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LA NULIDAD O ANULABILIDAD DE RECONOCIMIENTO DE UN HIJO

I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA:

a. ¿La demanda de nulidad y anulabilidad de reconocimiento de un hijo es competencia de los


juzgados civiles o juzgados de familia?

b. ¿Es correcto demandar ambas pretensiones de naturaleza civil, por cuanto, de conformidad con
el artículo 395 del Código Civil, está prohibido la revocación del reconocimiento de un hijo?

II. CASOS.

Primer Problema:

Gustavo, un hombre de buena posición económica, decide reconocer al hijo de Patricia, a pesar
que no es suyo, con la promesa de la madre que presionará al verdadero padre para que lo
reconozca. Sin embargo el tiempo pasa, y no se materializa la promesa otorgada. En vista de ello,
Gustavo, con ayuda de un abogado interpone una demanda nulidad de acto jurídico sobre el acto
de reconocimiento del menor, en base al numeral 05 del artículo 219 del Código Civil (simulación
absoluta) en un juzgado civil, dirigiéndola contra la madre de éste último; interponiéndola
inicialmente ante un juzgado de familia, habiendo sido declarada improcedente, por cuanto el
artículo n° 395 del Código Civil, imperativamente niega la posibilidad de “revocar el
reconocimiento de un hijo” (Sentencia de vista n° 1420-2006 Sala Especializada de Familia).

Segundo Problema:

Alfredo interpone una demanda de anulabilidad de acto jurídico por presunto dolo en el
reconocimiento ante un juzgado civil, dirigiéndola contra Silvia (madre) y Guillermo (hijo), al haber
reconocido como su hijo a un menor nacido dentro del matrimonio, al haberle hecho creer la
madre que el hijo que tuvo era suyo, cuando realmente no lo era. Ésta demanda fue declarada
improcedente en las 02 instancias de la Corte Superior de Justicia de Lima, por cuanto, el proceso
debía ser conocido por el juzgado de familia, vía acción de negación de paternidad, por cuanto el
hijo había nacido dentro del matrimonio (Casación n° 2705-2007).

Tercer Problema:

Una pareja de esposos de edad avanzada (abuelos) interpone una demanda de nulidad de acto
jurídico por simulación absoluta del reconocimiento como “hija” a su nieta, ante un juzgado civil,
habiendo llegado hasta la Corte Suprema de la República donde se determinó amparar
definitivamente su pretensión. (Casación n° 1230-96 Huaura).

III. DESCRIPCIÓN DEL CONTEXTO EN QUE SE DESARROLLA EL PROBLEMA.


Que existe una gran discrepancia y confusión entre la gran mayoría de los Magistrados de los
Juzgados Civiles y Juzgados de Familia de las diversas instancias, al determinar indistintamente que
son o no son competentes, para conocer las pretensiones de nulidad y anulabilidad sobre el
reconocimiento de un hijo, sin tener en cuenta, realmente la naturaleza jurídica del acto celebrado
por parte del supuesto padre, dentro de las negocio jurídico, regulado por el Libro II del Código
Civil.

Esto ha suscitado que la gran mayoría de los justiciables se sientan confundidos al no comprender
ante que juzgado debe interponer su demanda y que pretensión demandar cuando se presente
éste tipo de controversia.

IV. JUSTIFICACION.

La presente investigación se justifica en la medida que se pueda proponer la regulación más


adecuada en nuestro Código Civil, respecto a la pretensión de nulidad o anulabilidad del
reconocimiento de hijo, estableciéndose algunos parámetros para que los magistrados puedan
determinar correctamente cual es la vía procedimental de acuerdo a la naturaleza jurídica del acto
celebrado. Lo que se pretende demostrar, es que la pretensión de nulidad o anulabilidad de acto
jurídico, (sobre el reconocimiento efectuado), interpuesta bajo los fundamentos de derecho
contenidos en el libro II del Código Civil, los juzgados civiles no serían competentes en tramitarlos,
por cuanto, NO es aplicable a los actos jurídicos en sentido estricto (como es el reconocimiento del
menor) sino a los contratos y a los negocios jurídicos unilaterales intervivos con contenido
patrimonial, por cuanto ésta forma de impugnación de la paternidad tiene su propia normatividad,
amparada en el libro III del Código sustantivo.

En tal sentido en recurrimos a los códigos civiles italiano, portugués y alemán para desarrollar el
presente trabajo. Para ello definiremos que es un acto jurídico, negocio jurídico, la nulidad,
anulabilidad, simulación, y la posibilidad de accionar legalmente bajo las reglas contenidas en el
Libro II de Código Civil.

V. DOGMATICA JURIDICA.

a. DEL ACTO JURÍDICO AL NEGOCIO JURÍDICO.

1) Acto Jurídico. Es el acto humano, realizado consciente y voluntariamente por un sujeto (por lo
general capaz de obrar), del cual nacen efectos jurídicos, porque el sujeto, al realizarlo, quiere
determinar un resultado; y tal resultado se toma en consideración por el derecho.

Son actos humanos no jurídicos, aquellos que, por su naturaleza, no son materia de relaciones
jurídicas y aquellos que tienen por sustrato un interés no – merecedor de protección jurídica.
Prescindiendo de los actos jurídicos que entran en el campo del derecho público y penal
(sustancial) o en el campo del derecho procesal (civil o penal), los actos jurídicos que deben
asignarse al territorio del derecho privado, son –de ordinario- manifestaciones de voluntad.
Pueden distinguirse como veremos en seguida.

a. Actos que consisten en declaraciones de voluntad, o sea en conjunto de palabras, pronunciadas


o escritas, o de signos, o en comportamientos, por medio de los que el sujeto hace saber
(comunica) a otro que se tiene una determinada voluntad –hecha jurídicamente relevante con la
declaración- y que persigue un determinado efecto, que se hace considerar como dependiente de
aquella voluntad: la cual es determinante de aquel efecto. El efecto perseguido es siempre la
modificación o la conservación, de una determinada situación; más exactamente, la creación,
modificación o extinción de una relación jurídica o de un derecho subjetivo, o de un status, en
cuanto reconocidos válidos por el ordenamiento jurídico.

Estos actos se llaman negocios jurídicos. Hay que advertir inmediatamente que es normal una
cierta separación en el tiempo entre el nacimiento del negocio y su eficacia.

b. Actos que consisten en la inmediata realización de una voluntad (denominados actos reales, o
efectuales, o materiales, o no negociales, o comportamientos); esos actos no consisten en
declaraciones (de voluntad).

Ejemplo de ellos son: el apropiarse de un tesoro; la toma de posesión (aprehensión); la entrega


(tradición); la mezcla o especificación de cosa; la ocupación de una cosa; la construcción de nave;
percepción de frutos; el pago, etc.

Aquí no hay diferencia de tiempo entre la producción del acto y su efecto, ya que la voluntad que
anima al acto, está dirigida a la obtención de un efecto material inmediato; y tampoco tiene
relevancia el que sea conocido de otro el efecto que se sigue del acto. De estos nacen, además de
los efectos materiales propios de cada uno, también efectos jurídicos, aun cuando el acto esté
dirigido, por el sujeto que lo realiza, únicamente a la obtención del resultado material y aun
cuando quien lo realiza sea incapaz de obrar.[1]

Para DOMENICO BARBERO, el acto jurídico expresa en el género de los hechos, el comportamiento
voluntario de un sujeto, productor de efectos solamente en cuanto y porque voluntario. De sus
elementos evento, voluntariedad e intención, el acto jurídico se caracteriza por los 02 primeros y
la irrelevancia del tercero. “voluntariedad” no significa aquí otra cosa que cumplimiento voluntario
del acto; no ya por la persecución a través del acto, de ciertos efectos. En la persecución de esos
efectos consiste la intención, y ésta, aunque la hubiese, es para el “acto jurídico” irrelevante, es
decir, no tomada en consideración por el derecho, que dispone los efectos del acto
independientemente de la intención (finalidad) del autor, o con la sola consideración al hecho que
es voluntario. De manera que tales efectos pueden ser también contrarios a los perseguidos por el
sujeto, y como acontece en la amplia serie de los actos ilícitos, representar, incluso, una reacción
del orden jurídico contra la intención del sujeto.
Por otra parte, en virtud de la relevancia del voluntario, el “acto jurídico” se distingue del mero
“hecho jurídico” en que, según vimos, es relevante el solo evento, el acaecimiento exterior, en su
fenomenocidad.

Define, al “acto jurídico”, no ya como una “manifestación de voluntad” sino como una
manifestación, o mejor todavía, un comportamiento voluntario del sujeto al que el derecho y
vincula determinados efectos jurídicos en cuanto precisamente y sólo porque es voluntario.[2]

Dentro del universo de los hechos jurídicos existe la categoría de los hechos jurídicos voluntarios
llamados actos jurídicos que se caracterizan por estar conformados por una o más
manifestaciones o declaraciones de voluntad emitidas con el propósito de alcanzar un resultado
práctico, que en cuanto tutelado por el ordenamiento jurídico se convierte en un resultado
jurídico.

Estos actos jurídicos (llamados en otros sistemas doctrinarios y legales negocios jurídicos)
constituyen sin lugar a dudas la especie más importante de hechos jurídicos voluntarios, por
cuanto a través de ellos los particulares tienen la posibilidad de satisfacer sus múltiples y variadas
necesidades en su vida de relación con otros sujetos de derecho, razón por la cual la doctrina les
ha prestado mucha atención.

Los actos jurídicos son caracterizados como la manifestación más importante del fenómeno
jurídico denominado “autonomía privada” entendida como el poder que tienen los particulares,
sean persona naturales o jurídicas, en los diferentes sistemas jurídicos, para autorregular sus
intereses privados vinculándose con los demás con el fin de satisfacer sus más variadas y múltiples
necesidades. Para poder ejercer este poder o facultad de la autonomía privada, los particulares
tienen la libertad de celebrar los actos jurídicos que consideren convenientes, por cuanto a través
de los mismos podrán alcanzar los resultados prácticos que deseen, creando, modificando,
regulando, o extinguiendo relaciones jurídicas de carácter patrimonial o extrapatrimonial.[3]

2) Negocio Jurídico. Es una declaración de voluntad (privada) o conjunto de declaraciones de


voluntad (privadas) dirigidas a la producción de efectos jurídicos (aunque no clara y enteramente
previstos por quien emite la declaración y concebidos por él como efectos meramente o
predominantemente económico y práctico), que el ordenamiento jurídico reconoce y garantiza –
de ordinario- en los límites de la correspondencia o coherencia, entre ellos la voluntad que
persigue tales efectos y en cuanto se trate de efectos no – ilícitos.

Lo que no se puede negar es, pues, que los efectos jurídicos nacen, no sólo en dependencia y en
virtud de la común intención de las partes, sino, porque el ordenamiento jurídico los reconoce y
en la medida en que los reconoce. El negocio y la voluntad negocial son, por consiguiente,
solamente la premisa de hecho de los efectos que se generan; la causa de ellos, en sentido propio,
está el ordenamiento jurídico.
Además, los efectos del negocio, aún cuando correspondan a la voluntad (la denominada
intención del declarante), derivan sobre todo del ordenamiento jurídico y solo en parte de aquella
voluntad: en el sentido de que se dan exclusivamente efectos legales. Así se justifica que puedan
darse efectos jurídicos del negocio que van mas allá de las previsiones del sujeto (si él ha hecho
tales previsiones), y que a la inversa, no se sigan –porque el ordenamiento jurídico no lo
consiente- determinados efectos jurídicos o se sigan efectos jurídicos diversos de los que el sujeto
mismo se prometía al dar vida al negocio.

El negocio jurídico es un instrumento práctico, ofrecido por el ordenamiento jurídico, mediante el


cual el sujeto provee, dentro de los límites de lo lícito, a determinar efectos que se refieren a sus
intereses (o excepcionalmente, que se refieren también a los otros sujetos), en el campo de las
relaciones jurídicas, de los derechos subjetivos y de los status (constitución, transferencia,
modificación, extinción): de este modo, se aclara el nexo lógico (de instrumentalizar), entre el
negocio jurídico, de una parte, y de las relaciones jurídicas, los derechos subjetivos.

Es la manifestación mas saliente de la denominada autonomía privada o autonomía de la


voluntad, en el sentido de que, mediante el mismo, la voluntad del individuo vale, en el ámbito del
ordenamiento jurídico, para modificar situaciones preexistentes, ejercitando así una función
constitutiva (dispositiva). Lo que no significa que se pueda calificar el negocio jurídico como
“precepto” de la autonomía privada.

Naturalmente la autonomía no es ni puede ser ilimitada; por el contrario, está sometida a límites
dirigidos a la tutela de los intereses generales (aspecto social de la autonomía de la voluntad) y de
los intereses de los y terceros, los cuales interés no se podrían dejar a merced de la voluntad del
individuo. Pero, dentro de esos límites, se puede decir que la misma es decisiva, si no se quiere
decir en absoluto que es soberana.[4]

Para DOMENICO BARBERO, el negocio jurídico, es la manifestación voluntaria de una intención. La


“manifestación” representa el hecho, el evento, el acontecimiento exterior; la “voluntariedad”
determina su configuración en calidad de “acto” (acto humano); la intención, además, caracteriza
este acto en su calidad de “negocio”. Estos 03 elementos tienen relevancia en el “negocio”: sin la
manifestación, no habría “hecho”; si la voluntariedad es irrelevante o falta, no habrá “acto”; si
falta o es irrelevante la intención “no habrá “negocio”. Define al negocio jurídico como la
manifestación voluntaria de intención a la cual el orden jurídico vincula los efectos reconocidos
necesarios o convenientes para su mejor realización en forma jurídica.[5]

Para MORALES HERVIAS, El negocio jurídico(10) es un acto que produce, modifica o extingue
normas jurídicas (concepción normativa) que constituye un ordenamiento jurídico (concepción
institucional), es un acto vinculante de privada reglamentación de intereses (concepción
axiológica), es acto programático (concepción programática) y un acto estructural de
comunicación social (concepción performativa). Los aspectos de lo programático y de lo
performativo (estructural) nos ayudarán a entender la diferenciaEl negocio jurídico es un acto que
produce, modifica o extingue normas jurídicas (concepción normativa) que constituye un
ordenamiento jurídico (concepción institucional), es un acto vinculante de privada reglamentación
de intereses (concepción axiológica), es acto programático (concepción programática) y un acto
estructural de comunicación social (concepción reformativa).[6]

Después de los conceptos desarrollados los conceptos de acto jurídico y de negocio jurídico,
corresponde desarrollar en base la teoría de la validez es uno de los temas jurídicos más arduos,
sobre todo porque en gran medida está vinculado al concepto mismo de Derecho, y porque de su
seno surgen otros conceptos como el de nulidad, anulabilidad, nulidad relativa, nulidad parcial
etc., generando un panorama de aparente complejidad. A esto viene a sumarse la falta de
homogeneidad, tanto en la doctrina como en la legislación respecto del contenido de los términos
ineficacia e invalidez.

Adicionalmente la aparición del concepto inexistencia creado por la jurisprudencia francesa y que
ha gozado de cierta aceptación tanto en España como en Italia ha tornado confuso el panorama. Y
como quiera que nuestro Derecho no ha sido ajeno a la influencia de estas tres legislaciones, no
resulta extraño encontrar que en nuestra jurisprudencia muchas veces se utilicen estos términos
como sinónimos, cuando como veremos son perfectamente diferenciables.

b. SOBRE LA VALIDEZ E INEFICACIA DEL NEGOCIO JURIDICO.

Como sabemos, el Derecho reclama que haya correspondencia entre la realidad y la tipicidad
negocial que describe la norma jurídica. Sin embargo, esta correspondencia no siempre se
presenta. La discrepancia entre el hecho que realizan las partes y la ley supone una trasgresión de
la norma, surge así la ineficacia como una sanción, como un recurso del ordenamiento jurídico
ante una infracción. Pero la falta de correspondencia puede ser de diversos tipos y gravedad, por
tanto la sanción también variará en función de esta divergencia.

Los grados de ineficacia están directamente relacionados con la clase de defecto o vicisitud de que
adolece el contrato. Así por ejemplo, el nivel más grave de ineficacia es el que se origina como
consecuencia de la trasgresión de una norma de orden público, es la llamada nulidad absoluta,
esto es, la ausencia total de efectos queridos.

Vemos pues, que la ineficacia es la carencia de efectos, de resultados en el mundo del Derecho,
pero no todo tipo de efectos o resultados, porque como observaremos más adelante ciertos tipos
de ineficacia como el acto nulo o anulable pueden producir otros efectos -como el de la
responsabilidad por daños contra quien procede de mala fe- que no son los precisamente queridos
por las partes. Y es que aun cuando existe una realidad jurídica en la que no tienen cabida los
actos que violan las reglas que determinan la existencia en ese mundo, es innegable que dichos
actos transgresores han existido en la realidad cotidiana y por tanto, habrán de ser regulados por
el Derecho. Si no fuera de este modo el Derecho sería una ciencia ciega, de espaldas a los
conflictos y situaciones que precisamente debe resolver.

El estado actual de la doctrina permite sostener que la ineficacia es un concepto genérico más
amplio que otros; se trata de un concepto universal de todas las vicisitudes que atacan al contrato:
nulidad, anulabilidad, rescisión, resolución, revocación, etc. Es por eso que la ineficacia, ha servido
a algunos teóricos para intentar ordenar las diversas categorías antes mencionadas. Además se
trata de un concepto más versátil no estrictamente jurídico y que responde mejor a una época en
la que el excesivo formalismo va en retroceso.

No obstante, aun se puede encontrar quienes identifican eficacia con validez. En realidad se trata
de dos conceptos perfectamente diferenciables. La validez es un concepto netamente jurídico,
mientras la eficacia es más bien socio jurídico, esto es, tiene que ver con los hechos, con la
realidad. Así, el contrato puede ser válido en el ámbito jurídico y no necesariamente eficaz en
ámbito real; por ejemplo cuando alguien que no tiene herederos forzosos, declara a una persona
heredero universal de todos sus bienes, pero resulta que el causante a la hora de fenecer no tiene
bienes.

La vigencia del derecho presupone un mínimo de eficacia de éste. El pensamiento jurídico sólo
toma en cuenta la validez o vigencia, o sea, el derecho como un orden válido (o vigente).

En nuestro Código Civil la ineficacia aparece, principalmente, a propósito del fraude del acto
jurídico (arts. 195 y siguientes), y surge en esta figura, precisamente porque el legislador
implícitamente distingue la ineficacia de otras figuras como por ejemplo la nulidad. El acto jurídico
nulo lo es no sólo para las partes que lo generaron sino para todos, es decir, cuando se sanciona
siempre se hará universalmente, erga omnes. Porque de ordinario el Derecho no puede hacer
distingos, excepciones; sin embargo, la eficacia, como ya se anotó, no es un concepto netamente
jurídico y por lo tanto puede hablarse de ineficacia del acto respecto de una persona y eficacia
respecto de las demás como lo hace el Código Civil en la figura precitada: “El acreedor, aunque el
crédito esté sujeto a condición o a plazo, puede pedir que se declaren ineficaces respecto de él los
actos gratuitos del deudor por los que renuncie a derechos o con los que disminuya su patrimonio
conocido y perjudique el cobro del crédito”.

Respecto a la validez diremos que es el modo de ser y existir del Derecho. Se reclama tanto que el
Derecho sea válido, porque de otro modo no sería Derecho. Siendo válido será obligatorio y
exigible, sin estas dos notas características el Derecho se revelaría inútil. En efecto, la
obligatoriedad y la exigibilidad son dos notas tipificantes del Derecho, ellas provienen de la
validez, al no existir ésta tampoco serán las otras. Y un derecho que no es obligatorio y no es
exigible es un contrasentido. Cuando se afirma que el modo de ser y existir del Derecho es su
validez, no debe caerse en el error de creer que el Derecho no regula lo que no es válido.
Hablamos de validez cuando el contrato que se realiza se ha verificado cumpliendo todas las
exigencias del mundo jurídico. Pero acontece que es posible -independientemente de las causas-
que el contrato no reúna los requisitos de validez, que sea un acto disidente de la normatividad, es
entonces, que dicho acto no existirá para el Derecho como tipo preestablecido, pero esto no
quiere decir que el acto no haya acontecido en la realidad y por ese sólo hecho se haga merecedor
de ser regulado por el Derecho. Pensar de otro modo sería incurrir en la ingenuidad de que el
Derecho jamás será transgredido, por ello está en la obligación de suponer esta posibilidad.
Puede pedirse la nulidad invocando una causal -como se hace en los casos presentados- que
nuestro Derecho Civil reserva a la anulabilidad? O se ha trata de un error de los demandante. Para
responder esta pregunta desentrañemos primero el concepto de nulidad, seguidamente el de
anulabilidad.

1) NULIDAD.

MESSINEO, sostiene que nos encontramos frente a una nulidad, cuando faltan uno o más
elementos esenciales o constitutivos del negocio, por lo cual está en cuestión el negocio en lo
intrínseco del mismo. Consecuencia de la nulidad es que el negocio ni crea derechos, para que
aquel que podría obtener ventaja del mismo, ni, a la inversa, importa vínculos o deberes para
aquel a cuyo cargo, en el caso de su validez, podrían nacer los mismos: en otras palabras, el
negocio nulo está destituido de todo efecto jurídico. [7]

Por otro lado, COVIELLO, manifiesta que el negocio jurídico nulo, que frecuentemente, aunque no
con mucha exactitud se equipara al que nace muerto, no produce efectos jurídicos en ningún
tiempo. Por lo que debe entenderse que el negocio jurídico nulo no produce ninguno de los
efectos jurídicos correspondientes al fin práctico querido por las partes, conviene a saber, ninguno
de los efectos jurídicos que la ley hace derivar del tipo de negocio jurídico abstracto a que
pertenece el negocio nulo en concreto; la nulidad, en suma, importa ineptitud del medio jurídico
para alcanzar el fin práctico determinado que se quería y no otro. Nada impide, por lo tanto, que
el negocio jurídico, aún siendo nulo, esto es, inconducente al fin, considerado como hecho
existente por sí y realmente efectuado que no puede destruirse, pueda producir todos los otros
efectos de que es capaz como tal.[8] Al afirmar ello, Coviello se acerca a lo propuesto por
STOLFI[9], cuando reconoce que el acto jurídico nulo existe como acto pese a su nulidad, tan es así
que puede continuar produciendo efectos distintos a los afectados por la nulidad.

En términos genéricos debe decirse que el acto jurídico será nulo, cuando carezca de algún
aspecto estructural, presupuesto o requisito, o como aquel cuyo contenido es ilícito por atentar
contra los principios del orden público, las buenas costumbres, o una o varias normas imperativas.
[10]

2) ANULABILIDAD.

Para MESSINEO, es un grado de invalidez menor, a diferencia de nulidad. El presupuesto de ella, es


que el negocio no esté invalidado por uno de los defectos radicales; que exista, pues, la
declaración de voluntad, que exista una causa válida y que haya sido observada la forma esencial,
querida por la ley o por las partes, etc.

RUBIO CORREA, citando a BETTI, al comentar sobre la anulabilidad “anulable, en cambio, se


denomina el negocio que, aun no careciendo de los elementos esenciales del tipo y hasta
originando la nueva situación jurídica que según el Derecho acompaña a aquél, puede –tras la
reacción de la parte interesada- ser removido con fuerza retroactiva y considerado como si nunca
hubiera existido.

Los elementos que caracterizan la anulabilidad de negocio jurídico, son los siguientes:

- El acto ha sido consumado con defectos que ameritan que sea invalidado, cumplidos
determinados requisitos.

- El vicio de que adolece el acto anulable puede ser convalidado de diversas formas a iniciativa de
quien puede solicitar la anulación.

- El negocio anulable no es inválido per se sino eficaz y produce sus efectos de manera plena a
partir de su consumación. Sin embargo está amenazado de destrucción, es decir, tiene una
invalidez pendiente.

- Que esta invalidez pendiente se convierta en invalidez actual, depende exclusivamente de la


voluntad de quien está legitimado para ejercer la acción de anulabilidad. Este sujeto puede
perseguir la invalidación, o por el contrario puede subsanar el vicio eliminando la amenaza de
destrucción.

- La doctrina es unánime en considerar que la anulabilidad sólo puede ser establecida por
sentencia judicial, a diferencia de la nulidad.

- Una vez lograda la invalidez, opera retroactivamente al momento de consumación del acto y el
efecto consiste en que el acto es como si no hubiera existido.[11]

Agrega MESSINEO, que el negocio anulable es susceptible de convalidación (sanatoria) por parte
del sujeto al que corresponde el poder invalidarlo. La convalidación tiene el efecto de hacer
inimpugnable el negocio anulable y definitivo los efectos que el mismo no obstante su
anulabilidad, había ya producido.

La convalidación puede ser expresa (cuando el acto de convalidación contenga la mención del
negocio y del motivo de anulabilidad, y la declaración de que mediante el acto se lo quiere
convalidar); o tácita, y consiste en la ejecución voluntaria, aún parcial, del negocio, siempre que
sea emprendida por quien tenía conocimiento de la existencia del vicio.

Propiamente la convalidación no elimina del negocio, el vicio de que está compenetrado; la


convalidación opera de modo absolutamente distinto; elimina los efectos del vicio, mediante una
declaración correctiva y confirmativa, con la cual, en definitiva, se declara querer mantener firme
el negocio, aún a sabiendas de su vicio, que, de perdurar haría que el negocio siguiera siendo
anulable. Esto ocurre mediante una especie de renuncia al derecho de obtener la anulación.[12]

TABOADA, define al acto anulable como aquel que se encuentra afectado por un vicio en su
conformación. Al contrario de los actos nulos, los actos anulables no carecen de algún elemento o
presupuesto, o cuyo contenido sea prohibido, sino de actos que cumplen con la mayoría de sus
aspectos estructurales, pero que tiene un vicio en su conformación, razón por la cual tampoco son
válidos.[13]

c. SIMULACION.

Podemos observar que en las relaciones jurídicas diarias los seres humanos, también se realizan
una diversidad de actos simulados. Algunos por el simple gusto de mentir otros con relevancia
jurídica. En el ámbito de los negocios jurídicos, la simulación es muy frecuente. Se usa para
engañar a terceros con los más diversos fines: aparentar solvencia o insolvencia económica,
defraudar a los acreedores, engañar a un pariente pedigüeño, eludir prohibiciones legales,
protegerse contra la delincuencia, evitar herir susceptibilidades, evitar el pago de impuestos,
beneficiar a unos hijos antes que a otros, facilitar la realización de ciertos negocios, etc.

Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto podemos expresar que la simulación es toda


operación en virtud de la cual se crea una situación jurídica aparente que difiere de la situación
jurídica verdadera, producto de la ocurrencia de determinadas circunstancias adversas a los
intereses patrimoniales de las partes contratantes.

MOSSET ITURRASPE, manifiesta que el fenómeno de simulación exhibe 02 zonas diferentes: una
visible, representada por el “negocio simulado”, y otra oculta representada por el “acuerdo
simulatorio”.[14]

MORALES HERVIAS, manifiesta que la simulación es un supuesto de discrepancia entre declaración


y causa. Es un acuerdo por el cual las partes emiten una declaración no coincidente con la causa
del negocio jurídico. Se utiliza a la declaración divergente para engañar. El elemento indefectible
del procedimiento simulatorio es el acto de consumación del engaño. Para que haya simulación se
requiere 02 elementos:

a. Acuerdo Simulatorio (contradeclaración): vincula la situación aparente y la situación real. Este


acuerdo de simular es fundamental, y no basta solo el conocimiento por parte de uno de los
contratantes del propósito que tiene el otro de simular, es indispensable que exista un acuerdo
expreso entre las partes respecto de tal propósito, lo cual significa que la simulación deberá
siempre presentarse como “convenida”.

d. Finalidad de Engañar: hay simulación absoluta cuando las partes tienen la finalidad de no
vincularse jurídicamente. Hay simulación relativa cuando las partes celebran un negocio distinto
del negocio que se presenta a los demás. Las partes tienen la finalidad de vincularse jurídicamente
mediante un negocio oculto.

Con la simulación las partes intentan eludir o una expectativa de mero hecho o una expectativa
jurídica, o un verdadero y propio derecho de los otros sujetos, o en fin, una prohibición objetiva de
la ley; o también de establecer la premisa para la creación de una expectativa o de un derecho de
terceros.
Los negocios jurídicos simulados no producen consecuencias jurídicas entre las partes que los
hubieran celebrado por no corresponder a la causa. La causa del acuerdo simulatorio es
totalmente incompatible con la declaración simulada por las partes.[15]

La necesidad de 02 sujetos que conspiren al fin simulatorio, no quiere decir sin embargo, que la
“simulación” pueda darse solamente en materia contractual. Ciertamente el campo de los
contratos es aquel en que comúnmente ocurre, pero puede haber simulación también en los
negocios unilaterales recepticios, mediante conspiración entre el mismo declarante y el
destinatario de la declaración.[16]

CLASES:

a) SIMULACION ABSOLUTA: La causa es la finalidad de crear una situación aparente, y por tanto no
vinculante. Por la simulación absoluta se aparenta celebrar un negocio jurídico cuando en realidad
no se constituye ninguno. El negocio jurídico celebrado no producirá consecuencias jurídicas entre
las partes porque la causa en este supuesto es simplemente crear una apariencia de vinculación
jurídica entre las partes. La causa en la simulación absoluta es crear una situación aparente o
fingida frente a terceros. Las partes no quieren que se produzca ninguna consecuencia jurídica
cuando celebran el negocio jurídico simulado. La finalidad concreta de las partes en el acuerdo
simulatorio significa no producir ningún negocio jurídico.[17]

BARBERO, manifiesta que se da cuando exteriormente se hace una declaración aparentemente


negocial, mientras que en la realidad, por el contrario, no se quiere negocio alguno: se finge una
venta, pero en realidad no se quiere vender ni realiza ningún otro negocio. El negocio
aparentemente realizado se denomina negocio “simulado”.[18]

b) SIMULACION RELATIVA: las partes aparentan celebrar un negocio jurídico distinto del
verdaderamente constituido. El negocio simulado es el negocio aparente y el negocio disimulado
es el negocio oculto a los terceros. La causa en la simulación relativa es ocultar un negocio jurídico
disimulado distinto del negocio simulado. Entonces, en la simulación relativa existen 02 negocios
jurídicos:

1. Negocio simulado como aparente y fingido.

2. Negocio disimulado como oculto y real.[19]

DOMENICO BARBERO, se da cuando exteriormente se declara realizar un determinado negocio,


mientras que en realidad (contradeclaración) se entiende realizar otro, se dice vender y en
realidad se quiere donar.

En este caso hay que considerar 02 negocios: el negocio “simulado”, aparente, pero no efectivo
(declaración sin intención), y el negocio “disimulado”, esto es, real, pero oculto (oculto detrás de la
declaración).
Una especie de simulación relativa, pero simulación ésta no de “negocio”, sino de “persona”, es la
que se denomina “interposición de persona” que se da cuando exteriormente – es decir
aparentemente- la declaración se hace con un determinado sujeto, mientras que en la realidad se
la destina a otro.[20]

VI. UBICACIÓN LEGISLATIVA DE LA SIMULACION, NULIDAD Y ANULABILIDAD EN EL CODIGO CIVIL


PERUANO.

Artículo 190º.- Simulación absoluta.

Por la simulación absoluta se aparenta celebrar un acto jurídico cuando no existe realmente
voluntad para celebrarlo.

Artículo 191º.- Simulación relativa.

Cuando las partes han querido concluir un acto distinto del aparente, tiene efecto entre ellas el
acto ocultado, siempre que concurran los requisitos de sustancia y forma y no perjudique el
derecho de tercero.

Artículo 192º.- Simulación parcial.

La norma del artículo 191º es de aplicación cuando en el acto se hace referencia a

datos inexactos o interviene interpósita persona.

Artículo 219º.- Causales de nulidad absoluta.

El acto jurídico es nulo:

1. Cuando falta la manifestación de voluntad del agente.

2. Cuando se haya practicado por persona absolutamente incapaz, salvo lo dispuesto en el artículo
1358º.

3. Cuando su objeto es física o jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable.

4. Cuando su fin sea ilícito.

5. Cuando adolezca de simulación absoluta.

6. Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad.


7. Cuando la ley lo declara nulo.

8. En el caso del artículo V del Título Preliminar, salvo que la ley establezca sanción diversa.

Artículo 220º.- Nulidad absoluta.

La nulidad a que se refiere el artículo 219º puede ser alegada por quienes tengan interés o por el
Ministerio Público.

Puede ser declarada de oficio por el juez cuando resulte manifiesta. No puede subsanarse por la
confirmación.

Artículo 221º.- Causales de anulabilidad.

El acto jurídico es anulable:

1. Por incapacidad relativa del agente.

2. Por vicio resultante de error, dolo, violencia o intimidación.

3. Por simulación, cuando el acto real que lo contiene perjudica el derecho de tercero.

4. Cuando la ley lo declara anulable.

Artículo 222º.- Anulabilidad o nulidad relativa

El acto jurídico anulable es nulo desde su celebración, por efecto de la sentencia que lo declare.
Esta nulidad se pronunciará a petición de parte y no puede ser alegada por otras personas que
aquellas en cuyo beneficio la establece la ley.

VII. METODO TELEOLOGICO.

a. PRIMER CASO:

Gustavo interpuso su demanda ante un juzgado de familia, bajo la pretensión de impugnación de


paternidad, la cual fue declarada improcedente por cuanto busca cuestionar el reconocimiento
efectuado en la partida del menor, por cuanto el artículo n° 395[21] del Código Civil,
imperativamente niega la posibilidad de “revocar el reconocimiento de un hijo”, tomando como
referencia lo resuelto mediante la sentencia emitida por la Corte Suprema de la República n° 2092-
2003.

Dicha sentencia resuelve la controversia presentada alrededor del artículo 395 del Código Civil que
regula la prohibición de revocar el reconocimiento de un hijo, niega la posibilidad de peticionar la
ineficacia funcional o extrínseca sobreviniente para ese caso; mientras que la petición de
anulabilidad de un acto jurídico (incluso el reconocimiento en cuestión) tendría sustento en la
ineficacia estructural o intrínseca, que reenvía a circunstancias y causas concurrentes a la
formación del acto. En consecuencia, si bien el reconociente no puede dejar unilateralmente sin
efecto el reconocimiento practicado, por mandato del artículo antes mencionado, ello no impide
que pueda ejercer las acciones pertinentes para demandar, en sede judicial y con pruebas idóneas,
su nulidad o anulabilidad.

Consecuentemente, decide luego interponer una demanda nulidad de acto jurídico sobre el acto
de reconocimiento del menor, en base al numeral 05 del artículo 219 del Código Civil (simulación
absoluta) contenida en el libro II del Código Civil ante un juzgado civil.

COMENTARIO:

Que el artículo 395[22] del Código Civil, regula el reconocimiento como el acto jurídico familiar
filial destinado a determinar por medio de la voluntades vinculo entre padre e hijo. Es un acto de
estado familiar declarativo de paternidad.[23]

Dicho reconocimiento no admite limitaciones accesorias de voluntad, debiendo exteriorizarse pura


y simple (no está sujeta a condición, plazo o modo a diferencia de los actos o negocios jurídicos),
que la hagan depender pues ello pondría en peligro la estabilidad y seguridad de la filiación.

De manera muy ilustrativa el Código Civil de Portugal (artículo 1852) indica que el acto de
reconocimiento no puede cláusulas que limiten o modifiquen sus efectos, ni admite condición ni
término. Las cláusulas o declaraciones prohibidas no invalidan el reconocimiento, mas se tienen
por no escritas. Por su parte el Código Civil Italiano refiere de una manera más genérica –pero
expresa- que es nula la cláusula dirigida a limitar los efectos derivados del reconocimiento (artículo
258).[24]

En cuanto a la irrevocabilidad de dicho reconocimiento, implica la imposibilidad de que el autor


vaya en contra de sus propios actos y renuncie a todas las consecuencias jurídicas que deriven de
su actuación. Si bien es cierto el reconocimiento es irrevocable, ello no restringe el hecho de que
pueda negarse o impugnarse.
El artículo 399[25] del Código Civil Peruano, otorga legitimidad para negar a quien no participa en
el reconocimiento. Hay que resaltar la importancia de las pruebas biológicas de ADN, para
descartar la paternidad.

En cuanto a la impugnación de paternidad, no supone una excepción a la regla de la


irrevocabilidad del acto porque el sujeto no cambia su voluntad sino, que por el vicio, deja de ser
valorada jurídicamente la voluntad inicial.

La acción de impugnación de paternidad del reconocimiento, es la que tiende a atacar el


reconocimiento, no por vicios en el acto, sino por concordar con la realidad biológica, es decir, por
no ser el reconociente en verdad el padre o madre del reconocido. Es una acción declarativa, de
contestación y desplazamiento del estado de familia.[26]

Regresando a la discusión vertida en torno al primer caso, tenemos, que si bien es cierto la
pretensión incoada en el artículo 395 del código sustantivo dispone que la revocación del
reconocimiento es irrevocable, consecuentemente toda impugnación judicial que se haga contra
dicho reconocimiento es improcedente por cuanto constituye un petitorio jurídicamente
imposible, en aplicación del numeral 06 del artículo 427[27] del Código Procesal Civil, también lo
es, que dicho reconocimiento al constituir un acto jurídico unilateral, que se perfecciona con la
sola declaración de voluntad del padre o la madre con la finalidad de establecer la relación
paterno filial, también es susceptible de las causales de nulidad y anulabilidad, mediante una
sentencia declarativa.

La ineficacia de los actos jurídicos, puede presentarse de 02 formas: ineficacia estructural o


intrínseca, cuando existen defectos o vicios constitutivos en la etapa de formación del acto jurídico
que pueden determinar su invalidez. Ineficacia funcional o extrínseca, que se presenta en la etapa
posterior a la formación del acto jurídico, y que por causas y circunstancias objetivas externas de
carácter económico, social, moral, etc. –que están en relación directa con los intereses
particulares de las partes–, la voluntad negocial decae y se extingue; deja de interesar una o
ambas partes el negocio jurídico; siendo la nulidad y la anulabilidad supuestos de esta ineficacia
estructural conforme ya hemos analizado precedentemente.

Por lo tanto, el artículo 395, al regular la prohibición de revocar el reconocimiento efectuado,


niega la posibilidad de la ineficacia funcional o extrínseca, pero admitiría la posibilidad de solicitar
la nulidad o anulabilidad de un acto jurídico, debido a su ineficacia estructural o intrínseca, que
reenvía a circunstancias y causas concurrentes a la formación del acto, por lo que el contenido es
jurídicamente posible.

Debemos tener presente que el acto jurídico (no el negocio jurídico) de reconocimiento de
paternidad es un acto unilateral en el que interviene un solo sujeto, debiendo cumplir con los
requisitos establecidos por el artículo 140 del Código Civil para su validez plena, teniendo
existencia desde su constitución al crear relaciones jurídicas.
Consecuentemente, el demandante (Gustavo) para demandar ante los juzgados civiles, la nulidad
o anulabilidad del acto jurídico de reconocimiento, bajo la premisa que la ley y la constitución no
lo prohíben, tendría que demostrar que existió una irregularidad o un vicio de tal proporción que
afectó el cumplimiento de cualquiera de los requisitos establecidos por el artículo antes
mencionado (voluntad y declaración). Si ello no existiese, tampoco puede demandar la
impugnación de paternidad ante los juzgados de familia, por cuanto la legitimidad solo le
corresponde a quien no ha participado del acto jurídico de reconocimiento (padre o madre
biológico).

¿Existe, entonces en el reconocimiento efectuado por Gustavo, una nulidad por causal de
simulación absoluta?

Si entendemos que la simulación es una manifestación concreta de la apariencia jurídica


(intencionalmente creada). El negocio simulado es aquel que, por decisión de las partes aparenta
la existencia de una reglamentación negocial que en realidad no es querida.[28] En este caso
Gustavo reconoce al hijo Patricia, haciéndole un “favor” para “simular” frente a la sociedad que
también es su hijo. La respuesta es que No.

Si lo enfocamos como una simulación absoluta, las partes no deben tener intención alguna de
quedar jurídicamente vinculados, fingiendo celebrar un acto o negocio jurídico. Gustavo y Patricia
tienen realmente la intención de no quedar jurídicamente vinculados, quieren solamente la
declaración, pero no sus efectos, esto es, se crea una mera apariencia carente de consecuencias
jurídicas entre los otorgantes, pero sin embargo, al quedar totalmente vinculados como padres del
hijo reconocido, generan consecuencias sucesorias, no existe engaño a terceros, pues el verdadero
padre no quiere reconocerlo.

Si lo enfocamos como una simulación relativa, la cual se presenta cuando las partes, teniendo la
intención de quedar jurídicamente vinculadas por determinado negocio u acto jurídico, fingen
celebrar uno distinto del que en realidad celebran. Si ambos deciden quedar vinculados
jurídicamente como padres producto del reconocimiento efectuado por Gustavo sobre el hijo de
Patricia, ¿Cual vendría ser es el negocio u acto jurídico distinto u oculto? La respuesta es ninguno,
por cuanto ambos son padres.

En la causal contenida en el numeral 05 del artículo 219 del Código Civil, se refiere a la
discrepancia que existe entre la voluntad declarada y la voluntad interna realizada de común
acuerdo entre las partes contratantes, a través de un acuerdo simulatorio con el fin de engañar a
terceros. Aquí surge una pregunta ¿existe una discrepancia entre la voluntad declarada y la
voluntad interna realizada de común acuerdo entre las partes contratantes? Recordemos que no
estamos ante un contrato sino un acto; por lo tanto, Gustavo y Patricia voluntariamente
expresaron su voluntad de reconocer a un hijo no con la intención de engañar a terceros, sino
porque Gustavo acordó que “voluntariamente” le haría un favor a Patricia.

Consecuentemente la demanda de nulidad de acto jurídico por causal de simulación devendría en


infundada.
b. SEGUNDO CASO:

Alfredo interpone una demanda de anulabilidad de acto jurídico por presunto dolo en el
reconocimiento ante un juzgado civil, dirigiéndola contra Silvia (madre) y Guillermo (hijo), al haber
reconocido como su hijo a un menor nacido dentro del matrimonio, al haberle hecho creer la
madre que el hijo que tuvo era suyo, cuando realmente no lo era. Ésta demanda fue declarada
improcedente en las 02 instancias de la Corte Superior de Justicia de Lima, por cuanto, el proceso
debía ser conocido por el juzgado de familia, vía acción de negación de paternidad, por cuanto el
hijo había nacido dentro del matrimonio. El proceso fue resuelto por la Corte Suprema de la
República, declarando INFUNDADO el recurso de casación presentado por Alfredo, en mérito a la
presunción contenida en el artículo 361[29] del Código Civil además de tener presente lo
dispuesto por el artículo n° 363[30] del código antes mencionado.

COMENTARIO:

Que si bien es cierto este segundo caso es muy parecido al caso anterior, el demandante (Alfredo)
para demandar ante los juzgados civiles, la nulidad o anulabilidad del acto jurídico de
reconocimiento, bajo la premisa que la Ley o la Constitución no lo prohíbe expresamente; para
ello tendría que demostrar que existió una irregularidad o un vicio de tal proporción que afectó su
voluntad y la declaración al momento de reconocer al supuesto hijo.

Debemos entender que el reconocimiento como se ha afirmado precedentemente no es un


negocio jurídico, es un acto jurídico, no es un negocio u contrato con prestaciones económicas.

Como en el caso anterior tampoco puede demandar la impugnación de paternidad ante los
juzgados de familia, por cuanto no posee legitimidad para obrar por cuanto solo le correspondería
demandar a quien no ha participado del acto jurídico de reconocimiento (padre o madre
biológica).

El artículo n° 361 del Código Civil, regula la presunción del hijo nacido durante el matrimonio o
dentro de los 300 días siguientes a su disolución tiene por padre “páter is est quem nuptiae
demostrant”, pero ésta afirmación puede ser enervada con una prueba en contrario. Esta
presunción solo es aplicable si es que con los siguientes requisitos: a) El matrimonio de los
progenitores y el nacimiento del hijo dentro del matrimonio; y, b) Que la cónyuge sea la madre
biológica del menor; para que sea aplicable la presunción de paternidad el parto de la mujer
casada y la identidad del hijo en cuestión por el alumbramiento.
Lo que Alfredo pretende la anulabilidad de acto jurídico de reconocimiento, por causal de dolo,
dirigiéndola contra la madre y el hijo. El fue engañado por la madre al hacerle “creer” que el hijo
que tuvo era suyo, cuando realmente no lo era, al margen de cuestionar la presunción establecida
por el artículo 361 del Código Civil, se dirige también a cuestionar el vicio existente al momento de
emitir su declaración, al ser engañado por la madre, lo cual nos da como consecuencia, un
cuestionamiento al vinculo paterno filial.

La anulabilidad, es una ineficacia provocada, en el sentido de que depende del ejercicio de un


poder de impugnación. Por lo mismo, cabe afirmar que es una ineficacia que puede sanarse, pues
quien tiene la posibilidad de impugnar o dejar de hacerlo puede igualmente confirmar el acto
anulable.

Como vemos el contrato anulable adolece de un vicio o defecto menos grave que el contrato nulo;
no obstante, dicho defecto no es baladí, pues puede llevarlo a la ineficacia total de los efectos
queridos.

En nuestra legislación las causas por las cuales procede la anulabilidad del acto jurídico están
contenidas en el artículo 221 del Código Civil, éstas se refieren a los actos realizados por incapaz
relativo, los realizados con vicios resultante de error, dolo, violencia o intimidación; por simulación
que perjudica el derecho de tercero (esto mas corresponde a una acción de ineficacia); y, cuando
la ley lo declare anulable.

Conviene recordar que en nuestro Código Civil, la acción de anulabilidad prescribe a los dos años
(artículo 2001), luego de este tiempo el acto es inatacable y continuará surtiendo los efectos que
desde el inicio produjo. En la brevedad del tiempo que el legislador ha concedido para impugnar el
acto se advierte el menor nivel de gravedad del defecto que adolece el acto anulable versus del
que sufre el acto nulo.

Volviendo al caso en análisis, lo que el actor pretende es que se anule el reconocimiento


materializado en la partida de nacimiento del presunto hijo, por la causal de “dolo”.

El “dolo civil”, es la maquinación o artificio que se emplea para engañar a otro. Es el error
provocado por la otra parte o excepcionalmente por un tercero con conocimiento de la parte que
obtuvo beneficio de él, el vicio de voluntad no es la falsa representación de la realidad en que
incurrió la víctima, sino la intención de la otra parte o del tercero, de provocar un error
dolosamente en la víctima.[31]

La pregunta que surge aquí es la siguiente: ¿Existió un vicio de tal magnitud que pueda ser causal
de anulación del acto jurídico, en la voluntad del demandante, al reconocer, previo engaño de la
madre, un hijo que no era suyo?

Si, existe un vicio en la creación de la manifestación de voluntad de Gustavo, debido a que el


engaño provocado por la madre, lo ha inducido a declarar reconocer, por error, a un hijo que no
era suyo, consecuentemente es perfectamente factible que la demanda pueda ser interpuesta
ante el juez civil y sea declarada fundada.
Sin embargo la Corte Suprema, manifiesta que el demandante debió interponer la acción de
negación de paternidad regulada por el artículo 363 del Código Civil de 1984. Veamos si es posible.

El marido que no se crea padre del hijo de su mujer puede negarlo:

a. Cuando el hijo nace antes de cumplidos los 180 días siguientes al de la celebración de
matrimonio. No estamos ante este supuesto por cuanto, el matrimonio se celebró con fecha 05 de
abril de 1986, habiendo el hijo nacido el 14 de agosto de 1989. El hijo no ha sido concebido antes
de la celebración del matrimonio.

b. Cuando sea manifiestamente imposible, dadas las circunstancias, que haya cohabitado con su
mujer en los primeros ciento veintiún días de los trescientos anteriores al del nacimiento del hijo.
Recoge un caso de impugnación de paternidad por el cual se alega la imposibilidad de haber
cohabitado con la madre en los primeros 121 días de los 300 anteriores al nacimiento del hijo del
cónyuge. No tenemos este dato conforme se desprende de la casación.

c. Cuando está judicialmente separado durante el mismo período indicado en el inciso 2); salvo
que hubiera cohabitado con su mujer en ese período. Cuando los cónyuges se encuentran
separados existe una suspensión del deber de cohabitación entre los cónyuges. no estamos frente
a este supuesto, por cuanto se divorcio mucho después del nacimiento del hijo.

d. Cuando adolezca de impotencia absoluta. Este es un segundo caso de impugnación, alegando


impotencia absoluta, que se hubiera presentado durante el periodo de concepción.

e. Cuando se demuestre a través de la prueba del ADN u otras pruebas de validez científica con
igual o mayor grado de certeza que no existe vínculo parental. El Juez desestimará las
presunciones de los incisos precedentes cuando se hubiera realizado una prueba genética u otra
de validez científica con igual o mayor grado de certeza. Permite la recurrencia a procedimientos
científicos que se utilicen para la investigación y determinación de la paternidad. Con elemento
probatorio es factible que el demandante pueda interponer acción de negación, pero también es
factible utilizarlo para fundamentar la acción de anulabilidad interpuesta en un proceso civil.

Como vemos finalmente el demandante al margen de haber interpuesto una acción civil, también
puede haber interpuesto una acción de impugnación de paternidad ante un juzgado de familia,
utilizando como medio probatorio para otorgarle certeza a su pretensión la prueba de ADN. Pero
sostengo que la Corte Suprema cometió un error al declarar infundado el recurso de casación del
demandante, por cuanto el juez civil también era perfectamente competente de conocer el
proceso de anulabilidad, aunque teniendo siempre presente que el reconocimiento es un acto
jurídico unilateral.

c. TERCER CASO:
Un señor de edad avanzada (abuelo) interpone contra su esposa y su “hija-nieta”, ante un juzgado
civil una demanda de nulidad de acto jurídico por causal de simulación absoluta sobre
reconocimiento efectuado como “hija” a su nieta, ante un juzgado civil, habiendo llegado hasta la
Corte Suprema de la República donde se determinó amparar definitivamente su pretensión.
(Casación n° 1230-96 Huaura).

COMENTARIO:

La sentencia la Corte Suprema desarrolla 02 ideas, la simulación relativa contenida en el artículo


191 del Código Civil, la cual no amparó (no será comentado en este caso), y la simulación absoluta
contenida en el artículo 190 del citado código sustantivo.

Sobre la simulación absoluta, podemos afirmar que se requiere de la concertación de las 02 partes
para celebrar un acto jurídico aparente en perjuicio de terceros. No existe la voluntad para
celebrarlo, por lo tanto se requiere la existencia de 03 presupuestos; disconformidad entre la
voluntad real y la manifestación; concierto entre las partes para producir el acto simulado, y el
propósito de engaño.

Aquí surgen algunas preguntas. ¿Existe una disconformidad entre la voluntad real y la
manifestación del abuelo demandante o de la abuela para reconocer como hija a su nieta? No
existe disconformidad, porque ellos tienen pleno conocimiento y están de acuerdo, que la niña
realmente es su nieta, no su hija; por lo tanto exteriorizaron su voluntad para reconocerla como su
hija. En segundo lugar ¿existe un concierto para producir el acto simulado? Ambos abuelos
estaban de acuerdo en reconocer a su nieta como su hija, pero el reconocimiento no quiere decir,
que haya partido de un acuerdo o contrato, sino partió de la voluntad propia del declarante, pero,
por último ¿Cuál es el propósito del engaño? A quien se quiere engañar a sus padres, a ellos
mismos, a la sociedad, a quien realmente. No existe el elemento engaño. En la simulación absoluta
se aparenta celebrar un negocio jurídico cuando no se constituye ninguno. El reconocimiento
existe (acto jurídico), la nieta es su hija, produce consecuencias jurídicas hereditarias.

Consecuentemente lo resuelto por la Corte Suprema, conforme lo expone en su sétimo


considerando, que el recurrente y su cónyuge no tenían la voluntad de reconocer a su nieta como
hija, sino solo era apariencia, por razones de índole personal, no son válidas. Ambos si tenían la
voluntad y conocían los efectos del reconocimiento efectuado, por cuanto la declaración
efectuada si desarrolla efectos jurídicos, por lo tanto NO debió casar la sentencia de vista que
declaraba infundada la demanda.

VIII. TRATAMIENTO SEGUN EL CÓDIGO CIVIL ITALIANO.


Existe la acción de desconocimiento, en donde una persona que no crea o sabe que no la tiene,
puede atacar la “paternidad” legalmente atribuida. Esta acción se manifiesta diferentemente
según la época de la concepción.

a. Cuando el tiempo de la concepción cae antes del matrimonio, la admisión del desconocimiento
es la regla, la negativa es la excepción, es decir puede hacérselos siempre, a excepción de los casos
contemplados: de conocimiento de la gravidez por parte del marido con anterioridad al
matrimonio, y de denuncia del nacimiento efectuada por él o por un procurador especial suyo.
(art. 233).

b. Cuando el tiempo de la concepción cae durante el matrimonio, la regla es la negativa y la


excepción es la admisión, es decir, el desconocimiento no puede nunca efectuarse mas que en
estos casos, que, concretamente, en el “tiempo de la concepción” el marido haya estado: 1) en la
imposibilidad física de cohabitar con la mujer, por lejanía o por otro hecho (permanencia en
hospital, reclusión, etc.); 2) legalmente separado de la mujer, incluso por efecto de providencia
temporal (ejemplo, separación provisional ordenada en pendencia del juicio de nulidad del
matrimonio, art. 126), si que haya habido reunión entre los cónyuges, aunque solo sea temporal.
3) afectado por impotentia generando vel coeuendi; 4) la mujer haya cometido adulterio y haya
ocultado al marido tanto la propia gravidez, como el nacimiento del hijo (caso en el cual se admite
luego al marido a probar toda otra circunstancia tendiente a excluir su paternidad. (art. 235).[32]

Aquí el hijo es considerado adulterino, ósea hijo natural de la madre.

Existe la acción de negación de paternidad legítima, que está dirigida a destruir la presunción
(legal) de concepción durante el matrimonio (art. 233).

La misma puede ejercitarse en el caso de nacimiento ocurrido antes de que hayan transcurrido
180 días desde la celebración del matrimonio

La acción de desconocimiento no excluye la concepción del nacido durante el matrimonio, pero


tiende a excluir que la paternidad se atribuya al marido de la madre del nacido, e, indirectamente,
también a excluir que él sea legítimo (el nacido es adulterino). La acción de negación no excluye
necesariamente la paternidad del marido de la madre del nacido; pero tiende a excluir la
concepción durante el matrimonio y por consiguiente, directamente la paternidad (ósea la
legitimidad) del nacido, por lo que, éste puede ser hijo natural del marido.[33]

IX. COMPARACION JURIDICA.

A. CÓDIGO CIVIL ITALIANO.


Arte. 1324. Normas aplicables a los actos unilaterales. Salvo disposición distinta de la ley, las
normas que regulan los contratos se observan, en cuanto fueren compatibles, en los actos
unilaterales entre vivos que tengan contenido patrimonial.

Artículo 1334. Eficacia de los actos unilaterales. Los actos unilaterales producen efecto a partir del
momento en que llegan a conocimiento de la persona a la cual están destinados.

Artículo 1414. Efectos de la simulación entre partes. El contrato simulado no produce efecto entre
las partes. Si las partes han querido celebrar un contrato diverso del aparente, tiene efecto entre
ellas el contrato disimulado, siempre que subsistan los requisitos de sustancia y de forma de éste
último.

Las disposiciones precedentes se aplicarán también a los actos unilaterales dirigidos a persona
determinada que fueren simulados por acuerdo entre el declarante y el destinatario.

Artículo 1415. Efectos de la simulación con respecto a terceros. La simulación no puede oponerse,
ni a las partes contratantes ni por sus causahabientes ni por los acreedores del enajenante
simulado, a los terceros que de buena fe hubieren adquirido derechos del titular aparente, sin
perjuicio de los efectos de la inscripción de la demanda de simulación. Los terceros pueden hacer
valer la simulación frente a las partes, cuando ella perjudica sus derechos.

Artículo 1416. Relaciones con los acreedores. La simulación no puede ser opuesta, por los
contratantes a los acreedores de titular aparente que de buena fe hubiere realizado actos de
ejecución sobre bienes que fueron objeto del contrato simulado.

Los acreedores del enajenante simulado pueden hacer valer la simulación que perjudica sus
derechos, y en caso de conflicto con los acreedores quirografarios del adquirente simulado, son
preferidos a éstos, si su crédito es anterior al acto simulado.

Artículo 1417. Prueba de la simulación. La prueba por testigos de la simulación será admisible sin
limitaciones si la demanda fuera propuesta por acreedores o por terceros, siempre que éste
dirigida a valer la ilicitud del contrato disimulado y también hubiere sido interpuesta por las
partes.

Artículo 1418. Causas de nulidad del contrato. El contrato es nulo cuando es contrario a normas
imperativas, salvo que la ley disponga lo contrario.

Producen la nulidad del contrato, la falta de algunos de los requisitos indicados por el artículo
1325, la ilicitud de la causa, la ilicitud de los motivos en el caso indicado por el artículo 1345 y la
falta en el objeto de los requisitos establecidos en el artículo 1346.

El contrato también es nulo en los demás casos establecidos por la ley.


Artículo 1419. Nulidad parcial. La nulidad parcial de un contrato o la nulidad de clausulas
específicas, implica la nulidad de todo el contrato, si resulta que los contratantes no lo habrían
celebrado sin aquella parte de su contenido que es afectada por la nulidad.

La nulidad de clausulas especificas no implica la nulidad del contrato cuando las clausulas nulas
son sustituidas de derecho por nomas imperativas.

Artículo 1420. Nulidad de contrato plurilateral. En los contratos con más de 02 partes, en los
cuales las prestaciones de cada una están dirigidas a la obtención de un fin común, la nulidad del
contrato, salvo que, de acuerdo con las circunstancias la participación de aquella deba
considerarse esencial.

Artículo 1427. Error, violencia y dolo. El contratante cuyo consentimiento hubiere sido dado por
error, u obtenido con violencia, o propiciado mediante dolo, pude demandar la anulabilidad del
contrato, según las disposiciones siguientes.

Artículo 1446. Anulabilidad del contrato plurilateral. En los contratos indicados en el artículos 1420
la anulabilidad que atañe al vínculo de una sola de las partes no implica la anulación del contrato,
salvo que la participación de ella deba considerarse esencial, de acuerdo con las circunstancias.

B. CODIGO CIVIL DE PORTUGAL.

Artículo 240. Simulación.

1. Si por acuerdo entre el declarante y el destinatario, y con la intención de engañar a terceros,


hubiera divergencia entre la declaración negocial y la voluntad real del declarante, el negocio es
simulado.

2. El negocio es nulo.

Artículo 241. Simulación relativa.

1. Cuando debajo del negocio exista otro que las partes quieran realizar, es aplicable a éste el
régimen que le correspondería si fuese celebrado sin disimulación, no siendo su validez
perjudicada por la nulidad del negocio simulado.

2. Pero si el negocio disimulado tuviera naturaleza formal, solamente es válido si observó la forma
exigida por la ley.

Artículo 253. Dolo.


1. Se entiende por dolo cualquier instigación o artificio que alguien emplee con la intención o
conciencia de inducir o mantener en error al autor de la declaración, así como la disimulación, por
el destinatario o el tercero, del error del declarante.

2. No constituye dolo ilícito las instigaciones o artificios usuales considerados legítimos según las
concepciones dominantes en el comercio jurídico, ni la disimulación del error, cuando ningún
deber de aclarar del declarante resulte de la ley, de la estipulación negocial o de aquellas
concepciones.

Artículo 254. Efectos del dolo.

1. El declarante cuya voluntad haya sido determinada por dolo puede anular la declaración; la
anulabilidad no es excluida por el hecho de que el dolo sea bilateral.

2. Cuando el dolo proviene de tercero, la declaración solo es anulable si el destinatario tuvo o


debió tener conocimiento de él; pero, si alguien adquirió algún derecho por virtud de la
declaración, ella es anulable en relación al beneficiario, si él fue autor del dolo o conoció o debió
haber conocido.

Artículo 286. Nulidad. La nulidad es invocable por todo el tiempo por cualquier interesado y puede
ser declarada oficiosamente por el tribunal.

Artículo 287. Anulabilidad.

1. Solo tienen legitimidad para formular anulabilidad las personas en cuyo interés la ley las
establece, y solamente dentro del año subsiguiente a la cesación del vicio que le sirve de
fundamento.

2. Sin embargo, si el negocio no se hubiese cumplido, la anulabilidad puede ser formulada, sin
dependencia del plazo, tanto por día de acción como por vía de la excepción.

Artículo 289. Efectos de la declaración de nulidad y anulabilidad.

1. Tanto la declaración de nulidad como la de anulabilidad del negocio tienen efecto retroactivo,
debiendo ser restituido todo lo que ha sido prestado o, si la restitución en especie no fuera
posible, en el valor correspondiente.

2. Si alguna de las partes enajenó gratuitamente la cosa que debe restituir, y no se puede hacer
efectiva la restitución del valor de ella contra el enajenante, el adquirente está obligado en lugar
de él, pero solamente en la medida de su enriquecimiento.

3. Es aplicable en cualquiera de los casos previstos en los numerales anteriores, directamente o


por analogía, lo dispuesto en los artículos 1269 y siguientes.
C. CODIGO CIVIL ALEMAN (BGB)

Artículo 117. Si una declaración de voluntad, que ha de emitirse frente a otro, es emitida de
acuerdo con éste sólo en apariencia, es nula.

Si por medio de un negocio simulado es disimulado otro negocio jurídico, se aplican las
disposiciones existentes para el negocio disimulado.

Artículo 119. Quien al emitir una declaración de voluntad estaba en error sobre su contenido, o en
líneas generales no quiso emitir una declaración de tal contenido, puede impugnar la declaración
si ha de entenderse que no la habría emitido con conocimiento de la situación verdadera y con
apreciación razonable del caso.

Como error sobre el contenido de la declaración vale también el error sobre aquellas cualidades
de la persona o de la cosa que en el tráfico se consideran como esenciales

Artículo 122. Si una declaración de voluntad es nula según el parágrafo 118 o está impugnada en
base a los parágrafos 119 y 120, el declarante, si la declaración había de emitirse frente a otro, ha
de resarcir a éste o en otro caso a todo tercero el daño que el otro o el tercero sufra por la
circunstancia de que confían en la validez de la declaración, no excediendo, sin embargo, la
cuantía del interés que el otro o el tercero tengan en la validez de la declaración.

El deber del resarcimiento de daños no tiene lugar si el perjudicado conocía la causa de la nulidad
o impugnabilidad, o no la conocía a consecuencia de la negligencia (debía conocer).

Artículo 123. Quien ha sido inducido a la emisión de una declaración de voluntad por engaño
doloso o antijurídicamente por intimidación, puede impugnar la declaración.

Si un tercero ha ejercido el engaño, una declaración que había de emitirse frente a otro, solo es
impugnable si éste conocía o debía conocer el engaño. Siempre que otra persona distinta de
aquella frente a la que había de emitirse la declaración haya adquirido un derecho – derivado – de
forma inmediata de la declaración, ésta es impugnable, frente a ella si conocía o debía conocer el
engaño.

Artículo 124. La impugnación de una declaración de voluntad impugnable según el parágrafo 123
sólo puede realizarse dentro del plazo de un año.

El plazo empieza: en el caso de engaño doloso, en el momento en que el titular de la impugnación


desde el engaño; en el caso de la intimidación, en el momento en que cesa la situación de
violencia. Al curso del plazo se aplican oportunamente las disposiciones establecidas para la
prescripción en el parágrafo 203, párrafo 2 y en los parágrafos 206 y 207.

La impugnación está excluida si han transcurrido 30 años desde la emisión de la declaración de


voluntad.
X. CONCLUSIONES.

1. Las reglas contenidas en el libro II del Código Civil de 1984, que regulan el negocio jurídico,
pueden ser aplicadas a los actos jurídicos unilaterales, sin embargo no existe artículo alguno del
mencionado libro que disponga expresamente su aplicación a diferencia del Código Civil Italiano
de 1942, que si lo hace.

2. Si bien es cierto el legislador peruano ha copiado las disposiciones contenidas en el Código Civil
Italiano de 1942 al Código Civil de 1984, al regular el modelo del negocio jurídico, su aplicación
analógica a los actos jurídicos unilaterales no está prohibida por cuanto no restringe derechos.

3. El ordenamiento procesal y sustantivo peruanos no prohíben que la persona que ha practicado


un reconocimiento pueda demandar la invalidez de dicha declaración realizada, invocando las
normas del “acto” jurídico, siendo la pretensión contenida en la demanda un petitorio
jurídicamente posible.

4. La demanda de nulidad y anulabilidad de acto jurídico unilateral, sobre reconocimiento de un


hijo, es de competencia estricta de los juzgados civiles.

5. Es perfectamente válido ofrecer dentro del proceso civil como medio probatorio una prueba de
ADN, toda prueba biológica, genética u otra validez científica con igual o mayor grado de certeza,
que pueda ayudar a determinar y esclarecer correctamente la paternidad.

[1] MESSINEO, Francesco, “Manual de Derecho Civil y Comercial”, Tomo II, Ediciones Jurídicas
Europa – América, Buenos Aires 1954, pág. 332 a 333.

[2] BARBERO, Doménico, “Sistema del Derecho Privado”, Parte Preliminar – Parte General,
Ediciones Jurídicas Europa América, Buenos Aires 1967, pág. 422 y 423.

[3] TABOADA CORDOVA, Lizardo, “Nulidad de Acto Jurídico”, Editora Jurídica Grijley, 2da. Edición
abril 2002, pág. 21 y 22.

[4] MESSINEO, Francesco, “Manual de Derecho Civil y Comercial”, Tomo II, Ediciones Jurídicas
Europa – América, Buenos Aires 1954, pág. 339 a 341.

[5] [5] BARBERO, Doménico, “Sistema del Derecho Privado”, Parte Preliminar – Parte General,
Ediciones Jurídicas Europa América, Buenos Aires 1967, pág. 433 y 434.

[6] MORALES HERVIAS, Rómulo. “Nuevas perspectivas del negocio jurídico”. En: Derecho &
Sociedad, Revista editada por estudiantes de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, Año XVIII, Nº 28, Lima, 2007. Págs. 296-299.
[7] MESSINEO, Francesco, “Manual de Derecho Civil y Comercial”, Tomo II, Ediciones Jurídicas
Europa – América, Buenos Aires 1954, pág. 490 a 491.

[8] COVIELLO, Nicolás, “Doctrina General del Derecho Civil”, Unión Tipográfica Editorial Hispano –
Americana, México 1938, pág. 359.

[9] STOLFI, Giuseppe, “Teoría del Negocio Jurídico”, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid,
1959, pág. 83.

[10] TABOADA CORDOVA, Lizardo, “Nulidad de Acto Jurídico”, Editora Jurídica Grijley, 2da. Edición
abril 2002, pág. 87 y 88.

[11] RUBIO CORREA, Marcial, “Nulidad y anulabilidad, La Invalidez del acto Jurídico”, Volumen IX,
Biblioteca Para leer el Código Civil. Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial 2003,
pág. 29 y 30

[12] MESSINEO, Francesco, “Manual de Derecho Civil y Comercial”, Tomo II, Ediciones Jurídicas
Europa – América, Buenos Aires 1954, pág. 495 a 496.

[13] TABOADA CORDOVA, Lizardo, “Nulidad de Acto Jurídico”, Editora Jurídica Grijley, 2da. Edición
abril 2002, pág. 84 y 85.

[14] MOSSET ITURRASPE, Jorge, “Negocios Simulados, Fraudulentos y Fiduciarios”, Editora Ediar
S.A., Buenos Aires 1974, pág. 13.

[15] MORALES HERVIAS, Rómulo, “El Código Civil Comentado”, Tomo I, Editora Gaceta Jurídica,
año 2005, pág. 813-814.

[16] BARBERO, Doménico, “Sistema del Derecho Privado”, Parte Preliminar – Parte General,
Ediciones Jurídicas Europa América, Buenos Aires 1967, pág. 547.

[17] MORALES HERVIAS, Rómulo, “El Código Civil Comentado”, Tomo I, Editora Gaceta Jurídica,
año 2005, pág. 814.

[18] BARBERO, Doménico, “Sistema del Derecho Privado”, Parte Preliminar – Parte General,
Ediciones Jurídicas Europa América, Buenos Aires 1967, pág. 547.

[19] MORALES HERVIAS, Rómulo, “El Código Civil Comentado”, Tomo I, Editora Gaceta Jurídica,
año 2005, pág. 814.

[20] BARBERO, Doménico, “Sistema del Derecho Privado”, Parte Preliminar – Parte General,
Ediciones Jurídicas Europa América, Buenos Aires 1967, pág. 548.

[21] Artículo 395º.- Reconocimiento como acto puro e irrevocable.

El reconocimiento no admite modalidad y es irrevocable.


[22] Artículo 395.- Irrevocabilidad del reconocimiento

El reconocimiento no admite modalidad y es irrevocable.

[23] VARSI ROSPLIGUIOSI, Enrique, “El Código Civil Comentado”, Tomo II, Editora Gaceta Jurídica,
año 2005, pág. 800.

[24] VARSI ROSPLIGLIOSI, Enrique, “El Código Civil Comentado”, Tomo II, Editora Gaceta Jurídica,
año 2005, pág. 801.

[25] Artículo 399º.- Impugnación del reconocimiento.

El reconocimiento puede ser negado por el padre o por la madre que no interviene en él, por el
propio hijo o por sus descendientes si hubiera muerto, y por quienes tengan interés legítimo, sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 395º.

[26] PLACIDO VILCACHAGUA, Alex, “El Código Civil Comentado”, Tomo II, Editora Gaceta Jurídica,
año 2005, pág. 821.

[27] Artículo 427º.- Improcedencia de la demanda.-

El Juez declarará improcedente la demanda cuando:

6.El petitorio fuese jurídica o físicamente imposible;

[28] ESCOBAS ROZAS, Freddy, “El Código Civil Comentado”, Tomo II, Editora Gaceta Jurídica, año
2005, pág. 922.

[29] Artículo 361.- Presunción de paternidad

El hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución
tiene por padre al marido.

[30] Artículo 363.- Negación de la paternidad

"El marido que no se crea padre del hijo de su mujer puede negarlo:

1. Cuando el hijo nace antes de cumplidos los ciento ochenta días siguientes al de la celebración
del matrimonio.

2. Cuando sea manifiestamente imposible, dadas las circunstancias, que haya cohabitado con su
mujer en los primeros ciento veintiún días de los trescientos anteriores al del nacimiento del hijo.

3. Cuando está judicialmente separado durante el mismo período indicado en el inciso 2); salvo
que hubiera cohabitado con su mujer en ese período.

4. Cuando adolezca de impotencia absoluta.


5. Cuando se demuestre a través de la prueba del ADN u otras pruebas de validez científica con
igual o mayor grado de certeza que no existe vínculo parental. El Juez desestimará las
presunciones de los incisos precedentes cuando se hubiera realizado una prueba genética u otra
de validez científica con igual o mayor grado de certeza.

[31] TABOADA CORDOVA, Lizardo, “Nulidad de Acto Jurídico”, Editora Jurídica Grijley, 2da. Edición
abril 2002, pág. 122.

[32] BARBERO, Doménico, “Sistema del Derecho Privado”, Parte II – Derechos de la Personalidad,
Derecho de Familia y Derechos – Reales, Ediciones Jurídicas Europa América, Buenos Aires 1967,
pág. 113 y 114.

[33] MESSINEO, Francesco, “Manual de Derecho Civil y Comercial”, Tomo II, Ediciones Jurídicas
Europa – América, Buenos Aires 1954, pág. 132 a 133.

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