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Capítulo 1.

La estructura general de la justificación instrumental

1- Pretensiones y objetivos

Explotar las ideas fundamentales de la teoría pragmatista de la verdad, con un tratamiento


teórico-sistemático de la racionalidad del conocimiento. Propone ver el propósito del
conocimiento en términos metodológicos. La teoría del conocimiento será abordada desde la
epistemología metodológica, es decir, desde el ángulo de los métodos, procesos, técnicas,
procedimientos e instrumentalizaciones usadas en la “producción del conocimiento”.

Métodos de generación del conocimiento: algunas cuestiones controvertidas pueden ser


beneficiosamente iluminadas –y algunas hasta resueltas- aplicando la teoría general del método al
caso especial de la metodología cognitiva.

Para aclarar la naturaleza de la empresa en la que nos estamos por embarcar, y declarar
claramente las preguntas que debemos esforzarnos por responder. La cuestión pivote es: ¿Cuál es
la justificación o legitimación racional apropiada para las afirmaciones del conocimiento?
No nos vamos a meter en preguntas de la forma “¿Cómo conocés/sabés que p?”. Éstas se
resuelven haciendo referencia a los procedimientos particulares y apropiados a las cuestiones
específicas; a la criteriología pertinente. Sin embargo, detrás de este nivel de consideraciones yace
un nivel más profundo en el cual uno puede plantear preguntas como “¿Qué es lo que califica
(juzga?) a los procedimientos de la física como los dispositivos propios y apropiados para
responder a estar preguntas?”. Admitiendo que de manera estándar nosotros usamos tales-y-tales
normas o estándars o procedimientos para sostener las afirmaciones cognoscitivas que hacemos,
¿qué tipo de consideraciones establecen la legitimidad o propiedad de éstos en su rol de bases
adecuadas y apropiadas para el tipo de cosa que denominamos conocimiento?”. Éste nivel más
profundo de justificación o legitimación racional se mantendrá en el foco de nuestro interés.
¿Qué tienen estas razones, para que sean establecidas como bases apropiadas y con carácter
probatorio para la afirmación en cuyo nombre son aducidas? Las deliberaciones de este libro se
moverán en este ámbito, el nivel filosóficamente más profundo en el que puedan plantearse las
cuestiones de a legitimación del conocimiento. Su tema central será por tanto la racionalización de
los métodos cognitivos.

2- Aspectos de la metodología: teleología.

Metametodología o metodología general: disciplina que estudia la teoría de los métodos en sus
variados aspectos; metodología comparativa, métodos para concebir métodos, metodología para
evaluar, redefinir, implementar. De todo esto, se apuntará a la evaluación de métodos, o más bien
la cuestión de su justificación o validación.

. Sobre la justificación instrumental: ¿Cómo es justificado o legitimado un


‘medio/instrumento/camino para hacer cosas de un cierto tipo”. Esta justificación debe hacerse de
manera teleológica (atendiendo al propósito – purposive)
Un método nunca es un método ‘puro y simple’ sino siempre un método-para-la-realización-de-
un-fin, por lo que la inevitable pregunta teleológica sobre la efectividad en la realización de sus
propósitos se vuelve central en la cuestión de la justificación. Un método es, después de todo, algo
intrínsecamente relativo a sus propósitos.

Atendiendo particularmente a la metodología, los pragmatistas ciertamente tenían razón: no hay


una manera más adecuada o natural de justificar un método más que estableciendo que ‘funciona’
respecto a las tareas específicas para las que fue pensado. La prueba más apropiada para evaluar
la corrección de cualquier aspecto metodológico debe responder a la pregunta
paradigmáticamente pragmatista: ¿Funciona? ¿Alcanza los propósitos que pretendía?
Lo instrumental/los instrumentos son invariablemente ¿utilitarios?: son medios para la realización
de ciertos fines. De acuerdo con esto, todo lo metodológico es validado apropiadamente en
términos de su habilidad para lograr sus propósitos.

De estas consideraciones se sigue que el estándar natural para la evaluación racional de los
métodos es el éxito. La prueba apropiada de un método se basa en su capacidad para realizar
efectiva y eficientemente el tipo de producto que constituye teleológicamente su razón de ser. La
justificación de un método reside en un análisis instrumental que determina su habilidad.
La legitimación racional de un método no es para nada una cuestión de consideraciones teoréticas
sobre principios abstractos, sino esencialmente prácticas en su orientación.
La utilidad es la consideración decisiva cuando hablamos de la validación de un método.
“Evaluación teleológica”.

3- Aspectos de la metodología: generalidad

La justificación instrumental de un método es inevitablemente general

4- La evaluación crítica de métodos y la dinámica del progreso metodológico

Una vez que estamos en posición de examinar alcance justificado de un método, también
estaremos en posición de evaluar la justificación relativa a métodos rivales.
La superioridad entonces se decide en base a la evaluación teleológica de los resultados. El
desempeño superior es la clave del progreso metodológico.

5- La dimensión darwiniana

Modelo evolucionario de evaluación de métodos: sus elementos esenciales son la variación y la


selección. La variación debe siempre darse al respecto de métodos que mantengan el mismo
propósito –lo que varía es el método, no lo-que-se-quiere-. Con respecto a la selección, es claro
que aquí no hablamos de una ‘selección natural’ a la manera de Darwin, sino más bien de una
‘selección racional’, esto es: una opción racional y crítica a la hora de adoptar un método
particular entre varios competidores, y adoptar precisamente el más exitoso a la luz de la
finalidad-orientadora explícita.
Puede decirse que el desarrollo evolutivo puede verse al mismo tiempo como un reflejo de la
justificación racional: el desarrollo histórico representaría un avance progresivo hacia nuevos
métodos que han demostrado su superioridad.

Entonces, básicamente tres factores importantes: la constancia del propósito, la innovación


creativa operacional y la racionalidad crítica.
(Si esto funciona..) La estabilidad metodológica y la supervivencia a largo plazo –de un método-
puede servir como indicador de una justificación teórica de los instrumentos metodológicos –y
esta idea de la fuerza de validación de las consideraciones respecto de la estabilidad se remonta a
Peirce-.

La supervivencia metodológica es –bajo circunstancias apropiadas- un indicador de justificación


racional ¿probatoria?
Claro que este aspecto evolucionario y progresista sólo caracteriza instrumentos (métodos, etc.)

6- Prospect:

La discusión hasta ahora lidió con el proceso genérico de la evaluación instrumental de métodos
en generalidad abstracta, y en su aspecto dinámico y evolutivo. A continuación, éstas
consideraciones serán relacionadas con el caso de la metodología cognitiva, es decir, con aquellos
métodos epistemológicos utilizados para la “producción del conocimiento”. Con suerte, se verá
que algunos de los problemas tradicionales de la teoría del conocimiento pueden ser útilmente
clarificados desde esta perspectiva.

Capítulo 2. Las raíces pragmáticas del conocimiento fáctico

1- El modelo de aceptación del conocimiento

Al admitir que la investigación científica –o también de la vida diaria- nos provee cierta
información sobre el mundo, estamos obligados a admitir también que esto nos autoriza a aceptar
ciertas tesis fácticas –y con ‘aceptar’ debe ser entendido aceptar-como-verdad-. Cualquier
comprensión de las afirmaciones científicas o cotidianas como ‘dadoras-de-información’ produce
un modelo de aceptación de la investigación racional hacia “la verdad” de las cosas. Nuestro
interés presente tiene que ver con la verdad de las afirmaciones sobre el mundo –no con su
naturaleza (es decir, con qué es la verdad) sino con su criteriología (es decir, cómo puede uno
evaluar para determinar si es razonable afirmar que la ha encontrado).
Por supuesto que podemos no tener éxito en encontrar “la verdad real”, pero a menos que
estemos preparados para tener una postura comprometida hacia lo que encontremos –es decir,
para afirmar que nuestros hallazgos representan lo que realmente es el caso, y por ello los
aceptemos, al menos provisionalmente, como verdaderos-, sólo nos resta simplemente abandonar
una ¿postura cognitivamente orientada hacia el mundo?

Esta aceptación debe ser entendida en un sentido categórico, no hipotético. El problema presente
no es el de la verdad condicional de la lógica –que si aceptamos P, entonces debemos aceptar Q-.
Nuestro interés refiere a las tesis categóricas que afirman que tal y tal es el caso sobre el mundo,
que real y verdaderamente es el caso.

La postura frente a nuestros esfuerzos cognitivos respecto de la adquisición de información por


tanto apunta hacia la idea de un procedimiento investigativo: un modus operandi sistemático para
validar la aceptación –como verdad o presunta verdad- de estas tesis estrictamente fácticas. La
idea de un procedimiento investigativo implica una concepción más o menos ortodoxa de las
finalidades de la investigación en términos de la adquisición de la información.
Dichos procedimientos deben satisfacer ciertas mínimas condiciones de racionalidad, como la
consistencia y otros requerimientos lógicos básicos.
Cuestión del ‘control de calidad’, es decir, el problema de evaluar cuán capaz es el método
cognitivo de cumplir los objetivos pretendidos: éste es el tema central del libro.

Casi todas las discusiones epistemológicas tienen su punto de partida en los tipos de evidencia que
validan la aceptación de tesis. Comienzan en un nivel específico de cierta metodología particular
dentro de la argumentación, más que en un nivel genérico de consideraciones de metodología
probatorias en general. Simplemente se asume que hay metodologías opuestas/contrarias, sin que
la propia haya recibido en primer lugar una legitimación regulativa. Nuestra aproximación insiste
en la centralidad de un nivel superior, de la cuestión activa de la metodología –sobre cómo uno
arriba a la verificación de las tesis.
El dominio de la metodología cognitiva es amplio, incluye varias cuestiones dependiendo de si uno
se enfoca en los métodos de adquisición, o de validación, o de procesamiento o utilización de la
información. Es específicamente la metodología de validación o verificación de las afirmaciones
fácticas la cuestión central aquí.
El problema de la legitimación de nuestros métodos de validación de tesis.

2- El problema de la legitimación para métodos cognitivos. El ¿diallelus? (regresión al


infinito)

¿Cómo puede uno determinar si un procedimiento de investigación orientado a lo fáctico es


adecuado? ¿Qué tipo de prueba podemos aplicar?
Se podrí pensar que quizás uno puede simplemente utilizar el procedimiento estándar de control
de calidad evaluando la adecuación de un proceso en términos de los méritos de su producto.
Lamentablemente, esto no funcionará.
El problema es el criterio que representa nuestro estándar de verdad.
Tener a C por criterio para la determinación de la verdad fáctica o empírica implica que uno estaría
comprometido a clasificar una proposición P pretendidamente fáctica como verdadera si y sólo si
C(P), es decir, si y solo si P cumple las condiciones especificadas en C.
No tiene importancia al argumento la naturaleza de C. La discusión procederá al nivel de
generalidad donde no será considerado ningún C en particular. (…) Todo lo que importa aquí es
que seamos serios con C; que C real y verdaderamente sea el criterio con el que estaos
efectivamente comprometidos a utilizar en la determinación de la verdad fáctica.

¿Cómo validamos nuestro uso de C? ¿Puede demostrarse que estamos racionalmente justificados
para utilizar C? Esperemos que así sea, considerando nuestra opción totalmente libre de permitir
que C tenga un alcance superior a todas las alternativas posibles.
La pregunta sobre la adecuación de C es simplemente esta: ¿Lleva C a la verdad?
Pero, ¿cómo podríamos implementar significativamente el programa de justificación inherente a
esta pregunta? Aparentemente sólo hay un camino: mirando, por un lado, las proposiciones
validadas por C, y verificando, por otro lado, si ellas son efectivamente verdades de hecho. Pero si
C es real y efectivamente nuestro criterio para la determinación de verdades fácticas, entonces
este ejercicio es enteramente inútil. Nosotros no podemos juzgar C con el estándar
aparentemente "natural" que propone la pregunta. Sea a lo que sea que arribe como verdad, será
realmente verdad, porque nosotros utilizamos ex hypothesi a C como la determinación
precisamente de esto.

En este punto se vuelve crucial que C real y verdaderamente sea el criterio que efectivamente
utilizamos para determinar la verdad.

Esta línea de razonamiento es conocida desde el escepticismo antiguo bajo el título de 'diallelus',
un tipo particular de circulus in probandi. Montaigne presentó este argumento circular de la
siguiente manera: "Para decidir entre lo verdadero y lo falso entre las apariencias de las cosas
tenemos que tener un método definido (un instrumento de juicio); para validar ese método
necesitamos tener un argumento que lo justifique; pero para validar es argumento justificatorio
necesitamos el mismo método en cuestión. Y así entonces nos encontramos dando vueltas en el
círculo." [Essaies, Bk II, ch. 12 (“An Apologie of Raymond Sebond” ); p. 544 of the M odem Library
edition of The Essays of Montaigne (New York, 1933).]

El argumento prueba, de la manera más decisiva que pueda admitirse a un argumento filosófico,
que nuestro estándar de verdad fáctica no puede ser validado exhibiendo de alguna manera
directamente que 'de hecho' cumple de manera apropiada su pretendida tarea de funcionar como
determinador de verdad.
En principio, es imposible hacer una verificación directa de este tipo respecto del funcionamiento
de nuestros métodos de determinación de la verdad.

3- Teleología cognitiva: el aspecto dual de teoría y práctica

Entonces, no hay una forma directa de comprobar la adecuación de nuestros procedimientos de


indagación. Por lo tanto, es necesario explorar las posibilidades de una estrategia de validación
diferente. Exploraremos de manera más profunda las posibilidades de aplicar en el caso particular
de los métodos cognitivos el tipo de validación instrumental cuya estructura general consideramos
en el primer capítulo.

Hay que afrontar con las cuestiones de la teleología cognitiva. ¿Cuál es la verdadera función de las
verdades o pretendidas verdades validadas por un procedimiento de investigación? ¿Cuáles
objetivos son los apropiados respecto de la cognición? Simplemente, ¿cuáles son los propósitos
‘alemanes’ para un método determinador de verdad, qué es lo que proponemos hacer con las
proposiciones que son validadas como verdad?

Estas preguntas aparentemente simples plantean problemas difíciles de resolver. Sobre todo, nos
fuerzan a reconocer el hecho monótonamente familiar –pero igualmente fundamental- de la
ambiciosa naturaleza humana como criatura de mente y cuerpo, intelecto y deseo, razón y acción,
teoría y práctica.

Reconociendo estas dualidades, nuestro conocimiento responde a dos categorías diferentes de


propósitos, el teórico y el práctico. El sector teórico de propósitos es puro y el práctico es de
orientación aplicada. El teórico responde a los intereses estrictamente intelectuales del hombre –
la adquisición de información descriptiva y comprensión explicativa (al qué y al por qué)-, mientras
que el práctico se relaciona con los intereses materiales del hombre, que subyacen como guía de
la acción: evitar el dolor, el sufrimiento, la frustración, etc. (…) Que aceptemos o no las verdades
fácticas conlleva a profundas implicancias en ambos lados, dado que dicha aceptación suministra
la guía tanto para las creencias como para la acción en la persecución de nuestras metas prácticas

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