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COLECCIÓN COMENTARIO DE TEXTOS

COMENTARIO PRAGMÁTICO
DE TEXTOS LITERARIOS
Salvador Gutiérrez Ordóñez

ARCO/ LIBROS, S.L.


Salvador Gutiérrez Ordóñez

Comentario pragmático
de
textos literarios
COLECCIÓN:
Comentario de Textos
DIRECCIÓN:
Manuel ARIZA/Antonio CARREIRA/Salvador GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ

1ª edición: 2000.
2ª edición: 2007.

© by Arco Libros, S.L., 2007


J u a n Bautista de Toledo, 28. 28002 Madrid
ISBN: 978-84-7635-414-8
Depósito legal: M-48.110-2007
Printed in Spain - Impreso por Lavel, S. A. (Madrid)
A. D. EMILIO ALARCOS LLORACH
¡Qué triste desgarrar
los velos del olvido!
¿¿Sólo queda la nada??
ÍNDICE
Págs.

EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 9


1. Introducción 9
2. El peregrino pide confesión 11
3. Negativa indirecta 16
4. La aclaración del peregrino 18
5. Intentos de ruptura comunicativa 19
6. La ofensiva de don Benito 22
7. Respuesta del peregrino 24
8. Renace la disputa 26
9. La amenaza de suicidio 29

«PALABRAS A UN LAUREL» 31
1. El p o e m a 31
2. Lingüística estructural y poesía 31
3. Esquema de un comentario poético del poema 34
4. Pragmática lingüística 43
5. Pragmática literaria 44
6. Comentario pragmático de «Palabras a un laurel» 48

GRÁCIL CAMINA 65
1. El texto y su ubicación 65
2. «Por las calles catalanas» 66
3. El locutor, los enunciados y los destinatarios 69
4. El enunciador bíblico 71
5. El segundo parágrafo 78
6. El párrafo tercero 82
7. El último párrafo 87

BIBLIOGRAFÍA 91
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN

1. INTRODUCCIÓN

1.1. En 1990 p u b l i c a el a u t o r l e o n é s Luis Mateo Diez su


novela Las horas completas. Es un relato lleno de ingeniosas y diver-
tidas peripecias. Tiene como hilo conductor la excursión que rea-
lizan cinco sacerdotes de la capital para visitar a un amigo (Mero)
que ejerce sus labores pastorales en u n a parroquia de la monta-
ña con el fin de pasar u n a tarde de asueto y probar unas exqui-
sitas sopas de truchas que prepara su madre, Dña. Olina. Sus des-
venturas comienzan cuando les detiene, t u m b a d o en medio de
la calzada, un peregrino loco y desvergonzado. Durante el tra-
yecto se burla de lo sagrado y lo profano y somete a los sacer-
dotes a todo tipo de chanzas y desprecios. El texto que extrae-
mos se inicia en el m o m e n t o en que decide solicitarles confesión.
Presenta interés por las argumentaciones y contraargumentacio-
nes a que da lugar entre el peregrino que reclama el sacramen-
to y los curas que, con sólidos motivos para desconfiar de su serie-
dad, se lo niegan.

1.2 Texto
-Quiero confesarme -dijo el peregrino-. No sé los años que
hace que no lo hago, pero ahora lo necesito. ¿Hay algo más grato
a Dios que un pecador arrepentido?
-Nada -confirmó don Benito-. Haga usted un buen exa-
men de conciencia y busque un sacerdote en cualquier parro-
quia. Si el arrepentimiento es sincero, no hay mejor medicina.
-No me ha entendido -dijo el hombre, restregando de nuevo
los ojos enrojecidos-. Quiero confesarme ahora mismo. Quiero
que uno de ustedes me confiese -suplicó.
Ángel miró a Manolo, que movía la cabeza con un gesto
despectivo.
-Yo le voy a rogar -dijo don Fidel- que se calle la boca y
10 COMENTARIO PRAGMÁTICO DE TEXTOS LITERARIOS

nos deje tranquilos. Aproveche lo poco que falta para llegar a


San Martín para hacer el examen de conciencia que acaban de
recomendarle. Sacerdotes hay en todos los sitios.
- N o me pueden hacer esto.
-Le han dicho que nos deje en paz - o r d e n ó Manolo, impe-
rativo.
- N o pido nada raro -exclamó el peregrino-. Sólo solicito
confesión. Ustedes son sacerdotes. ¿Con qué derecho van a negar-
me el sacramento?
Ángel sintió el c u e r p o expansivo del p e r e g r i n o , q u e se
revolvía violento.
-¿Cree usted que es de recibo la tarde que nos está dando?
-inquirió Manolo, nervioso y desafiante-. ¿Por quién nos ha toma-
do?
-Pido confesión, exijo confesión. Soy un creyente tan digno
como cualquier otro, a pesar de mis miserias.
- N o lo d e m u e s t r a - a s e g u r ó d o n Benito, tajante-. Desde
que le recogimos sólo ha hecho usted que faltarnos al respeto.
Lleva toda la tarde contándonos insensateces.
-Es lo que da de sí una vida insensata como la mía. Ya es
bastante desgracia tener que reconocerlo. ¿Encima van a echár-
melo en cara?
- N i se lo echamos ni se lo dejamos de echar. Se calla la
boca y se queda ahí quietecito hasta que lleguemos.
-Ni hablar, ni hablar -dijo el hombre, revolviéndose aira-
do en el asiento-. Como hay Dios que me confiesan. Faltaría
más.
- N o nos alce la voz -suplicó don Fidel-. Serénese. Éste no
es el m o m e n t o ni lugar para administrar un sacramento.
-Cualquier momento es bueno cuando el pecador se mues-
tra a r r e p e n t i d o - a f i r m ó el p e r e g r i n o , lloroso y a r r o g a n t e - .
Cualquier sitio vale para congraciarse con Dios. Ustedes no son
dignos de él. Cicateros. Farsantes.
-¿También va a insultarnos? -estalló Manolo, golpeando el
volante con ambas manos al tiempo que pisaba el acelerador.
El hombre abrió la puerta y la sostuvo abierta con el brazo
extendido. El vértigo del asfalto asomó como la sima de un des-
filadero.
-Me tiro -amenazó, con los ojos llenos de lágrimas-. Como
hay Dios que me tiro y ojalá me desnuque así como estoy, en
pecado mortal.
Ángel se volcó hacia Manolo, que tardó un momento en reac-
cionar.
-Para, Manolín, para -pedía don Fidel.
Tras un viraje, la velocidad comenzó a descender.
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 11

-Ojalá me mate -gritaba, todavía amenazante el peregrino.


-Maldito loco -exclamó Manolo, ofuscado.
(Luis Mateo Díez: Las horas completas, págs. 71-72)

2. EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN

«Quiero confesarme -dijo el peregrino-. No sé los años que


hace que no lo hago, pero ahora lo necesito. ¿Hay algo más grato
a Dios que un pecador arrepentido?»

2.1. La primera intervención del viajero constituye un acto de


habla indirecto (cf. Searle, 1975). En la realización de determina-
das acciones verbales nos expresamos como si estuviéramos eje-
cutando u n a acción diferente a la que se enuncia. En actos direc-
tivos como las peticiones y ruegos, en los q u e el emisor se sitúa
discursivamente en un nivel inferior al del destinatario, se evita
de forma categórica el imperativo y se acude a interrogaciones
{¿Puedes ayudarme a abrir la maleta?), expresiones de deseo (Me
gustaría que bajaras estas botellas al sótano)... En el texto hallamos
ejemplificada esta situación:

petición deseo -Quiero confesarme

La distancia q u e m e d i a e n t r e el significado lingüístico lite-


ral (la expresión de un deseo) y el sentido pragmático (peti-
ción) ha de salvarse p o r vía inferencial. C o n s t a n t e m e n t e convi-
ven en la conformación de nuestros enunciados los dos prototipos
comunicativos de q u e hablan Sperber&Wilson (1986:14 y ss.;
68 y 22):
a) El de codificación-descodificación, que cifra y descifra las expli-
caturas, es decir, la p a r t e e m e r g e n t e o explícita de los
mensajes, lo q u e se ajusta a la c o m p e t e n c i a lingüística
(ese conocimiento de las unidades y reglas de combinación
que es sistemático, intersubjetivo y constante en todas las
actuaciones).
b) El modelo de ostensión-inferencia, que tiene por objeto expli-
car la forma en la que se construyen y reconstruyen las
implicaturas, es decir, la información sumergida, no codi-
ficada.
12 COMENTARIO PRAGMÁTICO DE TEXTOS LITERARIOS

La expresión lingüística Quiero confesarme presenta un signi-


ficado que es constante en todos sus usos («Quiero confesarme»).
A él llegamos por medio de u n a descodificación. El salto que
media entre la expresión de dicho deseo y el acto de habla peti-
ción se salva por vía de razonamiento.
2.2. Los incisos de estilo directo. Las construcciones de estilo
directo tienen por objeto reproducir de u n a forma pretendida-
mente literal un acto de discurso presente, futuro o, lo que es
más frecuente, pasado. Dichas estructuras constan de dos par-
tes, el segmento-A y el segmento-B. Este último intenta reproducir
de forma exacta, en referencia de dicto, el texto original. Por el con-
trario, el segmento-A recoge todos los actantes y circunstancias
del enunciado primitivo que el hablante actual considera perti-
nente reproducir:

Segmento-A Segmento-B
Juan dijo ayer en casa a su madre: «Tengo miedo»

emisor acto tiempo lugar receptor

El verbo del segmento-A posee importancia en un análisis


pragmático, pues r e p r o d u c e el acto de habla que, a juicio del emi-
sor actual, se ejecutó en el mensaje primitivo. En la mayoría de
las ocasiones el h a b l a n t e se fija en el p u r o acto locutivo (dijo,
afirmó, exclamó...). C u a n d o le interesa introducir mayor preci-
sión, refleja el acto ilocutivo realizado c u a n d o se dijo lo que se
dijo. En el texto que analizamos tenemos ejemplos de los dos
grupos:

Actos locutivos Actos ilocutivos


-dijo el peregrino -confirmó don Benito
-dijo el hombre -ordenó Manolo
-dijo don Fidel -aseguró don Benito
-exclamó el peregrino -suplicó don Fidel
-inquirió Manolo -pedía don Fidel

2.3. Las normas sociales nos exigen justificar la causa y la fina-


lidad de nuestras peticiones y súplicas. Petición y justificación
constituyen por este motivo actos de habla secuenciales o, como
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 13

los d e n o m i n a el Análisis Conversacional, pares adyacentes. En el


texto se respeta la convención:

petición Quiero confesarme.

justificación Lo necesito.

2.4. El período adversativo se apoya en un supuesto implíci-


to que ha de ser reconstruido por vía inferencial. Las oraciones
No sé los años que hace que no lo hago y Ahora lo necesito no presen-
tan entre sí u n a oposición visible que justifique la presencia del
conector adversativo. La confrontación se realiza entre el segun-
do enunciado Ahora lo necesito y u n a implicatura derivada infe-
rencialmente de la primera oración:

-No sé los años que hace


que no me confieso.
implicatura
Entonces yo no ne( :esitaba pero -Ahora necesito confesarme
confesarme

2.5. A continuación el peregrino añade este interrogante: ¿Hay


algo más grato a Dios que un pecador arrepentido ? Tanto su natura-
leza como la finalidad que persigue se presta a reflexiones de
orden pragmático.
Conviene distinguir desde un principio entre dos conceptos
con frecuencia mezclados y confundidos: enunciado lingüístico y
enunciado pragmático. El primero está constituido por la asociación
del esquema sintagmático (la secuencia de signos) y del signo
enunciativo (que conforma modalidades lingüísticas como aser-
ción, interrogación, exclamación...). Una misma secuencia (oracio-
nal o no) p u e d e recibir diferentes modalidades y participar en
enunciados lingüísticos diferentes:

-Llega el pelotón -¿Llega el pelotón? -¡Llega el pelotón!


-La policía -¿La policía? -¡La policía!

Un mismo e n u n c i a d o lingüístico (asertivo, interrogativo o


14 COMENTARIO PRAGMÁTICO DE TEXTOS LITERARIOS

exclamativo), constante, idéntico a sí mismo, puede adquirir valo-


res referenciales, ilocutivos y factuales diferentes en cada u n a
de sus actualizaciones discursivas. De la asociación de los valores
codificados con los intencionales y contextuales nace el enuncia-
do pragmático. Sin ir más lejos, un mensaje interrogativo p u e d e
realizar en el habla distintos tipos de actos:

Enunc. lingüístico Enunc. pragmático


-¿Qué hora es? -interrogativo -pregunta
-¿Tienes fuego? -interrogativo -petición
-¿Cuántas veces he
de repetirlo? -interrogativo -reproche
-¿Cómo he de decir
que vengas? -interrogativo -orden
-¿Hay algo más grato a
Dios? -interrogativo -afirmación

Es necesario, p o r consiguiente, diferenciar el valor lingüísti-


co interrogación de los valores pragmáticos que un enunciado inte-
rrogativo p u e d a adquirir en el discurso. No se ha de confundir,
por consiguiente, interrogación con pregunta. La interrogación es
u n a m o d a l i d a d lingüística q u e tiene p o r misión p r e s e n t a r u n
enunciado abierto, con u n a incógnita referencial sin resolver. Por
el contrario, la pregunta es un acto de habla q u e solicita infor-
mación a través de un e n u n c i a d o interrogativo (cf. Escandell,
1988:427).
La distinción entre enunciado lingüístico y enunciado pragmáti-
co nos permite explicar también cómo u n a secuencia interroga-
tiva muchas veces no sólo no pregunta, sino que afirma. Es el
caso de las interrogaciones retóricas: introducen u n a afirmación de
sentido contrario al que refleja el enunciado inmanente. Las inte-
r r o g a c i o n e s positivas se t r a d u c e n en e n u n c i a d o s negativos y
viceversa. C u a n d o aparecen interrogativos e indefinidos, se han
de interpretar en su versión opuesta (cf. Id.:514 y ss.):

-¿Dónde hallarás un cariño como el mío? = En ningún lugar.


-¿ Quién te ayudará sino tus padres? = Nadie.
-¿Cómo me puedo tragar esa barbaridad? = De ningún modo.
-¿Qué necesidad tienes ya de trabajar? = No...ninguna.

La interpretación de u n a interrogación retórica se realiza por


EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 15

vía inferencial. C u a n d o el emisor la construye p a r t e de u n a


hipótesis o conocimiento que supone compartido por su desti-
natario y que este no tendrá dificultades en recuperar. En la mayo-
ría de los casos se apoyan en principios de amplia difusión cul-
tural. Son los tópoi aristotélicos que rescatan Ducrot y Anscombre
en su teoría de la argumentación. Cuando el peregrino dirige a los
sacerdotes la interrogación retórica ¿Hay algo más grato a Dios
que un pecador arrepentido? toma como base un pasaje evangélico
que conocen a la perfección: «En verdad, en verdad os digo que
p o r cada p e c a d o r a r r e p e n t i d o h a b r á fiesta en el r e i n o de los
cielos».
¿Por qué utilizamos enunciados interrogativos para realizar
afirmaciones? Escandell r e s p o n d e con acierto: p o r q u e poseen
carácter polémico y dejan abierta la posibilidad de respuesta en
el interlocutor. También queda abierta, claro está, la posibilidad
de asentimiento, que es lo que ocurre en el ejemplo que anali-
zamos. La formulación interrogativa invita al asentimiento de d o n
Benito, hecho que no se produciría en la aserción, modalidad
cerrada por excelencia:

A: ¿Hay algo más grato No hay nada más grato


a Dios que un pecador a Dios que un pecador
arrepentido? arrepentido.

B: -Nada -confirmó
don Benito.

¿Qué misión discursiva posee el c o n t e n i d o de esta interro-


gación retórica? No afecta a la petición previa (Quiero confe-
sarme), pues ya está justificada. Pragmáticamente el emisor siem-
pre construye su mensaje efectuando u n a reconstrucción
hipotética de cuáles son los conocimientos y de cuál es la acti-
tud del destinatario. Tras las barbaridades que ha dicho y hecho,
el p e r e g r i n o tiene la seguridad de q u e los sacerdotes se van a
negar a confesarlo. I n t e n t a q u e b r a r su resistencia p o r m e d i o
de u n a ofensiva dialéctica gradual. Previamente ya les había
dicho:

-«Espero que no me nieguen lo que les voy a pedir» (pág.70).


-«Miento más que hablo, como ya les dije. Pero esto no pueden
negármelo» (Ibid.).
16 COMENTARIO PRAGMÁTICO DE TEXTOS LITERARIOS

-«Creo que hay un Ser Supremo allá arriba, y que en su miseri-


cordia es en lo único que podemos confiar» (Ibid.).
Ahora introduce esta justificación argumental a su exigencia}.
Q u e d a implícito algo que ya ha sido dicho (No pueden negárme-
lo):

exigencia (No pueden negármelo).

justificación Nada hay más grato a Dios que un pecador


arrepentido.

3. NEGATIVA INDIRECTA

3.1. Al tratarse de afirmaciones abiertas, las interrogaciones


retóricas ofrecen dos posibilidades discursivas al interlocutor:
acuerdo/desacuerdo. En el primer caso, éste p u e d e quedarse calla-
do (Quien calla otorga) o emitir u n a palabras de aprobación. En
el segundo, ha de manifestarse explícitamente. En el texto, d o n
Benito se atiene de forma cooperante y adecuada al acto de habla
en q u e se ve comprometido:

-¿Hay algo más grato a Dios que un pecador


afirmación arrepentido?
abierta =Nada hay más grato a Dios que un pecador
arrepentido.

asentimiento -Nada.

El mismo autor realiza en el inciso u n a descripción acertada


del acto de habla ejecutado por el sacerdote: confirmó don Benito.
La confirmación presupone u n a afirmación previa, precisamente
la que se ha ejecutado por medio de la interrogación indirecta.

1
El acto de habla directivo exigencia se realiza desde una posición social infe-
rior, p e r o desde u n a ubicación discursiva superior. El h a b l a n t e , apoyado en
principios que están por encima incluso de las autoridades, reclama ¡sus derechos.
Esta s u p e r i o r i d a d discursiva le dispensa de utilizar un lenguaje cortés (vid.
Escandell, 1988:576).
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 17

Veíamos que la interrogación retórica que analizábamos en


el apartado anterior poseía dos dimensiones pragmáticas: p o r
un lado era u n a afirmación y, por el otro, se presentaba como la
justificación de u n a exigencia. Sin embargo, el asentimiento o con-
firmación de don Benito sólo se atiene a u n a de ellas, como se
p o d r á deducir del contexto posterior:

afirmación justificación -¿Hay algo...?

asentimiento -Nada.

3.2. El uso de expresiones ambiguas carga con el riesgo de que


el interlocutor se apoye en la interpretación no preferida para ini-
ciar u n a fuga dialéctica hacia lo q u e a él le interesa. En otro
lugar cito un ejemplo de La vida es sueño (vid. Gutiérrez, 1989:138):
SEGISM.: -Cansóme cómo llegó
grave a hablarme, y lo primero
que hizo, se puso el sombrero.
CRIADO - E S grande.
SEGISM.: -Mayor soy yo.

Esta posibilidad de fuga la ofrece también la distancia existen-


te entre el significado y el sentido. Desde el p u n t o de vista lin-
güístico, la secuencia Quiero confesarme es la expresión de un deseo,
mientras q u e desde el p u n t o de vista pragmático se configura
c o m o u n a petición (casi exigencia). No es q u e d o n Benito no
capte el valor discursivo, sino que aferrándose al valor literal, lógi-
co, ofrece de forma simultánea un consejo y u n a negativa. En su
intervención acude a un consejo prototípico: Si alguien se halla
en pecado y desea confesión debe realizar un buen examen de conciencia
y buscar un sacerdote. Es esta última parte (Busque un sacerdote en
cualquier parroquia) la f o r m a i n d i r e c t a a la q u e a c u d e p a r a
negarle la confesión. Del acto mismo de aconsejarle que busque
un sacerdote, cuando allí mismo hay cinco, se deriva q u e bus-
que otro sacerdote distinto, que ellos no lo confesarán.

expresión de un deseo petición -Quiero confesarme.

consejo negativa -Haga usted un buen examen...


18 COMENTARIO PRAGMÁTICO DE TEXTOS LITERARIOS

3.3. ¿Cómo es posible que cinco sacerdotes se sacudan la res-


ponsabilidad de confesar a un pecador que solicita el sacramento
y lo remitan a otra instancia? Porque tienen la seguridad de que
el peregrino no satisface ni la actitud exigida por el Principio de
Cooperación de Grice (Coopera en el acto de discurso en que estás com-
prometido) ni la Máxima de Calidad (Sé sincero). A lo largo del
viaje les ha dado sobradas pruebas para ello. La violación de la
sinceridad en el habla constituye un pecado venial (la mentira);
pero en la aplicación de un sacramento es un sacrilegio.
Los sacerdotes optan por la negativa indirecta con el fin de
evitar el conflicto abierto e inútil con un loco irresponsable. No
le dicen de forma clara: No le confesamos porque usted no es sincero
y pretende realizar una burla del sacramento. Se c o n t e n t a d o n
Benito con efectuar u n a alusión indirecta: Si el arrepentimiento es
sincero, no hay mejor medicina.

4. LA ACLARACIÓN DEL PEREGRINO

4.1. El p e r e g r i n o se rebela al observar que el sacerdote se


apoya en la literalidad de sus palabras para denegarle la confe-
sión: No me ha entendido. Protesta p o r q u e la interpretación literal
significa un fracaso comunicativo. Lo que intentaba transmitir
es esencial al mensaje. Con ello realiza un diagnóstico de la situa-
ción y un análisis pragmático: para c o m p r e n d e r un mensaje no
sólo es necesario descodificar el significado lingüístico, sino
también los valores intencionales, de sentido.
4.2. La Máxima de Relación del Principio de Cooperación se
resolvía en un imperativo muy g e n é r i c o : Sé relevante (Grice,
1975:517). Grice no ofrece el desarrollo teórico que promete de
este principio. Podemos sacar alguna interpretación a partir de
un ejemplo de aplicación que p r o p o n e para otro tipo de tran-
sacciones:

«III. Relación. Y espero que la contribución de mi compañe-


ro de faenas resulte apropiada a los fines inmediatos de cada uno
de los estadios de la transacción; si estoy mezclando los ingre-
dientes de un pastel, no espero que se me entregue un buen
libro, ni siquiera un portaollas (si bien esto último podría ser
una contribución apropiada en un momento posterior)» (Id.:518).
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 19

Es decir, h e m o s de a t e n e r n o s a las exigencias inmediatas


del discurso: se ha de entregar el portaollas en el m o m e n t o justo.
Levinson (1983:98) a p o r t a un ejemplo lingüístico semejante.
La aplicación de la Máxima de Relación a u n a secuencia como
Pásame la sal n o s c o n d u c e a u n a i m p l i c a t u r a : Pásame la sal
ahora.
4.3. ¿Dónde reside la violación discursiva efectuada por d o n
Benito? ¿Por qué no se alcanza el sentido? O mejor, ¿a qué prin-
cipio pragmático hace oídos sordos para simular que no ha cap-
t a d o la i n t e n c i ó n ? El m i s m o p e r e g r i n o o f r e c e la clave: la
Máxima de Relación. Ser cooperante ante el mensaje Quiero con-
fesarme emitido ante varios sacerdotes significa aplicar este prin-
cipio para llegar a las implicaturas:

-«Quiero confesarme ahora mismo. Quiero que uno de ustedes


me confiese».

5. INTENTOS DE RUPTURA COMUNICATIVA

5.1. La negativa de don Fidel. Los actos de discurso tienen la


facultad de limitar el campo de actuación de nuestros destina-
tarios. Ducrot (1972:20) mostraba cómo tras u n a p r e g u n t a el
interlocutor se ve inmerso en u n a nueva tesitura deontológica:
la pregunta que recibe le genera la obligación de responder. De
igual forma, tras u n a petición las posibilidades de actuación se
limitan a dos: acceder o no acceder. La concesión es la respuesta
preferida, la no marcada. Por el c o n t r a r i o , según el Análisis
Conversacional, la negativa constituye el par adyacente marcado, el
más conflictivo y el que precisa u n a justificación.
Estas observaciones son válidas en un diálogo entre prota-
gonistas cooperantes. Pero aquí se p r o d u c e u n a q u i e b r a pro-
gresiva en el sustrato más profundo de la conversación. Primero
don Benito le da u n a negativa indirecta. Ahora don Fidel le ruega
que se calle. Y dentro de poco Manolo le ordenará imperativa-
m e n t e que los deje en paz.
En la intervención de don Fidel hallamos dos ruegos, un con-
sejo y u n a explicación. Pero, como se hallan tras u n a petición,
adquieren un nuevo sentido (son actos de habla indirectos): dene-
gación y justificación:
20 COMENTARIO PRAGMÁTICO DE TEXTOS LITERARIOS

ruego -Le voy a rogar que se calle la


denegación boca y nos deje tranquilos.
consejo -Aproveche... para hacer el
examen de conciencia.

justificación explicación -Sacerdotes hay en todos los


sitios.

5.2. Protesta del peregrino. El peregrino c o m p r e n d e perfecta-


mente que tras los ruegos, el consejo y la explicación de don Fidel
se esconde u n a nueva negativa a lo que solicita. Pedirle que se
calle y que los deje tranquilos implica rogarle que renuncie a su
petición, lo que a su vez significa u n a voluntad clara de no con-
fesarlo. Es u n a conclusión a la que se llega p o r u n a cadena de
inferencias.
La negativa de los sacerdotes es u n a decisión que, como todo
fallo adverso, p u e d e provocar un desacuerdo en el interesado.
Si la decisión se efectúa sobre u n a súplica, un r u e g o o u n a peti-
ción, las posibilidades de reclamación son muy limitadas. El
responsable se halla en superioridad real y en superioridad dis-
cursiva. Otra cosa ocurre con las exigencias. El sujeto reclaman-
te se apoya en un principio q u e está p o r encima de las dos ins-
tancias discursivas. Si se p r o d u c e la denegación, el interesado,
apoyándose en dicho principio, está autorizado a reclamar y pro-
testar.
Cuando el peregrino pedía confesión tenía conciencia de recla-
mar un derecho. Cuando se la deniegan se siente autorizado a
protestar:

denegación

protesta -No me pueden hacer esto.

La protesta del peregrino desencadena la ira de u n o de los


jóvenes sacerdotes que le o r d e n a r o m p e r el vínculo comunicati-
vo y dejar de darles la lata. Las palabras que utiliza son las de un
recordatorio, pero el tono imperativo las convierte en u n a orden:
Le han dicho que nos deje en paz.
5.3. Tan amparado se encuentra por el derecho que le asis-
te a solicitar confesión y por la obligación de los sacerdotes a
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 21

otorgársela que el peregrino no obedece ni a los ruegos ni a las


órdenes de que se calle la boca. Insiste erre que erre:

-protesta/reclamación -No me pueden hacer esto.

justificación -No pido nada raro.

explicación -Sólo solicito confesión.

Introduce un nuevo frente argumentativo, que podemos sin-


tetizar en un silogismo clásico:
-Los sacerdotes tienen el deber de otorgar confesión a los arre-
pentidos.
-Ustedes son sacerdotes.
-Luego no tienen derecho a negarme la confesión.

La premisa mayor constituye el supuesto, el principio implíci-


to en el que apoya su argumentación el peregrino. La premisa
m e n o r se ofrece como dato explícito: Ustedes son sacerdotes. Por
último, la conclusión es presentada en forma de interrogación
retórica:

-¿Con qué derecho van a negarme el sacramento?

«No tienen derecho a negarme el sacramento».

5.4. Si el p e r e g r i n o insiste c o m o u n a gota malaya en el


deber que tienen los sacerdotes de otorgarle confesión, estos con-
tinúan con las evasivas. Si antes era u n a orden, ahora actualizan
un reproche. Continúa, pues, el diálogo de sordos:

-¿Cree usted que es de recibo la tarde que nos


reproche está dando?
-¿Por quién nos ha tomado?

La finalidad perlocutiva de las intervenciones de los sacer-


dotes d o n Benito, d o n Fidel y Manolo es e n m u d e c e r al maldito
peregrino. No desean continuar con u n a p u g n a dialéctica para
22 COMENTARIO PRAGMÁTICO DE TEXTOS LITERARIOS

la que disponen de argumentos menos contundentes. Ahora acu-


d e n a la descalificación de su conducta de toda la tarde y a la dig-
nidad sacerdotal (¿Por quién nos ha tomado?).

5.5. Inútil. El p e r e g r i n o , consciente del p o d e r de su posi-


ción argumentativa y de la inquietud que provoca en sus inter-
locutores, continúa en sus trece:

petición -Pido confesión.


exigencia -Exijo confesión.

justificación -Soy un creyente tan digno como cualquier


otro.

6. LA OFENSIVA DE DON BENITO

6.1. La justificación del peregrino se apoya en un dato con-


t r o v e r t i d o : q u e , a pesar de sus miserias, es un c r e y e n t e tan
digno como cualquier otro. Del contexto se d e s p r e n d e que lo
que quiere decir es que es un creyente tan digno de confesión como
cualquier otro. Pero no q u e d a expreso y es aprovechado argu-
mentativamente p o r d o n Benito para presentar u n a refutación
irónica. La dignidad, como la b o n d a d o la sabiduría sólo existen
socialmente en la m e d i d a q u e se d e m u e s t r a n (Tanto sé cuanto
demuestro, reza el refrán estudiantil). Por eso, decirle al peregri-
no que no demuestra la dignidad de que presume conduce a u n a
inferencia argumentativa:

-Vd. no demuestra dign idad


-Vd. no tiene dignidad
-Tanto se tiene cuanto
se demuestra

En u n a situación tan delicada no ha de quedar ningún cabo


suelto. Don Benito se ve precisado a explicar por qué considera
que no demuestra dignidad: p o r q u e desde que le recogimos sólo ha
hecho que faltarnos al respeto. Podríamos representar así el enca-
denamiento de los últimos actos de habla:
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 23

-Soy un creyente tan digno como cualquier


justificación otro.

refutación -No lo demuestra.

justificación
-reproche -Sólo ha hecho que faltarnos al respeto.

No le parece haber dejado bien claro a don Benito por qué


considera que el peregrino les ha faltado al respeto: Lo explica
así: Lleva toda la tarde contándonos insensateces. Tal justificación
merece algún comentario. ¿Cómo es posible que aduzca para
demostrar su falta de respeto el h e c h o de decir insensateces?
Imaginemos u n a situación distinta. Una pandilla de muchachos
se divierten u n a tarde de sábado profiriendo toda clase de gan-
sadas propias de la edad. ¿Qué pensaríamos si al final u n o de
ellos dijera al más locuaz: Llevas toda la tarde faltándome al respe-
to; no has parado de decir insensateces? Absurdo. ¿Qué es lo que varía
de u n a situación a otra? La naturaleza y el sentido del supuesto.
Toda argumentación se apoya en unos principios implícitos
que son compartidos por los interlocutores (los supuestos). No
existe argumentación que no se apoye en u n a de estas creencias
o en estos tópicos. La modificación de un tópico p u e d e alterar
las conclusiones argumentativas. Tiene sentido que d o n Benito
justifique su acusación en el h e c h o de que lleva toda la tarde
diciendo insensateces, p o r q u e existe un supuesto o principio cul-
tural compartido que sostiene que decir insensateces... a un sacer-
dote es faltarle al respeto. Por el contrario, nuestra cultura no
comparte la opinión de que decir insensateces a un c o m p a ñ e r o
de pandilla signifique faltarle al respeto:

-Lleva toda la tarde contándonos


insensateces
-Nos ha faltado al respeto
-Contar insensateces a un
sacerdote es faltarle al respeto
-Llevas toda la tarde contándonos
insensateces
-*Me has faltado al respeto
-Contar insensateces a un «compa»
no es faltarle al respeto
24 COMENTARIO PRAGMÁTICO DE TEXTOS LITERARIOS

7. RESPUESTA DEL PEREGRINO

7.1. La dialéctica argumentativa se asemeja a u n a partida de


ajedrez. Se resuelve en estrategias de ataque y de defensa que,
por otra parte, p u e d e n ser alternantes. Hace un m o m e n t o , lle-
vaba la iniciativa el peregrino gracias a la posesión de un prin-
cipio de mayor potencia: un sacerdote no p u e d e negar confesión
a un pecador que se muestra arrepentido. Por el contrario, los
sacerdotes se atrincheran en la certidumbre de su insinceridad.
Pero esto es muy difícil de demostrar y carece de poder de con-
vicción.
Cuando el peregrino se presenta como un creyente tan digno
como cualquier otro, quienes pasan al ataque son los sacerdo-
tes. Ahora le toca defenderse al viajero:

reproche Lleva toda la tarde faltándonos al respeto.

justificación -Es lo que da de sí una vida insensata como


la mía.

7.2. La explicación que ofrece es bastante p o b r e . Desde el


p u n t o de vista narrativo o literario no es rentable la superiori-
dad dialéctica de los curas. Es necesario que el peregrino recu-
pere p r o n t o su agresividad.
Para justificar su conducta se ha visto obligado a reconocer
que su vida es insensata. Apoyado en el supuesto de q u e el reco-
nocimiento de la insensatez e inutilidad de su vida es doloroso
(una desgracia) comienza a r e p r o c h a r a los curas que encima
quieran hurgar en la misma herida echándoselo en cara. El repro-
che es injustificado, p o r q u e n i n g u n o de los sacerdotes ha dicho
tal cosa, pero, a fin de cuentas, es un ataque que los obligaría a
pasar a la defensiva.
7.3. Pero la salida de d o n Fidel es inteligente: sin negar la
existencia de motivos más que sobrados para reprocharle su géne-
ro de vida, renuncia a entrar nuevamente en el cuerpo a cuer-
p o . La acusación del viajero los invitaba a circunscribirse a un
área reducida de discusión: reproche sí/reproche no.
En la lengua disponemos de construcciones fraseológicas espe-
cializadas en el rechazo de disyuntivas: Ni sí ni no, sino todo lo
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 25

contrario; Ni lo uno ni lo otro... Aquí d o n Fidel a c u d e c o n el


mismo fin también a u n a construcción semigramaticalizada: Ni
se lo echamos ni se lo dejamos de echar.
7.4. Con ello recobra la iniciativa. Apoyado ahora en la superio-
ridad que le confiere su dignidad, le reitera en forma de orden
lo q u e a n t e r i o r m e n t e le había r o g a d o : q u e se calle y q u e dé
paso a la tranquilidad. Merece comentario la conformación lin-
güística de este acto. Es u n a o r d e n cortés, respetuosa, semejan-
te a la que utiliza a diario con sus seminaristas. Viene en presente
de indicativo con referencia de futuro inmediato: Se calla la boca
y se queda ahí quietecito hasta que lleguemos.
Ahora bien, la o r d e n de cerrar la boca tiene la misma impli-
catura que antes: es u n a negativa a confesarlo:

negativa de confesión orden -Se calla la boca.

7.5. El peregrino efectúa el mismo recorrido interpretativo


que acabamos de esbozar. C o m p r e n d e que tras la amable orden
del cura se esconde u n a nueva denegación de lo que les pide. Y
se o p o n e tajantemente:

negativa de confesión orden -Se calla la boca.

rechazo -Ni hablar, ni hablar.

Lo peculiar de este pasaje es el recurso a u n a expresión idio-


mática especializada en la realización de un acto de habla: el
rechazo. En la captación del sentido y en la interpretación del acto
de habla q u e se ejecuta en un enunciado pragmático la lengua
acude frecuentemente en ayuda del usuario. Como supo ver Searle
(1975) existen u n a serie de expresiones con cierto g r a d o de
fosilización (discurso repetido) que se especializan en la expre-
sión de determinados valores discursivos. En la expresión Ni hablar
no p o d e m o s introducir modificación alguna. Ni siquiera con-
mutar el adverbio de negación (*No hablar). En la misma inter-
vención del peregrino hallamos otras dos:
-Como hay Dios que me confiesan.
-Faltaría más.
26 COMENTARIO PRAGMÁTICO DE TEXTOS LITERARIOS

La primera es u n a variante de un esquema genérico Como +


hecho evidente + que + hecho futuro, q u e permite otras manifesta-
ciones asociadas al acto de habla reto o apuesta (juramentada):
-Como hay Dios que me tiro (más abajo).
-Como se murió mi abuela que se va a acordar.
-Como amanece todos los días que conseguiré ese puesto.

La segunda expresión (Faltaría más) mantiene u n a relación


de equivalencia de usos con otras secuencias (Sólo faltaba eso, Sería
lo último, Faltaría plus, Sería lo que faltaba...) q u e tienen por obje-
to corroborar la posibilidad o imposibilidad de un acto hipoté-
tico que se halla bajo el control del hablante:

apuesta juramentada -Como hay Dios que me confiesan.

corroboración -Faltaría más.

8. RENACE LA DISPUTA

8.1. La intervención del viajero p o n e nuevamente sobre el


tapete la solicitud de confesión. Ahora bajo u n a actitud m u c h o
más e n c o n a d a y desafiante. Está claro que los sacerdotes, cono-
ciendo su locura y sus reacciones, tratarán por todos los medios
que se produzca u n a burla del sacramento, un sacrilegio. Es nece-
sario volver a la argumentación, pero antes es necesario que el
peregrino se serene para que p u e d a c o m p r e n d e r el alcance de
las razones. En este sentido los dos actos de habla con que ini-
cia d o n Fidel su intervención están destinados a crear unas con-
diciones favorables para que su discurso sea más eficaz:

ruego -No nos alce la voz.


consejo -Serénese.

A renglón seguido se produce una nueva denegación del sacra-


mento. De los tres componentes del á t o m o argumentativo sólo
aflora u n o , la premisa menor. Si se presentara en la forma explí-
cita de un silogismo, el razonamiento de don Fidel adoptaría la
siguiente configuración:
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 27

-La realización de un sacramento exige lugar y momento ade-


cuados.
-Este no es el momento ni el lugar para administrar un sacra-
mento.
-Luego no podemos administrarlo.
Las argumentaciones lingüísticas se realizan generalmente a
partir de la enunciación de la premisa menor. La mayor, al tratar-
se de u n a hipótesis de c o n o c i m i e n t o g e n e r a l i z a d o , se busca
dentro de nuestro baúl de conocimientos y se aplica a la premi-
sa m e n o r para obtener la conclusión. No es infrecuente que la con-
clusión se presente también oculta. Es el caso que aquí analiza-
mos:

-Este no es el momento ni -No administraremos aquí y


lugar para administrar un ahora el sacramento.
sacramento.
:
-La administración de un sacramento
exige momento y lugar adecuados.

8.2. El peregrino realiza u n a maniobra dialéctica inteligente:


refuta la premisa mayor (neco maiorem) apoyado en un principio
de mayor rango y generalidad:
-Cualquier momento es bueno cuando el pecador se muestra
arrepentido.
-Cualquier momento es bueno para congraciarse con Dios.

Si la premisa mayor refuta el principio en que se asentaba el


razonamiento de d o n Fidel, la conclusión será asimismo la con-
traria. También permanece implícita:

-Este no es momento ni lugar para - N o le confesaremos


confesarse.
refuta refuta
Cualquier sitio vale para congraciarse -Me confesarán
con Dios.

8.3. Este principio posee también un valor como a r g u m e n t o


ad hominem. Recoge palabras literales que constantemente están
en boca de los sacerdotes en sus prédicas. Con ello obtura prác-
ticamente toda capacidad de reacción dialéctica. De esta posición
ventajosa se aprovecha el peregrino para pasar al ataque: Ustedes
no son dignos de él. Cicateros. Farsantes.
El primer enunciado es u n a acusación. Toda acusación con-
siste en la atribución de un defecto o u n a mala acción a u n a
segunda o tercera persona. Curiosamente, c u a n d o el hablante
dirige contra sí mismo la atribución del defecto se convierte en
un acto de humildad. Es la diferencia que se puede observar entre
los mensajes:

acusación -No sois dignos de Dios.


acto de humildad -No soy digno de Dios.

Los sacerdotes, que repiten diariamente en misa las palabras


del centurión (Señor, no soy digno de que entres en mi morada...),
seguro q u e reciben como un r e p r o c h e fuerte la sentencia del
peregrino. La indignidad de un sacerdote deriva del incumpli-
miento de su ministerio. En este caso el viajero se apoya en la rei-
terada negativa a impartir un sacramento.
Va aun más lejos. Del reproche descalificador salta al insulto:

insulto -Cicateros (porque no dan ni lo que les es obligado).


insulto -Farsantes (porque predican uno y hacen otro).

8.4. El insulto suele ser el p u n t o de quiebra de un diálogo,


el m o m e n t o en el q u e se r o m p e n las relaciones personales y
con ellas toda cooperación discursiva. Tras el insulto ya es inútil
el argumento. O bien se responde con la misma actitud 2 , o bien
se produce u n a ruptura, un silencio, o bien, como en el texto
q u e comentamos, u n a exclamación de incredulidad.
Lo característico de este tipo de exclamaciones es que en su
expresión lingüística adoptan formas hipotéticas que manifies-
ten la incredulidad de que los hechos referenciados puedan darse

2
«Para responder a u n a injuria, el único medio conocido (y reconocido p o r
las normas) es utilizar a su vez una injuria» (Berrendonner, 1982:193). «Todo
o c u r r e c o m o si el valor interactivo d e las c o m u n i c a c i o n e s o b e d e c i e r a a u n a
especie de ley del talión, ley de discurso que se podría formular tanto por el clá-
sico "ojo por ojo, diente por diente", como por el pusilánime "el primero que
empieza es el que está equivocado"» (Id.: 194).
EL PEREGRINO PIDE CONFESIÓN 29

en el futuro (cuando acaban de ocurrir ante sus ojos en el pre-


sente):
-¿Será posible?
-¿Será cierto lo que estoy viendo?
-¿Tendrá valor para hacerme esto?
-¿También va a insultarnos?

Esta manifestación de incredulidad se convierte en un duro


reproche. El adverbio también presupone además una ofensa ante-
rior: recordemos que don Benito acusaba al peregrino de
haberles faltado al respeto.

9. LA AMENAZA DE SUICIDIO

Una vez comprobado que, a pesar de sus potentes argumen-


tos, los curas no acceden a la confesión y que, tras el insulto, es
imposible el diálogo, el peregrino adopta u n a nueva estrategia:
la amenaza de suicidio. Abre la puerta del coche en marcha y pro-
fiere estas palabras: Me tiro. Como hay Dios que me tiro.
El narrador atribuye a estas palabras el valor pragmático de
amenaza («amenazó, con los ojos llenos de lágrimas», comenta).
¿Por q u é amenaza? A estas alturas del diálogo más b i e n les
debería parecer u n a liberación. Cualquier otro interlocutor le
hubiera r e s p o n d i d o : ¡Tírate de una vez! Pero aquí cambian las
circunstancias. El astuto viajero ha hecho un perfecto análisis dis-
cursivo de sus interlocutores y conoce muy bien sus fibras sensi-
bles. Si se m u e r e en pecado mortal y sin confesión sería de u n a
gravísima responsabilidad para los sacerdotes por haberle dene-
gado el sacramento. Por eso añade el malévolo comentario: y ojalá
me desnuque así como estoy, en pecado mortal.
Saben que está loco y que es capaz de cualquier insensatez,
incluido el suicidio. A pesar de t o d o lo q u e les ha h e c h o , a
pesar de que no creen en su sinceridad, a pesar de que pueda
derivar en u n a burla al sacramento, la responsabilidad de que
muera sin confesión les aterra. Don Fidel le dice al chófer: Para;
Manolín, para. Es la rendición.

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