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Conocimiento Científico: Historia, Características y Limitaciones

Se define al conocimiento como un proceso en el cual se relaciona el


sujeto que conoce, que percibe mediante sus sentidos, y el objeto conocido o
percibido. Cuando el sujeto capta un objeto y se apropia de algunas de sus
características, se puede afirmar que dicho sujeto conoce, en alguna medida,
el objeto que ha percibido. Entre los distintos tipos que existen, se destaca el
conocimiento científico, como un proceso mediante el cual el hombre va
organizando el saber, va superando las experiencias cotidianas (pero sin
eliminarlas), hasta llegar a un saber más profundo y sistemático, ordenado,
coherente, verificable, preciso, especializado y universal.

De acuerdo a lo anterior, se puede establecer la importancia del papel


que ha jugado este tipo de conocimiento en el progreso de la humanidad,
pues si el hombre no hubiese buscado comprender los hechos u objetos que
suceden a su alrededor, el mismo no hubiera alcanzado el grado de
desarrollo que existe hoy en día. Por esta razón a continuación se realiza un
breve análisis sobre el conocimiento científico para comprender un poco de
su avance histórico, sus características y sus limitaciones.

En cuanto al aspecto histórico, existen reflexiones sobre el


conocimiento científico desde la Antigüedad, pero es en el siglo XX cuando
se piensa con más interés sobre los problemas que giran en torno al
conocimiento científico y se institucionaliza la filosofía de la ciencia como
disciplina. Tales reflexiones epistemológicas originan diversas formas de
concebir la ciencia: desde la ciencia como un conocimiento objetivo, cierto y
fiable, hasta lo contrario: la ciencia no es neutral, no es objetiva, no es
infalible, no hay progreso indefinido, no es autónoma, aunque se nos intenta
decir lo contrario.

En este sentido, la concepción de la ciencia se ha ido ampliando al


incorporar aspectos históricos, sociales y psicológicos, que antes se
consideraban ajenos a la actividad científica. Pensar sobre las diversas
concepciones de la ciencia que se ofrecen desde la filosofía puede
ayudarnos a situar y comprender mejor el conocimiento científico, por
ejemplo su caracterización, que a continuación se tratará de resumir.

Primeramente el conocimiento científico, es regional, sectorial; se ocupa


de partes, de áreas de la realidad; acota el universo, limitando así sus
problemas y haciendo de ellos un estudio exhaustivo. Se ocupa, por ejemplo,
de los astros-la astronomía-, de los seres orgánicos-la biología-, etc. Esta
característica además, se ha ido incrementando con el tiempo y en la
actualidad la especialización es cada vez mayor y las parcelas estudiadas
cada vez más pequeñas.

Por otro lado, también es crítico, ya que realizan un proceso de análisis,


de reducción del sector de la realidad que ha acotado a los elementos más
pequeños que pueden obtener para, a partir de ellos, sintetizar o reconstruir
la realidad que le ha servido de punto de partida. El físico, por ejemplo, para
estudiar la materia trata de descomponerla y descubrir cuáles son sus
componentes más pequeños, átomos, neutrones; y el químico reduce toda la
realidad a poco más de cien elementos.

De igual manera, el conocimiento científico posee el rigor del


razonamiento deductivo, puesto que sus conclusiones se obtienen mediante
inferencias precisas y, además, esas mismas conclusiones, o al menos
algunas de ellas, se confirman por medio de experimentos. Las afirmaciones
científicas se relacionan unas con otras sistemáticamente constituyendo
teorías y algunas de ellas coinciden con lo que ocurre en la realidad como se
puede comprobar mediante experimentos. Por muy coherente y atractiva que
resulte una teoría científica, si la realidad no responde confirmando sus
afirmaciones, si estas no pueden ser contrastadas empíricamente, la teoría
tiene que ser abandonada.

También encontramos que el conocimiento científico es intersubjetivo;


como las afirmaciones científicas están avaladas por la experiencia, cualquier
sujeto que posea los medios necesarios puede realiza los experimentos que
confirman las teorías científicas; por eso la ciencia, en la actualidad, es
universal y transmisible; la ciencia que se enseña y se practica en todos los
centros docentes y en todos los centros de investigación del mundo es la
misma, cosa que nunca había sucedido en la historia anteriormente con
ninguna otra creación cultural.

Finalmente en cuanto a las características, los conocimientos científicos


pueden ser aprovechables para las conveniencias vitales del ser humano;
partiendo de ellos, puede intervenir en la naturaleza y manejarla en beneficio
propio. El desarrollo científico que se produce en el mundo occidental a partir
del siglo XVIII ha permitido un desarrollo tecnológico que ha cambiado, y está
cambiando continuamente, el modo de relacionarse los seres humanos con
la naturaleza.

Ahora bien, a pesar de que el conocimiento científico pareciera ser


infalible en la búsqueda de comprender nuestro entorno en este mundo,
también tiene sus limitaciones. El desarrollo espectacular de la ciencia, y
especialmente de las ciencias empíricas de la naturaleza, nos conduce a
preguntarnos por los límites del conocimiento científico.
Desde el punto de vista epistemológico el primer límite es la posibilidad
de alcanzar la verdad, como asegura el falsacionismo, que expresa que la
ciencia es un conocimiento falible (que puede fallar o equivocarse). Sólo
podemos aproximarnos a la verdad, pero nunca estaremos seguros de
haberla alcanzado. El segundo límite se refiere a los condicionamientos
evolutivos de la ciencia. Por una parte, porque la ciencia se genera en
sociedades y culturas concretas, que condicionan muchos aspectos de la
propia ciencia. Y, por otra parte, porque nuestra propia racionalidad es
producto de un desarrollo evolutivo que pudo haber sido distinto.

El tercer límite son los métodos que se utilizan para alcanzar los
conocimientos científicos. Si se analizan con todo detalle, se observa que no
siempre se siguen métodos acertados y fiables. Por esa razón, Feyerabend
sostiene que la ciencia no es mejor que el mito o que la magia para
proporcionar información objetiva y útil sobre el mundo. Porque la ciencia
tiene sus limitaciones, pero también una gran capacidad de predicción y de
solución de problemas.

En cuanto a los límites tecnológicos, la ciencia, hoy más que nunca,


está condicionada por la tecnología, tanto para posibilitarla como para
limitarla, porque los tipos de datos de los que actualmente depende el
progreso científico sólo se pueden generar por medios tecnológicos. Y, sin la
tecnología, tal progreso terminaría por detenerse. Hay que advertir que los
últimos avances espectaculares de la ciencia, facilitados por la tecnología,
han creado una expectativa exagerada del poder de la ciencia. Ese
optimismo desmesurado, que los medios de comunicación potencian, impide
reconocer que el desarrollo de la ciencia conlleva límites.
Igualmente se puede establecer los límites del alcance del discurso
científico, basados en que la ciencia no es el único saber valioso y no puede
responder a todas las preguntas que la existencia humana plantea. Pretender
que la ciencia tenga todas las respuestas sobre la condición humana, sobre
el sentido de la vida, sobre la muerte, sobre las cuestiones políticas, etc., es
un error e incluso puede resultar peligroso.

Y por último, nos referiremos a los límites éticos, en el sentido de que la


ciencia y la técnica sitúan al ser humano ante múltiples posibilidades entre
las que ha de elegir para comprometerse en una dirección u otra. Por ello, se
hace necesario reflexionar sobre cuáles son los límites éticos de la ciencia.
Por ello hemos de favorecer la reflexión sobre los problemas. La reflexión
ética puede ayudar mucho a los científicos para comprender en profundidad
el sentido de su tarea.

Se puede concluir, de las reflexiones presentadas, que el conocimiento


científico, posee características muy particulares, que ha permitido el avance
de la humanidad, pero además de los atributos mencionados, este tipo de
conocimiento posee una cualidad muy importante que es la falibilidad o
posibilidad de incurrir en fallas, errores o equivocaciones. Cuando se
reconoce esta posibilidad, se acepta también la imposibilidad de obtener
conclusiones absolutas y definitivas, por lo tanto, el conocimiento científico es
un saber provisional, objeto de revisión permanente.

Referencias

Arias, F. (2006) El proyecto de investigación; introducción a la


metodología científica. 5ta edición. Caracas. Editorial Episteme.
Sabino, C. (2000) El proceso de investigación. Caracas. Editorial Panapos

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