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Suele ocurrir que pensamos que estamos escuchando a una persona y lo que
en realidad estamos haciendo es oyendo. Oír y escuchar no son lo mismo.
Para poder escuchar hay que hacer uso de la escucha activa, que no solo
presta atención a las palabras que una persona dice, sino también a su
lenguaje corporal y a la comunicación no verbal y emocional en general.
En cambio, son muchas las situaciones en las que los individuos ya saben lo
que van a decir incluso antes de que el otro interlocutor haya acabado de
hablar, ya sea por los prejuicios que tiene o porque ambos tienen un conflicto,
están a la defensiva y quieren tener la razón a toda costa. De esta manera, es
imposible que la buena comunicación fluya y que el debate constructivo
aparezca.
3. ¿Hablar o decir?
Ya sea en el lenguaje escrito o hablado, no es lo mismo hablar que decir: lo
importante no es hablar o escribir mucho sino hacerlo con brevedad y
precisión. No se trata de hacer uso de muchas palabras sino de emplear la
intensidad y profundidad adecuada, de comunicar algo interesante.
4. Falta de confianza
La falta de confianza puede hacer que no expresemos apropiadamente lo que
queremos decir y, en muchos casos, puede llevar a la falta de asertividad, a no
poder expresar las opiniones de uno mismo correctamente, de no poner límites
en las relaciones y, por tanto, en la buena marcha de la comunicación.
5. Falta de credibilidad
Igual que la falta de confianza, la falta de credibilidad también es importante a
la hora de comunicarnos con otras personas, ya sea con nuestra pareja, en una
empresa o a la hora de hacer un discurso en público.
6. Falta de empatía
La empatía es una habilidad social básica que es necesaria para poder convivir
con los demás. Está íntimamente relacionada con el hecho de no expresar
solamente lo que uno piensa, pues permite entender al otro interlocutor y su
punto de vista. Es clave para poder enviar un mensaje claro y preciso.