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UNIVERSIDAD ANTONIO RUIZ DE MONTOYA

PROGRAMA DE HUMANIDADES
METODOLOGÍA DEL TRABAJO INTELECTUAL

¿Es posible que el


delincuente
psicópata se
resocialice?

Alumna: Chirinos Vilela Kathiuska

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METODOLOGÍA DEL TRABAJO INTELECTUAL

Introducción
En los últimos años, el número de psicópatas en diversos países ha ido
incrementando. Es por ello, que el tema de la salud mental ha sido y sigue siendo un
asunto de análisis para contrarrestar de manera eficiente sus causas y las consecuencias
que traen a la sociedad. En este sentido, cabe señalar que el presente ensayo se enfocará
en el estudio principalmente de los delincuentes psicópatas; entre ellos los que incurren
en delitos de hurto, agresión sexual y física. Para ahondar, entender y comprender este
tema lo que primero se verá es la definición de la psicopatía y las características del estado
patológico que el psicópata sufre, con ello también se señalaran los efectos que dichas
características influyen en sus acciones, es decir en sus delitos y por tanto el daño que
causan a la sociedad; pero, ante la gravedad de estos delitos y sobre todo la complejidad
acerca de la salud mental por parte de los agresores, se cuestiona un punto muy relevante
acerca de lograr la rehabilitación y por ende la resocialización de este tipo de personas,
quienes poseen un estado patológico definido y agravante.

Para algunos autores como López (2009) y Tirado (2010), los criminales
psicópatas de quienes se habla no pueden de ninguna manera llegar a rehabilitarse, y esto
se debe al estado patológico que sufren; sin embargo las interrogantes que se generan
frente a esta posición son ¿Por qué afirmar de manera tajante el hecho de que los
psicópatas no puedan rehabilitarse ni resocializarse? ¿Por qué no considerar la idea de
que estas personas que sufren un trastorno puedan llegar a reinsertarse en la sociedad y
pertenecer a esta como un ciudadano más? ¿Qué es lo que impide lograr la resocialización
de estas personas?.

Frente a estos cuestionamientos, en este trabajo, por una parte, se plantean los
tratamientos existentes más efectivos para rehabilitar al psicópata, en base a esto
añadimos un modelo muy eficiente, que señala De Lasala (2013), el cual, mide los

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tratamientos especiales y adecuados que un psicópata criminal debe de recibir según el


estado patológico que sufre.

Por otro lado, se indican las medidas con las que algunos especialistas y
autoridades abordan esta problemática social, entre ellas están el pesimismo profesional
y el encarcelamiento, las cuales finalmente llegan a formar parte de obstáculos e
impedimentos para lograr la rehabilitación y resocialización del delincuente psicópata.

Ante esto, se demostrará que con el uso de las medidas necesarias y adecuadas, se
pueden brindar tratamientos que sean efectivos para la resocialización de los psicópatas.
Para ello, se señalaron dos casos ubicados en países como Holanda e Inglaterra, en los
cuales se han aplicado los tratamientos especificados en este trabajo, tanto en un hospital
como en una institución penitenciaria, los cuales han obtenido resultados favorables para
que el psicópata pueda mejorar su condición y logre ser reinsertado en la sociedad.

Finalmente, se señala el tema de la inclusión social para este tipo de personas,


quienes de alguna manera cometen sus delitos por el trastorno que sufren y quienes
merecen que se les brinde la ayuda adecuada para que mejoren y logren controlar sus
impulsos de agresividad y de esta forma no se conciban como un símbolo de peligro, sino
más bien como un ciudadano más que pese a su salud mental guiada por tratamientos
efectivos pueda aportar algo a la sociedad y pertenecer a esta.

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¿Es posible que el delincuente


psicópata se resocialice?

La psicopatía es un tema complejo, generalmente autores proponen diversas


definiciones para denominar a esta palabra según los estudios que se van realizando sobre
dicho tema. En este trabajo usaré la siguiente definición para que se visualice de manera
clara el tipo de personas del cual hablaré y las características que los distinguen.

La psicopatía es un trastorno psicológico caracterizado por una total escisión entre


la razón y la emoción. La literatura existente sobre el tema nos informa que esta
alteración de la personalidad denominada psicopatía posee dos dimensiones o
componentes, por un lado las características de personalidad y por otro los
comportamientos. El primer componente incluye aspectos de la personalidad en
sentido estricto tales como la capacidad de fascinar de los psicópatas, la valoración
grandiosa del yo, su capacidad de engañar y manipular, así como la crueldad y la
falta de remordimientos, motivada por la escasa o nula vinculación emocional con
los otros. El segundo componente abarca los comportamientos antisociales y
agresivos, responsables de una vida marcada por el ansia de vivir estímulos
continuados y situaciones límite, tales como el abuso del alcohol y de las drogas,
el rechazo de las obligaciones familiares y profesionales y la conducta violenta y
delictiva (Parés, 2008, p. 1).

Parés nos da una noción amplia de lo que vendría a ser la psicopatía, de igual
manera nos menciona los componentes o el tipo de comportamiento con el cual un
psicópata actúa en la sociedad, pero más allá de esta definición acerca de la naturaleza
de la psicopatía que el autor presenta de manera clara y pormenorizada, en este trabajo
de investigación, me centro más bien no en la psicopatía en general, sino en la psicopatía
como trastorno de la personalidad, es decir, como Morgan (2010) afirma, el psicópata es
un sujeto que padece trastorno antisocial de la personalidad (TAP). Esto significa que este
individuo posee un determinado perfil psicológico, el cual comprende las siguientes

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características: Comportamiento encaminado a su propio beneficio, carece de empatía e


identificación por los demás, ausencia de remordimiento, ausencia de temor al castigo,
alto nivel de reincidencia, no respeta ni le interesa respetar los derechos ajenos, no
interioriza el espíritu ni las normas de convivencia, no le duele el dolor del otro,
manifiesta cosificación del ser humano. Por otro lado, el Dr. Harvey Cleckley (1976)
describió al psicópata como un sujeto con un alto grado de inteligencia (capaz de
manipular a los demás) cuyas conductas indican poco plan y orden en la vida, de este
modo se evidencia su personalidad antisocial. Este sujeto posee inestabilidad, es
hipócrita, mentiroso y, como ya se ha mencionado anteriormente, carece de
remordimiento, empatía o culpa, por lo que sentimientos como amor y lealtad están
ausentes en este individuo (Tirado, 2010). Ahora el problema es mucho más grave, pues
en la mayoría de los casos los psicópatas forman parte de la sociedad como ciudadanos
“normales” escondiendo su estado patológico. Así pueden planear con cuidado sus
fechorías sin generar sospecha alguna. Acotando a lo señalado anteriormente, Hernández
expresa que “Un psicópata puede ser una persona amable y de expresiones equilibradas
que, sin embargo, no duda en cometer un delito de la índole que sea, cuando le conviene”
(2010, p. 3).
Parece clara la idea de que la posibilidad de una resocialización para este tipo de
personas es muy difícil e incluso prácticamente imposible. Esto parece deberse al perfil
del psicópata y al grado de peligrosidad que sus actos tienen para la sociedad. La
despreocupación que este individuo tiene por la sociedad y su bienestar es evidente. Para
muchos, debido a las convenciones existentes hoy en día en la sociedad acerca del
psicópata, la idea de convivir con un individuo que tuvo o tiene antecedentes psicópatas
es nefasta, por lo que ello impediría una posible convivencia sana y protectora entre el
individuo con antecedentes psicópatas –que se encuentra en tratamiento- y las demás
personas.

Estas circunstancias nos llevan a cuestionarnos acerca de esta problemática y


sobre la pertinencia de resocializar al psicópata. Así surgen preguntas como: ¿es posible
que una persona con este tipo de personalidad se logre integrar a la sociedad? ¿Cómo se
lograría ello? ¿Qué pasa con el tema de la reincidencia? ¿Se logra curar a los psicópatas?
Algunos estudios y prácticas realizadas señalan que los psicópatas no tienen cura alguna
y por ello su integración como miembro de la sociedad es remota, debido a su estado

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enfermizo (López, 2009; Tirado, 2010). Según estos estudios, el daño que estos podrían
causar en la sociedad sería grave y tal vez irreparable, ya que podrían cometer crímenes.

Sin embargo, creo que es necesario tomar en cuenta otra perspectiva acerca de la
situación del psicópata. Para aminorar su número y, por ende, el número de víctimas, lo
que se debe hacer es atacar el problema desde su causa principal, lo cual no toman en
cuenta los estudios mencionados anteriormente, que simplemente asumen que la
condición psicopática es irreversible. De acuerdo con otros estudios, no existiría esta
irreversibilidad (De Lasala, 2013; Terol, 2008). De lo que se trata es de eliminar o de
reducir los factores ya señalados que llevan al psicópata a tener una personalidad
antisocial. Es por ello que, seguidamente, presentaré algunos tratamientos existentes, que,
de alguna manera, manifiestan un avance para la mejora de este tipo de individuos; lo
cual nos llevaría a brindarle la oportunidad de pertenecer e integrarse a la sociedad como
un ciudadano más.

Tyrer y Simonsen señalan que una de las técnicas terapéuticas usadas para
controlar el trastorno antisocial es el de la psicoterapia dinámica (Hernández, 2014), ya
que esta “es una técnica que se muestra muy eficaz para desbloquear el inconsciente,
rompiendo las duras resistencias al cambio que muestran muchos neuróticos” (Ruiz y
Vallejo, 2001, p.9). Este tratamiento es efectivo en momentos en donde el sujeto sufre
una descompensación o una crisis, principalmente, se enfoca en la reducción de sus
sentimientos de soledad, desvalimiento y desesperanza. Por otro lado, también se busca
la catarsis en todos los miembros del grupo familiar para que de esta manera se contribuya
al encuentro de una salida positiva ante la crisis del sujeto. Esta técnica se logra ya que
los especialistas mantienen la atención del paciente y dirigen la mirada hacia el
conocimiento de los factores que desencadenan su conducta inadaptada. Los terapeutas
le brindan al paciente una asociación libre, atención flotante, neutralidad y abstinencia;
así se mantiene un control en las sesiones brindadas. Por otra parte, es importante la
actitud optimista y esperanzada del terapeuta, pues de esta forma el paciente encuentra un
clima apropiado para poner en marcha la técnica terapéutica y el desarrollo de las
experiencias emocionales correctivas.
Sin embargo, para algunos especialistas como Barten (1971) esta técnica
terapéutica va dirigida a pacientes que no muestren resistencia alguna u obstrucción con
mantener una alianza terapéutica, por lo cual quedarían excluidos los psicópatas de

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quienes hablamos (Ruiz & Vallejo, 2001). Pero Davanloo (1992 y 1979), define esta
técnica y muestra de manera implícita que sí es posible usarla en casos de trastorno
antisocial, ya que

… la psicoterapia dinámica no depende del tipo de trastorno que el sujeto arrastre,


sino de la forma de desenvolverse en la entrevista evaluatoria inicial, donde han
de llevarse a cabo fuertes confrontaciones de las resistencias (…) Dicho de otra
manera, el trabajo ha de centrarse en el campo de la resistencia sobre la base de
tres criterios: a) desafiar la resistencia como una defensa; b) sacar a la luz los
intensos sentimientos transferenciales consecuentes y proporcionar al paciente la
posibilidad de experimentarlos; y, c) hacer ver al paciente el paralelismo existente
con pautas similares del pasado cercano o lejano. En los casos en que el paciente
muestre reacciones ansiosas intensas, ha de enlentecerse el proceso buscando una
reorganización de las defensas, para impedir regresiones inconvenientes, dando
paso con posterioridad al desbloqueo del inconsciente. (Citado en Ruiz & Vallejo,
2001, p.9)
Como se ha podido apreciar, el psicópata es candidato perfecto para ser evaluado
mediante la psicoterapia dinámica pese a su estado patológico, al perfil psicológico que
lo representa y sobre todo a la resistencia que el psicópata pone ante cualquier tipo de
terapia. Tratamientos como este hacen posible que el paciente mejore y sea capaz de
interiorizar ciertos conceptos y situaciones mediante el desbloqueo de su inconsciente, lo
cual permite generar un entorno más apacible para una buena convivencia. Esta terapia
se centra en disminuir o controlar actitudes agresivas del paciente, lo cual es un avance
importante para que este tenga mayor posibilidad de convivir con la sociedad
manteniendo una conducta fiable, es decir, controle sus impulsos y no llegue nuevamente
a la agresividad. Cabe resaltar, en este punto, que son muchos otros los factores por los
cuales también se tiene que trabajar con el psicópata. Es por ello que este no es el único
tratamiento, pues, en muchas ocasiones, no resulta suficiente y se requieren tratamientos
mucho más específicos y cuidadosos por el estado del sujeto.
En relación a esto último, Terol (2008), López (2009), Godoy y Esteban (2009)
destacan el tratamiento de corte cognitivo-conductual (TCC) como el más efectivo para
tratar a los psicópatas delincuentes, ya que tiene efectos a corto y largo plazo en el proceso
de disminuir las conductas delictivas de los psicópatas (Citado en Hernández, 2014).

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Dicho proceso consiste en “entender cómo piensa uno acerca de sí mismo, de otras
personas y del mundo que le rodea, y cómo lo que uno hace afecta a sus pensamientos y
sentimientos” (Timms, 2007). Este tratamiento ayuda al paciente a cambiar su manera de
pensar y actuar frente a la sociedad de tal manera que facilita a que el psicópata torne su
conducta y pueda dominar su patología, por lo que produce un cambio radical en su
pensamiento y una conducta positiva frente a la sociedad. Por otro lado, Terol (2008)
menciona que la ausencia de motivación es uno de los factores principales por el cual el
tratamiento no obtiene resultados favorables, por lo que se debería trabajarse en el
incentivo del paciente para que, de esta manera, el tratamiento sea bien recibido y tenga
un impacto en el proceso de su rehabilitación; puesto que la motivación tiene que
generarse desde el interior del psicópata para que le facilite una vida adecuada y sin
delitos. Del mismo modo también menciona que esta motivación puede generarse por la
presencia de un tipo de incentivo o exponiéndole al paciente las consecuencias negativas
que sus conductas causan en su persona, lo cual, para el autor, son medios a los que
difícilmente se resistan los psicópatas, lo que apuntala un motivo para que se lleve
adelante el tratamiento cognitivo-conductual y otras terapias más.

Por otro lado, Godoy y Esteban muestran la terapia ambiental como una
alternativa para el buen funcionamiento de otros tratamientos que se lleven en paralelo,
ellos especifican que, para muchos autores, esta terapia es la única que podría llevar a la
cura del psicópata (Citado en Hernández, 2014). Se trata de crear ambientes positivos y
saludables de tal manera que alteren la vida del paciente, en donde se compartan
responsabilidades, se sustituya el castigo por la compresión, se comparta la autoridad en
relación con las normas. Así se podrá llegar a una “atmosfera terapéutica”, como lo
denomina el Dr. Olivos, en la que se ejecute un interés primordial en la interacción social
y del grupo (Olivos, 1982).

Este tipo de tratamiento le otorga al psicópata una visión diferente de lo que


realmente él consideraba la vida, muestra una realidad más saludable, más conveniente
para su estado y que este logre percibir su presencia como parte de la sociedad,
interiorizando conceptos nuevos para él (como son las normas y su ejecución). Del mismo
modo, sociabiliza tanto con especialistas como también con sujetos que vienen tratándose
de la misma patología. Esto genera que el paciente se vaya rehabilitando de un estado con

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una visión solitaria, violenta y enferma, la cual lo tenía limitado, para realizar o tomar
conciencia de sus conductas y del peligro que él mismo generaba en la sociedad.

Como se ha podido percibir, la existencia de diversos tratamientos que se pueden


ejecutar para disminuir y eliminar los factores que llevan al psicópata a tener un trastorno
antisocial están presentes en la sociedad. Al aplicar dichas terapias de manera persistente,
el paciente mejorará su estado patológico, establecerá nuevas conductas a favor de la
sociedad, controlará de manera positiva sus impulsos violentos, interiorizará las normas
y leyes que para él no tenían sentido alguno, y se adaptará tanto a las relaciones sociales
como a la sociedad en sí misma para volverse miembro de esta e incluso ser aceptado y
no visto como un peligro.

Otro punto que es relevante, según De Lasala (2013), es que, para que los
tratamientos ya mencionados produzcan un resultado aún más favorable en cada paciente,
es necesario seguir el modelo RNR, el cual comprende tres principios: riesgo, necesidad
y responsividad. Este modelo tiene como fin analizar la situación de cada paciente en
particular, para brindarle un tratamiento de acuerdo con su estado y su nivel patológico.

Seguidamente, explicaré en detalle en que consiste este modelo. Analizaré cada


principio que este modelo comprende y cómo es que se llega a saber de manera exacta el
tratamiento necesario y hacia dónde se debe conducir dicho tratamiento, ya que si bien
los psicópatas sufren de TAP, cada sujeto tiene diferentes factores que lo llevan a tomar
esa actitud y distintos grados de peligrosidad. Es por ello que, bajo esta visión de tratar a
cada sujeto individualmente, se prefiere tomar en consideración este modelo.

El primer principio es el de riesgo. Este se enfoca en evaluar el tipo o grado de


riesgo de reincidencia (violencia) que el paciente representa y, por ende, el grado de
peligro que genera en la sociedad. Para Bonta, el paciente que sea de mayor riesgo
necesitará niveles más intensos de tratamiento, en cambio los pacientes que sean de menor
riego recibirán un nivel más pasivo de tratamiento. Por otro lado, el principio de necesidad
comprende en identificar las necesidades que el paciente tiene para realizar sus actos
criminales y de acuerdo a estas se orientará el tratamiento. En este punto es importante
que se genere una alianza terapéutica, aunque la emoción superficial, la manipulación, la
mentira que los psicópatas son capaces de generar dificulten esto, el terapeuta debe de
lograr llevar un ambiente de respeto para obtener un alto beneficio del tratamiento; de

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igual manera generar la motivación de la que se hablaba líneas atrás propuesta por Terol.
Por último, el tercer principio es el de responsividad o también denominado disposición
a mantener el tratamiento, este consiste en analizar hasta donde el paciente es capaz de
sostener o prolongar los efectos del tratamiento, esto de dará de acuerdo al estilo de
aprendizaje o motivación que tenga el sujeto para asimilar y mantener dichas terapias.
(De Lasala, 2013)

Ante estos aspectos citados, los cuales abren un estudio más detallado de cada
caso que presenta cada psicópata, tanto el riesgo como la necesidad y la responsividad
son principios que se deben de considerar para que la terapia no sea un tratamiento en
vano, sea bien recibido y asimilado por el paciente. De este modo De Lasala expresa que
la consideración del modelo RNR en los tratamientos brindados resulta “efectivo para
producir cambios significativos en la disminución del riesgo y en reducir la gravedad del
delito en la muestra de delincuentes altamente psicópatas y de alto riesgo” (2003, p.70)

Este mismo autor señala estudios realizados recientemente, uno de ellos es el que
se llevó a cabo por Chakhssi, de Ruiter y Bernstein (2010) en el Centro Psiquiátrico
Forense de Rooyse Wissel en Holanda. Este es un hospital psiquiátrico de máxima
seguridad, en el cual pacientes entraron a recibir tratamiento de manera obligatoria por
orden del poder judicial, por haber cometido delitos graves, en este se separaron a
delincuentes no psicópatas y delincuentes psicópatas. En este procedimiento lo que se
quería probar era la posibilidad de un cambio positivo en los criminales con psicopatía,
la reducción de riesgo y la reinserción de estos en la sociedad. Se contó con la
participación de numerosos profesionales tanto del factor psicológico (psicólogos,
psiquiatras, terapeutas) como social (trabajadores sociales). Por otro lado, el tratamiento
brindo importancia principalmente al comportamiento criminal, sus causas y las
necesidades criminógenas que el paciente presenta; también se contó con un instrumento
denominado best, el cual orienta al terapeuta al conocimiento del índice de violencia que
el paciente sufre y los cambios que se dan a lo largo del tratamiento. Finalmente los
resultados obtenidos “contradicen el punto de vista que sostenía que los psicópatas no
podían cambiar” (De Lasala, 2013, p. 124). Por un lado, los pacientes con psicopatía
redujeron un 18,5% del trastorno antisocial que sufren, por otro lado se demostró que los
psicópatas no empeoran por recibir tratamientos, al contrario los pacientes muestran
cambios y responden de manera positiva a los tratamientos brindados. De igual manera,

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se demostró según el índice best que aproximadamente el tercio de psicópatas mejoraron


con respecto a las habilidades sociales e insight, de este modo se alteró de manera
favorable el cambio de percepción e internalización de conceptos (De Lasala, 2013).

Por medio de este último estudio brindado por De Lasala puedo demostrar la
posibilidad de un cambio y mejora del comportamiento y visión del psicópata a través de
tratamientos, instrumentos y profesionales especializados.

Ahora como se ha podido apreciar y en lo formulado anteriormente acerca del


pesimismo y la falta de estudios, se puede ver que en países como Holanda hay avances
que muestran la cercanía de obtener resultados positivos, permanentes, adecuados para el
tema de la psicopatía, y con ello se puede percibir la posibilidad de la resocialización del
psicópata criminal. Esto debería ser considerado por países con menor desarrollo acerca
de cómo abordar este tema social y visualizar la posibilidad de estudios eficaces para la
obtención de buenos resultados.

Tras los avances realizados y los tratamientos planteados que, al complementarse,


permiten la rehabilitación del psicópata; existen autores que descartan dicha
rehabilitación, puesto que, al poner en práctica las técnicas terapéuticas, no se han
obtenido resultados permanentes; siendo este un argumento para descartar la
resocialización. Es por ello que López afirma la existencia de “un pesimismo
generalizado en cuanto a la rehabilitación y la posibilidad de aplicación de un
tratamiento efectivo que “cure” la psicopatía.” (Citado en Hernández, 2014, p. 26).

Pero es dable preguntarse si esto, ¿se debe realmente a la poca efectividad de los
tratamientos? O, más bien, ¿se debe al poco interés e inversión que las autoridades
brindan en lidiar con las causas de la psicopatía?

En este punto, Tyrer y Simonsen señalan que el motivo por el cual no hay
tratamientos que lleguen a la cura de la psicopatía es debido a la escasez de estudios
profundos acerca de esto (Hernández, 2014). Del mismo modo, ocurre por la falta de
presupuesto que se tiene para generar dichas investigaciones y tratamientos específicos e
individualizados (Aróstegui, 2009). Por otro lado, Lions expresa que algunos
especialistas caen en el cinismo clínico por la complejidad que representa este trabajo y
de esta forma mantienen al sujeto que padece trastorno antisocial alejado de todo
tratamiento para impedir un fracaso o un sentimiento de inutilidad profesional (Terol,

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2008). A pesar de esta visión limitada acerca de cómo abordar este tema es importante
señalar que existen también

… esfuerzos recientes en la formulación y adaptación de modelos terapéuticos


para tratar a los delincuentes psicópatas (…) [los cuales] son un reflejo del
optimismo creciente respecto de los resultados alcanzables con este colectivo.
Asimismo, las nuevas propuestas en este campo facilitan las bases para seguir
avanzando en la elaboración de programas de tratamiento eficaces con este
conjunto de delincuentes que tanto riesgo plantean (De Lasala, 2013).

Como se acaba de mencionar, actualmente se está avanzando con las


investigaciones acerca de los diversos tratamientos que pueden llevarse a cabo en los
psicópatas para su rehabilitación y su resocialización; sin embargo, ante la evidencia de
un avance que ha requerido de tiempo de investigación y prácticas o terapias aplicadas,
las autoridades optan por una medida rápida para contrarrestar las consecuencias que
podrían generarse de la conducta antisocial del psicópata. Es así que “el encierro
(encarcelamiento) ha sido la alternativa más utilizada por mucho tiempo, apartando al
individuo de la sociedad durante un cierto periodo (prevención especial negativa), pero
sin solucionar la situación a largo plazo.” (Pavez, 2011).

Sin duda, este mecanismo es de beneficio para mantener a la sociedad bajo


protección, apartar al psicópata y, por ende, a sus actos delictivos que hacen peligrar la
integridad y la vida de muchos ciudadanos, lo que llevaría a una sociedad más segura,
pero, realmente, ¿es una solución eficiente? Mantener al criminal psicópata alejado de la
sociedad ¿ayudaría a mejorar su estado patológico?

Para Pavez (2011), la cárcel no es un lugar para un enfermo mental, por lo que
cabría cuestionarse si sería adecuado que el psicópata forme parte de este medio de
reconstrucción de conducta, ya que, como se ha visto, se requiere de un cuidado muy
particular para este sujeto.

Ahora, viendo el entorno penitenciario y de acuerdo con sus mecanismos de


cuidado y atención hacia el preso, nos daremos cuenta que muchas veces no es el
ambiente necesario y adecuado para mejorar el estado patológico del psicópata. Los
tratamientos que se brindan a estos están limitados por la pena privativa de libertad y por
las medidas de seguridad establecidas por el centro penitenciario. Por otro lado, se

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encuentra que la cantidad o concentración de prisioneros en las cárceles excede el número


de su capacidad, esto impide que se lleve a cabo tratamientos de manera individual o se
tenga un contacto directo con cada reo (Aróstegui, 2009), lo cual, para Hernández (2014),
es un punto importante; ya que en la mayoría de tratamientos es necesario la intervención
tanto grupal como individual para un mejor avance de la terapia y tener un buen
seguimiento del paciente. Además, si tomamos en cuenta qué modelos de tratamiento
brindan a este tipo de personas, se encuentra que “en la práctica, el tratamiento que la
pena privativa de libertad ofrece al delincuente psicópata son programas dirigidos a la
población reclusa en general, consistentes en programas educativos, culturales y físicos
entre otros” (Aróstegui, 2009, p. 33). Es evidente que este tipo de programas no ayudarán
a cambiar ni mucho menos surgirá un efecto duradero en la conducta del psicópata.
Definitivamente no se puede tratar de manera igual a prisioneros no psicópatas y a
prisioneros con componente psicopático, eso es claramente absurdo. Como ya se ha
explicado, existen tratamientos y modelos a seguir especialmente para los criminales
psicópatas, ya que estos sufren de trastorno antisocial (TAP) y presentan un perfil
psicológico complejo, con características particulares y de mayor peligrosidad que los
presos comunes. Hay que notar que el objetivo de una institución penitenciaria está
dirigido a los presos comunes, porque pretende prevenir momentáneamente ciertas
conductas inadecuadas del reo, pero no resocializarlo, curarlo o rehabilitarlo para que
forme nuevamente parte de la sociedad.

La falta de tratamiento o la creación de un mecanismo especial para prisioneros


psicópatas agrava el hecho de que, cuando salgan en libertad, la sociedad esté expuesta a
personas que no han recibido un tratamiento penitenciario durante su condena y
probablemente lleguen a reincidir (Aróstegui, 2009). Como también se tendrá el riesgo
de que el criminal desarrolle más su estado patológico. Asimismo, según Clemer:

… la cárcel le ocasiona a una persona presa, entre otros síntomas, los siguientes:
pérdida de autoestima, devaluación de la propia imagen, aumento del nivel de
ansiedad, aparición de nuevos trastornos de personalidad (trastorno adaptativo o
por dependencia), resentimiento contra la sociedad, considera que la sociedad es
parte de sus problemas (Citado en Aróstegui, 2009, p. 34).

Clemer nos habla de los síntomas que un reo puede experimentar en su


permanencia en la cárcel, lo cual no solo es un atraso para el psicópata como individuo

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que padece de TAP, sino que también dificulta la posibilidad de que este consiga llevar
un tratamiento, ya que surgirá el resentimiento contra la sociedad y por supuesto mirará
con suspicacia todo acercamiento a alguna ayuda que se le pueda brindar. Por otro lado,
el ambiente penitenciario es violento.

Con estas críticas al encarcelamiento no se quiere demostrar la inutilidad de las


prisiones ni mucho menos que los psicópatas estén libre de toda condena, lo cual
considero un tema aparte, sino que se quiere poner en evidencia el obstáculo para el
mejoramiento y resocialización del psicópata que muchas cárceles representan tanto por
no contar con terapias especiales como también por generar, en muchos casos, el
desarrollo o la presencia de comportamientos inadecuados que empeoran la situación del
psicópata, por lo que no se lograría reinsertarlo en la sociedad.

Como expresa Terol (2008), la falta de motivación es uno de los principales


obstáculos por los que muchas veces los tratamientos terapéuticos no logran su
efectividad. Como se ha podido notar, las cárceles, debido al entorno que crean, no
fomentan la motivación que se requiere para el éxito de los tratamientos. Estos sujetos
necesitan de un “ambiente controlado y bajo tutela médica, psicológica y psiquiátrica”
(Tirado, 2010, p.143). En ese sentido, las cárceles deberían fomentar el incremento de
tratamientos, la separación y creación de un espacio para el sector de criminales
psicópatas para que se mantenga un ambiente homogéneo y en el cual sea posible llevarse
a cabo un programa especial para su rehabilitación y poder llegar a la resocialización.
Ante ello se propone, como ya se ha explicado antes, los tratamientos existentes como la
terapia ambiental, la terapia cognitivo-conductual y la psicoterapia dinámica, todas estas
dentro del marco del modelo RNR. De esta forma las cárceles no serán un obstáculo o
impedimento, sino más bien una ayuda para el psicópata que trabaja en coordinación con
los centros psiquiátricos con el fin de reinsertarlo a la sociedad.

Como se ha podido ver existen dificultades con respecto a medidas que toma el
estado y hacia la existencia de lugares inadecuados o inhabilitados para brindar
tratamientos favorables hacia los psicópatas, como son las prisiones; sin embargo De
Lasala (2013) nos muestra un estudio realizado desde 1999 denominado programa
Chromis, el cual fue aplicado en el año 2005 en la Unidad Westgate de la Prisión
Frankland en Inglaterra. Este programa tiene como objetivo reducir la violencia y
controlar el riesgo para que se desarrolle en los pacientes un modo de vida pro-social.

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Para ello se aplicó el modelo RNR para poder analizar las necesidades del psicópata que
lo llevaban a realizar los crímenes. Durante el tratamiento se aplicó ante el reo una visión
futura con respecto a las decisiones que este tomaría, es decir, se planteó la opción de
cooperar con la terapia y las consecuencias favorables que traería para el paciente mismo,
lo cual ayudo de manera eficiente en la aplicación del tratamiento. La sesiones brindadas
fueron individuales, se mostraba de manera reiterativa por parte de los terapeutas la ayuda
y apoyo que el paciente tenia por parte de estos para mejorar su estado; por otro lado, se
le brindaba la confianza necesaria al psicópata para que de esta forma se incremente la
motivación y el compromiso, esto se daba por el control que el sujeto asumía durante el
tratamiento y el dominio que tenía con respecto a las decisiones y a su propia vida, todo
esto controlado de manera perspicaz por el terapeuta. Con respecto a los profesionales
que participan en este programa, se señala que estos deben de ser personas bien
informadas acerca de la población psicópata como también deben de identificar si es que
durante el proceso merecen un descanso, puesto que esta población requiere de un trabajo
complejo. Tras llevar estas medidas y hacer uso del modelo RNR y del tratamiento
cognitivo-conductual los resultados obtenidos fueron favorables para la rehabilitación del
psicópata. Morris (2010) afirma que los internos con componente psicópata de la prisión
de Westgate presenciaron

… cambios positivos en evaluaciones psicométricas de actitudes, estilos de


pensamiento y regulación emocional administradas antes y después de que los
componentes de habilidades cognitivas del Chromis se dirigieran a estas áreas.
También encontró que el equipo clínico juzgó que un 95% de los participantes
estaba progresando en el tratamiento. (De Lasala, 2013, p. 134)

Por otro lado, también se mostró por parte de los pacientes una actitud menos
resistente y más confiable hacia los tratamientos y especialistas. Esto demuestra que
mediante la aplicación de un programa bien definido en las prisiones, se puede llevar a
cabo la existencia de un ambiente adecuado para la rehabilitación del psicópata, y con la
participación de profesionales muy bien preparados se logra el éxito en tratamientos
brindados en las instalaciones penitenciarias. Los diversos tratamientos y medidas con las
que se puede tratar al psicópata llegan a dar resultados positivos y favorables tanto para
el mismo psicópata como para la sociedad, esto facilita el avance para rehabilitar al
criminal y motivo de llegar su reinserción en la sociedad. De esta forma tanto hospitales

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psiquiátricos como centros penitenciarios serán instituciones capaces de lidiar con una
población que sufre de un trastorno antisocial y prepararlos, enseñarles, motivarlos a un
cambio de actitud para que de esa forma sean partícipes de la sociedad como un ciudadano
más.

De acuerdo a lo expuesto anteriormente hay tratamientos definidos y avances que


se están aconteciendo para abordar de manera eficiente este problema. Sin embargo
podría, plantearse interrogantes muy cuestionadas como: ¿Por qué dedicar tiempo,
estudios e inversión a esta población tan peligrosa? ¿Qué pueden aportar de manera
positiva ellos a la sociedad? ¿Por qué no brindar ayuda solamente a los criminales sin
componente psicópata? Ya que, evidentemente ellos son más fáciles de tratar y sin duda
responderían rápidamente a los tratamientos expuestos. No se trata de enfocarnos en el
camino más sencillo o en los criminales más fáciles de resocializar. Por un lado, se quiere
la rehabilitación de sujetos que padecen una enfermedad mental y sufren del trastorno
antisocial, para que de esta manera puedan formar parte sólida y su participación sea de
manera positiva en la sociedad y por otro lado, se quiere llegar a la eliminación o
reducción de este trastorno antisocial para brindar a la sociedad bienestar, seguridad y de
esta forma ésta sea capaz de incluir a este grupo de personas que forman parte un proceso
de mejora debido a su estado mental.

El motivo por el cual se debe prestar atención principalmente a esta población es


porque cada vez es más numerosa y también porque existe una diferencia muy marcada
entre un criminal psicópata y un criminal o delincuente común.

En este último punto, tratar a un criminal psicópata corresponde a tratar el


trastorno antisocial en sí del que sufre, ya que éste le induce a cometer los actos delictivos
y tener un comportamiento peligroso frente a la sociedad. Para Marietan (2010) el
psicópata posee una libertad interior cuyo núcleo es la satisfacción de sus necesidades y
esto lo lleva a crear códigos propios e impide que este interiorice los valores morales
establecidos ya en la sociedad, lo cual es característico del TAP, estas necesidades giran
en torno a sus crímenes ya sean, violaciones, agresiones físicas, entre otros. Por lo que,
todas sus malas y peligrosas conductas forman parte del estado patológico que este sufre.
En cambio, un delincuente no psicópata, no sufre de una enfermedad mental o trastorno
alguno, este posee una libertad interior el cual está limitada a las leyes establecidas en la
sociedad y de las cuales es consiente frente a sus actos delictivos; los valores internos y

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externos están presentes en él, pero por algún motivo hace caso omiso y las causa de sus
crímenes están distantes del sufrir algún trastorno.

La diferencia marcada entre estos dos tipos de criminales es el trastorno que solo
uno de ellos sufre, por lo cual, se debe prestar atención en ese aspecto. Los psicópatas
sufren el TAP ya sea por motivos biológicos o sociales que son externos a él, lo cual debe
tomarse en consideración al momento de darle importancia a un problema tan complejo
como este. Por lo que, ante lo expuesto, se responden de manera particular las preguntas
antes mencionadas. Debe de dedicarse tiempo, estudios e inversión a este tipo de
población, el cual en muchos países esta desprotegida y esto se expresa en las medidas de
control que se toman para abordar este tema.

Por otro lado Támara, Bonelo y Lugo (2014) expresan la idea de que la
intervención, rehabilitación y resocialización de los psicópatas forman parte de la
inclusión social. Actualmente se habla de la inclusión social de personas con diferentes
rasgos étnicos, tradiciones culturales, niveles económicos; pero a decir verdad no se habla
acerca de la inclusión social para criminales psicópatas, lo cual considero un error.

Los delincuentes psicópatas son muchas veces alejados de la sociedad, lo cual


convendría utilizar el término de inclusión social para ellos, ya que como mencione antes
ellos sufren de un trastorno y si se añade un buen proyecto para mejorar a estos sujetos se
estaría demostrando la preocupación en incluirlos a la sociedad.

Finalmente, considero que poniendo en práctica la inclusión social para estas


personas, se podría llegar a un buen resultado más allá de la rehabilitación, sino más bien
que ellos sirvan de manera positiva a la sociedad, es decir mediante trabajos comunitarios
o porque no si su estado lo permite trabajar, estudiar, y ya no ser identificado como un
psicópata sino como una persona capaz de acoplarse a la sociedad y como alguien que
puede dar frutos a favor de esta.

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Conclusión
Como se ha señalado en este ensayo, el psicópata se caracteriza por sufrir un
trastorno de personalidad antisocial (TAP), quien mediante su estado agresivo,
manipulador e indiferente hacia la sociedad y hacia las leyes provoca un peligro con sus
delitos cometidos, por lo cual para algunos no es posible el hecho de la resocialización
para este tipo de personas.

En cuanto a esto y al enfoque al que va dirigido este trabajo acerca del


cuestionamiento si ¿Es posible que el psicópata se resocialice?, se ha llegado a un nivel
en donde esta idea puede volverse un hecho real y homogéneo para todos los países. Por
un lado, se pruebó la existencia de tratamientos eficaces como el tratamiento cognitivo-
conductual, la psicoterapia dinámica y la terapia ambiental; los cuales autores como Terol
(2008), Godoy y Esteban (2009) y Hernández (2014) señalan que son terapias favorables
para rehabilitar al psicópata criminal y para ayudar a la reinserción de éste a la sociedad.
Del mismo modo se señaló un modelo que va de la mano con dichos tratamientos, el
modelo denominado RNR, el cual hace posible que se le brinde un tratamiento adecuado
e individualizado al paciente según sus necesidades criminológicas para que la terapia sea
bien recibida y de ayuda para el psicópata. Frente a estas medidas observamos que en el
hospital psiquiátrico en Holanda, se han obtenido resultados positivos y avances en
mejorar la conducta del delincuente psicópata, lo cual no está muy distante para que estas
medidas y tratamientos se proyecten y se apliquen en los demás países. Esto demuestra
que si aplicamos todo lo mencionado en cuanto a tratamientos efectivos sí es posible
lograr un cambio en la conducta del psicópata.

Sin embargo, también se encontraron obstáculos que especialistas y autoridades


generan ante una solución rápida para este problema, se trata del encarcelamiento, se ha
podido ver que este mecanismo de solución empeora tanto la salud y condición del reo
psicópata como también genera una sobre población en las cárceles, lo cual origina que
el problema se acreciente en vez de disminuirse. Ante esto se señala que mediante un
buen plan o proyecto cuyo objetivo sea la rehabilitación del psicópata, y lleve consigo un
ambiente adecuado y buenos especialistas se pueden obtener resultados positivos ante la
rehabilitación del psicópata, como en el caso de la prisión mencionada en Inglaterra.

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Como se percibe, sí existen mecanismos y terapias en las cuales los delincuentes


psicópatas responden de manera positiva. De manera que estos tratamientos deben ser
bien ejecutados, es decir, se debe contar con la inversión necesaria, en cuanto al
implemento de instrumentos, presencia de especialistas bien capacitados, investigaciones
y estudios profundos, instituciones correctamente equipadas; si todo esto es tomado en
cuenta se podrá lograr la rehabilitación del delincuente psicópata, de este modo se toma
como ejemplo los países como Holanda e Inglaterra, las cuales un gran número de
pacientes disminuyeron su nivel de reincidencia e incluso lograron controlar actitudes
agresivas y con la ayuda de los terapeutas se logró generar un ambiente de motivación,
esencial para el proceso de rehabilitación. Todo lo mencionado, implica la posibilidad
certera de un cambio de comportamiento del psicópata y un avance en demostrar que
éstos si pueden disminuir su trastorno de personalidad antisocial.

Finalmente, se puede afirmar que pese al trastorno que sufren los psicópatas, estos
sí logran cambiar a un estilo de vida más saludable, controlando sus comportamientos
que ponen en peligro a la sociedad. Por otro lado, se vio acerca de la importancia y la
diferencia de ayudar a esta población que cada vez incrementa. Este tipo de personas
sufren de un trastorno, quienes requieren que se les brinde ayuda, ya que el estado de su
salud mental se debe a aspectos que escapan de ellos. Como también un punto final que
cabe resaltar es acerca de la inclusión social hacia este tipo de personas, tanto los
ciudadanos como las autoridades deben de darle la importancia pertinente a este tema
social; brindarle ayuda y la oportunidad de ser positivamente un parte activa de la
sociedad.

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