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“Todo trabajo es, por un lado, gasto de fuerza humana de trabajo en un sentido
fisiológico, y es en esta condición de trabajo humano igual, o de trabajo
abstractamente humano, como constituye el valor de la mercancía. Todo trabajo, por
otra parte, es gasto de fuerza humana de trabajo en una forma particular y orientada a
un fin, y en esta condición de trabajo útil concreto produce valores de uso”. (p. 243)
“El hombre hizo su vestimenta durante milenios, allí donde lo forzaba a ello la
necesidad de vestirse, antes de que nadie llegara a convertirse en sastre. Pero la
existencia de la chaqueta, del lienzo, de todo elemento de riqueza material que no sea
producto espontáneo de la naturaleza, necesariamente estará mediada siempre por una
actividad productiva especial, orientada a un fin, la cual asimila a necesidades
particulares del hombre materiales naturales particulares. Como creador de valores de
uso, como trabajo útil, pues, el trabajo es, independientemente de todas las
formaciones sociales, condición de la existencia humana, necesidad natural y eterna
de mediar el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza, y, por
consiguiente, de mediar la vida humana”. (pp. 239-240)
Los valores de uso, es decir, los cuerpos de las mercancías, “son combinaciones de
dos elementos: material natural y trabajo. [...] En su producción, el hombre sólo puede
proceder como la naturaleza misma, vale decir, cambiando, simplemente, la forma de
los materiales”. (p. 240)
“En una sociedad cuyos productos adoptan en general la forma de mercancía, esto es,
en una sociedad de productores de mercancías, esa diferencia cualitativa entre los
trabajos útiles (los cuales se ejercen independientemente unos de otros, como
ocupaciones privadas de individuos autónomos) se desenvuelve hasta constituir un
sistema multimembre, una división social del trabajo”. (p. 239)
“gasto productivo del cerebro, músculo, nervio, mano, etc., humanos”. (p. 241) “Es
preciso, por cierto, que la fuerza de trabajo humana, para que se la gaste de esta o
aquella forma [es decir, mediante actividades productivas cualitativamente diferentes],
haya alcanzado un mayor o menor desarrollo”. (p. 241)
Trabajo simple y trabajo complejo desde el punto de vista del valor de la mercancía
que mediante el trabajo se objetiva:
“Gasto de la fuerza de trabajo simple que, término medio, todo hombre común, sin
necesidad de un desarrollo especial, posee en su organismo corporal. El carácter del
trabajo medio simple varía, por cierto, según los diversos países y épocas culturales,
pero está dada para una sociedad determinada. Se considera que el trabajo más
complejo es igual sólo a trabajo simple potenciado o más bien multiplicado, de suerte
que una pequeña cantidad de trabajo complejo equivale a una cantidad mayor de
trabajo simple. La experiencia muestra que constantemente se opera esa reducción.
Por más que una mercancía sea el producto del trabajo más complejo, su valor la
equipara al producto del trabajo simple y, por consiguiente, no representa más que
determinada cantidad de trabajo simple. Las diversas proporciones en que los distintos
tipos de trabajo son reducidos al trabajo simple como a su unidad de medida, se
establecen a través de un proceso social que se desenvuelve a espaldas de los
productores, y que por eso a estos les parece resultado de la tradición. Para simplificar,
en lo sucesivo consideraremos directamente toda clase de fuerza de trabajo como
fuerza de trabajo simple, no ahorrándonos con ello más que la molestia de la
reducción”. (pp. 241-242)
Fuerzas productivas:
Trabajo y labor:
Nota de Friedrich Engels: “La lengua inglesa tiene la ventaja de poseer dos palabras
distintas para esos dos diferentes aspectos del trabajo. El trabajo que crea valores de
uso y que está determinado cualitativamente se denomina work, por oposición a
labour; el que crea valor, y al que sólo se mide cuantitativamente, es labour, por
oposición a work”. (p. 244)