atacar el fenómeno de forma segura. “Colombia tiene muchísimos problemas y la
violencia de género tiene muchísimos problemas; este es apenas uno de ellos. Estando
conscientes de esto decidimos traer Atrévete a Bogotá. No queremos judicializar que los
hombres nos respeten en la vía pública, buscamos evidenciar el problema. El portal del
grupo te permite contar tu historia, el lugar, la hora. Queremos encontrar focos en donde se
centre la actividad para tener impacto en el desarrollo y formulación de políticas públicas”,
71

afirma Gómez. El proceso de traer el proyecto duró aproximadamente un mes, durante el


cual se hicieron inducciones a sus responsables a través de Skype e e-mail. Como todo parte
de un mismo proyecto original todas las variaciones en los distintos países deben compartir
los formatos del portal, colores y diseño. Por ahora han tenido contacto con la Secretaría de la
Mujer en Bogotá porque están interesados en combatir la violencia contra las mujeres. Pero
expandir el grupo y darse a conocer les ha resultado difícil, a pesar de que Atrévete participa
en todas las manifestaciones pertinentes al tema de mujeres, incluyendo la Marcha de las
Putas.

Paola Marcel aclara que Atrévete Bogotá (como se le llama al grupo en español) “no es una
cruzada contra el piropo, no es un movimiento clasista. El piropo no es lo fundamental, lo
que importa son las miradas morbosas, agresiones vulgares y verbales, el manoseo. Se
trata de lanzar un discurso de respeto y educación, que la mujer se empodere para que
responda”. Realmente el problema del piropo es que es una forma mediante la cual se le hace
saber a la mujer que está ocupando un espacio que no es de ella: “la calle es territorio
masculino y debemos recuperarlo. El piropo es el reflejo de una sociedad patriarcal, el
hombre se siente con derecho a opinar sobre el cuerpo de la mujer. Lo hace porque no siente
miedo de la mujer y eso se ve porque cuando uno va acompañada de otro hombre por la
calle no te echan el piropo. Hay un sentimiento de propiedad, de creer que pueden irrumpir
en tu espacio público porque el cuerpo de la mujer está sexualizado y el del hombre no. Está
naturalizado y es un problema de género”.

Los mitos a los que se opone atrévete Bogotá son: que el acoso en las calles es parte de la libre
expresión; que no se puede combatir porque es un problema cultural; que los piropos son
halagos inocentes; que esa es la naturaleza masculina y no se puede negar; que a los hombres
les encantaría que les dijeran piropos; que si el acosador es atractivo entonces las mujeres
disfrutan de la agresión; que el acoso fue el resultado de algo que hizo la víctima; y
finalmente, “el acoso en las calles solo les sucede a los/las jóvenes y atractivo/as y
cualquiera que se queje del acoso en las calles es una odia-hombres/ quema-brassieres/
psico-femi-nazi/ que odia la libertad de expresión/que necesita un hombre/falta de sexo/fea
(Sí, lo dijimos…ya que muchos lo piensan)” (“Mitos”, Atrévete Bogota, 2013).

Respecto a por qué se cree que el tema todavía no se considera o no importa, Gómez
responde que es porque se minimiza el acto del piropo, cuando ese no es el problema, “el
problema es el contexto. La calle, la mujer sola, el hombre es el dueño de la vía. El hombre
se siente dueño de la calle y atemoriza a la mujer para que vuelve a su espacio privado. La
mujer sale a la calle atemorizada de que la violen, la agredan, la roben. El grado de
concientización sale del contexto, la agresión va desde el silbido hasta la violación”.
72

Para Marcela el acoso callejero sí tiene que ver con dominación y tiene un carácter sexual
pero admite que no es fácil verlo. La ciudadanía reduce los incidentes a que son hombres
groseros y eso lo vuelve un problema de clase. La abogada y activista afirma que es como si
dijéramos que un hombre de clase alta o de buena educación no lo haría; ¡pero los
magistrados, senadores y el procurador sí lo hacen! Para ella no es un tema de clase ni de
procedencia sexual, es un asunto de género. La apuesta de Atrévete Bogotá es decirle a la
gente “dese cuenta de qué pasa”. La postura oficial del grupo reconoce que “la violencia
escala rápidamente, y quienes sienten que está bien opinar sobre el cuerpo de un
desconocido, a veces llegan a pensar que tienen derecho a tocar, forzar, abusar e incluso a
violentar otras personas, como ocurre a diario en la vía pública”.

El problema también incluye que en el espacio público un hombre puede dominar a una
mujer con el piropo, porque la mujer tiene miedo de responderle y que él la agreda. Ese
miedo es una forma de dominación para Paola Marcela quien añade que “la ropa no es lo
central. El acoso es una opinión sobre tu cuerpo y no tiene justificación. En los países que
existe la burka también hay agresión a la mujer y violación. Es el imaginario masculino que
cree que nuestros cuerpos son de ellos y están sexualizados y por eso pueden opinar”. A la
activista le gustaría ver más inversión en educación acerca de la violencia de género y
campañas por parte de la Alcaldía que refuercen la idea de que la calle es para hombres y
mujeres.

***

La vloguera y activista Lauren Bird recalca la importancia de hablar del tema como un
problema real en su video “ANTI STREET HARASSMENT WEEK” comparándolo con el
fenómeno del matoneo: “las personas no creen que sea un problema, por la misma razón
que hasta hace un par de años nadie creía que el matoneo era un problema. Le ha pasado a
todos. Es parte de la vida. Te hace crecer. Hasta que pasa algo mucho peor. ¿Qué fue lo que
causó que las personas empezaran a tomar el acoso en serio? ¿En realidad necesitamos una
epidemia de suicidios para que las personas se den cuenta de que es grave?” (Bird, 2013).

Por su parte la sexóloga y educadora Laci Green, quien aprovecha YouTube como plataforma
para enseñarle a la gente joven sobre educación sexual, explica que su primer acoso en la
calle se dio a los 13 años y desde entonces ha notado que “solo pasaba si estaba sola o con
otra mujer, no importaba qué tuviera puesto y esto le pasaba a todas las mujeres que yo
conocía. Los agresores no entienden que lo que hacen es atemorizante. Uno piensa: ¿qué tal
si abusa de mí?”. Además se opone a la idea de que caminar por la calle sea una invitación
para que la acosen porque implica que los agresores no ven a un humano, sino un objeto que
les da placer. Green también reafirma la idea de que se empiece a sancionar socialmente la
73

práctica, pidiéndole a sus espectadores que intervengan si ven que ocu89rre para darle apoyo
a la víctima (“Creeps on the street”, 2013).

Kat Lazo, feminista y vloguera, recomienda además en su video “Dear men, Street
harassment sucks” que para enfrentar el problema se debe: primero reconocer que es una
práctica peligrosa que lastima a las mujeres y que existe; segundo contar la historia, ya sea
por las redes sociales o como denuncia; tercero, es importante tener aliados hombres que
entiendan que la práctica está mal para que ellos mismos puedan usar el privilegio que tienen
en la sociedad para sancionar a otros hombres; y por último, se le sugiere a la mujer agredida
que haga algo “poco sexi” para burlarse de los agresores de forma segura. Por último, recalca
que el acoso sexual callejero: “no es un cumplido porque no es una conversación. Es algo que
nos dices y ya, se impone y tiene que ver con poder y mostrar masculinidad” (Lazo, 2013).

***

En el documento de trabajo del Ministerio de Justicia y del Derecho Justicia y Género:


Primer marco normativo en torno a la violencia basada en género del 2012 se explica que
por parte del Estado hay un compromiso para diseñar propuestas pensadas en las mujeres y
las violencias que atraviesan: “La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra la mujer –Convención de Belém do Pará– adoptada en 1994 y
aprobada por Colombia por la Ley 248 de 1995, marcó un hito importante en el
reconocimiento de la violencia contra las mujeres. Esta establece que se entenderá que
violencia contra la mujer incluye que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por
cualquier persona y que comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de
personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en
instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar” (p. 16) y que por
ende después “la Ley 823 del 2003 estableció el marco institucional para orientar las
políticas y acciones por parte del Gobierno para garantizar la equidad y la igualdad de
oportunidades de las mujeres, en los ámbitos público y privado” (p. 32).

¿Qué tipo de acciones se pueden tomar entonces? Andrés Bernal Blanco, asesor de política
criminal y penitenciaria en el Ministerio de Justicia y Derecho explica que “una política
pública es el conjunto de planes, acciones, programas o incluso omisiones que lleva acabo
un gobierno para enfrentar una problemática social o las demandas que se requieran para
cumplir con las necesidad de los ciudadanos y para atender las necesidades del estado”
(2013). Dentro de esto caben políticas de educación y comunicación, que se catalogan como
preventivas o antes de la agresión, o políticas de intervención, después de la agresión.

Por ejemplo en el documento de Ciudades Seguras para Mujeres de la ONU se pide que las
iniciativas tomadas por el Estado no solo alienten el transporte público seguro para las
74

mujeres y niñas, sino que “no deberían estar limitadas a mejorar las formas motorizadas de
transporte. Es decir, pasajes bien mantenidos, calles peatonales, veredas bien iluminadas,
ciclovías, zonas para encadenar las bicicletas, y programas comunitarios para compartir
bicicletas, son formas integrales de hacer que las ciudades sean seguras para las mujeres y
niñas, así como hacerlas más acogedoras y habitables en general” (p. 28). Además de que
los sistemas de transporte público deben ser “planificados y diseñados para satisfacer las
necesidades específicas de las mujeres de acuerdo con las rutas que utilizan, las horas del
día que dependen del transporte público, los lugares donde esperan por el transporte
público, y los lugares donde se bajan del transporte público” (p.28).

Otras recomendaciones de la ONU para diseñar espacios públicos seguros son que esto
tengan:

“fácil acceso hacia y desde el lugar, fácil movilidad dentro del lugar, buena iluminación para
que los usuarios puedan ver y ser vistos, señalización fácil de leer para ayudar a los usuarios a
ubicarse, caminos limpios, bien mantenidos donde los usuarios puedan verse unos a otros con
facilidad, visibilidad general de todo el lugar, libre de lugares donde alguien pudiera esperar
escondido, prevé variedad de usos– muchos lugares para pasar el tiempo, caminar, jugar,
comer, hacer ejercicio, etc., para diferentes grupos a distintas horas del día, previsiones para
las diferentes estaciones del año (sombra para la época de calor, y protección para la época de
frío) y acceso a baños limpios, seguros y de fácil acceso con espacio para cambiar pañales” (p.
24).

Y en Bogotá la Secretaria Distrital de la Mujer, Martha Sánchez, afirma que ya se han puesto
en prácticas planes parecidos, “hemos hecho ejercicios en el que se ha detectado que hay
espacios que representan inseguridad para ellas (las mujeres) como casas abandonadas,
terrenos baldíos, zonas cerca de TransMilenio y parques públicos donde se facilita el asalto.
A las horas tradicionales de salida y llegada del trabajo; en zonas como potreros,
humedales y lotes baldíos, y en calles oscuras y puentes peatonales” (“Bogotá se planeará
para ser más amigable con las mujeres”, Diario ADN, 2013).

Lizbeth Márquez Umaña, quien trabaja en la Dirección de Eliminación de las Violencias


contra las Mujeres y Acceso a la Justicia en la Secretaría Distrital de la Mujer explica que: “La
Secretaría de la Mujer comprende el acoso sexual callejero como insertado dentro del
continuum de violencia que enfrentan las mujeres en el ámbito público y privado. Lo que la
Secretaría ha intentado hacer es posicionar en todas las instancias que las mujeres son
víctimas de violencia y en ese contexto entendemos el acoso callejero como una forma de
violencia contra las mujeres que en el ámbito público las expone a diferentes formas de
agresiones” (2013).
75

Umaña tiene claro que es una problemática que apenas se empieza a visibilizar y que tiene un
número bajo de denuncia porque está naturalizado en el contexto de la ciudades, pero cree
que su importancia reside en que las mujeres tienen “derecho a una vida libre de violencia,
transitar sin miedo, no ser acosadas en ningún ámbito en donde se deban mover en la vida
diaria. Se debe poner el tema en la agenda, ¿qué hace la secretaría de movilidad y la de
planeación?” (2013). Así se le informa a la ciudadanía de lo que existe.

Entre las alianzas que han hecho se encuentra una con TransMilenio sobre la importancia de
sensibilizar sobre el acoso sexual en el medio de transporte a los funcionarios y a la policía.
De esta forma, ambos el ciudadano y los funcionarios saben qué hacer, porque “cuando se
minimiza el acoso eso desincentiva las denuncias por parte de las mujeres. No se investiga
porque se piensa que hay cosas más graves y se atienden los incidentes que sí son graves.
La capacitación es importante por eso, para saber reconocer las violencias y poder
responder para que cuando ocurra que la mujer no termine re victimizada, sino que haya
un acompañamiento” (2013).

La Secretaría además reconoce la importancia de las respuestas ciudadanas, pues estas hacen
que los temas de discusión se pongan en la agenda y así se llegan a respuestas institucionales.
De hecho, el 28 de septiembre de este año la Secretaría estuvo apoyando una bicicletada por
los derechos de las mujeres en conjunto con la Secretaría de movilidad. A las mujeres
asistentes se les hizo preguntas sobre lo que les pasa cuando están en las calle y si eso las hace
sentir agredidas. Entre las alianzas con la Secretaría de Movilidad, para que las mujeres
pudieran andar libremente, la primera iniciativa fue la de tomarse las calles y mostrar que
puede ser un espacio femenino lo que demuestra que hay un apoyo a la movilización
ciudadana de forma institucional (Umaña, 2013).

Lizbeth Umaña recalca también la importancia de “seguir rompiendo esos esquemas que
encierran la violencia en el ámbito privado, se deja por fuera que las mujeres son víctimas
de violencia en todos los espacios de la vida cotidiana. Es importante porque son las más
comunes, frecuentes, que con mayor recurrencia ocurren, las que menos se visibilizan. Es
una tarea de la secretaría hablar con las mujeres sobre sus derechos, sobre las violencias,
reconocer las especificidades de las violencias. No le pasa lo mismo a una mujer LGTBI, a
una mujer afro desplazada, trans, o que ingresa a la prostitución” (2013). Se diseñan así
estrategias que visibilizan las violencias específicas, porque hay ciertas características que
exacerban la situación. Por ejemplo, según la funcionaria las mujeres transgénero en Bogotá
son las mayormente afectadas pues se les castiga porque creen que irrumpe un orden y estas
reciben violencia incluso de las mismas autoridades (Umaña, 2013).

La Secretaría además esperar capacitar tanto a hombres como a mujeres para que sepan
sobre los diferentes fenómenos de la violencia. A los civiles se les enseña a través de un curso
76

o un panfleto el ABC de la Ley 1257 de 2008, sobre las violencias contra las mujeres para
que entiendan qué comportamientos rechazar o dejar de hacer y además para que las mujeres
sepan cuáles son sus derechos y a dónde pueden acudir si son vulneradas. Por otra parte,
también existe un panfleto sobre Rutas de Seguridad para que los ciudadanos sepan de todos
los diferentes lugares que ofrece la Alcaldía para asistir en caso de que se presente violencia
de género, entre ellos la Fiscalía, la Policía, Casas de Igualdad de Oportunidades y Casas de
Justicia, entre otros. De esta forma saben cuál es el problema y qué existe para ayudarlas.

Según Lizbeth Umaña, la idea de este tipo de planes es que se construya junto con las
mujeres el eje de la Política Pública y Género, por el derecho a una vida libre de violencias, y
que las mujeres mismas ayuden a identificar cuáles son los campos prioritarios y con qué
acciones se les podría atender. Se busca comenzar por lo local para seguir con respuestas
institucionales, porque por ahora no existe ningún plan o proyecto específico de la Secretaría
de la Mujer contra el acoso sexual callejero. Lo que existe está encaminado a la eliminación
de violencia y discriminación por género, pero en términos más generales.

Angélica Patricia López Blanco, también funcionaria de la Secretaría de la Mujer, explica que
en el caso de que una mujer quiera recibir atención o acompañamiento después de una
agresión en la calle puede acercarse a alguna de las 20 Casas de Igualdad de Oportunidades
donde se le atenderá. La funcionaria asegura además que lo más probable es que “si una
mujer es víctima de un tipo de violencia, este se articula a muchísimas otros. En el caso del
acoso callejero es más complicado porque no es un delito pero sí es una violencia simbólica,
de lenguaje y emocional. Si una mujer se siente muy afectada por el hecho y quiere y
necesita un acompañamiento porque tiene miedo a salir se puede dirigir a una Casa de
Igualdad de Oportunidades”. Una vez allí se le da la cita con la psicóloga disponible más
cercana y en caso de que se identifiquen otros tipos de violencia sí tipificados se empieza el
proceso jurídico, con orientación y acompañamiento a la víctima (2013).

Tanto Angélica Patricia López como Lizbeth Umaña creen que posibles medidas para
encargarse específicamente del problema son las campañas de sensibilización para hacer
modificaciones de comportamiento, además de proyectos por parte de las Alcaldías locales
con hombres y mujeres para lograr calles seguras. Es importante también que se articulen
todas las acciones institucionales de las diferentes secretarías, para que exista un frente
institucional común que garantice todos los derechos de las mujeres. Por último, aseguran
que la educación también es clave para estas situaciones y que no sobra una alianza o
programa con la Secretaría de Educación para que acuda a los colegios y explique a los
estudiantes, desde los primeros grados, en qué consisten los problemas de violencias de
género, de manera sostenida, lo que idealmente incluiría la participación de los padres.
Angélica López añade que las mujeres debemos “desnaturalizar el acto. Cambian de acera
77

para evitar el acoso, cambian el comportamiento, la forma de vestir y creen que eso es
normal, común. Para evitar, me restrinjo” (2013).

Cabe resaltar que Profamilia ya ofrece cursos virtuales de educación sexual en donde se
incluyen los temas de violencia de género, información para explicarles a hombres y mujeres
que lo que hacen puede ser agresivo sin saberlo y por último, suministrar información sobre
los derechos sexuales y reproductivos. También es posible programar para que visiten los
colegios para dar conferencias sobre los mismos temas. Se puede acudir directamente a la
sede de Profamilia y pedir citas particulares para recibir asesorías sobre el tema.

Es importante tener en cuenta que en el documento Bogotá: Sin violencia hacia las mujeres,
un desafío posible de la Alcaldía Mayor de Bogotá se critica que el Plan de Organizamiento
Territorial no incluya todavía entre sus factores de decisión información estadística
pertinente a las mujeres de la ciudad:

“De acuerdo al documento de diagnóstico del POT desde la perspectiva de género, la ciudad no
ha implementado sistemas de análisis con enfoque de género, de la información desagregada
por sexo producida en las fuentes de información disponibles, que haga posible identificar
demandas diferenciadas, diseñar estrategias y orientar recursos hacia la superación de
inequidades no sólo sociales sino de género –éstas atraviesan todos los sectores sociales–, en
el acceso al hábitat, los equipamientos, la movilidad, el espacio público entre otros” (p. 45)

Se considera entonces que mientras el tema de género no esté incorporado tanto en los
factores de decisión y planeación, como en la realización de pruebas piloto “las mujeres son
consideradas como población vulnerable, quedando por fuera del cubrimiento de los
enfoques de seguridad humana y seguridad ciudadana expresado en políticas, programas y
proyectos de inversión” (p. 46). Las políticas deben involucrar las condiciones y aspectos
identificados que hagan sentir seguras o inseguras a las mujeres, de esta manera se podrá
revertir la tendencia en la cual se les dificulta apropiarse de su espacio para permitir la
utilización equitativa del territorio.

***

Por otro lado, aunque la tipificación del acoso sexual callejero no es una opción para
controlar el fenómeno sí se está pensado desarrollar una política pública criminal para
encargarse de los efectos del problema. Andrés Bernal Blanco, quien trabaja desarrollando el
plan piloto en cuestión, dice sobre el acoso sexual callejero que: “es importante enfrentarlo
porque este tipo de comportamientos cuando desbordan, en magnitud y por ineficacia del
Estado, lleva a los individuos de la sociedad civil a tomar la justicia por sus manos. En este
caso se producen soluciones que no se adhieren a las normas del país”. Y además que las
78

sanciones no impliquen tiempo en la cárcel, porque para el Estado la privación de la libertad


debe ser siempre un último recurso (2013).

Bernal Blanco dice además que se deben busca sanciones diferentes a la cárcel para este tipo
de problemas, ya que tanto el factor disuasivo de la pena como el populismo punitivo
(castigar severamente a las personas que cometan un crimen con mayor tiempo en la cárcel,
porque lo pide la opinión pública dominante) no han demostrado cambiar estadísticamente
la cantidad de crímenes cometidos por la ciudadanía. Lo que significa que lo que se propone
es que el centro de los programas no sea la ley, sino el fortalecimiento de las instituciones y la
interacción entre las normas ya existentes para su aprovechamiento (Bernal Blanco, 2013).

Por decreto todos los programas de políticas públicas criminales deben estar encaminados a
la no discriminación de género. Pero por ahora no existe específicamente nada para el
fenómeno de acoso sexual callejero, en parte explicable por cuenta del enfoque que tenía la
política criminal hasta hace poco hacia el conflicto armado. El proyecto en el cual trabaja
Andrés Bernal será una primera medida para enfrentarlo desde una perspectiva criminal.
Consiste en un programa de tribunales especializados que se encarguen de hacer justicia
restaurativa con cursos educativos, de resocialización y de conducta civil (Bernal Blanco,
2013). El programa piloto se pondrá a prueba alrededor de 2016 y las sanciones educativas
las administrarán jueces, que no condenan con tiempo de cárcel sino con sesiones de trabajo
de interés comunitario. Según Andrés Bernal este tipo de medidas, muy parecidas a las del
sistema judicial estadounidense, “no existen en Colombia pero se tienen pensados para el
tema de drogas, manejo de la ira, comportamiento civil, entre otros. A un individuo de estos
que tienen problemas para comportarse, en temas de acoso sexual o índole sexual, se lo
podría referir a una de estas medidas obligatorias” (2013).

Los tribunales funcionan bajo la lógica de los strikes en el béisbol. El tribunal especializado se
encarga de manejar en primera instancia la situación problemática completa, y busca
enseñarles a los ciudadanos a comportarse de manera cívica en sociedad para el buen
funcionamiento de la misma. Por su parte, el agresor tiene un número de veces en que puede
reincidir en el mismo mal comportamiento. Sin embargo hay penas más altas para los que
repitan la mala conducta. Bernal añade que este tipo de medidas específicas se pueden tomar
para el acoso sexual callejero porque es un problema concreto con carácter de género y
requiere entonces de una acción diferenciada y concreta para enfrentarlo. Para asegurarse de
que los programas sean lo más completos posibles en el Ministerio de Justicia y Derecho se
asesoran con grupos de género (Bernal Blanco, 2013).

***
Ahora bien, la revista sobre violencia en Bogotá de Medicina Legal, Forensis del año 2011,
define la violencia urbana así: “la definición adoptada para entenderla como problema de
79

salud pública se refiere al ‘uso o amenaza de uso de la fuerza física con la intención de hacer
daño a otro o hacerse daño’” (p. 358). La definición no tiene en cuenta otro tipo de
agresiones que no se enmarquen dentro del daño corporal a pesar de que en la calle se dan
muchos otros tipos de agresiones. La abogada Lina Buchely cree que el acoso sexual callejero
sí es violencia sexual “porque el nivel de agresión es igual a otras formas. Hemos reducido el
concepto de la violencia a la penetración carnal. El daño sexual va mucho más allá. Un
daño emocional puede ser mucho más traumático porque el choque es inhabilitante. Esa
violencia es opresora porque te cohíbe” (2013).

Por otra parte, añade que es ridículo que no se tome más en serio el tema porque “la gran
mayoría de las mujeres han sufrido violencia callejera. Es la reproducción cotidiana de la
dominación. Yo no uso transporte público por una experiencia de estas y mi vida y mi
economía se manejan de forma diferente” (2013). En la Encuesta de Percepción y
Victimización realizada por la Cámara de Comercio de Bogotá para el primer semestre de
2013 que se realizó a 8605 personas, el 38% de los encuestados respondió que él o uno de los
integrantes de su hogar había sido víctima de un delito y de estos 50% de los delitos
ocurrieron en las calles y un 19% en el transporte público, que ha venido en aumento desde
2012. Solo el 34% de las víctimas denunciaron ante las autoridades y de los que respondieron
que no lo hicieron un 28% dijo que fue por falta de confianza y un 34% porque el trámite era
lento y difícil. De los denunciantes un 58% no quedó satisfecho con el proceso.

Por otra parte un 14% de los encuestados respondieron que habían sido atacados en el
espacio público, de los cuales un 64% ocurrió en la calle y un 18% en transporte público. Con
un 34% las calles son percibidas como el espacio más inseguro de la ciudad. Y el delito que
genera más preocupación entre los encuestados es el hurto con 37%, mientras que abuso
sexual tiene 15%. El 82% de los encuestados toma alguna medida de seguridad para ellos o su
familia, entre esas medidas, las de no salir de noche y no transitar por lugares oscuros tienen
un 17% cada una.

Según la revista de Medicina Legal Forensis, año 2012, hubo 21.506 exámenes médico-legales
por presunto delito sexual. La distribución de casos según el sexo de la víctima fue 84 %
mujeres y 16% hombres. Por su parte, los lugares públicos (como la vía pública, calle,
carretera, etc.), como el escenario de la violencia sexual se presentaron como el 16,97 %
(3.649) de los casos. Según estos datos, existe una alta victimización de agresiones sexuales,
pero baja percepción de la seguridad asociada a ellos. De acuerdo con la encuesta de la
Cámara de Comercio a Bogotá y sus localidades esto implica que las medidas que se deban
tomar para enfrentar el problema sean: controlar la victimización, incentivar participación
comunitaria y hacer estrategias de comunicación preventiva y de conciencia social en las
zonas afectadas.
80

Aparte de una pregunta sobre el manoseo no consensual en lugares públicos hecho en la


Encuesta de Demografía y Salud de Profamilia y algunos datos en la Secretaría de la Mujer
sobre acoso en TransMilenio, no hay mucha información estadística directa respecto al tema
de acoso sexual callejero. Ese es un resultado de que no se tome en serio como forma de
violencia y victimización. Porque de lo contrario, existiría más información al respecto.

Respecto al tema, el documento del Plan de Igualdad de Oportunidades para la Equidad de


Género en el Distrito Capital 2004 – 2016 dice:

“Hay que anotar la ausencia de información sobre otros tipos de violencia contra las mujeres y
de género que tienen lugar en espacios no domésticos que aún no han sido claramente
visibilizados e identificados como vulneraciones al derecho a una vida libre de violencia. Tal es
el caso de actos que pueden asociarse al acoso sexual, el uso de lenguaje e imágenes sexistas en
los medios de comunicación, situaciones de vulneración y agresión que tienen lugar en los
espacios públicos, la calle, los sistemas de transporte y los espacios de recreación, los cuales
deben ser visibilizados para poder tomar las medidas de política pública para su prevención y
atención” (p. 20).

***

En estos momentos se viene desarrollando desde el año pasado en Colombia un proyecto de


ley para un nuevo código de policía, ya que el pasado tiene más de 40 años y fue elaborado
antes de la constitución de 1991. Se necesita cambiarlo por uno que sea coherente con el
marco de concepción. Y en la concepción de este nuevo código se puede llegar a contemplar
los comportamientos identificados como acoso sexual callejero. Ya que en este nuevo código
de policía dentro el título V, dedicado a las relaciones respetuosas con grupos vulnerables o
en condiciones de inequidad, está el capítulo 4 que trata sobre el tema de las mujeres. Dentro
de este se encuentra el artículo 64: “Comportamientos que afectan a las mujeres. Los
siguientes comportamientos afectan los derechos de las mujeres y por lo tanto no deben
efectuarse. Su realización dará lugar a medidas correctivas”. El numeral 4 dice que “ejercer
cualquier tipo de violencia verbal, sexual, física o psicológica contra las mujeres” será
sancionado con una multa general tipo 4 (que equivale a 32 salarios mínimos diarios legales
vigentes) y la participación obligatoria en programa o actividad pedagógica de convivencia.

Por otra parte, en el título III, que corresponde al derecho de las personas a la seguridad y a
las de sus bienes, está el capítulo 1, que trata de la Vida e Integridad de las personas. Dentro
del mismo está reglamentado el artículo 43: “Comportamientos que ponen en riesgo la vida
e integridad. Los siguientes comportamientos ponen en riesgo la vida e integridad de las
personas y por lo tanto no deben realizarse; incurrir en ellos da lugar a medidas
correctivas. Numeral 3. Agredir, insultar o amenazar a personas por cualquier medio”. El
81

castigo por incurrir en este comportamiento es una multa tipo 2: Ocho salario mínimos
diarios legales vigentes.

El código de Policía nuevo se encargará de regular los comportamientos contrarios a la


convivencia y debido a esto tiene el potencial de transformarse en una respuesta para
enfrentar el acoso sexual callejero.

***

Hubo un caso de acoso sexual callejero que resonó mucho en Colombia. Sucedió en junio de
2005 cuando Diana Marcela Díaz caminaba por la calle 97 con Avenida Suba. Víctor Alfonso
García, un hombre que iba en bicicleta, le tocó los glúteos y parte de la vagina mientras
pasaba a su lado. Diana Marcela gritó asustada por ayuda y el sujeto fue detenido con la
ayuda de las personas alrededor. Originalmente fue acusado por el delito de acto sexual
violento y se le penalizó con 48 meses de cárcel. Sin embargo, después se consideró que el
mecanismo que utilizó García, el de la sorpresa, no constituía una tipificación de la violencia,
por lo cual se cambió el delito del acusado por el de un ataque a la integridad moral (“Proceso
No. 25743”, Corte Constitucional, p. 2-8). Al igual que con Carolina Castro, la víctima de una
masturbación pública en TransMilenio, lo que estuvo en juego en este caso no fue la
seguridad sexual y el cuerpo de la víctima sino su honor y su dignidad.

Este tipo de casos resuenan con los medios y es lo que se conoce en derecho como casos
ejemplares. La exposición de estas historias y comportamientos de forma masiva lo que logra
hacer es impulsar procesos que en teoría benefician a las víctimas o le ofrecen respuesta.
Cuando no se habla del tema sin embargo, tanto la víctima como el agresor son anónimos. En
el espacio público si alguien sufre esta violencia encontrar al culpable es difícil: no tiene cara.
Esto lo vuelve un anónimo; es todos y nadie, lo que permite que se siga tolerando la agresión.
Y en un país donde la ex congresista Liliana Rendón pudo llegar a decirle a Yamid Amad en
CM& respecto a la noticia de que el técnico de fútbol Hernán Darío Gómez, el Bolilllo, golpeó
a una mujer: "hay que mirar qué desató la reacción, hay una conducta celotípica que es una
patología de la mujer que incita, que provoca, que induce a reacciones gravísimas como la
que tuvo el Bolillo”, nunca sobra hablar más de las víctimas, para defenderlas.

Según el abogado norteamericano Duncan Kennedy, en su libro Sexual Abuse, Sexy Dressing
and the Oriticization of Domination: “El residuo tolerado del abuso funciona para hacer
cumplir las normas de conducta femenina apropiada. En otras palabras es una medida
disciplinaria. En la calle las probabilidades de ser victimizada aumentan dramáticamente
si la mujer viola el set de reglas de comportamiento femenino acostumbrado” (p. 1329).
Cuando una mujer sale a la calle desafía la forma tradicional en la que debe comportarse.
Pero esto no es lo único que tiene el potencial de desafiar paradigmas.
82

“La sexualidad heterosexual, como la hemos construido, atrapa a las mujeres en el rol de
objetos del deseo sin importar qué hagan ellas para evitarlo” (1992, p. 1347), lo que significa
que sin importar lo que las mujeres hagan como individuos, serán juzgadas en relación con lo
que los hombres quieren de ellas. Consecuentemente, este modelo no permite el ejercicio de
la autonomía individual en cada mujer y el uso del espacio libremente porque:

“en este modelo los hombres tienen reacciones (socialmente construidas) de excitación y
obligan a las mujeres a producirlas, punto. La coerción puede que no sea directa (los hombres
penalizan a las mujeres por no lucir sexis para ellos), o puede funcionar a través de la
destrucción de la autoestima para que las mujeres no tengan otra opción para sentirse bien
que a través de la privación material que no les deja nada con qué negociar. En este punto de
vista existe poco espacio para el placer femenino en la propia objetificación o en el
agenciamiento de desarrollar un repertorio contra la ropa sexi” (1992, p. 1347).

La abogada Lina Buchely está de acuerdo con eso y explica que uno de los avances de los
estudios de género es que es performativo, que se puede escoger qué comunicar pero las
mujeres llevan los costos de la ropa que usan. ¿Qué mujer quieres ser, qué efectos tiene ser
esa mujer? Porque estar tapada o ser provocativa tiene efectos igualmente radicales. En la
calle la diferencia, o el ser diferente, es aún decisión costosa puesto que favorece lo
homogéneo. Pero es importante enfrentarlo, porque hace daño a las mujeres desde el día a
día, “hay que enfrentarse a lo cotidiano, así haya menos resonancia, porque la manera en
la que construimos el daño minimiza las violencias diarias. Es una manera de mostrar la
violencia y dominación masculina a nivel estructural y como siempre ocurre, no es solo en
el trabajo. No se puede ignorar la violencia cotidiana; es ahí donde se fortalecen las otras
violencias”.

***

Existen pocos proyectos concretos en contra del acoso sexual callejero, los únicos que se
dedican exclusivamente a eso son: Atrévete Bogotá y La Marcha de las Putas. En acciones
estatales en 2016 el Ministerio de Justicia y Derecho instaurará el plan piloto de los jurados
especializados, sin embargo para eso falta mucho. Como todos los demás programas que
existen con enfoque de género sencillamente tocan el tema dentro del espectro de violencias
que sufre una mujer sin darle una clara importancia al acoso en espacio públicos. Por otra
parte, es vital para la visibilización del problema una alta participación ciudadana en los
movimientos. Tal y como indican en la Secretaría de la Mujer entre más participación haya es
mejor, pues se podrán determinar qué medidas tomar en conjunto con las mujeres de la
ciudad.

La Marcha de las Putas finaliza en la Plaza de Bolívar, donde hay una programación variada
para los asistentes de discursos y música. Y es ahí que se ve una de las modificaciones que
83

permitió Mar Candela Castilla en la Marcha de las Putas versión Bogotá. El interés original de
manifestar en contra de los juicios sobre la sexualidad de una mujer, en contra de la violación
y de legitimar las agresiones sexuales, se ve unido con los intereses de otros colectivos. Ya no
se trata solamente de minifaldas y acoso sexual callejero. Hay jóvenes entregando panfletos
que denuncian al capitalismo como la razón de la explotación femenina, otras que reparten
folletos en contra de la pornografía y la prostitución. Una mujer sale a hablar sobre la
campaña “Ni con el pétalo de una rosa”, dos grupos de hip-hop cantan. Es un verdadero
pastiche de intenciones. Al respecto, Mar Candela comenta, “el ideal es que todos
participemos. Si un colectivo no se siente identificado es respetable que no vaya. Todos
deberíamos salir, pero nos fijamos en las diferencias” (2013).

A pesar de que La Marcha de las Putas se ha asociado con otros colectivos e intenciones, no
pierde totalmente su significado original. Lo ideal es que las mujeres se tomen las calles
mediante movilización ciudadana para hacer valer su derecho a usar el espacio libremente.
Manifestaciones como estas le permiten a 2,000 mujeres pararse en un mismo sitio
totalmente seguras de que nada les pasará y gritar: “¡VENIMOS A TUMBAR EL ACOSO
SEXUAL! ¡VENIMOS A TUMBAR EL ACOSO SEXUAL! ¡VENIMOS A TUMBAR EL ACOSO
SEXUAL!”.

4. Conclusiones

 El acoso sexual callejero es cualquier acción irrespetuosa, inapropiada, amenazante,


degradante o abusiva en el espacio público. Las víctimas del acoso sexual suelen ser
mujeres, porque históricamente la calle y el espacio público se ha percibido como un
escenario masculino. Cuando la mujer trasgrede esa regla tácita el acoso sexual callejero
funciona como una forma de control y retaliación.

 El acoso sexual callejero es una forma de violencia simbólica. Cuando es usada contra las
mujeres generalmente logra que estas se sienten inseguras en ese entorno en el que no
puedan expresar su identidad o hacer uso del espacio público libremente. Entre los
comportamientos a los que incurren las mujeres para protegerse del acoso sexual
callejero están: cambiar de rutas de movilidad, empezar a tomar menos transporte
público, no salir de noche, cambiar su forma de vestir, entre otros. Los efectos del acoso
sexual callejero como una forma de violencia simbólica son reales y por ende igual de
importantes a la violencia física.
84

 Esta forma de acoso específico suele ser ignorada, tolerada o no reconocida como
violencia por otros ya que no se materializa físicamente como otros tipos de violencia. Es
por esto que conseguir datos o información estadística al respecto es tan difícil. Al no ser
considerado un tema de importancia, no se estudia.

 A través de la mirada masculina en el espacio público la identidad femenina se vuelve


sumisa, adoptando comportamientos que la obligan a asumir roles seguros para evitar ser
agredida. El acoso sexual callejero arremete contra la libertad de expresión de la mujer en
el espacio público.

 Ser mujer en el espacio público es una condición peligrosa, pues implica que un sujeto de
derechos está condicionada a seguir unos lineamientos invisibles de comportamiento
marcados por el género, que si llegan a ser trasgredidos traen consigo consecuencias
negativas. Sin embargo, son las personas con identidad transgénero las que sufren de
mayor violencia en los espacios públicos.

 La violencia contra la mujer no es un suceso aislado, es el resultado de un continuum de


violencias o estructuras previas que cohonestan con la violencia o la permiten. El acoso
sexual callejero es el producto de una cadena de legitimación de actos de violencia contra
la mujer. Y también hace parte de lo que eventualmente podría llegar a ser la
naturalización de la violación u otras formas de violencia sexual graves en ese continuum.
Si no se enfrentan las violencias cotidianas, como lo es el acoso en la calle, estas luego
llegan a hacer parte de la estructura que solidifica las otras agresiones.
 Los cambios en la percepción que tiene la ley frente a las víctimas de los casos de
violación son importantes porque son una respuesta o coletazo de estudios feministas
respecto a nuevas formas de violencia simbólica contra las mujeres. Por ejemplo, durante
un proceso legal ya no se puede permitir la entrega de pruebas relacionadas con el pasado
sexual de una víctima o la ropa que ésta usaba durante una agresión, porque intentar
culpar a la víctima en los casos de violación es una forma sofisticada de castigar su
sexualidad y de revictimizarla.
 Penalizar el acoso sexual callejero con encarcelamiento no es una medida o solución
eficiente porque es ineficaz para enfrentar el problema. El derecho penal siempre debe
ser usado como una última instancia antes de la cual todas las otras medidas han fallado.
El Estado debe priorizar sus esfuerzos al enfrentarse a esta situación.
 La cultura ciudadana puede ser regulada y ordenada a partir de políticas públicas; por eso
mismo es pertinente la participación del gobierno o entidades estatales para combatir la
agresión simbólica. El concepto de cultura ciudadana prueba que el Estado tiene un
campo de acción que va más allá de lo legal, ya que puede regular muchas interacciones
sociales sin que estén específicamente legisladas.
85

 En Bogotá la búsqueda por parte de las mujeres de apropiarse del espacio no es tomada
en serio y se descarta como algo innecesario. Lo mismo aplica para la búsqueda de
soluciones ante el acoso sexual callejero. Cuando las mujeres intentan apropiarse de la
calle, tal como es el caso de La marcha de las putas la respuesta de la sociedad es
observar esta acción de protesta como si fuera un espectáculo de circo, deslegitimando su
valor. Así como las mujeres lucharon por la equidad en el espacio laboral en la década de
sesentas, ahora es necesario que se reivindique el derecho con equidad frente a las calles,
reafirmando el derecho del género a pertenecer y usar el espacio público.
 El paradigma machista hace que los ataques a una mujer se justifiquen a partir de la ropa
femenina, una forma de expresar género. Lo que esto significa es que la mujer no puede
realizar ejercicios performativos en los espacios públicos para construir género sin
esperar retaliación.
 Entre las formas más limitantes mediante las cuales el acoso sexual callejero controla las
acciones de las mujeres esta la creación de guetos propios o espacios seguros por donde
se pueden movilizar las mujeres, sin sentir miedo o correr peligro. A pesar de que sí
funciona, esta forma de control social también elimina partes del mapa de la ciudad para
las mujeres, que cambian sistemáticamente sus rutinas de movilidad para evitar
amenazas a su sexualidad. La ciudad es diferente para los hombres y las mujeres, éstas
últimas no viven el espacio público de la misma forma; la ciudad de las mujeres se limita
físicamente a las posibilidades de su seguridad.
 La concepción binaria de género, como la mujer siendo lo opuesto al hombre, sólo
contribuye a acrecentar las posibilidades de violencia. Si a la mujer se le ataca por ser
mujer y el hombre es dueño del espacio por ser hombre, no reconocer que hay un
espectro de expresiones de género fomenta más violencia.
 Se percibe la identidad por default de la mujer como femenina. Esta percepción bipolar
de la condición de género implica un problema, porque si la mujer no se arregla o no es
vanidosa puede sufrir agresiones o consecuencias por no “ser linda”. De la misma
manera, una mujer que se arregla mucho o es muy seductora también es castigada por su
comportamiento. Ambas mujeres provocan una respuesta negativa al no ocupar el rol que
el machismo ha designado aceptable para ellas.
 Hay una tradición en Latinoamérica en la que el periodismo se alimenta de las víctimas
de la violencia para producir textos. Ese mismo periodismo narrativo brinda la
posibilidad de narrar las historias de las víctimas, les da espacio y las visibiliza. Además,
permite que el tema sea tratable, universal, accesible y permanente.
 En ese sentido el periodismo tiene una posibilidad, e incluso un deber, de narrar este
tema y hacerlo visible. Sin embargo, debido a que se maneja bajo la lógica de una
violencia de género se debe tener en cuenta, o conocimiento sobre, la Teoría Queer para
asegurarse que al hablar de las mujeres no se cree un estereotipo o se le violente más al
86

usar nociones de femineidad machistas. La manera más clara de lograr un impacto es


seguir la corriente narrativa en Latinoamérica y centrarse en las víctimas de esta violencia
para que el lector se vea afectado por la historia.
 Como ha comprobado antes el periodismo narrativo, las historias que se cuentan en este
género afectan la manera en que vemos lo narrado. Si se empieza a utilizar el género para
contar más sobre violencias contra las mujeres, la manera en que miramos a las víctimas
puede ser alterada y beneficiada.
 Por ahora, técnicamente contra el fenómeno de acoso sexual callejero solo existen las
movilizaciones ciudadanas. El resto de los programas están situados a futuro (como los
tribunales especializados planteados en 2016) o se refieren en general a la violencia de
género. No existe nada específico.
 A pesar de ser un tema que hasta hace poco se ha enfrentado, internacionalmente ha
adquirido mayor importancia con la creación de organizaciones como SlutWalk,
IHollaback, Don’t call me baby, ONU: Ciudades Seguras para mujeres, Meet Us On the
Street y Stop Street Harassment.
 Los cambios en la visibilización y percepción del fenómeno no pueden ocurrir sin la
participación de las mujeres. Contar las historias en línea y a través de redes sociales
ayuda a que se pierda el estigma. En el proceso de crear medidas de seguridad para
proteger a las mujeres en estas situaciones se debe involucrar a la población femenina
para que participe e identifiquen sus necesidades y deseos específicos.

5. Bibliografía

Fuentes bibliográficas:
 Agencia EFE (2012), “La crónica periodística es cada vez más necesaria”, [en línea],
disponible en: http://seniales.blogspot.com/2012/09/la-cronica-periodistica-es-
cada-vez-mas.html, recuperado: 12 de septiembre de 2013.
 Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá (1998), “Plan de Desarrollo Económico social y
de obras públicas “Formar Ciudad” (1995-1997)”, [en línea], disponible en:
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=2393, recuperado:
10 de octubre de 2013.
- (2005), “Política pública de Mujer y Género. Plan de Igualdad de Oportunidades.
Para la equidad del género en el distrito capital 2004 - 2016”, [documento de
trabajo].
- (2010), “Bogotá: Sin violencia hacia las mujeres, un desafío posible”, [documento
de trabajo].
87

 Asamblea General de las Naciones Unidas (1993), “Declaración sobre la eliminación


de la violencia contra la mujer”, [en línea], disponible en:
http://www.unhchr.ch/huridocda/huridoca.nsf/(Symbol)/A.RES.48.104.Sp?Opendo
cument, recuperado: 17 de octubre de 2013.

 Atrévete Bogotá, (2013), “Sobre el movimiento”, [en línea], disponible en:


http://bogota.ihollaback.org/sobre-el-movimiento/, recuperado: 5 de noviembre de
2013.
- (2013), “Mitos”, [en línea], disponible en: http://bogota.ihollaback.org/mitos/, 5
de noviembre de 2013.
 Austin, E. (1998, Noviembre), “Lipstick Feminists: Sexual power is a pistol loaded
with one bullet”, en The Washington Monthly, pp 8-10, Estados Unidos.
 Barlow Chaney, A. (2013) “Queer Theory”, [en línea], disponible en:
http://www.princeton.edu/~achaney/tmve/wiki100k/docs/Queer_theory.html,
recuperado: 3 de septiembre de 2013.
 De Beauvoir, S. (1949), “El segundo sexo”, [en línea], disponible en:
http://users.dsic.upv.es/~pperis/El%20segundo%20sexo.pdf, recuperado: 16 de
agosto de 2013.
 Bourdieu, P. (2000), La dominación masculina, Barcelona, Anagrama.
 Bronstein, C. (2011) “Battling Pornography: The American Feminist Anti-
Pornography Movement, 1976-1986”, Cambridge, Cambridge University Press.
 Butler, J. (1993), Cuerpos que importan, Buenos Aires, Paidós.
- (1990), El género en disputa, Barcelona, Paidós.
 Callegaro, A. et al. (2011), La crónica latinoamericana como espacio de resistencia al
periodismo hegemónico [trabajo de grado], Buenos Aires, Universidad Nacional de
La Matanza.
 Cámara de Comercio de Bogotá, (2013), Encuesta de percepción y victimización.
Bogotá y las localidades: primer semestre de 2013, Bogotá.
 Colombia, Ministerio de Ambiente, Dirección de Sistema Habitacional (2005), “Serie
de espacio público. Guía Número 5. Mecanismos de recuperación del espacio público”
[documento de trabajo].
 Colombia, Corte Constitucional (2005, mayo), “Sentencia Número T-453” [en archivo
digital], M.P.: Cepeda Espinosa, M. J., Bogotá.
 Colombia, Ministerio de Justicia y de Derecho, (2012), “Justicia y Género: Primer
marco normativo en torno a la violencia basada en género”, [documento de trabajo].
 Colombia, Congreso Nacional de la República (1989, 11 de enero) ,“Ley 9 de 1989, por
la cual se dictan normas sobre planes de desarrollo municipal, compraventa y
expropiación de bienes y se dictan otras disposiciones”. Bogotá.
88

 Colombia (1991), “Constitución Política” [en línea], disponible en:


http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=4125, recuperado: 5
de septiembre de 2013.
 Colombia, Corte Suprema de Justicia (2006, octubre), “Proceso Número 25743” [en
archivo digital], M.P.: Pérez Pinzón, A.O., Bogotá.
 Colombia, (2000), Código Penal, Bogotá.
 Colombia, (2012), Código de Policía, [proyecto de ley], Bogotá.
 Colombia, Congreso Nacional de la República, (2008, 4 de diciembre), “Ley 1257 de
2008, por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas
de violencia y discriminación contra las mujeres, se reforman los Códigos Penal, de
Procedimiento Penal, la Ley 294 de 1996 y se dictan otras disposiciones”, en Diario
Oficial Número 47193 de 4 de diciembre de 2008, Bogotá.
 Colombia, Departamento Administrativo de Planeación Distrital (1995, 1 de junio),
“por el cual se adopta el plan de desarrollo económico, social y de obras públicas para
Santa fe de Bogotá D.C. 1995-1998 Formar ciudad”, Decreto Número 295, 1 de junio
de 1995, Bogotá.
 Colombia, Policía Nacional, (2010), “Políticas Públicas de convivencia y seguridad
ciudadana. La prevención de la violencia, delincuencia e inseguridad”, cartilla número
3, [documento de trabajo.]
 Colombia Diversa. (2011) “Impunidad sin fin” [en línea], disponible en:
http://colombiadiversa.org/colombiadiversa/images/stories/PUBLICACIONES_FIN
AL/DOCUMENTOS/INFORMES_DH/documentos/InfDDHH%202010_2011.pdf,
recuperado: 23 de octubre de 2013.
 Daily Mail, (2011, 18 de febrero), “Police officer apologises to students after saying
they could avoid sexual assaults by not 'dressing like sluts'”, [en línea], disponible en:
http://www.dailymail.co.uk/news/article-1358453/Police-officer-tells-student-avoid-
sexual-assaults-dressing-like-sluts.html, recuperado: 25 de septiembre de 2013.
 Diario ADN, (2013, 10 de julio), "Las mujeres son las que corren más riesgo en el
transporte público", [en línea], disponible en: http://diarioadn.co/bogot%C3%A1/mi-
ciudad/mujeres-corren-riesgos-en-el-transporte-p%C3%BAblico-1.67410,
recuperado: 3 de septiembre de 2013.
-(2013, 3 de julio), “Bogotá se planeará para ser más amigable con las mujeres”, [en
línea], disponible en: http://diarioadn.co/bogot%C3%A1/mi-
ciudad/secretar%C3%ADa-de-la-mujer-en-bogot%C3%A1-1.50399, recuperado: 18 de
noviembre de 2013.
 Estados Unidos (s. f.), Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo
(EEOC), s. e., “What is sexual harassment?”, [en archivo digita].
 Galtung, J. (1996), Peace by peaceful means, Oslo, Sage/Prio.
89

- (2004), Violencia, guerra y su impacto, s. l., Autor & polylog e.V.


 Guerriero, L., (2009), Frutos Extraños, Uruguay, Aguilar.
- (2011), El periodismo cultural no existe o los calcetines del pianista, Ciudad de
México, [en línea], disponible en:
http://issuu.com/redculturalfnpi/docs/el_periodismo_cultural_no_existe_o_los
_calcetines_?e=3615601/3130287, recuperado: 10 de noviembre de 2013.
 Habermas, J. (1964), “La esfera pública: un artículo de enciclopedia” [en línea],
disponible en: http://es.scribd.com/doc/88325056/Habermas-La-Esfera-Publica-
1964, recuperado: 10 de octubre de 2013.
 Hernández, D. (2012, octubre), "'La crónica se inventó para salvar al periodismo del
envejecimiento'" [en línea], disponible en: http://www.el-
nacional.com/papel_literario/cronica-invento-salvar-periodismo-
envejecimiento_0_65993488.html, recuperado: 4 de noviembre de 2013.
 Hoyos, J. J., (2003), Escribiendo historias: el arte y el oficio de narrar en el
periodismo, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia.
 I Hollaback, (2013), “History”, [en línea], disponible en:
http://www.ihollaback.org/about/history/, recuperado: noviembre 2 de 2013.
- (2013), “FAQs”, [en línea], disponible en: www.ihollaback.org/about/faqs/,
recuperado: 2 de noviembre de 2013.
- (2013), “About”, [en línea], disponible en: http://www.ihollaback.org/about/,
recuperado: 2 noviembre de 2013.
 INCITE! Women of Color Against Violence, s. f., “End street harassment”, [en archivo
digital], EE.UU.
 Instituto Nacional de Medicina Legal y Estudios Forenses (2012), “Forensis 2011,
Artículos complementarios”, [en línea], disponible en:
http://www.medicinalegal.gov.co/images/stories/root/FORENSIS/2011/9-F-11-
Articulos.pdf, recuperado: 2 de noviembre de 2013.
-(2013), “Forensis 2012, “Examen medicolegal por presunto delito sexual”, [en línea],
disponible en:
http://www.medicinalegal.gov.co/images/stories/root/FORENSIS/2012/4%20delito
%20sexual%20forensis%202012.pdf, recuperado: 18 de noviembre de 2013.
 Inter American Development Bank (2012), “Citizen Security. Conceptual Framework
and Empirical Evidence”, s. l., s. e..
 Kearl, H. (2013), “2013 UN Comission on the status of women” [en línea], disponible
en: http://www.stopstreetharassment.org/2013/05/2013-un-csw/, recuperado: 23 de
octubre de 2013.
 Keneddy, D. (1992), “Sexual Abuse, Sexy Dressing and the Oriticization of
Domination”, (s. l.)” [en línea], disponible en:
90

http://www.duncankennedy.net/documents/Photo%20articles/Sexual%20Abuse%2c
%20Sexy%20Dressing%20and%20the%20Eroticization%20of%20Domination.pdf,
recuperado: 2 de noviembre de 2013.
 Krolokke, C. y Sorensen, A. (2006), Gender Communication Theories and Analyses,
Dinamarca, Sage Publications, INC.
 Lemaitre, J., (2003), “Walking the Latinamerican city”, [en línea], disponible en:
http://www.drclas.harvard.edu/publications/revistaonline/winter-2003/walking-
latin-american-city, recuperado: 11 de septiembre de 2013.
 Levy, A. (2005), Female Chauvinist Pigs, New York, Free Press.
 McBride, A. (2013), “Lesbian History: The Sex Wars”, en línea, [disponible en]:
http://sitemaker.umich.edu/lesbian.history/the_sex_wars, recuperado: 3 de octubre
de 2013.
 Organización Mundial de la Salud, (2002), “Informe Mundial sobre la Violencia y la
Salud” [en línea], disponible en:
http://www1.paho.org/Spanish/AM/PUB/Violencia_2003.htm, recuperado: 2 de
octubre de 2013.
 Organización de Naciones Unidas (1994). “Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer”. Belem Do Para.
- (1995). “Plataforma de Acción de Beijing”. Beijing.
- (2000), “La Corte Penal Internacional, Las Reglas de Procedimiento y Prueba” [en
línea], disponible en: http://www1.umn.edu/humanrts/instree/S-
iccrulesofprocedure.html, recuperado: octubre 5 de 2013.
- (2010), “Safe Cities for Women”, [en línea], disponible en:
http://www.endvawnow.org/uploads/modules/pdf/1304107231.pdf, recuperado:
noviembre 18 de 2013.
- (2013). “Comisión del Estatus de la Mujer”. Reporte de la sesión cincuenta y siete (4
a 15 de marzo). Nueva York.

 Orenstein, P. (2006) “What’s wrong with Cinderella?” [en línea], disponible en:
http://www.nytimes.com/2006/12/24/magazine/24princess.t.html?pagewanted=all
&_r=0, recuperado: 12 de septiembre de 2013.

 Planas, E. (2013, agosto), "Leila Guerriero: 'El cronista siempre llega tarde'" [en
línea], disponible en: http://elcomercio.pe/espectaculos/1613131/noticia-leila-
guerriero-cronista-siempre-llega-tarde-video, recuperado: 30 septiembre de 2013.
 Policía Nacional (2008), “Políticas Públicas de convivencia y seguridad ciudadana. La
prevención de la violencia, delincuencia e inseguridad. Cartilla 3”, [en línea],
disponible en:
91

http://www.fcm.org.co/fileadmin/Contenidos/pdf/cartilla_ponal_03.pdf,
recuperado: 9 de agosto de 2013.
 Profamilia, (2010), “Encuesta Nacional de Demografía y Salud”, Bogotá.
- (2011). “Primera Encuesta Distrital de Demografía y Salud”, Bogotá.

 Puertas, A. (2011), “El periodismo narrativo o una forma de dejar huella de una
sociedad en una época”, [en línea], disponible en:
http://revistas.udem.edu.co/index.php/anagramas/article/view/354/317,
recuperado: 15 de septiembre de 2013.

 Rampton, M. (2008), “The three waves of feminism”, [en línea], disponible en:
http://www.pacificu.edu/magazine_archives/2008/fall/echoes/feminism.cfm,
recuperado: 7 de septiembre de 2013.
 Real Academia Española, (2001), Diccionario de la lengua española, 22ª ed., 2
tomos, Madrid, España.
 Salcedo Ramos, A. (2011), La eterna parranda, Colombia, Aguilar.
 Secretaría Distrital de la Mujer, (2013, 3 de julio), “Boletín de prensa: Mujeres
también son víctimas de agresiones en el transporte público”, Bogotá.
- (2013), “ABC sobre las violencias contra las mujeres”, Bogotá.
- (2013), “Rutas por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencias”, Bogotá.
 Sennet, R. (1997), Carne y piedra, Madrid, Alianza.
 SlutWalk Toronto, (2013), “How”, [en línea], disponible en:
http://www.slutwalktoronto.com/about/how, recuperado: 2 de octubre de 2013.
 Steinem, G., (1995), “Outrageous Acts and Everyday Rebellions, s. l., Holt
Paperbacks”.
 Stop Street Harassment (2013), “What is Street harassment?”, [en línea], disponible
en: http://www.stopstreetharassment.org/about/what-is-street-harassment/,
recuperado: 9 de noviembre 2013.
- (2013), “Definitions”, [en línea], disponible en:
http://www.stopstreetharassment.org/resources/definitions/, recuperado: 9 de
noviembre 2013.
- (2013), “Why stopping Street harassment matters”, [en línea], disponible en:
http://www.stopstreetharassment.org/about/what-is-street-harassment/why-
stopping-street-harassment-matters/, recuperado: 8 de noviembre de 2013.
 Stop Violence Against Women, (2013), “Street Harassment”, [en línea], disponible en:
http://www.stopvaw.org/street_harassment_2, recuperado: 8 de octubre de 2013.
 Street Harassment Project. (2013), “History”, [en línea], disponible en:
http://www.streetharassmentproject.org/history.html, recuperado: 15 de septiembre
de 2013.
92

 Talese, G. (2008), Retratos y Encuentros, Colombia, Aguilar.


 Tarifeño, L. (2013, octubre), “Alberto Salcedo Ramos: ‘Yo no mido a un cronista por el
valor de sus metáforas, sino por el polvo que tiene en sus zapatos’” [en línea],
disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1629023-alberto-salcedo-ramos-yo-no-
mido-a-un-cronista-por-el-valor-de-sus-metaforas-sino-por-el-pol, recuperado: 1 de
septiembre de 2013.
 El Tiempo, (2013, 17 de julio), “Fiscalía indaga presunta agresión sexual en un bus de
TransMilenio”, [en línea], disponible en:
http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-12934406.html, recuperado: 10 de septiembre de 2013.
- (2013, 21 de julio), "Policía ha detenido a 60 personas por acoso sexual en
TransMilenio", [en línea], disponible en:
http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-12941262.html, recuperado: 4 de octubre de 2013.
 Toussaint-Samat, M. (1994), Volumen III de Historia Técnica y Moral del vestido,
Madrid, Alianza.
 Vibra Bogotá, (2013, 18 de julio), “Hablamos con víctima de abuso sexual en
Transmilenio”, Vibra FM, Bogotá.
 Wolfe, T., (1973), El nuevo periodismo, Barcelona, Anagrama.

Fuentes Audiovisuales:

 Bird, L., (2013), “ANTI-STREET HARASSMENT WEEK” [video vlog en línea],


disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=FetfnxRvw8o, recuperado: 15 de
noviembre de 2013.
 Green, H. (2012), “Human sexuality is complicated” [video vlog en línea], disponible
en: http://www.youtube.com/watch?v=xXAoG8vAyzI, recuperado: 10 de septiembre
de 2013
 Green, L. (2010), “she's such a SLUT” [video blog en línea], disponible en:
http://www.youtube.com/watch?v=_BwuASx8yT8, recuperado 10 de noviembre de
2013.
- (2012), “RE: JENNAMARBLES' "SLUT EDITION"” [video blog en línea], disponible
en: http://www.youtube.com/watch?v=CCw2MzKjpoo, recuperado 11 de noviembre
de 2013.
- (2013), “Creeps on the street” [video blog en línea], disponible en:
http://www.youtube.com/watch?v=peBddZQbWYk, recuperado 17 de noviembre de
2013.
93

- (2013), “WTF happened in Steubenville” [video blog en línea], disponible en:


http://www.youtube.com/watch?v=z86oaQ4aLcM, recuperado 10 de noviembre de
2013.
 Groover, H. (2013), “You’re allowed to say no” [video blog en línea], disponible en:
http://www.youtube.com/watch?v=rlHbWwmm_Pw, recuperado 10 de noviembre de
2013.
 Lazo, K., (2013), “Dear men, street harassment sucks” [video blog en línea],
disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=IWFiomeQ5R8, recuperado 17 de
noviembre.
- (2013), “Dear Men, Street Harassment Sucks pt.2” [video blog en línea],
disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=xAvH5gYAi4w, recuperado 17
de noviembre.
 Not Me! Organization, (2010), “Postcard: Street Harassment” [en línea], disponible
en: http://not-meselfdefense1.blogspot.com/2010/11/postcard-street-
harassment.html, recuperado 17 de noviembre.
 Ramsey, F. (2012), “How Slut Shaming Becomes Victim Blaming” [video blog en
línea], disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=1l3h8fzv-BM, recuperado 12
de noviembre de 2013.
 Killermann, S. (2012), “The genderbread person V2.0”, [en línea], disponible en:
http://itspronouncedmetrosexual.com/2012/03/the-genderbread-person-v2-0/,
recuperado: 7 de noviembre de 2013.

Fuentes testimoniales:

 Bernal Blanco, A., (2013, 17 de septiembre), entrevista por Santamaría Venegas,


A. G., Bogotá.
 Buchely, L., (2013, 27 de septiembre), entrevista por Santamaría Venegas, A. G.,
Bogotá.
 Castilla, M. C., (2013, 20 de agosto), entrevista por Santamaría Venegas, A. G.,
Bogotá.
 Gómez, P. M., (2013, 30 de agosto), entrevista por Santamaría Venegas, A. G.,
Bogotá.
 Jaramillo, I. C., (2013, 13 de Agosto), entrevista por Santamaría Venegas, A. G.,
Bogotá.
 López Blanco, A. P., (2013, 4 de octubre), entrevista por Santamaría Venegas, A.
G., Bogotá.
94

 Márquez Umaña, L., (2013, 4 de octubre), entrevista por Santamaría Venegas, A.


G., Bogotá.

Вам также может понравиться